jueves, 19 de julio de 2012

PROVIDENCIALISMO SINCRETISTA DEL INCA GARCILASO

EL PROVIDENCIALISMO SINCRETISTA DEL INCA GARCILASO DE LA VEGA
Gustavo Flores Quelopana
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía

 

I
Su visión Filosófica

Abordar la egregia figura del Inca Garcilaso como filósofo es cosa que se hace rara vez, y cuando se lo hizo, con tanta mayor renuencia se le negó luego esa condición.

Y en verdad cabe preguntarse: ¿Fue el Inca Garcilaso esencialmente un historiador y no admite ser clasificado en los conocidos casilleros de la creación filosófica?

Historiadores, literatos, artistas, teólogos, psicoanalistas y filósofos lo han estudiado profusamente cada uno desde sus bastiones. Desde José de la Riva Agüero hasta Julio Ortega, pasado por Mariano Iberico y José Durand, y en realidad son numerosísimos los intentos por explicar en qué consiste lo esencial del Inca Garcilaso.

Es en los años solitarios que pasa en Montilla cuando se aboca a descubrir una metafísica providencialista que de sentido a su filosofía de la historia. Esto es que, contra lo afirmado, “Los Comentarios Reales” no nacen de la mera añoranza de un perulero provecto de noble estirpe por las antiguallas de su patria, sino que detrás hay un riquísimo bagaje filosófico que le da sustento. Su visión providencialista de la obra civilizadora incásica, como preparando el camino a la evangelización cristiana, se inscribe dentro de la metafísica de las formas eternas de la inteligencia divina.

Al mismo tiempo el Inca Garcilaso encontró un modelo de sincretismo armónico en León Hebreo y el neoplatonismo florentino, es decir, en la Teoría del Amor (copulativo, universal, productivo e intelectivo) y en la metafísica de la luz (rayos divinos de la fe). Siendo Dios la Suprema Luz y el Sol su signo visible, entonces la metafísica de sus ancestros ya reconocía en el Sol la manifestación de la divinidad. De ahí que insistirá en que “los amautas fueron filósofos”.

Pero al hacerlo sabía perfectamente que no estaba equiparando a los filósofos amautas con los filósofos europeos. Al contrario, se dio cuenta que los elementos que son pródigos en la cultura occidental –individualismo, voluntarismo e intelectualismo- no se replicaban en el orbe indiano, porque los “amautas filósofos” eran no individualistas, religados con lo divino e intuitivos. En otras palabras, el Inca Garcilaso al considerar a los amautas como filósofos fue el primero en atisbar que Grecia no era la medida de toda filosofía posible, en intuir otra forma de filosofar íntimamente unido a la tradición religiosa y que yo denomino “el filosofar mitocrático”.

El Inca Garcilaso nació en el Cusco, el 12 de abril de 1539. Fue hijo del conquistador Garcilaso de la Vega y de la princesa Isabel Chimpu Ocllo, nieta del décimo inca Túpac Yupanqui. Por lo tanto pertenece a las dos noblezas, la incaica y la española, era un mestizo. Pasó su infancia en la ciudad imperial, donde fue testigo de las guerras civiles españolas que describiría años después en sus crónicas.

A los veinte años se fue a España, para no regresar más, con el objeto de requerir los bienes de su padre, no se quedó ni regresó a las Indias para reclamar las prerrogativas que por el título de inka le correspondía. El honor de ser inka en la época colonial daba prestigio individual, social y político sobre el poblador andino de un determinado sector. Hasta el siglo XVIII supervivieron las Panacas o descendencias pero fueron exterminadas a raíz de la insurrección de Túpac Amaru II.

De Garcilaso poseemos la traducción de “Los Diálogos de Amor” de León Hebreo de 1538, “La Florida del Inca” de 1605 y “Los Comentarios reales”, donde narra la historia de los incas, la conquista y la colonización, escritos en 1606.

Se admite tradicionalmente la influencia filosófica de León Hebreo en el pensamiento histórico de Garcilaso pero se alega inmediatamente que éste carecía de una mente filosófica.

