PARADOJA DE FERMI REFORZADA
POR EXOPLANETOLOGÍA
(Continuación)
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
11
LA PARADOJA DE FERMI Y LA AUSENCIA
DE EVIDENCIA ET
La paradoja de Fermi es
la contradicción entre las valoraciones que defienden una alta contingencia de
existencia de civilizaciones inteligentes en el universo, y la ausencia de
huellas de tales civilizaciones. Salió en 1950 en medio de una conversación
informal del físico Enrico Fermi con otros físicos del laboratorio y
desde entonces tiene importantes alcances en los proyectos de búsquedas de
señales de civilizaciones extraterrestres (SETI).
La ecuación de Drake originalmente nos hacía
elucubrar si habían otras civilizaciones más avanzadas en el Universo, mientras
que la paradoja de Fermi nos lleva a interrogarnos si somos la única
civilización avanzada en el Universo. La primera nace con ánimo optimista y la
segunda emerge con espíritu escéptico. En el transcurso de las décadas ambas
han confluido hacia el fortalecimiento de la paradoja de Fermi y la extrema
moderación de la Ecuación de Drake. Pero esta confluencia acontece en el ámbito
de la ciencia, la teología y la filosofía, más no en los recintos de la cultura
popular, la pseudociencia y cierta filosofía y teología que se adhiere
alegremente a la ufolatría bajo una atención unilateral a la versión original
de la Ecuación de Drake.
En principio, si las
civilizaciones extraterrestres son tan abundantes entonces ponernos en contacto
con ellas no debería ser extremadamente raro. La respuesta de Fermi es una
pregunta: ¿Dónde están? ¿Por qué no hemos hallado trazas de vida extraterrestre inteligente, como sondas, naves
espaciales o transmisiones? Los adeptos de la hipótesis ET han tratado de
responder a esta objeción con supuestas fotografías de pirámides en Marte y de
diversos objetos desparramados en la Luna que serían testimonios de tal vida
inteligente. Pero un análisis más sereno demuestra nuevamente que se trata de
una proyección Gestalt humana de
imágenes que tiene en el inconsciente y de un juego de luces y sombras que se
prestan a ello.
La paradoja también nos lleva a
pensar que nuestras observaciones podrían ser defectuosas e incompletas, pero
dicho defecto podría ser fácilmente superado y suplido por las numerosas
civilizaciones tecnológicamente avanzadas. Que esto no suceda es otra prueba en
contra de su existencia.
Es interesante tomar en cuenta
la circunstancia en que Fermi formula la paradoja. Era la época en que estaba
trabajando en el Proyecto Manhattan cuyo fin era el perfeccionamiento
de la bomba atómica estadounidense. La respuesta a su
paradoja fue sombría, y es que supuso que toda civilización avanzada en la
galaxia con capacidad de aniquilarse lo haría irremediablemente. Y no encontrar
otras civilizaciones extraterrestres significaba para él un trágico final para
la humanidad. Es decir, las civilizaciones extraterrestres o nunca existieron o
hace mucho que se autoaniquilaron. Pues su supervivencia tendría que mostrar
pruebas de contacto irrefutable y contrastable, las cuales no existen, por
tanto no hay dichas civilizaciones extraterrestres.
La conclusión pesimista de
Fermi ha encontrado refuerzo en la llamada “Hipótesis de la Tierra especial”, por
cuanto sugiere que la vida pluricelular puede
ser extraña en el universo debido a una posible escasez en otros planetas de las
condiciones especiales del planeta Tierra. Lo hace muy improbable la vida compleja en otros planetas. Además, los
brazos espirales de las galaxias tienen muchas novas y la radiación que emiten es
perjudicial para la vida superior. Por si eso fuera poco, el sistema solar está
en una órbita especialísima, casi perfectamente
circular, dentro de la Vía Láctea,
nuestra galaxia.
Se trata de una órbita a una distancia en la cual el Sistema Solar se mueve a la misma velocidad que las ondas de
choque que forman los
brazos espirales. Lo más singular del caso es que la Tierra ha estado entre los
brazos espirales durante cientos de millones de años, más de treinta órbitas
galácticas, casi todo el tiempo en el que ha existido vida superior en la Tierra.
Otro sitio decisivo es el
origen de la Luna.
La Teoría del gran impacto postula que fue formada por una rara
colisión entre una joven Tierra y un planeta de tamaño similar a Marte hace 4.450 millones de años atrás. El
asunto crucial es que la colisión tuvo que ocurrir en un ángulo exacto, de lo
contrario la Tierra se habría destruido, o el cuerpo similar a Marte habría
sido desviado. Además, las mareas debido a la Luna estabilizan el eje de la
Tierra. Sin la Luna, sus variaciones, conocidos como precesión de los equinoccios, causarían variaciones del clima
tan dramáticas que podrían imposibilitar la vida. Y, quizá lo más importante, las
mareas lunares también ayudan a mantener caliente el núcleo de la Tierra, que
debe ser fluido para generar el campo magnético de la Tierra; sin él, el viento solar
acabaría con todo el aire y el agua en un periodo de unos pocos millones de
años. Todo este conjunto de factores llamado “ricitos de oro” no fue
considerado en la ecuación original de Drake.
