lunes, 13 de junio de 2016

LÓGICA Y CIVILIZACIÓN LIBERAL

LÓGICA Y CIVILIZACIÓN LIBERAL
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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Siempre me ha intrigado la sugerente idea de Morris R. Cohen, doctorado en filosofía en Harvard y fue profesor del College de la ciudad de  Nueva York, de identificar la lógica –ya sea formal o lo matemática- con la sociedad liberal y la libertad de pensamiento. En su Introducción a la Lógica afirma que la lógica nos enseña humildad porque no se puede demostrar la verdad de los supuestos fundamentales y nos muestra que el mundo fenoménico es más amplio que el conocimiento. Así, la lógica nos inculca tolerancia, previene contra el fanatismo y es elemento necesario de toda civilización liberal.

Esta correspondencia suya entre lógica y civilización liberal no deja de ser incitante pero a la vez es problemática en un doble sentido temporal.

Pues, si la lógica nace en Grecia con Aristóteles entonces lo primero que debemos preguntarnos es si en ella está ínsita la moderna civilización liberal misma. Y en segundo lugar, nos asalta la interrogante por la lógica de las culturas ancestrales. Con ello aludimos a las sociedades antiguas teocráticas de Babilonia, Egipto, los hebreos, la India, Persia, Asiria, los hititas, China, Mayas, Aztecas, Chibchas, las culturas preincas y la incaica. Más aún, nos interrogamos por la sociedad tribal del hombre primitivo. Si en ellos no hubo lógica, qué hubo entonces. Y si estuvo presente un tipo de lógica, ¿se puede suponer la presencia de algún impulso hacia la libertad de pensamiento?

Pienso que ambas interrogantes ya han recibido respuestas parciales. Por un lado, en Occidente se suele reconocer que sin la lógica aristotélica hubiera sido muy difícil alumbrar la ciencia moderna, por más que frunzan el ceño los seguidores de F. Bacon y Mill. Pues la inducción, como dice Russell, no es más que una deducción mal comprendida, y además la ciencia no parte de los hechos sino hipótesis de indagación. Además, la nueva lógica viene a ayudar a pensar en la lógica de la probabilidad, lo contingente y estocástico. Con ello se hace lógico no sólo las ciencias físicas sino también las matemáticas y las ciencias humanas. Es cierto, la lógica peripatética del silogismo ocupa un lugar muy reducido dentro de una lógica de la deducción de mayor amplitud.

En otras palabras, la lógica siempre será lógica de la deducción ya sea ésta formal o no. Es verdad que los dilemas de la libertad no se alimentan de los problemas de la lógica sino de situaciones reales y fácticas, pero la lógica ayuda a pensarlos correctamente. Pero qué es lo correcto. Pues lo lógico no se desprende del todo de la realidad existente y del marco civilizacional presente. Lo cual significa que la racionalidad humana es constante en el fondo pero variable en la forma. Su contenido racional es unívoco pero su manifestación epocal es multívoco.

Esto es lo que nos permite afrontar el segundo problema: ¿hubo lógica y de qué tipo en las culturas primitivas y las civilizaciones ancestrales, donde imperaba el mito? Esta pregunta también ha recibido respuestas desde la etnología, antropología y filosofía.

Podemos dividir las repuestas en dos grandes grupos: los que afirman que hubo lógica y los que sostienen que fueron ilógicos. En el primero hallamos a Frazer, Tylor y Boas. Mientras que en el segundo está Lévy Bruhl. Los tres primeros defienden la existencia en el animismo de una ciencia y filosofía de la religión. El último habla del filósofo primitivo como elemento no discursivo ni dialéctico sino intuitivo, emocional e irracional. Posteriormente a ambos grupos se vino añadir un tercero. El que habla del mito como patología del lenguaje falaz y ambiguo (Max Müller y H. Spencer). Cassirer intenta un camino intermedio concibiendo el mito como la expresión simbólica de la emoción, objetivación de la experiencia social, que responde a cuestiones existenciales insoportables (como la muerte). La postura estructuralista de Claude Lévi-Strauss sobre que no hay jerarquía de sociedades y culturas, fortaleció el polimorfismo cultural de Boas y Lowie, en el sentido de que en toda filosofía coexiste el razonamiento mítico con el razonamiento deductivo.

