domingo, 19 de enero de 2014

CIENCIA REALIDAD Y METAFÍSICA

CIENCIA, REALIDAD Y METAFÍSICA
Una breve acotación
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
 

Para la teoría operacional la ciencia no dice nada acerca de la realidad, es puro cálculo y predicción. Para la teoría de la copia lo dice todo. Y para la teoría relacional es una representación parcial de la realidad. En la determinación del alcance ontológico del simbolismo científico yo asumo esta tercera postura.

La ciencia no es puramente copia ni operación sino que es también comprensión del fenómeno. Pero lo que comprende es limitado, alcanza sólo la estructura y caracteres formales de lo real. Por tanto la ciencia físico matemática carece de patente de corso para decidir sobre lo que es la realidad. Para la ciencia física lo real es lo que puede medirse, pero no todo lo real es susceptible de medida.

En este sentido, lo más importante de la realidad escapa a la ciencia y es parte de otras áreas del conocimiento humano. Una de estas realidades es el problema de la inmortalidad del alma.

En la ciencia moderna la coincidencia entre la verdad con la inteligibilidad nunca es completa. El locus de la verificación científica se ha trasladado cada vez más a la esfera de la inteligibilidad matemática. Y por eso la conexión del mundo de la física con el mundo perceptible se ha colocado sobre un fundamento estadístico-matemático. La ciencia moderna derivó hacia la autoautenticación de sistemas matemáticos formales. Esto significa que la verificación científica no implica necesariamente la existencia de algunos objetos sino tan sólo el buen funcionamiento formal de sus símbolos matemáticos.

La probabilidad científica es mera probabilidad matemática, y cuando de ciertos datos empíricos, por ejemplo, deduce la disipación de la energía y de ello colige que el universo se agota, lo que hace es formular construcciones ideales, metafísica figurada, que es imposible de verificación. Por eso es que se puede afirmar que la inteligibilidad estadístico matemática de la ciencia moderna no implica su verdad ontológica, sino que describen nuevas y libres invenciones de carácter especulativo.

La ciencia ofrece tres clases de construcciones simbólicas: sensibles (modelos físicos), pseudosensibles (átomos, electrones, fuerza oscura, energía oscura, etc.) y abstractas o completamente no sensibles (supercuerdas, universos paralelos, etc.). El status ontológico de estos simbolismos no es que existan sino que operan en la existencia. Todo esto no significa que la ciencia abandone la experiencia, sino, que sus sistemas matemáticos implican una verificación indirecta a entidades cada vez más inintuíbles. Sus construcciones no son fábulas ni ficciones sino que describen sólo la estructura formal de los fenómenos. Entre el "hecho" y su "construcción" están complicados discursos teóricos matemáticos.

El asunto estriba en preguntarse, como lo hizo Roger Penrose (El camino a la realidad), en qué medida el camino matemático griego nos lleva hacia la realidad. Después de la confirmación del descubrimiento del bosón de Higgs muchos físicos teóricos han creído que estamos a las puertas del descubrimiento de una teoría final de todas las cosas, pero a la vista de las nuevas dificultades surgidas, no es así. Todo lo cual pone en duda de que el camino matemático sea el camino seguro hacia la realidad.

Lo más interesante de la ciencia no son sus afirmaciones explícitas, sino las implícitas, porque ellas generalmente tienen alcance metafísico. Un buen ejemplo son las contenidas en sus proposiciones cosmológicas, pero también en la postura materialista y mecanicista de la ciencia del siglo XIX. Positivistas y fenomenólogos hablan de la actitud antimetafísica de la ciencia pero esto es confinar a la ciencia a la suma de sus fórmulas matemáticas. La verdad es que ciencia no puede escapar de la metafísica y la contiene implícitamente al ofrecernos proposiciones sobre la naturaleza última de la realidad. El punto de partida de la ciencia es excluir fines y valores o deshumanizar la naturaleza y con ello se cree libre de la metafísica. Pero la verdad es lo contrario.

Pero la metafísica de la ciencia no es espiritualista como la poesía, sino, que por la forma es idealista (el mundo es propuesto matemáticamente) y por su contenido es realista (el mundo es dado).

Esto quiere decir varias cosas, entre ellas, primero, que la ciencia no tiene la primacía de interpretación de la realidad, segundo, que la ciencia no consiste únicamente en conexiones necesarias, tercero, que no puede eludir a la metafísica, y finalmente, que hay otros modos válidos de comprender la realidad. Lo cual no significa esfumar el conocimiento en puras interpretaciones subjetivas, como propone el pragmatismo de Rorty y la ontología débil posmoderna de Vattimo, sino, que los diversos modos simbólicos de interpretar la realidad son reproducciones parciales o sectoriales de lo real y no meras construcciones mentales aprobadas por una comunidad interpretante.

Pasar de lo físico a lo vivo y a lo espiritual requiere de un simbolismo diferente que tiene que ver con interpretaciones basadas en hechos. El símbolo cognoscitivo humano está condicionado tanto por la configuración objetiva del mundo como por la forma subjetiva humana. Por tanto, la verdad simbólica no se agota en la forma de la conciencia.


Lima, Salamanca, 19 de enero 2014