Pero los detractores de la Tierra Especial arguyen que no se puede
excluir diferentes posibilidades de existencia de otras formas de vida. Pueda
que sea muy pequeña la probabilidad de que se den juntas las coincidencias para
la existencia de vida como la terráquea, pero otras formas de vida pueden ser
abundantes. De manera que la teoría de la Tierra Especial no podría postular la
total no existencia de vida en el universo, aparte de la nuestra. A esto lo
llamaré la Falacia de la Diversidad
para aludir que este falso argumento no prueba nada, debido a que sobre la
existencia de condiciones especiales para la vida, como las presentadas en la
Tierra, no se puede afirmar la existencia de otras formas de vida sobre
condiciones desconocidas e inexplicadas. Así, los adeptos de la conexión
ovni-extraterrestres echan mano de dos falacias, a saber, la Falacia del
Residuo (afirmación de la existencia de ET sobre un reducidísimo número de
casos inexplicados) y la Falacia de la Diversidad (afirmación de otras formas
de vida sobre condiciones desconocidas e inexplicadas).
Los criterios de búsqueda de
vida exige entender el funcionamiento del "mecanismo vital" en este
planeta. ¿Cómo es posible que un material inerte, el carbono produzca un ser
vivo? Actualmente hay más de diez millones de sustancias en base al carbono, el
elemento más abundante en el Universo, gracias a que sus cuatro electrones lo
ayudan a hacer enlaces con otros elementos y por eso es el pilar básico de la
química orgánica. El carbono no se creó durante el Big Bang sino en el interior de las estrellas, encontrándose además
en cometas y en atmósfera de los planetas. Ahora bien, si se buscara vida
extraterrestre debería tomarse en cuenta una fuente de energía. Antes se
pensaba que la única fuente energética para producir un metabolismo era la luz
del Sol, pero luego se comprobó que hay bacterias extremófilas que incluso
nacen en las profundidades de los océanos, donde no es posible ver la luz
solar, y encuentran su fuente de energía en el calor que emiten los volcanes submarinos.
Basándonos en los principios
evolutivos la vida extraterrestre tendría que responder al ambiente de su propio
planeta y diferentes fuentes de energía podrían dar lugar a metabolismos
distintos. Más aun, no tendría que crear necesariamente vida inteligente. Pero
el experimento de Miller tan solo ha probado que el origen de la vida necesita
una fuente de energía para tener un metabolismo y no que existan otras formas
de vida –y menos aun “formas de vida inteligentes”- con metabolismo distinto,
como ansiosamente añoran los partidarios de la conexión ovni-extraterrestres.
El optimismo sin fundamento de
Drake y Sagan alimenta la ilusión que la vida inteligente es también común en
el Universo. Sobre la base de suposiciones creen podemos admitir que si la vida
es posible, dado que el universo es tan vasto, debería ser cierto que haya un enorme número de
civilizaciones extraterrestres en el Universo. A este razonamiento hay que llamarle
la Falacia de la Vastedad, sobre la
que incurre el teólogo dominico O´Meara, como si por el tamaño del Cosmos
debería también suponer la existencia de grifos, unicornios y demás seres
fantásticos. Sin embargo, la paradoja de Fermi y la versión modificada de la
ecuación de Drake pone en evidencia la altísima improbabilidad de vida
inteligente en el universo y que efectivamente estamos solos en la Vía Láctea.
Radio y datos observacionales
se han recogido y analizado durante varias décadas por el Proyecto Ozma,
el proyecto Search for
Extraterrestrial Intelligence y
varios proyectos en búsqueda de planetas extrasolares. Pero hasta ahora, los
datos del SETI muestran que no existen estrellas de
la secuencia principal que tengan emisiones de radio inusuales como la Tierra.
Por consiguiente, somos la única especie
que radiotransmite en al menos la porción de nuestra parte de la galaxia que ha
sido explorada. Pero de haber otras civilizaciones tecnológicamente más
avanzadas que la nuestra, deberían habernos detectado más allá de su propia
galaxia y, por ende, ya tendríamos que haber recibido su contacto. Que esto no
haya sucedido es otra prueba que tales civilizaciones no existen y que nunca se
mudaron hasta nuestro vecindario ni por agujeros negros ni agujeros de gusano.
No resulta de menos importancia
que la mayoría de los planetas extrasolares descubiertos hasta la fecha parecen
tener condiciones ambientales muy adversas para formas de vida avanzadas, aunque
las técnicas usadas no propician el descubrimiento de planetas similares a la
Tierra, sino supermasivos o muy cercanos a su estrella.
Se puede pensar que otras
especies no usen o no dejen escapar las radiofrecuencias que estamos buscando. Nosotros,
por ejemplo, emitimos menos energía radiada que unas pocas décadas atrás por el
uso de la transmisión por cable y satélite. Civilizaciones más avanzadas
podrían usar mejores sistemas de comunicación como el láser.
Pero todo esto no explica por qué a pesar de su enorme desarrollo no harían
contacto con la Tierra. El hecho que no estemos inundados por radio
transmisiones extraterrestres también puede suponer que hayamos sido
sobrepasados por tempranos intentos de colonización, lo cual sugiere una
“presencia silenciosa” entre nosotros. De ahí nacen las versiones extravagantes
de la supuesta raza de “reptilianos” que dominan la política mundial. Pero
sobre esto no existe la más mínima evidencia genética, histórica o de otro
tipo.
