lunes, 24 de diciembre de 2012

MATERIALISMO DEL MUNDO ACTUAL

EL FUNDAMENTO MATERIALISTA DE LA CONCEPCIÓN DEL MUNDO ACTUAL
Gustavo Flores Quelopana
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía

 

El abandono del materialismo mecanicista y la nueva hegemonía en la visión de la materia de la concepción cuántica-relativista no ha significado la derrota del materialismo, sino tan sólo una nueva etapa: EL MATERIALISMO INDETERMINISTA. Eso en lo que concierne a su lado teórico, y en el lado práctico el MATERIALISMO PRAGMÁTICO del capitalismo global actual es su fundamento activo más espurio.

Al materialismo mecanicista le ha venido a suceder el materialismo indeterminista de la nueva física cuántico relativista. En el inicio de la ciencia moderna Kepler tiene a Dios muy en cuenta, en Galileo predomina le teoría para fundamentar el fenómeno, en Newton toma el protagonismo el método inductivo, con Einstein se impone la física relativista, y con Heisenberg las partículas subatómicas no son deterministas. En la moderna ciencia de la naturaleza el mecanicismo ha sido desplazado por el indeterminismo. Esto no significa que la física clásica carezca de valor, sino que ya no es fundante de la realidad natural.

Gracias a la nueva física el fundamento materialista de la concepción del mundo actual es más sólido que nunca en medio del desplome de la cultura y de la religión. Lo que significa que el clima cultural de nuestro tiempo no es del primado del espiritualismo sino del materialismo. Esto representa que aun cuando persistan las alicaídas humanidades y el constante opio del pueblo, como estimó el marxismo a la religión, sin embargo, no es señal de buena salud, sino de su enfermedad. El chamán o el sacerdote, antiguos especialistas en lo sagrado, han sido sustituidos por el científico y el ingeniero, modernos especialistas de la materia.

El hombre busca afincarse en la verdad pero a su vez no puede vivir sin mitos, y abraza con fuerza la mitologización científica como su nueva fe, iglesia, dogma y credo. El mito, como agudamente señaló Alberto Wagner de Reyna, es el horizonte en que se manifiesta lo sagrado. Por tanto es revelación natural que llega hasta la teología natural. Platón y Aristóteles son considerados, en este sentido, fundadores de la teología natural, porque hablaron de un primer principio hasta donde les dio su razón natural. Pero con la ciencia sucede lo contrario. No es precisamente un mito, porque en ella no se manifiesta lo sagrado sino lo profano. No en vano se enseña en los textos de teología que Dios creó el universo de la nada por amor, los espíritus a su imagen y semejanza, como a la materia no semejante. La materia es lo no semejante a Dios y es el tema por antonomasia de la ciencia. Es decir, como horizonte de lo profano la ciencia es más bien el mitoide de la humanidad materialista actual. Este moderno mitoide tiene un nombre más común, a saber, cientificismo, o la creencia en la aplicación del método científico a todos los ámbitos de la realidad y del saber humano. El positivismo, aunque ha experimentado varias transformaciones y no es un movimiento completamente unitario, es ejemplo clásico de oposición terminante a toda metafísica y no admisión de entidades ni supuestos metafísicos inobservables. Esto es, aun cuando su realismo empírico no implique que sólo lo dado sea real, tiende a reducir lo no dado a las leyes o constructos humanos.

De esta forma no es difícil estar de acuerdo con Mircea Eliade cuando piensa que lo iniciático es un tema que pervive en el hombre moderno, en el sentido de que el afán de trascendencia es inherente a la condición humana. Pero haciendo una salvedad, el cual es que en nuestro tiempo dicho afán de trascendencia se canaliza en un horizonte inmanente y mundano más que celeste y extramundano. El mitoide de la ciencia así lo testimonia. En realidad, el laicismo y el secularismo –que relegaron lo religioso al ámbito privado- también han sido poderosas fuerzas sociales que han hecho posible que la humanidad sin dejar de creer en alguna realidad que trasciende el orden empírico abrace en el orden práctico, externo y social, un ateísmo pragmático y vital, que hoy en plena crisis ecológica es caracterizado como el consumista estilo de vida californiano.

Ahora bien, si quisiéramos trazar el horizonte moderno del materialismo como concepción del mundo habría que tener en cuenta los siguientes elementos:
  • Atomismo
  • Racionalismo
  • Mecanicismo
  • Laicismo y secularismo
  • Indeterminismo

La imagen de la física actual se resume en la crisis de la concepción mecanístico-materialista del Universo y la asunción de las leyes indeterministas de la probabilidad. La teoría de la relatividad y la teoría de los cuantos provocó la crisis de la concepción mecanicista pero no la crisis de la concepción materialista del mundo. Esto hizo que por un momento se pensara que la física ya no aspiraría a ser filosofía y base de la concepción del mundo para retornar a su primitiva modestia. Pero las expectativas fueron vanas. Hoy S. Hawking proclama con bombos y platillos la teoría M, según la cual se explicaría el antiguo sueño no providencialista de un universo autocontenido o, dicho según la idea kantiana presente tanto en sus escritos precríticos como en las Crítica del Juicio y en el Opus Postumum, de una naturaleza autosustentada en su propia estructura material.

