CONVERSACIÓN FINAL
Acotaciones
Amigo. – Aquí me
tiene. Y esta permítame abordar una breve miscelánea de temas.
Filósofo. – Muy bien. Que
así sea.
Moral y religión
- ¿Qué es para Usted la
moral?
Moral es la acción libre y
buena, ya sea venida de la razón o del corazón. Sin libertad no hay moral. El hombre
siendo libre es la única criatura moral. Por ello, cuando la política se sujeta
al bien moral, entonces el fin no justifica los medios.
- ¿Pero no es incompatible
ser religioso y moral, dado que la libertad de Dios anula la libertad del
hombre?
- No, no lo creo. La libertad
de Dios es infinita y la libertad del hombre es finita. No hay comparación
entre la libertad del Creador y la libertad de un ente creado. Son realidades
que ocurren en planos diferentes. Lo cual quedará obscurecido con el giro epistemológico
de la modernidad. Pero no hay que olvidar que el proceso de secularización cobró
tremenda fuerza con las guerras de religión entre reformistas y
contrarreformistas en el siglo diecisiete. Es cierto que la Edad Media
antropomorfizó a Dios y echó las bases del ateísmo moderno, conservó el empirismo
aristotélico junto al racionalismo estoico. En el fondo la modernidad es la
secularización de la teología y la inflación de lo inmanente en desmedro de la
Trascendencia[1].
- ¿Cómo fue el proceso moderno
hacia la consolidación del ateísmo?
- Pascal vio acertadamente
el efecto destructor de Descartes sobre la fe. Su metafísica socavó la idea de
Dios, impulsó el deísmo y su mecanicismo llevó a prescindir de Dios. Luego viene
el criticismo, con la idea de que lo fenoménico no prueba la existencia de lo
nouménico. Kant no suprime a Dios, pero queda reducido a una hipótesis moral[2].
Fichte consumó la reducción kantiana de la idea de Dios a conciencia moral. Ya
Hegel, que busca captar lo absoluto no sólo como sustancia sino también como
sujeto, indicaba que la cultura moderna es una cultura sin Dios, donde la
finitud humana ocupa el lugar de Dios[3].
Será tras la muerte de Hegel que se consolida el giro antropológico y el
ateísmo de la modernidad con Feuerbach, Stirner, Marx y Nietzsche.
- ¿Y qué papel cumplió la
filosofía del siglo veinte?
- Será la filosofía del
siglo veinte la que consumará el inmanentismo antropológico, porque al hablar
de la trascendencia -salvo algunas corrientes- se refiere a lo que está fuera
de la subjetividad en el mundo, pero excluye la trascendencia de Dios. Así, Bergson
se limita a afirmar el puro dinamismo sin presuponer el reino de las formas y
los valores, Spengler tiene muchas consideraciones acertadas, pero sucumbe a un
biologismo brutal, Husserl distingue entre acto del pensar o noesis y contenido
del pensar o noema, pero al no arriesgarse a ir más allá de la conciencia su
filosofía de la esencia fracasa en una pura intuición inmanente del yo puro. En
realidad, Husserl sucumbe al empirismo y no pudiendo superar a Kant termina retrayéndose
a Hume. No supo derribar el subjetivismo moderno y quedó con un yo puro equivalente
al nirvana de los ascetas indios. A Scheler tampoco le va mejor, pues Dios está
al proceso del proceso cósmico, no al comienzo, y así concluye en una especie
de panteísmo espiritualista. Nicolai Hartmann se ciñe a lo fenomenal y aunque
postula lo irracional e incognoscible su ontología es hipotética. Su
religiosidad protestante lo conduce a sostener la antinomia irracional, donde la
libertad divina excluye la libertad humana. Heidegger con su anatema de la
metafísica concluye en una supermetafísica mística y poética, donde la
liberación del ser del olvido nihilista se convierte en asumir un supraser[4]
que da vida incluso a lo divino. Sartre piensa que el hombre está condenado a
ser libre, es el artífice de su ser y ocupa el lugar de Dios. Marcel en este
panorama es un lunar al retornar al auténtico ser, destacar que el sujeto esta
religado al ser y que la realidad es un misterio.
- ¿Y todo lo que viene a partir
de la filosofía analítica?
- El logos del empirismo
lógico no es principio de toda verdad, sólo busca designar y no penetrar en el
objeto, su logos sólo es hijo del pensamiento, la imaginación y el lenguaje humano.
Y todo lo que viene después con el primer y segundo estructuralismo,
postestructuralismo, semiótica, feminismo, postmarxismo, modernidad y
postmodernidad es la profundización en el proceso de degradación en el
inmanentismo y relativismo de la modernidad tardía. Entonces, ante semejante
extravío del sentido de lo sagrado no es extraño que se piense que la libertad
de Dios excluye la libertad humana. Lo cual es engañoso, falso e insostenible.
En una palabra, la secularización moderna convirtió lo trascendente en
inmanente y así convirtió en incomprensible la relación de lo humano con lo
divino.
-
¿Se puede ser ateo y moral a la vez?
-
El ateísmo al suprimir la idea de límite de la razón, termina negando lo
incognoscible, inefable e indefinible. Su negación religiosa se convierte en un
empirismo o racionalismo gnoseológico. Pero ello no le impide ser moral con sus
semejantes. Otra cosa es si en el contexto antropológico de la modernidad su
moral atea termina reforzando el endiosamiento del hombre. Y ahí tenemos un
efecto inmoral de la moral atea. Entonces, ¿una moral que por sus actos es
moral, pero por sus consecuencias es inmoral, puede seguir llamándose moral? A
mi parecer no. Aquí entramos al tema de la relación entre acto e intención en
la vida moral. Esto lleva a pensar tres conclusiones: 1. Que la teología no
debe ser pensada para sustituir a la moral sino para comprenderla mejor, 2. Que
la antropología filosófica con la idea del hombre como “ser abierto” al mundo y
al prójimo, revela que la moral. Y 3. Que la voluntad moral humana es pensada
mejor en conexión con la moral divina. O la norma moral se adecúa al hombre -moral
autónoma-. O se adecúa a la voluntad divina -moral heterónoma-. Pero, contra lo
que se piensa, en la moral heterónoma la voluntad libre del hombre no es
menoscabada sino fortalecida por la voluntad libre de Dios. Y es que en
nuestros tiempos de sacrilegio generalizado se impone rescatar lo sagrado en la
vida moral.