En suma, aunque la búsqueda
activa de señales extraterrestres lleva casi treinta años en proyectos como el
SETI y escuchando pasivamente la estática durante casi 100 años, todavía no
hemos oído ninguna emisión alienígena, si exceptuamos la famosa señal WOW,
ni observado ninguna estrella de la secuencia principal con una firma de radio
inusual que pudiese indicar una civilización tecnológica. El uso de otro medio
que la radio o que esconden sus transmisiones no va más allá de la suposición.
La verdad es que si hubiese tantas civilizaciones extraterrestres avanzadas
como Drake y Sagan creen, su presencia sería obvia por sus transmisiones. El
hecho de que solo hemos podido recibir y producir estas transmisiones durante
solo una pequeña fracción de nuestra historia no es lo que limita el proyecto
SETI, sino que lo siga haciendo sin considerar que una civilización más
avanzada no estaría esperando que nosotros recibiéramos su señal y sí, más
bien, que fuesen ellos los que tendrían que venir hasta nosotros.
Efectivamente, no tiene sentido que los menos avanzados fuesen en busca de los
más desarrollados, sino a la inversa.
Al respecto, el científico británico
Stephen Hawking expresó que la búsqueda de vida inteligente es demasiado arriesgada
y peligrosa, pues nos exponemos al exterminio. En esta misma línea de
pensamiento está el libro “Primer Contacto: Avances científicos en la búsqueda
vida más allá de la Tierra” de Marc Kaufman, director nacional de The Washington Post. Mientras que los
investigadores de SETI tienen fe que la inteligencia ET sea amistosa.
Precisamente los partidarios de los ovnis-extraterrestres argumentan que los
avistamientos son un testimonio que la inteligencia ET ya está entre nosotros y
que son pacíficos. Sin embargo, ninguno de los archivos desclasificados
conocidos permite sostener que existe una prueba irrefutable que tales objetos
aparte de ser reales sean naturales o humanos.
Similar a la hipótesis de la
Tierra Especial es el principio antrópico, la idea de que el universo
está 'finamente ajustado' para posibilitar la vida como la conocemos. El
principio postula que dado que la vida en la Tierra no podría existir si alguno
de los muchos parámetros del universo se modificase ligeramente, parece que los
humanos tienen una ventaja única sobre cualquier otra forma de vida
inteligente. Esto hace concebible que en el Cosmos seamos la única especie
inteligente. Para la refutación del principio antrópico los defensores de la
hipótesis ET sostienen las tres falacias favoritas: la Falacia del Residuo, la Falacia
de la Vastedad y la Falacia de la
Diversidad, o sea, que una forma de vida diferente podría existir en su
lugar.
Otro tipo de estrellas que
justificaría la existencia de ET pero que no han sido encontradas sería la
esfera de Dyson. Freeman Dyson propuso una envoltura opaca
alrededor de una estrella, creada por una civilización alienígena avanzada que
desease guardar tanta energía radiada por su estrella como fuese posible. El
diseño exacto nunca fue sido especificado, pero podría consistir en millones de
colectores solares, hábitats espaciales independientes o bien ser una
estructura única unificada, estaría hecha de materia sólida que interceptaría
la mayoría de la luz emitida por la estrella para ser reirradiada como calor.
Esta estrella rodeada por la esfera de Dyson emitiría un espectro del cuerpo negro sin las fuertes líneas
espectrales que el plasma estelar
muestra. Pero los astrónomos en el cielo nocturno no han encontrado estrellas
con colorido inusual, que indicaría vida inteligente altamente avanzada. Pues
una civilización avanzada tomaría total ventaja de la fuente de energía de su
sol y esto haría cambiar la firma electromagnética de su estrella madre. Pero
el hecho que dicha firma no se haya encontrado niega la posibilidad de
civilizaciones avanzadas.
Los partidarios del principio
de Fermi dicen que la vida con su capacidad para colonizar otros hábitats sigue
los mismos principios, y, por lo tanto, cualquier civilización avanzada buscará
nuevos recursos y colonizará primero su propio sistema solar, y después los sistemas
solares circundantes. Así, se estima que el tiempo que tardaría una
civilización tal en colonizar la galaxia entera sería entre 5 y 50 millones de
años, tiempo relativamente breve a escala geológica y cosmológica. Por tanto,
nuestra galaxia debería estar colonizada hace mucho tiempo y el hecho que no lo
esté descarta que exista tal civilización avanzada con su colonización cósmica.
Para Jacob Haqq-Misra y Seth Baum, de Pennsylvania State University, es un error de asumir que una
civilización puede colonizar el Universo a un ritmo exponencial, pues el
agotamiento de los recursos impondría límites al desarrollo de cualquier
civilización y no se podría dar un crecimiento exponencial de la misma. Es
decir, niegan el crecimiento exponencial pero no el crecimiento mismo ni la
existencia de dichas civilizaciones. Pero no tiene sentido suponer una
civilización inteligente que sin colonizar no buscara a sus pares en otros
planetas o sistemas, y el hecho que nada de esto se dé cuestiona la existencia
de una civilización ET sin crecimiento exponencial.
