martes, 21 de abril de 2015

FALACIAS PLATILLISTAS

FALACIAS PLATILLISTAS SON PARTE
 DE LA CRISIS DEL PENSAR ACTUAL
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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Por lo general, la mente humana es muy proclive a creer en ilusiones sin pruebas científicas. Y es así porque la ilusión surge de la propia percepción que engaña a la mente y la misma nos lleva hacia decisiones y creencias irracionales. Y el sentido común es la víctima predilecta de las ilusiones.

Algo no es real simplemente porque existe, las ilusiones también existen pero no son reales. Realidad y Existencia no son equivalentes y no distinguirlas es origen de muchas confusiones y ficciones. Lo que es Real tiene consistencia ontológica individual permanente, en cambio lo que es simplemente Existente le basta tener trascendencia a la conciencia sin poseer identidad permanente. No toda existencia tiene realidad, en cambio toda realidad tiene existencia[1]. Incluso ciertas psicopatologías hacen ver entidades, como la esquizofrenia, o escuchar voces, como la paranoia, como si fuesen reales pero que solamente existen en la mente del sujeto.

Como vemos no todo lo existente es real. Creer como real lo meramente existente es un trastorno cognoscitivo que tiene que ver con la alucinación, la psicopatología, el fraude, la manipulación mental y paradigmas epocales.

Al conversar con investigadores y creyentes ufológicos se observa generalmente la presencia de una similitud con los prejuicios cognitivos de la esquizofrenia: demasiada atención a posibles amenazas, el saltar a conclusiones precipitadas, hacer atribuciones externas, problemas de razonamiento acerca de situaciones lógicas y sociales, dificultad para diferenciar el discurso interior del de una fuente externa, déficit neurocognitivo global en la memoria, distorsión de la realidad, ideas delirantes, persistencia de experiencias psicóticas, problemas de funcionalidad social, procesamiento visual y para mantener la concentración. Muchas personas normales tienen experiencias psicóticas espontáneas sin ser esquizofrénicas.

 Así, la vida inteligente extraterrestre es una ilusión sin evidencia de su realidad y que se asocia al fenómeno ovni, pero como hemos visto esto no debe ser necesariamente así. El fenómeno ovni puede subsistir sin el nexo con la vida inteligente extraterrestre. Es decir, aun cuando la ciencia llegue a confirmar que estamos solos en el universo, como al parecer todos los indicios lo indican, el fenómeno ovni sobrevivirá como fenómeno atmosférico anómalo, como programa de aviónica secreto y, cuando no, como engaño sobrenatural del satán.

Así, sobre el fenómeno ovni hay que distinguir tres tipos de problemas, a saber:
·         El problema de la manifestación natural ovni (rayos globulares, nubes lenticulares, hologramas solares, sprites, meteoros, estrellas, planetas),
·         El problema de la manifestación artificial (tecnología ovni humana, aviones negros, misiles hipersónicos, satélites, globos, fraudes, engaños humanos y demoníacos), y
·         El problema de la inteligencia extraterrestre (civilizaciones en nuestra galaxia y fuera de ella).

Los dos primeros son objetivos, es decir, existen y son reales. El tercero no es real, existe como objeto hipotético. El fenómeno ovni justamente se convierte en mitoide de la modernidad tecnológica al confundirse con el tercer problema, a saber, el problema de la inteligencia extraterrestre, y al subsumir erróneamente los dos primeros al predominio ET.

A partir de esta confusión con la inteligencia ET surge la ufolatría (con líderes carismáticos, astutos, mitómanos y superficiales, y con adeptos sumisos, acríticos y sugestionables[2]), que curiosamente se encuentra ampliamente extendida en sociedades tecnológicamente avanzadas[3]. Lo cual no es extraño, dado que son en esas sociedades precisamente donde el “Reloj del Apocalipsis” termonuclear amenaza con la destrucción del planeta y aprisiona con más fuerza a las conciencias y acentúa la angustia del hombre común.

De este modo, la ufolatría llega al extremo delirante de confeccionar mapas estelares señalando de qué estrellas provienen los Reptilianos, los Sirianos, los Andromedianos, los Nórdicos, los Zetas, e incluso llegan al extremo de indicar otros lugares donde existe inteligencia desconocida[4].

Otros presentan otra clasificación morfológica: Humanoides (verdes, grises, nórdicos y gigantes), Zoomórficos (reptilianos insectoides, cefalopoides), Xenomórficos (figuras nebulosas, ameboides, minerales, vegetales, etc.). Ante esto la ciencia ha descartado la apariencia humana como dirección de la evolución convergente.

Abundan libros, películas, series de televisión, videojuegos sobre extraterrestres, incluso la creencia astrológica del New Age hablan de que Jesucristo fue un extraterrestre. La arqueología, la ciencia, la astronomía han ido derribando estas ficciones, pero la exoplanetología hizo que científicos, en número cada vez mayor, se mostraran optimistas sobre la posibilidad de encontrar planetas en torno a estrellas de nuestra galaxia y de otras galaxias que pueda albergar vida inteligente. Este último hecho resucitó nuevamente la ufolatría, que ya había caído en descrédito por tanto fraude y engaño[5].