Por mi parte, procuraré presentar el pensamiento histórico del Inca Garcilaso presidido por una nítida visión filosófica de índole platónico-agustiniana, con el propósito de recobrar lo perdido y mostrar lo oculto. El fue esencialmente un filósofo, el primer filósofo mestizo de América.

Por último, se impone plantearse la cuestión de establecer lo que entendía Garcilaso por el término “filosofía”, lo que permite considerar de forma unida al historiador, filósofo y hombre de fe.

II
ODA A GARCILASO

El Inca Garcilaso, un peruano neto,
reclinado en el pecho de sus sueños,
escribió los Comentarios reales sin secreto.

Fue del imperio incaico, un estanco.
Amó las antiguallas de su Patria,
y murió sabio con el pelo blanco.

Se confiscó su obra con amargura,
más, en el vendaval por la libertad,
en arco triunfal el Inca fulgura.

Descansa en paz, en su Cuzco natal,
y sus sueños revolotean fuerte,
llenos de gloria por encima de la muerte.

Y la historia con su polirrítmico lumbre,
le dedica un pensamiento sincero:
“Salve, alcázar de reyes en la cumbre”.


III
Su Visión sincrética del Perú

El mérito de Garcilaso en su visión del Perú es replantear desde la óptica nueva del diálogo y reconocimiento con la identidad del Otro un proyecto nacional mestizo, fecundo para sentar las bases de la justicia social en el país. Su penetrante sutileza hacia el incario no es obstáculo para que vislumbre que el destino del Perú no es un simiesco remedo hispanista ni una anacrónica nostalgia indigenista, sino, más bien, una nueva síntesis cultural cuyas esencia es lo ético-religioso. En suma, había que conservar del incario la justicia social y la unidad política, y de la Conquista la nueva síntesis cultural presidida por el evangelio.

Esta tesis básica garcilasista será retomada y desarrollada con notable vigor y genio por el joven pensador católico Víctor Andrés Belaunde en sus “Meditaciones Peruanas” de 1932, trascendental aportación del novecentismo que demuestra que 15 años antes de Mariátegui ya se analizó peruanistamente la crisis nacional y las causas de la desviación de la conciencia nacional.

Ello no es óbice para que al filósofo la presente obra le parezca tener mucha historia y poca filosofía, y para que el historiador sienta estar ante mucha filosofía y poca historia. Será mirado con el mismo desdén por el filósofo y por el historiador, dado que uno le niega a Garcilaso la condición de pensador y el otro la de historiador. Nuestro Heródoto incaico goza más bien de una indiscutible reputación como literato, aficionado a la traducción sutil y a los relatos ancestrales.

De modo que no aguardo una recepción amable en esta faena, que aparentemente parece no estar escrita para eruditos y que en el fondo responde al desafío de repensar a Garcilaso sin demasiada historia y poca filosofía o demasiada filosofía y poca historia. Y es que la Visión del Perú del Inca Garcilaso está transida de ambas cosas y por lo tanto una comprensión sólo histórica o filosófica sería una deleznable unilateralidad. Garcilaso piensa la historia filosóficamente y hace filosofía históricamente. Su intuición genial abre las fuentes vivas de la tradición tanto española como incaica, la misma que tenía mucho en común con aquel periodo barroco de profusas formas y ornamentación excesiva. Pero lejos de quedar atrapado en el esteticismo abigarrado supo captar como ningún otro europeo y como ningún otro perulero el verdadero espíritu de su tiempo y de la civilización que nacía en el horizonte histórico.

Se ha dicho de él con justicia que es el Heródoto de los Incas, pero en verdad tal juicio requiere complementarlo con la consideración más amplia y futurista que fue más bien el Heródoto del mestizaje, de la universalización de la raza humana respetando su autonomía e idiosincrasia nacional. Quizá esto sea lo más formativo de releer y repensar en sus libros a la luz de la situación espiritual de nuestro tiempo. Es por eso que Garcilaso es un clásico, porque a pesar de abrazar los ideales renacentistas la evolución de sus ideas rebasan los límites de su época y se proyectan palingenésicamente al nuestro, sin merma de su contenido y con ganancia de su riqueza mental y espiritual.