Trasladar el escenario del
actual crecimiento humano y el agotamiento de recursos terrestres: cenit del
petróleo y otros recursos, sobrepoblación, calentamiento global, contaminación
generalizada y colapso ecológico, a
una civilización en un escenario galáctico solamente tiene carácter hipotético. Pues suponer que existan miles de
civilizaciones avanzadas que tratan de colonizar su entorno espacial cercano,
pero que nunca entrarán en contacto unas con otras en tiempo y espacio, no
tiene sentido porque excluye las emisiones de radio. Por tanto, no existen
tales civilizaciones avanzadas que colapsan por razones ecológicas no porque el
colapso ecológico sea imposible, sino porque tales civilizaciones ya hubiesen
dado señales radioeléctricas de vida.
Pensar que es sensato creer que
una forma de vida lo suficientemente inteligente para viajar hasta nuestro
planeta puede permanecer aquí sin que la detectemos, es una sugestiva idea pero
tiene el inconveniente de no esclarecer qué buscarían entre nosotros, por qué
somos tan importantes para ellos o quizá solamente explotan algún recurso
natural escaso en el universo sin que lo sepamos. Pero todas estas ideas no son
más que hipótesis sin confirmar y quedan en el ámbito de las suposiciones. Lo
mismo ocurre con las versiones que podemos haber sido ya detectados, y un
mensaje o un emisario están “en camino”. Las
teorías conspirativas defienden que las pruebas de visitas
extraterrestres están siendo ocultadas por una élite de políticos y gobiernos,
que no quieren que el público sepa la verdadera extensión de los contactos.
Todas estas ideas no son más que conjeturas donde se adelanta una conclusión
sin previa confirmación. Pero la ciencia no se guía por suposiciones sino por
confirmaciones y en todo caso la suposición ha de esperar la confirmación para
aceptar su verdad. Sin pruebas fehacientes que produzcan certeza la suposición
carece de valor y queda en el ámbito del pronóstico ideal o deseable. Por lo tanto, todas estas
suposiciones no son verdaderas.
Otra idea que permanece en el
umbral de las conjeturas es que los extraterrestres nos visitaron hace un
millón de años cuando no habría humanos en la Tierra o que lo hicieron en
épocas arcaicas siendo tomados como dioses y el registro en sus mitologías
pasaría inadvertido. Esta es la versión que adoptan los defensores de la
hipótesis de alienígenas ancestrales. Pertenecen también al ámbito de la
ficción la idea que esconden su existencia a la humanidad por motivos éticos,
un deseo de mantener la diversidad cultural, evitar su destrucción por otras
civilizaciones aún más avanzadas, el querer vivir sin interferencias de otras
formas de vida, o por la experiencia en otros contactos. Otra idea ficticia es la
del Zoo, que sugiere que la Tierra está siendo vigilada para su estudio o por
propósitos éticos y donde la humanidad tendría que alcanzar cierto límite ético
o tecnológico antes de ser contactada. Otra conjetura es que simplemente no
presentan interés hacia los seres humanos y por ello deberían presentar interés
hacia otras formas de vida. Otra suposición es que existe la vida inteligente pretecnológica,
como los mayas o incas, y no tienen posibilidad alguna de entrar en contacto
con vida tecnológica. Igualmente se puede suponer la incompatibilidad o
inexistencia de la tecnología necesaria para detectar el tipo de comunicación
utilizado, o que su ritmo de vida sea mucho más largo o más breve que el
nuestro, por lo que sus señales sean tomadas como trazas sin sentido o simples
pulsos. De la misma forma las señales de emisión detectables por los
telescopios y radioscopios siguen limitados a la velocidad de la luz, aún
insuficiente para recorrer distancias cósmicas. Otra opción hipotética es que
la vida inteligente tiende a destruirse a sí misma o ser destruidos por algún
fenómeno natural de su planeta o del espacio.
Al respecto de todas estas hipótesis
se puede afirmar simplemente que para ser tomadas como científicas tienen que
pasar por el rasero de la confirmación, lo cual ninguna lo ha hecho. Una
hipótesis confirmada se convierte en Ley
científica. En la ciencia la hipótesis es el nombre que tienen en la ciencia
las explicaciones. Pero sus
requisitos son la atinencia y la corroboración. Las hipótesis pueden ser
refutadas o confirmadas al ser contrastadas con el mundo de los hechos, pero
también la conclusión puede ser falsa aún cuando sus premisas pueden ser
verdaderas. Empero existen pruebas
directas e indirectas en la contrastación de hipótesis. La ciencia posee
poder predictivo (anticipa
conocimiento, contrasta la teoría y guía la acción) y poder de retrodicción (el hecho desconocido es un
suceso del pasado). Lo singular es no siempre coincide la predicción y la
explicación (por ejemplo, los griegos conocieron los movimientos planetarios
pero no hicieron predicción celeste). Y un caso paradigmático de predicción
científica es la teoría de Newton al permitir el descubrimiento de Neptuno
(1846) y Plutón (1930) sobre la base de perturbaciones de Urano. De esta
manera, mientras que la explicación
científica requiere de la atinencia y la confirmación, la explicación ficticia puede prescindir de una o incluso de ambas.
