Autor: Gustavo Flores Quelopana
Editorial(es): IIPCIAL
Lugar de publicación: Lima
Año de edición: 2024
Número de páginas: 256
Reseña
El presente Caleidoscopio intelectual del filósofo peruano Gustavo Flores es una muestra de la atención que se presta a sus ideas desde el ámbito nacional e internacional.
Es cierto que ningún comentario hará que surja un pensador. No obstante, los comentarios indican que existe el pensador con su arsenal de ideas.
Lo que está en juego en estas páginas es el cuestionamiento de la imagen del mundo de la modernidad a través de las nuevas categorías aportadas por el filósofo Gustavo Flores Quelopana (formas del filosofar, anético, justicia como copertenencia, hiperimperialismo, neobrutalismo, ufología demonológica, exitofobia, fracasofilia, cibercracia, mitocracia, mitomórfico, numinocrático).
OBRAS RECIENTES DEL AUTOR
Ser y Realidad
Filosofía, Ser, Historia
Prometeo liquidado: Inteligencia artificial y
Juicio Final
Nietzsche y la metafísica inmanente
Ufología: El Gran Fraude
Humanidad en peligro: Tercera Guerra Mundial
Acotaciones del pensar
Sobre el infinito universo y el vacío cósmico
Contra el Género
Universalismo filosófico
Por qué filosofamos
Luis Flores Caballero. Filósofo de la síntesis
Neobrutalismo
Ciber Deus
Contra Nosotros. Ufología como demonología
Amero Mensura
El hombre sin humanidad
El secreto de Wiracocha
Polpetta Ignota
Gustavo Flores Quelopana
Caleidoscopio intelectual
Comentarios y Objeciones
FONDO EDITORIAL
IIPCIAL
Instituto de Investigación para la Paz Cultura e Integración
de América Latina
LIMA-PERU
2024
BIODATA
Gustavo Flores Quelopana (Lima, 1959). Filósofo,
poeta y escritor, peruano de frondosa obra y ágil pluma. Expresidente de la
Sociedad Peruana de Filosofía, presidente tres veces en la Sociedad Internacional
Tomás de Aquino (SITA-Perú). Disertante en universidades de Colombia, Panamá, México
y Perú. Sus aportes filosóficos se traducen en varias categorías: lo “Numinocrático”,
aplicado a la filosofía prehistórica; “Mitomorfico” para entender el filosofar
arcaico; “Mitocrático”, para comprender la filosofía ancestral; lo “Anético”,
para categorizar la crisis moral y antropológica de la posmodernidad; la Justicia
como “Copertenencia”; el “Hiperimperialismo”, como lo característico y esencial
de la globalización neoliberal actual; la “Cibercracia”, régimen político hacia
el cual marcha el capitalismo digital; el “Ciber Deus”, como realidad posible
de la Inteligencia Artificial Fuerte, la “paradoja antrópica”, como categoría clave
para entender la destrucción ecológica por la modernidad objetivante y antimetafísica,
y el “Neobrutalismo” como fenómeno espiritual de carácter terminal en toda
civilización.
Título: COMENTARIOS Y OBJECIONES
Primera edición en castellano: Lima, mayo, 2024
Autor: Gustavo Flores Quelopana
Editor: Gustavo Flores Quelopana
Los Girasoles 148- Salamanca-Ate
Se terminó de imprimir en mayo de 2024 en: ©
Fondo Editorial del Instituto de Investigación para la Paz, Cultura e Integración
de América Latina (IIPCIAL) / Editado por IIPCIAL-Dirección: Los Girasoles 148
Salamanca, Ate.
Tiraje: 30 ejemplares
HECHO EL DEPÓSITO LEGAL EN LA BIBLIOTECA NACIONAL
DEL PERÚ
N° 2024-07706
CALEIDOSCOPIO INTELECTUAL
Comentarios y objeciones
PÓRTICO
E |
s cierto que ningún comentario y objeción
bien formulada hará que surja un pensador, pero lo que puede hacer es
contribuir a perfilar mejor las ideas y superar las dificultades implícitas en
ellas. Pero lo que está en el fondo en juego en estas páginas es la imagen del
mundo de la modernidad.
Por otro lado, el comentario y la objeción
reflejan la dimensión de la recepción de las nuevas ideas examinadas y su
posible repercusión para el desarrollo futuro del problema que se trata de
explicar. Todo ello ha representado la atención prestada por los comentadores y
críticos de mis ideas. Las diversas formas de filosofar, mitocrático, anético, hiperimperialismo,
mentalidad peruana, crítica de la modernidad, justicia como copertenencia, ufología
demonológica, han sido hasta el momento, y en ese orden, las categorías
filosóficas más discutidas. La paradoja antrópica, neobrutalismo, cibercracia, ciber
deus, amore mensura, son categorías que aguardan su recepción.
En todo caso
constato que para la vida intelectual resulta valioso prestar atención a los
comentarios y objeciones que provocan las ideas nuevas. Para el caso recuerdo
el caso de Kant cuando escribe el opúsculo Por qué no es inútil una nueva
crítica de la razón pura (1791). Lo hizo como una respuesta a un detractor
tan enrevesado como Eberhard, sino que no se limitó a defender tan sólo su
crítica para pasar a defender la herencia legítima de la filosofía de Leibniz.
Y casos como éste se multiplican en la historia del pensamiento.
Las ideas tienen su propia manera de fecundar al margen de las propias intenciones
de su creador. Al menos esa es la vida del espíritu. Testimonio de ello son los
comentarios y las críticas. El intelectual necesita tomar contacto con las
repercusiones de su pensamiento porque no sólo retroalimenta su pensar, sino que
se desenvuelve en un determinado contexto cultural que condiciona su alcance y resultado.
Mirando lo que los demás piensan sobre el propio pensar ayuda a perfeccionar lo
planteado. La verdad es que a la mitad de la vida es necesario disponer de ocio
y privarse de libros para pensar lo esencial. El trabajo intelectual requiere
concentración y distanciamiento. Son los comentarios y críticas los que acortan
tal distancia. Además, muchas veces ayuda más la adversidad y la indiferencia
que la abundancia y la atención inmediata. No es casual que los académicos sean
ágrafos y produzcan obras poco duraderas. Para un intelectual es mejor gozar de
independencia aún a costa de la estrechez y la penalidad. El intelectual debe
acostumbrase a reflexionar y lanzarse de golpe a la aventura escrita sin
preocuparse de las repercusiones, cosa que resulta muy problemático para el
académico. Es por ello que a la larga el academicismo ha resultado más perjudicial
a la filosofía que a la ciencia.
En el caso del filósofo lo central es atisbar a una nueva explicación de
la realidad y queda muy relegado que lo entiendan o acepten. Sin que ello deje
de ser importante lo importante es seguir horadando la realidad con el pensar.
Así es como se comprueba que al saber se llega no por extensión de lecturas o
el tamaño de la propia biblioteca, sino por penetración y profundidad. De ahí
lo ridículo de jactarse de estar al día en la última bibliografía o haber leído
el último libro sobre algún tema. Hay que rechazar la sed de libros, que al
final terminan siendo donados por la familia a una biblioteca, porque es mejor
leer bien y detenerse con calma en lo leído. El académico aspira a llegar a escribir
lo perfecto, en cambio el intelectual no teme escribir lo imperfecto porque
primero hace caso de su inspiración. El deseo de perfección es esterilizante y
petrificante.
A veces es mucho más ventajoso dar un pequeño salto que creer que con un
centón se alcanzó la cima. Así como hay que aprender a resumir también hay que
aprender a leer a sus críticos y comentaristas. Muchas veces tienen cosas
valiosas que apuntar y señalar, pueden hacernos ver nuestros errores, nuevas
rutas, repercusiones no previstas y dar consejos invalorables. Los comentarios
y las objeciones son como la mente extendida por otras cabezas. Por eso no hay
que destruirlas ni combatirlas gratuitamente, porque el mejor catalizador es la
serena reflexión y evaluación de lo pensado. Ello es parte del aprendizaje
indispensable para saber escuchar y retener sólo lo esencial. Es parte de la
catarsis y autognosis personal. No hay que rehuir las influencias, hay que
buscarlas.
En la exposición de los comentarios y objeciones he optado por el
ordenamiento diacrónico que sincrónico, no sólo porque permite ver la evolución
de mi desarrollo intelectual sino porque se percibe mejor la recepción y
repercusión de las ideas en curso. Soy consciente que trabajo en un campo de
pensamiento que tradicionalmente aspira hacia lo universal, aunque últimamente
con el auge del nihilismo y del relativismo se ha parapetado en el naufragio
civilizacional de la particular.
Y esto lo digo porque siendo la filosofía la cúspide de las humanidades
hay que reconocer que éstas se encuentran en franco retroceso ante el avance
arrollador de la cultura instrumental en todo el mundo. Se trata de un fenómeno
espiritual decadente, que yo lo llamo “neobrutalismo”, que aniquila la
educación, la cultura, la paz, el desarrollo y la propia democracia. Se ha
instaurado una nueva barbarie de la civilización de la máquina y la Inteligencia
Artificial (IA). Pero lo que hay que advertir es que cuando la cultura entra a
su fase civilizatoria tiende a volverse decadente, a disolver las humanidades,
afrontar la pleamar del irracionalismo, y contrarrestar la excesiva confianza
en la técnica y el saber mecánico. Y todo se agudiza con el terremoto geopolítico
actual.
Esta civilización global que nos azota con su nihilismo, relativismo,
hedonismo e inversión de los valores no sólo está erradicando a las humanidades
de las universidades, sino, y esto es lo más grave, del alma humana misma. Este
hundimiento de lo superior y la hegemonía de lo inferior, básico y ventral hace
que se hunda la filosofía como signo de la caída en picada del hombre mismo. Es
posible que la filosofía junto a las humanidades sobreviva al colapso
civilizatorio en cenáculos privados, allí se refugiará la semilla de la
cultura, como sucedió con los conventos durante la Edad Media. Pero todo ello
sucederá previo imperio de la neobarbarie. No es difícil escribir comentarios y
objeciones que no impliquen ni una diatriba ni un panegírico. Sólo se necesita
buena voluntad, equilibrio espiritual y generosidad. Cualidades que son escasas
en las personas, aún cuando puedan permanecen dormidas o suprimidas. Lo cual me
recuerda que la filosofía es el campo intelectual en que todos disienten, pero
al mismo tiempo todos se entienden. En la discrepancia hay fecundidad cuando no
se interpone la obstinación. Publicar este libro resulta una visión
retrospectiva del camino recorrido, los errores cometidos y los aciertos intuidos.
Después de esta vida no habrá otra para atisbar en ello, salvo en el juicio
escatológico que a todos nos llegará.
Considero incluso que este libro es una estación que permite evaluar con
la serenidad de los años la tarea que aún está por cumplirse. Si Dios lo
permite, que así sea.
La presente recopilación de los Comentarios y Objeciones efectuados por
diversos intelectuales aspira al autoanálisis y autoevaluación del propio pensamiento
y su impacto en el pensamiento ajeno. Si algo he de añadir es un agradecimiento
especial a todas aquellas personas que atendiendo a mi solicitud aceptaron
participar en el presente proyecto. Lo que demuestra que seguimos siendo una
comunidad pensante que ama las ideas a pesar de los obstáculos que se levantan
en el azaroso camino del filosofar.
Por lo demás, me siento como un meteoro errante que atraviesa fulgurante
el firmamento filosófico que terminará apagándose al estrellarse con los astros
que cumplen sus ciclos orbitales. No sé cómo empezó toda esta travesía y ya no
me importa saberlo. Tampoco me interesa conocer si cumplí mi recorrido. Sólo
puedo testimoniar que fue una bella y emocionante itinerario por el universo de
las ideas. Si la idea misma es poesía y si la filosofía es poesía pensante, entonces
somos un verso suelto en el Universo de la Creación. No obstante, ese verso
suelto que somos está insuflado de amor porque todo lo que existe es amore
mensura de la divinidad. Que este caleidoscopio intelectual refleje los
comentarios y objeciones que suscitan las ideas.
I
Pequeños
ensayos
ANA LACALLE FERNÁNDEZ-Filósofa/Barcelona
EN EL HORIZONTE DE HUMANIZAR AL HOMBRE
En torno al pensamiento del filósofo Gustavo Flores Quelopana:
Buenas tardes y noches. Para mí es un lujo y un
privilegio participar en este homenaje a la trayectoria humanista -en su
sentido renacentista- de Gustavo Flores Quelopana. Primero, porque nuestro
encuentro en el ámbito de la reflexión filosófica, aunque breve, ha sido
ciertamente intenso.
Coincidimos por primera vez en un conversatorio en el que
dialogábamos sobre “la posibilidad de pensar más allá de la democracia”,
en el marco del V Simposio correntino de Filosofía Política. Su ponencia
breve, para poder compartir ese espacio con cinco pensadores, fue la primera
intervención que escuché y me admiró su claridad expositiva y de ideas, a
partir de un enunciado amplio y del que era difícil presentar una síntesis
clara por la complejidad que interacciona con lo democrático como problema.
Tras esta intervención he leído artículos de su blog y
asistí, nuevamente, a una conferencia sobre “la Crisis del
nihilismo”. De estos dos encuentros surgió una conexión que yo
situaría en la confluencia de considerar al ser humano como lo prioritario,
en el sentido de que el cultivo de su interioridad exige constatar en qué mundo
vivimos, qué poder lo domina y qué formas de redención o liberación podemos
hallar.
Voy a referirme a los aspectos del pensamiento de Gustavo
que he conocido directamente, aun sabiendo que su obra es ingente, pero de la
que considero podréis hablar con más rigor aquellos que habéis tenido acceso
directo a sus escritos desde hace años.
Destacaría, en este sentido, de su pensamiento el neologismo
de “el hombre anético” que siendo el humano carente de horizonte
moral, no es más que el producto de la intersección entre el nihilismo y
el neoliberalismo que han hallado en las democracias liberales
instrumentalizadas por el capitalismo y su aliado el conocimiento
científico-tecnológico, el campo de abono idóneo para generar un individuo
incapaz de movilizarse, si no es por intereses particulares. Así la
desintegración del tejido social en grupúsculos que reivindican derechos
sociales parciales es el gran triunfo de la ideología neoliberal, que refuerza este
relativismo del “Todo vale” denunciado hasta la saciedad por Gustavo.
Esto conlleva la desactivación y neutralización de
cualquier revolución estructural que procure atajar el azote neoliberal,
que fomenta un estar en la sociedad en detrimento de ser, que
por la diversidad que absorbe, consigue inocular la creencia al individuo de
que somos “libres”. Lo cual es absolutamente una falacia, en lo político y en
lo privado, que contenta superficialmente a un individuo que la misma educación
sistémica domeña para la sumisión inconsciente. En este sentido. destacaría también
la incursión de Gustavo en la reflexión pedagógica y didáctica respecto de
aquellas disciplinas que impone el sistema educativo, en detrimento siempre de
la formación humanística. Mal endémico a nivel occidental que responde a esa
voluntad neoliberal de formar técnicos sin criterios éticos, siervos que
obedezcan al sistema. Esta lucha, tras 24 años de actividad docente de la
Filosofía en lo que equivaldría al curso preuniversitario, me sitúa en sintonía
con la tarea didáctica de Gustavo, para quien la aptitud filosófica
no es espontánea, apreciación en la que coincido plenamente y por lo cual, y a
menudo en solitario en contra de las nuevas tendencias pedagógicas que
desorganizan la estructura cognitiva, más que posibilitar su desarrollo, he
apostado siempre por introducir a los alumnos en la Filosofía, mediante el
estudio de la Historia de la filosofía, porque solo a partir de un cierto conocimiento
y del estudio esforzado se pueden gestar nuevos paradigmas desde los que
repensarnos a nosotros mismos. Lo cual no excluye que estimulemos
esa actitud filosófica presente ya en los niños, como asume Gustavo,
a través de prácticas de naturaleza socrática que cultiven el espíritu de la
pregunta que poseen ya, rudimentariamente de manera innata. La cuestión, en
síntesis, en la que confluimos, creo, es ¿qué puede liberar al ser humano de
una sociedad que lo cosifica y lo deshumaniza? Trascendencia o inmanencia
están aquí presentes como factores para tener en cuenta en el desafío de
identificar las vías de liberación. Gustavo identifica lo
Trascendente como el fundamento último de recuperación del sentido y, por ende,
de valores que considera absolutos. Punto en el que nos distanciamos,
ya que desde lo que podríamos denominar un ateísmo nihilista, y, abro
un paréntesis para clarificar qué entiendo por ateísmo nihilista: el
ateísmo es el resultado de la IMPOSIBILIDAD de creer en DIOS, el cual está ausente
precisamente en los expulsados del sistema social capitalista.
Hay quien, en línea con Simone Weill ha intentado
argumentar que precisamente Dios está presente como ausencia. Mi percepción al
respecto es que eso, se lo cuenten a los que sufren el abandono, la pobreza,
las guerras, el hambre; porque si su forma de hacerse presente es el abandono,
tal vez podemos vivir sin Dios, que es lo que de facto sucede, a pesar de que
Dios sea Bondad, si no la ejerce ante las masacres y salvajadas humanas ¿De qué
le sirve a la criatura ligarse a Dios? La libertad humana que Dios respeta,
tampoco me resulta un argumento consistente, porque considero legitimo vulnerar
la libertad del otro cuando constatamos que está a punto de cometer una
atrocidad. ¿Para qué un Dios si el humano, hibrido entre bestia y ángel, es capaz
de lo más elevado y lo más depravado? Así, y concluyendo la nota a pie de página,
la imposibilidad de creer en Dios nos sitúa en un nihilismo que no
sustituye a quien para él no es real, sino que desde la humildad de las propias
limitaciones y de la complejidad de su “siendo”, en un vacío de sentido y desde
la conciencia de la nada, intenta contribuir a la rehumanización de la Sociedad
y de sus estructuras que determinarán condiciones de existencia justas para
todo individuo.
Retomando el hilo de lo expuesto, desde un “ateísmo
nihilista” entiendo que es posible rescatar al individuo humano como un fin en
sí mismo, y en consecuencia consensuar cuáles son las condiciones de
posibilidad para que acontezca lo más genuino del mismo, que es razón,
voluntad, emociones, afectos, pasión, deseo. Y estas condiciones, no son
más que aquellas que se deben derivar del intento de garantizar una
existencia digna a todo individuo, sea o no su horizonte la Trascendencia.
Tengo la convicción de que la coincidencia en el establecimiento
de los requisitos necesarios para la vida humana no dista entre el pensamiento
de Gustavo, y la de muchos que, desde una cultura de lo inmanente, no hemos
perdido el norte de lo que puede constituir un valor moral, y que difiere sustancialmente
de lo que no es más que simple utilitarismo pragmático. De alguna manera
diría que la trascendencia consiste en este caso, y a diferencia de lo que
sostiene Gustavo, en no dejarse seducir por el materialismo pecuniario, y
cultivar la interioridad compleja y ambivalente, que no deja de ser lo más
genuino que fluye en el estar siendo un individuo humano.
Ahora bien, me parece un ejemplo de voluntad de diálogo y
entendimiento el hecho de que Gustavo Flores y una servidora compartamos
el horizonte de humanizar al hombre, o sea de reivindicar su pleno
desarrollo, su plenitud. Solo un planeta con actitudes, valores y
propósitos que velen por todos los seres vivos, entre ellos los humanos, es
decir la Naturaleza en su conjunto, pueden orientarnos a llevar a cabo acciones
que apuesten por el auténtico BIEN COMÚN, que es el de todos, y no coincide
necesariamente con el INTERÉS GENERAL, que puede estar viciado por los que
ostentan el poder. No creo que Gustavo asuma tampoco esa identificación
entre BIEN COMÚN e INTERÉS GENERAL.
Para concluir, destacaría la labor prolija que ha desarrollado
en la FILOSOFIA y en esa recuperación de un HUMANISMO que mira a lo TRASCENDENTE,
que le han llevado a estudiar también las raíces de la cultura peruana – lo que
él denomina MITOCRACIA en contraste con el
origen LOGOCRÁTICO eurocentrista – antes de la CONQUISTA por parte
del REINO de ESPAÑA, y que para muchos españoles constituye una vergüenza
histórica. En este sentido, tal vez la pandemia, además del sufrimiento, personalmente
me ha dado la ocasión de entrar en contacto con personas de diversos países
Latinoamericanos, de conocer la inquietud y el saber filosófico que hierve por
estas tierras, además de constatar cierta ignorancia por parte de Europa de lo
que Latinoamérica tiene que decir en muchas cuestiones actuales.
Querría finalizar con unas palabras del propio Gustavo
Flores Quelopana que me resultan especialmente REPRESENTATIVAS de aspectos de
su pensamiento:
“La uniformización de la
mente de niños, jóvenes y adultos diariamente y sin descanso, que son
bombardeados con estulticias, banalidades y mentiras, terminan corrompiendo la
inteligencia y la voluntad humana. La concertación de la mentira es la
estrategia contemporánea para la inmoral dominación y el lucro desmedido. La sociedad
está tensando sus mecanismos de extraversión hasta un límite que destruye la
propia vida interior. Lo vano, tonto, superficial e insubstancial se asienta
inequívocamente en las mentes de una sociedad que vive para la distracción, el
relajo y éxito.” Extraído del
artículo “El sinsentido de la vida y el final de los tiempos”. Blog del Gustavo
Flores Quelopana.
Deseo añadir otra consideración al respecto de la actitud
con la que afronta la tarea filosófica. Es admirable que no rehúya -lo puedo
aseverar por experiencia propia- el diálogo, cuya ausencia está socavando las
posibilidades de construir un mundo entre todos y para todos, con aquellos que
diferimos con su propuesta en cuestiones nucleares. Pocos están dispuestos a
entablar un intercambio filosófico con los que, a diferencia de una concepción
trascendente del ser, sostenemos un materialismo e inmanentismo de lo real. La
Filosofía exige estos contrastes e intercambios sin los que, desde la Filosofía
misma, estamos levantando muros de cancelación.
Muchísimas gracias nuevamente por el honor y la deferencia
de invitarme a participar en estas Consideraciones y Objeciones sobre el
trabajo, ahora sí, del Doctor Gustavo Flores Quelopana.
ANA LACALLE FERNÁNDEZ- Filósofa/Universidad de
Barcelona
“TENER O SER. REFLEXIÓN SOBRE LA PONENCIA
“CRISIS
EN LA ÉPOCA NIHILISTA” (7 de febrero 2021)
Ayer tuve la oportunidad, y la fortuna, de
escuchar una ponencia de Gustavo Flores Quelopana (Perú) sobre “La crisis en la
época nihilista”, organizada por la Sociedad Liberteña de Filosofía y Cultura. La
claridad de ideas, expositiva y de síntesis de un profundo y amplio saber,
hacen de esta ponencia un evento accesible a cualquiera, aunque no esté muy adentrado
en el ámbito de la Filosofía. Más que intentar resumir la excelente ponencia, -la
cual intentaré insertar al final de este artículo para que tengáis fácil
acceso- me gustaría detenerme en una de las ideas que Gustavo Flores formuló
con la naturalidad de quien lanza una flor al aire a ver si alguien la recoge.
Bien, pues ahí estaba yo. El hecho de centrar
mi reflexión en el aspecto que mostraré a continuación no significa para nada que
sea lo más relevante de la ponencia. En absoluto. Tan solo fue una idea que me
resonó especialmente y en la que desearía adentrarme.
Aclarar de antemano que personalmente me
reconozco plenamente en el nihilismo, ya que no percibo un reconocimiento más honesto
de la época en la que vivimos y del límite abisal al que hemos llegado. Tal vez,
solo un ciclo histórico cultural repetitivo podría apartarlo, para volverlo a recuperar.
Sería pues, si tuviese que situarme en el contexto de la ponencia de Flores Quelopana
una atea nihilista. A pesar de mi alergia a etiquetas que encorsetan y parece
que no te permiten fluir y re-conocerte junto con los otros y el mundo,
me ha parecido sugerente explicitar lo anterior por rebeldía; la hartura de
constatar cómo se sitúa a un pensador bajo un rótulo fijo y los que se ubican
en lugares diferentes no muestran ni interés por entrar en diálogo con otros.
Personalmente, lo único que puedo hacer del
saber del Dr. Flores es aprender, pero no me cansaré nunca de escuchar a cualquier
filósofo, que por su categoría y profundidad de sus reflexiones llegue a cuestionarme
posiciones o creencias, a las que no es que este “adherida”, ya que ante todo
soy militante de velar por las personas. A partir de ahí, y sí, habiendo
llegado a un ateísmo nihilista -podríamos denominarlo así- estoy sedienta de aprender,
descubrir y luchar, desde mi humilde posición, a favor de todo lo que zanje lo
inhumano y vele por la dignidad de las personas. Desde esta convicción reconozco
a Gustavo Flores, como un gran maestro. A la vez que puedo estar ávida de
atender a otros de visión contrapuesta que destilan también una gran humanidad.
Establecido esto, me dispongo a centrarme en esa
idea, que mencionaba me había resonado especialmente, del discurso de Flores.
Aludiendo a la cuestión a destacar de memoria -porque rebobinando el vídeo no
he conseguido dar con ella, me estoy refiriendo a la paradoja que menciona el
profesor en su ponencia de que en una era antropológica el hombre ha olvidado
el ser y se ha instalado en el tener.
El olvido del ser implica la negación de la trascendencia,
como escucharéis en el video de la conferencia, pero podía haberse ubicado en
el estar, en el sentido de hallarse concretado en el mundo, como ente, como
des-ocultación del ser -el Dasein heideggeriano-. Pero no, Flores afirma, y me
parece recuperar aquí una idea que ya formuló el psicólogo humanista Eric Fromm[1], se reconoce en el tener. Esto me resulta elocuente porque
entiendo que, llevando implícitas algunas otras ideas que se mencionan en la ponencia,
permite escudriñándola extraer gran parte de los rasgos del individuo y la época
actuales. El vacío de un horizonte lleno de nada exige al humano buscar
objetivos presentes, actuales que le ayuden a aliviar ese vacío que no todo humano
puede sostener. Y ese hueco horadado por la nada acaba constituyendo el terreno
idóneo para situar el consumo de cosas como el lenitivo, el falso
sentido, del que intentará nutrirse el sujeto postmoderno que, abocado a la
desesperación, se reconvierte en sujeto de consumo, asume inconscientemente una
nueva identidad y organiza su vida entorno al tener. Su creencia de que el
placer acerca a la felicidad y de que este consiste en el disfrute de cosas que
nos hacen sentir bien, le lleva a consumir compulsivamente para no dejar
un instante a esa nada que lo ensombrece. Mientras se entretiene con placeres corporales
o actividades lúdicas que lo distraen, no parece haber ningún
problema.
De ahí que el humano con poder adquisitivo
asume una existencia falaz, disfrazada de una forma de vida que opera como un
distractor para no detenerse en el tiempo y pensar, interrogarse, …porque ese
sería su final, se toparía con ese vacío que no puede soportar. Quienes no
poseen el nivel social para ese tipo de vida, la ubican como horizonte deseable
que acabará, o eso suponen, con todas sus infelicidades.
Así, entre los que se lucran para consumir,
tener cosas y llenar la nada en la que flota su existencia y los que no
pudiendo aspiran a ello, habitamos en una sociedad que nos despoja de la auténtica
existencia para reconvertirnos en sujetos frágiles que consumiendo parecen tapar
los cráteres de la existencia humana.
De ahí que Flores Quelopana explicitara la paradoja
de que en una era antropológica – en la que el hombre es el centro y el eje de
todo- esa sustitución del ser por el tener es uno de los giros más antihumanistas
que pueden producirse, porque constituye un engaño, una máscara y una impostación
que caerá, y está cayendo por su propio peso: lo que somos no puede identificarse
con lo que tenemos porque entonces nos cosificamos, nos convertimos en cosa, y
como no lo somos, no podemos sostener indefinidamente esa parodia, que por endeble,
acaba dejándonos a la intemperie, rodeados de cosas y absolutamente vacíos. En
este sentido, desde la perspectiva nunca cerrada, ni zanjada con la que soy
capaz de mirar el mundo, entiendo que, sin los otros, sin la interacción continua
ni podemos forjar nuestra identidad, ni nutrirnos de lo único que puede
llenarnos de algo de belleza, el otro.
Para finalizar esta sucinta y parcial
reflexión, desearía explicitar que simplemente he tirado de uno de los hilos que
constituyen el complejo entramado presentado en esta conferencia. Gustavo
Flores Quelopana nos sitúa en la encrucijada misma en la que se halla la modernidad
y es tan nutrida su conferencia que restan, por supuesto, muchos cabos de los que
estirar y repensar, con el propósito de entender mejor el mundo en el que vivimos
y rebuscar vías que, a mi juicio rescaten a las personas de la salvaje deshumanización
en la que nos hemos instalado, casi con indiferencia.
Mi agradecimiento por a la organización de estas
conferencias a la Sociedad Liberteña de Filosofía y Cultura (Perú) y en especial
a Gustavo Flores Quelopana por su generosidad al compartir sus trabajadas y maduradas
reflexiones. Os exhorto, en consecuencia, a visualizar la ponencia que es
imprescindible, además de orientadora para los que sin estar en exceso adentrados
en la Filosofía desean tener una visión global de un acontecimiento crucial como
es el Nihilismo. Obviamente existen otras visiones o percepciones que mostraré
cuando tenga noticia de una exposición tan excelente como esta. ¡¡Gracias!!
Nota
[1] “Parece que tener es una función normal de la vida:
para vivir, debemos tener cosas. Además, debemos tenerlas para gozarlas. En una
cultura cuya meta suprema es tener (…) parece que la misma esencia de ser consiste
en tener; y si un individuo no tiene nada, no es nadie”. Fromm, E. ¿Tener o
ser? Ed. FCE. México 1978. Pg. 3
CARLOS M. ÁLVAREZ DE ZAYAS-Filósofo/Universidad de Oriente. Cuba
EL MITO Y LA RAZÓN (Santo
Domingo, 2011)
Los que nos hemos acercado a la Filosofía por el
camino de las ciencias naturales (en nuestro caso Física), sabemos que, desde
el punto de vista epistemológico cada paso dado en función de explicar los fenómenos
que se dan en la realidad objetiva y material estudiados por esta ciencia, requieren
de encontrar un modelo, una abstracción concebida en la mente del investigador,
en el que él presupone, muy subjetivamente en que, a partir de dicho modelo y
de sus inferencias, se pueden resolver los problemas presentes en la realidad
concreta.
Dichas abstracciones en su etapa de concepción, del
parto difícil de tratar de explicar el acontecer de esos fenómenos, son ideas,
son especulaciones, son fantasías que, en su esencia, tienen la estructura de
un mito. La cual en general,
es “una narración que describe y retrata en lenguaje simbólico el origen de los
elementos y supuestos básicos de una cultura”. Esa modelación sintética, inductiva,
subjetiva, inmanente del objeto de estudio, presupone que, a la vez, se produce
una caracterización analítica, deductiva, objetiva y trascendente del mismo, en
forma de propiedades y magnitudes que, debidamente relacionadas entre sí,
expresen regularidades y leyes esenciales que, interpretadas adecuadamente,
posibilitan la solución de problemas. Pero ese proceso, que se describe rápidamente,
es el resultado en algunos casos de años, sino de siglos, de meditaciones,
fracasos y éxitos parciales. Por ejemplo, la Mecánica clásica, se concibió por
I. Newton, sobre la base de tres principios, que son una generalización de las ideas
que durante siglos se fueron acumulando y que, en su pensamiento genial, se fueron
sistematizando. Entre ellas está el concepto de límite que, aunque tiene cuatro
siglos de validación experimental, en el modelo que se concibió, casi con un criterio
de fe, se pensó como un proceso de etapas infinitas
en que el valor de una de las variables (el tiempo) se va reduciendo y tendiendo
a cero, sobre la base del cual se explica la relación entre variables, como es
la magnitud velocidad.
De ese modelo se infiere una consecuencia decisiva para
el razonamiento científico de la etapa histórica de la modernidad: Si conozco las condiciones iniciales y la
ley que rige el movimiento, puedo predecir unívocamente el lugar que ocupará el
cuerpo en un cierto intervalo de tiempo. Parecería que al fin habíamos
superado la escolástica, que todo el movimiento está sometido a leyes que objetivamente
y sin la interferencia de la subjetividad (el mito) nos permite dirigir los
procesos que indefectiblemente van a acaecer. Para ese pensamiento denominado
positivista, eso es ciencia y lo demás pensamientos religiosos execrables,
anticientíficos y retrógrados.
Sin embargo, la vida demostró que esa lógica
determinista, unívoca, lineal es insuficiente para explicar los complejos procesos
de la realidad, no sólo sociales y psicológicos, sino incluso en la Física: el
Principio de Incertidumbre
de Heisenberg (1917), cuestiona la certidumbre de la Mecánica Clásica; dicho
principio formula que: si sé dónde estoy,
no sé para donde voy, y si sé para donde voy, no sé dónde estoy.
Del mito de la mecánica clásica de la certidumbre,
se pasó a un nuevo mito, el de la Mecánica Cuántica y el de la Teoría de la
Relatividad, de la incertidumbre. Lo maravilloso del nuevo modelo es que generó
criterios epistemológicos que nos permitieron revolucionar el mundo mecánico a un
mundo tecnológicamente distinto, cibernético, informacional, globalizador, revolucionario.
Tan profundo fue el cambio que Planck, genial físico del siglo XIX, que incluso
elaboró las leyes de la Mecánica Cuántica en su invarianza, no se atrevió a
aceptar la formulación cualitativa de la incertidumbre que niega la lógica formal,
válida hasta entonces.
Un físico que haya experimentado y sufrido esos cambios
paradigmáticos difícilmente aceptaría la idea de dogmatizar el nuevo modelo y
pensar que se logró la gloria, sino que es un momento de la relación dialéctica
entre un modelo y su expresión teórica, sintético-analítico. Tampoco
compartimos el criterio de que el mito concebido por una persona, por genial
que sea, es divino e inmutable y que sus inferencias científicas también son
irreversibles; no es que lo religioso sea excluyente para un científico, para
un filósofo, sobre todo cuando sabemos que el nuevo modelo no se aprecia de la
observación inmediata y que se fundamenta en las ideas más raigales de dicho
investigador.
Al
igual que sucedió en la Física, el movimiento de las nuevas ciencias hizo eclosión
en la Segunda Guerra Mundial: Desde entonces enfrentó, con un nuevo paradigma,
a los modelos mecanicistas, simples, causalistas, lineales, deterministas,
atomísticos, jerárquicos. Durante los años 70s, 80s y parte de los 90s del pasado
siglo XX la valoración más extendida sobre el estado de las ciencias sociales
fue el de su situación de crisis teórica y epistemológica, entendiendo por esta
su imposibilidad para construir y compartir en un consenso amplio, imágenes y modelos
conceptuales que permitan caracterizar, explicar y prever el devenir de los sistemas
sociales, su dinámica y el entrelazamiento causal de sus cambios. Esto se hizo
mucho más agudo en las ciencias sociales en las cuales las leyes que parecían
inconmovibles se hicieron añicos ante las profundas transformaciones que en
países, que parecían la expresión más progresista de la humanidad, iban
acaeciendo, lo que se evidenció en la caída del muro de Berlín, y ahora en las
profundas transformaciones que en el mundo árabe estamos viviendo. Es decir, de
la geometría euclidiana, de la física mecánica de Newton y el materialismo dialéctico
e histórico con sus leyes inmutables, de la comprobación experimental como índice
de certidumbre científica, el estructuralismo con sus esquemas funcionales
supuestamente exactos y las partículas atómicas de conducta gregaria, hemos transitado
súbitamente a la geometría "fractal", al determinismo aleatorio de
Aron, que reduce la causalidad a un mero cálculo de probabilidades, la falsificación
experimental a lo Popper, la dialéctica del caos y las partículas atómicas
"inteligentes". A partir de los modelos que se iban concibiendo de la
mecánica estadística y de la teoría de las probabilidades, de la termodinámica
cuántica, de la física cuántica y de la cinética química, que proyectan un nuevo
paradigma de hacer ciencia, empezamos a comprender el nuevo camino de las mismas.
El paso consistió en franquear de un orden mecánico (estable, regular) a un
orden con tendencias, cuyos errores se distribuían al azar, y que seguía siendo
relativamente simple, más o menos predecible, más o menos regular, según los factores
intervinientes o contextuales, hasta dar un paso más, en que apareció la complejidad.
En
otra dimensión de las nuevas tendencias se refieren a los sistemas autorregulados,
adaptativos y creadores que surgen de la cibernética, de las ciencias de la información,
de la computación y la comunicación, de las ciencias de la administración o
gestión, de la epistemología genética, de la neurobiología, y las que se refieren
a procesos de organización y desorganización, naturales y humanos, que plantean
problemas estocásticos y caóticos, en que el azar y las turbulencias no están necesariamente fuera de control, pero
vuelven más complicado el comportamiento y requieren el estudio teórico
práctico del orden y el desorden, de la sobrevivencia y la extinción, de los
peligros de la desestructuración y de las distintas posibilidades de
reestructuración o incluso de la creación de nuevas estructuras, formaciones,
complejas y órdenes, ya sean estos “naturales” o “artificiales”.
Hay otro aspecto de importancia vital: independientemente
que la tecnología sí tuvo un avance extraordinario, que multiplican de una
manera exponencial la manera de pensar y hacer del hombre, no se resuelven los aspectos
más esenciales y profundos de la espiritualidad, de la subjetividad del hombre.
De modo tal que los investigadores, filósofos, economistas, pedagogos, psicólogos,
sociólogos y otros, apoyándose en las ideas más frescas de la ciencia se disponen
a través de lo complejo emprender el
camino de reencuentro con la epistemología de la ciencia, aun en el medio del caos. Por esa razón celebramos con júbilo
la presente obra de “Filosofía Mitocrática y Mitocratología” del profesor Gustavo
Flores Quelopana, que nos formula, después de un exhaustivo análisis histórico
y filosófico, la dialéctica de la razón y el mito.
Comparto con el distinguido profesor el criterio de
que tanto el mito como el concepto son polos de una unidad dialéctica, que tienen
como elementos comunes el hecho de que ambos son formas de caracterizar lo universal,
es decir, que ambos son filosofía, que ambos son racionalidades; pero a la vez,
son distintas, en su lógica inductiva-deductiva, en su generalización-particularización,
en su enfoque holístico-analítico, cuyos opuestos generan su contradicción. Tan
consustancial es la contradicción al objeto de estudio de la Filosofía que
podemos formular que, la identidad es consecuencia de la contradicción; que, porque
existen ambos enfoques distintos en la realidad, es que existe la identidad de lo
universal, de lo filosófico. La identidad solo existe en la presencia de la
contradicción, y lo contrario la contradicción es la fuente de la identidad.
También comparto el criterio con el doctor Flores
de que el mito y el concepto no lo podemos clasificar en un decursar temporal
diacrónico o sincrónico, sino que ambos existen y se expresan en una u otra
dimensión en correspondencia con las condiciones que se van dando en el desarrollo
de los procesos sociales. Aunque en un momento determinado se pueda priorizar
uno u otro, de esto no se infiere que, la ausencia de un polo implica la
desaparición de ambos; es decir, que sin mito no hay racionalidad alguna; que
sin “intencionalidad emotiva, no hay intencionalidad cognoscitiva”. Que,
compartiendo la lógica pascaliana “el corazón tiene razones que la razón no
conoce”, aunque la una sin la otra no existe, en tanto son dimensiones de una
misma personalidad; de igual manera la razón sin fe no tiene sentido y lo contrario
también: “Todas las puertas que abrí a través de la ciencia, me llevaron a Dios”
(A. Einstein), que también escribió, “la fe sin ciencia es ciega; la ciencia sin
fe es sorda”. Lo que me cautivó del libro que valoramos, y que es para mí muy
instructivo, fue la caracterización del mito a través del pensar metafórico,
alegórico, multívoco, poético y analógico, a los cuales se les puede encontrar
su contrario dialéctico en la lógica formal. El autor nos ofrece a través de
esta instrumentación una lógica argumentativa para ubicar en igual jerarquía uno
u otro enfoque y apreciar que ambos son imprescindible de aquel que quiera
hacer ciencia, en que lo objetivo y lo subjetivo tienen igual trascendencia
desde lo científico, así como la relación material y lo espiritual, basadas en
las cuales podemos entender la verdadera esencia de las ciencias biológicas,
psicológicas y sociales, en que el símbolo y la palabra son expresiones sígnicas
equivalentes del razonar científico, en que el rigor unívoco de la ciencia
determinista tiene significación cuando posibilita la expresión multívoca de la
espiritualidad que también es realidad, en que la razón de lo trascendente
expresa también la intuición de lo inmanente.
Apoyados en esta cosmovisión podemos inferir que el
concepto y la metáfora tienen un vínculo dialéctico; al igual que se acepta
desde hace siglos que la prosa sin la poesía no existe; en un orden tal que
hacemos ciencia a través de la revelación; y magia a través del concepto. Sin
embargo, pensamos, como el autor de esta obra, que lo complejo se hace más evidente,
se revela en su verdadera esencia, cuando interviene de un modo mucho más explícito
lo subjetivo. La persona, en su expresión psicológica, no solo es expresión de
lo conductual, sino que es, sobre todo, subjetividad; que lo material, expresa
su verdadera esencia, en lo espiritual y viceversa. Lo espiritual propio de
cada sujeto, está preñado de intereses y motivaciones que influyen decisivamente
en el comportamiento de los procesos en los cuales participan los hombres, sin
que esto implique que solo prima el caos, el desorden, y que por lo tanto no
hay ciencia alguna que lo describa.
El método, para lograr las soluciones a los fenómenos
complejos en que participa el hombre, se le puede conocer mejor con
procedimientos de acercamiento, corrección o retroalimentación que, lejos de extrapolar
el pasado, descubran y construyan, entre conflictos
y consensos, el futuro posible y deseable para las organizaciones que buscan
mantener el control y asegurar su propia identidad y sobrevivencia. El camino de
la ciencia tiene como enemigos sujetos situados en los extremos, los que
dogmáticamente absolutizan un orden esquemático y extemporáneo; y aquellos que,
niegan todo tipo de regularidad absolutizando el caos y excluyendo lo científico
en la caracterización de la realidad. Agradezco al autor el estímulo que implica
estudiar obras como la suya y darnos cuenta que en la trinchera en que luchamos
no estamos solos.
CHRISTIAN JIMÉNEZ CÁCEDA-Médico/URP
FILOSOFÍA DE LA MEDICINA COMO EPISTEMO-FILOSOFÍA
MÉDICA
¿Qué explica a la filosofía de la medicina? Una
respuesta podría ser obtenida mediante el siguiente razonamiento.
Filosofía como onto-ética (2021) de Flores Quelopana nos enseña que, si el hombre es
ser humano, entonces filosofa y, si filosofa, entonces existe una organización "onto-ética"
de carácter trascendental que lo fundamenta y posibilita. Así las cosas, aceptando
que el ser humano puede laborar y elaborar filosofía de la medicina y que la
filosofía de la medicina es un tipo de filosofía, concluimos que la filosofía
de la medicina se explica por una armadura "onto-ética" fundamental y
posibilitadora, tal como es descrita por Flores Quelopana en su obra titulada
"Filosofía como onto ética" (2021).
Sin embargo, este razonamiento por mí esbozado
podría configurar falacia de accidente al no descartar que las particularidades
del antecedente pueden modificar las formulaciones del consecuente. Es por esto
por lo que no podemos afirmar la validez del razonamiento donde una "estructura
ontológica que es ética" (Flores Quelopana, 2021, p.6) sea explicación de la
filosofía de la medicina.
Tenemos, pues, un problema pendiente de
resolución: la explicación de la filosofía de la medicina. ¿Qué significa
preguntar por “la explicación de la filosofía de la medicina”? Empecemos diciendo
que la expresión “filosofía de la medicina” será entendida con claridad cuando
sepamos (con semejante claridad) qué significa “filosofía de la no-medicina”.
La vaguedad, como vemos, está a la orden del día
en cuanto al término “filosofía” y en cuanto al término “medicina”. Sin embargo,
estoy seguro de que no tendremos dudas en considerar problemas tales como el conocimiento
diagnóstico, la ética médica o la ontología de las enfermedades como pertenecientes
a una labor llamada “filosofía de la medicina” y a ese ámbito indubitable es al
cual nos referiremos en este texto.
Por otro lado, “explicación” será entendida
como las condiciones necesarias para la existencia de esta “filosofía de la medicina”.
Nótese que doy por sentado que no sólo un enfermo o un médico, sino todo ser humano
es capaz de laborar y elaborar filosofía de la medicina.
Las condiciones de existencia de la filosofía
de la medicina tendrán que expresarse, en uno o varios enunciados, que sean consecuente
“C” de la siguiente implicación: “Si la filosofía de la medicina existe, entonces
se cumple C”. ¿Cómo es, entonces, esa explicación de la filosofía de la medicina?
Bueno, ¿la explicación que buscamos, no
debiera apelar a un “argumento trascendental” como el que JL Austin (1961)
describió (y rechazó) en su obra titulada “Are there a priori concepts?” Dicho
argumento, aplicado a este caso, tendría el siguiente modelo:
P1: Los productos filosóficos de la medicina
son perceptiblemente diferentes; pero todas comparten, como notamos, el nombre
“filosofía de la medicina”.
P2: Nótese que a diferentes productos o elementos
los estamos llamando con el mismo nombre "filosofía de la medicina”. Conclusión:
Debe de haber algo común, esencial; pero no perceptible por los sentidos que es
tal “filosofía de la medicina”. De aquí, en este caso, podríamos tomar como cierta
la siguiente implicación: Si la filosofía de la medicina es esencialmente imperceptible
por los sentidos, entonces sus causas y condiciones también lo son. Reitero, sin
embargo, que este “argumento trascendental” es calificado por JL Austin (1961) como
erróneo, lo que nos persuade a no emplearlo en el presente texto.
¿Cómo entonces arribamos a tal explicación?
1. Dirigiéndonos al campo epistemológico:
Siguiendo los planteamientos de Miró Quesada (1944, pp. 133-135), consideremos
a la Medicina como una disciplina con determinados objetos de conocimiento y
determinadas condiciones de conocimiento, denominadas estas últimas por Miró Quesada
(1944, pp. 134) como “’dato epistemológico’”.
2. Reemplacemos “filosofía” por “conocimiento
filosófico”. Habrá quien lance el certero dardo sobre mi formulación arguyendo
que incurriré en falacia ignoratio elenchi, ya que encontraré la explicación
perfecta, pero para el concepto equivocado. Debo decir, empero, que me resulta
difícil hablar de filosofía y negar, a un tiempo, que ésta sea conocimiento. Es
así que la empresa a que me refiero no es teoría del diagnóstico clínico o
alguna teoría que permita el tratamiento de alguna enfermedad. Tampoco me refiero
a una teoría sobre la ontología de las enfermedades o sobre la ética médica.
Aquí me tengo que referir a una Teoría del Conocimiento Filosófico, cuyo objeto
de conocimiento es el conjunto de condiciones de ese conocimiento. La Teoría del
Conocimiento Filosófico Médico y su objeto son elementos definitorios de la Filosofía
de la Medicina (o Conocimiento Filosófico Médico).
3. Bertrand Russell nos da una luz sobre la
relación Ciencia y Metafísica (y Mística) (1914). La Metafísica, enseña Russell,
es la empresa de apreciar global ente al mundo por medio del pensamiento y cuyos
acicates son la Mística y la Ciencia.
4. Podemos ensayar una respuesta en este punto:
Siendo que la Medicina existe y la Medicina es una Ciencia, entonces la Medicina
impulsa a la Metafísica (aplicando la Teoría de Russell (1914)). Luego, si la Metafísica
resultante es parte del Conocimiento Filosófico de la Medicina, y (por el punto
número 2. líneas arriba) ese Conocimiento Filosófico Médico es entendido en términos
de la Teoría del Conocimiento Filosófico Médico, entonces los objetos de estudio
de tal teoría son las condiciones necesarias para el origen y existencia de la
filosofía de la medicina.
El presente texto es mi primer ensayo sobre
el punto. Que el apreciado lector no dude que futuros esfuerzos me llevarán a mejorar
o reencauzar mis presentes ideas.
REFERENCIAS
1. Flores,
G. (2021). Filosofía como onto-ética. Fondo Editorial del Instituto de
Investigaciones para la Paz, Cultura e Integración de América Latina (IIPCIAL).
2. Austin, J. L. (1961). ¿Are there a priori
concepts? En J. O. Urmson & G. J. Warnock (Eds.), Philosophical papers (pp.
1-22). Oxford University Press. (Trabajo originalmente publicado en 1939)
3. Miró Quesada, F. (1944). El problema de la
Trascendencia noseológicamente considerado. Archivos de la Sociedad Peruana de Filosofía,
2, 129-140.
4. Russell, B. (1914). Mysticism and logic. The
Hibbert Journal, 12 (oct. 1913-jul. 1914), 780-803.
DAVID ÁLVARO HUALLPA VARGAS--Filósofo/PUCP
HEGEL Y EL DELIRIO PROMETEICO DE LA MODERNIDAD*
[Lima, IIPCIAL, 2020, 88 pp.]
La figura de Hegel es, sin duda, una de las más
influyentes de la historia de la filosofía canónica. Con él prácticamente acaba
la modernidad como tal y se enuncian nuevos tiempos que han perdurado hasta el día
de hoy. No hace mucho se acaba de celebrar los 250 años de su nacimiento, lo
cual, como es natural, ha motivado que se repiense su figura a la altura de nuestros
tiempos. Gustavo Flores Quelopana (GFQ), el prolífico filósofo peruano, no
podía ser la excepción. Con observaciones que rebasan la simple pasividad de un
academicismo árido, GFQ nos presenta una conmemoración crítica que no pasa desapercibida: Hegel
y el delirio prometeico de la modernidad (2020).
Este libro está compuesto por seis capítulos
más un prólogo. Estos constituyen una recopilación, con algunas alteraciones en
la división entre párrafos, de varios artículos publicados anteriormente en el tan
nutrido blog del autor (www.gusfilosofar.blogspot.com). Así, el primer capítulo
corresponde a la entrada del 15 de marzo de 2017 (“Lógica de Hegel y locura de
modernidad”); el segundo, a la del 5 de febrero de 2013 (“Hegel y Dios”); el
tercero, con un añadido en el último párrafo, a la del 2 de febrero de 2013 (“Hegel
y la posmodernidad”); el cuarto, con algunas reflexiones más sobre Hegel, a la
del 8 de febrero de 2016 (“Heidegger, Sartre y las unilateralidades de la existencia”);
el quinto, con un párrafo añadido en la página 63, a la del 15 de junio de 2012
(“La dialéctica en la encrucijada”); el sexto y último capítulo, con algunas
reflexiones sobre Hegel a lo largo del artículo, a la del 10 de junio de 2017
(“Vacío cósmico y la Nada”).
