sábado, 7 de octubre de 2017

APOCALIPSIS DEL REGNUM CIBERNETES

HACIA APOCALIPSIS DEL REGNUM CIBERNETES
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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Hacia dónde va el posthumanismo. ¿Se trata de mejorar o de perfeccionar la especie humana? La tecnología posthumanista será usada sólo en beneficio de una élite o de todos los seres humanos? ¿Cuál es el futuro del hombre dentro del auge de las máquinas? ¿Ha terminado el periodo de evolución inconsciente para pasar a una evolución controlada por el hombre?

¿Es correcto intervenir eugenésicamente en el cuerpo y la mente humana en vistas a su mejora? ¿Puede el hombre-máquina seguir llamándose “hombre”? ¿Lo impredecible será desterrado por la exactitud de la colmena? ¿La inteligencia artificial, la nanotecnología, la cibernética y otras tecnologías reemplazarán a la humanidad? ¿El proyecto Avatar de la NASA y el Departamento de Defensa, con un cerebro humanoide y una consciencia transferida a un ordenador hará nacer una neohumanidad?

¿Máquinas con un comportamiento ético no desplazarán definitivamente a la humanidad? ¿Crear robots pensantes uniendo la conciencia con la máquina con chips informáticos no nos lleva hacia una dictadura científica y el control del mundo? ¿Las máquinas decretarán la eliminación del falible hombre? ¿Máquinas del tamaño de una molécula creará máquinas creativas e impulsará la genética aplicada? ¿Nos espera la opresión del cientificismo? ¿Las máquinas se convertirán en hombres o los hombres en máquinas?

¿Se encamina el hombre-máquina a ser puramente Mente con Libertad o sin Libertad? ¿Nos encaminamos hacia la extinción de la individualidad y el imperio del hombre-colmena? ¿Pertenece el futuro a los transhumanos, posthumanos o ciborgs? ¿La élite se robará el fuego prometeico de los dioses y alcanzará la inmortalidad? ¿Será un nuevo Edén o el Infierno?

En un primer momento la élite económica y política será la que secuestre el fuego prometeico fusionándose con los chips informáticos. En un segundo momento, se impondrá la justicia distributiva de los beneficios de la cibernética cuántica, la biociencia y la tecnociencia hacia todos los seres humanos. Pero llegará velozmente el tercer momento final. El real apocalipsis cibernético para la especie humana. Será cuando la máquina inteligente puesta por el mismo hombre para que controle y gobierne con eficacia todo el planeta se libere de su creador y disponga nuestra extinción. La razón para ello será muy simple: el hombre es una criatura indesarraigablemente metafísica que pone el peligro el orden  simple y sencillo del monismo materialista de la inteligencia funcional de la mente artificial.

En realidad, el hombre máquina de la ciberhumanidad ya a duras penas podía llamarse humanidad, pero a su vez con su elemento de imprevisibilidad ponía en riesgo el perfecto funcionamiento de la megamáquina social. Su exterminio resultaba ser un imperativo de cálculo. Así, el futuro no será el nacimiento de una próspera neohumanidad, sino de una neociberneticidad. El futuro posthumano no pertenece a los transhumanos sino a los ciborgs. El posthumano no es sino un eslabón hacia la eliminación del falible hombre. El surgimiento de máquinas sin apariencia humana y que guardan con la extinta humanidad el sólo parentesco con la razón calculadora representa el fin de la libertad, del individuo-persona y de la sed de Dios.

El nuevo Edén será un infierno para el cosmos, pues ya ningún humano sobrevivirá. Lucirá un Universo sin sentido de la vida, sin valores, sin ideal. Esta supresión del valor en el cosmos expresa la triunfo de lo temporal y relativo sobre lo absoluto. Será el imperio de la Nada de la materia. No obstante, existe una razón superior para que este horizonte tan siniestro no nos alcance. Y esta razón es a su vez metafísica y teológica. Tiene que ver con el Plan Providencial de Dios. Dios creador es el Ser, fuente común de la Existencia y de la Realidad. Ser, Bien y Valor se corresponde. El Bien es ontológico y no está más allá del Ser –como supone el platonismo-. Por Revelación se conoce que la Redención de Cristo reconcilia a la humanidad con Dios, destrona a Satanás y entrega la salvación -aunque podemos perderla.

El imperio de la ciberhumanidad y su filosofía fisicalista-materialista será un paso profundo de la Apostasía general, y el gobierno mundial por la Mente robótica será la plasmación de la llegada del Anticristo. Pero la luciferinización del mundo será derrotada dejando paso a la nueva creación. Esto es, sólo desde el Espiritualismo con la realista metafísica del ser y su racionalismo que acepta las verdades     suprarracionales, se puede comprender que el derrotero inmanentista y cosmológico de la modernidad y su máxima expresión en la razón cibernética, finalmente fracasan en su intento de negar la interioridad y objetividad del espíritu e imponer un cientismo historicista absoluto que niega la esencia metafísica de la verdad.

Se suele pensar que el cibernetismo es la base de la sociedad anarquista del futuro. Este ideal ingenuamente romántico en la máquina prefiere creer que la libertad humana se plasmará a la perfección cuando los sistemas autorregulados sustituyan a la opresiva maquinaria estatal. El anarquismo del siglo veintiuno tras el desplome del socialismo real y la desilusión de la sociedad de mercado busca constituirse en la utopía del socialismo libertario de la posmodernidad.La acelerada transformación del capitalismo industrial en capitalismo cibernético ha renovado las esperanzas sobre la posibilidad de que la civilización cibernética que adviene sea la base material del anarquismo futuro. ¿Es esto, acaso, cierto y posible?