En buena cuenta, la visión ilustrada del mito lo ha reducido a algo opuesto a lo racional. Esta perspectiva peca de limitante y reduccionista, porque equivale a decir que los pueblos míticos fueron irracionales y los pueblos lógicos fueron racionales. Afirmación que se desmorona ante la conclusión de la nueva lógica. La cual demuestra que no existe lógica privilegiada, sino que la razón humana en diferentes situaciones emplea diferentes lógicas.

Esto significa que es un prejuicio intelectualista afirmar que el totémico hombre primitivo y el mítico hombre ancestral han sido irracionales porque han abrazado tabúes y leyendas. Al contrario, ambos han sido lógicos porque el tótem y el mito tienen su propia lógica. Tanto el tótem como el mito siempre son lógicos y no prelógicos. Otra cosa es que la configuración de los principios lógicos se haya organizado en cada etapa histórica de distinta forma.

En este sentido, y sólo en éste –pues Hegel fue un etnocéntrico-, tiene la frase de Hegel plena razón cuando dice: “La historia es el progreso de la conciencia de la libertad”. Efectivamente. La lógica totémica fue un paso adelante respecto al desvalido homínido que ni tenía rituales mortuorios –recordemos que el hombre de Neandertal rendía culto a los muertos-. A su vez, la lógica mítica fue un liberarse de los temores totémicos. E igualmente, la lógica proposicional parmenídea-aristotélica fue un emanciparse de los dioses del politeísmo. Aquí nace el concebir al ser más allá de dios, como espíritu puro que inicia el movimiento del universo, aunque no ama.

El cristianismo y las otras grandes religiones mundiales no han prolongado en nuestro tiempo de fría lógica conceptual, sino la creencia, la fe, lo sobrenatural, la epifanía y la hierofanía del pensar mítico. Y con las nuevas lógicas la llamada lógica del corazón obtiene su propia lectura lógica.

En otras palabras, hay tres términos que exigen ser reconocidos en toda su extensión histórica. A saber: lo lógico, lo civilizacional y lo liberal. Quizá todos confluyen en la conclusión de que la aventura intelectual humana es conciencia en la lógica de la libertad. Desde tiempos remotos la lógica libera pero también aprisiona, de lo contrario no se explicarían el surgimiento de nuevos paradigmas lógico-civilizacionales.

En síntesis, cualquiera sea su forma –totémica, mítica, proposicional, matemática- la lógica es una herramienta que fortalece la liberación de la condición humana en todos los tiempos y en todas la culturas


Lima, Salamanca 13 de Junio del 2016 

MÁNTICA DEL DESTINO EN CULTURAS ANCESTRALES MITOCRÁTICAS

SABIDURÍA ESCATOLÓGICA, HOROSCÓPICA Y MÁNTICA DEL DESTINO EN LAS CULTURAS ANCESTRALES
Antikythera: La máquina del destino
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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Por culturas ancestrales aludimos a las sociedades antiguas teocráticas de Babilonia, Egipto, los hebreos, la India, Persia, Asiria, los hititas, China, Mayas, Aztecas, Chibchas, las culturas preincaicas y los Incas. En todas ellas hubo filosofía pero no al modo occidental. O sea, no bajo el imperio del frio concepto de la lógica pura, sino bajo el concepto de lo metafórico, analógico y simbólico.

En otras palabras, en las civilizaciones ancestrales hubo filosofía en sentido mitocrático. Es decir unido al mito, lo religioso, la tradición, la mántica, lo horoscópico, escatológico, oracular e iniciático.

Cuando apenas yo había empezado el ensayo me llegó un interesante intercambio de ideas con el amigo y filósofo Omar F. Salazar Calderón Galliani, a través de su página “Chaupi Atop: el zorro del encuentro”. Por tanto, muchas ideas que siguen a continuación son parte de la reflexión que me provocó el breve pero valioso debate.

Pienso, en primera instancia, que el prurito por reconocer la presencia de la filosofía en el pensar ancestral tiene dos fuentes. A saber, una fuente es el punto de vista eurocéntrico o la postura que sostiene que la filosofía es de origen griego y por consiguiente todo los demás saberes son meramente cosmovisión, filosofía en sentido laxo o mito. Y otra fuente la constituye aquella posición que cavila que ni en la filosofía griega hubo tal ruptura entre logos y mytho.