Como se ve, son ensayos publicados en distintos
periodos de tiempo a lo largo de medio lustro. No obstante, a todos les une una
tesis principal que los atraviesa, a saber: con Hegel se perpetúa la negación del
Absoluto qua trascendente, y sus consecuencias se extienden hasta nuestros
días. Esa es, a su vez, la crítica que elabora GFQ y es su forma de conmemorar
(y homenajear) a Hegel. Esa tesis se despliega a lo largo del libro y es abordado
bajo distintos enfoques. A continuación, veremos, primero, la interpretación de
GFQ de la figura de Hegel, luego veremos la influencia de Hegel y, finalmente,
la crítica que le hace el autor.
La concepción de Hegel de GFQ sigue, en general,
la interpretación clásica con algunos matices. Comencemos por lo central, a
saber, el Absoluto hegeliano. A diferencia de Kant, Hegel sí consideraba que se
podía llegar a conocer el Absoluto. Ello, por supuesto, no mediante el
entendimiento, sino mediante la razón que aprehende la totalidad bajo la unidad
(pp. 26-27). Es solo allí, de hecho, donde se llega a su conocimiento pleno, a
saber, mediante el concepto; por ello, la religión para Hegel es limitada, pues
solo lo imagina (p. 30). Ahora bien, el Absoluto hegeliano (y allí también su originalidad),
que es Idea y dialéctica (p. 20; p. 58), antes que sustancia es sujeto.
Por ello, su Absoluto puede moverse vivamente
a partir de sí mismo: es, pues, inmanente. En ese automovimiento dialéctico —en
Hegel nada es eterno: el devenir es incluso una verdad ontológica (p. 12)— es
que deviene el mundo. Su desarrollo son solo sus momentos (p. 28). Al
inicio, qua ser puro, es lo más vació y, por ello, se identifica con la
nada y ello equivaldría, a su vez, remarca GFQ, al pensamiento de la
divinidad antes de la creación del mundo para Hegel (p. 20). A partir de allí,
y por sí misma, luego deviene en naturaleza (material) y luego, a través del
ser humano, en espíritu. Allí (en el espíritu objetivo), Hegel es también original,
pues trata de armonizar el conservadurismo con la revolución. Su filosofía
política, pues, tiene esos dos aspectos. Por un lado, es conservadora (p. 41).
Y es que busca la reconciliación con la realidad.
El saber absoluto llevaría a Hegel a una verdad
que trasciende la mera temporalidad. Ello se expresaría, por ejemplo, en la
idea de un Estado universal y homogéneo. Por otro lado, es revolucionaria (p.
41). Y es que justifica los antagonismos como motor del desarrollo. Ello se vería
expresado en su concepción de la dialéctica (e.g., la dialéctica del amo y el siervo)
donde, en efecto, se conserva la tensión entre los opuestos. De este modo, con todo,
es claro «[…] que Hegel supera la trascendencia del absoluto» (p. 29). De hecho
—y esta es otra forma de expresar la tesis central de GFQ—, esa era la intención
de Hegel: «[…] Hegel estaba obsedido por superar la trascendencia de lo Absoluto
y en demostrar que Dios no prescinde del mundo» (p. 14; p. 25; p. 28).
En el Prólogo se había preguntado GFQ sobre
Hegel: «¿Qué queda de su pensamiento a 250 años de su nacimiento y 189 años de
su muerte? ¿Su fantasma recorre nuestro tiempo?» (p. 5). La respuesta es: efectivamente,
su pensamiento ha venido recorriendo nuestro tiempo y su sombra es ancha y
familiar. Veamos su influencia en los puntos que vimos: (1) el Absoluto, (2) la
nada, (3) la dialéctica y (4) su filosofía política.
(1) Luego del positivismo, en el siglo XX
su filosofía de la religión resurgió en Alemania (Scheler, Jaspers, Nicolai
Hartmann, Heidegger), en Francia (Bergson, Sartre, Merleau-Ponty), en Inglaterra
(Samuel Alexander, Whitehead, Collingwood) (p. 16). Más aún, la concepción
hegeliana del Absoluto, de hecho, fue heredado inmediatamente por sus
seguidores, tanto por los hegelianos de izquierda (e.g., Feuerbach, Marx,
Stirner, Strauss), como por los de derecha (e.g., Bauer) y por los de centro (e.g.,
Michelet): para todos ellos, pues, ya no hay una divinidad trascendente. Sus
intérpretes posteriores también, con distintos matices, coincidieron con la negación
de la trascendencia del Absoluto (e.g., Heine, Haering, Hartmann, Hypoplite,
Wahl, Kojève, Michelet) hasta Hamelin, por ejemplo, quien se atrevió a romper
con el puro inmanentismo y llegó, conservando la dialéctica hegeliana, a concebir
una divinidad trascendente (pp. 32-34).
(2) La concepción hegeliana de la nada
también tiene un gran espectro. Con matices, casi lo mismo, pues, encontramos en
la cosmología contemporánea. Astrónomos como Barger, Keenan o Hoscheit han
sostenido que el universo está compuesto de materia y, en gran medida, de un vacío
que lo sostiene: un vacío cósmico. Ese vacío, en tanto que sostiene al universo
material, sería algo así como un repositorio de la materia y energía oscura. De
este modo, ya es algo (un “neutrovacío”), y no, pues, la nada pura. Por ello,
ese vacío coincide con el ser puro inicial hegeliana: «Donde la Nada es el punto
de partida y el Ser es dirección» (p. 74).
(3) Respecto a la dialéctica, la sombra
del pensamiento hegeliano tiene también un amplio espectro. Es, sobre todo, a
través de Marx que su influjo se perpetúa, pero también de Engels. En efecto, mediante
el marxismo esa dialéctica llega, con matices, hasta la U.R.S.S., Sartre, Althusser,
etc., quienes lo dotan de una vitalidad renovada. Y, en nuestras tierras, llega
hasta Mariátegui (pp. 58-68).
(4) Respecto de su filosofía política,
el influjo hegeliano es así mismo notable. Dados los dos aspectos que vimos de
su propuesta política, no sorprende que la interpretación de la filosofía política
hegeliana haya admitido interpretaciones dispares: como conservador (de la
monarquía prusiana), como revolucionario (e.g., Cousin, Rosenkranz) o como un
intermedio (e.g., Dewey y Basch) (p. 39). En nuestra realidad inmediata su
influencia, incluso, la vemos en el neoliberalismo posmoderno actual (p. 35).
En efecto, a estos tiempos posmodernos no le interesa tanto lo romántico, vital
y existencial (Escritos de juventud, Fenomenología del espíritu) ni el aspecto
esencialista (Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio y Ciencia
de la lógica) de Hegel, sino precisamente el tema que tratamos: «lo que le atrae
no es el aparato filosófico o religioso, es más bien el político» (p. 37). Y
dentro de ella, solo el aspecto conservador, Fukuyama lo habría entendido bien.
Frente a ello, GFQ hace una evaluación crítica.
Nuevamente aquí reaparece la tesis central: Hegel ha negado el Absoluto qua trascendente.
Ello, si recordamos, es evidente desde su concepción del Absoluto: es pura inmanencia
de modo que no hay cabida para lo trascendente, ya no hay ningún ser exterior,
sino un Absoluto inconsciente que se despliega por él mismo hasta llegar a
nosotros (pp. 31-32). Por ello también, Hegel solo habría llegado al conocimiento
de la creación, pero no de Dios qua Dios.
Y todo ello es precisamente su deficiencia
más sustancial. En efecto, perder el Absoluto trascendente implica que no hay nada
ajeno y que la figura más elevada no es sino el hombre mismo: solo restaría el
hombre solitario que, frente a tal pérdida, comenzaría a endiosarse en un
movimiento prometeico: he allí el germen del ateísmo (p. 31). En consecuencia,
se habría producido una sociedad descreída con una pérdida sustancial de los
valores superiores (lo que habría llevado al relativismo del homo mensura y
al nihilismo), sin apenas capacidad de reflexionar plenamente sobre sí mismo
(lo que habría llevado al hombre anético), lo que habría ocasionado, a su
vez, una tremenda crisis moral: la centralidad del hombre sin Absoluto trascendente
equivale, pues, a la muerte del hombre.
Una sociedad tal es una sociedad sin futuro y
Hegel sería uno de los representantes que lo ha promovido: «La filosofía
hegeliana es la expresión más genuina del delirio prometeico de la modernidad»
(p. 6), se dice con razón desde el inicio en el Prólogo. De este modo, afirma contundentemente
GFQ: «Sin menoscabo que tiene para la historia de la filosofía el pensamiento
hegeliano, se puede afirmar que está en la raíz de un humanismo sin Dios que
configura los problemas filosóficos, políticos y religiosos de nuestro tiempo»
(p. 34).
Con todo, GFQ logra alumbrar aspectos que
normalmente pueden pasar desapercibidos para estudios esencialmente filológicos
o áridos sobre la obra de Hegel. Su tesis principal (i.e., que con Hegel se
exacerba la negación de la trascendencia del Absoluto) permite alumbrar críticas
que se extiendan hasta nuestra sociedad actual. Todo ello lo liga con los
movimientos filosóficos contemporáneo que critican el inmanentismo y el olvido
de la trascendencia, como, por ejemplo, Maxence Caron con su La Vérité Captive (2009)
quien sostiene que los males de la sociedad contemporánea son consecuencia precisamente
de ello (pp. 18-20). Caron sitúa ese olvido en el año 1277 con la figura del
clérigo Étienne Tempier, quien comenzó a separar la teología de la filosofía y,
así, la trascendencia de la inmanencia (pp. 141-146).
El mérito de GFQ consiste, desde este ángulo,
en haber detectado la centralidad e importancia de Hegel en ese proceso
milenario.
Ahora bien, aunque lo importante de esta clase
de libros son las ideas, que revisamos hasta ahora, se sugiere también advertir
las erratas y dificultades formales como las citas bibliográficas que se pueden
advertir a lo largo del libro reseñado. Hemos encontrado algunas, que seguramente
pasaron inadvertidos al editor, aunque ninguno es significativo a tal punto de
que obstaculice la lectura: seguramente en una eventual segunda edición o en una
edición de las obras completas de GFQ serán subsanadas. Comenzaremos observando
las dificultades relativas a las citas o referencias bibliográficas y finalizaremos
con una lista de fe de erratas.
En el libro se advierten algunas citas
incompletas. No se menciona de manera explícita, por ejemplo, la página exacta
de la referencia bibliográfica citada del libro de Hegel en la página 28 y, lo
mismo, en la página 33 (por otra parte, no hemos podido localizar dicha cita bibliográfica
en la extensa obra de Hegel que refiere el autor (“Filosofía de la religión”),
pero, en todo caso, la cita de GFQ en esa página no distorsiona la idea de Hegel:
Dios, pues, requiere del mundo, porque sin este, él sería solo abstracto y no tendría
vida: no sería un Dios pleno (Hegel, 1984, p. 199)). Por otra parte, la dificultad
más extendida que notamos es la siguiente: en muchas citas solo se menciona al
autor, pero no el libro ni la página. Este caso se presenta en la página 9 (con
la cita de Engels), en la página 28 (con la cita de Hegel), en la página 29 (con
la cita de Alfred Weber), en la página 35 (con la cita de Hegel, donde solo se dice
que pertenece al “Curso de Jena”, pero no se determina claramente a cuál de todos
los cursos refiere ni la página), en la página 39 (con la cita de Dewey y
Basch), en la página 50 (con las citas Hegel, Sartre y Heidegger), en la página
57 (con la cita de Georges Gurvitch), en la página 64 (con la cita de Sartre),
y en la página 79 (con la cita de Hegel). Finalmente, también encontramos un caso
donde no se menciona ni el libro, ni la página, ni tampoco al autor de la cita
de manera clara: ese es el caso de la cita literal de la página 36.
A su vez, notamos que algunas citas literales
en este libro reseñado están alteradas o modificadas, las cuales, no obstante,
no se advierten explícitamente al lector, lo cual puede generar confusiones o equívocos.
Sin embargo, aún con ello, las citas de GFQ no modifican las ideas de los
autores citados, por lo que no se puede decir en ningún caso que sus citas son
tendenciosas. Hemos encontrado tres casos.
Primero, en el primer capítulo, GFQ cita algunos
pasajes de Lo mismo y lo otro de Vincent Descombes del siguiente modo:
“La ciencia de la lógica de Hegel es un conjunto
de enunciados divinos… Así, el “Soy Dios” implícito en la lógica hegeliana como
en la ética de Spinoza, es un enunciado que se destruye a sí mismo, de la misma
manera que la paradoja clásica del género “duermo”, “estoy muerto”, etc.…
Pero entonces Hegel cree ser Dios, y como es
notorio no es Dios, y está loco. O bien Hegel se considera autor mortal, humano
y su pretensión no es ya ser divino o eterno, sino llegar a serlo, en cuyo caso
roza la locura” (Lo mismo y lo otro. Cuarentaicinco años de filosofía francesa-1933-1978,
pp. 68, 69, 70) (pp. 7-8).
En esa cita hay modificaciones y una alteración
en el orden. Siguiendo los mismos cortes, el original, pues, dice:
La Ciencia de la lógica de Hegel también
es un conjunto de enunciados divinos […] [p. 68] […] pero entonces Hegel cree
ser Dios, y, como es notorio que Hegel no es Dios y no ha pensado la Lógica de
todos los tiempos, debemos admitir que Hegel está loco. O bien, hipótesis antropológica,
Hegel se considera autor humano, mortal, sometido hasta en su pensamiento a la
condición del tiempo: y su pretensión no es ya ser divino o eterno, sino llegar
a serlo; en cuyo caso no está loco, aunque roce la locura […] [p. 69].
Así, el «Soy Dios» implícito en la Lógica de Hegel como en la Ética de
Spinoza, es un enunciado que se destruye a sí mismo de la misma manera que las
paradojas clásicas del género «Duermo», «Estoy muerto», etc. [p. 70] (1988, pp.
68-70).
Como se ve, el argumento se mantiene, pero
consideramos que habría que advertir al lector las modificaciones que el autor
ha hecho, o bien parafrasear la cita indicando la referencia, pero sin las comillas.
Segundo, en el mismo capítulo, se encuentra también
la siguiente cita que habla sobre Hegel: «“creyó durante dos años volverse
loco” (Intr. Hegel, p. 441)» (p. 8). Esa cita se la adjudica a Kojève y, así,
asumimos que el autor se refiere a la Introducción a la lectura de Hegel del
ruso francés. Sin embargo, al menos en la edición que manejamos de esa obra de
Kojève, no hallamos dicha cita en la página señalada (en la edición que
consultamos, allí Kojève habla de la Historia como el lugar del paso de la
conciencia a la autoconciencia y del valor del trabajo (2013, p. 441)); revisamos
también la edición original en francés y el resultado fue el mismo (allí Kojève
habla de la relación entre la Ciencia histórica y la Fenomenología del
espíritu (1968, p. 441)). Con seguridad, sin embargo, esa cita pertenece a La
experiencia interior de Georges Bataille (publicada cuatro años antes
(1943) que las lecciones de Kojève (1947)) quien imagina a un Hegel viejo (situación
que no se menciona claramente en el libro de GFQ) habiendo cerrado su sistema,
y, así, señala Bataille: Hegel, en el momento en que se cerró el sistema, creyó
durante dos años volverse loco: quizá tuvo miedo de haber aceptado el mal —que
el sistema justifica y hace necesario—; o quizá uniendo la certeza del saber absoluto
con el final de la historia —con el paso de la existencia al estado monotonía— se
vio, en un sentido profundo, transformarse en muerto; puede ser incluso que
esas diversas tristezas se reunieran en él en ese horror más profundo de ser
Dios (1986, p. 118).
Tercero, en el segundo capítulo se encuentra
la siguiente cita de Hegel: «Cómo contestó Hegel a tamaño obstáculo, lo dice en
su Lógica: “La filosofía crítica tiene en común con el empirismo el
considerar la experiencia como único fundamento del conocimiento. Pero, para ella,
el conocimiento se detiene en el fenómeno y no alcanza la verdad” (XL)» (p.
25). La principal dificultad aquí es que al referir esta cita solo a la «Lógica»
de Hegel, puede generar ambigüedades al lector, y es que puede referir o bien a
la primera parte de la Enciclopedia de las ciencias filosóficas en
compendio (1817), donde se desarrolla la lógica hegeliana (2005, pp. 123-299),
o bien puede referir a la Ciencia de la lógica misma (1812-1816), que
es otro libro, o bien, incluso, a alguno de los cursos que Hegel dictó en Jena.
Con seguridad, sin embargo, refiere al libro de 1817. Por otra parte, el hecho
de que se indique en la referencia solo «XL» también puede generar
inconvenientes, pues en algunas ediciones la numeración romana se usa para el
estudio introductorio.
Lo idóneo habría sido seguir la convención
(como ya antes había hecho GFQ en el libro que reseñamos [cf. p. 19], pero
también más adelante [cf. p.32]) y anotar en su lugar: § 40 (lo mismo valdría
decir para las citas de la página 26 del libro que reseñamos).
Finalmente, respecto a la traducción, que asumimos
que es del propio GFQ dado que no cita traducción alguna, hay algunos matices
modificados, pero la idea se mantiene, pues el original dice: «Die kritische
Philosophie hat es mit dem Empirismus gemein, die Erfahrung für den einzigen Boden
der Erkenntnisse anzunehmen, welche sie aber nicht für Wahrheiten, sondern nur für
Erkenntnisse von Erscheinungen gelten läßt» (E I, § 40; W 608,
v. 8, p. 112).
Referencias
Bataille, G. (1986). La experiencia interior (Trad.
F. Savater). Taurus,
Caron, M. (2009). La Vérité captive: De
la philosophie. Système nouveau de la philosophie et de son histoire passée, présente
et à venir. Cerf.
Descombres, V. (1988). Lo mismo y lo
otro: cuarenta y cinco años de filosofía francesa (1933-1978) (Trad. E.
Benarroch). Cátedra.
Flores Quelopana, G. (2020). Hegel y el
delirio prometeico de la modernidad: conmemoración de los 250 años de su
nacimiento. IIPCIAL.
Hegel, G. (1970). Enzyklopädie der philosophischen
Wissenschaften im Grundrisse 1830: Erster Teil. Die Wissenschaft der Logik. Mit
den mündlichen Zusätzen. Suhrkamp Verlag.
Hegel, G. (1984). Lecciones sobre
filosofía de la religión: 1. Introducción y Concepto de religión (Trad. R.
Ferrara). Alianza.
Hegel, G. (2005). Enciclopedia de las ciencias
filosóficas en compendio (Trad. R. Valls). Alianza.
Kojève, A. (1968). Introduction à la lecture
de Hegel: leçons sur la Phénoménologie de l’Esprit professées de 1933 à 1939 à
l’École des Hautes Études. Gallimard.
* Esta reseña fue publicada en la Revista
Peruana de Filosofía Aplicada el 27 de diciembre de 2021. Posteriormente el propio
autor tuvo la gentileza de enviarme el archivo electrónico. Aquí no reproduzco
la sección de las erratas tipográficas y las erratas gramaticales.
DAVID ÁLVARO HUALLPA VARGAS-Filósofo/PUCP
ENTRE INMANENCIA Y TRASCENDENCIA:
Nota crítica sobre el libro Nietzsche y la
metafísica inmanente (Lima: Iipcial, 2023, 103 pp.)
§ I. El pensamiento de Friedrich Nietzsche (1844-1900)
ha descrito un renovado interés prácticamente desde su muerte. Su influencia ha
penetrado no solo en la filosofía contemporánea, sino también en diversos ámbitos
como el arte, la política (tanto de izquierda como de derecha) o, incluso, en movimientos
sociales contemporáneos como el veganismo, lo que confiere a su pensamiento una
gran actualidad y vitalidad. En el Perú, Javier Prado, José Carlos Mariátegui, Víctor
Andrés Belaúnde o el mismo Mariano Iberico, por ejemplo, describen una temprana
recepción suya, aunque no siempre favorable. A partir de allí, Nietzsche no ha
dejado de sernos una figura de recurrente meditación, crítica y desafío
filosófico[1].
Gustavo Flores Quelopana (GFQ), uno de los filósofos peruanos contemporáneos
más prolíficos, también ha aceptado el reto de confrontarse críticamente al pensamiento
del distinguido coloso alemán de las postrimerías de la modernidad. Nietzsche y
la metafísica inmanente (2023) representa precisamente la concretización de ese
esfuerzo filosófico.
La tesis fundamental del libro se enuncia desde
el título: Nietzsche y la metafísica inmanente. Concretamente, GFQ sostiene lo
siguiente: la filosofía de Nietzsche comporta una metafísica inmanente y su
influencia ha signado gran parte del inmanentismo contemporáneo. El libro está conformado
por una introducción, cuatro capítulos (anunciación, predicación, significado y
el nihilismo en debate) y un anexo menor. Podemos afirmar que, internamente, el
libro se compone de cuatro momentos lógicos, que no siempre se ciñen a la división
capitular, los cuales giran en torno al pensamiento de Nietzsche: exposición (1),
interpretación (2), influencia/crítica (3) y solución/alternativa (4).
De esto nos ocupamos a continuación no sin
antes advertir que los argumentos que GFQ nos presenta aquí tienden a ser
densos, pero concisos (i.e., comprimidos en última instancia). En consecuencia,
a pesar de que el presente libro solo posee poco más de cien páginas, no siempre
es posible sintetiza o abreviar su rico contenido sin que se pierda su sentido.
Además, como se muestra en los momentos lógicos que proponemos, el contenido que
abarca GFQ en este libro es basto, el cual comienza, solo para iniciar, con una
exposición de la obra completa de Nietzsche. Por ello, comprender este libro
requiere de una meditación amplia, así como la preparación de su reseña.
§ II. 1. Exposición. GFQ trata de exponer el
pensamiento de Nietzsche genéticamente y plantea, así, una clasificación de sus
obras, apostando por su unidad: «Su pensar», señala, «es uno, cuyo Alfa y Omega
compone una totalidad que exige una visión de conjunto» (p. 11). Es así que GFQ
nos propone un desarrollo organicista de la filosofía nietzscheana donde los
temas y cuestiones principales de su pensamiento ya estarían gestados desde sus
primeros escritos. Internamente, distingue, a su vez, dos periodos. El primero de
ellos es denominado “anunciación” y expresaría el “anticristo” que se manifestará
más adelante. Esta, a su vez, se divide en dos fases. La primera sería de carácter
estético donde, signado por el arte, acontece la reducción del ser al valor.
Aquí se incluye El nacimiento de la tragedia (1872) y las Consideraciones
intempestivas (1973-6). El primero de ellos es el más importante, pues es el que
«contiene casi todos los elementos de la filosofía nietzscheana» (p. 19):
allí ya encontramos una crítica contra todo lo
que niega la vida,
en lo anterior se incluye, por supuesto, la divinidad
trascendente, por lo que aquí ya se trata in nuce la “muerte de Dios” qua olvido
que cede ante dos deidades antiguas como lo son Apolo y Dioniso
se enuncia también el “eterno retorno” ligado
aquí a la visión dionisiaca de la vida, y
se considera el primado de Dioniso como
principio “metafísico” de la realidad qua fondo oscuro (Unum Primordiale).
En esto último, sin embargo, aún se evidencia
la influencia de la voluntad schopenhaueriana. Esto se dejará de lado en la
segunda fase: el “antropológico psicologizante”. Con este nombre se señala el
método empleado por Nietzsche para profundizar su crítica. Comienza con Humano,
demasiado humano (1978) donde la crítica a la metafísica y religión trascendentes
ahora parte de un análisis de la psicología humana. Aquello es complementado
por Aurora (1881), donde el objeto de la crítica se centra en la moral
trascendente y su fundamento se reconoce en el egoísmo, y por La gaya ciencia
(1882), el cual critica la servidumbre espiritual de aquel tiempo y cuya superación,
apunta Nietzsche, pasa por sobreponerse a Dios.
El segundo periodo propuesto es denominado “predicación”,
en el que el “anticristo” ya habría llegado y pregona sus enseñanzas. Nuevamente,
este periodo se divide en dos fases. La primera de ellas corresponde a la fase
positiva, de allí su regia importancia, y únicamente estaría conformado por Así
habló Zaratustra (1883-1885), libro publicado en cuatro partes. La primera
comporta una prédica en clave antropológica. El hombre representaría una transición
hacia algo superior. El último hombre sería un nihilista pasivo que, ya no creyendo
en nada, tampoco crea. El “superhombre”, por su parte, ha pasado por el estadio
del camello (el tú debes), el del león (el yo quiero) y ha arribado al del niño
con su juego creador afirmador de la vida, y ha llegado a reconocerse como ser
absoluto: «El yo creador es la medida de todas las cosas y no “otro mundo”»
(pp. 29-30).
En la segunda parte aparece la “voluntad de
poder”, el cual se identifica con la vida creadora. No se puede crear un Dios,
apunta GFQ, pero sí un superhombre, de modo que la voluntad de poder, qua
creación, se muestra como el fundamento del superhombre. La tercera parte
muestra la relación de la “voluntad de poder” con el tiempo. Aquí, GFQ señala que
el tiempo no solo es el principio donde acontece la “voluntad de poder”, sino
que también es más potente que esta: «la voluntad de poder está en el tiempo y no
puede ir contra este» (p. 32).
Con este principio ontológico se comienza a
recuperar la dimensión metafísica de la filosofía nietzscheana. Ahora bien, aquel
tiempo ya no es un tiempo trascendente, sino inmanente, pues ya no se dirige infinitamente
hacia un telos, sino que él mismo se repite a sí mismo en un ciclo de creación
y destrucción de lo meramente terrenal. El tiempo que aquí se expone es, pues,
un “eterno retorno de lo mismo” inmanente y, por consiguiente, también su
metafísica. Con ello, su crítica contra la trascendencia adquiere su forma más
concreta. Ahora, una vez arribado a este principio, Nietzsche lo relaciona con
el “superhombre”. Este sería aquel que, reconociendo este rasgo constitutivo de
la realidad, lo acepta en su necesidad: esto es a lo que se refiere el “amor fati”.
La cuarta parte, finalmente, reafirma la dimensión metafísica de Nietzsche, pues
nos señala que tras el “eterno retorno de lo mismo” se escondería algo más, esto
es: Dioniso, que se revela como el principio unificador que juega con este
tiempo inmanente: «La gran repetición eterna es descrita, cantando por Zaratustra,
como la gran embarcación que flota en las aguas del devenir. Pero el señor de la
barca es Dioniso, el dios de la embriaguez y del juego» (p. 35).
La última fase representaría la parte negativa
de la fase anterior. En base a ello, la crítica se extendería, pues, en Más
allá del bien y del mal (1886), La genealogía de la moral (1887), El Anticristo
(1888), El crepúsculo de los ídolos (1889) y en Ecce homo (1889). Es preciso
resaltar este último, pues aquí se identificaría más el ser verdadero con el ser
en devenir y, así, temporal. Reaparece también la “voluntad de poder” como
principio afirmador de la vida y GFQ lo interpreta en clave cosmológica: «Su
forma teológica [de la ontología] la sustituye [Nietzsche] por la cosmología, pues
predomina el dinamismo de lo finito como voluntad de poder en el tiempo del eterno
retorno de lo mismo» (p. 51).
Por último, GFQ considera La voluntad de poder
(1901), obra póstuma de Nietzsche. Aquí, el ser es reducido al devenir de manera
más clara. De hecho, solo existiría el flujo del devenir u oleaje cósmico
vital. Ahora, este devenir no sería otro que la “voluntad de poder” qua devenir
infinito: voluntad de poder y voluntad de devenir se identifican. Este principio
rige, así, en todo lo real y es, señala GFQ, fuerza cósmica (qua principium
individuationis) complementado por el otro principio: “el eterno retorno” (qua
reintegración al flujo cósmico). Con aquello se consolida y cierra la metafísica
nietzscheana. Finalmente, frente a ello se vuelve a subrayar que solo nos queda
amar este destino en su necesidad (amor fati).
Esta es la última consecuencia del pensamiento
de Nietzsche, así lo expresa GFQ: «La muerte de Dios implica al superhombre, el
superhombre la trasmutación de los valores, los nuevos valores se justifican en
el eterno retorno, éste conduce al nihilismo y exige el amor al destino» (p. 56).
2. Interpretación. Una vez mostrado, luego de
un análisis de prácticamente toda la obra del filósofo alemán, que la filosofía
nietzscheana es, en el fondo, una metafísica (pues apunta a los principios últimos
de la realidad) y que esta es de carácter inmanente, basándose en un análisis del
“eterno retorno” en el Zaratustra, GFQ avanza en su meditación y pasa, así, a dar
una interpretación del pensamiento de Nietzsche. GFQ comienza extrayendo dos
implicaciones de la filosofía nietzscheana. Precisemos un poco más los dos
principios de su filosofía: la “voluntad de poder” y el “eterno retorno”. Para
Nietzsche todo lo que hay en el mundo, incluido el hombre por supuesto, sería simplemente
una manifestación de la “voluntad de poder” y su oleaje cósmico qua principium individuationis;
entonces, no habría nada distinto de ello. A su vez, la “voluntad de poder”
sucumbe ante la dinámica del “eterno retorno de lo mismo” en el juego cósmico de
Dioniso.
Entonces, absolutamente nada en lo real
escaparía a la necesidad del tiempo cíclico del ir y volver y que, sin embargo,
el “superhombre” ama. En consecuencia, de acuerdo con esta interpretación, nosotros
podemos afirmar que la filosofía nietzscheana sería, en el fondo, un sistema
homogéneo (porque todo es “voluntad de poder”) clausurado (porque no se admite
nada más) gradual (porque no es estático) regido íntegramente por una única ley
(la del “eterno retorno”).
De ello se desprende dos consecuencias principales.
Primero, en la propuesta nietzscheana finalmente no hay ningún grado de libertad,
sino que, por lo dicho, se trataría de un necesitarismo rígido. «La gran contradicción
de la filosofía nietzscheana es que lo que al comienzo parecía ser una alegre filosofía
de la libertad termina siendo una oscura y triste filosofía de la necesidad»
(p. 6; 60). Segundo, su filosofía representa un nihilismo total. Y es que dentro
de su pensamiento ni el universo ni el hombre pueden tener un sentido o telos ulterior
(son, pues, inmanentes): el universo carece de sentido porque todo se repetirá sin
fin y el hombre, porque, por lo dicho, ni siquiera es libre para para crearse
un sentido; es más, propiamente ni siquiera existe autónomamente al ser todo, pues,
signado por la “voluntad de poder”.
Ahora bien, GFQ reconoce que «[…] la filosofía
responde a las preocupaciones de su tiempo y no se desarrolla sin conexión con una
determinada época histórica» (p. 58). Por ello, para interpretar y comprender
con mayor profundidad a Nietzsche es preciso prestar atención a su contexto histórico
y este es el de la modernidad. La modernidad hunde su raíz en un cambio esencialmente
metafísico (p. 72). Mientras que en la antigüedad y en el medioevo primaba, pues,
el orden celeste, con la modernidad aquello permuta y ahora pasa a regir el orden
terrenal. Así, lo trascendente es desarraigado y se da paso a lo inmanente.
Ahora el principio de lo real ya no se encuentra, pues, allende en un mundo
eterno estable, sino hit et nunc. En consecuencia, los valores y la verdad
pasan de ser objetivos, otrora fundamentados trascendentemente, a ser relativos
a lo que habita el mundo terrenal (i.e., inmanentemente), a saber, al hombre mismo
y a la cosa material. Así, el sentido del hombre también se desplaza a lo
terrenal: a él mismo (antropocentrismo secular), pero también hacia la cosa
material, que ahora se entiende como mercancía cuantificable (capitalismo). Es
este cambio metafísico, y no otro, lo que luego será realizado en la historia concretamente
por la burguesía y su espíritu capitalista.
Ahora, con todo lo ya visto, se colige que la
filosofía de Nietzsche esencialmente es, en el fondo, una expresión más de la
modernidad. Ciertamente, la propuesta nietzscheana diverge de una de las tendencias
que describe la modernidad: su filosofía no culmina, pues, en un antropocentrismo
subjetivista como la tendencia moderna. El pensamiento de Nietzsche no se detiene,
pues, en el hombre, ni siquiera en el “superhombre”, sino que va más allá hasta
los principios metafísicos inmanentes como lo son la “voluntad de poder” y el “eterno
retorno”. Esto representa una divergencia y crítica frente a la modernidad y su
burguesía. No obstante, esta variación que describe la filosofía nietzscheana
solo rebate la superficie. Y es que esta metafísica sigue fundamentándose en la
raíz principal de la modernidad, a saber, en un orden terrenal inmanente donde
se rechaza y ataca, pues, todo intento de trascendencia. Por ello, GFQ sentencia
con razón que en la filosofía nietzscheana «[…] el orden terrenal burgués no es
superado y sí ahondado […] no es más que una salida fallida al espíritu burgués
de la modernidad» (p. 75).
3. Influencia/crítica.
En el siglo XIX, la burguesía encuentra su decadencia.
Mientras que en el siglo XVII dicha clase social había mostrado su lado más luminoso
(e.g., era revolucionaria, defensora de la libertad de conciencia, del republicanismo,
etc.), en el siglo de Nietzsche, muestra su rostro más oscuro. Devino, pues, conservadora,
reaccionaria, opresora y estuvo detrás de la explotación colonial imperialista contra
los países no europeos. Es precisamente frente a esta crisis que Nietzsche reacciona
y se muestra como terapeuta, ensayando recetas que den una nueva visión del
mundo. Sin embargo, como acabamos de ver, su intento es fallido: «reacciona contra
el sistema, pero desde el sistema, y por ello no logra librarse de él» (p. 59).
Es más, su metafísica inmanente, plantea GFQ, terminará siendo adoptada por la burguesía
contemporánea expresada hasta ahora en el occidente neoliberal: ambas sensibilidades
no son, pues, incompatibles.
En efecto, para comenzar, en plano filosófico
«su metafísica inmanentista está detrás de la curva decadente de todo el pensamiento
filosófico de la burguesía periclitante» (p. 82). Su devenir está tras
Alexander, Bergson y Whitehead. Su rechazo a la trascendencia se instancia en Heidegger,
Husserl y Sartre; por ello, ya ni se interrogan por el ser de Dios. Su nihilismo,
aún más actual, está presente también en Baudrillard, Deleuze, Derrida, Foucault,
Lyotard o Vattimo, y es que, además, asegura GFQ, «para todo este conjunto de
pensadores el sentido y la verdad resulta siendo un juego dionisiaco» (p. 84).
Sin embargo, la influencia nietzscheana es más abisal, pues ha trascendido el ambiente
meramente académico y se habría hecho “viral y vital” en la cultura del occidente
neoliberal. La crisis de los valores, el olvido del ser aunado a la racionalidad
técnica mercantilista, la recesión de las tradiciones, el profundo relativismo que
desprecia la verdad objetiva, y, en fin, la disolución espiritual del hombre
contemporáneo sería también, pues, una expresión más de su nihilismo; por ello,
GFQ luego finiquitará: «en definitiva el nihilismo es solo una cosa: la desmalignización
del mal y la malignización del bien» (p. 91).
Pero aún más: su metafísica inmanente también
estaría detrás de la crisis al que se encamina la especie. GFQ advierte especulativamente
que estamos atravesando por una transición promovida por el capitalismo digital
hacia el transhumanismo donde el chip algorítmico terrenal regirá y el hombre será
reemplazado por la inteligencia artificial “autónoma”. Esto puede interpretarse
como una variante ocasionada por el nihilismo nietzscheano, pues, como vimos,
allí el antropocentrismo inicial de la modernidad es abandonado y acontece la
supresión del hombre autónomo en favor de una ontología inmanente antitrascendentalista.
Esta visión inmanentista contemporánea del mundo que agudiza el nietzscheanismo
mostraría, así, sus deficiencias e insostenibilidad.
4. Solución.
Vivimos ahora un estremecimiento geopolítico
que ha comenzado a manifestarse en el conflicto entre Ucrania y Rusia.
Siguiendo a Dugin, aquello sería la expresión concreta de un conflicto esencialmente
metafísico que marca el paso del mundo unipolar hacia el mundo multipolar. GFQ interpreta
este hecho como la colisión entre las dos visiones metafísicas del mundo que ha
identificado: la visión trascendente y la visión inmanente. La primera se caracterizaría
por ser cristiana, con raigambre en la tradición, de valores absolutos y encarnada
en los BRICS, África y “América Latina”; la segunda, por su parte, sería marcadamente
anticristiana, atea, imperialista, nihilista y encarnada contemporáneamente en
el “imperio anglosajón” y sus “vasallos europeos”. Ahora bien, dado que el quid
de la cuestión es marcadamente metafísico y de su visión del mundo, es preciso
abordar el problema desde su fundamento.
El agotamiento del occidente neoliberal y
este conflicto geopolítico abre la posibilidad para repensar una alternativa a
la altura de nuestros tiempos. El inmanentismo metafísico propiciado por Nietzsche,
como hemos visto, se ha revelado como nocivo, particularmente su nihilismo, por
lo que no es una opción. Sin embargo, nuestro filósofo peruano no recomienda volver
simplemente al trascendentalismo vetusto (i.e., el griego o medieval) como solución
a la crisis, sino a una síntesis: «como en la historia no hay repeticiones, [la
solución] se trataría de una nueva metafísica que sepa armonizar la inmanencia
con la trascendencia» (p. 72).
Aquello GFQ lo aborda ampliamente en otros trabajos:
se enuncia en Carta sobre la metafísica (2022) y se consolida en Ser y realidad
(2023). En este libro concluye solamente indicando el camino a seguir. Para
lograr esa síntesis, de lo que se trataría sería de comenzar a recuperar la
visión trascendente y la fe. Por ello, GFQ exhorta enlazar el sapere aude con el
credere aude y volver, así, a reconocer a la divinidad trascendente como fundamento
de lo inmanente: «Recobremos la fe en Dios, la profundidad metafísica, la esencia
de las cosas, reconciliémonos con la naturaleza y asumamos un nuevo ascetismo
contemplativo» (p. 94), anima GFQ. Por ello, finalmente, volviendo a Nietzsche,
la crisis ocasionada por su filosofía era «innecesaria porque bastaba con recordar
que la razón tiene que admitir verdades suprarracionales» (p. 84).
§ III. En suma, en líneas generales, la tesis
principal de GFQ a lo largo del libro Nietzsche y la metafísica inmanente ha sido
desplegada firmemente. La filosofía de Nietzsche es, pues, una metafísica porque
trasciende la mera naturaleza y llega a sus principios fundamentales, a saber,
la “voluntad de poder” y el “eterno retorno de lo mismo”.
Su metafísica no es de carácter trascendente,
pues no se fundamenta en otro mundo (e.g., en las ideas platónicas o en los
universales escolásticos o simplemente en un Dios trascendente), sino internamente
en un tiempo que se repite ad nauseam; por ello, se acerca a la inmanencia. A su
vez, su filosofía es de carácter necesitarista, porque en la filosofía definitiva
nietzscheana la libertad no es admitida: antes bien, impera la necesidad del
“eterno retorno de lo mismo”.
Su filosofía comporta, también, un nihilismo total
porque en su filosofía definitiva ni el hombre ni el universo pueden tener sentido
al repetirse todo ad nauseam. Su filosofía, es también una expresión más de la modernidad,
porque se alinea con su núcleo esencial, a saber, el inmanentismo. La influencia
del inmanentismo en la contemporaneidad es considerable en la filosofía y en la
cultura, y ha mostrado signos de agotamiento. Es momento de volver a plantear
el problema y una solución posible es reconsiderar el olvido de la trascendencia
que, sin embargo, armonice con la inmanencia.
Al respecto, solo podemos insistir en una precisión,
a saber, la figura de Dioniso. Comencemos tratando de establecer una comprensión
común de dos de los términos centrales en esta obra de GFQ como lo son la “inmanencia”
y la “trascendencia”, dado que en el libro no se llega a dar una definición clara
de estos. Si reconocemos su significado originario, signado por su etimología,
entonces comprenderemos que “inmanente”, del latín “immanens”, designa aquello
que permanece en lo interior, es decir, algo que no sale de sí, como una especie
de un solipsismo autista. “Trascendencia”, por su parte, del latín “trascendens”,
implica lo que sale más allá de sí, lo que escala y asciende. Si reconocemos esto,
entonces encontraremos una posible dificultad en este libro de GFQ.
Esto se presenta desde el título y la tesis
principal, pues señala que la filosofía nietzscheana es inmanente, es decir, por
lo dicho, no saldría de sí, pero, previamente había aceptado también que se
trata de una metafísica (cfr. el título: Nietzsche y la metafísica inmanente), esto
es, de un pensamiento que, como vimos, va más allá, es decir, que sí sale de sí
y se remonta, pues, allende, al fundamento de la realidad: a los principios cósmicos
por lo menos como lo son la “voluntad de poder” y el “eterno retorno de lo
mismo”.
En primera instancia, esto puede parecer una contradicción:
inmanencia y metafísica sugieren, pues, signos opuestos. No obstante, visto con
perspectiva, lo que se está planteando aquí es una cuestión filosófica más trascendental.
Lo que en el fondo se está tematizando es, pues, la relación entre “inmanencia”
y trascendencia”; particularmente: si es posible o no la coincidencia de ambos,
a saber, la posibilidad de que algo sea inmanente y trascendente a la vez, es
decir, si es posible que algo que, manteniéndose en sí, sin embargo, a la vez, salga
de sí. Es precisamente este —quizá— el fondo (o abismo: Abgrund) fundamental de
la meditación nietzscheana. Nos percatamos de esto cuando comprendemos la centralidad
de la figura de Dioniso en el pensamiento nietzscheano: desde su primera publicación,
el Nacimiento de la tragedia, hasta la última: Ecce Homo, donde Nietzsche termina
comprendiéndose como el discípulo del filósofo Dioniso. GFQ también deja entrever
esta centralidad, aunque tiende a permanecer en la aurora que solo señala a lo
lejos sus últimas consecuencias.
En su estudio crítico, como ya tuvimos
ocasión de notar, GFQ observa que el principio de la “voluntad de poder” se fundamenta
en “el eterno retorno de lo mismo”, pero este a su vez, en Dioniso. Reconoce,
así, pues, explícitamente: «La gran repetición eterna es descrita, cantado por Zaratustra,
como la gran embarcación que flota en las aguas del devenir. Pero el señor de la
barca es Dioniso, el dios de la embriaguez y del juego» (p. 35).
Pero, ¿quién es Dioniso más allá de ser este
dios de la embriaguez y del juego? Desde su origen, Dioniso se reconoce como
una deidad mixta contradictoria: como Cristo, es dios y hombre u hombre y dios
al mismo tiempo al ser hijo, pues, de una mortal (Sémele) y del crónida Zeus,
un dios olímpico. Es un dios que experimenta la vida y la muerte, dos opuestos:
es despedazado por los horrores gigantescos de los titanes para luego volver a
la vida resucitando en el ciclo del gran año.
Y, en la instancia que ahora nos interesa, Dioniso
representa también la mixtura entre trascendencia e inmanencia o, mejor, la presencia
de la inmanencia entre la trascendencia. Por eso, al respecto, Dugin, por ejemplo,
ha precisado que: Dioniso no es trascendente como Apolo, es inmanente, pero sigue
centrado en el espíritu: es la inmanencia del hombre, el hombre-dios o dios
como hombre. De este modo, esta presencia es una especie de presencia inmanente
en la trascendencia. Dioniso no es la oscuridad, no es el Logos negro [de Cibeles],
es la presencia de la luz en la oscuridad: una especie de sol nocturno.
Es el hombre dentro de la existencia inmanente,
ctónica, femenina: es, pues, el punto masculino en la realidad femenina. Es una
especie de rayo de sol que atraviesa la oscuridad y que arriba hasta el centro de
la oscuridad [misma] para crear un nuevo amanecer: ese es Dioniso. (2022, p.
81). Es decir, en esta figura trascendente de la meditación nietzscheana,
Dioniso, ya encontramos secretamente un intento de síntesis entre inmanencia y
trascendencia. Es esta dimensión que, a veces, es pasada por alto en Nietzsche
y la metafísica inmanente de GFQ, pues tiende a enfocar y primar solamente la
dimensión inmanente de Nietzsche. Ciertamente, la filosofía del filósofo alemán
no es puramente trascendente, ni quiere serlo, pero tampoco es puramente inmanente
como, por ejemplo, algunos hijos de la modernidad como Gassendi y Marx, para quienes
la materia sola sí es el alfa y el omega de la realidad toda. Es, pues, una mixtura:
entre trascendencia e inmanencia.
Al igual que Heidegger, GFQ considera que Nietzsche,
a pesar de todos sus esfuerzos, no logra superar la modernidad y la vieja metafísica,
sino que, antes bien, como también ya vimos, profundiza su crisis. GFQ sostiene
que esto se debe a su carácter inmanente, pero hemos visto que la filosofía nietzscheana
implica, a su vez, un carácter trascendente a través de la figura de Dioniso.
Sin embargo, ya para finalizar, considero que, a pesar de esto, GFQ tiene razones
para oponerse a Nietzsche. Y es que en el filósofo alemán la trascendencia y la
inmanencia conviven prácticamente de manera indistinta, caótica (χάος).
La apuesta de GFQ sobre la síntesis entre
ambos polos, sin embargo, no se queda allí, sino que trata de ir más allá. Como
vemos en Ser y realidad (2023), GFQ establece, pues, un orden, una jerarquía y
no simplemente una mera anarquía, de allí su distinción, por ejemplo, entre
“ser infinito” y “ser finito”, donde el primero fundamenta y prima frente al segundo.
Así, finalmente, aunque el reconocimiento de la dimensión trascendente en la
meditación nietzscheana sin duda enriquecería el contenido del libro Nietzsche
y la metafísica inmanente, sin embargo, no afecta a la crítica que despliega
arduamente GFQ.
Bibliografía:
Dugin, Alexander. “Lecciones de Belgrado:
introducción al Proyecto Noomaquia. Primera lección: introducción a la noología”.
Traducción de David Álvaro Huallpa Vargas. Revista Peruana de Filosofía Aplicada
15, no. 22 (enero-junio 2022): 65-95.
Flores Quelopana, Gustavo. Carta sobre la
metafísica. Lima: IIPCIAL, 2021.
—. Nietzsche y la metafísica inmanente. Lima:
IIPCIAL, 2023.
—. Ser y realidad. Lima: IIPCIAL, 2023.
Nietzsche, Friedrich. Ecce Homo. Madrid: Alianza,
2011.
—. El nacimiento de la tragedia. Madrid: Alianza,
2012.
DIEGO LINO ARDITO-Filósofo/UNMSM
LOS VAMPIROS DE DIOS: La batalla por los fundamentos del mundo
“El campo de batalla de estas
disputas sin fin se llama metafísica” Kant, CRP
Con falsa modestia, la filosofía universitaria de nuestros tiempos ha renunciado
a brindar una visión general del mundo. Su falta de ambición comprensiva y de
propuesta, no se debe a la prudencia teórica, sino a su afán por seguir a las
ciencias particulares, en un proceso de especialización que la ha vuelto inaccesible,
incluso para quienes tienen conocimiento sobre la historia y los problemas
generales de la disciplina. Esta especialización hipertrofiada, ha sido señalada
por algunos de los pensadores más importantes del siglo pasado, pues comprendieron
que conduce a un proceso de desarticulación de la visión del mundo, que no solo
impide formular hipótesis más comprensivas, sino que extingue el interés general
por el enigma del mundo y del conocimiento humano[2].
Esto explica, porqué muchas de las propuestas
filosóficas más ambiciosas y vitales de nuestros tiempos, se encuentran fuera
de las criptas universitarias, donde el filósofo no tiene la obligación burocrática
de producir papers anodinos, ni de usar el corsé de las convenciones académicas.
Este es el caso del pensador peruano Gustavo Flores Quelopana, quien tiene más
de cien títulos en su haber y, sin duda alguna, es el filósofo peruano que ha
ensayado más teorías y propuesto más conceptos, dejando a las siguientes
generaciones, la colosal tarea de someter su obra a copelación.
Los vampiros de Dios: Kant, Hegel, Nietzsche,
Heidegger: Hitos de la metafísica moderna inmanente [2024], es el nombre de su última publicación. Esta summa[3]
sobre el origen de la metafísica inmanente[4],
está dividida en cuatro actos. En cada uno de ellos se presenta a los filósofos
mencionados en el subtítulo, en el orden en el que aparecen. Acompaña el final
de cada capítulo, una nota con curiosidades biográficas que, suponemos, hacen las
veces de entremés e invita a reiniciar la lectura de los análisis más rigurosos.
Porque el autor, junto con sus comentarios del sistema correspondiente, presenta
una cuantiosa batería de citas tomadas de fuentes primarias y secundarias, demostrando
su dominio sobre el tema. En cuanto a la forma, Flores es amable con el lector y
no complica su exposición innecesariamente. Aunque por momentos, se deja notar
que escribe rápido y una edición rigurosa podría haber reducido el número de
páginas considerablemente, no llega a desanimar al lector tenaz, al que “la práctica
deficiente le importa menos que la sana teoría”[5].
Primer acto: Kant en el banquillo
El autor, pone especial atención en Kant. Más
de la mitad del libro está dedicado al análisis del idealismo trascendental. Pero,
no presentaremos aquí una crítica pormenorizada, sino un comentario sinóptico
del acto dedicado al filósofo de Königsberg.
Desde el prólogo se nos plantea la cuestión:
La modernidad está agonizando y un estudio crítico de sus filosofías nos puede
ayudar a entender por qué y, aunque aceptemos que el idealismo trascendental es
una filosofía paradigmática de la agonía del mundo moderno, con todo y sus males
bien conocidos, Flores exime de la culpa a Kant, pero sin hacer una distinción
entre el finis operis y el finis operantis[6],
con lo cual, al final del capítulo, a pesar del desagravio inicial, nos queda
la sensación de que Kant ha sido sentado en el banquillo, acusado por el “descalabro
de la Edad Moderna”[7].
Pero, ¿en qué consiste específicamente esta acusación?
Según el autor, el sistema de Kant “elevó a lo teórico la convicción de que la
estructura del mundo es creada por el hombre”[8].
Ante semejante señalamiento, creo justa y necesaria la pregunta de si la intención
de Kant (finis operantis) fue o no, darle sustento teórico a esta convicción. A
mi juicio, atendiendo al prólogo de la segunda edición de la CRP, podemos
afirmar que, en principio, lo que se propuso Kant fue salvar la metafísica, que
se le presentaba desprestigiada por el dogmatismo y asediada por el escepticismo[9].