Sin embargo, el abandono del materialismo mecanicista y la nueva hegemonía en la visión de la materia de la concepción cuántica-relativista no ha significado la derrota del materialismo, sino tan sólo una nueva etapa. La imagen mecanicista de del universo se formó con Gassendi, Boyle, Descartes, la Ilustración, la aplicación de la mecánica newtoniana a la óptica por Huygens y el energetismo de Ostwald. Este último es un caso singular porque escribió sobre La derrota del atomismo, para combatir la exclusiva preponderancia del punto de vista mecánico cinético y porque suponía que la física cuántica confirmaba la energética: la energética es invariable, en tanto el átomo es variable.

Esta nueva etapa no mecanicista en la interpretación materialista del universo ha ido al compás del desarrollo de la teoría atómica contemporánea, los cuales son tres: el primer periodo, de 1917 a 1932, cuando todavía se explicaba la estructura del átomo mediante dos partículas elementales –el electrón y el neutrón, junto a una partícula de energía –el fotón, postulado por Einstein en 1905-; el segundo periodo, que va de 1932 a 1951, se inicia con el descubrimiento del positrón por C. A. Anderson –que había sido postulado por Dirac-; y la tercera etapa, que comienza en 1953, con el descubrimiento del efecto de colisión entre el antiprotón y el protón se complicó extraordinariamente el cuadro: fotón, gravitón, nucleones (neutrón, protón, antiprotón), leptones (electrón, positrón y neutrino), mesones (ligeros y pesados), hiperiones, luego se postuló los fermiones y bosones (hoy se estudia la medición del posible descubrimiento del bosón de Higgs o mal llamada “partícula de Dios”), todo lo cual ha producido intentos de reducción de unas partículas a combinaciones de otras.

Es más, hay quienes piensan que las partículas son diferentes vibraciones de cuerdas. En este sentido se ha postulado la teoría de supercuerdas –descubiertas por Ramond, Neveu y Schwarz- para explicar de forma consistente la unión de la teoría de los cuantos con la de la relatividad. Esto es, una concepción unificada de las cuatro fuerzas elementales (la fuerza electromagnética trasmitida por el fotón, la fuerza débil por el bosón, la fuerza fuerte por el gluón y la fuerza gravitatoria por el gravitón). La dificultad estriba en que ello requiere de una inexistente matemática de geometría infinita.

La última gran novedad de la nueva física de partículas, como ya se mencionó, es el posible descubrimiento del bosón de Higgs en el Centro Colisionador de Hadrones. La confirmación de su hallazgo explicaría la existencia de un campo de fuerza que sería responsable de la unión de las partículas para la formación de las estrellas, galaxias y planetas, es decir de la vida en el universo. Pero la mal llamada “partícula de Dios” sólo sería responsable del 4 por ciento de la materia del universo, el restante 96 por ciento estaría conformado por la materia oscura, la energía oscura y la gravedad, que permanecen inexplicados entre otros enigmas científicos. Mientras tanto la ciencia no cesa de asombrar y a fines del 2012 investigadores del MIT descubrieron "un nuevo estado de la materia", que tiene un nuevo tipo de magnetismo denominado "líquido cuántico de spín". Éste ampliaría los horizontes del almacenamiento de datos y de los sistemas de comunicación gracias a sus propiedades.

Como vemos el alejamiento del determinismo causal en la física atómica y el hecho de que sus avances favorezcan las nuevas tecnologías, como acontecimiento más seductor de sus beneficios en las masas, no sólo ha llevado hacia la discusión académica de si lo que tenemos no es una imagen de la naturaleza sino la imagen de nuestra relación con ella, sino que también ha conducido hacia el fortalecimiento de la concepción materialista del mundo en su nueva versión indeterminista. Lo cual tiene que ver muy poco con el atomismo antiguo. Pues, si el atomismo antiguo describe a los átomos por sus caracteres externos, el atomismo moderno lo hace por sus caracteres internos ó como mínimos relativos de medida. Es aquí donde resulta sugerente establecer una línea divisoria que hizo posible que el materialismo se pudiera convertir de filosofía en concepción del mundo y de la vida.