-
Lo que Usted dice sobre la metafísica me remite a Terry Eagleton[5],
cuando afirma que si Occidente no retorna a sus fundamentos metafísicos no
podrá salvarse, ni reconstruir a la humanidad. ¿Coincide con ello?
-
Sí y no. Sí en el retorno a la metafísica, pero no a una metafísica de las esencias
de los antiguos, ni a la metafísica trascendental de los escolásticos, sino a
una metafísica nueva, donde la importancia de lo inmanente sea vista la luz de
que es obra del Creador. Esto es, no hay retorno a la metafísica del pasado,
sino reelaboración de la metafísica en el futuro. Será una filosofía de la
síntesis donde lo inmanente y lo trascendente se complementen sin confundirse[6].
Coincido con Eagleton al considerar que Dawkins[7], Hitchens[8]
y Dennett[9]
al pensar que la razón es todo y desdeñar la fe. Ese fanatismo racionalista que
no ataca al capitalismo global, es consecuencia de compartir un fundamento
común, a saber, el ateísmo, que ve a la religión como un refugio de valores
absolutos. Pero a ese fanatismo secular no le se puede llamar espiritualidad, como
hace Charles Taylor[10].
No hay espiritualidad sin experiencia religiosa. Por eso no puedo estar de
acuerdo con Taylor. Pero volviendo a Eagleton, no guardo esperanzas de que sea
el viejo Occidente el que pueda salvar ni reconstruir la metafísica. Ese Occidente
está anegado de nihilismo. Por tanto, serán los pueblos continentes de América,
África, Medio Oriente y Asia los que llevarán adelante esa tarea sin
etnocentrismos agostantes. Quizá esa mi diferencia básica con el humanismo
americano de Antenor Orrego.
-
En todo ese sentido, ¿cómo definir el vicio moral?
-
El vicio moral no es tanto la inclinación hacia el mal, sino su no
represión por el acto moral. Hay que distinguir entre la intención moral
-inclinación hacia el bien o el mal- y la acción moral -realización del bien o
del mal-. El acto moral reprime la inclinación de la voluntad hacia las acciones
malas. Pero el relativismo moral debilita el acto moral y descontrola la intención
moral. El relativismo moral posmoderno al malignizar el bien y desmalignizar el
mal destruye el acto moral y vuelve dominante la intención moral. Pero bien se
dice que el Infierno está empedrado de buenas intenciones. No hay mal moral sin
acto de consentimiento interior.
- ¿Por qué la gente se
siente menos libre en la actualidad?
- Cuanto menos libre se es
para elegir, más extraña se vuelve la identidad. Y el hombre de hoy se deja
manipular para hacer su vida menos difícil y más llevadera por un sistema que
lo enajena profundamente. Es curioso que el hombre moderno haya abandonado a
Dios para sentirse más libre, pero ahora descubre las nuevas cadenas que lo
atan en el mismo mundo secular. En la secularización no descubre una nueva
libertad, sino una nueva forma de esclavitud. La revolución se reveló como un
fetiche que oprime, la política se develó como la manipulación descarada del
poder soberano del Estado, y eso hace pensar en la nueva utopía de una política
sin poder. La gente se desencanta de la vida secularizada, sin sentido de la
vida, nihilista, enajenada y nihilista.
- ¿Cree que nos hizo daño
ser incapaces de Dios?
- Realmente sí. Se nos ha
secado el alma. Estamos como Pedro Páramo de Juan Rulfo, vacíos, sedientos, inánimes,
yertos y sin esperanza. Esto hace que la muerte, el homicidio y la violencia
tenga una presencia cotidiana. Sin Dios todo está permitido, decía Dostoievski.
El campo de concentración y el sometimiento de lo humano al poder se ha
normalizado, subrayó Agamben. Es casi un panorama apocalíptico. Sin duda que
vivimos el final de los tiempos, pero del viejo Occidente nihilista, decadente
y corrompido. Y si el cristianismo antropomorfizó a Dios, sin embargo, no es el
responsable del giro antropológico de la modernidad, sino otras fuerzas
históricas que desplegaron toda la potencia de la secularización.
- Usted piensa que la gente
se ha vuelto más estúpida, imbécil, pero ¿eso equivale a que tenemos una
humanidad simple?
- Embrutecida y enfurecida.
Lo cual no quiere decir que las masas no conserven una gran lucidez vital en
gran parte de su existencia. Pero hay minorías enfurecidas con sus agendas de
derechos de colectivos sociales. Los cuales han sido muy astutamente promovidos
por la agenda mundial del Reich Bilderberg[11].
Porque de lo que se trata es de dividir a la sociedad, enfrentar padres contra
hijos, esposos contra esposos, escuela contra la familia, con el objetivo de
controlar y manipular a la sociedad para distraerla de la lucha social. Es la
vieja divisa imperial: “divide y vencerás”. Y, por otro lado, tenemos unas masas
embrutecidas y manipuladas por los medios de estupidización social y el consumismo
desenfrenado. Mire Usted, lo característico del bruto es el descontrol de la palabra,
acción y pensamiento. Su inmoralidad puede ser fruto no de una inclinación hacia
el mal sino por falta de autocontrol. A todo eso orilla el capitalismo que no se
interesa por el hombre sino por la ganancia. El resultado es la barbarie civilizatoria
de la sociedad capitalista. Por ello, el verdadero holocausto no es Auschwitz, sino
la misma modernidad que normalizó el egoísmo, el individualismo y la insolidaridad.
No es extraño, entonces, que, en medio de la barbarie civilizada del hombre
masa, nada le enfurezca e irrite más que hacerle ver su traición a los valores
superiores. Por ende, el nihilismo de la cultura posmoderna es su reino y
paraíso.