Ahora, quisiera poner atención especial en lo siguiente: para Kant, la crisis
de la metafísica se debía a que, en su época, la del florecimiento de las ciencias
particulares, la razón humana había alcanzado un punto en el que ya no le era posible
engañarse con saberes ilusorios[10],
por ende, la salvación de la metafísica no podía ser otra cosa que su alineamiento
con el progreso de estas ciencias, las cuales habían alcanzado certeza y necesidad.
Hasta aquí el finis operantis.
El finis operis tuvo como medio la CRP, seguida
de las otras críticas, que intentan completar el sistema y en las que la intención
inicial se ve tan desfigurada, que caben en ellas múltiples interpretaciones,
con sus respectivas consecuencias. La de Flores nos presenta el giro copernicano
hecho por Kant, como un reemplazo del enfoque ontológico por el gnoseológico.
Desmantela el “tribunal de la razón”[11], pieza por pieza,
con todo su aparato de facultades y conceptos puros a priori, para mostrarnos
cómo, a través de la estética, la analítica y la dialéctica trascendental, la gnoseología
de Kant fracasa en su intento de escapar del idealismo, aunque se aferre al
realismo a través de la constante mención a lo trascendental. El titubeo kantiano
entre lo a priori y la experiencia como fundamento de la realidad, se acentuará
en sus otros textos, mucho menos sistemáticos y llenos de lagunas argumentales.
Los que, a la larga, lo conducirán al escándalo de la cosa en sí. Arena movediza
de la que intentará librarse con todas sus fuerzas, pero que, al final de su vida
intelectual, acabará absorbiéndolo por completo y será el punto de partida para
el idealismo alemán.
Quizá, ese titubeo se debiera a que Kant se debatía
entre sus deudas con la escolástica y sus simpatías ilustradas. De cualquier
forma, no le faltan razones a Flores, cuando sostiene que Kant confunde “el concepto
de objeto con la existencia real del objeto”, confusión que terminó degenerando
en un “desorbitado subjetivismo”[12],
cuya influencia se extenderá a la filosofía posterior. Cabe señalar que se hace
una salvedad importantísima: Kant no es la fuente original del error. Para hacer
una genealogía de este extravío gnoseológico, el autor se remonta a la doctrina
de Protágoras, interpretando su homo mensura como una primera radicalización subjetivista
de la filosofía, que continúa en Occam, Descartes, Spinoza, Pascal y Leibniz, hasta
llegar a Kant, que es donde cristaliza la metafísica inmanente, para ser legada
al idealismo alemán, la fenomenología, al existencialismo y llegar a su cúspide
con el desvarío posmoderno.
Al respecto, recordemos que estudiosos como
Guthrie han denominado la época de Protágoras y los sofistas como “ilustración”[13].
Cassirer, en Philosophy of the Enlightenment, hace una comparación directa de
la ilustración de los sofistas con la Ilustración del siglo XVIII[14].
De la misma manera, las doctrinas sofistas son fáciles de relacionar con las de
Hegel, Nietzsche y Heidegger. En el caso de Kant, la cita es elocuente: “buscar
dentro de uno mismo (o sea, en la propia razón) el criterio supremo de la
verdad; y la máxima de pensar siempre por sí mismo es lo que mejor define a la
ilustración”[15],
difícilmente podremos encontrar una mejor caracterización de la filosofía inmanente.
Flores no abunda, sin embargo, en el ethos compartido por los sofistas y los
ilustrados, hilo que lo hubiera llevado de Kant a Hegel, sin tener que sortear
sus enormes diferencias. Pues, la ilustración burguesa, por la que Hegel mostró
juvenil devoción, requería para su revolución la destrucción del fundamento de
su legitimidad: el Dios trascendente. Pero, sospecho que Flores no hizo esta
omisión por falta de conocimiento, sino para no derivar en cuestiones de orden
histórico y político, que lo hubieran desviado de su propósito argumentativo.
En fin, se podría objetar que la crítica a la modernidad, no es un tema nuevo,
de hecho, existe una enorme cantidad de bibliografía, llena de anuncios funerarios
sobre la modernidad. Lo que es verdaderamente novedoso (por valiente), y que lo
sea debería contar como síntoma, es la propuesta de Quelopana: hacer una segunda
revolución copernicana[16].
A saber, si el giro de Copérnico quita a la Tierra, y con ella al hombre, del
centro del universo, Kant lo vuelve a poner allí. Así que la propuesta de
Flores consiste, en buen cristiano, en poner las cosas en su sitio. Volver a un
sano realismo, basado en una ontología que reduzca la arrogancia epistémica, y
permita la aceptación del misterio y lo divino revelado en la palabra de Dios.
Segundo acto: Hegel, la conciencia delirante
De la mano de D’Hondt, el filósofo peruano inicia
el capítulo dedicado a Hegel con una etopeya. Hegel no era un ilustrado tímido
como Kant. A pesar de su figura pública de conservador, tenía una faceta privada
de revolucionario. Su “panteísmo, ateísmo, irreligiosidad, el rechazo de la creación,
la trinidad y la trascendencia de Dios”[17] eran patentes
en sus lecciones. Esta vida paralela, explicaría en alguna medida su necesidad
de expresarse de forma retorcida y esotérica. Un cuadro clínico enmarca el retrato
del joven Hegel, entre delirios mesiánicos y depresiones. Su crisis psicológica,
según Flores, está en relación directa con la crisis de la época, pues, “cuando
una comunidad pierde sus vínculos con el mundo suprasensible, no se puede vivir
de manera legítima y equilibrada”[18].
A pesar de haberse formado durante 5 años en
la carrera eclesiástica, Hegel se muestra obsesionado por la idea de un Dios que
surge de la razón misma, lo cual, por otro lado, es bastante comprensible en un
continuador del iluminismo. El absoluto para Hegel no es, como propone Schelling,
una entidad mística, ni como propone Spinoza, una sustancia, sino un movimiento
que va y viene de la totalidad de la naturaleza hacia el espíritu, alcanzando su
mayor expresión en la razón humana, lugar donde cobra consciencia de sí. En
resumen: la dialéctica del espíritu elaborada por Hegel, no es más que otra versión
de un mismo proceso, en el que los fundamentos de la realidad pasan del Dios
trascendente a la razón humana. Así entronca el idealismo absoluto con la genealogía
del desvarío inmanentista. En sus Lecciones sobre historia de la filosofía,
Hegel reivindica, explícitamente, el giro antropológico de los sofistas, emparentándose
con ellos con su interpretación del homo mensura y la verdad relativa. En efecto,
para ellos, siguiendo a Heráclito, “la materia es un puro fluir”[19]
relativo a la consciencia. Según Hegel, este es un gran descubrimiento de Protágoras
y representa el primer momento de la conciencia. La hipóstasis de la dialéctica,
que a veces aparece como ley general de la naturaleza y en otras como una sombra
del intelecto divino, que está más allá de la contradicción, tuvo que resultar
muy atractiva para pensadores de una época en la que, si bien la inversión
inmanentista se sentía en el ambiente intelectual, todavía era casi imperceptible
para el conjunto de la sociedad. El sistema de Hegel se presenta como la
transición perfecta, entre la cristalización teórica de la metafísica inmanente,
la doctrina de Kant, y las doctrinas basadas en la praxis, en el puro ser y
quehacer humano, que dominarán la filosofía del siglo XX.
Tercer acto: Nietzsche y el elogio de la
locura
El pensamiento de Nietzsche, flor de la metafísica
inmanente, se presenta de manera muy didáctica. Dividido en 2 momentos, con dos
etapas en cada uno. El primer momento, el de la “anunciación”, con sus
respectivos periodos estético y antropológico-psicologista. El segundo momento,
el de la “predicación”, con sus respectivos períodos del superhombre, del nihilismo
y el amor fati. Flores consigue con esta categorización, dotar de sistema el
pensamiento de Nietzsche, el cual, para los no adeptos, se presenta como una
caótica suma de textos, tan elocuentes como faltos de argumentación y fundamento.
No obstante, lo antes mencionado, el pensamiento de Nietzsche pertenece también
a la tradición del desvarío iniciada por Protágoras, además de prolongar su
influencia en nuestros tiempos. Pues, con su inversión de los valores cristianos,
termina por desvelar un proceso que en sus predecesores se mantenía todavía en
la timidez de la insinuación y el hermetismo. Si la obsesión de Hegel es la idea
de un Dios que emerge de la razón humana, que a su vez emerge dialécticamente
de la naturaleza, para Nietzsche, como todos sabemos, Dios ha muerto. Con esta
frase encarna la crisis de Occidente, el cual “ha llegado a empantanarse hasta
límites aberrantes”[20].
De tal manera, la ¿filosofía?[21]
del pensador alemán se manifiesta al mismo tiempo como síntoma que anticipa y
agente que propaga. Para terminar, es innegable la coherencia vital de Nietzsche
con su doctrina. A medida que ésta se va dirigiendo al desmoronamiento lógico y
la ininteligibilidad, el hombre también. Razón por la cual acabará sus días en
completa consecuencia con lo que anunció y predicó durante toda su vida: la
locura del hombre sin Dios.
Cuarto acto: Heidegger o el triunfo de la nada
El último acto está dedicado a Heidegger su metafísica
del supraser. Para Flores, Heidegger, a diferencia de los anteriores, acierta
al diagnosticar al mundo de su mal metafísico, pero yerra en su prescripción. Su
filosofía, según nuestro filósofo, presenta cuatro errores. El primero, es interpretar
la tradición platónica como causante del olvido del ser, siguiendo en esto,
aunque de forma distinta, la concepción que Nietzsche tiene de la razón socrática.
El segundo error es rechazar la idea del Dios personal, que se relaciona con el
mundo por amor, pues esto es una aberración para la idea del Dios griego, que
es principio inmutable. El tercer error, que sitúa de lleno a Heidegger en la
genealogía del desvarío inmanentista, es su adhesión al nominalismo, lo cual desemboca
en el cuarto y más grave: su ontología de la facticidad, que conduce a pensar el
Ser “en su recóndita incognoscibilidad y aislamiento absoluto”[22].
Como consecuencia de malentender la tradición, y no signar el inicio del olvido
del Ser a la tradición a la que pertenece, es decir, al empirismo, Heidegger va
a oponer la metafísica de la aletheia, a la metafísica del eidos. Como en una especie
de negativo de la gnoseología escolástica, su ontología parte de la facticidad,
pero esta facticidad solo revela al Ser tras la consciencia de que lo experimentado
es aparente, es una mera envoltura eidética, que hay que correr a un lado como una
cortina, para encontrar la verdad. La ontología de Heidegger es una mística. Es
por esto que triunfa en la segunda mitad del siglo XX, como fundamento teórico
de los más disparatados movimientos artísticos y pseudocientíficos, y se la
puede encontrar en el fondo, emparentada con el new age y el orientalismo de tercera
ola.
La solución que propone Heidegger a la enfermedad
metafísica del mundo moderno es otro tanto de lo mismo que la causó. Así se rompe
la “síntesis entre lo trascendente y lo inmanente del Ser”[23] a la vez que se
sella el círculo de la visión nihilista.
Conclusión
Las crisis nerviosas, la magnanimidad, la falta
de claridad y el afán de gloria van a ser rasgos personales que emparentan a Hegel,
Nietzsche y Heidegger. Sus doctrinas aún cautivan con su borrachera teórica a una
enorme cantidad de estudiosos y, no sin recelo, las vemos proyectar su sombra
sobre el futuro. No por nada se les ha denominado como oscurantismos[24].
Excluyo de estos comentarios a Kant, pues, aunque es difícil negar las consecuencias
de su sistema, no veo en el filósofo la patología inmanentista, la intención expresa,
ni un atisbo de previsión de los resultados de su revolución copernicana.
Sabemos desde el título, que el tema principal
del libro es la exposición de una genealogía de la metafísica inmanente, a
través de sus hitos. Pero, a mi juicio, el problema principal, el que aparece
de fondo, no es otro que el que ya señalaba Leibniz en sus Discursos de metafísica,
a saber, ¿cómo coordinamos el reino de la naturaleza con el de la moral?, ¿cómo
cerramos sistemáticamente la brecha que hay entre la filosofía teórica y la
filosofía práctica? La respuesta de Flores no es la de Leibniz, quien propone la
restauración de las formas sustanciales, porque el tiempo de Flores es otro. Su
propuesta es restaurar a Dios.
HILDA C. VARGAS CANCINO-Filósofa/Instituto de
Investigación de la Universidad Autónoma de Toluca (IESU)
¿UN ETHOS EN CULTURAS PRE-CUAUHTÉMICAS?
hacia un encuentro con la calidad de vida y los derechos humanos
[México, Revista Dignitas, mayo-agosto 2013]
Resumen: Se presenta un análisis de lo que puede
ser un antecedente ético de los derechos humanos en culturas pre-cuauhtémicas y
andinas. Se defiende la idea de que ambas culturas, así como tantas otras de
los pueblos originarios, poseían mucha sabiduría y conocimiento va lioso y que,
dentro de su contexto, construyeron una ética que les permitió convivir más
armónicamente y sanas —en muchos de los sentidos— en comparación con la cultura
occidental vigente. Se contraponen la postura eurocentrista del filósofo alemán
Hans Georg Gadamer con las posturas más inclusivas del filósofo peruano Gustavo
Flores y del teólogo y filósofo suizo Josef Estermann.
Palabras clave: derechos humanos, calidad de
vida, sabidurías ancestrales, ética.
Presentación. - Parte de la esencia de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos es el reconocimiento de la dignidad de la
mujer y del hombre. Remontarse a la concepción de dignidad en los pueblos originarios
encara retos gigantescos, porque difícilmente el investigador se des prende de
su visión reduccionista que su historia occidental, distan ciada no sólo en tiempo
sino de la multiplicidad de elementos que intervenía en esa época, le contamina
y le ciega para poder abordar el fenómeno en la complejidad que le requiere.
Dentro del presente artículo, se revisa algunos
antecedentes no eurocéntricos que buscan aportar posibles elementos para poder
re presentar un antecedente de los derechos humanos, viendo a éstos como los
principios éticos para una mejor calidad de vida. En la primera parte, se tratará
algunas posturas teóricas actuales que se declaran a favor de reconocer en el
pensamiento pre cuauhtémico una filosofía, cuya métrica difiere de la occidental.
Se muestra sus respectivos argumentos, se incluye también visiones en contra de
ese reconocimiento. La segunda parte del documento se enfoca en resaltar algunos
antecedentes de una construcción en tor no al ethos en la cultura mexica, tolteca
y andina.
Pensamiento ancestral no occidental:
¿sabiduría o filosofía?
León-Portilla, quien ha dedicado gran parte de
su trabajo académico al estudio de las culturas prehispánicas, referidas en el
presente documento como pre-cuauhtémicas [1], lanza el cuestionamiento: ¿qué posibilidad
existe de aplicar el concepto de filosofía a un pensamiento surgido en tiempo y
espacio diferentes al mundo occidental, como lo es el antiguo pensamiento
náhuatl? Su respuesta abarca diversos aspectos: “Anteriormente, sobre todo los
europeos, enmarcaban las creencias y ritos de otros pueblos con el concepto de
idolatría; consideraban […] costumbres y preceptos, como situados fuera de la
ética y del derecho” (León-Portilla, 2010: 28).
El autor también retoma a la antropología
cultural como aquella que ha universalizado los conceptos de religión, derecho
y filosofía, antes catalogados de idolatría o tan sólo muestras de un pensar y
actuar primitivos. Asimismo, menciona que tanto Bernardino de Sahagún como
Bartolomé de las Casas, frailes egresados de las universidades de la Soborna y Salamanca,
“llegaron a admirar la organización social y política de los pueblos de idioma
náhuatl, su sistema educativo, sus normas morales y tomaron en cuenta el contenido
de sus libros o códices” (León-Portilla, 2010: 29).
En especial, De Sahagún refiere que los pueblos
de habla náhuatl rebasaban a muchos otros, entre ellos a algunos europeos, en
el aspecto de sus creaciones culturales y en relación con sus manifestaciones
de tipo intelectual. Afirmó que se podía identificar un pensamiento filosófico
y comenta también que el fraile llegó a reunir una compilación considerable en el
idioma original sobre el pensamiento de los nahuas acerca de las “cosas naturales,
humanas y divinas”.
Pese al gran número de evidencias destruidas
de la cultura pre cuauhtémica, y de muchas otras de los pueblos originarios,
aún se puede contar con varios documentos de soporte; sin embargo, la
destrucción fue avasalladora. Panikkar expone que, en gran medida, los desastres
en la conquista de América se vincularon con la magna destrucción de los símbolos,
parte esencial de la realidad de esos pueblos, más que del genocidio directo
del cual también fueron víctimas: “el modelo de pensamiento científico es
solamente un paradigma muy particular, y este modelo, excelente en su propio ámbito,
causa la destrucción del universo simbólico de las otras culturas cuando se
extrapola” (Panikkar, 2006: 99).
Al respecto, dice Gadamer que queda entendido
que las dudas o cuestionamientos de la razón se plantean y replantean una y otra
vez ¿Un ethos en culturas pre-cuauhtémicas? Hacia un encuentro con la calidad
de vida ... A fondo cuando tratan sobre el bien: “Los griegos ya lo sabían: lo
bueno es un algo multicolor” (Gadamer, 2007: 211). Desde la propuesta de este
documento se considera que los griegos no eran los únicos que se cuestionaban estos
planteamientos recurrentes, se aprecia también esto en el pensamiento
prehispánico; un ejemplo se puede observar, por una parte, en la cultura inca: los
profundos razonadores quechuas tuvieron como uno de los modos privilegiados de
expresión filosófica el diálogo. Esta forma de pensar discutiendo, conversando,
preguntando y respondiendo entre personas unidas por el mismo interés de
investigación, fue común no sólo entre ellos sino también para buena parte del
pensamiento antiguo hasta Aristóteles […] El diálogo fue un género privilegiado
por entonces de la reflexión filosófica […] Platón tenía desconfianza hacia los
discursos escritos, por cuanto no hay respuestas ni interrogaciones por parte de
interlocutor alguno (Flores, 2006ª: 14).
Lo mismo es posible observarse en Sócrates,
de quien se afirma que jamás escribió algo, se valía del diálogo para provocar la
reflexión en su interlocutor, una pregunta seguía a la otra. Para Gadamer, es
imposible llegar a un punto final en que todas las condiciones de verdad ya
están dadas: “Y si lo fuese, ya no se sabría que preguntar” (2007: 228), de
esta forma, comenta, se acabaría la filosofía.
Dentro de los nahuas también existen diversos
ejemplos de ese proceso continuo de cuestionar, tlamatinime es el nombre con el
cual eran conocidos los maestros nahuas, quienes se planteaban cuestionamientos
iguales a los que otros filósofos se han hecho, tan to de otras épocas como de otras
culturas. Portilla hace referencia a los testimonios confiables que avalan esas
palabras, los cuales se pueden ubicar en tres tipos de fuentes: los códices y manuscritos
[2], además de historias y crónicas donde se encuentran referencias del pensamiento
de los nahuas (León-Portilla, 2010).
Gustavo Flores Quelopana (2006a), filósofo
peruano, menciona que en el diálogo se encuentra implícita una eminente normatividad
que es exigida en el principio de tolerancia filosófica, donde se reconoce una legitimidad
entre iguales y, muy especialmente, una buena voluntad para entender las razones
de los otros, equivalente a lo que Gadamer menciona: “El arte de comprender consiste
seguramente y ante todo en el arte de escuchar. Sin embargo, a ello hay que añadir
la posibilidad de que el otro pueda tener razón” (Gadamer, 2007: 227).
Lo anterior nos lleva a enfrentar un problema
de ausencia de alteridad cuando el dogmatismo es el que se impone; dice el filósofo
suizo Josef Estermann, profundo conocedor de la filosofía andina:
El problema filosófico del ‘otro’ y de la ‘otra’
también es el problema de la alteridad filosófica, es decir: de ‘otra filosofía’
[…] mientras que se afirme que la filosofía es una criatura (exclusiva) de Occidente
que sólo puede expandirse a otras culturas conservando la occidentabilidad inherente,
el ‘otro filosófico’ (un pueblo que tiene una filosofía distinta) no tiene razón
de ser (Estermann, 2008: 17-18).
De esta forma, la filosofía dominante no dará
el paso a la alteridad si no se toma conciencia de tres aspectos importantes:
su culturo-centrismo, su evidente racialidad o etnocentrismo e inclusive —menciona
el filósofo suizo— de su androcentrismo o masculinidad, que la sesgan para sólo
reconocer en los otros pueblos, en el mejor de los casos: su pensamiento,
cosmovisión, mitología, religiosidad. Continúa el autor: “Todas estas etiquetas
son alternativas equivalentes de expresiones culturales y no hay argumentos de
que una sea superior o más avanza da que otra” (Estermann, 2008: 19).
Finalmente, comenta que el defender la filosofía
andina no es por un aspecto de índole académico o un capricho de los andinofilósofos,
sino por reivindicar esa manera completa e integral con que, de forma muy particular,
los quechuas representan el mundo, es la defensa de una sabiduría milenaria, es
un paso a la liberación de la filosofía occidental dogmática y androcéntrica.
En el mismo sentido, el filósofo peruano Víctor
Mazzi Huaycucho menciona en relación con la racionalidad andina: “no era una filosofía
tal como se conoce en Occidente, tuvo distinta significación [...] el pensador
no colocaba al hombre andino por encima del entorno cosmogónico, lo situaba en
igualdad de condiciones” (Mazzi, 2011: 23). Por otro lado, Gadamer menciona:
Es sin duda cierto que la filosofía, bajo
cuyo signo nos encontramos aquí, surgió total y completamente en Europa. Es
verdad que están ahí los egipcios, cuya gran importancia para el pensamiento griego
se nos parece con una claridad cada vez mayor, y lo mismo puede decirse de los
babilonios, que estaban ligados como vecinos a los comienzos griegos (Gadamer, 2007:
2019). Al respecto, Nazanín Amirian habla de que grandes filósofos como Platón,
Aristóteles y Nietzsche, han basado algunas de sus propuestas en la doctrina
ética y moral de Zaratustra, profeta persa, del que se cree murió a mediados del
siglo vi a. C. (Amirian, 1999: 9). Sin embargo, el pensamiento de Gadamer está
en la defensa de la filosofía como nicho exclusivo de Europa: El concepto de
filosofía no resulta todavía aplicable, como quien dice, a las importantes
respuestas que las grandes culturas de Asia oriental y la India dieron a esas
preguntas de la humanidad que la filosofía europea se plantea una y otra vez. En
el fondo, resulta totalmente arbitrario darle a la conversación que un sabio
chino mantiene con su alumno el nombre de filosofía o religión o poesía, y arbitrario
también, si contemplamos la tradición épica india como un legado poético o como
la aprehensión filosófica de la esencia de lo divino y la esencia del mundo,
transmitida dentro del acervo religioso en forma poética (Gadamer, 2007: 220).
En este documento, parte de los cuestionamientos
son precisamente con respecto al eurocentrismo: cuando se excluye el pensamiento
externo a Europa, donde éste no puede ser filosofía, en virtud de que no se
aprecia el mínimo sesgo de inclusividad, y por qué no, humildad, para pensar que
las otras culturas puedan también trabajar en la búsqueda de la verdad, ser cuestionadoras,
contar con argumentos, etc., se está hablando de sabidurías milenarias que han
realizado di versas aportaciones que aún en la actualidad resultan sorprendentes,
como lo es el avance en la astronomía o en la geometría a la que llegaron varias
culturas ancestrales como la maya o la azteca, y sería muy arbitrario decir que
no lograron conocimientos en esas áreas porque en ese tiempo no existían esas
palabras.
Absurda e insostenible resulta ser aquella
objeción superficial que confunde la existencia de un determinado término que
designa un conocimiento al modo occidental con la existencia de dicho conocimiento
en otro orbe cultural no occidental, y que sostiene que por el hecho de que el
término es de origen griego, no puede ser aplicado a una cultura que no tuvo su
equivalente en su propia lengua. Si esto fuese así, como que no lo es, entonces
hasta la ciencia de la geometría no tuvieron los incas debido a que dicho término
es de origen griego. Esto resulta evidentemente desatinado. Tampoco se trata de
inventar palabras en quechua que signifiquen su equivalente occidental, como
algunos lo han intentado. De lo que se trata es de descubrir su sentido propio,
su peculiar significado en una cultura distinta a la europea (Flores, 2006a: 24-25).
Reconoce Panikkar la existencia de diversas
culturas en todo el mundo, cuya práctica de sus sabidurías facilitan a todo ser
que la sigue alcanzar la plenitud y la felicidad, donde el mythos no está
peleado con el logos, porque el primero es el órgano de la fe enfocada en Dios,
o en la razón, el orden, etc., posteriormente el logos será necesario para ponderar
y discernir cada símbolo: “Desde el comienzo de la especulación filosófica griega,
tal vez porque ella nació como crítica de la visión mágico-mitológica, la filosofía,
a pesar de su nombre, se ha concentrado más en la gnosis (intelecto) que en la
filia (ágape o eros)” (Panikkar, 2006: 145).
Es común encontrar en las culturas prehispánicas
o pre cuauhtémicas la presencia más equilibrada de amor, expresada tanto en su discurso
como en su práctica. David Carrasco toma la idea de León Portilla en relación
con la marcada frecuencia con que ‘flor y canto’ es repetido en los textos aztecas,
el cual dice “sólo es eficaz en las almas que han aprendido a dialogar con su corazón”
(Carrasco en Eliade, 1999: 23). Flor y canto representan la liberación del
hombre, pro ducto de su “sabiduría basada en la inteligencia del sentido
genuino del arte, la poesía y los símbolos” (Carrasco en Eliade, 1999: 67),
independientemente de que fueron culturas de guerra, que posterior a las enseñanzas
de Quetzalcóatl, invita al pueblo a mantener una cultura de paz.
Se coincide con las posturas que no sólo
aceptan, sino que defienden el derecho del pensamiento prehispánico y, en general,
del no occidental, como un pensamiento filosófico. Se tiene claro que éste
puede ser diferente en diversos aspectos: la oralidad cobra relevancia y la
vida comunitaria, el vínculo con la naturaleza y la creencia de una conexión más
allá de los límites de la Tierra; pero coincidente también en muchos otros: como
la búsqueda continua de la verdad, los cuestionamientos que buscan la felicidad
y desde luego principios éticos o del bien que faciliten la convivencia entre
los miembros de la humanidad. Y como menciona Gustavo Flores: No se
trata de negar la validez universal de las características de la filosofía
occidental afirmando gratuitamente que existió una filoso fía inca o precolombina,
sino demostrar que la filosofía puede darse también como un saber vinculado a la
tradición religiosa central, que tiende a la integración del individuo con el
cosmos o Dios, y encarna do en un sabio que no busca resaltar la originalidad individual,
sino que se desvanece en su colectividad (Flores, 2010: 23).
Planeamiento que es semejante a la postura
que Panikkar defiende, en donde se reconoce lo valioso de cada aportación en
función de su propio contexto.
Antecedentes de un ethos en los mexicas y pueblo
andino
en
torno a derechos humanos y calidad de vida
Si bien se localizan varias ideas que pueden
representar un ante cedente de los derechos humanos en las culturas de
Mesoamérica, también es cierto que no por ello coinciden con la Declaración Universal
de Derechos Humanos de 1948. Hay diversos aspectos de tipo cultural que pueden romper
totalmente con sus ideas, como podría ser el tema de los sacrificios que estas culturas
acostumbraban en sus rituales, en sus deportes e incluso en sus festividades,
mismas que se encontraban contextualizadas en sus creencias.
Son frecuentes los sacrificios humanos en diversas
ceremonias de los pueblos de Mesoamérica, incluyendo el de infantes, mujeres,
hombres y animales no humanos; inclusive en el juego de pe lota, considerado
sagrado por ellos, realizaban sacrificios donde se decapitaba al vencido o, en algunos
casos, al vencedor. Fue hasta la presencia sacerdote-hombre de Quetzalcóatl que
el panorama de los sacrificios cambia, él se declaró en contra de aquellos
practicados con humanos, sustituyéndolos por codornices, saltamontes, entre otros
(Carrasco en Eliade, 1999: 32, 51). Sin embargo, hasta antes de él, para la
cosmovisión de esa cultura, los sacrificios humanos eran parte de los valores y
acuerdos de la colectividad, sustentados en su religión.
Conforme se avanza de conciencia o de contexto
—dentro de una misma cultura— se observa que los sacrificios con animales tampoco
es posible considerarlos como actos morales; el trabajo reflexivo que se pueda hacer
de ello dará la posibilidad de considerarlo ético o no, desde un contexto y una
historicidad específica.
En el caso particular de las culturas de
Mesoamérica, el valor de la vida dista mucho de la concepción occidental. La
cosmovisión de estas culturas rebasa, por un lado, la idea de que la vida se acaba
con la muerte del cuerpo; por otro lado, el profundo valor que representan los
sacrificios no tiene nada que ver con la visión occidental que la etiqueta de actos
de barbarie; para las culturas prehispánicas están asociados con diversas
razones: de amor, de justicia, de súplica, de agradecimiento, etc., ofrecidos a
sus deidades y a la misma naturaleza, por ejemplo, al maíz como planta sagrada.
Otfried Höff argumenta que los derechos humanos
plantea dos como tales son desconocidos por otras culturas, debido a que las
condiciones de Occidente los han gestado como producto de su cultura individualista
y por padecer —como consecuencia de lo mismo— de esclavitud, de intolerancia
religiosa, colonialismo e imperialismo, patologías, así etiquetadas por el autor,
cuyos mecanismos terapéuticos serían precisamente los derechos humanos, así: “Bajo
determinadas condiciones es incluso posible que el derecho se con vierta en algo
injusto” (Höff, 2008: 210).
Dentro de la misma cultura prehispánica, hubo
momentos en que los sabios o tlamatinime cuestionaban aun las más arraigadas
creencias: sobre sus dioses, el comportamiento recto o desviado, así como el
destino una vez que se dejaba esta vida. Estos maestros se separaban del dogma religioso
y por lo tanto su comportamiento era diferente al que manifestaban los sacerdotes.
Los cuestionamientos eran planteados en diversos escenarios como las escuelas
superiores cálmecac, “así, por ejemplo, al hacer referencia a los destinos huma
nos, se planteaban cuestiones relacionadas con temas como ‘lo que es bueno y
recto’ (in cualli, in yectli) y también lo referente al albedrío y la libertad”
(León-Portilla, 2010: 32). Otra forma de plantear cuestionamientos fue hacerlo
al aire libre, en contextos festivos, donde se transformaban en canto, música y
danza; dice León Portilla, un cuestionamiento recurrente en sus cantos, con
sentido filosófico es la frase: ‘¿Hay algo verdadero en la tierra?’ (León-Portilla,
2010: 32). Al respecto, Noé Esquivel resalta la importancia que tuvo en la vida
de los indígenas el antecedente del espectáculo, la actuación y el sentimiento
en la época prehispánica, posteriormente capitaliza do por los misioneros “para
lograr su propósito: la transmisión de la doctrina cristiana y, consecuentemente,
la conversión de los naturales a la nueva fe” (Esquivel, 2010: 274). Así, el teatro
náhuatl sienta la base para el teatro misionero. El autor muestra diversas etapas
manifestadas en las representaciones teatrales de la cultura indígena, de las
cuales se retoma la cuarta, vinculada con la problemática familiar y social de
la comunidad, sin embargo, es de la que menos testimonios existen: “No obstante
esta limitación hay que resaltar y reconocer que cada una de estas etapas son una
expresión del carácter vivencial, festivo y religioso de la representación teatral
[…] nos permite conectarnos con aspectos propios del pueblo náhuatl
prehispánico” (Esquivel, 2010: 289). Tal vez, como ha mencionado Höff, los derechos
humanos como mecanismos terapéuticos no eran necesarios en esta cultura porque
los recursos que León Portilla y Esquivel mencionan, cubrían esta “terapéutica
social” que como comunidad ejercían para el comportamiento correcto dentro de
su sociedad. De esta forma, el teatro evangelizador novohispano pone en escena problemáticas
nacidas de la comunidad y representadas por sus integrantes en plazas públicas
y en atrios: “El público no era un simple espectador, sino que se involucraba vitalmente
en dicha representación […] quien acepta la representación de algún personaje
debe de modificar su conducta en la vida diaria” (Esquivel, 2010: 291). Más allá
de lo correcto o in correcto, o del propósito con que se utilizó —para la imposición
del cristianismo—, es importante resaltar el gran impacto de la herramienta
para el cambio de comportamientos. Como menciona Esquivel, el propósito fue
capitalizarla como una herramienta evangelizadora y de orientación para la conducta
moral del pueblo, además de elevar su nivel de vida y facilitar momentos de diversión.
A continuación, se presenta un fragmento de la poesía prehispánica que muestra varias
facetas de la vida humana valorada por esa cultura, León Portilla lo toma del
Códice florentino, se puede observar en sus versos el antecedente del derecho a
disfrutar aspectos considerados en los derechos humanos:
Pero así andan diciendo los ancianos:
Para que no estemos llenos de tristeza,
El Señor Nuestro nos dio a los hombres
la risa, el sueño, los alimentos,
nuestra fuerza y nuestra robustez
y finalmente el acto sexual. (León-Portilla,
2010: 40)
Una característica propia del pensamiento de
varias culturas no occidentales, incluyendo algunas prehispánicas, es el rebasar
las fronteras de la convivencia y abrirlas hacia el universo, Panikkar resalta
que el ser humano no es únicamente un ser social, también le reconoce como un ser
cósmico, dice, más específicamente un ser cosmoteándrico, en tanto que también
se es responsable de la armonía del universo, ya sea pasiva o activamente (Panikkar,
2006: 151). La filósofa india Vandana Shiva se suma a la misma percepción en su
propuesta “la democracia de la Tierra”, en la cual menciona: “nos reconecta
recíprocamente a través de la renovación y la regeneración perennes de la vida:
desde nuestra vida diaria hasta el universo en su conjunto […] es el relato
universal de nuestro tiempo en cada uno de los distintos lugares que ocupamos”
(Shiva, 2006: 17). También en la cultura andina se puede observar esta concepción,
englobada en la sabiduría de lo divino, la cual existe en función de la
conexión con el cosmos, donde no es posible aceptar la separatividad del
individuo en relación con el universo. Estermann le ha llamado principio de
relacionalidad, como aspecto crucial de la cosmovisión andina, contraria a la
filosofía occidental dominante, para ella: “La existencia separada y monádica es
lo primero, la relación entre los entes particulares lo segundo. Para el ser
humano andino, la situación es a la inversa: el universo es ante todo un sistema
de seres interrelacionados, dependientes uno del otro” (Estermann, 2008: 205),
en el mismo sentido, el autor menciona que se habla de que toda relación también
representa una religión, nexo inseparable en el orden universal de esa visión,
al igual que en las culturas prehispánicas de México y las ancestrales orientales,
donde asimismo se hace evidente el principio de dualidad y reciprocidad como
parte de la complementariedad, no como aspectos antagónicos; en la civilización
azteca fue representada por la deidad de Ometéotl.
El principio de relacionalidad de la filosofía
andina —comenta Estermann— es complementado por el de inclusividad, en el que
se rechaza el paradigma exclusivista de Occidente, basado en el principio de la
no-contradicción, en donde algo es solamente verdadero o solamente falso; el
autor pone el ejemplo de que si alguien profesa un credo cristiano, imposible
que se acepte que también crea en los espíritus guardianes de los cerros,
mientras que en lógica andina la relacionalidad incluye ‘verdades’ y ‘realidades’
aparentemente in compatibles, es un poco como cuando Gadamer habla del bien como
un algo multicolor.
Si se ve a los derechos humanos como la
medicina, los candados o las declaraciones para que los “malos” no abusen de
los “buenos”, poco se encontrará de antecedentes en las culturas prehispánicas;
sin embargo, desde el enfoque ético puede haber varios aspectos importantes a
resaltar. Flores —con respecto a la cultura andina— afirma que eran hombres espirituales
que perseguían lograr la santidad para todos, procurando hacer de ellos
personas verdaderamente buenas, dentro del marco de la visión sacra que del
universo tenían.
A juicio de Garcilaso, menciona Flores,
la cultura demostró un enorme “desarrollo de la filosofía moral, puesto que
la santidad no se reducía a las vírgenes del sol, a los sacerdotes ni a los
lugares llama dos huacas, sino que incluso puede perderse mediante actos injustos
(equivalente a pecados)” (Flores, 2006a: 54), los actos injustos no eran
limitativos con los humanos, igualmente eran importantes las ofensas hacia la naturaleza
con todo lo que en ella se incluye, de igual forma con el universo mismo. Dentro
de los aspectos que se puede mencionar como una aproximación a los antecedentes
de los derechos humanos, Flores señala al matrimonio, el cual era considerado
obligatorio, el estupro era castigado en forma severa. En el estudio del
pensamiento andino también se persigue la justicia y la moral, misma que es el
reflejo del orden cósmico y divino (Flores, 2006b). En lo que respecta a
derechos de tercera generación, se pueden observar formas de vida muy arraigadas
en defensa del ambiente, Estermann habla con respecto a las comunidades
indígenas andinas: en ellas, “la economía es a la vez ecología, uso racional y
prudente de esta ‘casa’, o en otras palabras: ‘ecosofía’, es decir: la
sabiduría milenaria de cuidar, conservar y habitar esta casa universal, este
equilibrio cósmico que requiere de la actividad humana” no en una visión antropocéntrica,
su postura fue biocéntrica basada en la vida en general y en su conservación,
como lo refiere el autor (Estermann, 2008: 153).
Es importante también resaltar que parte del ethos
en la vida de los ancestros, especialmente de los toltecas, se derivó de su entrega
a la espiritualidad. Al respecto dice el antropólogo e investigador Frank Díaz,
que la obligación espiritual era conocida como Teoyotika Tlalilistli, la cual
representaba un eje central en la vida de los ciudadanos. Se practicaban sacramentos
como el bautismo, la comunión y la confesión: “Todas las religiones de la
Tierra han encontrado formas de vincular al individuo con la comunidad. Una de
las más eficientes, consiste en sacar nuestra vida del ámbito natural del cual
procede, e insertarla en un espacio sagrado que es reflejo de nuestros ideales
y aspiraciones colectivas” (Díaz, 2005: 44). Tales actividades, pueden ser un soporte
en todas las culturas para la creación de un ethos colectivo que les permita una
vida más justa y equitativa, que refleje una calidad de vida inclusiva. Aun con
respecto al terreno militar, Díaz habla de una ética “elevada”, como ejemplos menciona:
1° La guerra se avisaba al menos cuatro veces
antes de llevarse a cabo. Se daba oportunidad al enemigo de que se preparara […]
Una guerra en que se aprovechara del enemigo se consideraba indigna […] 2° Estaban
prohibidos el saqueo y la matanza de soldados vencidos. Si un guerrero capturaba
a otro y éste moría como resultado del maltrato, su captor también era muerto
(Díaz, 2005: 121-122). Asimismo, se ha resaltado en la historia del México pre-cuauhté
mico cualidades morales sobresalientes de tlatoanis (reyes) como Netzahualcóyotl,
Cuitláhuac (aun en su breve periodo), Moctezuma Xocoyotzin y Cuauhtémoc. En especial,
el investigador Ignacio Romero hace referencia a cualidades morales de alto
nivel en el ante penúltimo tlatoani, Moctezuma ii, del que refiere:
La función principal el tlahtoani era ser juez
o magistrado. Moctezuma como juez ejercieron sus funciones con entera rectitud
y sabiduría. Fue implacable (aun con sus más allegados familiares, hermanos e
hijos) en perseguir a los transgresores de las leyes y costumbres, por lo que
se le atribuye un tanto la nota de crueldad en la aplicación del derecho. A este
respecto siguió el criterio de su abuelo Nezahualcóyotl y de su tío Nezahualpilli
de establecer el principio de la relatividad de las sanciones y de las penas con
relación a la calidad del delincuente […] Persiguió con energía la prevaricación
y el cohecho por parte de las autoridades (Romero, 1964: 22). Se aprecia así
que en cada cultura puede haber una fuente que ante ceda a lo que en la actualidad
conocemos como derechos humanos y que busca crear las condiciones para una
calidad de vida acorde a las aspiraciones del contexto.
Reflexión final
Se coincide con el filósofo español Raimon
Panikkar en el sentido de que no se puede hablar de culturas esencialmente buenas
o perversas, porque al igual que en el principio de complementariedad de las
culturas andinas, “el mal no se puede combatir directamente, porque no existe,
por así decirlo, un mal químicamente puro, que se halle sólo en el otro” (2006:
136). De esta forma, ni en las culturas occidentales ni en las no-occidentales
podría hallarse la verdad en materia de los derechos humanos, así como en diversos
aspectos vinculados con la ciencia, la cultura o la religión; es un concepto en
construcción y reconstrucción, jamás acabado, sujeto a diálogo, tanto en el
interior de la colectividad como en el exterior, donde la universalidad es una
pretensión occidental reduccionista, que deja fuera la riqueza de la diversidad
cultural, filosófica, religiosa, histórica y geográfica de su portadores. Y
dentro de cada particularidad puede imperar un estilo de vida diferente que conceptualice
una calidad de vida que posiblemente difiera de otra cultura, región o religión,
y no por eso deje de ser válida. Es por ello que la ética es la reflexión del
acto moral, porque dicha reflexión debe darse según una historicidad, un contexto,
una cultura; de lo contrario, no haría falta la ética.
Sin embargo, sigue siendo tema de discusión
la universalidad a la que se ha hecho referencia, hay posturas a favor y hay posturas
en contra, lo curioso es que hay posturas en contra de la universalidad de los
derechos humanos en países europeos, y hay posturas a favor en Latinoamérica.
David Sobrevilla ha etiquetado la intención de
universalizar como seudouniversalización y menciona: cuando sostengo que la
ética ha sido hasta ahora una disciplina etnocéntrica y, más precisamente aún,
eurocéntrica, lo que quiero decir es: 1) que ella ha nacido del intento de fundamentar
las costumbres e instituciones europeas, y 2) que en este intento la ética
precedente se ha constituido como una perspectiva que pretende ser universal pero
que sólo tiene una seudouniversalidad (Sobrevilla, 2004: 64). También, la
filósofa de origen uruguayo, María del Rosario Guerra ha afirmado que en pos de
defender una verdad se ha justificado en numerosas ocasiones la guerra (Guerra,
2013). Así, es posible que, al defender el eurocentrismo o cualquier tipo de
etnocentrismo, se actúe directo con violación a los derechos humanos, con una
postura de autoengaño que valide ese proceder, mucho más notorio en aspectos de
defensa de creencias religiosas, en donde ninguna de ellas ha mostrado “la cordura”
o el amor al prójimo como base de lo que pregonan, porque masacres en nombre de
sus creencias han cometido tanto cristianos, budistas y musulmanes como judíos.
Entonces surge la pregunta: ¿cuál universalidad?, porque derecho por antigüedad
no procede, menos por sabiduría, porque cada quien en su momento ha demostrado carecer
de ella.
Una forma de lograr más vínculos entre personas
y sociedades es parte de lo que en otras publicaciones se ha abordado desde la no
violencia, no sólo como una alternativa de paz, sino también como una filosofía
de vida que abraza los derechos humanos y le apuesta a una calidad de vida más
real, en muchos sentidos parecida a la de los pueblos originarios, donde el
arte a través de cantos, danzas, pintura, cerámica, etc., es valorado y por lo
tanto existe tiempo defendido para ello. Romero-Vargas enfatiza estos aspectos
en el reinado de Moctezuma ii: En el Cuicacalli, casa de canto, y en el
Mixcoacalli, casa de las nubes, diariamente Moctezuma hacía practicar al pueblo
danzas y cantares, él mismo pedía que se trabajasen melodías, ritmos y bailes de
todas las regiones del país, ejecutados con sus particulares trajes regionales.
Igualmente tenía organizados teatros, y en los mercados momoxtlis donde se representaban
funciones los días de fiesta para regocijo el pueblo (Romero-Vargas, 1991: 25).
En donde los momoxtlis eran las ofrendas hechas
con flores o con frutas, principalmente, pero podía utilizarse también gemas y
crista les, obsidianas, así como copal.
La idea de resaltar los anteriores aspectos
es porque parte de la salud mental de una población es el hecho de dedicar
tiempo a las ar tes, lo cual mejora su calidad de vida y en consecuencia la
violación a los derechos humanos puede disminuir considerablemente, porque el arte
es una forma de educar al espíritu. Entre más escindida esté una población de su
espíritu más separada estará de la Naturaleza y de sus semejantes, y las
guerras e injusticias se harán más notorias.
Es tiempo de volver a nuestros orígenes y preguntarnos
en nuestro profundo interior: ¿qué es lo que realmente buscamos? Y si somos valientes,
defender el sueño de una vida grata, conquistándolo en cada etapa.
Fuentes consultadas
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Gatha. El primer tratado de ética de la humanidad, Barcelona, Obelisco.
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Las antiguas religiones centroamericanas”, en Eliade Mircea, Historia de las
creencias y de las ideas religiosas, Barcelona, Herder, 2ª edición.
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equilibrio. Antiguas prácticas toltecas, Tlaquepaque, Alba.
Esquivel, N. (2010), “Teatro franciscano del
siglo xvi en el México Colonial”, en Arte en el siglo xvi, Noé Esquivel (coordinador),
México, Editorial Torres Asociados.
Estermann, J. (2008), Si el Sur fuera Norte,
Chakanas interculturales entre Andes y Occidente, Quito, Ediciones Abya-Yala.
Flores, G. (2011), Búsquedas actuales de la
filosofía andina, Lima, Instituto de Investigaciones para la Paz, Cultura e
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Fondo Editorial Iipcial, Instituto de Investigación para la Paz, Cultura e Integración
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Lima, Fondo Editorial IIPCIAL, Instituto de Investigación para la Paz, Cultura
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Flores, G. (2010), Racionalidad filosófica del
Perú antiguo, Lima, Instituto de Investigación para la Paz, Cultura e Integración
de América Latina.
Gadamer, H. (2007), El giro hermenéutico,
Madrid, Ediciones Cátedra.
Gadamer, H. (1997), Mito y Razón, Barcelona,
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Guerra,
M. y R. Mendoza (2013), ¿Cómo vivir juntos? Ética, derechos humanos e interculturalidad,
México, Torres.
Höff, O. (2008), Derecho intercultural, Barcelona,
Gedisa. Jaspers, K. (2000), La filosofía, México, Fondo de Cultura Económica, 2ª
edición.
León-Portilla, M. (2010), “El pensamiento náhuatl
en un congreso internacional de filosofía”, en Identidad y diferencia, Jaime La
bastida y Violeta Aréchiga, México, Asociación Filosófica de México, Siglo xxi.
Panikkar, R. (2006), Paz e Interculturalidad.
Una reflexión filosófica. Barcelona, Editorial Herder.
Romero-Vargas, I. (1991), Moctezuma el Magnífico
y la Invasión de Anáhuac, Tlaxcalalcingo, Asociación Anahuacayotl de Tlax
calalcingo.
Shiva, V. (2006), Manifiesto para una democracia
de la Tierra. Justicia, sostenibilidad y paz, Barcelona, Paidós.
Sobrevilla, D. (2004), “Ética etnocéntrica y
ética universal”, en L. Olivé (2004), Ética y diversidad cultural, México,
Fondo de Cultura Económica
Notas
1 Una vez en una entrevista con un guardián
de la tradición toltecáyotl, Alejandro Durán, hizo referencia a lo incorrecto del
término etapa “prehispánica” y lo sustituyó por “pre-cuauhtémicas”, al ser Cuauhtémoc
el último tlatoani (rey) azteca.
2 Cfr., Códices Borgia, Vaticano B, Fejér
Vary-Mayer Cospi, localizados en bibliotecas europeas. Romances de los señores
de Nueva España (en la Biblioteca Nacional de México), Los huehuehtlahtolli 1, Testimonios
de la antigua palabra (Biblioteca de la Universidad de Texas, Austin).
ISRAEL LIRA-Miembro de la
Sociedad Peruana de Filosofía
CORPUS FILOSÓFICO ANDINO
1. Introducción (Corpus filosófico andino, 2019)
Es parte de nuestras disquisiciones un acápite de la filosofía peruana,
las investigaciones en torno a la reconstrucción del pensamiento ancestral en
su praxis gnoseológica, o lo que es lo mismo, de una filosofía de nuestros
pueblos precolombinos. A ello, ya es frondosa la producción intelectual del que
fuera presidente de la Sociedad Peruana de Filosofía, nuestro querido amigo y
guía, el filósofo Gustavo Flores Quelopana.
Muchos han sido los senderos de profundización que nos ha regalado este
filósofo, a la magna y heroica tarea de insuflar al pensamiento nacional, su
imperativo y necesario carácter autóctono, relegado la mayor parte de veces por
un eurocentrismo inconsciente que se niega a aceptar nuevas teorías fuera de
los marcos preestablecidos.
Este espíritu de reconocimiento en nosotros mismos, ya que toda labor de
autoconocimiento implica un adquirir conciencia de nuestro propio valor no
solo como personas en el sentido individual, sino como comunidad en el sentido
colectivo, es decir, como civilización, implica una labor de visibilización
que este filósofo con su pluma ha efectuado y en creces, y que siempre es punto
de referencia para nuestra propia teoría crisolista en lo que atañe a lo
culturológico y a la filosofía de la identidad peruana. Así tenemos obras como
«Filosofía Prehistórica», «Filosofía Mitomórfica del Chamanismo», «Filosofía
Mitocrática y Mitocratología», «Racionalidad Filosófica en el Perú Antiguo»,
«El Inca Garcilaso como Filósofo: el primer neoplatónico de América», «Garcilaso,
Guamán Poma y Santacruz Pachacuti: tres visiones andinas de Peruanidad en el
siglo XVII» y «La Utopía Epistémica: reconciliación de Razón y Mito», entre
muchas otras, que nos otorgan el necesario sustrato teorético de una
revitalización del pensamiento de nuestros ancestros.
Por si fuera poco, a las obras mencionadas se aúna un ejemplar de cuatrocientas
páginas intitulado Corpus Filosófico Andino (2019, 412 pp.), que es la
expresión máxima de la contribución quelopaniana a los estudios filosófico
culturológicos peruanos y en donde se sistematiza a manera de compendio, sus
principales tesis respecto del estatus de filosofía del pensamiento andino.
2. Comentarios a la Teoría Elemental Polimórfica
Este magno trabajo se encuentra divido en tres partes, que pasaremos a
mencionar con nuestros comentarios al respecto; la primera parte, denominada (i)
Teoría Elemental Polimórfica, que analiza de manera metódica, esquematizada
y pormenorizada, todo lo que concierne, y lo que ha llegado a nosotros a través
de nuestros cronistas (en particular del Inca Garcilaso de la Vega) respecto
del personaje del sabio filósofo encarnado en la figura humana de los Amautas.