Hasta el momento la ufología solamente proporciona explicaciones ficticias
sobre la conexión ovni-extraterrestres sobre la base de las tres falacias ya
mencionadas: Vastedad, Diversidad y Residual.
Incluso pensar que puede haber
otra especie diferente a la humana que haya alcanzado el grado de civilización
hiper-tecnológica y que vivan ignorantes de la existencia humana, queda como
hipótesis sin confirmación. Por último, la teoría del viaje en el tiempo y de la existencia de vida
extraterrestre como Hipótesis terrestre interdimensional (vida inteligente
interestelar originada en la Tierra hubieran salido a velocidades cercanas a la
de la luz rumbo a otros mundos y una vez conseguidos los conocimientos tecnológicos emprendan
el retorno) no es más que ficción, donde los Ovnis son concebidos como
máquinas del tiempo de humanos del futuro que viajan al pasado para enmendar
desaguisados del presente. Pero por lo visto, todavía no llegan porque los
desatinos del presente continúan.
Más bien, lo que se deriva de
la modificación restringida de la Ecuación Drake y de la paradoja Fermi es que
las condiciones para que se cree la vida, y llegue a existir civilizaciones
inteligentes, son muy raras en el universo. El neo-catastrofismo estima la frecuencia de fenómenos
cosmológicos causantes de grandes extinciones estelares. Incluso la Biblia
menciona como una de las señales del Apocalipsis la caída a la Tierra de un
meteorito llamado “Ajenjo” (Ap. 8:11).
En suma, la paradoja de Fermi
combinada con la versión restringida de la Ecuación Drake pone seriamente en
duda la posibilidad de la existencia de vida inteligente interestelar y, al
contrario, confirmaría que nosotros estamos solos en el universo. No obstante,
la variable de la inteligencia extraterrestre debe ser mantenida en su estricta distinción con el problema del
fenómeno ovni y el problema de la tecnología ovni.
12
FENÓMENO OVNI Y EXOPLANETOLOGÍA
Ante la clamorosa falta de
pruebas por más cincuenta años de búsqueda de señales de vida inteligente en el
Universo, la investigación astronómica renueva modestamente las esperanzas de
descubrir alguna forma de vida fuera de la Tierra tratando de revelar
exoplanetas parecidos al nuestro, para lo cual echan mano de la astrobiología y
la exobiología y promoviendo la reflexión interdisciplinaria con humanistas,
teólogos y científicos sociales.
La astrobiología es el estudio
del origen, evolución, distribución y destino de la vida en el universo,
mientras que la exobiología es una rama de la biología que trata de buscar vida
fuera de la Tierra entendiendo la influencia de su medio ambiente. La
exoplanetología es el estudio de los planetas fuera del sistema solar y capaz
de reunir condiciones para la vida. Como estudio interdisciplinario exige el
concurso de la biología, astronomía, ciencias planetarias, la química, física y
otras ciencias naturales. Si la NASA busca vida microbiana en el espacio, SETI prosigue
indagando sobre vida inteligente en el cosmos capaz de comunicarse con
nosotros.
Dentro de esta dirección, el
Centro para la Astrofísica (CfA) de la Universidad de Harvard comunicó haber
detectado el planeta llamado Kepler-438b, en una aparente zona conocida como “Ricitos de Oro”,
"orbitando a una distancia donde el agua líquida puede
existir en la superficie del planeta". El Kepler-438b es ligeramente más
grande que nuestro planeta y orbita una estrella enana roja más pequeña y más
fría que nuestro Sol. Sin embargo, recibiría cerca de un 40% más de calor que la Tierra, por lo que
tiene grandes probabilidades de estar en la zona habitable de su estrella, explicaron los autores del estudio. Pero el
Kepler-438b no es único que podría ser habitable, porque los expertos del CfA encontraron otros siete planetas más que posiblemente podrían albergar vida.
Los entusiastas de la
exoplanetología dan un salto lógico desde la simple posibilidad de detectar rastros de vida fuera de nuestro
planeta a través de la espectroscopia, hasta la temeraria afirmación que ya es
el fin de la imagen privilegiada que teníamos sobre nuestro lugar en el
universo y que es necesario redefinir lo que es la vida en sí. Pero hay que
recordarles que “lo posible no es lo real”. El avance de la exoplanetología no
significa el descubrimiento efectivo de planetas con vida, ni la confirmación
de todas las condiciones para la existencia de vida microbiana, ni vida
inteligente en dichos planetas.
Existen numerosos proyectos SETI,
que tratan de hallar vida extraterrestre inteligente, ya sea por medio del
análisis de señales electromagnéticas aprehendidas en distintos
radiotelescopios, o remitiendo señales al espacio con la esperanza que alguno
de ellos sea contestado. Hasta el 2014 no se ha detectado ninguna señal de
claro origen extraterrestre, sin incluir la todavía sin definir señal WOW.
Lo más controvertible de la señal WOW es que no se volvió a repetir ni siquiera
un minuto después. Es decir, sólo quedó como una trama de flujo sobre la
impresora de línea de un equipo que no volvió a detectar repetición alguna.
Así, sin prueba de colonización galáctica alguna se confirma la Paradoja de
Fermi como ausencia de evidencia de civilizaciones inteligentes en el universo.