- Hablando de barbarie
civilizada ¿considera que hoy predomina la cultura de la muerte?
- Sin duda. La lógica de la
modernidad imperialista es tanatocrática. Foucault llamó la atención sobre el
rasgo biopolítico del poder político en la modernidad. Luego vino Byung-Chul
Han y habló de psicopolítica. Y ahora lo que tenemos con el capitalismo digital
es la tecnopolítica. Pero es la misma tanatocracia que se vuelve más sutil y
sistemática. El poder político moderno
instaura la tanatopraxis, y las matanzas que hemos visto en el siglo veinte son
la expresión de ese divorcio de los derechos humanos respecto a los derechos
nacionales. Agamben pone el acento en este fenómeno para llamar la atención en
la irónica situación que en las sociedades posdemocráticas todos nos hemos
vuelto homo sacer. La cultura de la muerte se ha impuesto y normalizado.
Y sin duda es así. Lo que el nazismo implementó con gran secretismo actualmente
es en la actualidad agenda pública de las democracias occidentales con la eugenesia,
la eutanasia, el aborto y el lenguaje de género. La expansión imperialista del
aborto no es otra cosa que genocidio legalizado. El derecho a la vida es
subsumido al derecho nacional. El poder del soberano se impone y llega el
exterminio hasta a los nonatos. Aborto y totalitarismo tienen en común una cosa:
el exterminio. La modernidad occidental concluye su recorrido histórico convirtiendo
el mundo en un inmenso campo de exterminio[12].
No se toma en cuenta que el aborto es excepcional. No es un derecho porque viola
el derecho a la vida. Pero eso no interesa en un contexto donde es el poder
soberano de la política estatal la que decide lo bueno y lo malo. Estamos al
borde de la catástrofe tanatocrática porque la política aisló la vida del
derecho. Entonces, hay que dar un paso más en el análisis para reconocer que el
carácter deshumanizado del poder político no podrá ser eliminado sin recuperar
la dimensión de lo sagrado y la metafísica de lo trascendente, porque la
secularización es lo que allanó el camino para que el poder soberano se vuelva sádico
y criminal. En otras palabras, hay que acabar con el contexto secularizado e
inmanentista de la modernidad. En lo cual no caben retrocesos históricos, sino
síntesis metafísica de lo inmanente y lo trascendente, como ya lo expliqué anteriormente.
- ¿Es partidario del
divorcio entre ontología y ética?
- No. Porque en nuestra
propia ontología -seres preocupados por el otro- lo específicamente humano es
lo moral. Sin la dimensión moral dejamos de ser humanos, somos bestias. Y sobre
la bestia humana no hay perdón humano.
- ¿No cree Usted que faltan
maestros de vida?
- Qué curioso, eso mismo
pensaba Bergson en su momento. Maestro es el que enseña a pensar, y no un
determinado pensamiento. Un maestro de la vida es el que orienta en la elección
moral y enseña a escuchar la voz de la conciencia. Hoy se ha perdido el sentido
de la vida, las personas andan desorientadas y perdidas, convirtiendo su
refugio a las drogas, el trabajo o la ludopatía. La adicción a las drogas se ha
vuelto una verdadera pandemia en Occidente, especialmente en el Primer Mundo,
donde los niveles de enajenación son elevadísimos. El escapismo mental, incluso
con orientalistas gurús comerciales, se volvió moda. La vida vacía se tornó
insoportable. El ser humano termina por reventar en vicios y adicciones de todo
tipo. Lo cual era inevitable dentro de una estructura social donde lo
prioritario es el poder en función de la acumulación de capital. El
nacionalismo político, con economía de mercado controlado y reconciliado con la
religión, -como se ve en Rusia y China- se presenta como alternativa para
lograr otra modernidad diferente. Pero no vamos hacia una modernidad
alternativa, sino hacia el fin de la modernidad. El triunfo venidero del Nuevo
Orden Multipolar será la bisagra transitoria para una nueva época, donde el
horizonte socialista se abre, no como ideología y régimen político, sino como
fenómeno real de la historia.
- Kierkegaard habla de tres
niveles de vida: estético, moral y religioso. ¿Tan insípido es el nivel estético?
- No, no lo es. Los tres
son necesarios y se complementan. Pero tienen su jerarquía. La belleza viva es
pasajera, y el arte lo perenniza. Sin el arte la vida sería un suplicio monótono.
Por lo menos en este mundo el estadio estético es indispensable para llevar una
vida equilibrada y sensible a los valores superiores. El hombre no puede vivir
sin belleza y sin normas morales. Son dimensiones que se corresponden a su espíritu
tanto como sus necesidades religiosas y de trascendencia. Una de las causas profundas
del fracaso de la modernidad secular e inmanentista fue que su chato
pragmatismo suprimió la necesidad religiosa, estética y normativa. Pero esas
son legítimas necesidades superiores del hombre, y cuando se la relativiza o niega
nihilistamente, el resultado es el suicidio tanático del hombre.
- ¿El conformismo es
inmoral? Y si lo es, ¿la vejez conformista sería el arquetipo de la
inmoralidad?
- No, no lo es. La mejor
vejez es la que sin melancolía ni tristeza se conforma con lo que es. Lo admirable
de la vejez es su propensión a la calma, la contemplación y la serenidad. A un
paso de la muerte sabe de la brevedad de la vida.
Sujeto revolucionario
- ¿Actualmente quién es el
sujeto revolucionario?
- A partir de la guerra de
Ucrania la historia sufre una aceleración, siendo el sujeto revolucionario el
mundo multipolar, a pesar de que se trata del capitalismo de Estado.
- Pero ¿cómo puede serlo si
Usted admitió en otra parte que el mundo unipolar había preparado esta guerra?
