OPUS DEI: GROTESCO EXTRAVÍO
MÍSTICO
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
En los tiempos
modernos de gran apostasía, desmaliginización del mal, malignización del bien y
decadencia espiritual, aparecen congregaciones nada ascéticas ni místicas,
producto de mentes enfermas, que maniobran las vocaciones místicas de la
pedagogía divina y lo único que consiguen es poner en acción una pseudomística
peligrosa que manipula la voluntad, la razón y la imaginación del hombre con un
grave daño espiritual.
Quizá el más
notorio de estos movimientos sea el del Opus
Dei. Bajo la fachada del llamado universal a la santidad y al apostolado,
como la importancia santificadora del trabajo profesional, el Maligno ha sabido
engañar a la jerarquía y a su Iglesia para imponer una dictadura brutal sobre
sus miembros, mediante el control sobre su vida personal y libre albedrío. Obviamente
que un movimiento así no puede ser la Obra de Dios sino la Obra del Diablo.
Primero fue el
extraviado protestante Lutero, que exagerando la indignidad de las criaturas
sostuvo que la voluntad humana no le pertenece al hombre, sino a Dios. Luego,
Erich Fromm nos advierte en su libro El
miedo a la libertad que el hombre contemporáneo tiende a entregarse a la
libertad negativa, que refleja la impotencia y el aislamiento en que se halla
sometido su individualidad a poderes exteriores de lo anónimo. Después, el famoso
teólogo Hans Urs von Balthasar denunció en 1963 a través de un artículo que el
Opus Dei era un movimiento integrista, o sea un peligroso movimiento ideológico
rígido enquistado en la doctrina evangélica.
No es necesario
abundar en la personalidad de su fundador, porque otros se han dedicado con
bastante detalle al tema. Bastan unas breves líneas al respecto. José María
Escrivá de Balaguer (1902-1975) nace en el seno de una familia pobrísima, pero
cuando su casa modesta fue destruida por la guerra civil, como mitómano creó la
fábula de que vivió en un noble palacio. En su mente paranoica solicita en 1968
al gobierno franquista que le nombre Marqués de Peralta. En el ambiente de
fraude y arbitrariedad reinante se le concede irregularmente y lo cede a su
hermano.
Sin talento y
sin recursos siguió el sacerdocio como única posibilidad profesional. Según la
biografía de Peter Beglar durante la guerra civil esacapó a la persecución internándose
en un manicomio. No obstante, este supuesto hombre de Dios no pidió asilo en el
psiquiátrico para sus colaboradores más cercanos. De carácter irascible y
vulgar personalidad encontró excelente acogida bajo las garras del brutal
dictador Franco. En su megalomanía usaba cilicio para impresionar.
En 1928 funda
la Orden Opus Dei. Sufría alucinaciones y mesianismo, creía tener una misión
mundial salvífica. Su admiración patológica por Hitler surgía de su anticomunismo,
amor a la violencia y patológicamente sentenció que la guerra tiene un fin
sobrenatural. Sus obras no contienen aporte original, constituyendo una
desabrida combinación entre jesuitismo y masonería. Amante del secretismo. Se
sintío muy augusto visitando Chile del genocida Pinochet. Su personalidad
psicopática y manipuladora logra la influencia del Opus Dei en el Vaticano y
logra de las manos del ultraconservador Papa polaco Juan Pablo II una Prelatura
personal en 1982 y, después, su canonización en 2002.
Su táctica “evangélica”
de crear un grupo selecto deja más un sabor fascistoide si a eso añadimos que
considera que el matrimonio y el tener hijos son para la “clase de tropa” y no
para los llamados “numerarios”. De aquí al siguiente paso casi no hay
distancia. El reclutamiento de gente mediocre e incompetente fue lo que lo
caracterizó en sus centros universitarios españoles, el tratar de fabricar “grandes
figuras”, el reclutar personas en puestos claves del poder religioso, político,
financiero y económico.
De ahí que
ningún pensador, científico o político notable haya salido de sus filas. Su
contingente suele nutrirse sobre todo en épocas de dictaduras (Franco,
Pinochet, Videla, Fujimori) y no de libertad. Actualmente, es el principal
enemigo del progresista Papa argentino Francisco I. Lo considera un comunista
peligroso y modificador del dogma. Lo cual es falso y constituye otra mentira
más de su llamada “táctica apostólica”.
Es conocido que
el novelista Dan Brown en su obra El
código Da Vinci los retrata como una peligrosísima secta fanática. Massimo
Introvigne sostiene equivocadamente que no se tolera al Opus Dei porque la
sociedad secularizada no soporta el retorno de lo religioso. Lo cual es
completamente falso. En primer lugar, una Prelatura no adecenta a una secta que
practica el lavado mental y la coacción de la libertad. En segundo lugar, la
laicidad peligra cuando se impone a los miembros numerarios reglas internas que
violan las leyes. Y en tercer lugar, rechazar su creencia no es muestra de
cristanofobia alguna porque su visión ortodoxa preconciliar no promueve una
nueva evangelización sino, al contrario, motiva posturas políticas
reaccionarias y antievangélicas. No es extraño ver que la relación del Opus Dei
con la política es generar en sus colegios y universidades futuros caudillos
políticos y burócratas obsecuentes con el prevaricador sistema capitalista.
Su relación
entre dinero y espíritu de esta secta peligrosa se deja ver por su extremada
codicia, el control de la voluntad de sus miembros, violación de
correspondencia, favorecer a las clases pudientes, limitar la fraternidad sólo
entre miembros y con ello se violenta el amor al prójimo. Deshumanización,
propaganda, intolerancia, reclutamiento subrepticio, oposición a las obras de
caridad, promotor de la pena de muerte y defensor a ultranza de las relaciones
económicas capitalistas.
En el Perú su
actuación política está obscurecida por al ignominia y la contravención. En el
Hogar de Cristo del cardenal Vargas Alzamora se opuso a las obras de caridad,
en Cajamarca cerró el comedor de caridad de las madres carmelitas, en el año
2000 defendió el fraude electoral de Fujimori, aduladores con el poder. Es
obvio que en esta secta religiosa no está Cristo ni el verdadero catolicismo.
En suma, no se
puede mezclar el vino con aceite, como tampoco se puede promover una vida
evangélica total y una secularización total, como pretende el Opus Dei. El
grave daño sobre la caridad cristiana, la virtud, las vocaciones místicas, el
sacerdocio, la evangelización, el dogma y el Espíritu Santo, que inflige el
Opus Dei al cristianismo nos debe hacer recordar que Jesucristo no fue un tigre,
sabio y soberbio, sino un cordero, humilde y sencillo, que en vez de encerrarse
en su torre de marfil hizo como su Padre: Aborrecer el pecado pero amar al
pecador. Por todo ello, el Opus Dei representa un grotesco extravío místico,
donde en vez de la unión con Dios se promueve la unión con el enemigo. Pero el Papa Francisco demostrando capacidad para enmendar las cosas ha nombrado a un tomista, Monseñor Fernando Ocáriz Braña, como nuevo prelado del Opus Dei.
Lima, Salamanca 24 de Enero del 2017