EMOCIÓN E IMAGINACIÓN COMO EJES DE LA EDUCACIÓN
EN LA ERA DEL HIPERIMPERIALISMO
Gustavo
Flores Quelopana
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía
Conferencia pronunciada en la Universidad
Enrique Guzmán y Valle-La Cantuta/Chosica durante el I Encuentro
Interuniversitario e interdisciplinario del Perú- tema: “La Educación en el
Perú”- 24.05.2012
Resumen
Últimamente se afirma de modo axiomático que a la luz de
las megatendencias mundiales hay posibilidad de desarrollo regional/nacional
sostenido si se forman estudiantes con altos niveles de pensamiento. Lo que se
sostiene en estas líneas es que, por el contrario, no hay posibilidad de
promover alternativas que favorezcan la formación humana de los
estudiantes/docentes sin formar altos niveles de sentimientos, emociones e
imaginación.
Palabras claves
Trasmodernidad, hiperimperialismo, logocrático,
mitocrático, alienación, cosificación, anetismo, sentimiento, emoción,
imaginación, valores.
I
Definición Trasmoderna de nuestra Era
Sin
una categoría conceptual que nos permita comprender nuestra época será mucho
más difícil transformarla y proponer un nuevo modelo educativo. Por tanto, cómo
encontrar un nombre para denominar a nuestro tiempo. La presente época de
cambios ha recibido diversos nombres:
a) Era
tecnotrónica (Zigniev Brzezinsky)
b) Capitalismo
cibernético (Frank Webster)
c) Capitalismo
informático (Manuel Castells)
d) Civilización
de la tercera ola (Alvin Toffler)
e) Era
poscapitalista (Peter Drucker)
f) Capitalismo
tardío (Jürgen Habermas)
g) Posmodernidad
(Rorty, Lyotard, Vattimo)
Como
vemos, Brzezinsky, Webster y Castells la definen desde la tecnología; Toffler
desde la sociología, Drucker y Habermas desde la economía; y los posmodernos
desde la filosofía. Pero lo que nos parece más cuestionable de todas ellas es,
no su sesgo disciplinario, sino su compromiso ideológico. Salvo Habermas, todas
las definiciones no cuestionan el sistema social que las sostiene, más bien
contemporaneizan con la sociedad vigente. Estas son en gran parte un enfoque
tecnocrático, que cree en la mutación social por maduración espontánea.
De
manera que, advirtiendo en el sistema imperante las actuales tendencias que
llamaremos “de resistencia” (ecologistas, pacifistas, iglesias, asociaciones
religiosas, universitarios contestatarios, y demás grupos que cuestionan la
modernidad occidental) es posible proponer la categoría de lo “trasmoderno”. Lo
trasmoderno puede ser conceptuado como un enfoque holístico que rechaza el
primado del tener sobre el ser, el relativismo, el hedonismo, el divorcio de lo
inmanente y lo trascendente, y que reasume el valor de la Verdad, la Razón,
pero sobre todo de los Sentimientos. Lo trasmoderno viene a ser un enfoque
directamente contestatario al escepticismo individualista de la posmodernidad.
Pero
además, hay una ventaja adicional con esta categoría filosófica de lo
“trasmoderno” y es que no describe a nuestra era por lo tecnológico, lo
sociológico o lo económico independientemente, sino que ilumina la totalidad
con un término que permite penetrar más claramente en la entraña de la sociedad
actual. Y esta es la del “Hiperimperialismo”. El Hiperimperialismo, como
categoría conceptual, permite comprender que el alma de la globalización actual
son los intereses de las megacorporaciones transnacionales privadas. Ésta a
diferencia del imperialismo monopólico es descentrada, desterritorializada,
especulativa y profundamente antihumana. En otros términos, no es que la
globalización por sí misma sea negativa sino que el alma que la preside es
profundamente destructiva.
Ahora
bien, con las categorías de lo “trasmoderno” y del “hiperimperialismo” vamos a
guiarnos en medio de las megatendencias mundiales. Tengamos en cuenta que éstas
son categorías críticas y contestarías al momento actual.
II
Principales megatendencias
Las
megatendencias de la sociedad mundial son verdaderamente un desafío para la
educación actual y exigen de ella un cambio radical. Entre las megatendencias
tenemos:
a) La
globalización económica, social y cultural de los valores del mercado. Es decir
del hiperimperialismo.
b) El neoliberalismo
o la doctrina económica que consolida la mentalidad consumista, competitiva,
privatista, e individualista del ser humano. El hombre ya no tiene dignidad,
tiene precio.
c) El
predominio del saber técnico y práctico sobre el saber humanístico. Lo que
completa la pobreza espiritual del hombre actual.
d) La
crisis de valores. Unida a la importancia suprema del dinero, agente destructor
de todo valor.
e) La
ruina acelerada del medio ambiente. Como consecuencia de la visión
desacralizada del mundo, el cual es reducido a objeto útil y manipulable. Y
sobre lo cual las grandes economías se niegan a hacer cumplir el Protocolo de
Kyoto.