- Que el lado conservador
de la historia haya preparado meticulosamente la guerra en Ucrania no significa
que ella sea el sujeto de la historia. Ahora es el objeto de la historia. Se
haya en pleno retroceso, deterioro y degradación acelerada. Un pequeño botón de
muestra es el nivel de homicidios y violencia armada que vemos en el corazón
del imperio estadounidense. Son cifras sin precedentes y aterradoras. Aun no
termina el presente año 2022 y ya van 17 mil muertes, incluidos casi 650 menores.
Son casi 111 muertes al día. Un gobierno que expandió su imperio a través de la
violencia y el saqueo, aunado al derecho constitucional de portar armas,
termina siendo devorado por el tsunami de muerte. Si dicho país no termina con
una derrota militar externa colapsará por una implosión social interna. Tiene
el cáncer de la anomia instalado en su sociedad y el mal estando tan avanzado
no puede ser extirpado y, más bien, amenaza con acabar con dicho país[13].
- ¿Cómo así dicho imperio
exporta su ideología tanática en Ucrania?
- Lo que acontece en
Ucrania no es sino una pequeña parte de un plan geopolítico imperial que abarca
el escenario de varios países. Pero lo que llama la atención es que se hizo
público el descubrimiento por los rusos de más de cuarenta laboratorios
biológicos secretos en Ucrania. Y tiene más en otros países del mundo. Eso hace
pensar que usa armas biológicas contra países que no siguen sus dictados. Realmente
es un tema que nos lleva hacia las puertas del infierno aquí en la Tierra.
Todos recuerdan muy bien cuando Fidel Castro denunció que la CIA había infectado
a Cuba con el dengue. Todo hace pensar que no se puede descartar que armas
biológicas son usadas contra la población del mundo con diversos fines malvados
-crear crisis sanitarias, eliminar enemigos políticos, dañar economía de un
país, reducir población mundial, creación de nuevos virus mortales, etc.-[14].
- ¿Significa eso que
debemos esperar más y peores guerras?
- Sí. El Hegemón en
decadencia ha perdido la perspectiva y se cree capaz de llevar una guerra en
tres frentes: Europa, Asia y Medio Oriente. Lo de Ucrania es apenas el primer
capítulo. Seguirá China con Taiwán, y Corea del Norte por el lado asiático, y
la pretendida destrucción de Irán en Medio Oriente. A esa descomunal
destrucción, planeada por el Hegemón en declive, le llama “Nuevo orden mundial”.
Claro, es un esperpento de “Nuevo Orden”.
- Suena descabellado, ¿pero
será posible en la realidad?
- Lo estamos viendo. Al
valetudinario Hegemón no le interesa haber destruido la economía europea ni el
sufrimiento que le impone a su pueblo. Su objetivo es batir a esas naciones
enemigas y opuestas a sus intereses globales. Y lo peor de todo es que está convencido
que es posible hacerlo. Cree que los errores de Napoleón y Hitler son superables.
Pero quienes conduzcan al exterminio, la ruina y la desolación serán responsables
del odio y proscripción final a la civilización burguesa. En realidad, si
estalla otra perversa carnicería global, ello provocará un ataque frontal
contra la cultura nihilista vigente. Ahora aun estamos en una contraofensiva
ideológica progresiva.
- ¿Piensa que el Hegemón se
sobreestima?
- Sí. Y para ello confía en
sus aliados. Pero no repara que los está destruyendo. A Europa la pone de
rodillas y al borde del colapso. Los europeos serviles no reaccionan y no se
liberan del dictado yanqui. Lo mismo cree posible hacer en Asia y Medio
Oriente. Pero Japón y Australia son muy vulnerables ante ataques nucleares. Crea
alianzas militares por todas partes del mundo y así piensa que es posible
vencer, aún a costa de arruinar a los aliados. En Medio Oriente confía en la
experticia militar de Israel. Pero sus armas no son nada con la tecnología rusa
proporcionada a los países aliados como Siria. Arabia Saudita cada vez toma más
distancia de los norteamericanos, y está a punto de ingresar a los BRICS. Con
el triunfo electoral de Petro en Colombia acaba de perder a un gran aliado en
Latinoamérica. En otras palabras, el panorama geopolítico mundial no asoma
favorable para el imperio. Y suenan las trompetas para que los países del mundo
recuperen su soberanía y expulsen las bases norteamericanas instaladas en sus territorios.
- ¿Decir que la guerra es el
sujeto revolucionario, no equivale a suscribir el aserto marxista de que la
violencia es la partera de la historia?
- Lo es, pero no es nuestra
culpa, simplemente es un hecho objetivo e innegable de la propia historia. Las
masas de postguerra fría han quedado desideologizadas, se han vuelto
nihilistas, individualistas, anéticas y postrevolucionarias. Los movimientos
revolucionarios han amainado en el mundo. No son populares. La ideología de
mercado se normalizó. El neoliberalismo volvió a la gente más competitiva,
ambiciosa y economicista. Y aunque en los comicios electorales las masas
latinoamericanas eligen gobiernos de izquierda lo hacen por el cauce constitucional.
Por estos motivos, la guerra, y no las revoluciones populares, vuelve a ser la
protagonista de la historia. Lo cual no es una apología de ésta, sino una
constatación objetiva. Nadie quiere a la guerra, siempre es bárbara y destructiva,
mueren los más vulnerables. La tecnología militar actual se jactar de usar “armas
inteligentes, pero cuando el enemigo se parapeta en zonas civiles y usa a esa
población como escudo –como lo han venido haciendo los fascistas ucranianos- las
víctimas inocentes son inevitables. La guerra es indeseable y debe ser evitada
a toda costa. Gandhi lo logró con su revolución pacífica, pero luego de él vino
la guerra. Además, la guerra se ha vuelto más compleja, abarcando lo comercial,
lo geofinanciero, propaganda, cibernética, ideología, el espacio exterior, mediática,
psicológica, terrorista, ecológica y cultural. Los organismos mundiales han
quedado sustituidos, obstruidos y saboteados. El Derecho internacional
pisoteado. Todas esas variedades de guerra han sido sistemáticamente desarrolladas
por la mentalidad tanática del imperio.
- ¿Ha sido preocupación de
la filosofía el tema de la guerra y la paz?