Hasta el momento la señal más prometedora analizada por SETI ha
sido la SHGb02+14a,
la cual se origina en la constelación de Piscis y Aries a
1000 años luz de la tierra. Para
afinar la búsqueda la instalación ATA del Instituto SETI, llegará a tener 350
radiotelescopios, de los 40 actuales, capaces de detectar frecuencias de radio
de 1 a 10 GHZ.
El portal NASA Exoplanet Archive confirma unos 1781 exoplanetas
y unos 4175 planetas candidatos. Otros cálculos hablan de un millón de millones
de exoplanetas solamente en nuestra galaxia, o sea más de un planeta por
estrella, donde puede existir agua líquida en su superficie si la atmósfera es
lo suficientemente densa y situados en zonas habitables similares a la Tierra.
Sobre estos cálculos los más optimistas hablan de unos 10 mil planetas con vida
inteligente capaz de comunicarse por medios tecnológicos. Pero guardan silencio
sobre por qué entonces SETI no los ha detectado. Incluso con el mayor
desparpajo en setiembre de 2014 la NASA, SETI y la Biblioteca del Congreso de
los Estados Unidos realizaron un simposio de astrobiología para discutir el
impacto social y cómo prepararnos para descubrir vida extraterrestre. No se
descarta la existencia de un lobby científico y político para conseguir fondos del
Congreso para los respectivos proyectos. Se llega, incluso, sobre la base de la
Ecuación original de Drake, a considerar unas 10,000 civilizaciones
transmitiendo señales radiales u ópticas que podríamos detectar. Sin embargo,
extrañamente nadie las escucha. Con este razonamiento podríamos suponer al
menos la existencia de 10 civilizaciones super-desarrolladas que ya deberían
estar visitándonos, y, sin embargo, nada de esto se confirma. El juego con las
probabilidades es amplísimo, pero no se trata de alimentar la especulación
esperando examinar un mínimo de 1 millón de planetas para detectar al menos uno
cuya emisión artificial de señales. Hay que reconocer que en el fondo de todas
estas suposiciones entusiastas late fuerte la teoría de la panspermia. Pero
actualmente los astrobiólogos son de la opinión que las esporas bacterianas
pueden sobrevivir a un viaje dentro de nuestro sistema solar, pero no lo harían
entre sistemas solares.
Cuando el robot Curiosity detectó en Marte una emisión
de metano se habló que podría estar asociado a la vida orgánica, pero lo más
probable es que lo esté a la geología. La existencia de planetas parecidos a la
Tierra y también “super tierras” no garantizan en absoluto la existencia de
vida. Incluso cuando se termine de construir el buscador de planetas
automatizado (APF) junto al observatorio Lick sobre el Monte Hamilton, en
Estados Unidos, éste tendrá que resolver muchas variables contingentes antes de
decidir si allí existe vida. A lo sumo, lo más que permite la tecnología
actual, como el observatorio astrométrico GAIA, es ubicar la posición exacta de
mil millones de estrellas y detectará potenciales exoplanetas para posterior
estudio.
Hay que hacer notar que la
construcción de grandes telescopios y observatorios espaciales (Chile, Hawái,
China, el Observatorio Austral Europeo, entre otros), no sólo está relacionado
con la búsqueda de vida extraterrestre, sino también con otros temas más
importantes y cruciales, como el origen de la energía oscura, el origen
galáctico del agua en la tierra, agujeros negros supermasivos, los agujeros
blancos, las partículas de materia oscura, estrellas hiperveloces que huyen de
nuestra galaxia, la composición del universo, las fuentes de rayos gamma, la
detección de meteoritos y cometas peligrosos, afinar el mapa del universo, buscar
púlsares, origen de agujeros negros, el estudio del sol, la posibilidad del
universo espejo, el “ruido” de estrellas solitarias, etc. Por tanto, la
exoplanetología no es el leit motiv esencial que impulsa la exploración del
universo, como aparentemente nos lo quieren hacer aparentar. Sin embargo, las
extrañas y abundantes imágenes registradas por la NASA desde satélites,
estaciones orbitales y otros medios, así como otras filmaciones desde helicópteros
y naves militares, de misteriosas luces en formación que circundan nuestro
planeta desde su alta atmósfera y también en su superficie, es un poderoso
motivo para pensar en la posibilidad de inteligencia alienígena.
Todos estos documentos no
tienen que ser necesariamente desprestigiados por dudosas informaciones que
invaden los medios, como el cuerpo alienígena descubierto en Siberia, Croacia y
China. Al final todo fue o un maniquí expresamente hecho, una confusión con una
dañada pelota de jebe, o una broma hecha con carne de pollo. También existen
documentos fílmicos donde se registra la transformación de un ovni en avión. Tomada
con una cámara de alta resolución de Sony en el 2012 en EEUU, el objeto como se
observa no emite la luz típica, es más bien energía pura, el objeto nunca
estuvo en el radar del aeropuerto y estaba a sólo tres kilómetros de distancia.