Al respecto:
«Sobre la sabiduría de los
Incas se dedica en la primera parte de los Comentarios reales los ocho
capítulos últimos del libro segundo. Allí habla de las ciencias que los incas
alcanzaron primero en la astrología, la medicina, la filosofía natural, luego
la geometría, la geografía, la aritmética y la música, por último, sobre la
filosofía moral e instrumentos técnicos. (…) (vii) Por sabiduría entendieron los amautas preponderantemente el
conocimiento de lo divino. (viii) Esta sabiduría divina
absorbe y subordina a los otros saberes, incluso la arquitectura del Cusco
imperial en forma de puma revela este precepto. (ix) Y
permite reconocer el principio del mundo, así como el destino del alma» (Quelopana,
2019:10-15).
Sobre esta cita caben efectuar varios comentarios ya que esto resulta
aún más claro cuando revisamos la existencia de los Yachaywasis, de igual forma
en los Comentarios Reales, en donde se enseñaba variedad de conocimientos que
iban desde la lengua quechua, el manejo e interpretación de quipus, matemáticas
e historia militar del Imperio, lo que constituía una sistematización de
conocimientos. Es importante mencionar que en Grecia el fenómeno que conocemos
como filosofía, era precisamente una amplia gama de conocimientos que iban
desde la poesía, la mitología, la teogonía, la matemática, la astronomía, la
ética, la política, la metafísica, etc. En ese sentido, se va perfilando el
punto de vista expuesto que sostiene que el pensamiento andino que se generó en
estos Yachaywasis (así como de forma análoga en otras latitudes del Perú Antiguo
y en otras culturas prehispánicas bajo otras estructuras, p.ej. moches, paracas
y nazcas, etc.), constituía en efecto una filosofía y no una mera cosmovisión.
2.1. La Filosofía Andina: nunca más Cosmovisión
Sobre lo anterior último, vemos que se va en la línea de autores como el
alemán Karl Jaspers (1981), y el peruano Peña Cabrera (1994), en el sentido que
no hay una ruptura entre mito y razón, sino continuidad polimórfica, es decir que,
en el concurso de las edades humanas, solo hemos asistido a la mayor complejidad
de la racionalidad, y por ello, esta racionalidad se ha expresado de distintas
formas, pero sigue siendo racionalidad, al fin y al cabo. Postura a la que nosotros
también nos adherimos, así como nos recuerdan los comentarios de Ollantay Itzama
(2015), que en torno a ello precisa que, es muy común entre la población
indígena (tanto profesional como nativa) el referirse al pensamiento de sus ancestros
como cosmovisión, hasta inclusive con un tufillo de superioridad moral y
orgullo, cuando sin mala fe tal vez, estos mismos pobladores con dicho actuar,
replican el discurso hegemónico, una narrativa que se sustenta en que filosofía
solo es un fenómeno propio del hombre blanco de Grecia en adelante, mientras
que los demás pueblos anteriores a ello solo tienen cosmovisiones,
naturalizando, sin querer, una de las formas más elegantes y sofisticadas de
racismo. Al respecto nos dice Itzama que, «…quien asuma que existe una única filosofía
(la occidental) y cosmovisiones, no hace más que externalizar el racismo mental
y espiritual que lo habita. Y si algún aborigen o indomestizo asume el pensamiento/espiritualidad/ritualidad
de sus ancestros como cosmovisión, por ignorancia o por mal formación, padece y
reproduce la colonialidad del saber y del poder occidental. Mientras esto ocurre, nosotros y los otros
seguimos despreciando lo nuestro: Asumiendo que ellos tienen filosofía,
nosotros sólo cosmovisión. Que ellos tienen arte, nosotros únicamente artesanía.
Que ellos, religión, nosotros solamente creencias. Que ellos hablan idiomas,
nosotros apenas lenguas. Que ellos, cultura, nosotros sólo tradiciones. Y así
sigue y suman los desprecios semánticos “naturalizados”».
Sin embargo, esta revolucionaria propuesta puede que tenga sus escollos.
Nos explicamos, y para ellos tendremos que remitimos a nuestras reflexiones publicadas
sobre el particular. Ya que este debate siempre comenzó con una pregunta: ¿Existe una Filosofía en el
Perú? O como se preguntaba Augusto Salazar Bondy (1968) en una obra de un no
menos sugerente título: ¿Existe una Filosofía en nuestra América? Ya de pleno
damos nuestra respuesta tajantemente afirmativa, de que sí existe filosofía en
el Perú y en Iberoamérica, partiendo de una profundización que acogerá las
consideraciones del filósofo peruano mencionado y de un querido maestro al cual
aprovechamos la presente para expresarle nuestro gran cariño y consideración,
nos referimos pues al filósofo argentino Alberto Buela Lamas (1992).
Comenzamos por refrendar las atingencias de este último en tanto que las
preguntas iniciales que denotarían una problemática latente, en realidad configuran
seudo problemas, sin antes realizar la precisión de que, como afirma Buela,
primero cabría distinguir Filosofía Iberoamericana (en Iberoamérica o de
Iberoamérica) de Filosofía de lo Iberoamericano.
Si abordamos el tema desde la Filosofía Iberoamericana, en Iberoamérica
o de Iberoamérica (el mismo ejemplo se aplicaría para Peruana, en el Perú o de
Perú), pues es claro que filosofía se viene haciendo por estos lares desde la
época de la colonia como reafirmaba Bondy: «El pensamiento filosófico hispanoamericano,
considerada su evolución a partir del descubrimiento de América y de la
conquista española , tiene más de cuatro siglos de existencia» (1968:11); y en
el mismo sentido Buela: «…es evidente la existencia espacio-temporal de un
pensamiento filosófico en nuestra tierras. Múltiples trabajos con mayor o menor
enjundia ya se han encargado de demostrarlo. Como para sólo citar algunos
tenemos: Ramón Insúa Rodríguez: Historia de la filosofía en Hispanoamérica,
Guayaquil, 1949; Francisco Romero: Sobre la filosofía en América, Buenos
Aires,1952; Abelardo Villegas: Panorama de la filosofía Iberoamericana
actual, Buenos Aires, 1963.-; Manfredo Kempff Mercado: Historia de la
filosofía Latinoamericana, México, 1964.-; Sergio Sarti: Panorama della
filosofía ispanoamericana contemporania. Milán, 1976» (1992:3).
Sin perjuicio de ello se tiene que, efectivamente existe un aspecto
negativo de la Filosofía en Iberoamérica, que se caracteriza por su carácter
imitativo (denuncia Buela) y falto de originalidad (denunciaba Bondy): «Nuestra
filosofía, con sus peculiaridades propias, no ha sido un pensamiento genuino y
original, sino inauténtico e imitativo en lo fundamental» (Bondy, 1968:93). Mal que bien menciona
Buela, Filosofía Iberoamericana existe desde el descubrimiento de América, que
esta sea genuina o no, es ya otro tema que no atañe a la respuesta espacio-temporal,
sino a un cuestionamiento de carácter analítico. Sin perjuicio de lo
mencionado, y ante la pregunta de si hay o no filosofía iberoamericana, la
respuesta queda «…fuera de discusión. (…). Así en Argentina existe desde hace una
década una Revista Latinoamericana de Filosofía que es la prueba evidente de lo
afirmado» (Buela, 1992:6).
Ahora, si la pregunta cambia a: ¿Existe Filosofía de lo Iberoamericano?
(¿Existe Filosofía de lo peruano?) La pregunta también es afirmativa, pero es
esta clase de filosofía la que es más difícil de construir, y, por ende, la que
denota poseer la originalidad que la filosofía iberoamericana carece en cierta forma
y que siempre se le reclama, en tanto de acuerdo a Buela, la originalidad de la
filosofía de lo iberoamericano, fluye precisamente de la originareidad, de la
mismidad iberoamericana. La filosofía de lo iberoamericano «incorpora como
meditación filosófica el tema de lo propio, de lo americano, de lo nacional. Esta
búsqueda y este intento de inserción de lo propio y particular en lo universal
es nuestra tarea más genuina, y, por cierto, la más difícil» (Buela, 1993:9).
Esta tradición filosófica, de los filósofos de lo iberoamericano, como
filosofía genuina y original de América, tendría sus fundadores y su época dorada,
a esta última pertenecerían filósofos como «Salazar Bondy, Zea, Cruz Costa, de
Anquín, Astrada, Ardao, Schwartzmann, Domínguez Caballero, Ricuarte Soler, Zum
Fede, Larroyo, Gómez Robledo, Wagner de Reyna, (…)» (Buela, 1992:10).
2.2. La Filosofía Andina como parte de la Filosofía de lo
Iberoamericano, y en particular de lo peruano: escollos a superar para su
entronización definitiva como proyecto filosófico culturológico
En torno a la Filosofía Andina (no Cosmovisión), esta, conforme a lo
visto, pertenecería, a nuestro parecer, o se podría catalogar como parte de la
filosofía de lo iberoamericano (en el caso de la filosofía andina que se gesta
en el Perú, filosofía de lo peruano), porque versa sobre la mismidad originaria
de nuestros pueblos ancestrales, y partiendo de otra concepción de lo que
entendemos por filosofía. Se entiende que hay posturas divididas entre los
filósofos de lo iberoamericano en este sentido. La postura de Bondy y Buela,
refrendaría el hecho que de Filosofía solo podríamos hablar de la conquista en
adelante (porque aún si tomando sus marcos nos referimos a la filosofía de lo
iberoamericano, se circunscribe su época dorada a la de filósofos modernos, ya
que tampoco podría ser de otra manera), porque tenemos registros. La pregunta
seria, si es que el elemento probatorio es el faltante (para los que toman postura
del origen Griego de la Filosofía), y de llegarse a encontrar o descifrar
nuestro pasado (sistema ideográfico Chavín, Quipus, etc.) ¿Se podría hablar de una
Filosofía Andina o, lo que, es más, de Filosofía de los Pueblos Prehispánicos?
Ello, a pesar de tener una fuerte proclividad a su sostenimiento, tendría dos
escollos sujetos a posterior análisis crítico, a saber, el escollo de 1.
resignificación y el de 2. pretensión de universalidad.
El primer escollo para la Filosofía Andina es la resignificación de la
naturaleza conceptual de la filosofía, o lo que hemos llamado, dicotomía
univocidad-multivocidad respecto de la naturaleza de la categoría de filosofía.
En tanto que la visión de la academia es que filosofía solo es aquella de
carácter racional, logocrática, por lo que todo lo anterior a los griegos sería
Cosmovisión. Ante ello se opone una visión multívoca, planteada por Gustavo
Flores Quelopana (2010), que realiza una nueva jerarquización de la categoría
de Filosofía, en tanto que, si esta es un hecho universal en el sentido
aristotélico, a cada estadio evolutivo del hombre, le correspondería una forma
particular de filosofar, de la cual su manifestación racional, es solo una de
sus formas más acabadas, y que también es posible la elucubración existencial a
través del mito.
Al primer escollo se aúna un segundo que es accesorio al principal y que
sigue la suerte del primero, en tanto que la filosofía en si misma tiene
pretensión de universalidad; la academia refrenda el hecho que las
cosmovisiones son circunscritas a un determinado espacio-tiempo, no pretenden
universalidad en sus planteamientos, por lo que casi como una suerte de premio
de consuelo, se les llama a lo mucho etnofilosofías, infortunado término
que desde nuestra particular postura vemos como impreciso y problemático, ya
que al final de cuentas toda filosofía en sus inicios es un máxime producto de
la cultura de un pueblo.
Por nuestra parte, si antes nosotros no descartábamos la posibilidad en
tanto que el rechazar categóricamente una visión multívoca de filosofía solo
atentaría contra la misma naturaleza de esta, como profundización sobre varios
aspectos existenciales del ser humano, ahora somos tajantes en afirmar que, en
efecto, no puede seguirse llamando a la Cosmovisión Andina, una mera
Cosmovisión, sino, Filosofía en su pleno y total sentido Mitocrático, y esto
también involucra una pregunta-denuncia: ¿Cómo exigimos que el pensamiento
andino nos demuestre su pretensión de universalidad, si las investigaciones
sobre nuestro pasado están invisibilizadas y falto de recursos? Es como pedir
responder a una pregunta de alternativas múltiples solo con una alternativa
disponible y que encima tiene puntos en contra (desinterés social en nuestro
propio pasado y una clara persistencia de una visión eurocéntrica). A todo lo
anterior, continuando con nuestra revisión del Corpus, es importante
resaltar el acápite intitulado «el quechua como idioma apto para la filosofía»,
en donde se precisa que «el quechua es un idioma aglutinante, flexible y apto
para la creación filosófica de ayer y hoy» (Quelopana, 2018:34) y que sin
perjuicio que el quechua de hoy no goza de la pulcritud de antaño, se tiene que:
«…en el tiempo de los Incas
el panorama era completamente diferente, el idioma estaba ordenado, su característica
oral y posiblemente representativa no era obstáculo para el desarrollo de conocimientos
abstractos y especulativos. El idioma representativo de la China imperial hasta
el día de hoy, por ejemplo, no fue obstáculo para el surgimiento filosófico taoísta,
confuciano y maoísta. No vemos, por tanto, el obstáculo para que un idioma
supuestamente no fonético, como el quechua, hiciese posible la especulación
filosófica» (Quelopana, Ibidem).
Esto último consideramos que, al día de hoy, ha obtenido unos notables
avances empíricos en la rama de la arqueología y la etnolingüística. Por citar
un ejemplo concreto, el investigador peruano Pedro Carlos Vargas en su tesis «Análisis
de los Signos Gráficos del Obelisco Tello de Chavín de Huántar: una propuesta
estructural y lingüística» (2005, 2012, 2022), sostiene que lo que se interpreta
como dioses y figuras mágico religiosas del arte de Chavín, en realidad
corresponden a diversas manifestaciones de una escritura con la que se podía
transmitir información, independientemente de la lengua hablada, de manera muy
parecida a la escritura china de la actualidad, entendida por los hablantes de
los diversos dialectos del chino.
3. Comentarios a la Teoría Fundamental Mitocrática y al Mitocratismo
Siguiendo con nuestra revisión del Corpus, la segunda parte de la
obra bajo comentario, denominada (ii) Teoría Fundamental Mitocrática, realiza
una exegesis del concepto tradicional de filosofía que da pie a un análisis de
la idea de una filosofía mitocrática (filosofar a través del mito) mediante la
reinterpretación de la filosofía misma como condición del existir. Si en la
primera parte tenemos el registro histórico y su correspondiente ejercicio
analítico derivado del legado de los Amautas, en la segunda parte tenemos el
sustrato teorético que nos permitiré categorizar al pensamiento andino como
filosofía. Para ello nuestro autor parte de la tesis del carácter no unívoco,
sino, multívoco de la filosofía, lo que nos recuerda la sentencia del filósofo
español Gustavo Bueno al respecto: «La Filosofía no es algo unívoco… porque hay
muchas filosofías y son muy distintas entre sí» (Bueno, 16.05.2011).
En ese sentido, Quelopana nos habla de la multiformidad de la filosofía:
«La consecuencia lógica es
que la filosofía no siempre se manifestó del mismo modo en todos los tiempos,
es multiforme. La filosofía se habría mostrado de varias formas y lo seguirá
haciendo, porque en último término es una manifestación del logos humano, logos
que oscila entre la ratio, el mito y lo concreto. Y aquí el término “formas” no
alude a las formas doctrinales sino a las formas civilizaciones del saber
filosófico, formas civilizaciones que condicionan el derrotero de las formas
doctrinarias. Pues la racionalidad humana aun avanza sirviéndose de los
senderos de la razón, la intuición y la percepción. En todos está presente el
pensar filosófico, aunque con distinta lógica y distinto fondo metafísico» (Quelopana,
2019:160).
Sobre el particular, debemos comentar lo siguiente: Diremos que la
propuesta de Quelopana, junto con otras similares, surge como revitalización
del conocimiento ancestral de los pueblos de las Américas, de Oriente y de los pueblos
occidentales anteriores a la Ilustración, ya que si en el siglo XVIII la
Ilustración significó el asentamiento de la fe en el progreso infinito y en la
razón instrumental como único criterio de aproximación a la realidad, hoy se
hace cada vez más diáfano el rechazo de la idea del progreso lineal (tiempo
lineal: pasado, presente, futuro), anteponiendo la idea de desarrollo y/o
movimiento sinérgico (tiempo cíclico, muy presente en nuestras sociedades
ancestrales y en donde el pasado y el futuro actúan de forma conjunta en el
ahora) y la visibilización del carácter multívoco del conocimiento humano
(que reconoce tres formas de ejercicio de la razón, en ello, la racionalidad
sensorial, la mítica y la conceptual, Quelopana, 2010, Peña Cabrera, 1994), ya
que esa distinción tajante entre mito y razón, solo es pareidólica, en tanto
que: «…si se buscan los orígenes del mito se descubre siempre sólo etapas de
diferentes formas de afirmación racional del ser y de la vida. No hay mito
preracional arcaico y, en consecuencia, ningún camino que conduzca del mito al
Logos: ‘sólo hay -como dice Hans Blumenberg- una racionalidad y simbolización
cambiante en el curso del tiempo. Lo que cambia es únicamente la percepción de
la realidad a través del hombre’» (Peña Cabrera, 1994). Distinción que generó
la invisibilización del conocimiento ancestral; la Ilustración por ello
configura un reduccionismo logocrático y antropocéntrico mientras que ahora
se están proponiendo holismos gnoseológicos más integrales y sistémicos de
la mano de una visión ecocéntrica.
Finalmente, la tercera parte del Corpus está dedicada al estudio
de la praxis filosófica andina a través de dos categorías como lo son Camac y
Pacha, intitulando aquella parte precisamente como (iii) Mitocratismo del
Camac y Teleología Eidética de la Pacha como proyecto de reconstrucción del
pensamiento filosófico andino a través de una juiciosa labor analítico-hermenéutica
de los registros de cronistas como Cieza, Murúa, Polo, Betanzos, Inca
Garcilaso, Guamán Poma, etc.
En este último estudio también aprovecha el autor para responder a varias
críticas donde resalta la respuesta a Mario Mejía Huamán, autor de la obra «La
Cosmovisión Andina y las categorías quechuas como fundamentos para una
Filosofía Peruana y de América Andina» (2004), quien sin aspavientos lanzó una
mordaz censura respecto de la obra de Quelopana: «…sostiene que existió una filosofía
inka; a lo que nosotros interrogamos, ¿qué filosofía? ¿Podría demostrarse
objetivamente su existencia con pruebas, citas e interpretaciones lógicas?… De
ninguna manera nos convence…» (Mejía Huamán, 2015:196). Junto con diversidad de
críticas desde el desconocimiento del quechua, tergiversación interpretativa del
Inca Garcilaso y acusaciones de falacia de falsa generalización, que para
nosotros no es más que la clara señal de un temor fundado, puesto que aceptar
la tesis de Quelopana implicaría rechazar partes importantes de la tesis de
Mejía.
Al respecto Flores Quelopana respondió lo siguiente:
«Ya sabemos que él [Mejía] es
partidario de la existencia de sólo una cosmovisión en la andinidad precolombina,
aun cuando afirme que existen categorías en la lengua quechua que permiten
elaborar una filosofía andina. O sea, su postura etnofilosófica no incluye el
mundo precolombino. Pues, considera que Filosofía es explicación racional del mundo
y los amautas no habrían alcanzado el nivel filosófico, sino el de la
Cosmovisión. Respecto a este período se muestra como un asuntivo eurocéntrico
que niega la existencia del pensamiento filosófico en el Perú antiguo porque
considera que no hubo discurso racional y sistemático sobre los fundamentos del
mundo…todo lo cual me parece un profundo error» (Quelopana, 2019:352-353).
En efecto, y a nosotros también nos parece un error, pero de nuevo, bajo
la correcta comprensión de la visión multívoca del filosofar, de lo contrario,
si filosofía equivale únicamente a racionalidad con exclusión del mito, bajo
este concepto no hay forma que nadie pueda conceptualizar al pensamiento andino
como filosofía y se resistirá a ello por la presencia de los mitos y los
símbolos.
Pero de nuevo volvemos al punto de partida, a que para crear mitos, es
necesario un marco racional, de igual forma, para crear símbolos primigenios,
también es necesario un marco racional, obviamente no tan sofisticado como el
moderno al que estamos acostumbrados, por obvias razones, pero a fin de
cuentas, racional y funcional para ordenar la realidad. Y si nos vamos al Imperio
de los Incas, nadie podrá negarse al hecho que la civilización quechua ordenó
su realidad de forma racional, y en algunos acápites de su organización social,
mucho mejor de lo que lo hacemos ahora, en lo que el historiador Karl
Wittfogel (1957), llamó Imperio Hidráulico (pericia en el control y
abastecimiento del agua). Aún hoy vemos los vestigios del imperio hidráulico de
los Incas, mientras muchas construcciones modernas bajo el signo de la racionalidad
moderna e inmediatista, se caen a pedazos.
5. Reflexión final
Como colofón a todo lo expuesto, diremos que es un debate abierto y
contemporáneo, sin embargo, para entender plenamente el planteamiento de
Quelopana hay que revisar a profundidad sus otras obras, ya que si nos quedamos
en la mera afirmación de la filosofía andina y no revisamos el sustrato
teorético vinculado, es decir, la tesis del carácter multívoco de la filosofía,
poco podremos entender por qué es que se afirma que el pensamiento andino sí
puede ser considerado bajo este marco, una filosofía (pero de carácter mitocrática)
y no una mera cosmovisión, así como solo nos remitiremos al tema probatorio que
es claro que tiene su origen en un concepto unívoco de la filosofía.
En torno a esto, y terminando la presente diremos que, hay que desembarazarnos
de aquella visión eurocéntrica, en tanto que es claro que la racionalidad
occidental, no es la misma que la racionalidad andina, oriental, etc. El hombre
andino no ve la realidad de la misma forma que el hombre europeo y por tanto la
forma en cómo se registran los conocimientos y saberes no tendrá por qué ser
necesariamente la misma, lo que refrenda el carácter original y las particularidades
propias de cada civilización, que les otorgan su dignidad y valor existencial.
Por lo que, en materia de registro de conocimientos, hemos de centrarnos tanto
en la identificación de equivalentes como en la de análogos, como la ya citada
tesis de escritura en tiempos prehispánicos.
6. Referencias bibliográficas
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JESÚS DAVID VÁSQUEZ VIDAL-Profesor de
Derecho/UNMSM
LA JUSTICIA COMO COPERTENENCIA.
Hacia un sentido real y concreto de justicia
Presento mis reflexiones sobre el libro Igualdad
sin lágrimas. Justicia como copertenencia (2021) del filósofo y amigo
Gustavo Flores Quelopana.
No falta quien afirme que lo justo será lo que determinen
los órganos jurisdiccionales en un caso concreto donde se “imparte justicia”.
Sin embargo, una reflexión así extravía la profundidad del problema,
confundiendo la idea de justicia con las decisiones de los tribunales judiciales
que, en muchas ocasiones, pueden ser abiertamente injustas (y hasta ilegales). Las
decisiones de los tribunales pretenden ser legitimas y válidas de acuerdo con
la regulación jurídica a la que estén sujetas, mientras que la justicia de
ellas dependerá de los principios éticos que se hayan materializado en la construcción
del régimen jurídico vigente.
En tal sentido, se sostiene -no sin reconocer la
veracidad de esta afirmación- que en el ámbito del Derecho se puede aspirar a
que una decisión sea justa, pero lo que realmente se le exige es que sea legal
(Kelsen, 2011), máxime si muchas veces la misma Ley puede ser injusta, al tener
en su base una finalidad reprobable surgida por la presión se grupos de poder
que no están buscando el bien común -precisamente-. No debemos olvidar que en
la historia han existido -y existen- sistemas sociales y regímenes jurídicos descaradamente
injustos.
Puede tomarse como un ejemplo los ordenamientos
jurídicos que surgieron como consecuencia de las invasiones coloniales caracterizados
por la imposición de múltiples y crueles relaciones de dominación derivadas de
la ocupación violenta, la segregación racial, la servidumbre y la esclavitud
humanas, el saqueo de recursos naturales y el atroz genocidio de las
poblaciones originarias de los pueblos sometidos (Grosfogel, 2022). Así, los sistemas
políticos y legales que surgieron en estos contextos fueron intrínsecamente
injustos -y socialmente aberrantes-, aunque en su momento expresaron una
legalidad vigente que ponía por fuera del Derecho a todo a aquel que en la búsqueda
de justicia se revelara en contra de sus instituciones (injustas).
En las circunstancias actuales, quienes no están
dispuestos a soportar un sistema político autoritario o deciden resistir el
genocidio perpetrado por una potencia ocupante, pueden ser declarados rebeldes,
fuera de la “ley”, enjuiciados y hasta asesinados “legalmente” desde un dron.
La tiranía de la ley fetichizada -que permite y
alimenta los peores crímenes- surge cuando ésta se separa de un sentido material
y concreto de justicia conectado a la vida del ser humano (Hinkelammert, 2021).
Pero ¿Qué es un sistema social justo? Si queremos responder a esta pregunta no
basta explorar en normas jurídicas, constituciones políticas o tratados
internacionales. Esta reflexión solamente podemos afrontarla acudiendo a la
filosofía y, particularmente, a la filosofía política, que en última instancia
se plantea la cuestión liminar de la búsqueda de una sociedad buena. Esto es,
donde la igualdad, la libertad y la justicia social no solamente sean bienes
deseables sino se manifiesten en la vida material de sus integrantes.
Así,
por ejemplo, no basta que una constitución política consagre como finalidad
absoluta del ordenamiento la dignidad del ser humano y un amplio repertorio de
derechos fundamentales, si en la vida concreta y real de los seres humanos que
la integran se mantiene a una enorme parte de su población en la pobreza (lo
cual en el Perú del siglo XXI resulta trágico al tener casi al 70% de la
población en situación de vulnerabilidad económica, pobreza o pobreza extrema).
Lo que revela de manera palmaria que el régimen político peruano es intrínseca
y materialmente injusto, aun cuando nuestras leyes en el discurso se planten el
bienestar colectivo y el bien común como finalidad formal, esto es como pura
discursividad abstracta (Dussel, 2022). Ahora bien, recordemos que el formalismo jurídico concluye que la búsqueda de una
categoría de “justicia absoluta” es irracional o imposible, toda vez que:
“Desde un punto de vista del conocimiento racional, existe solo intereses
humanos y, por lo tanto, conflicto de intereses. Para la solución de los mismos
existen dos soluciones: o satisfacer el uno a costa del otro o establecer un
compromiso entre ambos. No es posible demostrar que esta y no aquella es la
solución justa.” (Kelsen, 2011). Quizá sea acertada su respuesta, empero lo erróneo
es la interrogante, ya que no se trata de buscar una noción “absoluta” de
justicia, sino una categoría mínima, esencial, real y concreta que esté conectada
a la vida del ser humano y pueda inspirar las instituciones jurídicas de un
ordenamiento jurídico.
Debemos partir entonces de una premisa, que el ser
humano en tanto ser viviente y ser social necesita de un entorno físico que le
provea de las entidades que hagan viable su existencia. Entonces, la ética primigenia
que desarrolla todo ser humano se nutre de un doble sentido que lo obliga a
plantearse una doble dimensión ética de justicia: una subjetiva – individual (relacionada
con sus condiciones materiales de vida) y otra objetiva - colectiva (relacionada
con los grupos sociales donde se integra para vivir). A estos dos sentidos de
justicia tendríamos que agregar uno tercero de justicia con la naturaleza, relacionado
con el ecosistema donde habita que permiten la reproducción de la vida, siempre
y cuando se mantenga en equilibrio (Jonas, 2000).
Estos tres sentidos o dimensiones de justicia individual,
colectiva y ecológica permiten construir una idea de justicia superior (y
mínima) que se manifiesta en prácticas concretas de reciprocidad económica, participación
política, solidaridad con las víctimas del sistema y responsabilidad frente al
entorno natural. En donde el ser humano existe como una unidad que atraviesa estas
estas dimensiones fundamentales guiándose por su sentido de justicia. Si las
instituciones sociales, económicas o políticas no están regidas activamente por
sentidos concretos de justicia se pone en riesgo la subsistencia del ser humano
como ser viviente, la integración del grupo social al que pertenece y el
equilibrio de la vida natural que lo rodea.
Entonces, los sentidos de justicia materiales, concretos
o activos que nacen del ser onto–ético humano, podríamos sintetizarlo bajo la
categoría unitaria de “justicia como copertenencia” (Flores, 2021). Donde el
ser humano es una unidad viviente integrada en una comunidad dentro de un entorno
natural equilibrado que le permite vivir.
En otras palabras, esta idea de justicia nos remite
a una comprensión de la naturaleza como madre de individuos que son hermanos
porque pertenecen a una misma tierra y forman parte de una misma comunidad en donde
participan activamente en su vida política y en sus instituciones jurídicas.
Se puede construir entonces una sociedad buena bajo
la idea de justicia como copertenencia, ampliando esa categoría esencial que se
desenvuelve en prácticas concretas de igualdad, reciprocidad, solidaridad, participación
y cuidado del entorno natural. Quizá, parezca poco probable en las sociedades
modernas que parten de una idea de justicia meramente egoísta, hedonista o
utilitarista, que ha llevado a la aparición de individuos anéticos, indiferentes,
desconectados de sus comunidades, ecológicamente irresponsables e, inclusive,
perversos.
Sin embargo, en la experiencia histórica de los pueblos
prehispánicos (y en nuestros tiempos en algunas comunidades andinas) subsiste
la visión de la justicia como copertenencia, que no solamente se manifiesta en
costumbres tan obvias como llamarse entre sí hermanos por ser hijos de la madre
tierra (Pachamama), sino en instituciones políticas concretas consuetudinariamente
arraigadas, donde los individuos participan en la toma de decisiones colectivas
en asambleas comunitarias, poniendo en práctica la más avanzada idea de justicia
política (Wright, 2014). Para Erik Olin Wright
(2014, p. 29): “(…) en una sociedad políticamente justa, todo el mundo tendrá
acceso más o menos igual a los medios necesarios para participar de un modo
satisfactorio en la adopción de decisiones acerca de los asuntos que afectan a su
vida. Esta exigencia comprende tanto la libertad de los individuos para decidirse
por opciones que afectan a sus vidas en cuanto a personas aisladas como su
capacidad para participar en decisiones colectivas que afectan a sus vidas en cuanto
miembros de una comunidad más ampliada.”
En efecto, no me parece descabellado creer que un
sentido superior, unitario, ampliado y mínimo de justicia (re)pensado desde
nuestra historia ancestral y desde las prácticas de nuestras comunidades,
permita diseñar un sistema legal mucho más justo en el plano material y
político -y no solamente en lo discursivo formal abstracto-. Donde se considere
a todos los miembros de una colectividad como hermanos dentro de una gran
comunidad nacional y, por lo tanto, con el derecho a participar en las decisiones
que afecten sus vidas como individuos y de las de sus comunidades, haciéndose
responsables del mantenimiento de los medios económicos y ecológicos a los que
sus vidas están conectadas.
Empero, para llegar a este punto, esto es, construir
las instituciones políticas de una democracia comunitaria y participativa que
entienda la justicia como “copertenencia”, tendríamos que tirar por la borda algunas
categorías inservibles para una política de la liberación o para la transformación
del Derecho vigente, que entienden a la justicia como un mero acuerdo entre
“egoístas racionales en equilibrio de poder y similitud de circunstancias” (Rawls,
1986) que negaría de plano toda posibilidad de justicia a las víctimas de un
sistema en situación de pobreza material, privadas de poder político y en
situación de absoluta desigualdad.
Descartando esa idea -y Flores la descarta recia y
matizadamente-, tendríamos que empezar por asumirnos como seres racionales que
aplicamos la razón no solamente para sobrevivir como individuos, sino para que
nuestras comunidades (desde nuestra familia hasta nuestra Nación) no se
desintegren y la vida natural se continúe reproduciendo equilibradamente (porque
también formamos parte de ella).
En palabras de Gustavo Flores Quelopana (2021), la justicia
es copertenencia porque todos (y todo) somos uno.
Bibliografía
-
Dussel,
Enrique (2022), “Política de la liberación. Crítica Liberadora”, Vol. III,
Editorial Trotta, Madrid.
-
Flores
Quelopana, Gustavo (2021), “Igualdad sin lágrimas. Justicia como copertenencia”,
IIPCIAL, Lima.
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Grosfogel,
Ramón (2022), “De la sociología de la descolonización al nuevo imperialismo
decolonial”, Akal, México.
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Hinkelammert,
Franz (2021), “La crítica de las ideologías frente a la crítica de la religión.
Volver a Marx trascendiéndolo”, CLACSO, Buenos Aires.
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Jonas,
Hans (2000), “El principio de vida. Hacia una biología filosófica”, Editorial
Trotta, Madrid.
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Kelsen,
Hans (2011), “¿Qué es la justicia?, 2011, Fontamara, México.
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Rawls,
John (1986), “Justicia como equidad”, Editorial Tecnos, Madrid.
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Wright,
Erik Olin (2014), “Construyendo utopías reales”, Akal, Madrid.
JOSÉ CHOCCE PEÑA-Filósofo/UNFV
EL PENSADOR DE LA CRISIS CIVILIZATORIA
[Prólogo, Lima, Iipcial, 2024]
I. Uno de las experiencias más gratificantes
de mi trabajo intelectual es y ha sido presentar y exponer las tesis, reflexiones
y planteamientos de muchos filósofos y pensadores peruanos actuales en la cual,
la Academia poco o nada investiga, escribe o reflexiona. A pesar que hay cierto
dinamismo y claros exponentes de nuestra filosofía, simplemente se desconoce lo
propio y no se expone -además que se silencia- a cierto sector que cuestiona y
trabaja la filosofía en nuestros lares y en muchos rincones del país. Lo que pasa
es que se ha impuesto anodinamente, se ha modelado y reorientado el matiz
filosófico para cierto canon, ya el mismo Augusto Salazar Bondy (ASB) lo
denunció en su tiempo. No pretendo revivir sus planteamientos de nuestro
maestro ASB sino quedarme con uno de sus cuestionamientos, el cual es ¿Existe
una filosofía de nuestra América?, ¿existe filosofía en el Perú?, ya han pasado
cincuenta años de dicha polémica y denuncia, pero a pesar de aquello, no hemos
podido salir del hoyo el cual estamos inmersos. Razones y justificaciones se
pueden mencionar, también podemos señalar ciertas características, pero este no
es el lugar, ni el momento. ¿Qué será de nuestro país, tan frágil y pequeño?,
de su crisis y eterna inestabilidad política y social.
Desde que estudié filosofía en la Universidad
Nacional Federico Villarreal hace más de dos décadas y aprendiendo en clases,
conferencias y en complementar mi formación en varias universidades, esa cuestión
llamada de ser filósofo y el cual justificaba ese título de estudiar filosofía,
me llevó a comprender y conocer a muchos profesores y pocos maestros, de la
pobre calidad académica y la intolerancia de ciertos sectores e Instituciones
que a pesar de sus fragilidades propias, de estar ubicadas en un país tercermundista
o periférico, se engreían y se emborrachaban de sus pocos y exiguos logros y se
sobrevaloraban a sus propios intelectuales y pensadores. Preferían vivir en la
cómoda ilusión de ser homenajeados y reconocidos por sus propios estudiantes y
acólitos, en vez de ver la cruda realidad. Nuestra alienación es galopante,
como alguna vez el propio ASB ya lo había señalado. De nuestra mala recepción universal
nos trajo como consecuencia la superficialidad, el “modismo” y el dogmatismo el
cual ha hecho tanto daño a la filosofía en los últimos 40 años. Y esta falencia
nos lleva a no reconocer nuestra crisis existencial filosófica, la falta de una
tradición propia, y el menosprecio por lo nuestro se traduce en la falta de una
cultura vigorizante que haga frente al imperialismo y la globalización situacional
que vivimos. Es por ello, que indago e investigo a filósofos nuestros, “los olvidados”
o filósofos que son postergados tanto por los llamados afirmativos, que repiten
las conocidas figuras de la filosofía nacional, como por los asuntivos, que se limitan
a estudiar anatópicamente la tradición occidental. La Academia en su ceguera
más abyecta silencia y no presta atención a las nuevas creaciones filosóficas nacionales.
Así me he descubierto la labor de pensadores actuales, como Montoya, Rivera y
Flores -por citar solo algunos- los cuales estudio y promuevo como parte de nuestra
propia cultura filosófica, y que nos falta polemizar y debatir. Es increíble que
el reconocimiento a nuestro pensador antologado haya venido primero del extranjero,
a través de invitaciones por universidades de Colombia, México y Panamá a conferenciar.
Luego vino un primer reconocimiento nacional siendo elegido presidente de la Sociedad
Peruana de Filosofía. A nivel regional su presencia ha sido constante en
invitaciones anuales como ponente central en los congresos regionales de
filosofía. Lo cual es comprensible, bien dice el Evangelio: “Nadie es profeta
en su tierra”. Pero sus ideas no pueden ser por más tiempo ignoradas por la
incuria y el recelo. Por lo demás, no pretendo hacer exégesis, ni apologética
gratuita sino mostrar a un filósofo importante, pero poco tratado por nuestro arraigado
anatopismo, -digamos así- y también poco valorado por los afirmativos, el cual
solo trabajan a autores ya “consagrados” -según ellos-. Pues, su obra enorme,
valiosa, y exponencialmente original, hace que sea uno de nuestros pensadores vivos
más representativos de la filosofía en nuestro país y América Latina.
II. El carácter extracadémico e independiente
de nuestro pensador es a la vez una ventaja para su pensar y una desventaja para
su vida privada. Pero él no se queja y sabe vivir con austeridad y sobriedad.
Bien se dice que sin sacrificio es estéril la sabiduría. Llevo más de una
década que lo conozco, de tratarlo personalmente y recuerdo nítidamente lo que
me expresó cierta vez: “La dictadura de la Universidad no permite pensar con independencia.
Dios supo bien por qué me libró de la vida universitaria”. Y ahora yo que incursiono
como catedrático me convenzo con crudeza y en carne propia de toda la razón de
su aserto. Por lo menos en el Perú y para el filósofo, la vida universitaria es
un suplicio sencillamente porque su aparataje burocrático ahoga el pensamiento
independiente. No está hecha para pensar, sino para repetir. Como no tengo la intención
de irme por las ramas con recuerdos personales, quisiera señalar escuetamente los
aspectos intelectuales a partir de los cuales lo considero un gran pensador,
quizá el más interesante en la actualidad:
1° Por ser creador de categorías y nuevos neologismos
de gran valor filosófico (anético, hiperimperialismo, mitocracia, mitomórfico,
numinocrático, cibercracia, ciber deus, justicia como copertenencia, exitofobia,
fracasofilia, etc.). 2° Por abordar temas tabúes en el gremio filosófico nacional
(la estupidez humana, el género, los ovnis, imperialismo, geopolítica).
3° Por ir hacia temas filosóficos fundamentales
(la verdad, la razón, el filosofar) con gran independencia de criterio. 4° Por
no temer utilizar en su filosofar un sesgo teologizante que está hoy ausente en
la filosofía secularizada. Por lo demás, se reconoce como hombre de fe católica,
aun cuando ha publicado libros criticando a su propia iglesia.
5° Por haber dado gran vigor y altura al
debate sobre la filosofía andina, ancestral precolombina con más de una veintena
de títulos. 6° Por asumir la vigencia y necesidad de un replanteamiento metafísico
en nuestra época actual tan antimetafísica, relativista y nihilista.
7° Por cultivar la historia de las ideas con un
objetivo preciso, esto es, demostrar de dónde viene y hacia dónde va el
espíritu de una época. Eso es lo que caracteriza sus estudios sobre el Inca
Garcilaso, Guamán Poma de Ayala, Santa Cruz Pachacuti, la filosofía virreinal
peruana, Arguedas, Kant, Hegel, Nietzsche, Heidegger, Orrego. 8° Por su aguda
crítica al pensamiento postmoderno (erosión nihilista, cabalística sin absolutos),
y -creo que es un adelantado en este tema.
9° Sin ser un enemigo del tratado, sigue siendo
un cultivador del ensayo filosófico, tan menospreciado en ámbitos académicos.
Además,
es un orador brillante, afilado polemista, pensador conceptuoso y estilista del
ensayo. 10° Por haber desafiado el dogma etnocéntrico occidental con su Teoría
General de la Filosofía, dando un giro metafilosófico decisivo sobre el origen
de la filosofía.
Estoy seguro que éstos no son todos los méritos
suyos, y de seguro se me escapan varios. Pero en un esfuerzo por caracterizar a
este difícil y fecundo pensador antes hice sendos trabajos catalogándolo: Gustavo
Flores Quelopana: Filósofo del abismo y profeta de la tragedia de la civilización
actual (2020) y Gustavo Flores Quelopana y su filosofía educativa humanista
(2020), los cuales puedo decir ahora que ya están incompletos porque nuestro pensador
no cesa de producir.
Y ahora en esta Antología buscando precisar
lo más esencial de su pensar lo califico como El pensador de la crisis civilizatoria,
porque precisamente eso es lo que reflejan con sus nuevas categorías las ideas fundamentales
de su tendencia.
III. La tarea emprendida en esta Antología no
ha sido sencilla, sobre todo porque sus publicaciones son muy numerosas, hasta
el momento llegan a 186 títulos publicados. Imagínense lo difícil y complicado
de escoger textos de antología para conseguir una exposición más o menos aceptable,
fidedigna y coherente. Era realmente una tarea titánica. En nueve entradas apenas
hemos antologado veinticuatro obras. Además, se trata de un pensador que está
en plena producción y evolución. Por ello, todo lo escogido siempre será
arbitrario en medio de un bosque tan tupido, en el que, sin embargo, destacan nítidamente
ciertos faros que alumbran la búsqueda. Pretendo, aunque no puedo aún considerarme
en un especialista de su pensamiento. Ya están surgiendo otros jóvenes filósofos
interesados en su pensar. Y no dudo que seguirán surgiendo. Así, espero contar
con la indulgencia del lector ante las intrínsecas dificultades de la faena.
Por razones presupuestales apenas dispongo de un centenar de páginas para una tarea
que requeriría no menos de 500 páginas. Apenas he podido consignar prólogos y
algunos contenidos. Por lo demás, nuestro pensador que revela maestría en la
elaboración de prólogos que resumen muy bien el contenido de la obra.
Confieso que muchas veces me he sentido impotente
y dispuesto a renunciar a esta empresa dado las limitaciones que de facto se imponían.
Son tantas las facetas que me he visto obligado a dejar intocadas que el desánimo
me invadía. Si no renuncié es porque considero que vale la pena el esfuerzo. Tuve
que dejar de lado su obra poética, literaria, sus obras de la etapa filosófica
marxista, filosofía de la razón, su filosofía de la estupidez humana, la filosofía
prehispánica, la filosofía de la identidad nacional, la metafilosofía y sus libros
sobre la historia de las ideas. Confío que mi exiguo esfuerzo ayudará al menos
a reconocer a un pensador original, creativo, y motivar a leerlo. En lo que a
la bibliografía se refiere (libros y artículos publicados) remito a las
direcciones web correspondientes por lo extenso del listado.
Obviamente que aquí no se consigna todo lo
escrito en su llamada Edad de Piedra, el cual es un grueso volumen de
manuscritos empastados que me lo ha mostrado y que algún día sueño que esté en
mis manos y lograré publicar. Una advertencia final al lector. Los títulos en
corchetes son de mi propia cosecha y han sido puestos con el fin de precisar
alguna idea esencial. Su Bibliografía en relación a sus libros es tan extensa que
por espacio remito al lector a su blog: www.gusfilosofar.blogspot.com, en donde
se puede revisar su ensayo: “Autoexposición bibliográfica”. También para sus
libros puede acudirse al repertorio de la Biblioteca Nacional del Perú. Y para los
artículos -aunque sea una parte- se puede ver: Wiki Perú-Gustavo Flores.
Unas inevitables palabras finales. Si hay
algo de admirable en el caso de nuestro pensador es que muchos factores han
confluido de modo inintencional para que pueda pensar con relativa independencia
y libertad. Y esto vale la pena resaltarlo porque vivimos en la creencia nuestra
de que ésta es la era del conocimiento cuando, más bien, lo hacemos en la era
de opresión del mismo. Por lo demás, es de mi agrado que nuestro filósofo sepa expresar
con claridad que estamos en un cambio de época, donde la filosofía actual debe salir
de su adormilamiento para ponerse a la altura de los tiempos, que exige no sólo
ciencia sino, particularmente, la espiritualidad. Pero este revival del espíritu
debe ir acompañado de una nueva imagen metafísica del mundo, donde lo inmanente
no esté divorciado de lo trascendente. Quizá ese porvenir no le lleguemos a
ver, pero permanece en nuestra fibra del corazón como la era del amor, la justicia
y la libertad que todos anhelamos, -tal como lo diría nuestro autor-.
JUNNIOR
GUERRERO DOLORES/SPF-UNS
LIBRO
CRUCIAL
El
libro Crítica de la razón cibernética: del humanismo integral al cibernetismo
integral (2017) del filósofo y amigo Gustavo Flores Quelopana representa
una reflexión profunda sobre el lugar de la humanidad en la era de la cibernética.
Desde una perspectiva ontológica, Flores Quelopana explora la esencia de la
razón humana y cómo esta se enfrenta a los avances tecnológicos, particularmente
la cibernética y la inteligencia artificial. El autor se adentra en la
naturaleza del ser de la máquina y su papel en la sociedad y el pensamiento
humano, ofreciendo un análisis que no se limita a la especulación, sino que
abarca un trasfondo metafísico, epistémico y culturológico. Publicada en 2017,
esta obra precede el auge público de la inteligencia artificial que hoy
observamos, lo que le otorga un carácter premonitorio y relevante en el contexto
actual. Gustavo Flores nos invita a reconsiderar no solo la tecnología en sí,
sino las implicaciones de un mundo donde la cibernética y la inteligencia
artificial se integran profundamente en la vida humana. Temas como el ser de la
máquina, la ciencia fáustica de la razón cibernética y la escala de Kardashov
son abordados para reflexionar sobre el futuro de la humanidad en un mundo
potencialmente cibernético y post-cibernético.
En
la segunda parte del libro, Flores Quelopana profundiza en el aspecto epistemológico
de la razón cibernética, cuestionando la instrumentalización de la razón y la
deshumanización que podría acarrear. El autor examina la "fase
neotécnica" y el rol de la inteligencia artificial, planteando la posibilidad
de una sociedad centrada en estos avances tecnológicos. Reflexiona sobre cómo la
nueva forma de pensar influenciada por la cibernética afecta nuestras
deducciones y el pensamiento matemático puro, incluyendo la desmitologización
de la ciencia y la inteligencia artificial.
La
tercera parte de la obra aborda cuestiones culturológicos, explorando el
humanismo en la era de la cibernética y el transhumanismo. Flores Quelopana plantea
reflexiones sobre la vida cosificada en la sociedad tecnológica actual y temas
cruciales como la ética, la ciencia ciber-sapiencial y el apocalipsis, con el transhumanismo
como eje central. Se examinan las implicaciones de un desarrollo tecnológico
sin freno ni medida, y las posibles consecuencias para la humanidad y el
planeta.
En
el contexto actual, donde la ética en el desarrollo de la inteligencia
artificial está siendo cuestionada debido a la salida de expertos en ética de
empresas líderes, la obra de Flores Quelopana se vuelve aún más pertinente. Nos
obliga a considerar si el camino de la inteligencia artificial y el desarrollo
tecnológico favorece realmente a la humanidad o solo a quienes lo administran.
Este análisis requiere una visión humanista y holística, abarcando no solo la
economía, sino todos los aspectos del ser humano, el planeta y el universo.
La Crítica
de la razón cibernética de Gustavo Flores Quelopana es una obra crucial
para entender las dimensiones del desarrollo tecnológico en nuestra sociedad. Nos
invita a una reflexión necesaria sobre las posibilidades y el futuro de la
humanidad en un mundo que prioriza lo utilitario y lo inmediato. Es una llamada
a valorar la capacidad de pensamiento humano en un momento en que esta está en
peligro de ser subordinada a la tecnología.
MARIO MEJÍA HUAMÁN-Filósofo/URP
CRITICA A LA FILOSOFÍA MITOCRATICA Y DUALISMO METAFÍSICO
PREHISPÁNICO *
(Editorial Académica Española, 3 Septiembre
2019. Existe otra versión del 2008)
PRESENTACIÓN. - Gustavo Flores Quelopana, ha puesto en el Internet
el artículo arriba señalado; como el tema es importante para una gran parte de
los americanos, sobre todo para indígenas como nosotros interesados en la construcción
de una Filosofía Andina, en aras de que del diálogo y la reflexión que se hacen
sobre nuestra realidad surja lo correcto, pretendemos contribuir con nuestra
crítica a la construcción de una Filosofía Andina, a la fecha ya iniciada. Realizaremos
la exposición de acuerdo con los subtítulos propuestos por el autor.
1. EN TORNO A LA FILOSOFÍA NATURAL DE LOS INKAS.
Informe del Inka Garcilaso de la Vega: En los Comentarios
Reales de los Incas, Garcilaso, el mestizo qosqoruna sostiene:
“La astrología y la Filosofía natural
que los Incas alcanzaron fue muy poca, porque, como no tuvieron letras, aunque
entre ellos hubo hombres de buenos ingenios que llamaron amautas, que filosofaron
cosas sutiles, como muchas que en su república platicaron, no pudiendo dejarlas
escritas para que los sucesores las llevaran adelante, perecieron con los mismos
inventores. Y así quedaron cortos en todas ciencias o no las tuvieron, sino
algunos principios rastreados con la lumbre natural, y ésos dejaron señalados
con señales toscas y groseras para que las gentes las viesen y notasen, … La filosofía
moral alcanzó bien, y en práctica la dejaron escrita en sus leyes, vida y
costumbres, …”
“De la filosofía natural
alcanzaron poco o nada, porque no trataron Della. Que como para su vida simple y natural no
tuviesen necesidad que les forzase a investigar y rastrear los secretos de
naturaleza, pasábanse sin saberlos ni procurarlos. Y así no tuvieron ninguna
práctica Della, ni aun de las calidades de los elementos, para decir que la tierra
es fría y seca y el fuego caliente y seco, sino era por la experiencia de que les
calentaba y quemaba, más no por vía de ciencia de filosofía; solamente alcanzaron
la virtud de algunas yerbas y plantas medicinales con que se curaban en sus
enfermedades, … Pero esto lo alcanzaron más por experiencia (enseñados de su necesidad),
que no por filosofía natural, porque fueron poco especulativos de lo que no
tocaban con sus manos.”
b. Opiniones
de Gustavo Flores Quelopana:
Gustavo Flores Quelopana en su artículo publicado
por Internet manifiesta:
“Sobre la sabiduría de los Incas
se dedica en la primera parte de los Comentarios Reales los ocho capítulos
últimos del libro segundo; allí habla de las ciencias que los incas alcanzaron
primero en la astrología, la medicina, la filosofía natural, luego la
geometría, la geografía, la aritmética y la música, por último, sobre la
filosofía moral e instrumentos técnicos”.