- Lo ha sido. Veamos
primero la idea de la paz cómo ha sido preocupación de los filósofos. Erasmo y
la concordia universal, Leibniz y la armonía espiritual, Kant y el ideal
cosmopolita. Whitehead y la metafísica de la armonía social, Maritain y el
Estado tomista mundial, Santayana y la pax romana aristocrática, Tolstoi y Gandhi
con el sueño pacifista, Russell y el hombre contra el hombre, Reves de la
confraternidad universal, Einstein y el humanismo pacifista, Mather y la paz en
la abundancia, James y Dewey con la aquiescencia pragmática, Perry y el
individualismo universal, y Gustavo Saco con la racionalidad axiológica. La
filosofía no ha sido ajena a la preocupación por la paz en el mundo, aun cuando
Nietzsche tiene frases de glorificación de la guerra igual que otros. Por
ejemplo, fueron partidarios de la guerra Aristóteles, San Agustín, Maquiavelo, Hobbes,
Montesquieu, Voltaire, Hume, Ortega y Gasset, y Sartre. En las actuales
circunstancias, estar en una civilización tecnológica con armas de exterminio
masivo, es preferible decantarse por la idea de la paz, porque hay que abrir
paso hacia una humanidad más armoniosa, conciliadora y menos violenta. De ello
depende la supervivencia de nuestra especie.
- Pero ¿cómo puede ser la
guerra el sujeto revolucionario cuando lo que vemos parece ser una lucha entre
potencias imperialistas?
- Cierto, pero no porque lo
sea está desprovista de efectos revolucionarios. Espectamos una lucha
interimperialista con valores contrapuestos. Por un lado, el imperialismo
neoliberal defensor del mundo unipolar, y, por otro, el imperialismo del
capitalismo nacional valedor del mundo multipolar. Es la lucha de un orden unipolar
en retroceso y un orden multipolar en ascenso. La lucha entre potencias
imperialistas tiene un sentido y dirección revolucionaria para el mundo. Lo
cual no significa que se está de acuerdo con ello. Pero es así. Ya lo dijo
Marx: “la historia lo hacen los hombres”. El mundo multipolar emerge como
capitalismo nacionalista, pero despeja el horizonte hacia el socialismo.
- ¿Pero acaso no advierten
que no se puede ir a la guerra entre potencias nucleares?
- En nuestra era tecnológica
nada es más peligroso para la supervivencia de la humanidad que un imperio
nuclear en decadencia que busca mantener su hegemonía. Pero, es más. Aquel
hegemón piensa que con las armas nucleares tácticas puede llevar adelante su
plan de dominación mundial.
¿Entonces vamos irremediablemente
hacia una confrontación nuclear?
- No lo sé. Dios no lo
quiera. La historia es impredecible porque el hombre no es previsible al ser
libre.
- ¿Cuál es la relación
entre Razón y Violencia?
- Que un nuevo orden mundial
advenga tras una guerra, pone en evidencia el fuerte vínculo entre la razón y
la violencia. Para Marx “la violencia es la partera de la historia”, y en Hegel
las guerras son “astucias de la razón”. Y aunque nos desagrade la violencia hay
que reconocer que ésta no sólo se impone cuando la razón fracasa, sino también
para hacer entrar en razón. Razón y Violencia son relaciones asimétricas,
entonces cómo es posible la dialéctica entre ambas. El mundo unipolar quiere
mantener su propio orden, pero la historia avanza en otra dirección. Se produce
la colisión. Lograr la paz significaría en este momento desmontar las
estructuras militares agresivas -como la OTAN-, y las belicosas sanciones económicas
insensatas que buscan perpetuar el dominio del caduco hegemón. Por el momento,
nada de esto parece posible. Y la guerra asoma como la mediadora entre la razón
y la violencia. Todo podría quedar en suspenso, pero el imperio fuerza al
enfrentamiento en gran escala.
- ¿Qué está en la base de
una Tercera Guerra Mundial?
- Tres cosas. Rusofobia,
imperialismo y unipolarismo están en el origen de la Tercera Guerra Mundial. Pero
las tres se condensan una palabra: neocolonialismo. Aquí no vamos repetir la
frase de Hegel en el sentido de que la historia es el progreso de la conciencia
de la libertad. Primero, porque no hipostasiamos la conciencia del hombre.
Segundo, porque está en cuestión lo que se entiende por progreso. Y tercero,
porque no estamos seguros si el cambio significará un avance de la libertad. Más
me gusta la frase de Tucídides: “La historia es un volver a empezar”. Tiene más
de incertidumbre. Pero una cosa es cierta, a saber, los hombres se cansan de la
misma historia. La historia cansa e impele a su reconstrucción. Por eso no hay
imperio que dure mil años, ni historia que la soporte. Ni tampoco hay imperio que
se deje desalojar de la historia por las buenas. Hay que empujarlo para ello, y
lamentablemente casi siempre es a través de la guerra o la revolución. Lo vimos
en la Revolución americana, francesa, latinoamericana, entre otras. La propia
historia expulsa el viejo orden imperante.
- Usted en una ocasión
afirmó: “Mientras más se aleja de la vida, más se acelera el pensamiento”.
¿Sucede eso ante el peligro de guerra atómica?
- Sí. Pero también acontece
lo contrario, la agnosia. Es un mecanismo de defensa que se prefiere el
desconectarse del problema ante la angustia de un desastre inminente. En la
actualidad para nadie es un secreto que los efectos de una confrontación
termonuclear serían devastadores a nivel global.
- ¿Y por qué los académicos
no alzan su voz de alerta?
- Un intelectual, a
diferencia del académico, tiene la obligación moral de pronunciarse sobre los
problemas actuales. Por eso el académico permanece en silencio, oculta su voz,
cuida sus intereses institucionales, su imagen, tiene mucho narcisismo y tiende
a ser conservador. La propia academia es conservadora.
- ¿También se relaciona a
su vínculo con la ideología posmoderna?
- Sí, muy estrechamente. Vivimos
el imperio posmoderno del hombre anético[15].
