HIPERIMPERIALISMO GLOBAL EN LLAMAS
Gustavo
Flores Quelopana
Ex-Presidente
de la Sociedad Peruana de Filosofia
PREFACIO
El
neoliberalismo global está en llamas. Se ha vuelto antipopular. Su derrota es
inoculable. Su crédito en las masas se agotó. Su gestión nefasta se puede resumir
en sangrar a la clase media y recompensar a la cleptocracia. No hay forma de
contrarrestarlo ni ley alguna que les impida hacerlo. La gente común vive en la
austeridad mientras que los bancos benefician al 1% de la población emitiendo
moneda y subiendo los precios de los activos a sus propiedades y valores.
El
neoliberalismo pervirtió la economía convirtiendo al mundo en un casino global
improductivo y meramente especulativo. Varias décadas de neoliberalismo global
han culminado en el rotundo fracaso que sólo benefició al 1% de la población
mundial. La humanidad no encuentra salida a la crisis económica que amenaza con
convertirse en una crisis sistémica global.
El capitalismo
global no es un revival del capitalismo salvaje ni la continuación del capitalismo
en su etapa imperialista. Por el contrario, aquí se trata de ver que el
capitalismo global representa una etapa superior del capitalismo monopólico, al
que he denominado como fase hiperimperialista.
Hiperimperialismo
es el proceso superior del capitalismo monopólico por el cual las
megacorporaciones privadas conquistan, someten y luego dominan permanentemente
a los propios Estados-nación desarrollados y periféricos, dentro de un sistema
de relaciones descentradas y desterritorializadas, que reemplaza el capital
productivo por el capital especulativo y desarrolla un nuevo tipo de soberanía,
cual es, el de las megacorporaciones privadas.
Todos hablamos
de imperios asirio, romano, español, inglés, japonés o norteamericano; pero
nuestra definición histórica específica se justifica a sí misma por anticipado
cuando se distingue del proceso normal de la formación de los imperios. Las
palabras imperio e imperialismo llevan siempre consigo el significado no sólo
de conquista, sino también de intentar un pueblo o nación dominar
continuamente a un pueblo por otro. Pero lo nuevo y
desconocido hasta el momento era el hecho que los propios Estado-nación se
vieran reducidos por unas todopoderosas megacorporaciones que constituyen en
rectoras de un nuevo proceso de dominación global.
Este nuevo
enfoque conduce hacia el planteamiento de que para salir de la trampa de la
globalización hiperimperialista es necesario organizar el mundo sobre un
fundamento no capitalista, pero también hay que mantenerse alejado del socialismo
totalitario.
Por supuesto que se puede considerar este libro
dentro de los esfuerzos por un socialismo democrático y libertario. De hecho,
las enormes crueldades deliberadas de los socialismos tiránicos sólo pueden
inspirar la misma enorme repulsa como la que infunde la manipulación,
cosificación y enajenación del hombre bajo la sociedad capitalista.
El capitalismo hiperimperialista del siglo XXI
no sólo ha abolido la satisfacción de las demandas sociales, el bienestar y la
normatividad de los reformadores del siglo XIX y XX, sino que llevado por un
telos cibernético está aboliendo el trabajo mismo, y con ello se cristaliza su
más demencial sueño de prescindir del trabajador y proclamar la abolición del
hombre. Si la burguesía del siglo XIX gritó: “Dios ha muerto”, la de ahora
puede anunciar su nuevo evangelio: “El hombre ha muerto”.
G.F.Q