Sobre la primera pesa un fuerte legado racionalista e intelectualista, combinado con el prejuicio de la superioridad de la cultura occidental. Su principal defecto es no percibir la distinción entre noema (contenido objetivo del pensamiento) y noesis (acto psíquico individual del pensar) en la esencia de la filosofía. El noema de la filosofía siempre es el mismo en todos los tiempos y civilizaciones, a saber, dar cuenta de los fundamentos del mundo. Y la noesis no es intercultural sino individual y sujeto a los condicionamientos culturales. Dicho más llanamente. El nombre de “Filosofía” es de origen griego pero su contenido es universal y transcultural. Así, la filosofía no es un accidente acaecido al hombre en su historia sino que es parte de la misma condición humana.

Sobre la segunda existe una exageración sobre la presencia del mito en la filosofía griega. Aquí hay que puntualizar que una cosa son los presocráticos, otra los filósofos sistemáticos y otra los pensadores de la crisis helenística romana. Los presocráticos están más cerca al pensar participativo del mito, su postura es ambivalente. No ocurre lo mismo con Platón ni con Aristóteles. En el primero el mito es opinión probable o sea doxa y nunca episteme, y en el peripatético el mito tiene que ver más con la poética que con la verdad. La ruptura de la filosofía con la religión es la senda que recorren estos dos pensadores recogiendo el legado de Jenófanes y Parménides. Los mitos en Platón no carecen de todo valor. Pero él fue mucho más allá de lo mítico. No fue un mitógrafo sino un filósofo. Nunca identificó el demiurgo con la idea de Bien. El demiurgo es dios, pero es un ser derivado y subordinado a las Ideas situadas fuera del cielo. El soberano Bien es simetría, belleza y verdad. En Platón predomina el logos sobre el mytho.

Es cierto que, con excepción del humanismo sofista, el epicureísmo y el fenomenismo escéptico, todo el pensamiento antiguo griego estuvo transido de preocupaciones religiosas, en clave racional hasta el periodo sistemático y en clave más religiosa en el periodo helenístico romano. En éste último el tránsito de la razón a la fe estaba preparado por la crítica escéptica y ecléctica y la atmósfera de creciente religiosidad incitado por el declive del imperio macedónico y el surgimiento del imperio romano. Retorna el mito con las religiones orientales y el misticismo alejandrino, el cual penetra rápidamente en Occidente donde se produce un sincretismo pagano (neopitagóricos, platónicos pitagorizantes y neoplatónicos) y otro judeo-cristiano (Filón hebreo). Ya sabemos que el neoplatonismo terminó perdiendo la batalla contra el cristianismo porque su dios-Uno era indiferente al mundo que retornaba a él de todos modos.

El cristianismo no niega el mito sino el paganismo. Al contrario, reconoce al mito como horizonte ontológico de lo sagrado y del misterio. La Revelación sólo es antimitológica en este sentido y no en sentido absoluto. Mito es revelación natural, y la Palabra es revelación sobrenatural. En ambos hay mito como horizonte de lo divino.

Por eso pienso que la antinomia se resuelve cuando se distingue entre filosofía logocrática (imperio del concepto puro de la lógica) y filosofía mitocrática (imperio del concepto imagen del mito). En ambas formas de filosofar hay ontología, pero bajo distinto predominio de los principios lógicos. Bajo el principio de identidad en el filosofar logocrático y bajo el principio de armonía de los opuestos en el filosofar mitocrático.

Filosofía es indagación sobre los fundamentos del mundo. En el mundo ancestral se indagó filosóficamente unido al rito, la religión, lo mántico y horoscópico. Era teoría del destino. Desde Jenófanes en Grecia se filosofa divorciando la razón de su sustento mítico y bajo el principio de identidad y no contradicción. Pero ambas son formas legítimas de ejercer el filosofar.
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El camino de Occidente fue el cercenamiento de lo mítico y la sobrevaloración del concepto frío de la lógica pura. Este rumbo logocrático o del imperio del concepto se ha derrumbado con las crisis de las guerras mundiales, la destrucción de la naturaleza y el exterminio de los pueblos ancestrales en nombre del progreso.

En suma, es cierto hubo continuidad entre mito y logos en la tradición griega pero hay que verlo con matices. Dicha continuidad acontece después del periodo sistemático (Platón y Aristóteles) y llega a su cumbre con Plotino. Cierto, Platón fue más sensible al mito, pero no era episteme sino doxa (opinión probable). Los presocráticos andan a galope sobre la mentalidad participatoria del mito. No están tiranizados por el principio aristotélico-parmenídeo de identidad. Por eso filosofan más unidos al mito.

