martes, 4 de febrero de 2020

HEGEL Y EL DELIRIO PROMETEICO DE LA MODERNIDAD


HEGEL Y EL DELIRIO PROMETEICO
DE LA MODERNIDAD
Gustavo Flores Quelopana
Ex-Presidente de la Sociedad Peruana de Filosofia
 Hegel y el delirio prometeico de la modernidad
P R Ó L O G O


¿Qué queda de su pensamiento a 250 años de su nacimiento y 189 años de su muerte? ¿Su fantasma recorre nuestro tiempo?

Todavía recordamos cómo la conmoción de la Primera Guerra Mundial revivió al neotomismo y junto a este al hegelianismo. Se reivindicó al joven Hegel y su orientación existencial.

La Fenomenología fue subestimada, pero volvió por sus fueros tras el cambio de época que representó la caída del socialismo soviético y el triunfo de la globalización neoliberal. Con Francis Fukuyama el capitalismo se proclamaba la culminación de la historia y del Estado universal.

Más, con la crisis de hegemonía, la decadencia de Occidente, la crisis ecológica y la aparición de nuevos centros de poder mundial, la Fenomenología vuelve a ser reenfocada como el estudio del espíritu humano en su desarrollo.

Pero ahora es la Lógica la que mortalmente resucita de su olvido, porque se ve con más claridad que el talón de Aquiles de todo su sistema es lo nos amenaza en el mundo actual.

Lo Absoluto como inmanencia y ésta como dialéctica no se sostiene más. El endiosamiento del hombre y la negación de la trascendencia divina llevaron directamente hacia la decadencia de una civilización descreída, sin valores superiores y en peligro mortal de fenecer.

El Dios hegeliano es un Absoluto que se despliega en lo inmanente temporal. Por ello, es un naturalismo panteísta. La negación de la religión trascendente como racionalidad no-instrumental resultó ser más nefasto para la presente civilización al sobrevivir tan solo lo temporal, el devenir universal, un dios inconsciente que deviene.

Al final un maremágnum de ciencia y tecnología nos asfixia en un gravísimo déficit de sentido moral. La filosofía hegeliana es la expresión más genuina del delirio prometeico de la modernidad.

Una humanidad que conquista el mundo pero que se pierde a sí misma, no es una humanidad con porvenir.

El hombre de nuestro tiempo se ha temporalizado a tal extremo, corre tan deprisa, que no tiene tiempo de estructurar su propia persona y con ello cae en la anomia más brutal, espantosa y disolvente.

El neobrutalismo impera. No hay duda que “la muerte del hombre es una realidad” y dejó de ser un mero lema filosófico. Hegel pertenece a la mascarada romántica de una modernidad enferma y finisecular.

Lima, 04 de Febrero 2020