martes, 29 de enero de 2019

FILOSOFÍA Y LENGUAJE


FILOSOFÍA Y LENGUAJE
Tres reflexiones
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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I
De las lenguas indogermánicas se ha dicho que constituyen las auténtticas lenguas filosóficas por su sorprendente capacidad de diferenciación de la expresión relacional. No obstante ello es impreciso y falso.

Tanto otras lenguas civilizadas como también las lenguas primitivas -como las africanas y aborígenes americanas-, si bien carecen, según la linguística comparada, de un conjunto fijo de conjunciones, no conocen la cópula "es" en sentido lógico-gramatical, y no se apartan de toda expresión cósico-sustancial, sin embargo demuestran no necesitar de ello para desplegar toda la fuerza y libertad de pensamiento. Pues expresan las formas puras de relación casi siempre mediante la yuxtaposición. En vez de decir: "yo soy hombre" dicen "yo hombre".

Además gran parte del pensamiento consciente tiene carácter no verbal -sólo la mitad del cerebro es capaz de hablar y de lenguaje y no por ello es incapaz de de conciencia y de pensamiento no verbal. En suma, así como no existe idioma privilegiado para filosofar del mismo modo no existe ni lógica privilegiada ni es exclusivo el pensamiento verbal para hacerlo. Lo cual no resuelve sino que ahonda el misterio profundo sobre la capacidad de los homínidos para generar pensamiento filosófico.

Es muy interesante que el pensamiento evolucione con el lenguaje pero también contra éste. La profundad afinidad entre pensamiento y ser, vista por los eleáticos, indica que el juicio lógico expresado en lenguaje es ambiguo, distorsionante y reductor de la relación con el ser. El impulso natural del pensamiento es ir más allá del lenguaje y de la sensibilidad. Parménides y Platón en el Sofista asi lo advierten.

El pensamiento medieval trató de unificar las dos modalidades fundamentales del ser, como son la “esencia” y la “existencia”. Lo cual llega a su pináculo en la prueba ontológica de Dios. Luego será Fichte quien llama la atención sobre el ser con predicado y el ser absoluto sin predicado. Sobre el ser absoluto impredicable decía el Meister Eckhart: "Dios una sola cosa espera de ti, que salgas de ti mismo para que él pueda entrar". Y Molinos enfatizaba los tres grados del silencio. silencio de la boca, silencio de la mente y silencio de la voluntad. Desde la tradición oriental Lao Tsé habla de lo innominado y Sankara manifestaba que Dios no puede ser definido por palabras ni ideas, porque es aquel ante el cual las palabras retroceden.

La filosofía mitocrática y la filosofía numinocrática no captaron este problema de la lucha entre los dos conceptos del ser porque concebían una relación extático-mística con el ser. El verbo aun no había degenerado en cópula mediante el nombre predicativo. Pero el problema de la pura relación extático-mística con el ser es que el pensamiento se ve privado de lenguaje para expresar lo visto. Es el ámbito de lo inexpresable, propio del lenguaje de la mística.

II
La tribu piraha del Brasil no cuentra con palabras para el “uno” “dos” “tres” y asi sucesivamente. No obstante tiene noción de lo que es mayor o menor. Qué significa este sorprendente hecho.

Que se tenga palabras para "poco" y "muchos" pero no para "uno", "dos" o "tres" demuestra que en las etapas primitivas del lenguaje la designación numérica está fusionada con la propiedad (poco o mucho) de las cosas. El número en el lenguaje se basa en la intuición del espacio (coexistencia) y en la intuición del tiempo (simultaneidad) pero no necesariamente en la idea de unidad, lo dual o lo trial.

O sea en el caso de los números el lenguaje no empieza expresando la captación de lo singular por la mente sino de lo plural o las pluralidades. Las designaciones sustanciales numéricas del lenguaje tienen su punto de partida en la captación por la mente de la idea de conjunto. Pero la captación por la mente de dicho conjunto no es el conjunto no-numerable cantoriano, sino al contrario, la mente capta un conjunto numerable. No obstante la mente debe descubrir en dicho conjunto numerable a los números mismos. Y al descubrirlos volvemos al tema platónico de los objetos ideales que existen independientemente de la mente que los capta. Solución, por cierto, rechazada por los seguidores de Hilbert y su axiomatización formalista de las ciencias;  y por logicistas.

En buen romance, para el metafísico el número tiene realidad ontológica, para el empirista el número carece de toda realidad extramental y para el racionalista su realidad es ideal. Cierto que con los teoremas de limitación de Gödel y Tarski ha quedado establecido que la mente humana no logra sino una minúscula parte de la verdad y no la verdad misma. Ordenando las posturas sobre la realidad del número hay dos grandes frentes: la del idealismo objetivo, con la conjuntivización platónica; y la del idealismo subjetivo, con el conceptualismo intuicionista, la logificación logicista y el axiomatismo formalista.  