En todas las culturas hubo una concepción de la materia. El atomismo hindú se manifiesta en la filosofía Nyaya, Vaisesika y el Jainismo. En la filosofía taoísta china expresada en la teoría del alma como finas partículas materiales llamadas “tsin tsi”, lo que llevó a pensar a Wieger en un monismo panteísta donde el Tao es principio único material y no espiritual. No menos destacado es el atomismo árabe y judío. Los mutalicitas con sus átomos-fuerzas, inextensos e invisibles son su manifestación más visible. En Grecia el atomismo está presente en Leucipo y Demócrito, en las homeomerías de Anaximandro, en la física de Epicuro y Lucrecio. Esto dio como resultado dos grandes posiciones: los platónicos que sostenían que lo espiritual estaba desprovisto de materia, y los estoicos que pensaban que lo espiritual estaba provisto de materia sutil.

En la filosofía medieval no se rechazó el atomismo, fue frecuente entre los alquimistas y su teoría corpuscular; y entre los filósofos, como Guillermo de Conches y su teoría de los elementa mínima, el atomismo monadológico de Cusa y Bruno. Y antes de ellos la famosa controversia sobre la materia entre la escuela dominica y la franciscana, controversia que no puede ser minimizada puesto que, según Heimsoeth, representa el tránsito hacia la moderna concepción científico natural de la materia. El caso es que Santo Tomás, que sigue a la Patrística y a San Agustín en la convicción de que la materia no puede ser mala junto a la noción de la Escuela de Chartres de la materia sin forma o materia primordial, ya va preparando la posibilidad de considerar la materia como objeto autónomo de una ciencia. Santo Tomás distinguía entre diversas clases de materia: materia prima o potencialidad pura, y materia signata o determinada por la cantidad y que constituye el principio de individuación. Incluso admitió entes creados in materia, las llamadas formas separadas. La escolástica realista franciscana partidaria de la universalidad de la materia, negó este principio tomista con el argumento de que si la materia primordial fuese pura potencia sería nada y, en consecuencia, en la materia hay algo inteligible. Duns Escoto contrapuso tres clases de materia: materia prima o realidad mínima, materia secunda prima o corporeidad y materia tertio prima o materia material. El hecho es que tal discusión sobre la realidad de la materia abrió el camino hacia la concepción científico natural de la materia.  

En otras palabras, y resumiendo lo dicho, la noción de materia atraviesa por una evolución a través de la Antigüedad, la Edad Media y la Modernidad. A la idea de la materia como receptáculo sin realidad ontológica del predominante platonismo de la Antigüedad le siguió la noción de substancia inferior con mínima realidad ontológica de la Edad Media y a ésta le sucedió la idea de materia como substancia independiente con plena realidad ontológica propia de la Modernidad. Hoy vivimos bajo este horizonte mental, pero se trata de un horizonte mental de segunda generación porque a la interpretación mecanicista de primera generación le ha venido a suceder la indeterminista-relativista actual. Y este es el fundamento materialista de la concepción del mundo actual.

Para finalizar debemos ensayar una definición de materialismo que caracterice la mentalidad actual. Cosa que no es nada sencilla, debido a la diversidad y disparidad de variantes materialistas existentes (materialismo hilozoísta, materialismo fenomenista, materialismo mecanicista, materialismo dialéctico y materialismo indeterminista).

En sentido general el materialismo rechaza tanto el dualismo entre materia y espíritu, como el monismo espiritualista. En todo caso asume un monismo materialista que afirma la existencia absoluta de la materia y la existencia subordinada del espíritu. Por ello implica no sólo una ontología sino también una ética. Así millones de creyentes pueden rechazar un materialismo teórico pero asumir en la acción un materialismo práctico, o sea arrogarse un materialismo espurio. Del mismo modo los no creyentes pueden asumir un materialismo teórico, rechazar un materialismo práctico y ser compatible con el idealismo de los ideales, o sea practicar un materialismo ético. Incluso el materialismo no es incompatible con la existencia subordinada del alma o del espíritu, en el sentido de Compte, es decir, que lo superior se explica por lo inferior; o en el sentido de Haeckel, en la dirección de que la materia se convierte finalmente en espíritu en virtud de su tendencia a la conciencia. Más aun, con la física cuántica es posible un materialismo donde la materia sea el fundamento de los agentes libres y autónomos, es decir que la libertad se desprende de lo material.

Tras la caída del comunismo el materialismo dialéctico e histórico del marxismo perdió su influencia, pero el materialismo pragmático del neoliberalismo ha tomado su lugar. Se trata de un materialismo anético sin más ideal que la reducción de la libertad a los dictados del mercado supuestamente libre. Lo más terrible es que se impone sobre las conciencias creyentes que supuestamente se irrogan un espiritualismo consecuente, pero que en la práctica se muestran incapaces de resistir la ola consumista que impone el mercado capitalista.

De manera que si el materialismo indeterminista es el basamento teórico sobre el que se fundamenta el materialismo como concepción del mundo actual, el materialismo pragmático del capitalismo hiperimperialista actual resulta ser su fundamento práctico.

                                                                                            Lima, Salamanca 24 de diciembre 2012