Tanto la ufolatría popular, “científica” y teológica echan mano desde el punto de vista lógico a tres tipos de falacias, que se condicen con la degradación cultural de la civilización consumista y hedonista actual:
·           Falacia del Residuo (afirmación de la existencia de ET sobre un reducidísimo número de casos inexplicados).
·           Falacia de la Diversidad (afirmación de otras formas de vida sobre condiciones desconocidas e inexplicadas).
·           Falacia de la Vastedad (dado que el universo es tan vasto, debería ser cierto que haya un enorme número de civilizaciones extraterrestres en el Universo).

Especialmente la ufología teológica se sirve de esta última falacia, la cual como hemos visto se fundamenta en una comprensión errónea de la omnipotencia divina.

La agudización de las crisis de la modernidad (ecológica, política, alimentaria, seguridad mundial, sanitaria, económica, poblacional, educativa, moral y espiritual) hace prever la mayor difusión de las sectas ufolátricas a corto y mediano plazo en medio de una sociedad sumida en la increencia, el nihilismo, la religión a la carta, el relativismo, el hedonismo y la profunda secularización.

Es más, el avance de la sociedad cibernética aumenta el temor sobre el peligro del dominio de los robots sobre la humanidad. Se siente la amenaza de la era posthumana[6]. Lo más seguro es que los robots pensantes y autónomos no representen la evolución de la especie humana sino, más bien, su fin. Se avizora un futuro sombrío para el hombre en medio del auge de las máquinas.  La super inteligencia artificial introduce un nuevo elemento angustiante en la conciencia de la humanidad.

En otras palabras se vive una gigantesca crisis civilizacional en la era cibernética, que desborda el orbe occidental y que en una era globalizada involucra a todas las demás civilizaciones unidas por la racionalidad científico-técnica y la economía de mercado. Esta crisis civilizaciones está acompañada de una crisis del pensamiento, muy proclive a caer atrapado en falacias, y a una crisis del espíritu.

Es una dura prueba para las conciencias que perseveran en la fe trascendente y en la respuesta afirmativa que subyace en la interrogante filosófica de la problemática integral del fenómeno ovni: ¿Puede el hombre seguir siendo el centro metafísico-moral del cosmos?

Lima, Salamanca 21 de abril 2015



[1] Al respecto Nicolai Hartmann sostiene que sólo los objetos reales e ideales existen porque no son creaciones nuestras, en cambio los objetos irreales o creados por nuestra imaginación tienen consistencia pero no existencia. Esta teoría es errónea porque también se da la existencia irreal y porque subsume lo real a la existencia. Toda la confusión se origina porque identifica la Realidad con el ser real, cuando al contrario el primero trasciende al segundo y se da en todas las esferas del ser. Con esto tampoco identificamos la realidad y el ser.
[2] Es la astucia de la serpiente que ofrece ciencia sin obediencia a Dios (Génesis 3, 1).
[3] Una lista bastante completa y detallada se ofrece en el artículo “Religión Ovni” de Wikipedia. Todas son sectarias, milenaristas, y en su sincretismo introducen creencias cristianas y científicas. Su tecnofilia (fe ciega en la tecnología) se combina con su ETfilia (fe en las capacidades espirituales de los ET).
[4] Cfr. Ufo Giovanny Astra FB, post “lieu de nos visiteur”. Enero 24 2015.
[5] Entre los casos más sonados de fraudes estuvo el autor de “Yo visité Ganimedes” al reconocer que era pura ficción, y a mediado de 1990 José Luis Jordán Peña reconoció ser el instigador de la civilización extraterrestre ummita. Este último convencido de su inmoralidad confesó todo a la policía, tras haber desatado una ola sectaria que marcaba a fuego con su símbolo a niños. Mucho se habló que fueron experimentos del servicio secreto sobre el control mental. Todo lo cual demuestra lo frágil de establecer el criterio de verdad en simples “Testimonios”. Tampoco se puede omitir mencionar la sentencia en 2012 por el Tribunal de Apelaciones de Francia contra la iglesia de la Cienciología, que cree en seres galácticos, por fraude y ser una banda organizada con fines económicos. Muchos han descubierto que en el actual mundo anético y sin valores, la mejor manera de conseguir su primer millón de dólares es hacer su propia religión, y mejor si trata sobre extraterrestres.
[6] El fundador de Microsoft, Bill Gates, se unió a la carta abierta firmada a fines del 2014 por destacados pensadores, entre ellos el empresario tecnológico Elon Musk y el científico británico Stephen Hawking, en su preocupación acerca de cómo pueda ser utilizada la inteligencia artificial en el futuro. El astrofísico británico fue más radical al expresar que la inteligencia artificial acabaría con la especie humana. Pues lo humanos ya no podrán competir al estar limitados por la evolución biológica ante máquinas que se rediseñarán a un ritmo creciente. A comienzos de 2015 el MIT anunció el logro de Matrix o de un interfaz que permita conectar el cerebro humano a una computadora, y se calcula que en tan sólo una década estará listo el proyecto Avatar de la NASA y el Departamento de Defensa, con un cerebro humanoide y una consciencia transferida a un ordenador.