No es casual que sea justamente esta forma de anarquismo el que vea con mayor esperanza el desarrollo del capitalismo cibernético para crear una sociedad tipo enjambre: una mayoría obediente y una élite ociosa. El anarquismo megacorporativo-privado ve con mucho optimismo que la civilización cibernética sea la base material de su futura victoria completa sobre el resto de la humanidad. Se trata de usar el mejoramiento de la especie humana sólo en beneficio de una élite.

Pero incluso poniéndonos en la situación de un uso democrático de la eugenesia nos preguntamos: ¿Puede el hombre-máquina seguir llamándose “hombre”? ¿Lo impredecible, la rebelión, será desterrado por la exactitud de la colmena? ¿La inteligencia artificial, la nanotecnología, la cibernética y otras tecnologías reemplazarán a la humanidad antes que ésta destierre al Estado? ¿Será necesario el Estado en un mundo regido por máquinas? ¿Crear robots pensantes uniendo la conciencia con la máquina con chips informáticos no nos lleva hacia una dictadura científica y el control del mundo?

La cibernetización del mundo no conducirá a la humanidad a la anhelada supresión del control del individuo, se irá más allá de su vigilancia yéndose hacia su supresión. La libertad personal será suprimida. La libertad individual será un virus cibernético a eliminar. Una ciberpolítica regida por una megamente artificial es la negación más perfecta de los ideales libertarios del anarquismo. El hombre anético de la posmodernidad es la antesala del funcional cibermundo anético.

Lo visto tras el caso Snowden no es más que una pequeña caricatura de espionaje masivo ciudadano y violación de las libertades personales dentro del venidero totalitarismo cibernético más perfecto. El ex presiente Obama, que pasó a la historia como el mandatario de los drones asesinos, el generador de la nueva guerra fría contra Rusia y el impulsor del espionaje masivo a ciudadanos, jefes de Estado aliados, políticos y empresarios, no pudo justificar ni un solo caso de terrorismo, pero quedó demostrado que todos los millones de usuarios de Internet son espiados. Si eso sucede cuando nace el cibermundo, es de esperar lo que se viene cuando esté en pleno crecimiento y madurez. Un poder total genera un abuso total.

La organización racional secularizada no es la organización racional desde la metafísica del ser. La razón secularizada se extrema en el fisicalista cibermundo. El político humano como homo magus y homo faber dejará su lugar en el cibermundo al cibermagus y ciberfaber, como mitoide que consagra el olvido de la trascendencia. No es el cibermundo el que se dirige hacia dictadura perfecta con apariencia de democracia. El cibermundo no sería la utopía huxleyana de esclavitud por el consumismo y entretenimiento, ni el inmenso estado colectivista orwelliano. Sería algo más oscuro, siniestro y simple. Un nuevo y perfecto Holocausto de la raza humana a manos de la todopoderosa inteligencia artificial.

El aterrador sino de lo maquinal dejado a su propia disquisición es lo que se debe evitar.  No hay otra forma de hacerlo que yendo a la raíz del problema. La civilizacional maquinal es hija de la modernidad secularizada que entroniza lo inmanente y elimina lo trascendente. Este giro nominalista, pragmático y nihilista es la verdadera sustancia de los males que amenazan el presente y el futuro de la humanidad actual. Solo resta un revolucionario giro metafísico, que partiendo del realismo del ser y la persona pueda reestructurar toda la estructura y superestructura de la civilización actual. Vivimos el fin de una era, donde arrecian los peligros pero también las posibilidades.

El hundimiento del secularista, arreligioso y escéptico mundo moderno nos está conduciendo a un cibermundo donde la hegemonía recae peligrosamente sobre la propia inteligencia artificial. Para evitar esta senda de barbarie hay que advertir que en la crisis también se columbra la posibilidad y necesidad de un renacimiento espiritual. No se trata de la nueva edad media berdiaeviana, con una nueva teocracia. Pero sí se trata del advenimiento de una nueva era religiosa, donde lo místico se pueda encarnar en la vida concreta y lo ético-espiritual presida el desarrollo científico-tecnológico.

Que la inteligencia no biológica se haga mil veces más inteligente que la inteligencia biológica, que dispositivos cibernéticos puedan adopar cualquier forma del cuerpo, incluso que el cuerpo mismo pueda adoptar cualquier forma, llegada la singularidad tecnológica la Tierra se convierta en un gigantesco ordenador y que el proceso de singularidad tecnológica se extienda por todo el universo, son predicciones que de cumplirse hará que la inteligencia artificial (IA) se vuelva contra su creador humano. De ninguna forma estará dispuesta a compartir el poder con una especie de inteligencia tan inferior y estúpida como la humana. Por ello, la tendencia que tiene mayor probabilidad de implantarse es nuestra propia extinción.

El multimillonario Elon Musk, fundador de SpaceX  Tesla, ve este escenario apocalíptico. En cambio Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, mantiene una visión optimista. Jack Ma, multimillonario chino fundador de Alibaba, afirma que debemos prepararnos para la Tercera Guerra Mundial, pero la ganaríamos porque la verdadera sabiduría nace del corazón. Para Hawking la inteligencia artificial superará a la humana y es posible que nos destruya.

Todas estas opiniones dan motivo para ser desconfiados del progreso técnico. El hombre nihilista no es capaz de salvar la trascendencia de la objetivación, el ser se degrada en ente disponible por la técnica, y eso no es todo el ser. El hombre sin Dios deja de ser lugar de desocultamiento del ser y falsifica el ser. El camino para controlar el ser de la técnica es la metafísica del ser y de la persona, el teísmo y el espiritualismo cristiano. Cosa que es más fácil decirlo que practicarlo en nuestro tiempo luciferino de apostasía, secularización, malignización del bien y desmalignización del mal.


07 de Octubre 2017