Lo que hace pensar en tecnología furtiva humana que efectivamente aparece
incluso a las cámaras como un ovni, pero en realidad es un avión encubierto. No menos ingeniosa es la existencia de un supuesto documento de la KGB
que data de 1969, donde los rusos encuentran una nave extraterrestre abatida en
el norte de Rusia, en su interior se encontró varios pequeños humanoides siendo
objeto de autopsia uno de ellos. Lo extraño del caso es que no se ve a los
rusos realizando placas radiográficas, como corresponde a un cuerpo desconocido
y a la importancia del tema. O sea el protocolo médico que se sigue es muy
cuestionable y dudoso. Existe otro sagaz documento
fílmico de un "ataque alien" en 2010, cuando el ejército
estadounidense descubre una antigua cueva en Afganistán. La cueva contiene una
nave espacial de unos 5000 años conocido como (Vimana). Cuando se miran
alrededor de la cueva descubrieron inscripciones que teniendo la nave
pertenecían al profeta Zoroastro. La vimana es muy dura, inmediatamente transportada
a Estados Unidos-aeropuerto. Dallas-Fort
Worth International, la NASA tiene un área de investigación allí. Una supuesta
Federación Galáctica pidió a las autoridades para volver. El gobierno de los
Estados Unidos intentó en vano copiar la ingeniería de la nave extraterrestre.
La nave fue destruida en mayo del 2011 en Fort Texas por razones de propia
protección, pues la vimana era considerada extremadamente peligrosa. Por último,
luces flotantes que aparecen en pleno día sobre los cielos de Roma en junio del
2014, Lima en julio del 2007 y México en marzo del 2010, donde muchos entusiastas
se apresuran a llamarlos “flota galáctica”. Y en medio del paroxismo ovni hay
quienes explotan la credulidad y falta de sentido crítico de la gente para
hacerles creer en portales dimensionales, hermandad blanca alien, Satanel y sus
huestes derrotadas son castigadas al ser enviadas a nuestro planeta, los 21
ancianos que presiden la Federación cósmica, viajes interestelares hechos por
humanos invitados en dichas naves y en toda clase de historias descabelladas,
sobre la base de la astuta manipulación de los descubrimientos astronómicos. La
competencia por lo inverosímil de cada gurú ufolátrico compite en mitomanía y
no excluye su excelente organización internacional, presenta en clave profana lo sagrado y hábilmente
esquivan polemizar entre sí, indicando que cada quien debe escuchar el “testimonio”
de “contacto”, tomar lo que le parece y seguir como primer principio el
“mentalismo”.
Es decir, no hay criterio universal de verdad y la atmósfera
ufológica está saturada de fraudes y negocios que buscan a toda costa imponer
la “religión” de los galácticos “hermanos mayores”. Ante toda esta barbarie inaudita
de imaginería pseudocientífica se puede reparar en que nubes lenticulares
pueden producir rayos globulares que parecen ovnis y la tecnología del
holograma permite proyectar y producir toda clase de imágenes que existen pero
que carecen de realidad. Por lo demás, existe la tecnología al alcance para
producir interpolaciones en las filmaciones con el objetivo de crear un laberinto impenetrable a la verdad.
Pero es cierto, la exploración
del cosmos incluye el descubrimiento de exo-tierras y super-tierras en el
vecindario cósmico pero dentro de un amplio abanico de otras búsquedas. Así, en
2018 se lanzará el telescopio James Webb con un lente primario 2.5, más grande
que el del Hubble y la Agencia Espacial Europea lanzará la Misión PLATO un
observatorio espacial con 34 telescopios que observará un millón de estrellas
cercanas, que obviamente no se limitará a la búsqueda de exo-tierras y super-tierras.
Es cierto que existen proyectos especialmente concebidos para descubrir planetas
extrasolares, como el Proyecto Espacial Darwin de la Agencia Espacial Europea. Este es un
programa diseñado para descubrir planetas extrasolares similares a la Tierra en órbita alrededor de estrellas cercanas, y para buscar pruebas de la
existencia de vida en
estos planetas. Los telescopios probablemente tendrán una resolución muy
alta y en la búsqueda de planetas se usará una configuración de interferómetros de anulación.
Con este sistema se pretende que la luz de la estrella central quede anulada
por medio de una interferencia destructiva.
Por el contrario, la luz de un planeta que orbite alrededor de la estrella no
debe cancelarse. En consecuencia, los objetivos del proyecto son: detectar y
analizar mundos similares a la Tierra, detectar
atmósferas en estos planetas, buscar gases que puedan indicar la presencia de vida y proveer imágenes con un detalle entre 10
y 100 veces mayor que las que se obtendrán con el James Webb Space
Telescope (JWST). El sistema de interferometría
del Terrestrial Planet Finder de la NASA es muy parecido al Proyecto Espacial
Darwin.
En conclusión, el optimismo
compartido por los científicos del SETI de demostrar en los próximos veinte
cinco años que existe vida inteligente en otros mundos no sólo significaría la
confirmación de la teoría de la panspermia sino que la conexión
ovni-extraterrestre es cierta. Mientras tanto, y ante la falta de evidencias,
todo queda en el terreno de lo especulativo y de la pandemia ufolátrica.