“No obstante a lo largo de toda la obra el Inca Garcilaso repite la fórmula
sobre los ‘amautas que fueron filósofos’”
A partir de estos comentarios Flores Quelopana, formula
las siguientes “conclusiones preliminares”:
(i)
Los amautas fueron filósofos por reflexionar sutil
y profundamente sobre realidades sublimes.
(ii)
Su gran inteligencia y raciocinio se explayaron en el diálogo, no requirieron
de la escritura como modo privilegiado del discurso filosófico, y
(iii)
Estos hombres sabios, perspicaces e ingeniosos individualmente desfilaron
desapercibidos porque su preocupación no era buscar el recalque de su personalidad.
Ahora bien,
comparemos lo escrito por ambos autores:
a.
Primera comparación:
Garcilaso de la Vega |
Flores Quelopana |
“…entre
los Incas ‘hubo hombres de buenos ingenios’, esto es, de mucha inteligencia y
raciocinio… que los amautas “filosofaron cosas sutiles”. |
“…equivale a afirmar que expresaron razonamientos agudos, perspicaces y
finos sobre realidades naturales y sobrenaturales.” |
Para nosotros no hay equivalencia entre lo que sostiene el Inka y Flores
Quelopana.
b.
Segunda comparación:
|
Inka Garcilaso |
Flores Quelopana |
1. |
“La Filosofía natural que los Incas alcanzaron
fue muy poca, …” |
“Los amautas fueron filósofos por reflexionar
sutil y profundamente sobre realidades sublimes.” |
2. |
“De la filosofía natural alcanzaron poco o nada,
porque no trataron della. Que como
para su vida simple y natural no tuviesen necesidad que les forzase a investigar
y rastrear los secretos de naturaleza, pasábanse sin saberlos ni procurarlos.” |
“…equivale a afirmar que expresaron razonamientos
agudos, perspicaces y finos sobre realidades naturales y sobrenaturales.” |
Pero, como dice el refrán chino, más vale un ejemplo
que diez mil palabras, quisiéramos que Flores Quelopana nos demostrara con algún
documento, la sutileza y profundidad de esas realidades sublimes, así como la agudeza,
la perspicacia de sus razonamientos sobre las realidades naturales y sobrenaturales,
que él supone filosofaron los hamawt’as.
2. EN TORNO A LA ASTROLOGÍA DE LOS INKAS.
Opinión del Inca Garcilaso de la Vega.
El mestizo qosqoruna, entre las ciencias que
alcanzaron los incas, cita la Astrología, y sostiene:
“La astrología… que los Incas
alcanzaron fue muy poca, …” “De la Astrología tuvieron alguna más prá(c)tica que,
de la filosofía natural, porque tuvieron más incitativos que le despertaron a la
especulación della, …las miraron tan materialmente que no pasaron de la vista.”
“…como la Filosofía natural y la Astrología,
supieron menos…”
Con la intención de precisar los términos
astrología y astronomía hemos recurrido al Diccionario de la Real Academia de
la Lengua Española y respecto a la astrología hemos encontrado que esta es más
sabiduría que ciencia, veamos:
“…a través de cuya interpretación y observación
se pretende conocer y predecir el destino de los hombres y pronosticar los
sucesos terrestres.”
Francisco Miró Quesada Cantuarias sostiene que
la primera vez que se predijo un eclipse en la antigua Grecia se hizo mediante
la aplicación de cálculos matemáticos. Este descubrimiento, de Tales de Mileto,
cambio el curso del saber, significó el tránsito del mito al logos; desde entonces
se ha afirmado que el conocimiento racional tiene las características de universal y necesario. Este descubrimiento objetivo, entra en conflicto con la
interpretación. En el conocimiento
racional el sujeto es determinado por el objeto; mientras que en la interpretación el sujeto determina al objeto.
3. EN TORNO A LA MEDICINA
El Inka Garcilaso de la Vega, respecto a la
medicina, sostiene:
“Alcanzaron la virtud de la leche y resina de un
árbol que llaman mulli (molle)… Es cosa de grande admiración el efecto que hace
en las heridas frescas, que parece obra sobrenatural”.
Respecto de la chillca manifiesta:
“La yerba… calentada en una
cazuela de barro, hace maravillosos efectos en las coyunturas donde ha entrado
frío y en los caballos desortijados de pie o mano.”
“Una raíz… servía para fortificar y encarnar
los dientes y muelas. Calentábanla al rescoldo y, cuando estaba asada, muy bien
caliente, la partían a la larga con los dientes y, así hirviendo, ponían la una
mitad en la una encía y la otra mitad en la otra y allí la dejaban estar hasta
que se enfriaba, y desde manera andaban por todas las encías, con gran pena del
paciente, porque se le asaba la boca”.
Garcilaso hace una conclusión respecto a la medicina
y dice:
“Esta fue la medicina que comúnmente alcanzaron
los indios Incas del Perú, que fue usar de yerbas simples y no de medicinas compuestas,
y no pasaron adelante. Y pues en cosas de tanta importancia como la salud estudiaron
y supieron tan poco, de creer es que en cosas que les iba menos…”
Consideramos que el mensaje del Inca Garcilaso es
claro y preciso y no requiere de más comentarios.
4. INFORME
DEL INCA GARCILASO DE LA VEGA RESPECTO AL MÉTODO DE FILOSOFAR
En el
siguiente cuadro hacemos un paralelo entre los Comentarios del Inka Garcilaso y
los de Flores Quelopana, respecto al método del filosofar, para demostrar de
manera irrefutable la diferencia entre ambos autores:
|
Garcilaso |
Flores Quelopana |
1 |
“… la Filosofía natural que los Incas alcanzaron
fue muy poca, porque, … como no tuvieron letras, aunque entre ellos hubo hombres
de buenos ingenios que llamaron amautas, que filosofaron cosas sutiles, …” |
“Su gran inteligencia y raciocinio se explayó
en el diálogo, no requirieron de la escritura como modo privilegiado del discurso
filosófico…”. |
2 |
“…que filosofaron cosas sutiles, como muchas
que en su república platicaron, no pudiendo dejarlas escritas para que los
sucesores las llevaran adelante, perecieron con los mismos inventores”. |
“Esta forma de pensar discutiendo, conversando,
preguntando y respondiendo entre personas unidas por el mismo interés de
investigación, fue común no sólo entre ellos sino también para buena parte del
pensamiento antiguo hasta Aristóteles.” |
Garcilaso hace notar, la falta de escritura, por
ello sostiene que:
“… la filosofía
natural que los Incas alcanzaron fue muy poca, porque no tuvieron letras”. “aunque
entre ellos hubo hombre de buenos ingenios…no pudiendo dejarlas escritas para
que los sucesores las llevaran adelante, perecieron con los mismos inventores”. Contrariamente el articulista afirma, “…no requirieron de la escritura como modo
privilegiado del discurso filosófico”.
Flores Quelopana reafirma su punto de vista y
dice:
“Havelock, es un autor que
insiste en la tesis de que la filosofía surge cuando se pasa de la oralidad a
la escritura y a ojos vista, es toda una exageración.” “A su pesar Sócrates diariamente
desarrollaba oralmente sus ideas y conceptos sin necesidad de recurrir a la escritura,
él es un caso palmario de que los conceptos filosóficos pueden encontrar libre
cauce meramente dialogando sin hacer uso del escribir y que los pueblos orales
de alta cultura fueron grandes dialogadores que pudieron pensar filosóficamente
sin necesidad de fijarlo en escritura alguna”.
Sería interesante también aquí que el autor comentado
nos diera un ejemplo del “libre cauce de
los conceptos filosóficos en el diálogo en los pueblos orales de alta cultura”,
pero él no lo hace.
Flores Quelopana añade:
“…la práctica del diálogo implica
una importancia normativa eminente, la cual radica en que exige el principio de
tolerancia filosófica y religiosa, un reconocimiento de una igual legitimidad y
de una buena voluntad de entender otras razones.” “Más bien,
lo que aquí hace destaca es que el ejercicio dialogado del pensamiento profundo
no requiere de la escritura y justamente los Incas, como dice el mestizo “no
tuvieron letras, pero tuvieron filósofos.”
A nuestra manera de ver esto no es posible en una
sociedad teocrática, donde el gobernante se considera hijo de Dios y sus órdenes
voluntad de Dios, era imposible que se pusiera en tela de juicio el conocimiento
de los sabios o los mandatos del gobernante. Por otro lado, tampoco es concebible
que en las sociedades teocráticas se haya dado la tolerancia religiosa como
principio, bástenos como ejemplos la Santa Inquisición de la religión católica y
del fundamentalismo musulmán. Nosotros consideramos que la democracia fue un
requisito indispensable para que se gestara y naciera la filosofía en la Grecia
Clásica puesto que ella permitía discutir todo saber. Sin embargo, debemos advertir
que, una vez nacida la filosofía muestra su poder, no en épocas de democracia sino
en épocas de dictadura. Es el momento en que se demuestra que uno es amigo de
la verdad y no del dictador de turno. Consideramos que no es difícil apoyar al
sistema vigente, lo difícil está en señalar los errores del sistema vigente y
plantear formas alternativas al discurso establecido u oponerse a ella. Volviendo a nuestro tema, justamente porque Sócrates
no dejó escrito alguno, hoy no es posible tener una apreciación objetiva de su
pensamiento. A Sócrates, apenas se le conoce por los testimonios de Platón y Aristóteles,
o como sostiene José Ferrater Mora: “La
figura de Sócrates es muy compleja; tanto ella como sus doctrinas han sido
objeto de numerosos debates. Las fuentes directas por las cuales conocemos a ambas
(la comedia ática, Platón y Jenofonte) no permiten formarse una imagen completamente
clara del filósofo”. Fernando Savater
en su artículo: El porqué de la filosofía,
Las preguntas de la Vida, escribe refiriéndose al dicho de Sócrates “sólo
sé que no sé nada”:
“… Si no sabe nada, ¿para qué vamos a escucharle…? Lo que tenemos que hacer
es aprender de los que saben, no de los que no saben.”
Ahora bien, creemos que el momento es oportuno para
hacer una diferencia entre el sabio y el filósofo y, entre el científico.
Flores Quelopana manifiesta: “Los incas no tuvieron letras, pero tuvieron
filósofos”, para nosotros es lo contrario, los inkas conocieron la
escritura que es la qelqa o el sistema
alfanumérico del khipu, pero no
tuvieron filósofos en el sentido estricto de la palabra. Respecto de si conocieron
o no la escritura, bástenos la experiencia vivida por el cronista Pedro Cieza
de León en Jauja. Para nosotros, la sabiduría andina, es el conocimiento ligado al mundo
amanual, si se quiere, al mundo del hombre espaciotemporal, de eso que se
llama, saber de vida, que en quechua se expresa como yachay y se traduce al castellano como: saber, vivir; saber de
vida. Mientras que la ciencia es una conocer preciso, exacto sistemático,
objetivo y verificable, en quechua se puede expresar con el término reqsiy. La sabiduría es más amplia y
profunda, mientras que la ciencia es precisa, exacta, como sostienen Aristóteles
y Garcilaso de la Vega, para quienes la ciencia es un conocimiento “por su principios y causas”. En cambio,
el saber filosófico, como sabemos, no es el saber de los sabios (σοφος) sino de
los amantes de la sabiduría, que
aplicado a los Andes no sería saber de los hamawt’as,
sino de yachay-wayllukuqkunaq: amantes
de la sabiduría, los mismos que no existieron en el mundo andino prehispánico. En este punto debemos responder a Flores Quelopana
que la escritura y la democracia fueron importantes e
indispensables para el nacimiento de la filosofía. Puesto que en filosofía se
enseña y se discuten proposiciones, no expresiones emotivas, directivas,
expresiones librescas y sin sentido.
5. LA TEOLOGÍA DE LA LUZ DE FLORES QUELOPANA
Para continuar nuestro diálogo veamos la siguiente
afirmación del autor:
“…los amautas filósofos si
supieron levantar el entendimiento a cosas invisibles, lo cual es coherente
además en una sociedad teocéntrica y en un gobierno teocrático”.
En este punto es necesario precisar qué entiende
el autor por cosas invisibles, ya que,
si bien para el conocer es importante el órgano de la vista, como el mismo
Aristóteles sostiene en la primera página de su Filosofía Primera o Metafísica,
para el andino lo es también el tacto, el olfato y los demás sentidos, puesto
que este, percibe la naturaleza, lo siente, oye, huele y hasta conversa con ella.
Continúa Flores Quelopana y sostiene:
“Todo esto nos lleva hacia un enriquecimiento
de la idea misma de sabiduría, según la cual además del aspecto intelectual y práctico,
el concepto de sabiduría inca implica un rico contenido religioso que absorbe y
subordina a los otros. Pues, la divinidad solar incaica representa un acercamiento
de la noción de sabiduría a la luz o conocimiento perfecto de lo divino.”
Nosotros consideramos que la sabiduría indígena es
una sabiduría de vida, pero ello no indica que ésta se absorba y subordine a lo
religioso. Al padre el Sol, Inti Tayta,
se le rindió culto por su luz, por su calor y por hacer posible la agricultura
para el sustento de los hombres, pero de esto no se puede inferir que la
sabiduría inka estaba relacionada a la luz y al conocimiento de lo perfecto.
Para nuestra apreciación, la sabiduría inka estaba relacionada a la vida real. A continuación, el filósofo mitocrático sostiene
que:
“La teología incaica está transida
por una metafísica pagana de la Luz del cristianismo católico. En esta teología
inca no hay el drama metafísico de los gnósticos, ni hay revelación como en los
hebreos, pero si hay aproximación a través de la razón natural con el principio
plotiniano que concibe a la sabiduría como el conocimiento supremo que el sabio
posee de lo Uno y de sus hipóstasis.”
Este comentario, que la teología incaica esté
transida por una metafísica pagana de la luz del cristianismo nos parece una
apreciación equivoca. Para ser cristiana tendría que estar transida no por la
metafísica de la luz sino por la metafísica del amor (άγαπη). Por otro lado, el
concepto quechua wiraqocha o pachakamaq no está relacionado con la
luz. Para
Flores Quelopana los filósofos inkas habrían partido de:
“… una sabiduría superior que permite reconocer el
principio del universo, rendirle adoración y señalar el destino del alma
individual más allá de la muerte.”
Nosotros podríamos sostener, a partir del análisis
de la racionalidad andina, sustentado en el yuyay,
es inductiva, por lo que no podría sostenerse que los supuestos filósofos hayan
partido del “principio del universo”,
esto es del teqse. Además, nos parece
que esto del “destino del alma individual
más allá de la muerte”, es una concepción que se ha injertado al pensamiento
andino como consecuencia de la influencia de la religión católica.
Flores Quelopana sostiene:
“La sabiduría de lo divino se
convierte debido al cosmos, en cuyo marco es tan inaceptable la separación
entre lo teórico y lo práctico, como la separación del individuo respecto al universo. A este aspecto de totalidad en filósofo
alemán Estermann lo denomina el principio de la complementariedad, como
categoría dominante en la racionalidad andina.”
No comprendemos cómo la sabiduría de lo divino
puede convertirse debido al cosmos. ¿Querrá decir en objetivo o finalidad del
universo? Tampoco le encontramos sentido a que, en ese marco sea aceptable la
separación entre lo teórico y lo práctico. En runasimi, no es lo mismo yuyay
(pensar, teoría) que ruway (hacer, realizar)
por tanto son dos situaciones o dominios distintos, pero que los hombres los
unen cuando transforman la naturaleza. Por otro lado, los indígenas americanos
se consideraron parte de la naturaleza, pero no la naturaleza misma; por tanto,
hay diferencia entre individuo y universo, como hay diferencia entre yo (noqa) y eso (chay), sin embargo, en la concepción indígena, que hoy podríamos
llamar sistémica, el hombre necesita de eso, del mundo o pacha para ubicarse y realizarse. Como se puede apreciar por las
citas, un poco más, y podría pensarse, según Flores Quelopana, que los teólogos
inkas igualaron o superaron a los teólogos medievales católicos.
Seguidamente el autor presenta otras
conclusiones preliminares:
i. Por sabiduría entendieron los amautas
preponderantemente el conocimiento de lo divino.
ii. Esta sabiduría absorbe y subordina a los
otros saberes (incluso la arquitectura del Cusco imperial en forma de puma
revela este precepto)
iii. Y permite reconocer el principio del mundo,
así como el destino del alma.”
Los mismos que analizaremos a continuación.
6. El SABER
INKA Y EL CONOCIMIENTO DE LO DIVINO
Gustavo Flores Quelopana
sostiene que los amautas entendieron por sabiduría preponderantemente el conocimiento
divino. Para nosotros, si ello es correcto, las categorías: yachay, reqsiy o rikuy, que expresan algunas formas de saber o conocimientos andinos
tendrían alguna relación con: lo divino, con la teodicea o la teología; pero
esto no ocurre en quechua.
Así mismo el articulista
sostiene que la sabiduría inka absorbe y subordina a los saberes. Consideramos que, el hecho de que se hayan
construido templos o que la ciudad del Cusco tenga la forma de un puma, no
significa que la ciudad del Cusco era un gran templo, esto sería caer en una Falacia
de Distribución.
No sabemos de dónde infiere
Flores Quelopana que la sabiduría de los hamawt’as
signifique el conocimiento de lo divino. No da referencias como para poder
analizar y discutir tal afirmación.
Respecto al sentido de la
filosofía prehispánica Flores sostiene:
“Tampoco es cierto que este
vínculo de la filosofía con lo religioso haya producido el rebajamiento de la
filosofía, ese es un prejuicio intelectualista de la ilustración atea y del
positivismo cientificista decimonónico, al contrario, la filosofía se
empobreció cada vez que perdió su problemática religiosa.”
Como sostuvimos recurriendo a
la posición de Miró Quesada, con el descubrimiento del saber racional, en la
Grecia presocrática, se inicia, como sostuvimos, con el divorcio entre la filosofía,
el mito y la religión. Con ello no queremos sostener que el conocimiento
religioso es inferior, de ninguna manera. El conocimiento religioso que se da
por la fe o por la vivencia mística, es otra forma o nivel de conocimiento que
no debe o confundirse con el saber racional. Para nosotros ha sido un error serio querer entender a Dios mediante la
filosofía, y hacer de la filosofía una esclava de la teología o de la religión.
El catolicismo equivocadamente en el medioevo pensó que se debía creer para entender
y entender para creer, (intellige ut
creas- crede ut intelliges). De tal manera que la creación de las
universidades con esta finalidad fue un acierto cultural, pero un error religioso. Por otro lado, volviendo a
nuestro diálogo, pensar que lo religioso haya significado un rebajamiento de la
filosofía, sea un prejuicio intelectualista de la ilustración ateo y del
positivismo cientificista decimonónico, no es del todo cierto, Los primeros
filósofos como Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxágoras, Heráclito, etc., no
son de la época positivista decimonónica, sino de unos XXV siglos anteriores al
siglo XIX y, ya habían sentado las bases racionales como para guardar distancia
de lo religioso. No negamos que se puede hacer
filosofía de la religión o de dios, pero los fines de estos son diferentes. La
una satisface nuestro conocimiento racional y hasta es posible que nos lleve a
la soberbia; mientras que la fe nos lleva a la humildad y, a reconocer que por
encima de las fuerzas naturales del mundo a-manual, existen otras fuerzas sobre
o por encima-de-lo natural. De todo esto tampoco es lógico
sostener, como piensa Flores Quelopana, que:
“El carácter de la filosofía
de los amautas está condicionado por una fuerza arquetípica espiritual propio,
a saber, lo mesiánico que santifica al mundo, requerido por una necesidad de
armonía con lo celeste.”
Sostener que el saber de los hamawt’as o amautas, como se dice en castellano peruano, es mesiánico y
santificador es un disparate; con este tipo de apreciaciones, no le hacemos
ningún favor a las investigaciones del pensamiento andino prehispánico, ni a la
filosofía andina que se va formando; ellos no reflejan nuestra visión
ancestral. Sus argumentos nos hacen pensar que no se está reflexionando sobre nuestra
pacha, (nuestra realidad). Si no sobre uno diferente.
Continúa Gustavo Flores y escribe:
“Finalmente al hablar sobre el
sentido del filosofar prehispánico estamos haciéndolo sobre lo que lo distingue
respecto del filosofar occidental: su sentido mitocrático –tradición religiosa
como base principal de su reflexionar filosófico- frente al sentido logocrático
de Occidente, atención al empirismo circundante y el desarrollo de la idea de
ciencia como infinidad de tareas-.”
“El asombro filosófico puede tener
un sentido racional-discursivo, pero también otro intuitivo-poético-religioso.
Ambas son legítimamente filosóficas, su contenido de asombro ante el misterio
es el mismo, varía en su forma conceptual o intuitiva.”
“En fin, Garcilaso al final del
siglo XVI se encontró en el Perú con un filosofar que estaba unido a la
teología y religión, lo que percibió como una base común entre los filósofos
europeos de entonces con los amautas filósofos del incario, no sin dejar se
señalar sus diferencias. Las diferencias serán más culturales y espirituales que
propiamente filosóficas entre los distintos orbes civilizacionales.”
Una vez más, insistiríamos en estas tesis se demostrarán con un documento
que la teología y la religión inkas estaban unidas a la filosofía.
7. LA REALIDAD EMANATISTA DEL INCARIO.
a. Pachakamaq
“vivificador y no “creador”
En adelante cambiaremos nuestro procedimiento
de exposición, en tal sentido presentaremos primero nuestra apreciación para
luego contrastar con las concepciones de Gustavo Flores Quelopana y demostrar
su error. Pensamos que el autor se deja llevar por la imaginación y la
fantasía; elucubra sin consignar documentos, como decíamos líneas arriba, un
poco más y lo único que les habría faltado a las inkas es haber esperado a los
españoles bautizados y confesados. En primer lugar, a pie juntillas admite los
comentarios de Garcilaso de la Vega respecto a Dios. El mestizo qosqoruna tiene más de un error de
apreciación, cosa que puede ser distinguido por cualquier quechua hablante
medio. La obra de Garcilaso no debe ser
tomada de manera fundamentalista. Probablemente sus conocimientos del quechua
tampoco hayan superado el de un ciudadano medio, por tanto, sus opiniones no
son acabadas y absolutas.
b. En quechua:
Pachakamaq:
es un término compuesto de: pacha y kamaq. Pacha, significa: espacio,
tiempo, mundo y naturaleza. Kamaq: es
participio activo del verbo quechua kamay
que significa: crear. Por tanto, la palabra significa creador, el que crea. La
conjunción de ambos términos tendría el significado de: creador del espacio del
tiempo, del mundo y de la naturaleza.
Quelopana, como vamos a observar líneas abajo interpreta kamay como vivificar, o dar vida; esto
es absolutamente erróneo. En todo caso,
vivificar en quechua se podría traducir por: kawsachiy o kawsay qoy, o como aparece en la oración de
Juan Santa Cruz Pachakuti Salqamaywa, el mismo que entre otras cosas dice:
|
Runasimi |
Traducción al Castellano |
1 |
¡Ah teqse wiraqocha! |
¡Oh! Señor del Universo |
2 |
Pachayachachi |
Vivificador del mundo |
Como Ud., podrá apreciar, la diferencia es
total:
|
Creador |
Vivificador |
1 |
Pachakamaq |
Pachayachachi |
En el quechua ayacuchano yachay, significa saber, vivir. Si
quisiéramos preguntar a un ayacuchano y a un qosqoruna, respectivamente debíamos
preguntas con las siguientes palabras:
|
Al ayacuchano |
Al qosqoruna |
1 |
Maypi yachanki (¿Dónde vives?) |
Maypi tiyanki (¿Dónde vives?) |
El desconocimiento de esta
distinción hace decir a Flores Quelopana todo lo que sigue de Garcilaso:
“Como clérigo cristiano sabía
que el espíritu “vivificador” es, según San Pablo, el Hombre–Dios, la fuerza
posee de homo coelis. Conocía también,
por sus largas conversaciones con el amigo jesuita el padre Prado y el agustino
Agustín de Zárate, así como por el estudio de la filosofía y de las obras del
neoplatonismo florentino, que solamente el Hombre-Dios posee en si la
naturaleza divina entitativamente y en su plenitud sobreabundante, y que, por
naturaleza, por su origen celestial, es un hombre coelesis o también spiritus
vivificans. Por ello, su mencionada
discrepancia con Pedro Cieza sobre la traducción de la palabra Pachacamac no es
solamente un asunto etimológico, sino eminente teológico-filosófico.
Por otro lado, Pacha-kamaq no significa animar el mundo, ni siquiera en sentido
figurativo porque animar en quechua, como ya lo señalamos es kawsachiy, o kawsay qoy, y en la variante ayacuchana: yachachiq o pachayachachiq. Como sabemos, el término
animar castellano proviene de la palabra ánima (del latín ánima) que significa: alma. En quechua no se puede decir que Pachakamaq, sea un dador de vida, un animador,
un vivificador en el sentido como interpreta Flores Quelopana. Es más, en quechua alma
significa nuna. Por tanto, en quechua
dios animador sería: nunachaq apu, o nuna qoq apu y no Pachakamaq. Así mismo en una parte de la oración a Wiraqocha, de Santa Cruz Pachakuti,
dice: runa ruraq, esto es, hacedor del hombre. Con estas advertencias, veamos
manera incorrecta de la apreciación de Flores Quelopana, él dice:
“No es pacharurac porque rura
quiere decir “hace”, es Pachacamac porque Camac significa “animar”. No es “hacer”
el mundo, es “animar” el mundo, dar vida al universo, …”.
Luego, el autor a quien
comentamos sostiene que, el Espíritu Santo es la Persona del amor, es decir, la
Persona que corresponde a la fecundidad del amor divino, su naturaleza es vida.
De este modo, lo que Flores Quelopana afirma, es que los amautas vislumbraron
el Espíritu Santo en Pachamama como
animador del mundo. Para Flores, Garcilaso al introducir
esta precisión no sólo hace justicia al término lexical, sino que se subraya la
presencia del Espíritu Santo, calor verbi,
entre los incas. Por el momento bástenos
con estas aclaraciones. Sobre la relación del Inti (Sol), “calor verbi” o Espíritu Santo, Flores Quelopana
manifiesta que: su reino justo y civilizador estuvo animado por el espíritu que
guio por la senda de lo moralmente bueno, que lo dirige hacia Dios; y siendo la
“vida” la naturaleza del Espíritu Santo, ella corresponde a la fecundidad del
amor divino entrevisto en Pachakamaq;
que el espíritu Santo como santificador de las criaturas en general es la
comunicación de la naturaleza divina al
mundo, pero, que esta comunicación no procede de Dios por el camino de la naturaleza
–panteísmo-, sino por vía del amor –cristianismo- , cuya Persona es el Espíritu
Santo. Textualmente Gustavo Flores escribe:
“Esto, representa tanto como
decir que Garcilaso sugiere, puesto que no lo podía afirmar taxativamente por
no ser teólogo y el libro aparecía con la censura de la Inquisición, que a los
incas les faltó concebir Dios-amor cuya comunicación no es vía naturaleza. Pero
si concibieron que la vida y dicha natural de los seres o criaturas sean una
expresión y un efluvio del amor divino, un soplo que emana del mismo, amor
inefable e incomprensible, fundamento y raíz de todos los misterios, es la
gratia increata que inunda a las criaturas de vida divina.”
“Para Garcilaso, … en
Pachacamac no hay actos de Creación, no es “hacedor”, hay actos de emanación,
es “vivificador”; en todo caso es primera causa ontológica de “animación, pero
no de “creación”.”
Respecto a la siguiente cita,
el autor ubica a Garcilaso como sigue:
“En buena cuenta, él está
contra los elementos desfiguradores del quechua que introdujeron los españoles,
quienes crearon nuevas palabras quechuas, y a otras les dieron una significación
diferente para amoldarlas a su pensamiento y al pensamiento cristiano”. “… lo
que Garcilaso de la Vega hace es corregir estos groseros errores y alteraciones
introducidas por la abrumadora crónica española, e incluso india.
Seguidamente veremos otro
error de Flores Quelopana, que consiste en sostener que en quechua no existen
pronombres. Quien está refutando en este artículo a Gustavo Flores Quelopana es
quechua hablante, autor de textos para el aprendizaje del idioma inka: el
runasimi o quechua, como tal manifiesta que el quechua es un idioma vivo, y
tiene los siguientes pronombres.
|
Quechua |
Castellano |
1. |
Noqa |
yo |
2. |
Qan |
Tú |
3. |
Pay |
El, ella. |
4. |
Noqanchis |
Nosotros (incluyente) |
5. |
Noqayku |
Nosotros (excluyente) |
6. |
Qankuna |
Vosotros |
7. |
Paykuna |
Ellos, ellas. |
Pero como hemos leído, el
autor afirma que: “El quechua es un idioma…
sin pronombres…”
En el idioma andino ocurre como
en cualquier idioma en que no todos los hablantes son cultos, por tanto, en su
conversación cotidiana no utilizan sino un número reducido de términos.
Respecto a sus apreciaciones del quechua, la situación es aún peor, porque si
bien el quechua floreció después de la conquista, al haberse convertido en el
idioma general de la evangelización y al ser escrita a la manera occidental, el
quechua devino a menos, después del levantamiento de Thupa Amaro, entonces el
ímpetu de la alfabetización a los nativos disminuyó considerablemente. Bástenos
citar las palabras de José Carlos Mariátegui, quien al referirse al nacimiento
de la república peruana sostiene que la república se formó sin el indio y
contra el indio. Pero, veamos la cita de Flores Quelopana:
“en la actualidad muchas palabras
están en desuso, el indio del presente ni siquiera habla bien el quechua, sin
escritura fonética carece de control y precisión, …”
El autor no está informado de la existencia de
la Academia Mayor de la Lengua Quechua creada por Ley, la misma que norma el alfabeto
quechua y reconoce ciertas particularidades para cada una de sus variantes. En
la actualidad, no sólo en quechua sino también junto con otros idiomas
minoritarios de nuestra selva, los dialectos superan los 80, de los cuales ya
se escriben 65, algunos cuentan con la Biblia completa traducida a su idioma y,
en otros dialectos se está en proceso de traducción. Por su puesto, previamente
se alfabetiza a los usuarios y se realizan investigaciones lingüísticas de los
idiomas minoritarios, y su concepción del mundo. Entre otros textos traducidos
podemos manifestar que últimamente se ha Traducido al quechua El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la
Mancha de Miguel Cervantes Saavedra. También se han traducido La Constitución
Política del 79 (Editado por la Municipalidad del Cusco), y La Constitución Política del 93. En los últimos
50 años se han escrito más diccionarios, gramáticas, e investigaciones del
quechua. Actualmente, existe una bibliografía mayor que en los siglos pasados. Sin
embargo, debemos manifestar que en la colonia se tradujeron sermonarios y
catecismo de la doctrina cristiana al quechua. El primer documento impreso en
Lima, por la recién llegada imprenta en la colonia fue de un catecismo en
quechua. Sin embargo, veamos la cita:
“… en quechua de una región a otra
varía en su alfabeto, así el cuzqueño tiene 23 letras mientras e chanca 20,
todo lo cual impide formular un alfabeto quechua único. Es un idioma que da la
impresión de estar en proceso de desintegración.”
Lo que
sigue no se puede afirmar con absoluta certeza ni siquiera de Israel “el pueblo
escogido por Dios”; veamos lo que el autor a quien refutamos escribe:
“Para Garcilaso la
civilización incaica fue dirigida por un pueblo cuyos hombres estaban vivificados
y penetrados por el Espíritu de Dios, eran hombres espirituales cuya finalidad
última era lograr para todos los hombres su disposición por la santidad –que no
excluye sino exige el trabajo según la condición social-, como participación de
las criaturas en la nobleza de la vida divina”.
“Esta santidad de los hombres
sin ayuda de la revelación significa el reconocimiento de la intención y ánimos
piadosos, que convergen haciendo del hombre una criatura verdaderamente
buena. La vocación civilizadora del incario
era, en buena cuenta, una obra de santidad en la justicia divina de una conversión
de las almas a Dios”.
En lo que
continúa nuestra discrepancia con Garcilaso de la Vega, vemos lo que escribe
respecto a Teqse Wiraqocha o Ticiviracocha:
“… que ni él ni los indios
saben lo que significa. Fue un invento de los cristianos españoles, que como
vieron que en el tempo de Pachacamac el demonio hablaba en su nombre, se dieron
por inventar el término de Viracocha. “pero si a mí, que soy indio cristiano
católico, me preguntasen ¿cómo se llama Dios en tu lengua? Diría: Pachacamac,
porque en aquel general lenguaje del Perú no hay otro nombre para nombrar a Dios,
sino éste, y todos los demás que los historiadores dicen son generalmente
impropios” (op. Cit., lib. 2, cap. II)
Efectivamente, Garcilaso manifiesta no saber
nada de Teqse Wiraqocha; es más, afirma
en otras palabras, que es un invento de los cronistas como Pedro Cieza de León.
Nosotros nos preguntamos si Garcilaso no habría sabido del Templo de Wiraqocha en Raqch’i, del departamento del Cusco, provincia de Canchas, refundada
en la colonia con el nombre de San Pedro de Raqch’i,
donde existía y actualmente existe, una imponente ciudadela religiosa. Ante
tremenda realidad, ¿cómo sostener que Wiraqocha
es un invento de los conquistadores, cronistas o sacerdotes católicos? Por otro
lado, debemos manifestar que Pachakamaq es el nombre con que se conoce a Wiraqocha creador. Para nosotros Wiraqocha es el nombre verdadero de Pachakamaq. Flores Quelopana sostiene
que:
“Esos nombres compuestos son inapropiados
para dárselos al dios de los incas, pues considera que estos cambios de
significación del nombre o verbo en la composición son de suma importancia para
que los indios admitan correctamente la enseñanza de la doctrina cristiana.”
8. DEL DUALISMO EMANATISTA Y LA NADA ABSOLUTA:
En lo que sigue, se argumenta que Pachakamaq
es un dios vivificador y no creador, por tanto, lo que continúa no son sino
elucubraciones arbitrarias del autor, por ejemplo, sostener que Pachakamaq es una sustancia espiritual
que actúa sobre una sustancia material. En quechua prehispánico no existía la
categoría materia, por tanto, no era posible reflexionar de este modo. Hoy
podría reflexionarse lo que Flores Quelopana supone, pero esto ya no sería filosofía
ni teología inkayka, menos una ontología inkayka.
Veamos lo que el autor sostiene:
“Una concepción dualista se
deriva del dios vivificador incaico, Pachacamac es la sustancia espiritual y
actúa sobre una sustancia material que no nombra Garcilaso.”
“¿Por qué lo dejó sin mentar, le bastó acaso
subrayar el carácter no creador del dios que anima el mundo, no se contaba con
la palabra en quechua que designara alguna materia primordial, a aquella materia
sin vida o sin ánima, los conceptos metafísicos se encontraban aun en pleno desarrollo
por los incas-amautas, el término ya existía, pero no llegó a conocerlo – Garcilaso- por su temprana ida el del Perú? Es
probable que ésta última sea la causa de su incompleta información metafísica-conceptual.
Respecto al dualismo, debemos
manifestar que esta concepción no es exclusiva de la cultura andina, sino de
toda cultura desde sus inicios; para ello no necesitamos reflexionar mucho,
sino vivir en el mundo y experimentar los acontecimientos que ocurren en ella.
Así, todo grupo humano ha constatado lo que es el día, la noche; el sol, la
luna; el calor, el frío; la vida, la muerte; el ser y el no ser; lo bueno y lo
malo; lo bello y lo feo; lo grande y lo chico, lo digno y lo indigno; lo que es
alto y bajo; arriba y abajo; derecha e izquierda, etc. Sin embargo, para hacer
una reflexión filosófica sobre los contrarios, o el ser y la nada, se de mayor
reflexión a manera de los griegos o a manera que la propone Francisco Miró
Quesada Cantuarias: de manera racional, crítica, objetiva; divorciada del mito
y de la religión. La abstracción y la generalización
hacen posible que los hombres alcancen el nivel de unidad. Así los inkas
alcanzaron el nivel de unidad en Wiraqocha,
y no tendría un contrario real que sea la nada.
Otra prueba de unidad alcanzada en el Estado inka es que el gobernante
era un solo inka, consideramos que, equivocadamente los defensores de la teoría
de “los binarios opuestos” sembraron la idea de que el Estado inka tenía dos gobernantes
al mismo tiempo; uno de la parte superior y otro de la parte baja; esto es un
desconocimiento de la concepción andina del mundo. A pesar de que Garcilaso sostiene que los inkas conocían al demonio como supay, debemos decir que ello no es
exacto. El concepto de supay como diablo es invención española. Supay para Fray Domingo de Santo Tomás,
quien confeccionó el primer vocabulario quechua, es “ángel”, como genio en griego.
De manera que para expresar diablo y ángel occidental dice: allin supay, para lo que llamamos simplemente ángel, y millay supay para lo que llamamos demonio. Para la concepción griega,
todas las personas llevaban un genio internamente; unos tenían un genio bueno,
y otros, un genio malo; pero, ello no debe significar que los que llevaban al millay supay, dentro Satanás, llevaban un
Satanás. Consideramos que, es una superación del dualismo, la concepción de que
en la concepción andina no se conocía los conceptos de bueno y malo, sino, de bueno y no bueno. Esto es de: Alli y
su negación, mana alli. En quechua lo contrario de alli es mana alli. En castellano lo contrario de bueno es malo. Los inkas
trascendieron el nivel de la concepción dualista del mundo, llegando a concebir
lo uno. Como esta reflexión nunca se ha hecho en quechua, por el momento,
todavía nadie ha podido decir en quechua, la “nada absoluta”, “dualismo metafísico”,
“negación de lo existente”. Pero leamos lo que Flores Quelopana elucubra:
“En el dualismo que supone la idea de
Pachacamaq está en su base, como en todo dualismo metafísico, la presencia de
la idea de la negación radical de la totalidad de lo existente, es decir está presente
la idea de la Nada Absoluta”.
“Pero como Dios es la Nada que
es algo. Esto es, que en el cristianismo está inherentemente presente las dos
ideas de la Nada, como absoluta en la Creación y como algo en la Generación.
Esta deducción, en vez de contradecir nuestra afirmación anterior, según la
cual al dualismo le corresponde como idea básica la idea de la Nada como algo y
al monoteísmo la idea de la Nada absoluta, la confirma puesto que la Nada absoluta
del monoteísmo creacionista cristiano es con respecto a la Creación, y Nada
como algo es con respecto a la Generación”.
“La idea del dios Pachacamaq,
cuyo ser es vida auto desplegada en el mundo-universo, supone un dualismo
emanatista, una sustancia espiritual ante una sustancia material, esta última
es como el no-ser que es algo, aquello que carece de la vida, encarna la Nada
como algo, y por consiguiente no asume, ya sea por desconocida o rechazada, la
idea de la nada como absoluto”.
9. LA ARMONÍA DE LOS CONTRARIOS Y LA FILOSOFÍA MITOCRATICA.
Respecto a este punto, quienes medianamente
conocen de la cultura inka, saben que los incas eran prácticos. Tuvieron como
prioridad la solución de problemas reales, esto es del mundo de las cosas, la solución
de los problemas vitales inmediatos; justamente por ello, alguien ha opinado,
que los inkas pensaban con las manos. De acuerdo con la filosofía occidental,
bien podríamos denominarlos pragmáticos. Por tanto, nuestra discrepancia es
total con la cita de Flores Quelopana que podemos leer a continuación:
“El hombre prehispánico no es
un hombre que se plantee sólo vivir con el uso de la pura inteligencia,
instaurando como en los griegos- una pura fe en la razón, sino que, por el contrario,
no perder contacto con lo numinoso y desrealizador del pensamiento metafórico.”
Sin embargo, los inkas no se agotaron solo en la explicación, como sostiene
Flores Quelopana en el pensamiento mitocrático, sino que su racionalidad fue
empirista, esto es su concepto de la racionalidad se enmarca en el pensamiento
inductivo y no del deductivo, como el racionalismo idealista lo hizo Occidente.
El racionalismo andino, que es empirista o pragmático, se sustenta en la
categoría yuyay que significa: memoria
entendimiento, voluntad, conciencia. Esta
forma de racionalidad sustentada en la experiencia no es el “imperio del
plurisigno” como vamos a leer abajo: Su horizonte mental no es el imperio
logocrático del concepto, muy propio de la civilización occidental, sino el
imperio mitocrática del plurisigno.
Cuanto más se estudie el mundo
andino inka, más cierto se está de que fueron grandes planificadores; precisamente
para evitar los efectos del azar, de lo contingente, del enigma, los inkas
construyeron los grandes almacenes, tanpus,
que eran además centros de provisión descanso, de gobierno, de fiscalización.
Para evitar los aluviones, la erosión, construyeron sus ciudades en las laderas
de los Andes. Como sostuvimos en algún punto. Los inkas antes de habitar un
determinado lugar, lo habilitaban como para que una determinada cantidad de
habitantes poblaran el espacio habilitado. La organización social de división
de las personas por edades, habilidades, en decenas, centenas y millares, es
muestra de tal planificación. En consecuencia, discrepamos de las apreciaciones
de Flores Quelopana que sostiene:
“… aquí no se da un
racionalismo que reduzca el conocimiento a la razón, antes bien, la vida
prehispánica está rodeada de misterio, enigma, alteridad y contradicción.”
10. CONCLUSIONES:
Seguidamente haremos algunas conclusiones para
terminar el comentario, desde luego, estos no agotan el tema, pues como el lector
puede constatar si entra a la dirección electrónica que hemos citado se
informará por sus propios medios. Además, podrá dar su propia interpretación.
Por supuesto el tema de ninguna manera queda agotado, contrariamente recién se
inicia la Filosofía Andina, con diálogos como el presente.
El artículo a nuestra manera
de ver es muy optimista, sostiene que existió una filosofía inka; a lo que
nosotros interrogamos, ¿qué filosofía? ¿Podría demostrarse objetivamente su
existencia con pruebas, citas e interpretaciones racionales lógicas? Ya
sostuvimos que si se demostrara la existencia una Filosofía Inka a la manera de
cómo presentan sus defensores, ¿modificaría de alguna manera nuestra realidad?
De ninguna manera nos convence
injertar en el pensamiento andino, ideas católicas de mesianismo, salvación o
santidad. El desconocimiento del quechua permite elucubrar apreciaciones ilógicas
como la equivocada concepción de kamay
como vivificador. Pensamos que todo el artículo parte de este error de apreciación.
Es un error atribuir al Inca Garcilaso una tesis que nunca ha sostenido, y al
mismo tiempo tomar como un absoluto sus Comentarios, pues hay necesidad de contrastar
con la realidad de su tiempo y con la concepción andina y su idioma que se mantiene
viva. No se puede tipificar el pensamiento andino de emanatista y mitocrática,
esto es una falacia de falsa generalización.
*En mi blog www.gusfilosofar.blogspot.com ofrezco dos
respuestas a las objeciones de Mario Mejía Huamán en las entradas siguientes: 1.
La hermenéutica remitizante, y 2. Kamaq y no Kamay.
PIERRE FOY VALENCIA- Jurista
ambiental /Post doctorando en Derecho en Universidad
de Bolonia
REFLEXIONES ALEATORIAS-Lima,
8 de junio del 2024
1. Introducción
Conocí a Gustavo Flores Quelopana (en
adelante GFQ) mediante las redes sociales[25], lo
cual sirvió de motivo para identificar temas de mi particularísimo interés que
advertía progresivamente en su prolífica y proteica producción intelectual.
Posteriormente, nos hemos vuelto amigos frecuentables. Algunas de las temáticas
con las que podría decirse que sintonizo con GFQ, aunque en sus contenidos
difiero en parte- están referidas a un espectro heterogéneo de parcelas del
conocimiento humano, no sólo racional, en su sentido más convencional. A guisa
de ejemplo, podría mencionar en primerísimo lugar la propensión holística o
sistémica, seguida de la Antropología (en su sentido amplio), la Historia de
las Religiones (Religiología), el mito, la muerte, el suicidio, la
inmortalidad, el post humanismo (o transhumanismo), “las Historias”, los
enfoques transculturales no eurocéntricos, lo ambiental, la crisis
contemporánea, lo cada vez menos esotérico como la cultura de lo demoniaco y lo
ultraterrestre, el ludismo etimológico como sucinto medio cognitivo, entre
otros. En general, reparo que hay muchas cuestiones de interés culturoso y
epistémico que compartimos, independientemente de nuestros oficios, profesiones
y diferenciados proyectos cognitivos y trans cognitivos. Lo expuesto me anima a proferir algunas
consideraciones[26]
al alimón, aleatorias, sin mayor sistemática ni organicidad, acerca de algunas
de las ideas fuerza -reitero, de mi particular interés- sobre la obra de
GFQ.
2. De lo sistémico u holístico
Provenir de las canteras del ambientalismo
-no correctista- ayudó a construirme, además de una mirada diacrónica y
sincrónica, una visión con vocación integrativa o sistémica. Motivo de convergencia y coincidencia con la
obra de GFQ, en quien lo sistémico deviene en ostensible y transversal para su
oficio de pensador. En su libro Acotaciones del Pensar, a modo de
provisorio cuaderno de bitácora, encontramos pasajes delatores de ese
pensamiento holístico.
3. De las etimologías y las verdades
Otro aspecto de particular predilección en la
obra de GFQ es el juego creativo y constructivo del lenguaje, con prefijos y
etimologías, de neologismos sustanciosos o resignificados (vg. desmalignización,
neo brutalismo[27],
ciber sapiens, academolatría, entre muchísimos más). Esa especie de “incontenible
afrodisia lingüística” creo que es digno de destacar en el mejor de los
términos. En lo personal términos de mi cosecha como Trepadocrata, IzquierdOenegeismo,
Antropocojudología, me conectan con ese arte aparentemente menor de la “etimología
lúdica”[28]
del cual GFQ es muy prolífico.
4. Desde la antropoteca
La vorágine ensayística en torno al hombre y
sus múltiples miradas (libros como vg: El hombre y las montañas; El hombre y
la máquina; La democracia y los hombres; El hombre, el animal y dios; El hombre
y la muerte), nos llevó hace muchos años a recopilar azarosamente, sin
búsqueda premeditada y caprichosamente (sólo libros que textualmente tuvieran
en su título la palabra Hombre) y así surge mi personal Antropoteca.
Sin duda, la variada obra de GFQ no sólo en
la que expresamente alude a dicho término (“El hombre anético”) o lo involucra
(La paradoja antrópica, Antropología sin Antropocentrismo), sino a
través de un sinfín de tópicos abordados. (vg. la civilización, la demonología,
el ciber deus, por citar algunas antropotemáticas, constituye una
auténtica auto antropoteca. Una visión transversal de su obra así lo
testimonia.
5. De la sacroteca como caleidoscopio
cognitivo
La vocación religiosa o confesional cristiana
de GFQ queda constatada a lo largo de sus escritos. Téngase presente por
ejemplo el libro Vida sin sentido y olvido de Dios. Al respecto refiere
Salomón Ruíz Goin / Jnani yoga[29]:
Mi amigo,
el filósofo Gustavo Flores Quelopana, tiene amplia cultura, es un filósofo creador,
pero no es un alma iluminada en el sentido en que lo es un Jnani, al alcanzar
la episteme divina fusionando su yo con el Ser Superior. Me doy cuenta que lo
que afirmo es coherente dentro de la lógica de la espiritualidad de liberación
que abrazo, y no en la religión de salvación a la que Gustavo pertenece. Su
camino ha sido otro, diferente al mío. En mi tradición no se alcanza la
espiritualidad con la religión, la metafísica o la filosofía. La espiritualidad
no es teoría, ideología, filosofía o metafísica, sino que es una experiencia
interna y personal.
Sin duda, las posturas confesionales a la
larga son irreductibles por más puntos de acuerdos y aproximaciones. Sin embargo,
recuerdo que, en una de sus clases de religiones comparadas en la PUCP, el gran
sabio Onorio Ferrero comentaba que cuando el Papa Paulo VI fue a la India[30]
muchísima población con diversidad de creyentes, lo aclamaron por sentirse
atraídos por lo que Otto Rudolf denominaba “Lo sagrado”. No faltaron los
reduccionistas confesionales que ello obedecía a que estaban frente al
auténtico representante de Dios, ciertamente se trataba de un cristiano centrismo
para nada agradable a las confesionalidades orientales.
Nuestra vocación cognitiva por lo sacro como
fenómeno cultural proviene de las clases libres que seguía con el admirable historiador,
el Dr. Franklin Pease de quien quede
impactado por su discurso y por obras recomendadas, sobre todo “Lo sagrado y lo
profano” del célebre historiador de las religiones, el rumano Mircea Eliade, de
quien progresivamente adquirí o copie muchas de sus obras. Si bien la vida no nos permitió dedicarnos a
esos oficios, tras terminar mis estudios de derecho, llevé a lo libre muchos
cursos con el reconocido orientalista Dr. Onorio Ferrero.
A partir de allí fui “edificando”
modestamente mi creciente sacroteca muy de la mano con literatura
antropológica complementaria y sin duda el eje central: la historia de las
religiones, derivando finalmente a una especie de caleidoscopio cognitivo de la
realidad. Ciertamente, esta preocupación sacrológica es otro motivo de
convergencia, aunque en disidencia con GFQ, toda vez que no me convence su evidenciología
confesional que opone a otros sistemas de pensamiento o espiritualidad,
cuestionándolos como relativismo o peor aún, como un nihilismo fruto de la post
modernidad.
6. Desde la tanatoteca
Gran preocupación en los trabajos de GFQ es
el de la muerte, el suicidio, acaso la trascendencia bajo sus cánones
católicos. Para quienes no nos sentimos ufanos como para pontificar acerca de la
verdad de la muerte, ni de la vida, o de la trascendencia, a riesgo de ser
tipificados como nihilistas -lo cual tampoco es de cuidado- seguimos
expectantes sobre la infinitud del universo y del continuum vida/muerte en todas
sus inagotables manifestaciones, sean de los cristianismos, budismos,
agnosticismos, por mencionar algunos. De
ahí que ese supuesto “solipsismo cósmico”, se asemeje más a una “berrinchada antropocéntrica”.