Ahora bien, el desconocimiento de los números por los miembros de la tribu piraha significaría que la mente humana tiene que descubrirlos, como efectivamente lo hizo a lo largo de la historia de las matemáticas (números enteros, naturales, racionales, algebraicos, irracionales y trascendentes). Pero en lugar de ello manejan la idea de poco o mucho, o sea de “conjunto”. ¿Puede ser innata a la mente la idea de conjunto? Al parecer si. Pero hay algo sorprendente en todo ello. Y es que fue Cantor el que creó la idea de cardinal para designar una cantidad de una colección finita o infinita en acto, pero sin especificar la cantidad. También creó la idea de Ordinal, como numeral que señala orden y sucesión, y de Alef, el cual designa cardinales infinitos.

Ahora bien, con la palabra “poca” y “mucha” los piraha demuestran la existencia de un cardinal natural en la mente humana. Y con el cual se testimonia el carácter primigenio de la idea de conjunto antes que de número. Pero aquí se trata de la presencia intuitiva de la idea concreta de conjunto. Muy diferente al conjunto no-enumerable de Cantor. Recordemos que para él hay dos tipos de infinito: numerable (conjunto de números naturales) y no enumerable (conjunto de números reales, como el continuo). Con ello la matemática cantoriana mostró que la mente humana piensa lo transfinito, mientras que lo infinito absoluto es propio de Dios.

Es sorprendente ver cómo desde las limitaciones de los piraha la mente humana con la noción de lo “poco” y “mucho” pudo llegar a elevarse a la idea de conjunto de lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande.

III
Siempre es valioso volver a reflexionar sobre el contenido de la obra cumbre del insigne linguista Alfredo Torero, Idiomas de los Andes. Y resulta más importante al observar la quechuanización general que sufre la antigua y actual peruanidad andina sin tomar en cuenta las lecciones de la lingúistica comparada.

Bien señala Torero que hace 30 mil años había en el paleolítico de América un babelismo linguístico impresionante -se calculan más de cinco mil lenguas-. Pero a fines del neolitico. Hace 10 mil años, la diferenciación idiomática cesó. Recién hace 5 mil años predominan en el Amazonas el arahuaca, tupí y caribe; en Colombia y Centroamérica el chibcha; y en Colombia-Ecuador el barbacoa. Recien hace 2 mil 500 años se diferencian el quechua, uriquilla, mochica cholón, culle y cunze.

Se estima que hace 5 mil años en Caral se hablaba paleoquechua. Cuando se afirma la sociedad clasista durante el periodo expansivo Chavín (400-200 a.C.) empieza la interpenetración del quechua y el aru. Ya para el 500 d.C., o sea en la época de la consolidación de los Estados Regionales como Cajamarquilla, Cahuache, Wari, Nazca y Tiahuanaco, las lenguas mayores son el quechua, aru, puquina y arahuaco. Durante el siglo VI y VII el imperio Wari expande el aru o protoaymara. La apocalíptica gran sequía del siglo VIII los desintegra para dar lugar en el siglo IX al incanato y al predominio del quechua. Otra gran lengua, aunque reducida, era el moche, pueblo marinero.


En suma Torero en su monumental obra señala 3 procesos linguísticos integradores: Chavín (quechua-aru), Wari-Tiahuanaco (aru-puquina) y Tahuantinsuyo (quechua). A todo lo cual se puede añadir un cuarto período integrador: el colonial español (interpenetración del castellano en el quechua). En conclusión el quechua no es la primera sino la última realidad linguística de los andes precolombinos. Y no será la última debido a su proceso de extinción -muchas variedades regionales están desapareciendo- e interpenetración con el español.

En conclusión, en el paleolítico americano la filosofía numinocrática estuvo presidida por lenguas completamente extintas y porque la mística de lo inexpresable era la vía regia de conocimiento verdadero. En el comienzo del neolítico americano la filosofía mitocrática conoció su desarrollo mediante las protolenguas que después madurarían en el aimara, quechua, mochica, entre otras, las cuales presidirían su desarrollo hasta el advenimiento de la filosofía occidental con la conquista española.

30 de Enero 2019


miércoles, 2 de enero de 2019

CORPUS FILOSÓFICO ANDINO (Prólogo del libro)


CORPUS FILOSÓFICO ANDINO
(Prólogo del libro)
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
 Corpus filosófico andino

En primer lugar aquí no se concibe la filosofía dentro de los estrechos márgenes eurocéntricos, como crítica, metódica y racional. Eso pertenece a la teoría restringida de la filosofía. Pues, sobre la base de los principios de universalidad, polimorfismo y multivocidad la filosofía es concebida dentro de una teoría ampliada, donde el mito es otra forma que tiene la razón para dar cuenta de las cuestiones últimas del mundo.