Una aproximación al Inca Garcilaso debe ser formativa y no sólo informativa. La simple información de poco ayuda cuando no contribuye a repensar los problemas y doctrinas con una sana crítica. En este sentido lo formativo debe estar ligado a su repercusión para nuestra era. El Inca Garcilaso en contrapartida con el ánimo profesoral no tenía el más leve dejo de pedantería doctoral, no sentía atracción por repetir, ni por las nuevas corrientes de moda. El suyo era de un talante circunspecto y reconcentrado en lo esencial de las cosas. Lejos de correr maniáticamente por la última novedad libresca su cabeza estaba poseída por la lucidez de un destino providencial.

La evolución intelectual de Garcilaso no estuvo signada por la precocidad sino por lo provecto. Septuagenario devolvió a España, al Perú y al mundo un libro que era esencialmente suyo y a la vez universal. Coincidencia singular es que “Los Comentarios” no sólo sean la forma arquetípica e ideal del imperio, sino que signifique la honda aceptación y comprensión de un sistema idealista sincrético. Fue el primer espíritu sincrético de América.

“Corona de honra es la vejez, que se hallará camino de justicia” dice el Evangelio. Decíamos, pues, que es precisamente en su vejez cuando al único representante peruano de la ontología neoplatónica-agustiniana, en un postrero alarde de señorío y destreza, erigirá un monumento a la memoria histórica del Perú, a sus claves secretas y a su destino histórico, tan esplendoroso y quizá más sempiterno que el imponente Escorial de Felipe II, al escribir un verdadero hipertexto de resonancias insospechadas para las futuras generaciones mestizas de las Indias.

Es por eso que una de las ideas esenciales de este libro es una comprensión más fecunda de la Visión garcilasiana del Perú contenida tras la letra histórica. Es de excepcional trascendencia ver claramente que se trata de un personal Providencialismo teocéntrico, la misma que incurre en un neo-antropocentrismo en el que se admite la importancia de la voluntad humana. De ahí, que la segunda clave de su visión del Perú sea su entroncamiento con la doctrina de la  luz  de la inteligencia de  Dios, la misma que llegaba a los peruanos para un designio que hacía honor a su ilustre historia precolombina.

El advenimiento del cristianismo es para Garcilaso algo más que la continuación y la perfección final del imperio incaico. El contenido escatológico providencialista de su visión del Perú, es la identificación de una trayectoria espiritual de un país que exige diálogo y reconocimiento con la identidad del Otro.
Su visión del Perú corresponde al de un espiritualismo cristiano democrático, basado en el respeto de la identidad cultural. Por ello, lejos de ser el indiano nostálgico del imperio de los incas y de un utópico gobierno indígena hispanofóbico –como lo fue Guamán Poma-, propondrá a la cultura cristiana española y europea el reconocimiento de los elevados ideales y admirables realizaciones sociales llevadas a cabo por el Perú incaico.
Sin mirar nuestro pasado no podemos con acierto proyectarnos al futuro. Garcilaso confrontó sutilmente el inhumano ultraje de las Indias a través de una utopía política más realista y superior, basada en el reconocimiento del Otro; convencido, como estuvo, que sólo demostrando el humanismo de la civilización inca y su conversión religiosa se puede convencer al rey de España para que reconozca que los naturales cristianizados pueden gobernar por sí mismos las Indias, sin necesidad de tutelaje alguno.

IV
Aquí reconozco mi deuda con la insigne figura del Inca Garcilaso, cuya porfiada insistencia en la presencia de los “amautas filósofos” en el Perú precolombino extendió sus manes sobre mi investigación en torno a la filosofía mitocrática. Aún cuando la formulación de la categoría de lo “mitocrático” data del 2005 y mis estudios sobre el Inca Garcilaso son del 2007, sin embargo sin sus aportes hubiese quizá tardado más años en formularla tal como quedó desarrollada en el 2010 en mi libro “Filosofía mitocrática y mitocratología”. Por ende, reitero mi gratitud a su pensamiento que como un verdadero clásico universal no cesa de revelarnos sus secretos.
Lima, Salamanca 19 de Julio 2012