miércoles, 27 de enero de 2016

VISCARDO Y GUZMÁN FILÓSOFO

VISCARDO Y GUZMÁN: Filósofo
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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Juan Pablo Viscardo y Guzmán (1748-1798), representa la maduración criolla del pensamiento emancipador dentro del reinado del peripatetismo reformista.

Prócer jesuita y escritor criollo, autor de la célebre “Carta a los españoles americanos”, en la que incitaba a los criollos de América a luchar contra la opresión española y formar un estado soberano. Se presume que este documento fue escrito en 1791 a su paso por Francia, convulsionada por la revolución, rumbo a Inglaterra.  Su publicación póstuma data de 1799, cuando Viscardo dejó sus papeles a Rufus King, ministro de Estados Unidos en Inglaterra, quien los entregó al líder patriota venezolano Francisco de Miranda, el cual escogió de entre esos papeles la "Carta…", escrita en francés y la hizo imprimir en Londres en 1799, con pie falso de Filadelfia (Estados Unidos). Después lo publica en Londres en idioma español en 1801.  

Por este documento ha sido reconocido por los historiadores reunidos en el tercer congreso de Historia de América realizado en Buenos Aires, como el “primer precursor ideológico de la independencia americana”. Lo cual es inexacto. Pues el primer precursor ideológico y rebelde en proclamar la Independencia de América fue Túpac Amaru II. Más bien, Viscardo y Guzmán fue el primer precursor ideológico “criollo” de la Independencia americana”.

Cuando el rey Carlos III en 1767 expulsa a los jesuitas de España y sus dominios en 1767 , Viscardo y sus compañeros fueron arrestados y embarcados rumbo a España. Arriba a Cádiz y se le prohíbe, bajo pena de muerte, volver al Perú. Conmovido por la rebelión de Túpac Amaru II en el Perú en 1781, se pone en contacto con el cónsul inglés en Liorna, para que Inglaterra, entonces en guerra con España, ayudara a las colonias hispanoamericanas a lograr su emancipación. Se ofrecía como guía-intermediario porque conocía el idioma quechua, su lengua materna. Ignoraba que la rebelión tupacamarista había sido debelada. Sus argumentos interesaron a los ingleses, quienes lo invitan a Londres ese mismo año. Los hermanos Viscardo viajaron de incógnito, por vía de Alemania. En 1782 arribó a Londres y escribió una carta al gobierno británico, instándole a enviar una expedición hacia Sudamérica, cuya primera conquista debía ser el puerto de Buenos Aires, destinado a convertirse en la base para el avance hacia el territorio del Virreynato del Perú.

Estos planes interesan con más fuerza a los británicos tras perder en 1783 sus trece colonias de América del Norte. En Londres permaneció durante dos años. En ese lapso se produjo un cambio de gobierno en Gran Bretaña y se firmó la paz con España, por lo que los planes de Viscardo dejaron de interesar a los británicos. En 1791 inició otro viaje a Londres, pasó por Francia, entonces convulsionada por la revolución, donde presumiblemente redactó su famosa "Carte a los españoles americanos". En 1795 finalmente en Londres, pero su esperanza de ayuda se vio truncada por las circunstancias internacionales. Continuó en Londres hasta su muerte, tratando de interesar a la corte británica. Enfermo y empobrecido, falleció en febrero de 1798. Tras la publicación de la “Carta” por Miranda, el documento se propagó en el continente americano, y contribuyó a incitar el sentimiento emancipador contra el régimen español. Los restantes legajos, conservados por Rufus King, pasaron a integrar los fondos documentales de la Sociedad Histórica de Nueva York. Casi 200 años después fueron descubiertos por Merle E. Simmons, siendo publicados en 1983.

El prócer jesuita es un ilustrado autóctono y un peripatético reformista, esto es, un neoescolástico adosado con ideas libertarias del 800. En Hispanoamérica las sotanas se pusieron el gorro frigio revolucionario. El espíritu humanista y liberador de la filosofía virreinal se radicaliza. Efectivamente, bebe del modelo liberal revolucionario pero para actualizar las potencialidades emancipadoras de una revolución cristiana restauradora. La revolución que propugna es moderna porque es restauradora, esto es, en la medida en considera que las ideas del Providencialismo cristiano son eternas y se han visto traicionadas por el absolutismo de la corona española. De manera que, nuestro prócer jesuita toma distancia de la silogística peripatética escolástica pero se abraza con mayor fervor al numen libertario del peripatetismo cristiano católico, con lo cual se muestra unido a la utopía moral probabilista de la primera mitad del 700 y al humanismo teológico lascaciano.

De ahí que mientras su contractualismo es económico el contractualismo liberal es político. En Viscardo se vuelve más nítido que la ilustración peruana del 800 no es liberal como  la europea, sino que está presidida por una concepción trascendentalista guiada por el plan divino a realizar. Su objetivo de lograr la independencia de los españoles americanos –criollos, mestizos e indígenas- implica para Viscardo la corrección de las deformidades de un gobierno tiránico, que deformó la auténtica religión, emprendió una desvaída evangelización y terminó violando el pacto con sus súbditos. Su concepción del Estado es organicista y se adhiere a la monarquía constitucional. La teoría política y jurídica de la neoescolástica barroca constituye su fundamento teórico –soberanía popular, derecho natural, tiranicidio-, el élan que lo impulsa es el liberalismo revolucionario francés, su pathos es la metafísica realista y el ethos es la religión cristiana.

La gran incógnita que se suspende en su pensamiento es si su adhesión a la monarquía constitucional hubiese permitido una Casa real indígena. Esto lo ponemos en duda por cuatro razones: (1) se entusiasma por la rebelión tupacamarista pero ello no significa necesariamente una aceptación de su programa en todos los términos, (2) su énfasis en la evangelización, la soberanía popular y contra el tiranicidio lo llevaba hacia una colisión contra el nuevo absolutismo incásico, (3) la matriz cultural hispánica neoescolástica tenía pocas probabilidades de sobrevivir en caso de restauración del Tahuantinsuyo, y (4) porque en el modelo de visión política cristiana basado en la distribución del bien común a partir de la idea de libertad individual, no coincide con el modelo de visión política indígena basado en la distribución del bien común a partir de la idea de comunidad o ayllu. Dentro de la tradición cristiana el derecho a la libertad es el más importante al que no debe renunciar ningún hombre, dentro de la tradición indígena la comunidad y sus derechos están sobre los del individuo. La primera fecunda la democracia, mientras la segunda fertiliza el despotismo.


En una palabra, Viscardo y Guzmán tiene el mérito no sólo de problematizar el Perú, sino de hacerlo desde las canteras revolucionarias del pensamiento cristiano virreinal. No fue un republicanista sino un monarquista constitucional, su racionalidad no es instrumental más bien organicista y su liberalismo no es político sino económico.

Lima, Salamanca 27 de enero del 2016

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