EL SUICIDIO DE ARGUEDAS
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
Tengo la firme sospecha que la causa del suicidio
de Arguedas no fue la abstrusa situación de no hallar su lugar dentro de la sociedad
–a lo sumo ésta sería la excusa-. Pero tampoco que la real raíz del problema sería el
abuso sexual infantil. Se da algo mas complejo en la relación entre obra y vida, vinculada con la sensación de haber cumplido su misión.
Esta idea fue sembrada en mi espíritu luego de una
amena tertulia con mi amigo el ingeniero Hugo Chacón, quien viene por largos
años estudiando a Arguedas. Entonces, me aboqué a la lectura de materiales
especializados sobre el tema para precisar con más detalle la enigmática causa
del suicidio del insigne pensador.
La asociación entre suicidio y abuso infantil es
un tema poco explorado por la ciencia especializada hasta hace poco. Y recién
ha comenzado su exploración en relación con el suicidio adolescente y juvenil. Más
descuidado aun es el estudio entre suicidio adulto y abuso infantil, como es la
hipótesis que desplazo en este ensayo breve.
Por lo pronto la correspondencia de Arguedas permite
constatar que su “fervor por el Perú” lo sostiene con vida. Por tanto, este
ideal permitiría sostener que nunca perdió su lugar dentro de la sociedad.
Más bien la exploración debe ir por otro camino.
Arguedas fue una persona humillada y marginada desde niño. Su madrasta y su
hermanastro fueron seres profundamente perversos, colindantes con la
psicopatía, que lo sometieron a una serie de torturas psicológicas y trataron
de destruir su autoestima.
Es más, él que se reconocía en un país
profundamente racista como “un blanco entre los indios y un indio entre los
blancos” sabía manejarse en términos étnicos. Por ende, su desequilibrio
tampoco provenía del lado racial.
A su psicoanalista Lola Hoffman le hace saber su
desesperada lucha contra la muerte. Pero de dónde le venía la depresión, cuál
era su origen.
Para que se produzca abuso sexual no necesariamente
se debe producir penetración porque también se comete este crimen sobre la
víctima cuando se le obliga al niño a presenciar actividades sexuales de otras
personas. Todo esto es parte del componente de violencia del abuso sexual. Al parecer, el año del infierno es 1920. Su hermanastro lo obliga a presenciar actos sexuales con una pelandusca a la tierna edad de nueve años. Mi amigo Hugo Chacón en su reciente libro Arguedas biografía y suicidio (2018), recoge el testimonio del hermano de Arguedas sobre que el hermanastro lo puso en la cama no se sabe con que fines insospechados.
Arguedas describe al hermanastro como un monstruo de maldad. Pero aun así sospecho que su degeneración no lo llevase a ser un violador de menores. Aunque si un ser amoral. Suficiente para provocar un trauma psíquico sobre la mente de un menor. Es significativo que Arguedas a los 18 años retornara a dicha para tener relaciones sexuales. Era como si buscara reivindicar su hombría mancillada cuando era niño. Cuando pierde los dedos de la mano Arguedas se culpa por haber practicado por años el onanismo. Era como si el recuerdo de aquella noche lo excitara siempre. Desde entonces el placer sexual se ligaría al placer mercenario. No es casual que en sus viajes al extranjero buscara la vida de burdel.
Arguedas describe al hermanastro como un monstruo de maldad. Pero aun así sospecho que su degeneración no lo llevase a ser un violador de menores. Aunque si un ser amoral. Suficiente para provocar un trauma psíquico sobre la mente de un menor. Es significativo que Arguedas a los 18 años retornara a dicha para tener relaciones sexuales. Era como si buscara reivindicar su hombría mancillada cuando era niño. Cuando pierde los dedos de la mano Arguedas se culpa por haber practicado por años el onanismo. Era como si el recuerdo de aquella noche lo excitara siempre. Desde entonces el placer sexual se ligaría al placer mercenario. No es casual que en sus viajes al extranjero buscara la vida de burdel.
Esta parece haber sido exactamente la situación
vivida por Arguedas con su disipado hermanastro bastante mayor, quien le habría
obligado a presenciar actos sexuales indebidos. Por lo demás, se conoce que el
afamado escritor no tuvo hijos y su infecundidad es también un enigma. ¿Fue
causado por un trauma físico o de un trastorno psicológico?
Su esposa Sybila era una mujer fecunda y ardiente.
Cosa que al depresivo novelista le representaba una causa más de ansiedad. Ademas, ella no era una mujer-maternal sino una mujer-esposa. Una anécdota lo ilustra. Cierta vez siente frío en una excursión con ella y unos amigos, pero en vez de consolarlo le espeta: la culpa es tuya por no traer chaqueta. Sus íntimos ratifican que el intelectual no se excluía del amor
mercenario. Cosa que se relaciona con su muy lastimada autoestima. Sexo asociado no con el amor sino con el placer, resulta ser siempre un sexo mercenario. ¿Esa separación entre sexo y amor pudo ser el detonante de su suicidio? Su problema con el eterno femenino radicaba en la disociación entre amor y placer. ¿Pero es tan grave eso para provocar suicidio en un hombre con fama literaria, rodeado de admiración y reconocimiento?