En tanto, las diferentes caras de la muerte se fueron plasmando en libros y revistas
hasta conformar nuestra pequeña Tanatoteca: homicidio, genocidio,
suicidio, ecocidio, canibalismo, fratricidio, tiranicidio, parricidio,
zoocidio, entre otros. De particular prospectiva autoral me interesa
desarrollar un trabajo sobre El suicidismo es un humanismo.
Todos estos tanatotemas resultan de
interés común con GFQ, aunque con fundamentos y prospectivas diferenciadas.
7. De la clíoteca[31]
o panóptico del pasado y presente
La perspectiva histórica es una constante en
la obra de GFQ, máxime si nos referimos a la historia de la filosofía (vg. “Filosofía,
Ser, Historia”; “El espíritu de la Filosofía Peruana Virreinal”), pero también
desde la mirada histórico política anti europeo céntrica de los tiempos
modernos y si se quiere post modernos. En efecto, su furibunda y acerba crítica
al colonialismo, capitalismo, neo liberalismo, la tecnocracia mundial, (…) caracterizan
-a mi manera- su concepción de ver la historia.
Identifico una clíomirada, no creo de
asonancia o reminiscencia marxista, pero sí de una visión no circular -a diferencia
de otras posturas culturales y espirituales- lineal y escatológica judeo
cristiana, aunque abierta a todas las latitudes espacio temporales (vg. lo pre
hispano, no tanto lo asiático, africano, oceánico).
Me atrevo a postular esta consideración sin
haber profundizado su pensamiento histórico religioso, sin embargo, la
intuición me lleva a estas premisas, ante reiteradas afirmaciones confesionales
en sus trabajos. Como muchos críticos del post modernismo, reconocen el aporte
tecnológico del occidente con cierto desmedro de su acervo cultural de la
civilización industrial, hoy civilización cibernética, de la que disiente con
la fuerza o el influjo de la tradición cristiana, que dicho sea de paso no es compacta
ni unívoca.
8. Desde la ufoteca[32]
Sin duda la conspirología -siempre la
hubo-[33]
moderna, tiene como uno de sus pilares las posturas sobre la existencia de la
vida superior extraterrestre y de las exo civilizaciones, relacionadas o no con
la tierra -insignificante “polvo cósmico”[34]-
Carl Sagan que dice que “hay más estrellas en
el universo que granos de arena en todas las playas de la Tierra” (…) Los científicos creen que una galaxia típica,
como la nuestra, alberga un mínimo de cien mil millones de estrellas (100 000
000 000), pero podrían ser más: incluso unos cuatrocientos mil millones, según
Space.com. (…) Los datos recopilados por
el –ya difunto– telescopio espacial Hubble en 2016 sugerían que hay unos dos billones
de galaxias (dos trillones, que dirían los ingleses). Teniendo en cuenta la
estimación anterior de estrellas por galaxia, podemos decir que en nuestro
universo hay un número absolutamente monstruoso de estrellas: 200 000 000 000
000 000 000 000 (un dos seguido de 23 ceros, o doscientos sextillones en datación
inglesa).
Hay un cierto negacionismo arrogante o
soberbio frente a estos aplastantes datos que se camufla bajo unas supuestas
falacias que GFQ la denomina Falacia de la Vastedad, en su obra Contra
nosotros: Ufología como demonología y demás trabajos sobre el tema. El debate
sobre Fermi y Drake es interminable y que no se crea está cerrado. Nada podría decir por no ser temáticas de mi
especialidad. Pero como persona inquieta y pensante, me
parece más amable cósmicamente hablando el enfoque de El Infinito en la
Palma de la Mano diálogo entre "entre el monje budista Matthieu
Ricard y el astrofísico vietnamita Trinh Xuan Thuan”. Como reza la reseña de su
libro:
(…) del diálogo, emerge ante el lector una
visión sorprendente del universo que no es ni totalmente materialista ni
totalmente religiosa. un universo equilibrado entre la necesidad y el azar. el
astrofísico propone una teoría del cosmos como la manifestación de un principio
organizativo; el budista propone un mundo sin una causa inicial única, pero en
armonía gracias a la coexistencia de los fenómenos meramente físicos y la mente
consciente
La evidenciología antropocéntrica de
GFQ debiera revertirse. Es decir, la presunción de inexistencia de lo exo
planetario superior debiera demostrarse. Y no al revés, ni al servicio de una
arrogancia epistémica antropoide. La presunta ambigüedad y las probables y
ciertas alteraciones a iconografías artísticas en la historia cultural no
llegan a despejar con la contundencia del caso la existencia de elementos
confirmatorios y plásticos sobre la cuestión extraterrestre. Nadie niega que,
en el terreno de los conflictos entre potencias, se haya usado hasta la
actualidad dicha exo cuestión bajo diferentes propósitos, por lo que no
cabe asertivamente señalar como premisa catequística anti imperialista que se
trata de consignas de La CIA o como neo estrategias del nuevo orden
mundial. El escenario probabilístico y hermenéutico es muy abierto, no
unidimensional como para ser acotado a un binomio o tandean “demonología
/ ufología”; o más abierto o tolerante encuentro en Stephen
Hawking [35] cuando
al referirse al contacto extraterrestre “advertía sobre los riesgos
de intentar contactar civilizaciones alienígenas de forma activa”.
9. De la demonoteca
La aproximación a lo diabólico en su sentido
cultural más amplio, deriva de nuestro interés por la historia de las
religiones y que luego se fue extendiendo hacia la antropología, el arte, la
psicología y psiquiatría, teología, inclusive la política. Por crecimiento natural
se fue formando una sección de la biblioteca que denominamos demonoteca.
Esta omni mirada de lo diabólico, obligaba a una aproximación
interdisciplinaria de múltiples engarces.
Al respecto, un texto llamativo fue el de
Mircea Eliade Ocultismo,
Brujería Y Modas Culturales[36], que integra temas como las del
Retorno de los brujos (Louis Pauwels
y Jacques Bergier) con lo que después sería la línea de Erick Von
Daniken y otros.
Posteriormente descubrimos un trabajo de uno
de mis pensadores preferidos, Sir Bertrand Russell, Satán en los suburbios o
aquí se fabrican horrores, escrito a los 80 años- y que no obstante
tratarse de una novela, ponía en el tapete la presencia de lo demoniaco en los
tiempos actuales del filósofo (1952). El cristiano centrismo de GFQ -respetable,
por cierto- diría que no permite aproximarse a una demonología comparada,
abierta, a una pluridemonología. Desaproximación no en el
sentido, que desconozca otras experiencias, pues ahí están sus aproximaciones a
la espiritualidad andina, por ejemplo, sino a que al “final del túnel”
desembocan en su programa confesional cristiano. Cuestionando ateísmos[37],
agnosticismos, nihilismos y todo los “ismos” que irrumpa en su camino epistémico
y verdaderológico católico. Sin embargo, de las breves aproximaciones
aleatorias a la obra de GFQ creo no haber encontrado todavía un desarrollo más
orgánico o sistemático sobre lo demonología culturalmente hablando. Puede que
me equivoque. De no ser así estaremos ávidos de dicho producto.
10. Desde la ambientoteca (antes que ecoteca)
Por razones de oficio, fuimos construyendo
una gran parte de la biblioteca para los temas ambientales y ecológicos,
etiquetada como la ambientoteca, para el despliegue de nuestras faenas
académicas y cognitivas, además de ejercicio profesional y aplicativo en
derecho ambiental. El enfoque que hemos sostenido desde un inicio fue el de la
relación sistema jurídico y ambiente (léase, derecho ambiental). A su vez, dada
sus características inter disciplinarias ello nos abría a múltiples espacios
cognitivos, evitando caer en la trampa de la omnisciencia que muchos colegas telepronteros
suelen profesar.
Efectivamente, en el tema de las denominadas
fuentes materiales de dicha temática jurídica, es decir las causas, los problemas
las dificultades y soluciones fácticas, pre jurídicas, nos entroncamos con todos
estos saberes. Es aquí en que coincidimos nuevamente con GFQ, aunque con
recusaciones causales diferentes. En particular nunca me brotó a flor de piel
la narrativa antiimperialista o anticapitalista, lo cual no me excluye de una
visión ética y trascendente, ni me etiqueta como capitalodependiente ni
esas magulladas discursivas.
Sin embargo, la visión del sistema vida y de
los ecosistemas a partir de una hermenéutica holística sí es compartida y deseable.
GFQ la aborda a lo largo de varios de sus trabajos. A guisa de ejemplo, podemos
referirnos a La paradoja antrópica. Hecatombe de la crisis ambiental, en
la que insiste en la “raíz metafísica de la modernidad antiecológica”. Lamentablemente
no pareciera haber una telesis ponderada en relación con las otras
modernidades paralelas como la rusa o china. Todo es full anti
occidente, como si fuera algo oleaginoso que no se mezcla con el resto de esos
referentes sino - rusos.
11. A vuelo utopoteco
Para concluir, otro tema apasionante y de
creciente auto bibliorecopilación es el referido a las utopías. Una
primera inquietud explícita fue motivada por la lectura de Heterodoxias y
contraculturas de Fernando Savater y Luis Antonio de Villena, en que transversalmente
se sienten los pasos utopotecos. Lo cual en el tiempo devino en mi breve
y creciente utopoteca. En este rubro, a su manera incluiría -entre otros-
por cierto, a La Perspectiva Científica de Bertrand Russell y propiamente
en los capítulos “El gobierno científico” y “Sociedades creadas
científicamente”.
Nuestro amigo GFQ integra su reflexión sobre
la materia, esencialmente en su obra La utopía epistémica. Reconciliación de
Razón y Mito, en que sostiene el hastío y agotamiento de la razón universalista.
Parte de reconocer al hombre como criatura utópica. Si Cassirer tuviera que
reescribir su Antropología Filosófica tendría que incluir la condición de
criatura utópica. En dicha reescritura el filósofo alemán debiera añadir -de
nuestra cosecha-: que el hombre es también un ser ecosistémico.
Sólo me resta desear una continua y profusa
producción inter disciplinaria a nuestro querido amigo Gustavo Flores Quelopana
y que las opiniones y consideraciones vertidas respecto su obra han sido emitidas
con el mayor aprecio, transparencia e involuntario en lo que corresponda.
PEDRO FAVARON-PUCP
FILOSOFÍAS
AMERINDIAS:
Apuntes sobre el concepto
de “filosofía mitocrática”
Uno de los mayores
esfuerzos intelectuales de Gustavo Flores Quelopana ha sido reflexionar sobre
si es posible hablar de una filosofía amerindia y, de ser el caso, en qué términos
entenderla. Y esto lo expresa de forma bastante acabada especialmente en su
obra Filosofía, Ser, Historia (2023).
Desde el punto de vista de
Flores, no bastaría con identificar aspectos de la lengua y el pensamiento
indígena que se adapten a los estrechos marcos paradigmáticos de lo que desde
la academia moderna se entiende como filosofía. Esta sería una operación que no
solo adolecería de una definición demasiado acotada de lo filosófico, sino que
distorsionaría las reflexiones ontológicas y epistémicas de los sabios
indígenas al solo rescatar aquello que se puede acomodar, no sin cierto
esfuerzo reductivo, a los límites de la disciplina moderna.
Es evidente que, si nos inclináramos por hablar de filosofías amerindias,
esto inevitablemente implicaría resemantizar el término filosofía; se tendría
que ampliar el concepto canónico de la filosofía moderna, teniendo “presente la
diversidad de formas en que la filosofía y los filósofos han existido y han
sido formulados conceptualmente” (Jaspers 2013: 39). Se trataría, en este
sentido, de permanecer abiertos a “la naturaleza heterogénea de lo que cae bajo
el rótulo de la filosofía” (Jaspers 2013: 72). Esto significaría no identificar
lo filosófico con un tipo de práctica culturalmente limitada.
En este sentido, la
conceptualización de un “filosofía mitocrática” por parte de Flores es un logro
mayor, ya que permite concebir la posibilidad de una reflexión hondamente
filosófica en la que la razón no estaría separada de lo narrativo, lo poético,
lo simbólico, lo ritual y la capacidad visionaria de vincularse con realidades
suprasensibles a partir de ejercicios trascendentes de la percepción.
Sin negar bajo ninguna circunstancia
la originalidad de la propuesta del profesor Flores, la filosofía es siempre un
emprendimiento dialógico. En este sentido, la revisión hecha por el filósofo
peruano de la obra de Karl Jaspers ha sido fundamental para su crítica al
positivismo en su empeño por monopolizar la reflexión filosófica. Si nos
limitamos a considerar “como criterio de pertinencia el carácter de ciencia,
esto es, en la filosofía, la forma lógica y la condición de sistema” (Jaspers
2013: 45), la pregunta inicial desde la que parte este artículo carece de sentido.
No ha existido mucho en los pensamientos de las naciones amerindias que pueda
calzar con esta comprensión técnica. Al menos no si asociamos la ciencia con el
paradigma naturalista y mecanicista que ha sido uno de los pilares del cientificismo
moderno. Sin embargo, la exigencia cientificista ha llegado a ser problemática
incluso al interior de la propia modernidad. El extremo de ciertas vertientes
positivistas de la filosofía ha terminado por repudiar incluso la tradición
metafísica y, con ello, “lo que antaño se llamaba filosofía” (Jaspers 2013: 45).
Por eso mismo, no parece
acertado ceñir lo filosófico a las conclusiones que se desprenden de los
resultados empíricos, verificables y cuantificables, del método científico; si
bien no existe ciencia carente de filosofía, la tradición filosófica occidental
trasciende (aunque no niega ni se contrapone) a lo científico. “Entre la
significación del filosofar y la de las ciencias existe esta diferencia: aquel
se dirige al propio ser del hombre íntegro; en cambio, estas, tan solo al
entendimiento puro de la consciencia en general” (Jaspers 2013: 46).
Por eso mismo, la condición
de posibilidad que permitiría hacerse siquiera la pregunta de si existen filosofías
amerindias precisa acoger una visión ampliada y des tecnificada de la filosofía,
que reconozca que “el ámbito de la verdad científica es tan sólo un supuesto de
la filosofía, no lo característicamente suyo” (Jaspers 2013: 74). Esto no
significa quitar validez a las premisas fundantes de la práctica filosófica
moderna, sino solamente relativizar y apaciguar su pretensión de universalidad.
La disciplina de la filosofía académica se basa,
por lo general y en buena medida, en la revisión hermenéutica de un corpus
canónico de textos escritos y reconocidos como filosofía (según sus propios
criterios de validación). Esto no solo presupone una delimitación excluyente de
formas de pensamiento alternas a las establecidas como paradigmáticas de la
filosofía (en un sentido moderno), sino que la escritura alfabética parece, en
buena medida, un prerrequisito de ella.
Para Derrida (1986), por ejemplo, no cabe duda (a
pesar de sus implacables procesos de deconstrucción) que “la fonetización de la
escritura”, es el “origen histórico y posibilidad estructural tanto de la filosofía
como de la ciencia, condición de la episteme” (8). Si la escritura alfabética
es un criterio inequívoco para poder considerar a una tradición reflexiva como
filosofía, tendría que descartarse, sin mayor preámbulo, la posible participación
de lo filosófico por parte de las naciones que han carecido de este tipo de sistemas.
Esto significaría un acotamiento bastante limitado
y excluyente frente a nuestras herencias ancestrales. Gustavo Flores (2023) ha afirmado que “la filosofía
no depende de la escritura, porque es un hecho más básico y fundamental que
tiene que ver con la condición de la existencia humana” (113). Si entendemos la
filosofía como una tendencia reflexiva inherente al ser, entonces, por fuerza,
esta no precisa la técnica de la escritura. conviene recordar que no es cierto
que en el seno de la propia tradición filosófica occidental la escritura
fonológica siempre ha ocupado un lugar preponderante como signo distintivo (o
determinante) de lo filosófico.
Derrida (1986) ha rastreado de manera crítica una
tradición intelectual al interior del pensamiento occidental (que va de Platón
a Saussure, pasando por Rousseau y derivando en Leví-Strauss), que ha renegado
de la escritura, y la ha considerado, un tanto despectivamente, como “mera
traductora de un habla plena y plenamente presente (presente consigo, en su
significación, en el otro, condición, incluso, del tema de la presencia en
general)” (13).
Asimismo, salta de evidente que dos de las
principales semillas de la frondosa filosofía occidental, Jesús y Sócrates, nunca
escribieron sus reflexiones y enseñanzas. Fueron maestros orales, y no por ello
fueron dejados de atender por sus contemporáneos (aunque ambos fueron
asesinados por los poderes de turno, aunque eso es otra historia).
Por su parte, los “primeros [filósofos]
presocráticos cuyas palabras propias se han conservado compusieron su obra por
procedimientos orales, sea en verso, sea en forma de aforismos” (Havelock 1996:
20). Es decir, el pensamiento helénico, al menos en un momento inicial, no se
desligaba del ritmo ni de la imagen poética.
La filosofía, además de una actividad académica y
culturalmente delimitada, también puede ser entendida como una necesidad
radical del ser (que surge de forma penetrante e ineludible en ciertos individuos);
y esta es, justamente, la opción por la que se decanta la propuesta reflexiva
de Flores Quelopana. En todas las culturas, de todos los tiempos, han existido
personas excepcionales que han sentido una intensa vocación por la sabiduría y
que han tratado de dar respuestas a ciertas preguntas que bien pueden ser calificadas
de fundamentales e inherentes a la conciencia humana: ¿De dónde venimos? ¿Cuál
es el destino del alma tras la muerte? ¿Qué hay más allá de lo que podemos
percibir con los sentidos biológicos? ¿Qué es lo que da sentido a la existencia?
¿Cómo se puede obtener un conocimiento válido y profundo del cosmos? ¿Cuáles
son los principios éticos que deben orientar la convivencia humana y la
coexistencia con el resto de seres vivos? ¿Cómo se pueden recuperar los equilibrios
perdidos debido a las transgresiones?
Lo que sucede es que la forma de plantearse estas
preguntas y de darles respuestas, así como las expresiones de sabiduría, no siempre
han sido las mismas; se trataría de variables culturales y respuestas particulares
a un impulso reflexivo y a una vocación intelectual semejante, inherente a
nuestra condición vital. La propuesta de Flores se inclina por sugerir que en
las narraciones, poéticas y prácticas rituales de los pueblos indígenas hay una
vocación filosófica, en la que se plantean cuestiones de orden estético, ético,
epistémico y ontológico; por eso mismo, el hecho de que los sabios amerindios
no se expresen mediante conceptos aislados de lo narrativo y del ritmo poético,
no implica que sus reflexiones deben ser consideradas como ajenas a la filosofía.
Se podría argumentar que las narraciones y poéticas
indígenas tienen demasiada carga metafórica como para ser consideradas una
práctica filosófica. Pero, ¿acaso no todo ejercicio lingüístico tiene un
componente metafórico? “La metáfora esta omnipresente en nuestra vida cotidiana
porque no se trata solamente de un asunto de palabras, sino que es el propio
sistema conceptual del ser humano el que está estructurado y definido
metafóricamente” (Valenzuela 1998: 414).
Comprendemos lo que acontece siempre en comparación
y en contraste. Aunque el lenguaje técnico y la definición conceptual que suele
primar en los artículos académicos trate de prevenirse contra la multisignificancia
potencial de las palabras (y trate de evitar, por eso mismo, el “abuso” de las metáforas),
el lenguaje siempre tiene un aspecto creativo: por eso, el significado y el
sentido de los enunciados no están prefijados, sino que se dan a partir de su
inserción en una cadena significante. Además, los significantes suelen poder
ser cambiados por otros significantes sin atentar contra el sentido de un
texto, lo que daría cuenta, justamente, del carácter metafórico de la lengua.
Asimismo, cada lector otorga una interpretación personal a lo que lee; no hay
formar de prever, de forma unívoca, una lectura hermenéutica. Ahora bien, tal
vez sí sea lícito afirmar que en las reflexiones presentes en una narración o
en un canto amerindio se mantiene un mayor grado de libertad interpretativa que
en un concepto expresado de manera abstracta. Por eso mismo, la libertad de
pensamiento, de la que hace alarde la filosofía, no está de ninguna manera
reñida con la expresión narrativa o poética, sino que más bien encuentra en ella
un ámbito de plena posibilidad.
Toda metáfora “implica abstraer un contenido intelectual
a partir de una base empírica […] Esto permite la formación del concepto”
(Flores 2023: 50). El concepto es inherente a la metáfora. Ahora bien, es evidente
que las metáforas presentes en las reflexiones cosmogónicas de los sabios amerindios
no pueden explicarse fuera de su propio contexto cultural. ¿Pero acaso hay
filósofo alguno que pueda ser pensado al margen de su inserción en una
determinada cultura y en una lengua, o que sea inmune a las influencias de su
tiempo y del modelo civilizatorio en el cual vive? Justamente, la filosofía
académica, desde un punto de vista antropológico, debe ser entendida como el
conjunto de manifestaciones reflexivas de las élites intelectuales de las culturas
occidentales en un momento determinado de su historia. Este condicionamiento
cultural, sin embargo, no es un límite para el pensamiento (al menos no en un
sentido absoluto). “Aunque consignados por nacimiento a su época, [los filósofos]
llegan a ser figuras de objetiva intemporalidad; plasman el espíritu de su tiempo
y, a la vez, lo trascienden” (Jaspers 2013: 23).
En el caso de los sabios amerindios, ellos también
van más allá de las prefiguraciones culturales en las que su vida y reflexión
se inserta. No existe, dentro de las cosmogonías (relativamente) compartidas
por las naciones indígenas, un corpus de conclusiones prefijadas sobre la
naturaleza de los seres espirituales o de los mundos suprasensibles. Los sabios
visionarios de las naciones amerindias pueden ser pensados, por lo tanto, como
individuos excepcionales que, gracias a los caminos iniciáticos de los
antiguos, han podido abrirse a la intensa alteridad de los mundos suprasensibles;
luego reelaborarán reflexivamente, y en sus propios términos, esas experiencias,
siempre únicas, para transmitirlas a sus parientes y a las nuevas
generaciones.
Si comprendemos la filosofía como disciplina
académica, dependiente de lo letrado y signada por la pretensión de ser
exclusivamente racional y científica, no cabría hablar
de filosofías amerindias. ¿Pero no es esta definición técnica (y en buena
medida positivista) de la filosofía, demasiado estrecha y, en cierto sentido,
antifilosófica? Por ejemplo: si bien es cierto que Platón, por momentos,
combate lo poético y lo mítico, no lo es menos que su pensamiento se remite “al
mito elaborando algo análogo” (Jaspers 2013: 41); es decir, en la propia
genealogía de las prácticas filosóficas modernas, se muestra cierta dificultad
para expresar las profundidades del ser y de la vida sin recurrir a la imagen
poética.
Hay algo esencial (del ser humano y del cosmos) que
queda sin decirse cuando se trata de ajustar el pensar y el decir a los límites
de la expresión técnica. Y, como el mismo término mitología parece expresar,
hay una pensamiento reflexivo y racional intrínseco a los relatos míticos.
Según afirmó Lévi-Strauss (2023 [1962]), “los elementos de la reflexión mítica
se sitúan siempre a mitad de camino entre preceptos y conceptos” (37). Es decir,
la narración ancestral es intrínsecamente reflexiva y filosófica; la imagen poética
tiende a “cohabitar con la idea” (Lévi-Strauss 2023 [1962]: 40) y pone en
evidencia un acto de consciencia. “La reflexión mítica se nos manifiesta como
forma intelectual” (Lévi-Strauss 2023 [1962]: 42). Siguiendo un razonamiento
semejante, Jaspers (2013) recomienda una comprensión de lo filosófico que
atenúe la confianza en las demarcaciones preponderantes en el campo letrado y
reconozca la reflexividad inherente a lo poético: Antes que, de fronteras de
dominios diversos, corresponde hablar de formas diversas de la verdad una y
única. En la medida en que llega a predominar el pensamiento – que no puede
jamás dominar con exclusividad -, hablamos de filosofía; conforme hay predominio
de imagen y figura, de poesía. El poeta, en cuanto expone pensamientos, se
torna filósofo; el filósofo, en cuanto expresa sus pensamientos en forma
plástica, mediante la metáfora y el mito, se vuelve poeta (Jaspers 2013: 41).
La diferencia entre poesía y filosofía, según esta
reflexión, sería un asunto de grado, más que de dicotomías excluyentes.
Convendría señalar, asimismo, que no toda la tradición filosófica occidental ha
pretendido realizar un ejercicio reflexivo ajeno al afecto. Es más, la raíz
etimológica del término (philia) habla
de una pulsión amorosa y fraternal inherente a las prácticas reflexivas de los
primeros cultores de la filosofía; se conoce aquello que se ama, ya que el amor
tiene también una dimensión epistémica. El propio Platón afirmaba que el origen
de la filosofía era el asombro. Concepciones semejantes no son ajenas a autores
más recientes. El filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han (2021b), comentando la
propuesta de Heidegger, ha afirmado que el pensamiento humano, “antes de captar el mundo en conceptos, se ve apresado, incluso afectado
por él” (53).
Por lo tanto, lo filosófico acontece “inicialmente en un medio afectivo,
en una disposición anímica” (Han 2021b: 53). Una reflexión filosófica que parta
desde un “corazón pensante, se contrapone así al poder invulnerable e
irrestricto de la razón” (Han 2021a: 206). Lo cordial no niega la racionalidad,
pero trasciende la pretensión de descorazonar el pensamiento; trata de dar pie,
más bien, a una reflexión cardiaca que se sepa ligada al aliento cósmico. Un
pensar fundado en lo cordial atiende tanto a las diferencias entre los diversos
tipos de seres, como a aquello que nos vincula; antes que ceder (de forma
determinista) a las inclinaciones analíticas y divisorias de la razón instrumental,
percibe las continuidades y las complementaciones. Además, como dice el
filósofo cherokee Yazzie (2004), “no hay verdad sin significado y valoración; y
el significado y la valoración surgen en la intersección entre nosotros y el
mundo” (16). Es desde nuestra interacción fenoménica y afectiva con el cosmos
que la existencia cobra sentido para nosotros y la vida merece ser vivida.
Afirmar, como hace Flores Quelopana, que la tradición filosófica
occidental está culturalmente condicionada y es una posibilidad intelectual más
en que se manifiesta la radical necesidad humana de conocer, no pretende, por
supuesto, desmerecer los logros específicos de la filosofía occidental; se
trata solo refrenar cierta tendencia narcisista a considerarse a sí misma en
términos universales y como posibilidad intelectual superior, en todos los aspectos,
a otras formas de pensamiento.
“La ruptura con el etnocentrismo occidental no significa su
descalificación como tradición filosófica. Es más bien un intento de apreciar
el despliegue de la razón filosófica a través de todas las diversas tradiciones
culturales” (Flores 2023: 53).
En este sentido, si la filosofía académica quisiera
acoger las cosmogonías indígenas y otorgarles la misma valía que le da a los
pensamientos propios de su disciplina, tendría que “reformularse a sí misma de una
manera drástica mediante una revisión de sus presupuestos que le permitiera
acomodarse a otras formas de pensamiento” (Descola 2016: 28 [traducción del
autor]).
Por eso mismo, el concepto de “filosofía mitocrática”
acuñado por Flores, está planteando, desde un reflexión enraizada, por un lado,
en la herencia indígena americana, y, por otro, en un diálogo crítico con la
llamada “tradición occidental”, una propuesta que llevaría a ensanchar y
reformular los límites paradigmáticos de la filosofía moderna, para de esta manera
dar cuenta de las diferentes manifestaciones reflexivas de la humanidad,
encarándolas desde sus propias racionalidades y sin imponer un modelo prestablecido
sobre la vibrante y dinámica capacidad intelectual del ser humano ante su constante
asombro ante el cosmos y la existencia.
Bibliografía:
Derrida, Jacques. 1986 [1967]. De la gramatología. Siglo XXI. México.
Descola, Phillipe. 2016. “Varieties of Ontological
Pluralism”. Charbonnier, Pierre, Gildas Salmon & Peter Skafish (Ed). Comparative Metaphysics. Ontology After
Anthropology. Rowman & Littlefield. London. Pp. 27-39.
Flores Quelopana, Gustavo. 2023. Filosofía, ser, historia. IIPCIAL. Lima.
Goody, Jack. [1977] 2008. La domesticación del pensamiento salvaje.
Akal. Madrid, España.
Han, Byung-Chul. 2021b No-cosas: quiebres en el mundo de hoy.
Taurus. Buenos Aires, Argentina.
Havelock, Eric.
1996 [1986]. La musa aprende a escribir.
Reflexiones sobre oralidad y escritura desde la Antigüedad hasta el presente.
Paidós. Barcelona, España.
Lévi-Strauss, Claude. 2023 [1962]. El pensamiento salvaje. Fondo de Cultura
Económica. México.
Valenzuela, Pilar. 1998. “Luna-Avispa y Tigre-Machaco:
compuestos semánticos en la taxonomía shipiba”. Zarina Estrada and Max Figueroa
and Gerardo López and Andrés Costa (eds.), IV
Encuentro Internacional de Lingüística del Noroeste. Memorias, Tomo I, vol.
2. Sonora. Pp. 409-428.
Yazzie, Brian. 2004. “What Coyote and Thales can
teach us: an outline of American Indian epistemology”. Waters, Anne (Ed.), American Indian Thougth: Philosophical
Essays. Blackwell Publishing. Malden, MA, USA. Pp. 15-26.
PEDRO
ORTIZ-Artista, pintor y poeta/Chimbote
[LA MODERNIDAD ENVEJECIDA]
En términos generales, para
que una proposición que se publica obtenga respuesta de comprensión debida, es
decir que ésta sea asumida a cabalidad por el receptor de la emisión, debe
cumplir con requisitos relevantes.
Son de cumplimento, entre otros,
el buen uso de la gramática, la concisión y claridad, la sustentación consistente
y la convicción en la exposición de los argumentos que componen la propuesta. Y
enriquecerla también con referentes que se estimen necesarios y pertinentes. Estos
imperativos que señalo son los que en mi experiencia personal he podido determinar,
por lo que no puedo ni debo afirmar que sean limitativos
En esta razón lógica puedo
afirmar que, de mi lectura de los libros creados y publicados por el filósofo
Gustavo Flores Quelopana, he comprendido que han sido escritos con la
ponderación debida al buen decir lo que redunda en beneficio del cabal
entendimiento de su intensa y coherente crítica de los grandes temas éticos y morales
que se suceden en el universo social de nuestra actualidad tecnológica y mercantilista.
En la problemática actual
la humanidad menos favorecida económicamente ve con impotencia que minuto a minuto
la brecha entre el superlativo poder adquisitivo imperialista de pocos se nutre
de la miseria de muchos. En este aspecto y acabando mi lectura de su libro La
modernidad envejecida he arribado… a la conclusión de que mi conocimiento
se ha enriquecido…logrando el mejor entendimiento de los avatares que impelen a
la humanidad menesterosa hacia un destino de degradación mediante salvajes iniciativas
corruptas, que legalizan en cambalache la pauperización de los sistemas de
educación y salud, y obstruyen el acceso a oportunidades laborales meritocráticas
y remuneradas en justicia. Los pocos concertantes que detentan un poder omnímodo
exilian de la condición humana a los alienados que sufren en reclamo de una
participación en la felicidad terrenal.
El filósofo GFQ me revela en
su libro una serie de elementos de tortura diabólica que los “afortunados” (enriquecidos
en su avaricia por el pirático saqueo al Estado y el injusto desmedro del
salario del trabajador, así como el uso indebido de la plusvalía en detrimento
de la clase trabajadora) utilizan para aterrorizar a los menesterosos
imponiendo el monopolio y los precios concertados a los productos básicos para
subsistir. Asimismo el poder maligno del dinero en complicidad con los mercenarios medios de comunicación
masiva difunden publicidad subliminal que condiciona…el comportamiento social
de los necesitados que aún pueden comprar saldos a escoger y le otorgan pomposamente la categoría de “consumidor” identificándolos con el
emblema de una tarjeta plástica para aparentarles un status social en el olimpo de los consumidores, confirmando a
estos míseros como persona humana, y que
alienados por la psicología oscura éstos no advierten que el poderoso don
dinero, día a día los hace caminar en la cuerda floja. Así el liberalismo se constituye
en el inexorable sustituto de la religión y sus devotos asumen la categoría omnisciente
de dioses panteístas
Con estas características
observadas por GFQ, puedo deducir que la plutocracia se precipita en el innoble
territorio de una sociedad envejecida en tanto su ego superlativo y su ceguera
ética y moral le impiden advertir que su decrepitud la está despeñando
inexorablemente hacia el fin final. Aun así, desnudo, privilegia el “triunfalismo”
y la “inteligencia virtual” y pretende ignorar que su supremacía deviene en descartable,
que su imperio sustentado en el valor de mercado ya no tiene compradores
En este universo dominado
por el capitalismo, el tablero de los valores éticos y, morales han sido
revertidos hasta la apariencia, y su tecnocracia ha desvirtuado los verdaderos
fines de la ciencia despojándola de humanidad
Desde su viejo púlpito del
libre comercio predican que la solidaridad es satánica y la condenan como práctica
ya obsoleta y hasta degradante La riqueza económica carente de toda justicia
distributiva se constituye en la financista del mal y del envejecimiento social
camino a su destrucción, a su acabamiento.
El capitalismo salvaje, dueño
de los medios de comunicación practica la emisión continua y machacante de
información falsa propiciando la segregación y la marginación sociales, así
como el mensaje de falsas bondades de un sistema, que incita a la corrupción y al
egoísmo narcisista, creando, así, en beneficio de sus intereses mezquinos una
confusión fatal para sostener su posición categórica de privilegiados de una
falaz divinidad que bendice su avaricia bajo el culto desenfrenado al becerro
de oro.
En la paz de mi estudio y escuchando
la sabiduría en la voz de GFQ puedo asumir este envejecimiento de la humanidad ligada
a la muerte y a la nada en tanto suponen la presencia evidente de lo Eterno.
Y al terminar mi provechosa
lectura de la profunda reflexión filosófica expuesta en el libro La
modernidad envejecida, me afirmo en mi admiración por la capacidad
reflexiva del filósofo Gustavo Flores Quelopana como un demiurgo riguroso y creador
intelectual
RICARDO MAURICIO AGREDA ROJAS-Químico/UNSA
LA FILOSOFIA ESTUVO, ESTA Y ESTARÁ EN TODAS PARTES
¿POR QUÉ FILOSOFAMOS? [2024]. Que un libro
comience con una pregunta tan llamativa lo hace, desde el comienzo, un captador
de atención. Gustavo Flores Quelopana inicia su libro ¿Por qué filosofamos? El misterio
de la filosofía con una interesante pregunta.
Este texto que fue publicado el presente año
por la Editorial IIPCIAL, en Lima, Perú está dirigido, desde su inicio, a explicar
que la filosofía no es un patrimonio de una sola cultura, sino que la filosofía
es propia de todas las culturas, y que al estar presente en todas ellas el
filosofar se vuelve polimórfico y multívoco.
Gustavo Flores Quelopana divide su libro en
cuatro partes. 1. ¿Del mito al logos? La idea de que la filosofía se origina en
Grecia es muy común. Sin embargo, hay que entender que lo que en Grecia se
origina es la palabra filosofía, que etimológicamente quiere decir amor por la
sabiduría. Esta actividad que persigue el conocimiento, el questionamiento, la
inquietud, etc. parte del asombro que tiene el hombre del mundo.
Entendiendo esto, se vuelve imposible
sostener que solo los hombres griegos pudieron asombrarse de su entorno y que otras
civilizaciones hayan prescindido de aquello. El asombro no es griego, el asombro
es humano. Que la palabra filosofía haya existido en Grecia no quiere decir que
no haya estado presente en otros lugares. Que, en Grecia, la filosofía se haya
dedicado a romper con el mito no quiere decir que todas las sociedades hayan
tenido que dedicarse a lo mismo. Para Flores, la filosofía de Grecia desconoce el
mito y es logocrática. Esta es una forma de filosofar. Por otro lado, hay sociedades
que basan sus pensamientos y explicaciones en el mito. Esta es otra forma de filosofar
y la denomina mitocrática. Siguiendo estos argumentos podríamos decir que otras
civilizaciones también tendrían otras formas de filosofar respecto a las condiciones
de sus sociedades. Cada forma de filosofar podría contener incluso principios lógicos
diferentes. Todo esto volvería a la filosofía en multívoca y polimórfica.
2. Ruptura mítica andina entre lo ontológico
y lo histórico. El filosofar mitocrático contiene muchas reflexiones teleológicas,
existenciales, causales, etc. estos pensares pueden ser encontrados por ejemplo
en las concepciones de divinidades que tuvieron las culturas prehispánicas.
En este punto, Flores se percata que, a diferencia
de las culturas occidentales, la religión precolombina fue distinta. Esta, en
primer lugar, no fue ni monoteísta ni panteísta sino henoteísta. Esto quiere decir
que existían varios dioses, pero había un dios supremo.
Flores recalca que un dios supremo no significa
un dios absoluto. Incluso se puede observar que en varias culturas precolombinas
existe esta parafernalia de divinidades como huacas, apus, dioses que tienen características
parecidas, etc. Sin embargo, no existe en ninguna parte histórica precolombina
en la que exista solo un dios.
Que existan varios dioses o varias religiones
desemboca en reflexiones sobre el origen y atributos de estos dioses o los fundamentos
de estas religiones. Esto es el filosofar mitocrático.
Pero ¿cómo comprobar este filosofar con un
lenguaje o una escritura? Con respecto al lenguaje Flores argumenta que la lengua
quechua alberga la posibilidad de formar preguntas filosóficas. Con respecto a
lo segundo, declara que la inexistencia de la escritura en el quechua no es
freno para entender el filosofar antiguo. La música o la pintura son lenguajes
indirectos y que pueden tener más sentido que el signo escrito. Así, todas las
culturas pueden filosofar con algún lenguaje incluso, y esto es interesante, el
hombre del paleolítico puede tener una forma de filosofar solo por su condición
humana.
3. Del mito al filósofo primitivo. Si aceptamos
que hay varias formas de filosofar y que estas están presentes en la diversidad
de las culturas que existieron entonces, tenemos que abandonar la idea eurocéntrica
en donde solo Grecia es la medida posible de toda la filosofía. Podríamos
entender que quizá en otros lugares no se preocupaban si hacían o no filosofía,
sino que simplemente la hacían. Teniendo esto en claro, Flores comienza a
retrotraer el pensamiento filosófico a tiempos anteriores de las grandes
civilizaciones. Si existe un filosofar mitocrático ¿por qué no podría existir un
filosofar antes de lo mitocrático? Para Flores el filosofar existe también en
el hombre prehistórico y está presente en actividades como los enterramientos,
el arte y la industria lítica. Estas actividades tienen fundamentos ontológicos
y metafísicos que estarían vinculadas con su entorno natural y social e incluso
con un entorno espiritual y sobrenatural. Este filosofar es el chamanismo y
Flores lo denomina mitomórfico. En este chamanismo las ideas como alma, espíritu,
vida después de la muerte, etc. surgen como guía o forma de vivir y se han encontrado
en diferentes lugares como África, Asia, América o Australia. Flores sigue el camino
regresivo histórico y añade que, bajo estos argumentos no eurocéntricos,
incluso los primeros homínidos tienen una forma de filosofar. Para ellos el mundo
natural está lleno de espíritus poderosos y su evolución con armas, materiales,
fuego, relación con otros homínidos, obtención de lenguajes, es una forma de
entender que tenían una percepción activa. A este filosofar Flores lo denomina
numinocrático.
Con todo esto, esclarecemos que la premisa
donde es Grecia el origen de la filosofía es falsa y que el asombro que es el origen
de filosofar no pertenece solo a Europa si no a cada cultura y cada humano. Asimilar
esto es captar que existen muchas formas de filosofar y que no hay una
filosofía mejor que otra filosofía, sino que hay filosofías distintas y que cada
una surge en diferentes lugares, diferentes tiempos y para alcanzar diferentes
fundamentos. Al final de todo, la filosofía es polimórfica y multívoca.
4. Dimensión ontológica del filosofar. Y a todo
esto entonces ¿Por qué filosofamos? Gustavo Flores Quelopana culmina el último
capítulo de su libro explicando que filosofamos porque somo humanos; filosofamos
porque podemos asombrarnos; filosofamos porque tenemos conciencia de nosotros
mismos, conciencia del mundo y conciencia teologal, filosofamos porque es nuestra
condición ontológica. Sin embargo, aunque esté en nuestra condición humana
filosofar es claro que no todos filosofamos y esto se debe a que esta actividad
merece tiempo, educación y formación. Por mi parte siempre he tenido aversión a
los términos filosofía andina y/o filosofía no occidental y no porque crea que
solo existe un filosofar europeo que nació en Grecia sino porque querer demostrar
que existió una filosofía mucho antes que los griegos en otros lugares sin tener
un sustento documentario de ese filosofar es entrar a un debate prácticamente
sin salida. Para mí el humano es científico y filósofo por naturaleza porque quiere
relacionarse con el mundo y quiere preguntarse sobre sus fundamentos. En todas
las culturas el hombre se ha asombrado por la naturaleza, la ha transformado y
se ha preguntado sobre ella. En todas las actividades la filosofía siempre está
presente. Puede ser, por ejemplo, precientífica, científica y postcientifica porque
siempre está en constante movimiento con cualquier actividad y es por ella que
dicha actividad puede evolucionar. La filosofía no solo está presente en la ciencia
sino también en el arte, en la música, en el lenguaje, etc. la filosofía es
parte del que hacer humano. Volviendo al porqué de mi aversión a los términos
mostrados anteriormente esta se debe a que querer demostrar que hubo una
filosofía andina, latina, no occidental, etc. es como querer llamar la atención
a una filosofía procedente de Europa, es como decir -mira Europa yo también hice,
hago o haré filosofía-. Según mi percepción la filosofía se debe hacer sin más,
este incesante estudio, cuestionamiento, inquietud, evolución, etc. debe hacerse
sin más. Me gusta mucho la idea del buen filósofo y amigo Flores Quelopana de encontrar
diferentes tipos de filosofar a lo largo de la historia. Aunque muchas veces
entre filósofos no podemos ponernos de acuerdo en muchos temas, su libro me
hizo dudar de varias cuestiones que tenía por reparadas y si este no es el
objetivo de un buen libro de filosofía entonces no sé lo que es.
La filosofía te tiene que sacar de tus
casillas, te tiene que mantener en movimiento, quizá con esto podría añadir que
la filosofía es multívoca, polimórfica y dinámica.
He disfrutado mucho su texto y terminándolo
me dejó con una pregunta interesante en la boca. Si podemos encontrar diferentes
tipos de filosofar a lo largo de la historia humana desde los primeros homínidos
hasta los humanos actuales ¿Podría acaso en futuro las máquinas filosofar?
Y hablo de las máquinas que serán la siguiente
evolución del ser humano no de las que actualmente son instrumento humano.
Seguramente esta reflexión podría dar una conversación muy larga en algún lugar
o en algún momento, pero por el momento me siento alegre de haber leído y recomiendo
adentrarse en ¿Porque filosofamos? El misterio de la filosofía de Gustavo Flores
Quelopana.
RODOLFO SÁNCHEZ GARRAFA-Antropólogo/UNSAAC
EN TORNO AL UNIVERSALISMO FILOSÓFICO
En torno al universalismo filosófico (IIPIAL 2023) es una de las más recientes entregas bibliográficas
del filósofo, poeta y escritor Gustavo Flores Quelopana. *
Se trata de una obra de crítica, pero a la
vez de propuesta filosófica, en la que el autor hace una presentación resumida
de sus propias tesis en torno al estatus filosófico de la denominada –no sin cierta
mezquindad– “cosmovisión” de culturas tradicionales como la andina. Su convencimiento
tiene una claridad meridiana: el pensar mítico es un pensar filosófico.
Para abordar la temática, nuestro filósofo,
sigue un camino autoinquisitivo. El preguntarse a sí mismo es un proceso
personal, que permite formular respuestas propias a preocupaciones fundamentales,
apelando a los conocimientos que se dispone, a las experiencias vividas y a los
estímulos recibidos que se pueda considerar pertinentes a los hechos o situaciones
examinadas. Digamos que, por esta vía, el resultado cuenta con las mayores probabilidades
de mostrarse riguroso y estructurado.
Lo primero a destacar es la entereza con que
Flores Quelopana expone los fundados argumentos que le permiten cuestionar el
etnocentrismo occidental, que a muchos lleva a repetir una postura excluyente
solo para sentirse pertenecientes al primer mundo. No hay concesiones en el
manejo conceptual propuesto: No existen sociedades sin filosofía, la actitud filosófica
es consustancial a la condición humana; no hay cultura que no haya desarrollado
una filosofía; la filosofía es metafísica en última instancia, y cuando no lo
es se degrada; la mitología es una metafísica primera y la metafísica es una
mitología segunda, todas las grandes filosofías tienen intención mítica; se puede
hacer una distinción filosófica entre noema (contenido) y noesis (acto)
del filosofar; el acto o noesis del filosofar es universal, en tanto que su
noema o contenido es particular; la noesis es la capa originaria de la filosofía,
respecto a la cual el noema es una expresión derivada o secundaria; el filósofo
debe incitar a pensar y no tratar de imponer una filosofía determinada.
Como se puede ver, se extiende ante nosotros un
amplio campo desbrozado que nos proporciona necesarios asideros filosóficos a quienes
compartimos el empeño en descolonizar el pensamiento de los pueblos originarios
o primarios de América, dígase Abya Yala. El apoderamiento de nuestra propia personalidad
cultural, pasa por el desarrollo de una autoestima colectiva compartida por ser
quienes somos, por tener la historia que tenemos, por pensar como pensamos y no
necesariamente como otros desean que lo hagamos.
Téngase en cuenta, sin embargo, que esta afirmación
en Flores Quelopana tiene una ineludible condición dialogante, en pos de una nueva
filosofía de síntesis que no esté hipotecada al concepto eurocéntrico de filosofía.
Para ello, examina lo que llama “las olas asuntivas de una nueva meditación sobre
lo precolombino”: 1) la equivalencia temprana entre el saber amáutico y el
saber filosófico, 2) el supuesto carácter práctico de la filosofía tawantinsuyana,
y 3) de un lado, la monoculturalidad eurocéntrica y, frente a ésta, el nativismo
de valoración del saber precolombino. A partir de estos antecedentes, deslinda el
universo filosófico eurocéntrico respecto a la propuesta de un universalismo filosófico
existencial que es el sostenido por el autor.
Gran tarea intelectual la cumplida por Flores
Quelopana, ante la cual de momento solo considero indispensable hacer algunas
acotaciones discutibles:
1) Ponerse en condiciones de participar con
equidad en una diálogo de saberes, con vistas a construir un universalismo
filosófico inclusivo, demanda pasar por una afirmación colectiva intracultural;
tenemos que mirarnos culturalmente hacia el interior de nuestra propia
individualidad y de nuestra propia cultura, intentando conocernos y valorarnos
social y culturalmente nosotros mismos, este es el empoderamiento cultural con
el que culmina la endoculturación de todo individuo en cualquier grupo social,
lo contrario es una incompletitud que nos debilita. La intraculturalidad promueve
la recuperación, fortalecimiento, desarrollo y cohesión al interior de las culturas
de las naciones y pueblos indígenas originario campesinos, comunidades
interculturales y de otras procedencias para la consolidación de estados
plurinacionales, inspirados en principios de igualdad, solidaridad, complementariedad,
alentada por la reflexión filosófica como base de un diálogo intercultural en
equidad.
2) Desde un punto de vista antropológico contemporáneo,
decir que nuestra cultura (se entiende andina o, en su caso andino-amazónica)
es simbiótica e integracionista, no es lo mismo que decir “somos mestizos”. Un
asunto abordado como cultural no puede ser tratado como biológico, y eso es lo
que pasa con el concepto de mestizaje de la cultura. Quiérase o no el concepto
“mestizo” es racial, lo mismo que la idea de “hibridismo” es biológica y, en última
instancia, genética. El concepto de mestizaje de la cultura, le hace flaco favor
al reconocimiento de las diversidades culturales, puesto que éstas no son estáticas
en sí sino que se hallan en continua transformación, es decir, sometidas a una reelaboración
que no sigue el patrón de los cruzamientos genéticos.
Un planteamiento por demás interesante de este
filósofo, y que debería trascender, es el requerimiento de un giro copernicano
que le hace al pensamiento filosófico occidental, en cuanto a su absoluto apego
al principio de identidad, cuando de por medio están la dialéctica de los opuestos,
la coincidencia de los opuestos, la dialéctica de los contrarios, y eso en la
misma línea occidental; no se diga ya, en las perspectivas de otras vertientes
culturales del pensamiento, como la china que tiene la noción de dualidad
interactiva del yin-yang, o las precolombinas andino-amazónicas con la dualidad
complementaria interesada en la armonía de los opuestos.
Es comprensible que, en un marco de consideración
por todas las tradiciones filosóficas, quepa el diálogo en equidad; lo que no es
admisible es un nativismo etnocentrismo separatista, cuya medicina puede ser tan
dañina como el mal propagado por la hegemonía del universalismo colonialista de
occidente. Entonces, nuestro quehacer presente y futuro recae en la tarea de
pensar, que no es incumbencia exclusiva del filósofo sino de todo ser humano, y
tenemos que asumirlo con espíritu crítico y constructivo. Esa es una
aproximación provechosa a un deseable universalismo filosófico existencial.
*Gustavo Flores Quelopana (Lima 1959),
filósofo peruano, autor de una importante obra crítica sobre la filosofía
posmoderna y figura clave en el debate actual sobre la existencia de las
filosofías ancestrales, entre ellas la precolombina. Ha ejercido la presidencia
de la Sociedad Peruana de Filosofía, es Past-presidente de la Sociedad Internacional
Tomás de Aquino, presidente del Instituto de Investigación para la Paz, Cultura
e Integración de América Latina, ha sido distinguido como Miembro Honorario del
Colegio de Profesores del Perú, Miembro de la Sociedad Internacional Antenor
Orrego, de la Sociedad Internacional de Filosofía Andina, y de la Sociedad Andina
de Estudios Kantianos. Es, además, poeta, narrador, novelista, conferencista y
editor.
RODOLFO SÁNCHEZ GARRAFA*-Antropólogo/UNSAAC
EL CORPUS FILOSÓFICO ANDINO SEGÚN
EL
FILÓSOFO GUSTAVO FLORES QUELOPANA
A Gustavo Flores Quelopana (Lima, 1959),
filósofo y prolífico ensayista, lo fui descubriendo de a poco. Dada mi
formación antropológica, sesgada originalmente por una tendencia positivista del
culturalismo, durante años no me sentía atraído por la filosofía como
herramienta de trabajo; no obstante, al haberme inclinado hacia el estudio de
las estructuras simbólicas andinas, desde los años 70, devino en hecho natural
que me interesara, cada vez más, por los nuevos enfoques filosóficos acerca del
pensamiento que caracterizó a las culturas tradicionales de América, y solo era
cuestión de tiempo el percatarme del vuelo reflexivo de Flores Quelopana en
estas cuestiones.