Sobre el filosofar mítico ancestral siempre me resulta iluminador releer las profundas páginas de Mariano Iberico de su libro La Aparición (1950), específicamente el capítulo IV sobre “La simbólica del aparecer y el sentimiento del destino”. Allí brinda todo un esquema de categorial de la mentalidad arcaica que yo llamo filosofar mitocrático. Interpreta el aparecer como “totalidad viviente”, lo cual a muchos analistas del pensar andino y ancestral no lo advierten como un distingo metafísico frente a Grecia. Con un universo poético, estético, mántico, onírica y como sabiduría del destino.
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Ahora bien, todo lo examinado sirve como introducción previa echar luz sobre la noticia que nos llega sobre el parecer de los científicos que han estudiado la llamada “primera computadora del mundo” de hace dos mil años. Lo más llamativo es la conclusión a la que arriban: la máquina se usaba para ver el futuro. Por su importancia reproducimos la nota periodística de RT publicado el 11 de junio del 2016.

Un equipo internacional de científicos ha anunciado esta semana que finalmente ha resuelto los secretos del Mecanismo de Antikythera, famoso en los círculos de la arqueología, informa el portal PhysOrg. Descubierto en un naufragio frente a la costa de Grecia en 1901, el Mecanismo de Antikythera ha fascinado y desconcertado a los estudiosos desde hace más de un siglo. El dispositivo intrincado parecía ser una reliquia de alta tecnología de una época antigua, un mecanismo de relojería utilizado para calcular los eventos astronómicos y celestes. Construido en el 150 a.C., el artefacto ha sido denominado como 'el equipo mecánico más antiguo del mundo'. Después de más de 10 años de estudio intensivo usando equipo vanguardista de exploración, el equipo de investigadores presentó nuevos conocimientos sobre la famosa reliquia. Los científicos han sido capaces de decodificar unos 3.500 caracteres de un texto explicativo escrito en 82 fragmentos sobrevivientes del artefacto con el uso de las máquinas de rayos X y otras tecnologías de exploración. De acuerdo con los investigadores, las letras pequeñas, de 1,2 milímetros, fueron grabadas en paneles en el interior y el exterior del dispositivo, que originalmente fue encerrado en una caja de madera con docenas de engranajes de bronce enclavados entre sí. El lenguaje descifrado más o menos confirma lo que los arqueólogos han sospechado desde el principio: el Mecanismo de Antikythera fue diseñado como un calendario-reloj que mostraba las fases de la luna, la posición del sol y los planetas, y hasta el momento de los eclipses previstos. Pero mientras que el dispositivo tenía un propósito astronómico definitivo, los científicos también suponen que la máquina se utilizaba para 'ver' lo que deparaba el futuro, de acuerdo con algunas de las inscripciones en el dispositivo que se refieren al color del próximo eclipse. No ha sido una herramienta de investigación, algo que un astrónomo usaría para hacer cálculos, o incluso un astrólogo para hacer pronósticos, sino algo que se usaba para enseñar sobre el cosmos y nuestro lugar en el cosmos", dijo el investigador Alexander Jones en la conferencia de prensa. "Es un 'libro de texto' de la astronomía como se entendía entonces, que conecta los movimientos del cielo y los planetas con la vida de los antiguos griegos y su entorno".

El mecanismo de Antikythera es otra prueba tangible que la motivación fundamental del saber filosófico ancestral fue la intuición del destino. Interpretando el universo como totalidad viviente o animada el fenómeno más importante resultaba ser revelar el destino. Lo singular del caso es que el mecanismo sea una demostración de tiempos difíciles donde se precisaba conocer el futuro con exactitud. Ya no resultaban suficientes los oráculos, los brebajes, el éxtasis, la comunicación onírica, ni los ritos iniciáticos. Se recurrió a la invención de una máquina del destino. Esta búsqueda de horoscopía profética es una nota característica y constante del pensar simbólico-metafórico. Sus formas conceptuales más estéticas que lógicas remiten a una dimensión profundamente creativa del hombre y del cosmos.

Lo escatológico como conocimiento de las cosas últimas, la muerte, el Juicio Final, el cielo y el infierno, lo que ha de venir, es un mirar al futuro porque reconoce que en el mundo presente hay verdades escatológicas que tendrán su realización en el mundo de más allá. La sabiduría filosófica mitocrática de las civilizaciones ancestrales vivían obsedidas por el destino, el más allá y lo sobrenatural. Dimensión que la orgía de empirismo, escepticismo, cientificismo, tecnicismo y pragmatismo el hombre moderno ha extraviado.


Lima, Salamanca 13 de Junio del 2016