La filosofía posmoderna pertenece a la filosofía nihilista de los opresores, preconiza
el nihilismo, el relativismo, el anetismo, es una serpiente que está viva y no será
aniquilada hasta que sucumba el orden unipolar que es profundamente relativista
y anético. No olvidemos que la filosofía posmoderna es parte integral de la
erosión nihilista de la sociedad postmetafísica.
- ¿Atravesamos una coyuntura
histórica especial?
- Sí. Hasta tal punto que
hay que reconocer que a pesar de que el hundimiento del mundo unipolar está patrocinado
por el capitalismo de Estado de China y Rusia, se abre una nueva era con el
mundo multipolar, donde las soberanías nacionales se restablecen y con ellas
las tradiciones culturales. Si ese capitalismo nacional impide que la vida
política y económica de la sociedad sea manejada por la aristocracia financiera,
habrá cumplido una gran parte de la transformación histórica que se requiere. Ello
no trae un robustecimiento total de las mismas tradiciones culturales, porque la
dinámica capitalista impulsa el cosmopolitismo y la internacionalización de la
vida misma, pero se da comienzo a una dialéctica nueva entre tradición o
particularismo y capitalismo o cosmopolitismo. El capitalismo de libre mercado
lleva las de perder y el capitalismo social de mercado lleva las de ganar. Pero
no será un capitalismo social de mercado tipo socialdemócrata, porque detrás
estará la figura de un Estado autoritario con un líder carismático. Por ello,
no hay que exagerar el entusiasmo ante lo que se viene, porque aún estamos en
la construcción de los peldaños hacia la superación del capitalismo mismo y la
construcción socialista. Pero si las cosas no son
estáticas, sino que devienen, entonces cuán absurdos son los intentos
conservadores y unipolares de congelar la historia. Vivimos una hora histórica
única e irrepetible, cuyas repercusiones serán planetarias. El mundo unipolar,
que ya inició su retiro histórico, es el epítome del apocamiento y
desvitalización de la razón.
El Hombre
- ¿Faltan genios para preservar
la paz mundial?
- No, hacen falta santos. No son los genios intelectuales
ni morales los que hacen la paz, son los grandes estadistas. Hay estadistas
geniales, sin duda. Existe el genio político, es un caso especial. Como todo lo
humano, está lejos de lo perfecto, pero contribuye a su proximidad. Lo peculiar
del gran estadista es que su criterio pragmático vuelve funcional la guerra o
la paz. Para él son herramientas útiles para sus objetivos. Es raro un caso
como el de Gandhi, una mezcla de político con intelectual pacifista. Claro de
por medio estaba la doctrina hindú de la ahimsa o doctrina de la no violencia y
respeto a la vida. Lenin es otro caso.
Su tradición cultural no es pacífica y, además, tuvo que hacer frente a la
invasión de los ejércitos imperialistas. Pero también hay genios del mal. Un
genio puede ser perverso, traicionero y maligno. El genio intelectual rara vez
es genio moral. No digo que la mayor parte sea maligna, sino siendo gente buena
no alcanza el nivel de genio moral. La paz en la historia humana viene a ser
resultado de un equilibrio de fuerzas dinámicas, por ello es una tensión
político-social guiada por un ideal moral.
- Pero, Sartre decía que el
infierno son los demás[16].
¿Por qué hacemos de la vida un infierno?
- El aserto sartreano no es
completamente cierto. Pero es casi una regla en las sociedades civilizadas
donde la política está presidida por el poder. No todo es cuestión de educación.
¿De qué sirve educar a la población en un ideal pacifista si la política real
es de dominación, explotación y agresión? Sirve de muy poco. El juicio de
Sartre parece esquizoide porque proviene de una sociedad alienada. Pero ya antes
había manifestado, en su obra más importante[17],
que en la mirada del Otro me convierto en objeto. Al margen que considero sesgado
el análisis de la mirada por Sartre -demasiado dependiente de la lógica del amo-esclavo
del hegelianismo, no considera la mirada femenina, ni incluyera el análisis del
amor-, el problema es el cambio de las estructuras sociales que pacifiquen la
vida humana. Y eso tampoco logró solucionarlo en segunda gran obra[18],
ya su periodo marxista, que a Desan y a Aron le parecieron que menoscababa la
libertad en favor de la ley histórica. Ahora bien, si la vida es bella,
esfuérzate para que la existencia no sea un infierno. También falta mucho de
buena voluntad. Mire Usted, ni la persona más bondadosa se libra de una pizca
de egoísmo. Así somos de contradictorios. Damos lo que tenemos. Algunas veces
maldad, otras veces bondad. Ambas cosas nos son innatas. El arte de vivir es
dar lo primero, y dominarnos para no dar lo segundo. La tarea no es fácil, pero
no imposible.
- ¿Por qué afirma que el
hombre es un ser metafísico?
- El hombre es un ser
metafísico no por escribir metafísica, sino por su sed de eternidad y porque
nada finito lo contenta. Guarda dentro de sí un impulso hacia lo universal y la
verdad, que nada empírico lo satisface. El hominismo busca convencernos de
que somos un mero ser biológico, pero la complejidad humana lo hace fracasar y
mas bien resalta que el enfoque humanista alcanza a decirnos que somos
seres espirituales encarnados en un cuerpo.
- Nuestro tiempo luce pobre
en ideas, ¿vivimos de puras creencias? ¿hasta en política ya no interesan las
ideas’
- Las ideas de la filosofía
son la creencia del mañana. La tragedia de nuestro tiempo es que al no haber
ideas nos hemos quedado sin creencias. Hoy importa la apariencia, la fachada, y
no el contenido. Poco importa que las personas sean malas si lucen bien. Vivimos
jaqueados de puro nihilismo, que nos hace navegar en puras aguas superficiales
de relativismo. Pero las creencias responden a la economía del pensamiento. Ellas
no logran desterrar la necesidad de ideas. El hombre tiene sed de ideas. Cierto
que no todo puede ser puesto en cuestión permanentemente, y por eso son necesarias
las creencias. No obstante, la sequía de ideas no puede ser permanente, tal
situación tiende a agotarse y a perecer. Las ideas son como las flores, una vez
pasada la tormenta se vuelven a recuperar.