Mi atención recayó inicialmente sobre varias
de las interesantes entrevistas que él venía dando a conocer a través de la plataforma
digital de Libros Peruanos. Quizá si lo definitorio fue revisar con detenimiento
su artículo titulado “Trayectoria de la Filosofía Andina Peruana”, uno de los
más completos resúmenes del estado de discusión en la materia. De ahí, a sumergirme
en varios de sus interesantes y esclarecedores libros, como En torno al
universalismo filosófico (2023b), apenas hubo que dar un paso.
Gustavo Flores Quelopana es un hombre eminentemente
urbano, dotado de gran imaginación, pulsión inquisitiva y espíritu crítico. Como
él mismo se define, y a la luz de mis impresiones rápidas en el breve tiempo
que tengo de conocerlo personalmente, convengo en reconocer su juicio sobrio, su
temperamento equilibrado y empático, aunque no contemporizador, pues es
vigoroso en sus puntos de vista (Flores 2006). Cabría destacar también su espíritu
inquisitivo que, al parecer, le ha acompañado toda la vida.
Como filósofo, arranca en las canteras de un
marxismo ortodoxo con ideas que estuvieron a punto de hacerlo militante partidario
del PC Unidad.
Hoy, después de un giro ideológico maduro y
desprejuiciado, es un pensador convencido de la necesidad de contar con una
hermenéutica metafísica que nos ponga en capacidad de reconocer valores transculturales.
Su experiencia de vida eminentemente urbana y sus albores filosóficos marxistas,
no habrían sido el mejor augurio para la gestación de un intelectual interesado
en comprender la racionalidad prehispánica, al punto de convertirse en abanderado
del filosofar latinoamericano y, en particular, andino. Esto no habría sido posible
sin pasar por el cuestionamiento del universalismo occidental, del eurocentrismo
filosófico; sin un descubrimiento del pensamiento simbólico y metafórico que
permita superar el predominio racionalista conceptual; y, finalmente, sin una
toma de conciencia acerca de la crisis final que experimenta la concepción
griega de filosofía y el modelo civilizatorio aún vigente.
A mi juicio, dos son las obras fundamentales
de Flores Quelopana en materia de filosofía andina: Filosofía Ser Historia (2023)
y Corpus filosófico andino (2019) que aconsejaría leer en ese orden.
La preocupación común de ambos libros es la reconstrucción de la identidad
andina no cifrada en un proyecto indigenista sino en la configuración de una
nacionalidad continental, que yo entiendo andino-amazónica. Parte fundamental
de la identidad andina para los tiempos de hoy, es responder a la pregunta: ¿Existió
filosofía en nuestra América andina? Flores Quelopana consigue sentar bases fundamentales
que sostienen una solución afirmativa, mediante su denominado “modelo de filosofía
mitocrática no occidental” (Flores 2023: 106-12; 118-9).
Para Flores Quelopana es errónea la distinción
entre filosofía laxa y filosofía en sentido estricto (2023: 12). Por lo tanto,
debemos hablar de filosofía andina como una filosofía diferente que, obviamente,
responde a una necesidad existencial antes que a una necesidad lógica. En la lógica
filosófica o metalógica se inscribe lo extralógico, lo analógico, lo simbólico;
en la medida que lo entendamos así, podremos contribuir a liberar la filosofía
latinoamericana de su injustificada supeditación al dictado eurocéntrico.
En la “racionalidad del mito” se pone de
manifiesto un pensamiento filosófico bajo categorías particulares del pensar y
expresar. Dice nuestro filósofo que una forma de pensar que gira en torno al mito,
y no al concepto, no deja de ser lógica, y, por tanto, los principios lógicos
siguen siendo los mismos, excepto en cuanto concierne a la hegemonía del
principio de identidad, dado que en el pensar mitológico los principios lógicos
aludidos se subordinan al principio de contradicción. Convincente este análisis
que, de algún modo es compartido por autores como Gutiérrez Pozo (2008), Iturbe
Sánchez (2021), Rubina López (2022), y una larga lista de otros pensadores con
enfoques variados no necesariamente eurocéntricos, los mismos que han sido
estudiados por el propio Flores Quelopana.
Con filosófica modestia, nuestro autor expresa
ser plenamente consciente que la teoría de lo mitocrático está todavía en sus comienzos.
Hace bien en señalar que lo mitocrático es un territorio nuevo y desconocido
que desafía a desentrañarlo en toda su complejidad, exigiendo sinergias interdisciplinarias.
Sin embargo, no encuentro problema en reconocer que la producción teórica del filósofo
Gustavo Flores Quelopana es, en este momento, un firme fundamento sobre la
realidad de la filosofía andina, tal como ya lo ha manifestado el estudioso y
ensayista Hugo Chacón Málaga (2017: 213). Ahora disponemos de un amplio cuerpo
de pensamiento que nos revela elementos formativos básicos; el corpus
filosófico identificado por Flores Quelopana comprende un tratamiento sobre
los amautas filósofos, el análisis de la filosofía mitocrática mediante la
reinterpretación de la filosofía como condición del existir, sus disquisiciones
sobre el absoluto dinámico en el Perú antiguo, la idea del dios ordenador andino
y, como conclusión, la posibilidad de pensar en una nueva utopía epistémica donde
razón y mito se reconcilien, ya que el fracaso del ideal ilustrado insta a una
nueva síntesis nacional (Flores 2019).
En el Tawantinsuyo de los Inkas, para ser
específico, la figura del filósofo ancestral habría recaído en los sabios, generalmente
vinculados al sacerdocio, sea del culto solar estatal o de las diversas wakas extendidas
en red por todo el territorio continental. En efecto, la reflexión filosófica
de amawtas, wisas, waka kamayos, yatiris, y otros, no escapó a registros
como el que nos ha legado el Inca Garcilaso y, desde luego, los saberes
manejados no se constreñían a una mera cosmovisión. A los sacerdotes o kamayoq les
estaba dado cuidar el canon andino del discurso universal y la práctica reflexiva
respecto a la fenomenología de lo contingente; un comportamiento prudente era el
marco esperado del ejercicio reflexivo que alcanzaba profundidad, aunque la
actitud filosófica genérica podía alcanzar a todo individuo según sus propias circunstancias.
La narración mítica era un marco filosófico que,
en un lenguaje simbólico, analógico y metafórico, resultaba apropiado para dar
cuenta de cuestiones como el origen del mundo, la diversidad étnica, los hechos
fundacionales, las relaciones de sistema en la naturaleza y la sociedad, la vida
y la perennidad de la existencia, el buen gobierno de los pueblos, el buen vivir
y la institucionalidad de las normas que lo sustentaban.
Era, en suma, un discurso establecido sobre
la realidad, a partir del cual también era posible formular conjeturas respecto
a cuestiones concretas que el hombre se planteaba ante un mundo que debía ser explicado,
y ante situaciones que eventualmente pudieran tener lugar. La ciclicidad andina,
reconoce, hasta ahora, una realidad cambiante, que experimenta transformaciones
previsibles, ajustadas a un orden superior permanente; la fuente de ese orden es
perenne, aunque no necesariamente inmutable. La idea de complementariedad
sienta las bases de una interacción generatriz que pone de manifiesto una
dinámica al interior del orden perenne. Es decir, preexiste una base sólida de
salida frente a la ruptura entre lo ontológico y lo histórico. Pienso, de pleno
acuerdo con Flores Quelopana, que “se impone la concepción multívoca del ser”,
dado que la reflexión filosófica andina distingue claramente entre aquello que
corresponde al ser sagrado-divino y aquello que concierne a lo profano-finito y
contingente. En los Andes se ha tenido un politeísmo jerarquizado que culmina
con dos divinidades igualmente poderosas, en principio lejanas, que se descubren
e interactúan como artífices de un orden primordial básico. Múltiples entidades
divinizadas advienen secundariamente, asociadas a la vida de los diversos pueblos
que conviven en el espacio andino, sea en ámbitos comunales, étnicos o macroétnicos,
sin alcanzar el rango de las grandes divinidades ordenadoras.
En este sentido, podemos considerar la denominación
de henoteísmo (acuñada por Schelling y asumida por Flores Quelopana)
para referirnos al sistema religioso andino, en tanto se pueda evaluar todas
las posibilidades pertinentes (V.gr. politeísmo henoteísta, deísmo polimórfico,
politeísmo jerarquizado, dualismo mitomórfico-mitocrático, entre otros). Los adelantos
de Flores Quelopana, sobre lo que sería de esperar se convierta en un amplio
tratamiento de las entidades que conocemos como Pachakamaq y Wiraqocha (Flores
2019: 13, 29-33; 347-52): , son muy estimables, y hasta decisivos, en el nivel
de reflexión filosófica; sin embargo, aprecio todavía un escenario mucho más complejo
que incorpore exhaustivamente los desarrollos con que se cuenta actualmente en
materia etnohistórica, etnológica, arqueológica, lingüística y antropológica,
aunque tal puesta en estado de la situación, necesariamente tendría que rematar
en una instancia filosófica totalizadora, cosa que está por hacerse pero que ya
se vislumbra como posible (Flores 2024: 45).
Consiguientemente, queda pendiente de
discusión la idea de una deidad suprema pero no absoluta, así como su aparente
contradicción con un universo filosófico dual. Pienso también que, en los Andes,
la idea de bien y mal no se manifiesta en los términos constitutivos del cosmos
o realidad universal. Eso no significa que en materia de mantenimiento del
orden se haya ignorado comportamientos transgresores que pudieran poner en riesgo
el equilibrio natural y social. Allin kawsay (vida en observancia del
orden) y Mana allinpi puriy (vida en situación transgresora del orden)
atañen específicamente a los hombres, esto es al espacio liminal habitado por
la sociedad humana. Entonces, en términos de ordenamiento universal no vemos
dos dualismos, sino uno solo cuya complementariedad se suscita (venturosa) o
deja de suscitarse (aciaga). La observancia del orden (allin) es una condición
de la vida social humana y la transgresión (mana allin, waqlliy) es un menoscabo
de la complementariedad. Entonces no hay dos dualidades sino una sola, que los
humanos deben observar y no corromper o menoscabar sin ser sujetos de culpa y
eventual castigo. Está visto que hay realidades esquivas a una comprensión limitada
al empleo de la razón y que, en estos casos, lo simbólico y metafórico abre un
acceso privilegiado a lo real. El caso es corriente en poesía, pues el sentido
metafórico de la expresión produce una ambivalencia que descubre varios niveles
de sentido en lo real.
Insisto, Flores Quelopana ha hecho ya una laudable
contribución en cuanto a la fundamentación de una filosofía andina; sin embargo,
en esta oportunidad solo me limitaré a formular dos observaciones puntuales:
Primero, aun siendo cierto que no se trata de regresionar a un mundo idílico
precolombino (Flores 2019: 404), tenemos que entender que lo extinto es una
expresión civilizatoria concreta pero que la cultura andina, con una trayectoria
que se remonta al menos a 40,000 años de desarrollo, sigue viva, y, si no somos
andinos vergonzantes es porque hemos tomado conciencia de la necesidad de proseguir
la ruta que nos señalan los logros culturales de nuestro legado histórico continental.
La asimilación de la modernidad, y de cuanto
cambio experimente la humanidad, es un asunto de interculturalidad que no impide
reaccionar ante la crisis civilizatoria de occidente, cuyas consecuencias no
dejan de afectarnos dentro de la globalidad de nuestro tiempo. Segundo, los
referentes empíricos del corpus filosófico elaborado, pese a su amplitud y a la
agudeza de los términos de discusión que se llega a plasmar, requieren una
cuidadosa revisión desde el propio pensamiento andino.
Las convicciones religiosas del autor no son
cuestionables, en cuanto a su derecho de tenerlas y mantenerlas, como todos; lo
que es discutible es que el ir hacia el descubrimiento e invención de nuestro
ser nacional implique reconocer una supuesta muerte de la metafísica del mito
(Ibid.: 392-7). Es que ir hacia el descubrimiento del ser nacional comprende
también la tarea de reescribir la historia, si solo nos limitáramos a asumir el
eco de la visión eurocéntrica tendríamos que proseguir con el insertado mesianismo
de Inkari, la androginia como explicación expeditiva de la dualidad complementaria,
la eterna lucha cosmológica entre el bien y el mal, entre otras cuestiones cuya
ajenidad debe ser estudiada por los propios andinos y desde el pensar andino.
De no hallarnos frente a una obra impresionante
como la de Flores Quelopana, seguramente nuestra propia capacidad inquisitiva
habría tardado mucho más en hallar una paqarina segura al mundo de
las nuevas ideas que advienen en América.
Referencias bibliográficas
Chacón Málaga, Hugo. 2017 nación
andina. Iipcial, lima.
Flores Quelopana, Gustavo
2006 más allá de los anhelos. autobiografía. Iipcial, lima.
2019 corpus
filosófico andino. Iipcial, lima.
2023 filosofía
ser historia. Iipcial, lima.
2023b en torno al
universalismo filosófico. Iipcial, lima
2024 por qué
filosofamos. el misterio de la filosofía. Iipcial, lima.
Gutiérrez Pozo, Antonio
2008 el arte como pensar metafórico en la filosofía simbólica de Cassirer.
en praxis filosófica, n° 26, enero-junio, 2008, pp. 169-188. universidad
del valle Cali, Colombia.
Iturbe Sánchez, José Mariano
2021 poesía, filosofía y mito: su supuesta disociación y su originaria
unión. en la colmena 110 abril-junio de
2021 pp. 71-82. universidad autónoma del estado
de México, México. consultado en https://lacolmena.uaemex.mx/article/view/13153
Rubina López, Alejandro
2022 evidencias de la existencia de una filosofía andina
prehispánica tawantinsuyana. en ciencia latina, revista científica multidisciplinar. ciudad
de México. consultado en
https://ciencialatina.org/index.php/cienciala/article/view/1651/2317
* Tuve el honor de escribir el Prólogo para Qankunapas
noqaykupas. Ustedes y Nosotros. Contribuciones a un tinku intercultural con lo
andino. Bisonte editorial Lima, 2024.
SANTIAGO GUTIÉRREZ
RODRÍGUEZ-Abogado/UNT-SPF
EL PENSAR FILOSÓFICO
COMO REVELACIÓN
ÓNTICA-ONTOLÓGICA DEL
SER EN LA HISTORIA
(Trujillo, 2024)
El reclamar un concepto
de filosofía que se ajuste a la propia condición humana en toda la amplitud de
su sentido, es de los brotes intelectuales que más han fatigado la mente del
profesor Gustavo Flores Quelopana, quien, desde su aquilatada pluma y voz grave,
resueltamente ha contradicho aquel juicio de subsunción histórica que contempla
la filosofía desde el devenir del pensamiento griego, es decir, desde la tradición
de Occidente.
En Filosofía Prehistórica
(2018), Flores sostiene que la filosofía es necesidad existencial, pues el
problema fundamental de la razón no es lógico, sino ontológico.
Además, afirma que la
actitud filosófica coexiste y ha coexistido siempre con la aptitud para filosofar,
sin embargo, la filosofía no ha sido siempre la misma, sino que se ha manifestado
de formas diversas. Esta caracterización multiforme que atribuye al proceso
histórico de la filosofía se desarrolla con mayor amplitud en Teoría General
de la Filosofía (2021), añadiendo que, además del acto de filosofar
(noesis), el contenido de filosofar (noema) es una categoría que ha acompañado
al devenir histórico del hombre manifestadas de formas distintas: El paso del
mito (filosofía mitocrática) al logos (filosofía logocrática) es solo el inicio
de una nueva forma de filosofar, pero no es el hito por el que se funda la
filosofía.
En Filosofía, Ser,
Historia (2023), la ratio da su sentencia sobre este punto y postula
el «historicismo ontológico de la racionalidad filosófica». Además de ser una
auténtica categoría por ser el resultado de sus últimas síntesis, es un
verdadero método aplicable en los predios de la filosofía histórica.
Esta comprensión
ontológica del proceso histórico de la filosofía reconoce, en buena cuenta, la
consustancialidad del pensar filosófico en el hombre que no ha de quedar reducida,
en clave tolemaica, a la verdad de una determinada cultura y civilización, sino
que ha de ser entendida desde una tesis general de la revelación, que es la revelación
del ser en la historia y no una taxativa representación de la realidad que tiene
el vicio de perennizar el discurso de una determinada época, de suyo
metamórfica, para extenderlo universalmente, en este caso, a la validación de un
pensar filosófico con la consecuente exclusión de las otras formas de
pensamiento existentes antes de Grecia.
Pero si la revelación
del ser en la historia es óntica-ontológica, entonces el pensar filosófico se
constituye como una acción preexistente al mismo concepto de filosofía. Se
trata de una precedencia tanto temporal como espacial que posiciona al pensar filosófico
como una superestructura que engloba a la misma teoría de la filosofía.
Hay que convencerse, entonces,
de que el hombre anterior a Grecia definitivamente ejerció también el pensar filosófico.
Que esta actitud inherentemente humana preexista como superestructura ontológica
al concepto de filosofía provoca, en definitiva, su comprensión amplia que no
restringe el concepto a la dimensión histórica ni a los juicios de la tradición
occidental. Pero el pensar filosófico o la disposición por filosofar no solo ha
existido antes de Grecia, sino fuera de Grecia. Todas las culturas de Oriente y
Occidente han asumido sus propios desafíos y respuestas, en términos de Toynbee.
Entre las savias del alma Oriente, fue filosofía el anhelo metacósmico del asceta
de la India para encontrar su propio nirvana, como también lo fue el
anhelo intracósmico del asceta chino por el que procuró ponerse en contacto con
el tao para sentirse en eterna armonía con el cosmos.
Pero las auras del
innato espíritu del hombre por filosofar no solo han brillado en las culturas de
la historia, sino, también, en el hombre de la prehistoria en su dimensión
numinocrática, mitomórfica, mitocrática. En todas ha existido una filosofía
implícita. El pensar filosófico tiene, por tanto, un fondo orgánico amplio,
cuya comprensión y ejercicio no le afecta ningún corsé: No es un quehacer de
algunos, sino potencialmente de todos; no es acción histórica exclusiva de una
cultura que posa como punto tolemaico respecto de las demás, sino que es atributo
de todas en general. Todas las culturas han puesto grave presión de sus ojos en
la realidad y, de alguna forma, han sentido la intriga metafísica o
escatológica por desentrañar los misterios de su ser, de su devenir, del
cosmos. Todas han tenido sus propios desafíos y resoluciones. Así como Spengler
contempló la historia desde un diseño donde todas las culturas son círculos que
tienen la misma importancia vital, nosotros podemos contemplar a la filosofía con
la misma visión copernicana donde todas las culturas llegan a ser medulares. El
arrogamiento del concepto por parte de Occidente no deja de ser un impropio
derecho de cuño. Esta es la enseñanza universal de Gustavo Flores Quelopana.
SANTIAGO STUCCHI-PORTOCARRERO-Médico
psiquiatra
EL SUICIDIO DE ARGUEDAS
(Tomado de www.gusfilosofar.blogspot.com.
Comentario 17 de enero 2017)
Estimado
Dr. Flores Quelopana, me permito felicitarlo por su artículo y a la vez alcanzarle
algunos comentarios propios.
El
término "causa" hace alusión a un hecho que ha generado otro hecho,
de modo tal que este último hubiera sido imposible o muy poco probable sin el
primero. Esto es bastante evidente cuando la asociación entre la causa y el efecto
es muy próxima en el tiempo; por ejemplo, en una fractura de fémur consecutiva
a un accidente automovilístico, no queda duda de que el accidente fue la causa
de la fractura, pues ésta no se habría producido sin aquél, o no habría sucedido
en ese momento y lugar. Pueden existir otros factores que influyan en el resultado
final; en el ejemplo descrito, el que la persona accidentada padeciera o no de
osteoporosis habría tenido una pequeña influencia en que la persona se fracturase
o no la pierna, o en la gravedad de la fractura, pero el causante definitivo
seguiría siendo el accidente, pues sin éste –repito- la persona habría seguido
su jornada normalmente.
Sin
embargo, cuando existe una considerable distancia temporal entre dos eventos,
resulta más difícil atribuirles una relación de causa y efecto. Tal es el caso
de la depresión y el suicidio, fenómenos que suelen responder además a
múltiples factores, que por añadidura, no actúan de forma aislada, sino interaccionando
entre ellos. Por eso, en este tipo de situaciones se prefiere hablar de factores
de riesgo, es decir, aquellos que aumentan las probabilidades de que algo suceda.
Así, la literatura psiquiátrica describe varios factores que incrementan el
riesgo de cometer suicidio, tales como padecer de depresión o algún otro trastorno
psiquiátrico, ser alcohólico, carecer de apoyo social o familiar, tener
familiares suicidas y, por supuesto, haber sido víctima de maltrato o abuso sexual,
entre otros (1).
En
el caso particular de José María Arguedas, es verdad que existe la posibilidad
de que en su infancia haya sido testigo de escenas sexuales violentas, como las
relatadas en su obra “Amor mundo y otros cuentos” (2), o que haya sido él mismo
víctima de abuso sexual. Pero antes de atribuirle a tal experiencia la génesis
de su suicidio, habría que considerar algunas cosas:
En
primer lugar, pese a lo convincente que puede resultar el relato y las mismas
confesiones del escritor andahuaylino en una recordada conferencia (3), no hay
evidencia irrefutable de que el niño Arguedas haya sido vejado por su hermanastro
y su madrastra; de hecho, su hermano Arístides negó que hubiera existido maltrato
por parte de ellos (4,5), y en una conversación personal en el año 2004, también
su hermana Nelly me expresó sus dudas al respecto. Esto no implica que Arguedas
mintiera con intención malsana; de hecho, muchas personas sumidas en un estado
depresivo grave pueden sesgar negativamente sus recuerdos biográficos o
inclusive re-crearlos a la sombra de su melancolía. Por otro lado, si bien el
insomnio y el aislamiento suelen ser manifestaciones de un abuso sexual,
también lo son de cualquier trastorno anímico, careciendo por lo tanto tales
fenómenos de especificidad diagnóstica.
En
segundo lugar, suponiendo que efectivamente hubiera sucedido el abuso sexual, si
bien no puede negarse la influencia perniciosa de semejante acontecimiento en
la psiquis de una persona, tampoco puede atribuírsele de modo firme la causalidad
de un suicidio llevado a cabo 4 a 5 décadas después, máxime si de por medio
hubieron otros factores que podrían también haber contribuido al desenlace
fatal, entre ellos la pérdida temprana de la madre, la repetida ausencia del
padre, la sensación temprana de desarraigo y marginalidad, los conflictos ideológicos
con sus contemporáneos, el fracaso de su primer matrimonio, las exigencias de
su segundo matrimonio y quizás hasta una predisposición congénita hacia la
depresión, ninguno de los cuales puede erigirse como causa única (6). A lo sumo
podríamos hablar de una conjunción de hechos que precipitaron la muerte del
escritor. Plantear además el abuso como origen exclusivo del suicidio de Arguedas
implicaría -como se mencionó al inicio- aseverar que el escritor no hubiera
acabado con su vida si no hubiese sido abusado. Lo cual es bastante controversial,
considerando además que muchas personas son víctimas de violación y no se
autoeliminan.
En
resumen, es posible que Arguedas haya sido víctima de abuso sexual durante su
infancia, pues sus padecimientos emocionales y algunos escritos suyos hacen
sospecharlo. No obstante, tal hecho no deja de ser especulativo, y como
supuesta causa única, no podría explicar de modo sólido un fenómeno de la complejidad
del suicidio. Atentos saludos*.
Referencias:
1. Organización Panamericana de la Salud.
Prevención del suicidio: un imperativo global. Washington DC: OPS, 2014.
2.
Arguedas JM. Amor mundo y otros cuentos. En: Obras completas. Tomo I. Lima:
Editorial Horizonte, 1983.
3.
Escuela Nacional Superior de Folklore “José María Arguedas”. Arguedas canta y
habla (disco compacto). Lima, 2001.
4.
Huerta-Rodríguez F. Ficción y verdad en José María Arguedas. Diario La Primera.
2008 oct 8.
5.
Pinilla CM. Arguedas en familia. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad
Católica del Perú, 1999.
6.
Stucchi Portocarrero S. Depresión y creatividad literaria: A cien años del
nacimiento de José María Arguedas. Revista de Neuropsiquiatría 2011; 73: 209-212.
*
En realidad el comentario del Dr. Stucchi se dirige a los argumentos de Hugo Chacón
expuestos en su libro Arguedas: biografía y suicidio (2016) y no a mi
interpretación: su esperanza mítico-trascendente nunca estuvo desligada de lo
histórico dialéctico, y en la reivindicación del indio por el gobierno de Velasco
en un porvenir socialista vio cumplida su misión, lo que gatilló su suicidio en
vez del probable abuso infantil sostenido por Chacón.
VÍCTOR
SAMUEL RIVERA-Filósofo/PUCP
[LA LIBERTAD DE UN
INTELECTUAL]
Gustavo
Flores Quelopana, amigo (A modo de carta abierta)
Quiero dar un testimonio
personal sobre Gustavo Flores Quelopana. Mi deseo es expresar el valor que
tiene su obra en el quehacer filosófico contemporáneo en el Perú, al que ha
aportado de diversas maneras en este tiempo actual que nos ha tocado vivir a él
y a mí. Como historiador de la filosofía, presentaré mi testimonio como una
muestra de empatía, aunque oblicua, es decir, indirectamente. Es notorio que no
coincidimos él y yo en muchas cosas, algo que hasta es un bien que suceda; sin
embargo, aclararé al final un par de ellas.
En gran medida adopto este
enfoque de historiador de la filosofía por la forma peculiar que tenemos de ver
la actividad filosófica en este tiempo nuestro, marcada por la más sobria de las
locuras: la locura científica. El historiador ve su materia de estudio como un
trabajo moral en curso. El filósofo que cree de sí mismo ser “científico”
pertenece a una camada distinta. Piensa seriamente que hay un punto de vista
que es el verdadero y, por lo mismo, ve con una antipatía cansada a quien cree
que hay en curso algo moral que no esté hecho ya por la naturaleza, por alguna
divinidad perezosa o por la Asociación de Psiquiatras Americanos. Invoca alguna
sustancia probada en el cerebro y deduce de ello verdades morales, mientras que
esta misma actividad, vista desde la lejanía prudente del tiempo, aparece como
una analogía de los vicios más comunes en los Estados Unidos. Con Gustavo Flores
comparto la idea del trabajo moral, aunque creo que uno debería ser discreto
con las certezas. Aunque Flores piensa de manera distinta, la presente es una
época de grandes certezas. De certezas creadas por los psiquiatras en alguna
asamblea de dados cargados.
Es sorprendente, pero esta
época de relativismo absoluto, donde todos los males están bendecidos por la
autoridad antes que, por la verdad, resulta ser el producto social de la idea de
una sociedad ilustrada y científica. El proyecto de una sociedad de sabios es
una colmena de ignorancia. Esta aserción es central en lo que creo compartir
con Flores, aunque él se exprese bien de otra manera. La mera concepción de un
mundo instalado desde el saber implica una idea política del conocimiento y,
por lo mismo, de la ignorancia. El mundo moderno ha situado y ubicado la ignorancia
y le ha dado faz de enemiga. Dejo esta apreciación suelta como un elogio a la
ignorancia, que es la sabiduría sin presunciones. Vayamos ahora a dar un paseo
por el cientificismo, el padre que la ha gestado. Se menciona al cientificismo
y la ignorancia como esferas de sentido político, como marcos donde la crítica
política sea posible, ya sea desde un lado o desde el contrario. Estas esferas
generan el espacio de tensión que hace posible la filosofía contemporánea. Gustavo
Flores se halla bien situado en ese lugar de tensión.
El cientificismo es la
versión ideológica de diversas formas de positivismo filosófico. Si hubiera que
definirlo, yo diría que es aquella cultura que tiene como criterio de verdad
uno o algún modelo de comprobación de la verdad. Este criterio, o procede
directamente de la ciencia, y entonces es algo como el “método científico”, o pretende
colonizar áreas de la comprensión humana que en nada se parecen a una verdad descubierta
por un investigador con una placa de Petri, hacer cálculos matemáticos, validar
encuestas o disponer para el experimento de diversas sustancias químicas, como las
que usan los políticos noratlánticos algunas veces para tomar decisiones por el
resto de la humanidad.
Y es que la ciencia no es
sólo logros o método. Es también un ejercicio de poder, como ha notado alguna
vez M. Foucault. Y de poder para resolver dónde ha de emplearse el presupuesto
de las corporaciones globalistas para fomentar el sexo fluido, la “diversidad” (un
eslogan para inducir a la pérdida de valores e identidades colectivas) o, para
colocar el dedo en la llaga que más duele, decidir dónde y bajo qué términos va
a ser la siguiente guerra proxy que matará cientos de miles de inocentes. El
cientificismo se ha apoderado de la educación a nivel planetario y, lejos de
ser una postura inocente de algunos fanáticos de la ciencia, se ha convertido
en una genuina dimensión de control sobre la sociedad humana global. Cualquier
cosa que hubiera imaginado Foucault sobre el control de las sociedades humanas,
o Heidegger respecto de un mundo hecho imagen, alcanza y gobierna hoy la fuente
misma del saber, ese panóptico que suelen ser las universidades actuales, centros
de resentimiento y estupidez, donde un libro no compite con los insanos instintos
tanáticos de sus patrocinadores. Gustavo Flores, con quien en tantas cosas me
considero en desacuerdo y con quien tantas otras cosas no comparto, me acompaña
en el horror, el desprecio que es inevitable para mí sentir por las sociedades
posmodernas actuales, cuya mayor genialidad es haber naturalizado la psicopatía.
Pienso seriamente que esto ha sucedido con el afán de los financiadores de los
vagos, de los dueños verdaderos del sistema de ignorancia, de convertir la
demencia en la norma suprema del capital, el sustento abyecto y vacío de un
mundo que los locos afirman “basado en reglas”. No hay mejor regla que la que
aparente regularse sola.
Un “orden basado en reglas”
establecido por opulentos psicópatas con grado universitario. La obra de Flores
nunca ha coqueteado con nada parecido a un orden desfondado. Ya mismo creo que
todo orden político es desfondado. Pero un orden desfundado, sin fundamento, no
puede tener nunca la pretensión de constituirse de manera global o universal,
pues la mera idea de que eso suceda es repugnante. Pero la OMS o la Unesco son
de otro parecer, de un parecer presuntamente global y que simula bien el interés
de sus patrocinadores. En esta línea, lo que más aprecio de Gustavo Flores Quelopana,
tanto como ser humano como por filósofo, es haber desafiado el poder de las
corporaciones, el poder de cientificismo que, tristemente, viene de la academia
global, o de los burócratas que mantiene Estados Unidos en la UNESCO. Flores es
el vivo ejemplo moral de una rebeldía que es el arquetipo, el arquetipo de lo
que un filósofo serio y valiente debería hacer en esta época sombría que
atraviesa la humanidad. Es una suerte de Sócrates, sólo que es el Sócrates que
escribe en lugar de predicar en la plaza. Hace ya muchos años que los filósofos
somos sometidos a normas de escritura que impone la UNESCO. Cada vez se es más
exigente, por ejemplo, en qué palabras clave poner, para la que la UNESCO ha
creado su propio diccionario; se me permita decir, un diccionario que no permite
anotar casi ninguna idea filosófica. Los textos del saber global, así, ocultan
el saber, y quizá hasta tienen proyectada su supresión.
Uno bien podría preguntarse
quién, en derecho de qué, con qué virtud la UNESCO determina cómo o qué o para qué
deben escribir los filósofos. Comprendo que deseen someter a los zootecnistas, esta
es una idea sana si se ve desde lejos. Pero, ¿hay acaso alguien que pueda dar
la causa de por qué los filósofos (imaginarse debe el lector a Platón o Nietzsche)
deben participar en publicaciones indexadas, es decir, “científicas”? Al
filosofante se le exige en un artículo poner los antecedentes del tema, como si
los hubiera siempre, o párrafos del tamaño preestablecido para las mentes de
menor formatos, o bien la preferencia por los temas favoritos y buenos de ellos
mismos, frente a todo otro, que es por naturaleza condenable. Como no podría
ser de otro modo, los burócratas de la educación global tienen una idea más bien
estúpida de la filosofía: consideran su actividad como algo semejante a la
zootecnia. Un bostezo y continuo progreso, un interminable viaje hacia lo mejor
(y no a lo peor) para llenar un depósito de saber inútil. No sorprende sospechar
que lo mismo ocurre con lo que ellos, los burócratas, consideran “ciencia”, donde
todo se acumula con el tiempo y es básicamente un polvo que al final crea una
montaña.
[Uno pensaría que los
cientificistas son algo como vecinos temporales de Bacon, algo que sale de suyo
recordando que sólo hablan inglés. El
cientificismo sostiene una visión ingenua del saber heredada en la tradición
angloparlante de las fantasías de la Atlantis Nova, es decir, el eje de control
Noratlántico. Un cierto diagnóstico de omnipotencia hizo de esta tradición un
encuentro básicamente del positivismo de la revolución industrial y que la
filosofía se ha encargado tantas veces de desmitificar durante todo el siglo XX.
No citaré hermeneutas. Nombraremos más bien a K. Popper, T.S. Kuhn o P.
Feyerabend, por mencionar a los filósofos más prominentes en ese sentido]. El
cientificista de la UNESCO desea papers
científicos. Los desea y los exige, aunque todos sabemos, incluso los
burócratas, que la filosofía no es ni puede ser una ciencia. Se le pide al filósofo
escribir científicamente sobre Plotino, sobre Leibniz, Averroes, Hume o Heidegger.
Sin duda, quien es mantenido por interés antes que por sus méritos se
acostumbra a pedir demasiado a los demás. Y como aquí lo que se pide, se lo da al
filósofo, es evidente que el solicitante no hace gran caso de lo que éste dice,
salvo si coincide con sus prejuicios y los refuerza, en cuyo caso, ciertamente,
la filosofía se ha quedado muda. Se obsesionan los cientificistas del globo con
las premisas, los modelos de argumentación, los enlaces virtuales y el recurso
de citas a la letra, que los libros citados, de ser posible, se hayan impreso
mañana y no en la época tan oscura que le tocó vivir a, por ejemplo, Platón; la
civilización que ha gestado esta locura no es por ello, más ilustrada, sino más
ignorante. Para resolver siempre el progreso indefectible los burócratas
controlan la academia en base a premios, becas y prebendas de diversa índole, que
no suelen ser en muchos casos que formas muy poco sutiles de soborno.
Atenta a la norma social,
que manda el aportante del soborno, termina siendo incapaz de criticar nada,
pues es evidente que no es ésta la razón por la que se lo remunera.
No es de extrañarse que la
burocracia del saber universal de normas para tipificar qué es o no científico
el día de hoy. Es curioso, sin embargo, que lo que es ciencia en una fecha ya
no lo es en otra, sin que a nadie le preocupen muchos los cambios de curso en
el camino único del saber de la humanidad. Me hace recordar a la Iglesia de mi juventud.
Se esmeró (y no poco) en hacerme creer que era la Iglesia de los pobres, en línea
preferencial con los pobres, por así decirlo. Nunca hubiera imaginado que una
generación después la opción preferencial de la Iglesia sea por el amor libre,
o por las formas más minoritarias, digamos, las más elitistas, de comprender,
hacer y gestar globalmente la sexualidad. La UNESCO resuelve sus normas de citación
“científica” de la única manera en que es posible en este mundo sin certezas: a
través del recurso a los psiquiatras. No hace mucho que supe que “APA” era la
abreviatura de una asociación para asuntos mentales: la American Psychological Association.
Como APA cambia los códigos universales y necesarios de citación todas las veces
que sus miembros requieren cobrar sus dietas.
Que una asociación de médicos
mentales determina cómo los filósofos usan o no usan sus materiales de trabajo,
sería de esperar que la sociedad que representan sea la más saludable mentalmente,
o al menos una de las más saludables. Y, en efecto, los Estados Unidos sorprenden
con sus cifras sociológicas. Sólo son superados por el Imperio de Japón en
número de suicidios. Cien mil americanos noratlánticos esperan cada año su
turno en la muerte por consumo de fentanilo. Y como si no tuvieran ya bastantes
decesos, los americanos se aseguran que el resto de la aldea global que su
ciencia controla, su país presenta la mayor cantidad de bases militares
repartidas por todo el mundo. El internet, esta globalización americana del
saber, indica que esta nación “podría tener alrededor de 750 bases repartidas
en más de 80 países por todo el mundo”. El internet, que ellos mantienen, informa
también que son felices poseedores de “5500 ojivas
nucleares”. A
este conjunto se lo llama “orden basado en reglas”, las reglas de los
psiquiatras.
Deseo explicitar, aunque
sea por esta vez dos temas que me separan de Gustavo Flores, quizá el colega con
quien más cosas creo tener más en común, fuera de la hermenéutica, ciertamente.
Gustavo suele tener frases algo acres contra la posmodernidad, a la que llama
también “posmodernismo”, y usa con cierto tono pesado el adjetivo “posmoderno”
para referirlo a esta época lamentable de los burócratas globales y la
formatización del saber por instituciones cuyos aportantes son no anónimos y
que, en todos los casos, no son jamás filósofos. Dirijo esta sección especialmente
a Gustavo, con el fin de que algunas cosas queden claras entre nosotros. Dejo
estas aclaraciones para los futuros que han de reemplazarnos, esto bajo la
suposición de que la gobernanza global basada en reglas sea capaz de tolerar
ese futuro en que ellos no estarán. Ellos, los que piensan en todo menos en el
futuro. “Posmodernidad” es una voz que he intentado definir y precisar para mi
propio uso varias veces. Al tratar de “posmodernidad” sobreentiendo que lo que
se aclare se considera válido también para sus parientes o derivados semánticos
como “posmoderno” o “posmodernismo”. “Posmoderno” es un término político y
social, esto es, tiene una carga dentro de la sociedad global en el dilema
amigo/enemigo. El “posmoderno” es un potencial enemigo de la democracia y los
valores burgueses, por lo que entra en calidad de enemigo en, por ejemplo, las
obras de Carlos Thiebaut. El “posmoderno” puede en otro contexto ser el relativista
moral heterocurioso, en lo que se hace enemigo de la ética de los valores o de
las certezas de las sociedades tradicionales. Buena parte de eso se ve en el
gobierno que le han dado Francisco y Benedicto XVI a la contradictoria y penosa
escena de la Iglesia Católica de hoy en día; demás está recordar que el
posmoderno relativista nunca es enemigo de la democracia o la cultura de los derechos.
Tanto para los socialdemócratas como para los conservadores católicos lo “posmoderno”
designa al enemigo político, al hombre malo e indeseable, pero nunca al
interlocutor filosófico.
Como una cuestión práctica,
hay que hacer una diferencia entre su uso como término político y social y su
empleo en el discurso de la filosofía. Cuando se trata del primer caso, estamos
ante una significación emotiva y sirve, como otras de su tipo, pace Ch.
Stevenson, para decir “eso me gusta, ojalá te guste a ti también”; en un contexto
político la significación es como sigue: “si eso te gusta, eres mi amigo y si eso
desgraciadamente no te gusta, eres mi enemigo”. En la práctica es como decir
“si eso te gusta, te doy la beca, te pongo de decano, te paso la subvención para
el posgrado”, etc. y “si eso no te gusta, no sólo te negaremos todo lo que te daríamos
si te gustara, sino que te perseguiremos incluso en tu nombre”.
Como se puede notar, es muy
poco difícil hacer abuso de esta manera de significar, que es propia de los
conceptos políticos y cuyo significado en términos de amigo/enemigo tiene una
referencia circunstancial. Así, “posmodernidad”, “posmoderno”, etc. son lo que
Ernesto Laclau llamada “significantes vacíos”, esto es, que refieren de acuerdo
a las circunstancias del discurso. Pienso que esta estrategia de significación
estuvo presente, por ejemplo, cuando Richard Rorty se autocalificaba de
“liberal posmoderno”. También creo que es lo que sucede cuando Gustavo dice que
tal o cual cosa o persona son “posmodernas”. El carácter esencialmente vacío de
la expresión puede tener una gran eficacia narrativa y, desde un punto de vista
stevensoniano, algo muy convincente para los amigos, aunque implausible para
los enemigos. Rechazo totalmente haber usado el término de esa manera.
En la filosofía política
cabe esta regla, que se podría poner como la regla de oro moral del filósofo:
el uso de términos políticos y sociales para una argumentación filosófica debe tener
lo que vamos a llamar un “diseño cognitivo”. No sostengo que haya que usarse
alguna definición completa de cada expresión, siendo esto poco probable. No
creo que sea posible abarcar todos los posibles escenarios de significación.
Esto es tan cierto que la mayor parte del trabajo de los historiadores de la filosofía
consiste en tratar de averiguar, precisar o definir qué quiso decir tal o cual con
la expresión esta o aquella. Esta situación se agrava en la filosofía política
y más aún en la que se refiere al tiempo presente, donde, como aprendí de
Gianni Vattimo, no es posible la argumentación desinteresada, la mera idea de
argumentar sin intereses es un sueño que es conveniente dejar a Jürgen Habermas
o el primer John Rawls. Un “diseño cognitivo” es una estrategia de significación
que haga posible al lector la referencia de aquello de lo que uno en cada caso
está diciendo. Se trata de una exigencia moral, pues la filosofía, como bien
sabe la UNESCO, puede servir para estafar y mentir, manipular y amansar.
“Posmodernidad” y sus
parientes o derivados es un término que toma su sentido en filosofía de un
cierto contexto dentro de la tradición filosófica misma. Recuerdo que Rorty llamaba
la atención sobre la posmodernidad tal y como era presentada en la década de
1990 por Fredric Jameson. Lo
que estaba mal realmente era que Jameson charlataneaba, es decir, no centraba
“posmodernidad” en la tradición filosófica, lo cual hacía de sus obras algo no
recomendable. En general sus libros no sólo son difíciles de leer, sino que su
enredo estimula a dudar de la altura desde la que se enfocan los problemas.
Justamente Rorty, con buen criterio, subrayaba la deuda en este sentido con Jean-François
Lyotard, que creó esta voz como una crítica al universalismo epistemológico y
sus instalaciones institucionales en las democracias de su tiempo. En este momento
de mi paso por el tiempo creo que quiso decir algo que ahora no estoy seguro de
que haya sido cierto, pero que en su momento revestía de gran impacto sobre la
sociedad. Rápidamente Lyotard fue asociado por los lectores perplejos con la
hermenéutica o con alguna derivación de ésta, lo cual le permitió a Gianni Vattimo
decir que este discurso, que se llamaba “posmoderno”, se había convertido en
“la nueva koiné de nuestro tiempo”. Todas las veces que en mis textos hay
referencia a la posmodernidad, cuento con un respaldo indudable en una
experiencia que tuvimos todos los filósofos en las décadas de 1980 o 1990, excluyendo
como una singularidad, ciertamente, al lastimado de Fredric Jameson.
La
posmodernidad fue concebida por los lectores de Lyotard como el extremo de un
arco temporal que presuponía el reconocimiento de la modernidad como un tiempo
histórico con el cual el presente se identificaba. En gran medida esto fue
tratado por Michel Foucault en Qué es la Ilustración: el mero planteamiento de
una posmodernidad implica el cuestionamiento de los valores que hacen sentido,
implica la posición de la crítica. Implica cuestionar o reaccionar. La modernidad,
por lo tanto, entra a la academia como un concepto político, pues implica tomar
posición frente a un fenómeno histórico. El vocabulario filosófico sobre la
modernidad es muy reciente, casi tan reciente como el de la posmodernidad;
incluso la posmodernidad no sería otra cosa que una manera pesimista de hablar
de la modernidad. Es importante recordar el Discurso
filosófico de la modernidad, de Jürgen Habermas, como lo que es, una toma
de posición y un enfilamiento, que no requiere ya de argumentos, sino de
valores. No en vano los partidarios de OTAN hoy pretextúan sus movimientos
bélicos por los presuntos “valores europeos” de un orden internacional “basado
en reglas”. Mejor sería decir, basado en al alistamiento en cuestiones de
supuestos valores que, por ser de ellos, si tal cosa fuese posible, ellos
presuponen deben ser de todos. El empleo de las palabras más fáciles para
argumentar en filosofía es un error de perspectiva. Un buen ejemplo son las
obras de un crítico literario de Corea del Sur que trabaja años ha en Alemania
y cuyo nombre busco ahora en internet. El nombre es Byung-Chul Han, y hay que tomarlo
como ejemplo de qué se hace cuando se argumenta y se usa palabras sin diseño
cognitivo. Este autor, que llegó a los 22 años a Alemania sin saber alemán se
doctoró como experto den Heidegger. Nunca hubiese tenido noticia de él si no fuera
por la presión de mis alumnos, que deseaban dedicarse a su obra para trabajos de
tesis. Asombrado por el uso exquisito de la bibliografía, por la prosa hábil, por
las salidas elegantes, comencé a sentirme alarmado por el uso algo impreciso de
conceptos de autores contemporáneos, de lo cual Byung-Chul Han extraía luego
radiografías argumentativas, es decir, fotografías de argumentos; en sus
fotogramas Byung-Chul Han desplaza los significados originales que ha tomado de
Foucault, Agamben o Heidegger para hacer con ellos teorías sin sentido. Tomé
entonces el concepto central del autor, lo que el coreano denomina “neoliberalismo”.
Uno de los temas que más me han separado de la completa coincidencia con
Gustavo Flores es este asunto del “neoliberalismo”. Byung-Chul Han. Resultaba que
el autor hablaba todo el tiempo de ese concepto, pero jamás lo había definido,
ni daba trazas de qué significaba, esto con la esperanza de que el lector no se
iba a sentir defraudado por ese vacío. Para expresarnos como el segundo Wittgenstein,
el autor no ofrece ni síntomas ni criterios de qué entiende él que es el “neoliberalismo”.
En realidad, seguirle la cuerda a Byung-Chul Han sólo es posible si uno da por
sentado que, a pesar de la bibliografía minuciosa y las citas admirables, la
clave de lo que había que saber en sus libros la encerraba desde siempre “neoliberalismo”,
el significante vacío que ya todos sus amigos y enemigos saben, si no en la
maestría de los argumentos, sí en el fondo emotivo de su corazón.
Muchas veces he reprochado
a Gustavo hablar del neoliberalismo. Siempre me reprocha no condenarlo o quizá no
ser abiertamente su adherente. Los católicos conservadores, los papistas, me
acusan de no aceptar las así llamadas “cinco pruebas” donde supuestamente Santo
Tomás de Aquino “demuestra” que Dios existe. El tema de fondo es la palabra
“neoliberalismo” o bien la voz acusadora de “demuestra”, de ninguna de las
cuales puedo responder. Es que “demuestra” o “neoliberalismo” están lejos de
ser voces, por decirlo así, “científicas”, salvo que se realice primero lo que
se ha llamado un diseño cognitivo, es decir, instalar una escenografía de sentido
en base a criterios o síntomas que uno pudiera usar de referencia. No es mucho
pedir; de hecho, esto es algo que Santo Tomás en su momento hizo y que Byung-Chul
Han no hace todavía. Debe agregarse que, en los dos ejemplos ofrecidos, el tema
semántico no se puede separar del asunto político. Tanto “demuestra” como
“neoliberalismo” son términos que, usados políticamente, son vacíos. Esto significa
que la adhesión tanto a uno como a otro depende de un posicionamiento del tipo
amigo/enemigo que es situacional, quisiera decir mejor, que es ontológica. No
consiste en un saber, sino en un no-saber que, sin embargo, indica el lugar de
uno y, en la misma línea, el espacio del otro. El no-saber posicionado, ciertamente,
es el significado en cada caso de “demuestra”, etc.
Puedo entender que los
católicos conservadores, siguiendo enseñanzas del siglo XIX, digan “demuestra”,
pues creen así aliarse con la Iglesia, sea lo que sea que esa palabra tan
antigua y degradada pueda hoy significar. Lo de “neoliberalismo” genera la duda
de quién, qué colectivo o persona se identificaría con “neoliberal” y se sintiera
estrictamente comprometido como un neoliberal militante. Las mismas razones por
las que se me requeriría hablar sobre el neoliberalismo y posicionarme en
contra (o en favor) son las que hacen posible que Byung-Chul Han venda sus
libros.
Comprendo que Gustavo y yo
tenemos distintas maneras de comunicar y pensar la filosofía. Y aquí es donde
quiero mostrar mi admiración y mi respeto. Friedrich Nietzsche es, indudablemente,
un gran filósofo. Incluso su locura, con seguridad, era una suerte de salud,
quizá la única salud. Nietzsche, quien vivió en el inicio del despliegue moderno
del saber y el poder, quien fue testigo de la revolución industrial y la
expansión militar del humanismo en África y Asia, este mismo Nietzsche vio en
la palpable verdad social que estaba delante de sí mismo la negación y la pérdida
del sentido de todas las cosas. Gustavo, a mi juicio, como acusador del nihilismo,
es un profeta, el profeta loco que dice la verdad que los demás tienen la certeza
de rechazar.
El cientificismo de nuestra
cultura posmoderna (esto significa “contemporánea”) es el espejo inverso de las
certezas que se supone no tenemos y que es común y regular, normal, exigir sí
tener. Se trata de unas certezas inversas, como decía en otra época Vattimo
(queriendo decir algo distinto), del “carácter perentorio de la verdad”. Este
carácter “perentorio” de la verdad es un rasgo que tiene sentido sólo en una sociedad
que pretende tener disposición completa de la verdad. La certeza de que los
científicos de la mente saben, y que nosotros no sabemos, sino debemos
obedecer, es una forma de nihilismo que quizá el propio Nietzsche no pudo entrever.
II
Breviarios
ADOLFO LAZO-Filósofo/UNFV
PROTÁGORAS EL INNOVADOR (Iipcial, 2019)
Sostengo que el presente nihilismo integral,
o sea, metafísico, moral y cognoscitivo –como lo califica Gustavo Flores Quelopana
en su libro El imperio posmoderno del
hombre anético- no se relaciona con el gran sofista griego. Es cierto que
Gomperz, Brodero, Dupréel remiten el relativismo protagórico a su última raíz
que es el agnosticismo. Pues de lo sobrehumano o infrahumano nada se puede
saber. Nunca recurrió a naturalezas inmutables.