Estas
son las principales megatendencias, sin olvidar la que concierne a la crisis
poblacional, de recursos naturales, energía, agua, alimentos, entre otros no
menos graves. Ahora bien, la aplicación del concepto de trasmodernidad y de hiperimperialismo
nos permite advertir con claridad tanto la esencia social, cognoscitiva y
espiritual que nos amenaza como la necesidad de ir más allá del actual estado
de cosas.
Dicho
de otro modo, la modernidad occidental está históricamente concluyendo dando la
espalda a sus tres pilares civilizatorios, a saber, el racionalismo griego, la
justicia romana y la caritas cristiana. Y en su lugar se impone decadentemente
el irracionalismo, la insolidaridad y el egoísmo. De ahí la urgencia de
relacionar los paradigmas pedagógicos con las megatendencias de la sociedad
actual.
III
El descuido de los sentimientos
Nada
resulta siendo más favorable a la lógica del rendimiento cuantitativo del
mercado que el descuido en la formación de los sentimientos, porque ello hace a
un lado el mundo moral. No hay manera más eficiente de construir un mundo
deshumanizado que insensibilizando al hombre desde dentro, es decir,
debilitando su sentido normativo. Veamos.
Vivimos
actualmente una revolución de los paradigmas pedagógicos y entre ellos destacan:
a) Aprender
a pensar (Vygotski)
b) La
acción comunicativa o diálogo crítico (Habermas)
c) El
constructivismo o construcción mental de los conocimientos (Piaget)
d) El
conceptualismo o la formación de analistas simbólicos (De Zubiría)
e) La
unidad entre trabajo-educación (modelo cubano)
f) La
educación liberadora de la enajenación (Freire, MacLaren)
g) Pensamiento
complejo (Edgar Morín)
h) Hominización
o búsqueda de la realización personal hasta la creatividad (Peñaloza)
i) Aprender
a investigar (Pedro Demo)
j) Pensar-investigar
como bucle curricular (Moya Obeso), y
k) Memorístico
tradicional
En
el Perú no hay consenso en educación, cada gobierno experimenta su propio
paradigma pedagógico, además la misma ley permite que cada centro educativo
experimente con su propio proyecto educativo. Sin embargo, la tendencia
predominante es servirse indistintamente de cualquier sistema pedagógico con el
único fin de alcanzar los más altos niveles de pensamiento para insertarse en
la demanda técnica y práctica del mercado. Pero preguntémonos si debe ser el
mercado y las tendencias globales las que impongan su dictado a la educación.
Dentro
de esta tendencia socialmente consensuada se acepta que lo adecuado
pedagógicamente es aprender a pensar, lo cual significa construir bien el
aparato intelectual. Pero con esto se deja de advertir que se consolida una sociedad
deshumanizada. Pues el saber técnico y el saber práctico no requieren más que
alcanzar un alto nivel de pensamiento en su rama. No obstante, se deja de
advertir que al buscar sólo altos niveles de pensamiento y descuidar los sentimientos obedece a la ley del
mercado que hace a un lado el mundo moral. No es casual que se enlace un alto
nivel de pensamiento con las grandes estructuras lógicas, es decir, con la
hegemónica lógica identitaria del pensamiento logocrático de occidente. Cuando,
por el contrario, lo que hace falta es recuperar la lógica de los contrarios
del pensamiento mitocrático.
No
basta enseñar a pensar, hay que enseñar a sentir. Y esto es lo que adolece el
hombre contemporáneo. El mercado, la vida competitiva, el individualismo se ha
encargado de entumecer sus sentimientos, de convertirlo en un enemigo de su
prójimo y de hacer invivible el mundo moral. Surge entonces el hombre anético.
El anetismo es un estado espiritual en la cual el hombre profundiza su
alienación hasta el límite de la cosificación, donde sintiéndose más allá del
bien y del mal abraza un nihilismo integral. Volcado hacia lo exterior pierde
comunicación con su mundo interno y la sensibilidad hacia los valores se nubla
hasta la aniquilación. Este tipo antropológico manipulable será necesario para
el mercado, las finanzas, el negocio, la técnica, y hasta la ciencia, pero no
para la vida humana.
Si
la educación no reacciona ante las distorsiones que introducen las
megatendencias mundiales en su entraña entonces lo que tenemos es un sistema
educativo que está en función de las necesidades de un sistema social enajenado
y cosificado.
Si
el mercado actual exige de la educación estudiantes y profesores que alcancen
altos niveles de pensamiento técnico y práctico, eso no significa que la
educación deba estar al servicio de una demanda enajenante. Por el contrario,
ella debe insistir en su rol humanístico y esto no es posible hacerlo si
descuida altos niveles en los sentimientos. La poesía, la música, el arte en
general, la religión y las humanidades son los vehículos privilegiados para
este propósito. No hay otro camino para recuperar a los seres humanos que ponen
en primer lugar el “tener” sobre el “ser” y que pierden su sensibilidad para
los valores.