Otro detalle interesante es que Arguedas sufría de
insomnio –constatado por Luis E. Valcárcel- y justamente el abuso infantil
presenta como sintomatología la falta de sueño nocturno. Conoció la separación conyugal
–en 1965 se divorcia de Celia- y se vuelve a enamorar de una dama chilena. Su
nueva mujer Sybila era apasionada y ella misma confiesa que era “imposible no
amar a Arguedas”. O sea, la falta de amor tampoco fue la causa de su suicidio. No le faltaba amor fraternal, pero carecía de amor conyugal que le diera satisfacción sexual. tener sexo con sus esposas le causaba ansiedad.
También se conoce que Arguedas para escribir
necesitaba retirarse a lugares soledosos, alejados y muy silenciosos. Llegaba
al extremo de ir a mudarse para escribir al Museo de Sitio de Pachacamac, donde
estaba su amigo Arturo Jiménez Borja como director. Y otro de los síntomas del
abuso sexual es el aislamiento, el retiro, la búsqueda de la pérdida del
contacto humano.
Si sentía fervor por el Perú, no le faltó amor
conyugal -a pesar de no engendrar prole-, lidiar bien con el tema racial en un
país discriminador, entonces cuál fue la causa de su profunda depresión que lo
llevó al suicidio. Su gran inteligencia y fina sensibilidad fue otro factor que
aunado a su sufrimiento lo predisponía al auto-tormento.
Tampoco le faltó amor filial. En 1965 conoce a su
hermana Nelly Arguedas, con quien va a mantener una relación de amor y ternura.
Menos aun sería la angustia económica el motivo del desenlace suicida. No le
faltó fuente de trabajo: del Instituto de Etnología pasó a ser Jefe de la Casa
dela Cultura, luego nombrado Director del Museo Nacional de Historia, para
terminar como profesor a tiempo completo en la Universidad Agraria La Molina.
Tampoco le faltaron premios literarios y tenía sentido humorístico. Hasta
gustaba cantar. Incluso hasta el final de su vida estuvo abocado a trabajos de
recopilación, traducción y difusión. Es decir, no le faltó ilusión intelectual.
Entonces qué lo llevó a la muerte.
Al parecer la causa de sus dolencias psíquicas
estaba en un estrato más profundo y que se relaciona con el abuso sexual
infantil de que fue objeto. ¿Pero pudo este trauma llevar a la muerte a un
hombre adulto? Dudoso, casi inverosímil.
No hay duda que Arguedas en sus libros refleja no
sólo el Perú de los humillados y ofendidos, sino que proyecta su propia
biografía en Agua, Yawar Fiesta,
Diamantes y Pedernales, Los ríos profundos, El Sexto, Todas las sangres, El
sueño del Pongo, El zorro de arriba y el zorro de abajo. Y no han faltado
intentos de rastrear su biografía en su bibliografía. Además, el propio
Arguedas se propone como terapia auto biografiarse en ellas. Ese fue el consejo de su psiquiatra Lola.
Sus misivas consignan sus múltiples intentos de suicidio.
En una carta de 1961 a John Murra consigna que su angustia y melancolía le
viene desde la infancia, y en otra misiva de 1966 a Arístides Arguedas le
confiesa su aniquilación psíquica. Desde entonces su aislamiento se acentuó.
Tratando de huir de sí mismo viajaba afiebradamente.
Cerca del hundimiento final en 1969 escribe en su
novela póstuma que no sobrevivirá al libro. Cuando siente que ya no puede
escribir, que la terapia psiquiátrica es inoperante, no puede dar clases ni
viajar, es cuando toma la decisión fatal. Junto a su última novela da término a
la gran novela de su propia vida. La depresión, la astenia hacen presa de su persona. Cuál fue la causa.
En su última entrevista a Ariel Dorfman dice: “Soy
un hombre civilizado…un indígena del Perú, indígena, no indio”. Era casi una
respuesta a aquella chiquilla iqueña llamada Pompeya que despreció su amor
argumentando: “no quiero tener amores con serranos”. Su última palabra que lo
enaltece tiene que ver con la condición humana: “soy un civilizado”. Es decir,
un hombre cuyo valor no depende de la raza, el lugar, ni el país, sino de la
dignidad moral.
Esto permite comprender que su firme defensa del
mundo quechua y del indio no tiene relación con el indigenismo de Guamán Poma,
ni con el mesticismo del Inca Garcilaso, sino con su humanismo y sed de
justicia social que no dejó que se encasillara en ningún socialismo ideológico. Por lo demás, siempre rechazo la etiqueta de indigenista. Nunca limitó el mundo andino a lo indígena, el Perú era de todas las sangres. Era un mesticista.
En una palabra, sostengo que la profunda depresión padecida
por Arguedas tuvo su origen en el abuso sexual infantil. Se cumplen en su caso
los factores de riesgo (edad, aislamiento, malos vínculos familiares, falta de un
progenitor protector, indefensión, madrastra sin empatía hacia su persona y
presencia del perpetrador con el hermanastro amoral y abusivo). El impacto
duradero y devastador se revela en las consecuencias a largo plazo que fueron:
trastornos de sueño, alimentación, depresión, aislamiento, baja autoestima,
victimización, necesidad de reconocimiento, tendencias suicidas. Pero dicho abuso sexual infantil no fue causa suficiente de su suicidio.