Es más, la historia de la
ciencia demuestra que el pensamiento científico discurre también sobre teorías
erróneas, como la teoría del flogisto postulada por Becher en 1667 y refutada
por Lavoisier en 1777, o la teoría del éter refutada en el experimento de
Michelson-Morley en 1887 y descartada por Einstein en su teoría de la
relatividad, aunque el campo de Higgs, como fluido imponderable que permea el
universo, tiene similitud con la teoría del éter. Por consiguiente, se impone
la interrogante: ¿puede la ciencia astrobiológica actual estar persiguiendo un
mito de la era espacial? La respuesta a esta pregunta implica la separación
entre ciencia y pseudociencia. Entonces, ¿puede la astrobiología del presente
estar persiguiendo un problema pseudocientífico? Por lo pronto, es posible
afirmar que la línea divisoria entre ciencia y pseudociencia no se establece a
partir del criterio de significación de las proposiciones, sino con el criterio
de verificabilidad o refutabilidad. Un problema científico resulta anómalo
cuando se resiste a todos los problemas de solución. Afirmar: “Vamos a
encontrar vida inteligente en otros planetas”, no es una afirmación científica
sino la aserción de un desiderátum, y su insistencia en ella señala, más bien,
que dicha teoría está en crisis. La búsqueda de vida inteligente en el cosmos
no tiene que ver con entidades inobservables, sino todo lo contrario. Por
tanto, de ser cierta debe ser susceptible de verificación. La Ufología
permanece en el terreno de la pseudociencia no porque deje de referirse a datos
de la ciencia o porque no haya científicos que la defiendan, sino porque sus
aseveraciones carecen de demostración y confirmación científica. Sus
afirmaciones sencillamente carecen de contrastación empírica.
También es cierto que en
ciencia no hay método infalible, ni confirmación definitiva, pues en el
descubrimiento científico entran tanto la deducción (contrastación y
predicción), la inducción (confirmación) y la intuición (el caso del
descubrimiento del benceno por Kekulé en 1865 a raíz de un sueño). Ya Popper [Realismo y el objetivo de la ciencia,
Tecnos, 1985, Madrid] había insistido en que no hay demostración infalible.
Además, no toda teoría con evidencia empírica es necesariamente verdadera. De
ahí que se denomine “experimento crucial” lo que define la validez entre dos
teorías científicas. Dicho “experimento crucial” es lo que no existe en las
teorías ufológicas.
Aunque no es
del todo comparable también se puede pensar que la ufología se encuentra en sus
comienzos científicos tal como le ocurrió a la teoría de la evolución a finales
del XIX. La propuesta de Darwin se basaba en la observación, en los
conocimientos de ciencias naturales y en la lógica, mostraba una notable
capacidad explicativa pero carecía de capacidad predictiva alguna (hoy tampoco
tiene mucha más), ni hacía referencia a los mecanismos de la herencia. Recién
avanzado en el siglo veinte la genética ha podido dar a conocer los mecanismos
moleculares y delinear árboles filogenéticos que han confirmado la teoría de la
evolución en todo lo correcto que contiene y puede ser ya una teoría científica.
Se podría pensar que la ufología está en la situación del siglo diecinueve de
la teoría de la evolución y que todavía le espera las confirmaciones
científicas del siglo veintiuno. Por eso sus defensores exhiben más fe que
pruebas, y parecen más profetas de una nueva religión.
Sin embargo, en 50 años de
búsqueda radial por el Instituto SETI su directora, la astrónoma Jill Tarter, trata
de justificar los magros resultados con el argumento que todo el esfuerzo solo
ha sido como “meter un vaso en el océano para ver si tiene peces”. Pero la verdad es que bajo la sombra
del prestigio de la ciencia se ha fortalecido la pseudociencia de la ufología,
cuyas creencias pretenden hacerlas pasar como ciencia. Y en el colmo del
paroxismo hablan de una inminente “revolución de paradigma” que destronará al
hombre y a la Tierra de su bíblico lugar privilegiado. Obviamente que se
refieren no al cambio de paradigma científico del que hablara Thomas Kuhn, sino
más bien aluden al cambio de paradigma metafísico que está en la base de la
civilización cristiana, la civilización hebrea y la civilización islámica. En
otras palabras, los adeptos de la conexión ovni-extraterrestres, envalentonados
con la exoplanetología y las especulaciones de hallar vida inteligente en el
universo, aspiran a renovación religiosa mundial sobre la base del
reconocimiento de seres inteligentes intergalácticos. Después de todo Jung no
se equivocaba al relacionar el mito ovni con afanes mesiánicos de carácter religioso.
La impostura ufológica se basa en tomar la ciencia como un blanco fácil para
argumentar sus creencias y confundir el optimismo científico con el optimismo
ingenuo que justifica ficciones sobre seres extraterrestres.
No es casual que el apogeo y la
intensificación de la ufología coincide con la ola cultural que descalifica la
razón, se fortalece con el irracionalismo de postguerra, se desarrolla al
compás del relativismo y escepticismo general, y llega a su clímax durante el
postmodernismo nihilista, donde ya no hay verdades sino tan solo creencias
personales. En el pasadizo ferial donde todas las opiniones son válidas se
experimenta la pandemia de la “godelitis”, o sea del abuso del teorema
matemático de “incompletud”, que busca dar un aire sublime a la logorrea
ufológica de las imposturas científicas. Y en gran parte lo consigue con éxito
con el nuevo prestigio adquirido por la astrobiología, exobiología y la
exoplanetología.