Filosofar latinoamericano
- ¿Qué es un intelectual
filisteo?
- El intelectual filisteo
es el que no se rebela ante la injusticia, sólo le preocupa su seguridad
personal y se retira al torremarfilismo de su vida privada. Por ello, cuídate
de los logros académicos que pueden convertirse en lastres de imbecilidad y
petulancia.
- ¿Qué opinión guarda del
filosofar latinoamericano?
- El filosofar
latinoamericano debe emprender su auténtico cometido superando cualquier tipo
de anatopismo. Si algún drama atraviesa el filosofar latinoamericano es el no querer
asumir lo que somos y pasarse la vida imitando al filosofar extranjero. Claro,
hemos tenido grandes ejemplos en Mariátegui, Haya de la Torre, Víctor Andrés Belaunde,
Zea, Alfonso Caso, Joaquín Xirau, Iberico, Miró Quesada, Wagner de Reyna, Augusto
Salazar Bondy, Rodolfo Kusch, Larroyo, Astrada, Danilo Cruz Vélez, Benedito
Nunes, Gustavo Gutiérrez, Millán Puentes, Samuel Ramos, Sánchez Vázquez, Bunge,
Salmerón, Máyz Vallenilla, Scannone, Dussel, Ardiles, Bolívar Echeverría,
Fornet-Betancourt, entre otros. Prácticamente están presentes todas las
tendencias. La filosofía de la liberación y la filosofía inculturada son creaciones
de nuestro continente. Pero aún nos debatimos en la repetición de la definición
monocultural de la filosofía. Quizá eso se deba a la esencial función docente
de los filósofos latinoamericanos, como señaló José Gaos. Este ha sido un poderoso
factor que la ha mantenido anclada en el magisterio dominante occidental. Ello
ha producido que se formen dos grandes bloques: una bajo el universalismo monocultural
de Occidente y otro bajo el relativismo etnocéntrico vernáculo. Asuntivos y
afirmativos, al decir de Miró Quesada. Del primero lo encontramos en Sobrevilla
y del segundo a León Portilla. Pero el debate ha demostrado que es necesario
superar ambos extremos, reconociendo que la esencia de la filosofía es
universal pero su contenido es particular. Y mi propuesta de una Teoría
general de la filosofía avanza por ese camino. Se trata de no caer en el
etnocentrismo universalismo occidental ni en el etnocentrismo relativista
vernáculo.
- ¿Qué es filosofar en Latinoamérica?
- Filosofar en
Latinoamérica es anteponer el existir al concepto. Es un pensar unido a la
afectividad primordial del existir. La filosofía latinoamericana surge de nuestro
sentir, y por ello es simbólica, estética, antes que teorética. No digo que no
se deba teorizar, pero la filosofía latinoamericana cobrará mayor altura cuando
asuma que su pensar brota de su sentir antes que de su cavilar. El filosofar
latinoamericano está unido a la literatura, porque su realismo mágico lo hace
percibir el ser como realidad pática antes que realidad noemática. El filosofar
latinoamericano reivindica el poder cognoscitivo de la metáfora porque se opone
a la sequedad del mero concepto. El filósofo latinoamericano está ligado a la
poesía, porque percibe como nadie que de la fantasía surge la razón, antes que
a la inversa. Latinoamérica es reacia al exceso de abstracción porque no
responde al cogito ergo sum -pienso, luego existo-, sino sum ergo
cogito -soy, luego pienso-. No digo que así será siempre, pero aún lo es.
Designio inteligente
- ¿Cómo filósofo cristiano
qué opina del designio inteligente?
- Azar o inteligencia. Esa
es la disyuntiva cosmológica de la ciencia actual. Ciertamente que el argumento
del diseño es un argumento hipotético, pero no por eso es pseudocientífico. De
lo contrario también lo sería el argumento del azar. No hay evidencias
contundentes para ninguno de ellos, sino solamente indicios. Pero desde el
darvinismo fue rechazado por creacionista, teísta y derechista. Si dejamos de
lado la enconada polémica, podemos advertir que los orígenes del universo y de
la vida desafían el naturalismo metodológico y el materialismo estocástico.
Todo lo cual lleva a pensar que el Universo afinado y la complejidad específica
de los sistemas de la materia no pueden ser fruto del azar, sino del diseño
inteligente de un Creador. Como cristiano distingo entre explicaciones metafísicas
últimas y causas naturales secundarias, lo cual no significa que el Diseñador
tenga que intervenir en todo. En otras palabras, la explicación metafísica del
Diseño Inteligente no puede comprenderse al margen de una escatología religiosa.
Y esto tampoco tiene que tener un efecto paralizante en la investigación científica.
Además, si no fuera por el hombre el universo no traspasaría el reino de lo
inconsciente. El Universo es inmenso, pero no sabe que lo es. El hombre no es
ni una mota de polvo, pero lo sabe. Y esa es la inmensa diferencia. Ahora bien,
la desintegración futura del Universo en el cero absoluto, lejos de negar el
designio inteligente lo ratifica. Pues supone la existencia del plano
espiritual y del orden escatológico. El designio inteligente, con sus profundas
implicancias metafísicas y escatológicas, explica mejor la ley natural. No es
la ley natural lo que explica el designio inteligente. Materia y energía no son
todo en el cosmos. Sobre ello está la realidad del Espíritu.
Perú
- ¿Cómo ve en general al
Perú?
- El Perú aprenderá a vivir
el futuro, cuando el presente libertario se una al pasado de justicia social.
Tal es el peso de nuestro pasado milenario. El Perú padece una desilusión respecto
al mañana, porque sólo es feliz cuando su presente se asemeja a la grandeza de
su pasado incaico. El Perú es un problema filosófico, porque es un proyecto de
nación y una mala versión de democracia, donde el clamor popular sólo pudo ser
atendido en breves interludios autoritarios (Castilla, Velasco). Pero en
el horizonte multipolar que clarea, el Perú es posibilidad autóctona y universal.