La recurrencia y cronicidad de la depresión
asociada al insomnio tuvo su origen en un trastorno afectivo. La cara más visible
de todo este cortejo sintomatológico lo fue su apatía final, inhabilidad para
pensar y la astenia o pérdida de energía vital.
Este depresión profunda de Arguedas simbolizó la de
toda una raza subyugada, una nación marginada y una historia republicana infame.
Lo que vino después con el Gobierno del General Velasco Alvarado –se quebró la
columna vertebral de la oligarquía terrateniente- es parte de otra historia que
cambió para siempre el Perú. El Perú de ayer salió de la otrora depresión racial
para compartir hoy la depresión moral del mundo neoliberal actual.
He aqui el quid del asunto. El 24 de junio de 1969, cinco meses antes de su suicidio, el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada proclama la Ley de Reforma Agraria que rompe para siempre la columna a la nefanda oligarquía terrateniente. Surgía un nuevo Perú, el indio arguediano antilatifundista quedaba reivindicado. Arguedas ve cumplido una parte de su utopia, la otra mitad queda asociada a la construcción de una sociedad fraterna, justa. El padre Gustavo Gutierrez en su ensayo arguediano Entre las calandrias, bien describe la presencia de la espiritualidad religiosa del Dios liberador en la obra arguediana.
¿Sintió que no le quedaba nada que hacer después de la Reforma Agraria? ¿Vio que su tarea estaba cumplida? ¿Asumió que la lucha por un porvenir socialista era parte de otra generación? Pienso que aquí se encuentra la clave de su suicidio, no en el abuso infantil.
Sostengo la tesis que el suicidio de Arguedas no se explica tan solo por la biografía, sino una biografía unida a su obra. Puede pensarse que por su final optimista la obra de Arguedas no explica su suicidio, pero no es así. Hay obras que son mas grandes que sus autores, y autores que son mas grandes que sus obras. Pero en Arguedas vida y obra mantienen un equilibrio tenso y constante hasta el final. Al contrario, su obra explica su suicidio. Su suicidio es el epitome del triunfo de la vida andina sobre la muerte colonizadora de los imperialismos de turno. Su muerte esta llena de esperanza en la capacidad de resistencia de lo andino sobre los invasores.
En suma, su biografía por si sola no explica su suicidio -como piensa Chacón-. Esperanza y muerte se imbrican en una resurrección telúrica donde los zorros renuevan un dialogo comenzado hace dos mil quinientos años en Huarochiri. Arguedas se suicida pero con la convicción de que perdura el hombre mítico de su pueblo. No se suicida porque su esperanza pasa de lo histórico a lo mítico -como cree Roland Forgues- sino que su esperanza mítico-trascendente nunca estuvo desligada de lo histórico dialéctico.
He aqui el quid del asunto. El 24 de junio de 1969, cinco meses antes de su suicidio, el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada proclama la Ley de Reforma Agraria que rompe para siempre la columna a la nefanda oligarquía terrateniente. Surgía un nuevo Perú, el indio arguediano antilatifundista quedaba reivindicado. Arguedas ve cumplido una parte de su utopia, la otra mitad queda asociada a la construcción de una sociedad fraterna, justa. El padre Gustavo Gutierrez en su ensayo arguediano Entre las calandrias, bien describe la presencia de la espiritualidad religiosa del Dios liberador en la obra arguediana.
¿Sintió que no le quedaba nada que hacer después de la Reforma Agraria? ¿Vio que su tarea estaba cumplida? ¿Asumió que la lucha por un porvenir socialista era parte de otra generación? Pienso que aquí se encuentra la clave de su suicidio, no en el abuso infantil.
Sostengo la tesis que el suicidio de Arguedas no se explica tan solo por la biografía, sino una biografía unida a su obra. Puede pensarse que por su final optimista la obra de Arguedas no explica su suicidio, pero no es así. Hay obras que son mas grandes que sus autores, y autores que son mas grandes que sus obras. Pero en Arguedas vida y obra mantienen un equilibrio tenso y constante hasta el final. Al contrario, su obra explica su suicidio. Su suicidio es el epitome del triunfo de la vida andina sobre la muerte colonizadora de los imperialismos de turno. Su muerte esta llena de esperanza en la capacidad de resistencia de lo andino sobre los invasores.
En suma, su biografía por si sola no explica su suicidio -como piensa Chacón-. Esperanza y muerte se imbrican en una resurrección telúrica donde los zorros renuevan un dialogo comenzado hace dos mil quinientos años en Huarochiri. Arguedas se suicida pero con la convicción de que perdura el hombre mítico de su pueblo. No se suicida porque su esperanza pasa de lo histórico a lo mítico -como cree Roland Forgues- sino que su esperanza mítico-trascendente nunca estuvo desligada de lo histórico dialéctico.
Lima, Salamanca 01 de marzo del 2018