El mito al universalizar la experiencia y establecer una tensión entre el principio y el fin, estimula la especulación sobre la ruptura entre lo ontológico –los arquetipos celestes- y lo histórico –el mundo a armonizar-. Aquí no rige el principio de identidad sino de contradicción y armonía de los opuestos. Asi, la filosofía de la civilización andina precolombina es mitocrática en sus diversas culturas. Pero la predominancia del mito expresa un misticismo muy acentuado, que atiende a la unión del hombre con el Ser a través de su representante terreno –chamán, curaca, sacerdote, rey, emperador-.

No obstante, a diferencia de la India con su misticismo de la negación aquí se trata de un misticismo afirmativo de la vida y del mundo con un gran contenido ético. Los sacrificios humanos buscan restablecer el equilibrio con lo sagrado. Por ello la filosofía mitocrática prehispánica es afirmadora de la vida o Camac. Es una filosofía afirmativa de la realidad, el mundo visible es real, pero no lo es todo. Mas la realidad no es meramente lo empírico sino sobre todo lo metaempírico.

Por eso el Ser o Camac no se agota en la Pacha o Mundo. Es, más bien, el fundamento o Teqse equivalente al arjé griego. Sin embargo, Camac no es “Creador” del mundo, que supondría la idea de la “Nada absoluta y de la creatio ex nihilo” propia de la metafísica cristiana. Sino que es el “Ordenador” del mundo, que implica la idea de la “Nada relativa y la ordenatio desde el Caos”, propia de la metafísica mítica. Es decir, el arjé andino encaja en el esquema metafísico de un dualismo metafísico donde el Ordenador hace el mundo desde el Caos. Esto indica la sobrevivencia del mito teogónico del caos original a diferencia del mito trágico griego del dios malo.

El Corpus filosófico andino arriba a la conclusión general del Camac –vida- vivificando la Pacha en los sucesivos Pachacuti –fin cíclico del mundo-. Por qué no han de encontrar fin los Pachacuti. Esta idea de perpetuo devenir y dinamismo del arjé es cosa que refleja la constante renovación de la naturaleza, propia de la visión agrocéntrica de los pueblos neolíticos. O dicho de otro modo, el Camac es el Ser dinámico que sigue un curso de ciclos interminables de ordenamiento del cosmos. Esto implica una teleología eidética que responde a un cosmocentrismo religioso centrado en conseguir la armonía del mundo de aquí –Kay Pacha- y del mundo de abajo –Ukhu Pacha- con el mundo de arriba –Hanan Pacha-.

El Amauta es el que ve y oye las cosas invisibles, el sabio, sacerdote, pensador y filósofo mitocrático encargado de interpretar las señales del cielo y de los dioses para dar sentido a la vida y al mundo. En realidad son receptáculos de la sabiduría sublime por desposarse con la revelación divina. La sabiduría suprema y el carácter inmutable de la misma pertenece al Ordenador y las escuelas de sabiduría de las diversas culturas andinas son los arúspices cósmicos para obtener conocimiento divino.

Se trata de una filosofía oracular, simbólica, analógica, escatológica, mántica, profética y horoscópica cuyo principal misión es interpretar el destino. No es que así llegó la filosofía al Nuevo Mundo, porque la filosofía mitomórfica del chamanismo fue la que antecedió a la filosofía mitocrática de las civilizaciones precolombinas. Pero en la obra me centro en la filosofía mitocrática que aconteció desde Caral y Sechín hasta Tiahuanaco y el Incario.


En suma, este libro reúne cuatro de mis obras fundamentales sobre la filosofía andina y la interpretación mitocrática de la filosofía. Su punto de partida no es la teoría restringida de la filosofía que la concibe dentro de los estrechos márgenes eurocéntricos. Pues, desde los principios de universalidad, polimorfismo y multivocidad la filosofía es concebida dentro de una teoría ampliada, donde el mito es otra forma que tiene la razón para dar cuenta de las cuestiones últimas del mundo. La filosofía de la civilización andina precolombina es mitocrática. Se trata de un misticismo afirmativo de la vida y del mundo con un gran contenido ético. Por ello la filosofía mitocrática prehispánica es afirmadora de la Vida o Camac.

Si la pregunta de la filosofía  occidental es ¿Por qué hay Ser en vez de Nada?, el de la filosofía oriental budista ¿Por qué hay Nada en vez de Ser?; y el de la filosofía oriental hinduista ¿Por qué hay Ser Absoluto en vez de Nada Absoluta?; el de la filosofía andina es ¿Por qué hay Vida en vez de Ser absoluto y Nada eterna? Pero ¿Qué es la Vida antes del Ser y de la Nada? No es la deidad como principio impersonal sino que es una divinidad Ordenadora, no creadora, dinámica y que es causa del ser de todas las cosas.

En el presente Corpus he buscado quintaesenciar lo medular de mis planteamientos sobre la Filosofía Andina. Debo agradecer por el impulso recibido a la Universidad mexicana de Toluca en las personas de los catedráticos María del Rosario Guerra González y a Hilda C. Vargas Cancino; asi como a la Escuela Normal Superior de Bucaramanga, Colombia, en la persona del profesor Jorge Alberto Deháquiz Mejía.