El
capitalismo del final de los tiempos está culminando con la tragedia de la
cultura y de la educación al completar el fetichismo de la mercancía en el
corazón mismo del proceso educativo. Lo educadores de hoy son portadores de
información y de multitud de ideas pero carecen del vigor y de la vitalidad
para encarnar en sí ninguna de las ideas que predican. No son profetas ni
apóstoles del conocimiento, por eso que no motivan ni incitan pasión por los
ideales, son simplemente sacerdotes del conformismo, enemigos del forjarse una
personalidad propia, defensores del espíritu de rebaño. Y esto es así porque
reproducen la omnipotencia impersonal del Estado o de las burocracias
cibernéticas del liberalismo.
Una cultura que pone en primer lugar el
“tener” al “ser” es antieducativa por naturaleza,
ocasiona la huída de sí mismo, la evasión interior, el miedo al otro, instaura
la crisis de la alteridad, suprime las carreras humanísticas porque no dan
dinero, enfoca lo educativo como un bien de consumo en vez de verlo como
inconmensurable y espiritual, cree que la educación es la formación de
competencias ahondando el reduccionismo economicista de lo formativo; lo cual
hace imperativo darse cuenta que la era
del conocimiento está naufragando y lo que hace falta ahora es ingresar a
la era de la responsabilidad social en
donde se deje de controlar el conocimiento y cese la supresión del espíritu
crítico.
IV
Necesidad de la imaginación
De
forma que son dos las principales limitaciones de todas las propuestas
educativas académicas: el primero es soslayar
el problema del sistema social más adecuado para el modelo pedagógico y el
segundo es descuidar la potenciación de
los sentimientos, que son la sede de los valores. Por eso, proponer la
formación de altos niveles de pensamiento en un sistema social basado en la
prepotencia del dinero, no lleva a un mejoramiento del ser humano en su
conjunto, sino al surgimiento de seres humanos manipulables, impersonales, pero
eficientes en su función.
Hace
falta potenciar el pensamiento imaginativo, la cual posibilita la reutopización
del mundo, y no sólo el pensamiento racional, el cual hace posible la ciencia y
la técnica. La
imaginación no debe ser confundida con la imagen, la percepción da imágenes,
pero la imaginación va más allá de la imagen, reelaborándola sin límite. El empirismo moderno terminó
empobreciendo la imaginación y declarándola perniciosa para tratar con la
realidad. Cuando
por el contrario la imaginación hace posible el trato con las cosas justamente
porque va más allá de los hechos.
La
importancia de soñar despierto es tan vital como la actividad de soñar dormido,
sólo que el soñar despierto exige tener imaginación, ilusión, esperanza por la
cual vivir y luchar. Hoy se toma como esperanza e ilusión sólo lo cuantificable
y empíricamente comprobable, y esto ha empobrecido la vida. El empirismo moderno ha terminado por matar
la vida, marchitar la utopía y descabezar el suspiro. La imaginación ha perdido
de su horizonte lo inefable e indecible y la poesía se ha desfigurado en declamación procaz y
antiestética.
El
mundo requiere ser reutopizado, repoetizado, pues vivir sin sueños ni poesía no
es vivir, dado que es muy humano vivir porque soñamos y soñar porque vivimos.
Soñar es atisbar otra realidad, más allá del vigor superficial de los sonidos y
de las cosas, desatar la movilidad de un mundo por hacerse y por venir, la
propia historia humana está tejida con las alas de los sueños. Y sin soñar
alimentamos el sinsentido de la vida en que nos sume el hiperimperialismo y el
imperio logocrático del concepto. Hay que rescatar la importancia del soñar
despierto, de la poesía, donde nos toca al vuelo un soplo de Dios, porque, como
lo subrayó Kant, la imaginación es una facultad indesarraigable junto a la
sensibilidad y a la razón.
Si
se quisiera atrapar en una fórmula lo sugerido en nuestro planteamiento
diríamos lo siguiente:
- Los
ejes pedagógicos centrales propuestos van más allá de los enfoques
piagetanos/postpiagetanos y de los avances de las neurociencias porque no
supone que el desarrollo de la inteligencia equivale al progreso
científico occidental.
- El
eje pedagógico propuesto se basa en el desarrollo de las emociones y de la
imaginación, como cualidades básicas que hacen posible la vida moral y la
misma vida humana en su conjunto.
- El
paradigma pedagógico descrito implica que a contrapelo de los paradigmas
eurocéntricos modernos se asume que la edad adulta de la humanidad no es
la ciencia sino la religión, como su cumbre y pináculo de realización
espiritual.
- De
manera que los ejes articuladores del nuevo modelo pedagógico se condicen
con un nuevo tipo de civilización que devuelve al hombre su dignidad,
repoetiza el mundo y la vida, y devuelve su sustento humanístico a la
cultura.
Lima, Salamanca 23 de mayo
del 2012