Ni eurocentrismo ni autoctonismo, sino asunción de lo universal desde lo
particular. El Perú necesita un proyecto intelectual común que
lo inserte en el naciente mundo multipolar que adviene. Y ello será posible
sólo sin anacronismos -volver al pasado- ni anatopismos -copiar lo extranjero-.
El incario no fue perfecto ni inmaculado, pero sigue seduciendo su ideal de
justicia en un Perú republicano donde impera la desigualdad social. La sed de
justicia tiene que fusionarse con la sed de libertad.
Amor
- Hay un tema final inevitable.
¿Qué opina del amor?
- El amor nunca quita, siempre
dona. Amar es donarse a sí mismo. Por ello, quien ama crece y hace crecer el
mundo. Los grandes hombres tienen una relación peculiar con el amor, porque si no
crean nuevos valores son árboles que dan sombra, pero no fruto. El verdadero
gran hombre es el que hace crecer espiritualmente a los demás. Y como amar es
darse a sí mismo un auténtico maestro lo primero que reconoce es su propia
ignorancia, y por eso se da con humildad. Otro rasgo importante del amor es que
sabe engarzarse con los problemas de su tiempo. Una vida es
auténtica y llena de amor si intenta resolver los problemas de su tiempo.
Por ello, toda metafísica tiene un contenido amatorio significativo,
porque muestra un compromiso interpretativo, histórico y político.
- ¿Cree que hay amor en la
sociedad permisiva?
- No, no lo hay. El amor
siempre es creativo, nunca es destructor. El amor patológico es perverso, y
cree que ama en la dominación, humillación o perversión. Pero eso no es amor.
En la sociedad enajenada se pierde la claridad para distinguir el verdadero amor
del amor patológico, tomándose este último como el verdadero. Pero la sociedad
degenerada que hace proselitismo en favor de lo antinatural engendra la causa
de su propia destrucción. En esas circunstancias es difícil discernir el justo
medio aristotélico. En todo caso la recomendación es: Sed sabio y virtuoso
tanto como la flaqueza humana lo puede permitir. Es necesario decirlo cuando
vemos que el Occidente hedonista, nihilista y relativista se convirtió
en una nueva y luciferina Sodoma y Gomorra. La situación es complicada porque la destrucción de la
familia genera un mundo desalmado, sin amor y psicopático por el olvido de los sentimientos
y de la empatía. Es la madre la que
forja la empatía en el niño y prepara la base para que la razón oiga al corazón. El hogar educa el niño desde el corazón, la escuela desde
la razón. Pero todo eso se degrada cuando la madre, generalmente por razones
económicas, resulta ser la gran ausente en el hogar. Las mujeres madres deben
ser protegidas legal y financieramente por el Estado, porque el no hacerlo
genera más daño y perjuicio a la sociedad que se busca humanizar. Pero en el
capitalismo lo que interesa es la mano de obra barata que la encuentra en la
mujer. Mientras se mantengan invertidos los objetivos sociales, no habrá
remedio para los males que aquejan a la sociedad contemporánea. Y así vemos cómo la Edad Moderna, como época de la Razón
y la Libertad, fracasó en completa pecaminosidad porque no equilibró lo inmanente
con lo trascendente. La vida hedonista, consumista, disoluta, sin valores,
nihilista y relativista de la modernidad envejecida de Occidente es el
principal enemigo para que florezca el amor en el ser humano.
Feminismo
- ¿Qué opinión le merece el feminismo?
- Puedo estar de acuerdo con el
feminismo ilustrado de las sufragistas, pero tengo profundas discrepancias con
lo que vino después en el movimiento feminista. Básicamente me refiero a la
desnaturalización de la desigualdad sexual interpretándolo como género en
construcción. Ese constructivismo cultural marcadamente antiesencialista y
relativista termina devorando la identidad en función de los deseos personales.
A partir de esto se inicia el mito cultural de que la subjetividad resulta de
imposiciones sociales. El desbande se inicia con Simone de Beauvoir[19]
con su expresión -muy vinculada al principio existencialista: “la existencia
precede a la esencia- “no se nace mujer, se llega a serlo”. Se trata de una
falacia culturalista, donde se identifica “lo bueno” con “lo cultural”. El
alegato extremado contra el determinismo biologicista lo dan en la Segunda ola
feminista Betty Friedan y Kate Millet[20]
al afirmar que lo femenino está atravesado por relaciones de poder. Firedan
enfatizaba las reformas legales para alcanzar la igualdad, Millet interpreta la
heterosexualidad como forma de dominación. Por su parte, Lucy Irigaray y Hélene
Cixous recusaban a Beauvoir por intentar abolir las diferencia sexual. Y Carol
Gilligan[21]
oponía la ética del ciudado como lo propio de la mujer. Pero la irrupción de la
Tercera ola declaró obsoleto el binomio igualdad/diferencia, y adoptando el
concepto de “género” del psicólogo Money, introduce la sospecha sobre el sexo
natural frente a lo cultural. Así, Judith Butler[22]
sostiene que las diferencias biológicas que establecen dos sexos binarios es
una diferencia cultural. No hay identidades fijas, no tenemos que ser “mujer”
ni “hombre”. Es decir, ya no se trata de desnatualizar lo cultural sobre lo
biológico, ahora se trata de desnaturalzar lo biológico mismo, el propio
cuerpo. La ideología de la reproducción impone la identidad sexual. Para Butler
se trata de subvertir el género y abrir la via a sexualidades que no son las
normativas. Entonces irrumpen los cuerpos disonantes, el grupo LGTBQ,
personajes que fluctúan entre distintas identidades. En una palabra, el
feminismo terminó disolviendo no sólo a la mujer, sino al sujeto mismo,
expresando la disolución del sujeto moderno. Lo que no se logró en los campos de exterminio nazi lo consiguen las sociedades posdemocráticas de occidente.