ADOLFO LAZO-Filósofo/UNFV
LA METAFÍSICA
DE PROTÁGORAS (Iipcial, 2021)
Todas las
ideas que voy a expresar de aquí en adelante son debidas a las lúcidas clarificaciones
obtenidas en dilatados diálogos con el filósofo Gustavo Flores Quelopana. Sin su
valiosa guía no hubiese podido advertir dimensiones más profundas en el pensamiento
de Protágoras. Ahora comprendo con más nitidez que en Protágoras no hay ningún
subjetivismo, cosa que acontece desde Descartes, ni tampoco ningún relativismo
subjetivista. En una palabra, su pensamiento no es antropológico sino ontológico.
Leszek Kolakowski,
en su obra La presencia del mito, afirma justamente que la presencia del
mito no es algo lógico sino existencial. No muestra justificaciones sino
motivos. Y ello es así, dice, porque el ser mítico es lo absoluto e incondicionado.
Y Gustavo Flores Quelopana -Acotaciones metafísicas,
2021- sostiene que divisar la presencia del ser en lo metafórico y en lo
simbólico es precisamente lo característico del pensar mítico. Flores, como Jaspers,
piensa a diferencia de Heidegger, que en el mito hay filosofía, y la misma es
de carácter
mitocrático -Filosofía mitocrática y mitocratología, 2010-.
Pero en esa línea ha llegado aún más lejos
que el mismo Jaspers, para sostener que si la filosofía es condición existencial
humana entonces ésta se retrotrae en sus formas propias hasta la prehistoria -Filosofía
prehistórica, 2019-. Pero, añade, el mito es revelación natural, mientras
que también hay la revelación sobrenatural. En ésta última no es el ente
presente sino el ser divino en su presencia el que habla. Es el logos mismo en
su presencia como ser, que nos rescata del olvido, y ello acontece con el
cristianismo.
ANA LACALLE
FERNÁNDEZ- Filósofa/Universidad de Barcelona
PENSAR SIN FRONTERAS
[Libro publicado en 2022, Lima, Iipcial]
El presente ensayo, a modo de diálogo, de Gustavo Flores
Quelopana afronta la problemática, presente en la América colonizada, de cómo reconstruir
la identidad de la diversidad cultural frente a la actitud etnocentrista occidental.
Con cuestiones formuladas en forma de diálogo ficticio
Flores Quelopana no sólo pretende brindar su perspectiva y sus argumentos, sino
dar cuenta de las críticas de las que ha sido objeto. Reconociendo el coraje y
la honradez que muestra, se me origina una pregunta -que de alguna manera aparece
en el ensayo-: Si la voluntad es combatir el etnocentrismo y el particularismo
vernáculo -como él lo denomina- ¿Por qué utilizar la categoría de filosofía de
origen netamente griego y bastión nuclear del etnocentrismo que denuncia?
¿No se incurre en una contradicción al intentar generalizar
un término occidental para dar cuenta de las cosmovisiones originarias, que no
cosmogonías, término atribuido a lo mítico desde una perspectiva occidental en
oposición al Logos, que, cabe decir, está profundamente cuestionada en la
Filosofía occidental?
Hoy se sustenta por parte de un conjunto relevante que no
hay oposición entre Mito y Logos. Sintetizando, tal vez, tras el empeño de
universalizar el término de filosofía subyace la creencia de que lo filosófico,
tal como se ha conceptualizado en Occidente, es superior, y por ello se ve necesario
reconceptualizar el término Filosofía para hacerlo extensivo a las diversas
formas de pensar del humano de Asia, Africa, América, para que sea reconocido el
mismo valor que a lo occidental.
De alguna manera, no sé si se incurre en alguna contradicción
y, sin quererlo, se continúa idolatrando lo occidental. La cuestión está en
pleno replanteamiento, y a eso intenta contribuir Flores Quelopana desde este
rico ensayo, alzando su análisis y reflexión para aportar luz a una cuestión que
no es exclusivamente semántica.
ANTONIO BELAUNDE MOREYRA-Diplomático/PUCP
LA METAFÍSICA DE LA LUZ EN EL INCA GARCILASO
(Lima, IIPCIAL, 2005)
Desde que Mariano Iberico insistió en el carácter platónico
de las ideas del Inca Garcilaso nadie se detuvo, hasta ahora, a tratar tan interesante
tema filosófico. Aurelio Miró Quesada Sosa destacó que a Garcilaso no es posible
juzgarlo únicamente desde un punto de vista literario o como historiador, sino que
hay que apreciarlo con mayor amplitud como humanista.
El historiador David A. Brading en su afamado Orbe
Indiano subrayó la poderosa influencia sobre el pensamiento del Inca de la
filosofía de León Hebreo, con su esfuerzo sincrético de reconciliar la teología
judía con Platón, Aristóteles, la Cábala y la Hermética.
En el rescate y valorización del pensamiento colonial
peruano, efectuado por investigadores independientes nacionales y extranjeros,
y por académicos de la PUCP y sobre todo de la UNMSM, se ha centrado la atención
en Acosta, Avendaño, Valera, Peñafiel, entre otros, pero la importancia de la
figura de Garcilaso ha seguido siendo omitida injustamente.
Por ello, este libro del joven filósofo Flores Quelopana
sobre la metafísica de la luz del Inca Garcilaso llena un clamoroso vacío, y lo
incorpora a la tradición filosófica con todo derecho. Yo recomiendo este ensayo
por estos méritos y por otros que tienen que ver con la actividad creadora de Gustavo
Flores, como por su estilo ágil e imaginativo.
ANTONIO BELAUNDE MOREYRA-Diplomático/PUCP
EL IMPERIO POSMODERNO DEL HOMBRE ANÉTICO
(Lima, IIPCIAL, 2004)
El
fundamento de este libro [El Imperio posmoderno del hombre anético, 2004]
de Flores Quelopana es igualmente preocupante e inquietante.
Su
autor es un joven pensador que nos brinda con dramática claridad sustanciales
significados sobre la disolvente era posmoderna y el preocupante tipo humano
que le corresponde. El cual es certeramente denominado como “hombre anético”.
Este
ensayo va más allá de la mera alerta intelectual, develando con profundidad el
rumbo del hombre, la cultura y de la filosofía en plena posmodernidad.
Con
la exaltación propia del que busca grandes verdades, Flores Quelopana prueba la
estrecha interconexión existente entre la ideología neoliberal y la
posmodernidad. Y también demuestra la trágica desvinculación en este proceso
entre la Libertad y la Justicia.
Yo
recomiendo vigorosamente este libro porque con ahíta brevedad lleva hacia una
nueva visión del fenómeno de la posmodernidad. La claridad expresiva y riqueza
de matices lo convierten en un libro indispensable para la comprensión de nuestro
tiempo.
CARLOS RADO
YAÑEZ-Markapacha/viernes 31 mayo 2024
AGUDAS REFERENCIAS
Este texto [Qankunapas
Noqaykupas-Ustedes y Nosotros, Rodolfo Sánchez Garrafa y Julio Gilberto Muñiz
Caparó-Lima, 2024] de honda vocación reivindicacionista, proclama retomar la antigua
tradición filosófica andina, destacando su actualidad y pertinencia ante la crisis
civilizacional de occidente, así como la vuelta de la racionalidad
instrumental, a la racionalidad simbólica. Sostiene que es preciso instaurar un
diálogo de saberes con equidad. El prólogo a cargo de Gustavo Flores Quelopana,
considera entre otras agudas referencias, que el texto, es un desafío para formular
un diálogo entre las logocracias y mitocracias hegemónicas y tradicionales del
pensamiento precolombino. Ante la violenta negación de la que fue objeto la
tradición filosófica andina, exhorta a emprender su estudio, considerando la
doble faz cronológica que presenta; la pre hispánica y la pos conquista.
Advierte, además, que no hay consenso acerca de lo que llamamos “filosofía
andina” y por qué caminos vaya a transitar en adelante, recomendando también no
caer en visiones reduccionistas y, que, sin ser panacea, los saberes ancestrales
tienen mucho que aportar a la solución de la crisis civilizatoria. Ello invita
a razonar en el contexto de los fundamentalismos que han surgido, en medio de este
afán de reivindicar los saberes tradicionales. La sentencia de Carl Jung, es
pertinente a este respecto: “El fanatismo es una sobrecompensación de la duda”.
CARLOS F. MAMANI ALIAGA-Geopolítico/Univ. Nacional
de Cajamarca
FILOSOFÍA DE LA GEOPOLÍTICA
(Moscú, mayo 2024)
Gustavo Flores Quelopana es
el único filósofo peruano que desde su particular perspectiva y enfoque medita
filosóficamente sobre las grandes problemáticas mundiales de nuestro tiempo.
Al igual que Alexander
Dugin (Rusia), Alain de Benoist (Francia), Robert Steuckers (Bélgica), Alberto
Buela (Argentina), entre otros grandes pensadores contemporáneos cuyas reflexiones
trascienden lo meramente académico y desbordan lo impuesto por el anquilosante
Pensamiento Único (“totalitarismo liberal”/“tercer totalitarismo”) tan hegemónico
en las intelectualmente infértiles universidades occidentales (y occidentalizadas
por extensión), subsidiario a su vez del neutralizante “Pensamiento Políticamente
Correcto” (pero siempre “moralmente
corrupto”).
Prueba de ello son sus
libros Neo-Brutalismo: Contra la Marea de la Barbarie Occidental, Contra
el Género, Prometeo Encadenado, Inteligencia Artificial y Juicio Final, La
Parodia Antrópica, Sentido Metafísico el Mundo Multipolar, Post Apocalipsis de
la Razón Burguesa, La Modernidad Envejecida, Miseria del Capitalismo Digital y
de la Tecno-Utopía, e Hiperimperialismo Global en Llamas, etc. En una
palabra, estamos no sólo ante un prolífico filósofo, creador de inéditas
categorías para comprender los diversos estadios cronológicos del pensamiento
humano (lo Mitomórfico, lo Mitocrático, lo Logocrático), sino ante un intelectual
que se pronuncia constante y creativamente ante los grandes problemas mundiales.
Al igual, que los antes mencionados, el filósofo Gustavo Flores Quelopana ha
sabido aunar de este modo la filosofía con la geopolítica, haciendo que la
geopolítica no sólo sea una cuestión de politólogos sino también de filósofos. Y
este es un mérito que marca un hito entre las diversas responsabilidades que
asume el pensamiento profundo comprometido con el esclarecimiento de las
grandes disyuntivas y contradicciones de nuestro tiempo. Se trata de un tiempo marcado
por irreversibles procesos de cambio (y de cambios en el proceso) en el escenario
global del Siglo XXI, signado por el acelerado declive de occidente y la emergencia
de múltiples polos de poder no occidentales (e incluso abiertamente antioccidentales)
anclados en perspectivas civilizatorias y/o cosmovisionales propias; escenario de
cambios en el cual nuestro “Pueblo Continente” Indo-Ibero Americano está
llamado a conformar un Gran Espacio Civilizatorio y un polo de poder, y hacerse
un espacio en el nuevo contexto multipolar de esta incierta e inquietante centuria.
El filósofo Gustavo Flores
está cumpliendo su misión de pensador al brindar una orientación en pleno sismo
geopolítico que nos tiene conmocionados a todos ante la apertura de una nueva
época histórica.
CARMEN ZAVALA-Filósofa/PUCP
RACIONALIDAD FILOSÓFICA EN EL PERÚ ANTIGUO
(Lima, IIPCIAL, 2003)
“La enorme importancia de este
libro reside en que pone sobre el tapete un asunto aparentemente tabú en los círculos
académicos y que tiene como mentores a Hegel y a Heidegger: la definición eurocéntrica
de la filosofía. Para el primero el Espíritu Universal se quedó quieto en nuestra
cultura, mientras que para el segundo la filosofía sólo hace referencia al
pensar griego. Pero como bien señala Flores es inaceptable aceptar como
argumento en contra de la filosofía prehispánica el vínculo que existió entre
lo religioso y lo racional. Bien señala que Sobrevilla, Rivara de Tuesta y
Mejía Huamán acatan de plano las definiciones eurocéntricas de la filosofía por
asumir acríticamente la concepción occidental, someterse al prestigio de la
tradición eurocéntrica y no meditar lo suficiente sobre una forma diferente de
hacer filosofía. El autor nos deja dos tareas: por qué no se cuestionó el origen
griego de la filosofía, y trabajar las fuentes que nos expliquen la filosofía
prehispánica. Es muy valioso que con esta obra se inicie un debate históricamente
atrasado”.
DAVID SOBREVILLA--Filósofo/UNMSM
LA FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA EN EL PERÚ
(Lima, Carlos Matta editor, 1996, pp. 126, 208,
395)
12. El Instituto de Investigación para la
Paz, Cultura e Integración de América Latina (395)
La única organización no gubernamental que
dedica parte de su labor a la filosofía es el Instituto de Investigación para la
Paz, Cultura e Integración de América Latina (IIPCIAL), cuyo director y autor
único de sus publicaciones es Gustavo Flores Quelopana (nacido en 1959).
Cursó estudios en la Universidad de San Marcos.
Entre sus publicaciones filosóficas se encuentran: Teoría y práctica del
humanismo marxista leninista (Lima, Villanueva, 1986), Kant y la revolución burguesa
(El criticismo y la totalidad social) (Lima, IIPCIAL, 1990) y Kantismo y
marxismo. Aportes a la investigación marxista de Kant (Lima, IIPCIAL, 1993).
En el segundo libro Flores Quelopana quiere
investigar la obra kantiana “a partir no de sus conclusiones filosóficas sino
por las tendencias políticas y sociales y el entronque con la realidad material
misma que condiciona dichas conclusiones” (15).
El autor encuentra que la filosofía kantiana
es expresión de la conciencia de clase de la burguesía alemana, llamada a
dominar desde sus intereses la totalidad de la sociedad (106). El último es un
acercamiento marxista a Kant con la intención de “servir de punto de inflexión
para el resurgimiento de un marxismo abierto, original e informado” (8).
DAVID SOBREVILLA--Filósofo/UNMSM
REPENSANDO LA TRADICIÓN DE NUESTRA AMÉRICA (Lima, BCR, 1999)
ANEXO 3: SOBRE DOS RÉPLICAS (pp. 68-69-70)
Gustavo Flores Quelopana afirma por su parte
que es una muestra de etnocentrismo sostener que sólo la filosofía occidental es
filosofía. En realidad, el saber “filosófico puede adoptar diversas formas, y
esto sin borrar las concordancias fundamentales acorde con las específicas manifestaciones
culturales” (Etnocentrismo y filosofía prehispánica, 1999, p. 22; [pero mi
libro no se titula Etnocentrismo sino Eurocentrismo]). De otro lado, “la filosofía
puede darse también como un saber vinculado a la tradición religiosa central, que
tiende a la integración del individuo con el cosmos o Dios y encarnado en un sabio
que busca resaltar la originalidad individual, sino que se desvanece en la
colectividad” (23).
“La filosofía China e India por ejemplo sin
bien busca una explicación total del universo no comparten ni la tendencia, ni
el tipo humano, ni el propósito del filosofar occidental. Incluso dentro de
éste la escolástica medieval concibió un filosofar que estaba al servicio de un
orden trascendente y cuya fundamentación última estaría en la voluntad divina”
(23-24).
Sería demás problemático calificar el pensamiento
precolombino como un saber tradicional sin más, e ilegítimo compararlo con la
cosmovisión religiosa griega dado que no se tiene en cuenta las distintas condiciones
políticas (25).
Finalmente sería irreal pensar que otras civilizaciones
si lograron crear una filosofía, mientras que sería inconcebible que no lo haya
concebido “una civilización tan antigua como la andina” (27). Para Flores
Quelopana en el mundo andino habría habido una forma distinta de filosofar no
sólo como ciencia de lo universal (Husserl), “sino como sabiduría de lo
particular, de la vida y de la existencia, que por ello es un saber vinculado a
la reflexión ética, cosmológica y teológica. Por lo demás, la vinculación entre
filosofía y religión no es desconocida en Occidente y los ejemplos van desde
Platón, Pascal, Kierkegaard hasta Marcel” (27).
Flores Quelopana omite tomar en cuenta la
distinción que hago inicialmente entre filosofía en sentido amplio y en sentido
estricto. Y que yo afirmo que en el primer sentido la filosofía se ha dado en
numerosas culturas o en casi todas ellas; en cambio en sentido estricto sólo se
originó en Grecia por las razones que ofrezco.
A continuación, comete una petitio principii:
suponer aquello que habría que demostrar previamente: que la filosofía admite
diferentes formas o modalidades y que sería una muestra de etnocentrismo reducirlas
todas ellas a la forma griega. El hecho es que históricamente y entendiendo la
filosofía en sentido estricto ella surgió de la crisis del mundo griego y de las
características de su tránsito de lo oral a lo escrito que permitió el nacimiento
de los conceptos.
Es verdad que a menudo se habla de filosofía
china e india. Pero somos del parecer de que aquí se trata de orientaciones del
mundo basadas más bien en el mito o la religión, en la tradición, en formulaciones
oraculares y no de filosofía en el sentido de una orientación del mundo que problematiza
lo recibido, que se basa en la razón y es universal, y que es fruto del
esfuerzo individual. René Guénon acentuaba por ello el carácter tradicional de
las doctrinas orientales en general (Cf. “La enseñanza tradicional” en, Introducción
general al estudio de las doctrinas hindúes. Bs. As.: Perseo, 1988: 251-254).
Es verdad asimismo que en el Occidente se ha
dado a veces una vinculación entre filosofía y religión. Pero aquí se debe tener
en cuenta: primero, que ello ha sucedido en figuras (como Pascal, Kierkegaard,
Marcel) o corrientes más bien marginales; segundo, que cuando se quiso hacer de
la filosofía una ancilla theologiae se produjo su rebajamiento; y tercero, que
hay que distinguir -como casi siempre se ha hecho- entre el Dios de los filósofos
y el del simple hombre religioso y entre la teología racional y la que no lo es,
de modo que aun aquí las diferencias entre filosofía y religión no se han simplemente
borrado.
En realidad, no es problemático calificar al pensamiento
precolombino de tradicional; lo es en tanto no cuestiona los saberes recibidos;
y tampoco es ilegítimo compararlo con la cosmovisión griega prefilosófica ignorando
las distintas condiciones políticas que para el caso son irrelevantes. Irreal
me parece no lo que sostengo sino exigir que nuestra cultura precolombina haya
tenido que tener filosofía sólo por razón de su antigüedad o del prestigio -real
o no- de la palabra filosofía.
Finalmente, no entiendo la propuesta de Flores
Quelopana de la filosofía como un saber vinculado a lo particular y a lo religioso.
Estoy más en la línea de Aristóteles o de Husserl para quienes el conocimiento filosófico
se da vinculado a lo universal; y de Descartes cuando sostenía que toda evidencia
recibida (por ej. La religiosa) debía someterse al tribunal de la razón.
Concibo también, aunque es una actividad que me queda muy lejana, que puede
hacerse una teología racional desde la filosofía -y asimismo una teología no
racional, aunque fuera de ella. Pero me resulta inevitablemente sospechoso,
confuso y algo patético este saber filosófico que parte de “una yuxtaposición entre
logos y mythos” (?) (42), que se presenta como una “necesidad radical del
espíritu”, y que encuentra en historiador Heródoto a un primer filósofo (46).
DHAVIT SATYA*-Willka
Qawaq/U. de Lima
[UNA APRECIACIÓN DE CONJUNTO]
(mayo 2024)
Cæplluehpæn significa
en lengua Muchik "para entre las dos luces". No sé si esta expresión
esté relacionada con el apellido materno de Gustavo Flores Quelopana, pero de
lo que no me cabe la menor duda es que bien representa su dedicada y fructífera
labor filosófica.
Su obra personifica el
yanantin intelectual entre la filosofía andina que con tan claros argumentos él
rescata, simboliza y defiende y la denominada filosofía occidental en la que
con tanta agudeza y audacia se sumerge, explora, interpreta, comunica y cuestiona.
La versatilidad,
facilidad y contundencia con las que contrasta las ideas más destacadas e
impactantes de los mayores representantes de la filosofía, para comprender la
problemática actual, sin temor a adentrarse en temas de vanguardia tecnológica,
es otra característica muy particular de su campo de pensamiento; cualidad que
unida a la de su ágil y elegante pluma, constituye una lectura necesaria tanto
para los amantes de la filosofía atemporal como de la contemporánea.
Pero lo que más aprecio
y valoro en él, son sus espacios de desapegada y aventurera capacidad de
autocuestionamiento y de autocrítica, digna no de un filósofo, sino de quien aspira
a encarnar nada más ni nada menos que a la filosofía misma.
* Dhavit Satya es el
creador del método Tawa Pukllay que permite decodificar la Yupana andina
y la matemática precolombina sin seguir el pensamiento arábigo y llegando hasta
decimales y un aproximado al número pi. Se trata de un pensamiento no lineal,
una matemática intuitiva y no deductiva. Por esta lucidez lo he llamado Willka
Qawaq o vidente de lo divino.
EDUARDO PAZ ESQUERRE-Cátedra de Periodismo/UPAO
LIBERARSE DE CREENCIAS RELIGIOSAS
Gustavo Flores Quelopana es autor de una impresionante cantidad de
publicaciones y opúsculos sobre el pensar filosófico de diversas épocas y
lugares del mundo y, por supuesto, del Perú, así como sobre realidad política,
social, económica, cultural, literaria, religiosa y ufológica. Es una máquina
de filosofar. Hay que echarle el insumo que se quiera y sale filosofía. Hay que
felicitarle por esta dedicación. Queda al lector, valorar, examinar
críticamente lo que él escribe. Ver en él lo que hay de libertad de
pensamiento, lo menos programado, lo más libre de acondicionamiento, lo más
verdadero. Lo más sabio. He leído sus libros sobre ovnis. Incluso el último:
Contra nosotros. Ufología como demonología (2024). Concluyo que hay que hacer
valoraciones independientes y poner en evidencia la necesidad de desprogramar
la mente y el subconsciente con la disolución de dogmas y creencias religiosas
paralizante de todo tipo, incluidas las cristianas, que durante siglos tienen
dormidas latentes capacidades y dones de realización trascendental de la
humanidad. Gustavo tiene mucho
“pan que rebanar”, descubrir y disolver petrificaciones religiosas personales
cristianas que le impiden ser críticamente objetivo en el manejo de las fuentes
que utiliza, muchas de ellas direccionadas a apoyar sus propias creencias
religiosas que aparecen abundantemente citadas, por aquí y allá, en diversas
páginas de su libro. Cada quien debe tener en cuenta la necesidad de descubrir
y liberarse de ataduras y bloqueos que, inconscientemente, paralizan o
adormecen la libertad y el poder potencial de apreciar las cosas y los hechos
con mayores niveles de verdad. La religión es uno de los acondicionamientos más
fuertes que sufren las personas. Discrepo
de su afirmación de que los ET son demonios y que los OVNIS son engaño del
Maligno. Estimo que su Falacia de la Vastedad no es suficiente para negar la existencia
de los alienígenas. Considero que la presencia de civilizaciones siderales es
un tema que está aún abierto a la investigación seria y serena.
*En mi blog doy una respuesta al comentario de Paz Esquerre bajo el título
de ET y demonios
ENRIQUE (Kiko) ÁLVAREZ VITA-Físico
teórico
UFOLOGÍA COMO DEMONOLOGÍA
(tomado de www.gusfilosofar.blogspot.com.
Comentario 13.05.24)
Gustavo
Flores Quelopana es uno de los filósofos contemporáneos más representativos del
Perú. Su vasta producción en diversas áreas del conocimiento, lo convierten en
un ícono del pensamiento latinoamericano. En este interesante libro, Contra
nosotros. ufología como demonología (2024), aborda el controvertido tema de
la ufología, desde una perspectiva filosófica, teológica, científica, sociológica
y mitológica. Desde el fundamento teológico, a mi modo de ver la piedra angular
de su pensamiento, los fenómenos ufológicos tienen su origen en una manifestación
demoníaca y no en supuestos seres extraterrestres. Se basa en que, según La Biblia,
el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, con uso de razón y libre
albedrío, el único ser en toda la creación que tiene un espíritu y una relación
directa con su creador, además de los ángeles. Refuerza este análisis escéptico
el hecho de que hasta ahora no se haya demostrado científicamente que el
fenómeno ovni tenga un origen extraterrestre. Por otro lado, la astrobiología,
que es la ciencia que estudia la posibilidad de vida en el universo, tampoco ha
demostrado que exista alguna forma de vida extraterrestre, no obstante, la
inmensidad del universo con miles de millones de galaxias, que contiene miles
de millones de estrellas, muchas de ellas con planetas orbitando alrededor de ellas.
A ello llama la Falacia de la Vastedad.
Como experiencia personal,
tuve el honor de integrar el grupo de asesores externos del Departamento de Investigación
de Fenómenos Aéreos Anómalos, DIFAA, de la Dirección Nacional de Intereses Aero
Espaciales, DINAE, de la Fuerza Aérea del Perú, FAP, integrado por expertos en
diferentes disciplinas, como astrónomos, astrofísicos, sociólogos, psicólogos y
ufólogos -al que Gustavo también perteneció por invitación del Coronel-, en el que
tuve la oportunidad de conocer muchos casos de supuestos contactos y avistamientos.
Nuestro objetivo era estudiar cada caso y encontrar una explicación científica,
caso contrario dejar el expediente abierto como no resuelto. Recuerdo uno de
ellos, el del famoso ovni de Miraflores que quedó suspendido en el cielo por espacio
de dos horas a plena luz del día. Los videos y fotos mostraban un objeto
metálico ovalado similar a un platillo volador. El evento ya iba a convertirse
en un lugar de peregrinación por movimientos que defienden el origen extraterrestre
de estos fenómenos. Luego de descartar varias hipótesis, llegamos a la conclusión
de que podría tratarse de una cometa japonesa de gran tamaño. Asesorados por un
experto en este tipo de cometas, construimos una con los colores que aparecían
en las imágenes, y volamos la cometa reproduciendo las mismas condiciones en
que se produjo el avistamiento. Comparamos las imágenes y resultaron ser muy
similares. Pero faltaba el que voló la cometa el mismo día, hora y lugar para
llegar a una conclusión definitiva. Por fin, luego de varias indagaciones, ubicamos
la persona y el caso quedó resuelto. Así como este, varios casos tuvieron
explicación, pero no todos, que quedaron clasificados como no resueltos.
Tal
vez algunos no estarán de acuerdo con el autor, cada quien sacará sus conclusiones,
pero sin duda Flores Quelopana nos ha lanzado un nuevo desafío al que nos tiene
ya acostumbrados, con un tema nada trivial, muy actual, que sorprenderá a
muchos y marcará un hito en la historia de la ufología.
Un tema
interesante, de repercusiones geopolíticas, en el que ya la NASA y el Pentágono
intervienen, que despertará interés y mucho debate.
FLOR
DÍAZ DÍAZ-Docente de Filosofía/UNT
CABALLERO
DE LA FILOSOFÍA
En
el vasto panorama de la filosofía contemporánea, en nuestro país, destaca un
personaje cuya sabiduría y humanidad han dejado una huella indeleble en todos
quienes tenemos el privilegio de conocerlo. Este filósofo no solo es un erudito
en su campo, sino también un caballero en el sentido más noble de la palabra. Su
trato afable y amigable con los jóvenes y con todas aquellas personas que miran
la vida con entusiasmo y con ansias de conocer, lo convierte en un faro de
inspiración y guía.
Me
estoy refiriendo a nuestro amigo e impulsor ferviente de los Congresos Regionales
de Filosofía del Norte del Perú; el Doctor Gustavo Flores Quelopana, quien en
estos casi doce años que viene acompañándonos, ha demostrado en repetidas
ocasiones su capacidad para sorprender y encantar a los asistentes. Con gran
habilidad, ha incorporado música clásica, pinturas famosas y tecnología en sus
presentaciones, logrando combinar filosofía, arte y una actitud humanista novedosa
y didáctica poco vista en el mundo de la filosofía.
Su
sencillez y accesibilidad lo hacen un personaje entrañable. No se conforma con
transmitir conocimientos; busca conectar con las personas, comprender sus
inquietudes y animar sus espíritus con su profunda y madura fe. En cada
encuentro, ya sea en una charla formal o en una conversación casual, se percibe
su profundo respeto y aprecio por cada individuo.
La
capacidad de este filósofo para integrar diversas formas de arte y tecnología
en su práctica filosófica no solo enriquece su discurso, sino que también abre
nuevas perspectivas para quienes lo escuchan. Su enfoque innovador, su pasión
por el conocimiento y su cercanía hacen de cada uno de nuestros encuentros
filosóficos una experiencia única, transformadora y posibilitadora de hacer de
la filosofía una experiencia accesible y un camino a seguir.
Quisiera
finalizar diciendo que Gustavo Flores Quelopana, es un verdadero caballero de
la filosofía, cuya combinación de erudición, humanidad y creatividad sigue
inspirando y motivando a todos los que buscan entender mejor la vida y el mundo
que nos rodea.
FRANCISCO RELUZ BARTURÉN-Filósofo/UNIFE
UN ENFOQUE SOBRE LA
MENTALIDAD
EXTENDIDA DEL PERUANO CONTEMPORÁNEO*
(Phainomenon-Unife-Vol. 11,
n°1, Ene.-dic. 2012)
Gustavo Flores Quelopana, en su comprensión del
Perú piensa que la personalidad social tiene la psicopatología neurótica
manifestada a través de su temor a alcanzar el éxito (lo que llama exitofobia)
y su tender hacia la propia minusvaloración como mantenimiento del estatus quo
de falso bienestar al dejar las cosas tal como están, sin superarse (llamado
por Flores fracasofilia), puesto que, siguiendo nuestro himno somos un pueblo de
‘humillada cerviz’, serios complejos discriminatorios que debemos cambiar. Su
propuesta es que carecemos de modelos positivos de emulación
moral, de ahí que en la búsqueda de arquetipos admiremos áulicamente todo lo extranjero.
La neurosis, como característica psicopatológica,
se manifiesta particularmente con una obsesa ansiedad mostrada en
comportamientos inadaptados que, Gustavo Flores asigna a nuestra personalidad colectiva. Flores en tal sentido,
recibe una influencia desde el psicoanálisis, puesto que es desde aquí donde se
considera que la neurosis consiste en la respuesta de un sujeto como solución
de compromiso entre el deseo y la defensa, cuyas formas nacionales serían la exitofobia
y la fracasofilia.
Además, encontramos que Flores Quelopana en su comprensión de país asume
las tendencias psicoanalíticas de Alfred Adler y Otto Rank. Del primero el
estudio del sentimiento de inferioridad, que si no es superado ocasiona el
descontrol de mecanismos compensatorios determinando actitudes egocéntricas, sobrecompensaciones,
incluso, la huida del mundo real y sus problemas;
o que al intentar ser evitado conduce a manifestaciones de una voluntad poco
razonable de poder y dominio, comportamiento
antisocial, intimidación y la
tendencia a la tiranía política.
En su lectura sobre el Perú, Gustavo atribuye todas estas características
a nuestro colectivo social. Dice Flores Quelopana: “La exitofobia y la fracasofilia son partes substanciales
de nuestra neurótica ‘humillada cerviz, como componentes inherentes y naturales
a nuestro comportamiento social. Presidentes que pretenden perennizarse
-Fujimori fue el último-, dirigentes exitosos defenestrados por celos… y el mantenimiento
del bajo perfil en la empresa, en el hogar, el barrio, el cuartel, la fábrica,
la universidad y el ministerio resulta siendo el santo y seña más seguro para librarse
de las ojerizas ajenas -previa fraterna comunión en el delito, lo etílico, la
obscenidad, la indignidad o lo erotómano” (Los Peruanos. Por qué somos emprendedores
sin ser innovadores (pp. 22-23).
De
Otto Rank, Flores Quelopana toma la idea de que las perturbaciones neuróticas se
inician con el trauma del nacimiento más aún si hay complicaciones en el parto,
lo mismo asume nuestro filósofo cuando afirma que nuestra neurosis hunde sus
raíces que perduran en nuestro subconsciente en el choque emocional histórico
entre lo indígena e hispánico.
* Este
artículo lo convertiría posteriormente Francisco Reluz Barturén en el libro Prolegómenos
para una nueva peruanidad (Chiclayo, UNSAT, 2015).
FRANCISCO TOMÁS GONZÁLEZ CABAÑAS-Filósofo/Escuela
Correntina de Pensamiento, Club Mundial de Filosofía (Arg.)
MI RELACIÓN CON EL PERÚ Y
CON FLORES QUELOPANA
En mi
primera infancia conocí la cadencia andina en la voz de mi pediatra. La palabra
curaba y en particular la suya que por mis tierras no se escuchaban. Otra
médica, también del Perú, ya en mi segunda infancia me demostraría con su clarividencia
que la ciencia no lo era todo, dios o la idea de, en un mazo de cartas. Llegó
mi adolescencia. Tal como "El pez en el agua" nadé con virulencia e
intensidad, acompañado de don Mario Vargas Llosa que sintetizaba literatura y
política y que me llevaría a conocer a Sartre y con ello a la filosofía. En mi
primera adultez, en ocasión de un congreso de filosofía política, invitado a
brindar una disertación, como en otros lugares a los que iría, no fue sino en
Lima, donde en plenitud reconfirmé lo que había leído y reconocía.
La Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Miraflores,
los malecones, la bruma, el cielo encapotado, como las sorpresas tales como el
pisco, el orden en el desorden y la filosofía como suspiro de una pasión
andina. A distancia esta vinculación no cejó. Tal como testimonia la imagen,
pude conocer a grandes intelectuales peruanos de la actualidad. Conocer en
ellos, no sólo la envergadura de un pensamiento determinado, trabajoso,
inclusivo, razonado, argumentado, sino sobre todo profundamente humano, no sólo
en lo teorético, sino en lo cotidiano. La sencillez, humildad, contracción al
quehacer continuo del pensamiento y la disponibilidad a la apertura de puertas,
transforman en leyenda a hombres como Gustavo Flores Quelopana, en quién se puede
sintetizar una de las arterias principales del pensamiento peruano como occidental. Destaco
a Gustavo, dado el universo conceptual que nos separa y que nos sitúa en las
antípodas de las posiciones del pensar. Recuerdo la definición del poeta inglés
Samuel Taylor Coleridge, “todos los hombres nacen aristotélicos o platónicos”.
Gustavo pertenece a los primeros, yo a los segundos. Pese a ello, hemos desarrollado
y lo seguimos haciendo, junto a este gran pensador peruano, actividades del pensar.
Disponernos más allá de las diferencias y de las perspectivas conceptuales,
hablan de la grandeza humana y filosófica de Gustavo Flores Quelopana.
Pese a nuestros continuos tropiezos, olvidándonos de lo humano de nuestra
condición, será imposible que lo terminemos de “joder al Perú”. Irradia, nos
da, nos brinda, y en el momento dado, cuál marea de sicigia, estaremos alineados,
orientados, siendo felices con las cartas que nos han tocado, habiéndolas
aprendido a jugar, sentados en las bancas que nos habremos sabido ganar, habiendo
para ello, deja tantas y tanto, pasar. Nada mejor para ello, que leer,
comentando u objetando las consideraciones de un gran filósofo de la humanidad como
lo es Gustavo Flores Quelopana.
FRANCISCO TOMÁS GONZÁLEZ CABAÑAS-Club Mundial
de Filosofía/Argentina
PENSAR SIN FRONTERAS
[Libro publicado en 2022, Lima, Iipcial]
La prolífica y sesuda obra de Gustavo Flores
Quelopana se incardina en una suerte de textos fundamentales para poder pensar
en tiempos en donde se nos invita, o mejor dicho, impone o condiciona a que
pensemos lo menos posible o directamente no lo hagamos. Aquí radica el quantum
de valor indispensable en el pulso filosófico de Quelopana. No tanto en la
cantidad de textos, de obras y de premiaciones o distinciones en el campo
filosófico en general, sino que, por intermedio de argumentos y posiciones, indaga
en un proceso, discutible y polémico, pero que no puede dejar de considerarse indispensable
para tenerlo en cuenta en el presupuesto mínimo de no abandonar el elemento basal
y constitutivo de lo humano. Administrado las diferencias, saludamos esta obra
de Quelopana, que asentada en convicciones y determinaciones de una dinámica de
identidad no deja de pensar y de invitar a que sigamos haciendo, en tiempos en
donde este acto se tornó revolucionario, indispensable y determinante.
GERMÁN PERALTA RIVERA-Historiador/École des
hautes Études en sciences sociales de París
ANTENOR ORREGO Y LA BOHEMIA DE TRUJILLO
[Lima, Fondo Editorial del Congreso del Perú-UPAO,
2011, pp. 144-147]
Coincidiendo con Gustavo Flores Quelopana, señalaremos
que desde sus inicios su pensamiento expresa las calidades de un pensador de quilates,
cuyas líneas principales están sustentadas en una concepción de lo místico, de
lo divino y de la antropología trascendente (Antenor Orrego, Teodicea,
metafísica e historia, 2003, pp. 47-48), de la teodicea y del humanismo
integral; envuelto en una visión esteticista y pragmática o, como bien lo
señala, en “un conocimiento del espíritu humano que se eleva a Dios, antes que
una filosofía que hace del hombre, acorde con el viejo pensamiento de Protágoras,
la medida de todas las cosas (50). Es decir, “en Orrego aparecen en su teodicea
los tres temas fundamentales de la filosofía: Dios, el hombre y el mundo, en
una unidad peculiar”, lo que a su juicio determina que “el hombre como tal
queda envuelto en el problema de la existencia de Dios, es menester imbricar la
existencia del mundo visible a lo invisible como el fundamento de sus posibilidades
ontológicas. Orrego renovó el interés por el estudio de la metafísica, comprendió
el sentido profundo de la historia de la filosofía, se volvió contra el cientificismo
y el racionalismo, valoró la unidad entre teología y metafísica, y planteó los
problemas radicales implicados en la teodicea, a saber, Dios, el hombre y el
mundo (50-51).
Flores Quelopana, uno de los filósofos que
más ha destacado la importancia del Amauta, consideró que Antenor Orrego sentía
la relación de hombre-universo como una unidad, “con una especial intensidad, pero
concebía el destino humano, como una partícula de esta potencia universal, como
un proceso de crecimiento de la conciencia a través de los pensamientos y las
acciones” (31-32). Por ello, más adelante manifiesta con absoluta claridad: “Si
quisiéramos apresar en una fórmula lo que concebía Orrego por realidad, habría
que comenzar por señalar que, para él, la realidad consiste en la actividad del
espíritu humano y de la naturaleza, en un dinamismo que aspira a un Dios que lo
trasciende: Dios es la fuente de toda realidad, sólo por Dios y con Dios es dado
el concepto de realidad, pues conciencia y naturaleza son, en buena cuenta, vehículos
de esta eternidad” (Ibidem). Flores Quelopana se plantea una serie de interrogantes.
La reflexión que tempranamente hace Orrego lo lleva a considerar si es un
realista; si lo es, en qué sentido, para posteriormente preguntarse: no es
acaso el significado del término demasiado ambiguo. No se sirvieron de este: existencialistas,
instrumentalistas, marxistas, tomistas, etc. Orrego, como Kant, reconoce la existencia
de las cosas independientemente del conocer, pero lo que le diferencia de la filosofía
contemporánea es que no considera el pensamiento científico como punto de partida,
por tanto, rebasa el realismo empírico. En este sentido, para Flores Quelopana
hay un aporte en cuanto a los fundamentos de su teodicea. (146-147)
HILDA C. VARGAS CANCINO-Filósofa/Instituto de
Investigación de la Universidad Autónoma de Toluca (IESU)-México.
EL DIÁLOGO DE SABERES: Una oportunidad para el despliegue del decrecimiento
[Debates éticos, cap. 6, México, 2014,
pp. 139-163]
El filósofo peruano Gustavo Flores ha escrito
varias publicaciones en donde defiende la filosofía andina, y en general la
prehispánica, a la par con las filosofías occidentales, en ese mismo sentido,
le reconoce a Lévi-Strauss (pese a que en primera instancia la obra de Strauss,
El pensamiento salvaje, podría resultar contradictorio con la propuesta que se
defiende en el presente capítulo, donde los sistemas de conocimiento local y tradicional
son valorados y, por el contrario, éstos no son considerados como “salvajes”)
sus aportaciones:
“cuyo trabajo considerado en su conjunto nos mostró la complejidad de
las culturas no industrializadas de Occidente y que no hay jerarquías de sociedades
y culturas. Pero hay algo más profundo en sus enseñanzas y es que indica un
universalismo del mismo mito que no cesa de transformarse y en donde la ciencia
no puede nunca dejar de ser mítica” (Gustavo Flores, Filosofía mitocrática y mitocratología,
Lima, Iipcial, 2010, p. 8).
Desde la perspectiva anterior, el dialogo es
posible desde los sistemas de conocimiento local y tradicional (sclt); sin embargo,
menciona Flores que al no disponer de un “concepto categorial” que facilite la
explicación de formas de filosofar diferentes a las de Occidente, las otras
formas de pensamiento son excluidas, lo que finalmente provoca que se regrese al
modelo griego de filosofía.
Flores propone repensar el sentido de la
filosofía desde su raíz para no caer en la copia del modelo filosófico en “de
ametrallamiento monótono de citas y de bibliografía exhaustiva” (Ibid., p. 37).
HUGO CHACÓN MÁLAGA-Escritor/UNA (La Molina)
COSMOGONÍA ANDINA EN JUAN SANTACRUZ PACHACUTI
(Tomado
de www.gusfilosofar.blogspot.com.
Comentario 17.11. 17)
Entre los variados aspectos
a comentar en tu articulo [Gustavo] destaco el reconocimiento que haces de estos
tres pilares del pensamiento andino: Garcilaso, Huamán Poma y Juan santa Cruz
Pachacuti. Cada uno, desde distintas perspectivas configuran una trilogía de
personalidades andinas que interpretan con largueza lo que fuimos y avizoran lo
que seremos.
Sus obras certifican la
potencia y fortaleza de la sociedad andina, de su filosofía y de su Estado
tanto como de las bases éticas y morales que la sostenían para hacer posible
que, en medio del exterminio de ideas y seres, en circunstancias profundamente adversas
para cualquier pensamiento opositor al oficial, personalidades provenientes de
tres etnias distintas: quechua, lucana o yaruvilca y collagua, hayan sido capaces
de rescatar y de proyectar al futuro las bases culturales y civilizatorias de
una sociedad con visiones del universo y de formas asociativas de profunda contraposición
a las impuestas por la fuerza de las armas y de la codicia.*
* Esta opinión es base de su
libro Filósofos andinos. Garcilaso, Guamán Poma, Santa Cruz Pachacuti, Arguedas
(Lima, Aleph impresiones, 2021).
HUGO CHACÓN MÁLAGA-Escritor/UNA (La Molina)
NACIÓN ANDINA
(Lima, IIPCIAL, 2017, pp. 213-214)
En los años recientes la producción teórica
del filósofo Gustavo Flores Quelopana se constituye en la más firme intercesora
de la filosofía nuestra. De él proviene un sólido cuerpo de pensamiento que ha
logrado desentrañar sus elementos formativos. Ha concluido señalando que en la
base de su filosofía se encuentra el pensamiento mítico. Acuña para ello una
categoría nueva: filosofía mitocrática, fundada en el logos del mito en oposición
a la filosofía logocrática, de origen griego, fundada en el logos de la ratio. Rescata
el pensar filosófico de los especialistas y lo distribuye entre los anónimos
seres humanos, porque el pensar filosófico no es un coto cerrado de sabios
pensadores, sino parte inalienable de la condición humana, como lo afirma en Filosofía
mitocrática y mitocratología (2010), donde señala que un criterio multívoco y no
unívoco de la filosofía permite reconocerla como una creación permanente del
espíritu humano y no sólo de los griegos ni de la cultura occidental; y por otro,
que la filosofía americana, en particular, no es una adaptación del estilo
continental ni un producto heterogéneo, sino que es un rasgo fundamental de la
América anterior a la conquista.
Precisa las razones que explican la renuencia
de los pensadores nacionales para acompañarlo en su posición: el eurocentrismo vergonzante
y la definición monocultural de los académicos, que conduce a negar la denominación
de filosofía a todo aquello que no posea orígenes griegos.
A partir de aquella idea, en apariencia inocua,
Flores elabora un conjunto de proposiciones que echa por tierra las limitaciones
de la cosmovisión para interpretar el alto pensamiento andino y se adentra en
el territorio de la filosofía como sustento de su civilización. Flores instala
de pie lo que estaba de cabeza al determinar que el pensamiento mítico sustenta
la filosofía andina y explicar su naturaleza divergente de la racional y analítica
filosofía occidental.
JAPHET TORREBLANCA-Filósofo/UNSA
TEORÍA GENERAL DE LA FILOSOFÍA
Teoría General de la Filosofía (Lima, 2021) obra
innovadora y en cierto sentido revolucionaria, escrita por el filósofo y amigo,
Gustavo Flores Quelopana, contiene varios tópicos y problematizaciones de los
que me gustaría destacar estos tres aspectos fundamentales: 1° El intento de descolonizar de modo definitivo la
comprensión de la filosofía misma, 2° Una búsqueda por sistematizar la misma
comprensión de la filosofía dividiéndola a su vez en tres partes, a saber, la
Teoría Restringida (origen griego), la Teoría Ampliada (filosofía en el Mito) y
por último la Teoría General (filosofía como condición existencial del hombre).
3° Y, por último, aunque no menos importante, además de sorpresiva, la ampliación
de lo filosófico como estructura existencial, más allá de los límites marcados
por el homo sapiens, hacia lo que define como la especie homínida, afirmación que
abre la posibilidad de una reflexión sobre una posible filosofía prehistórica.
Este enfoque innovador en el tratamiento del tema que convoca su
reflexión en el libro, tiene por otra parte el mérito de ahondar de manera
clara y concisa, en el misterio de lo que se puede entender por filosofía, otorgándole
una profundidad metafísico-existencial que repercute en la comprensión de lo
que entendemos como logos filosófico.
Así, en esta sugerente obra, la filosofía no sólo es el despliegue de la
estructura lógica de la razón sino de la estructura existencial de la propia
especie homínida. De esta manera Flores Quelopana no sólo arremete contra los
esquemas eurocéntricos y colonialistas, reivindica el Mito, y se adentra en los
misterios de la Razón, sino que da un paso mucho más allá de Radin, Tempels o León
Portilla y también de toda la filosofía de liberación, la cual nunca supo
librarse de la concepción eurocéntrica de la filosofía, acercándose a autores
más contemporáneos como Viveiros de Castro y Danowski por mencionar un caso
entre otros.
Y si la academia local, no ha reaccionado al aporte de Gustavo, es
porque aún masculla, mientras duerme, cubierta de plumas efímeras, del
mimetismo y el anatopismo del magisterio occidental, como diría en otro de sus
libros nuestro autor.
Este pensamiento singular en nuestro medio sobre la filosofía, nos insta
a acompañarlo en su devenir, con la esperanza de verlo quizás, echar raíces en
el suelo fértil, pero por ahora infecundo del pensamiento nacional. Saludemos
sus aportes en bien de la filosofía misma.
ALKO HAMUTAQ-Filosofía 3.0/Arequipa
Gustavo Flores Quelopana, nacido en Lima en 1959, es un faro en el
panorama filosófico contemporáneo peruano. Su obra, vasta y profunda, desafía y
enriquece el entendimiento de la posmodernidad y ofrece una visión renovada de
las tradiciones filosóficas andinas y prehispánicas. En su crítica a la
filosofía posmoderna, Flores Quelopana destaca la fragmentación del conocimiento
y el riesgo de relativismo extremo. Para él, aunque la posmodernidad ha
desmantelado las grandes narrativas de la modernidad, también ha generado una
crisis de sentido y de valores que requiere una nueva orientación filosófica.
Uno de los conceptos más importantes en la obra de Flores Quelopana es lo
"mitocrático", una integración del mito como una forma de conocimiento
filosófico. Lejos de considerar el mito como una simple narración antigua,
Flores Quelopana lo reivindica como una vía para comprender las raíces
profundas de la existencia humana. En su teoría general de la filosofía,
propone que el mito y la razón no son opuestos, sino complementarios, y que
ambos pueden ofrecer una comprensión más completa y rica de la realidad. Este
enfoque resalta la importancia del pensamiento ancestral y su relevancia en el
mundo contemporáneo, ofreciendo una perspectiva que va más allá de la lógica
racional y abarca la totalidad de la experiencia humana.
En sus
cartas de metafísica, Flores Quelopana explora la naturaleza del ser y del
conocimiento, cuestionando las bases mismas de nuestra comprensión del mundo.
Su enfoque es holístico, integrando aspectos políticos, sociales, económicos,
culturales y poéticos. Esta visión interdisciplinaria le permite abordar
problemas contemporáneos desde múltiples ángulos, ofreciendo soluciones que no
solo son teóricas, sino también prácticas y aplicables a la realidad cotidiana.
La filosofía, para Flores Quelopana, no es un ejercicio abstracto, sino una
herramienta vital para entender y transformar el mundo.
La
influencia de Flores Quelopana también se extiende al ámbito de la educación y
la divulgación del pensamiento filosófico. Ha publicado numerosas obras que
invitan a reflexionar sobre la relación entre ciencia y filosofía, proponiendo
un diálogo fructífero entre estas disciplinas. En un contexto contemporáneo,
esta colaboración tiene el potencial de enriquecer a ambas áreas, promoviendo
una comprensión más profunda y compleja de los fenómenos que nos rodean. La
organización de eventos y seminarios que destaquen la intersección entre filosofía,
ciencia y tecnología, así como la publicación de artículos que exploren cómo
las innovaciones científicas influyen en el pensamiento filosófico, son algunas
de las iniciativas que pueden surgir de este enfoque interdisciplinario.
Gustavo
Flores Quelopana nos enseña la importancia de recuperar y revalorizar el pensamiento
ancestral mientras enfrentamos los desafíos del presente con rigor crítico y
creatividad. Su obra es un testimonio de la capacidad del espíritu humano para
trascender sus propias limitaciones y encontrar significado en el caos de la
existencia. En un mundo cada vez más complejo y fragmentado, la filosofía de
Flores Quelopana ofrece una guía para navegar las incertidumbres del presente y
construir un futuro más coherente y esperanzador.
JAVIER SOLÍS SALCEDO- Historiador/UNT*
DESENMASCARANDO LAS DIABÓLICAS PARODIAS DE LA
NEW AGE: LOS EXTRATERRESTRES
Nuestro ilustre amigo y hermano, Dr. Gustavo
Flores Quelopana, filósofo y escritor, acaba de publicar su libro: Contra Nosotros.
Ufología como Demonología (Lima: Editorial IIPCIAL, 2024, 312 páginas). Antes de
comentar brevemente su nuevo libro debo señalar que los trabajos del Dr. Gustavo
Flores Quelopana, que conozco, se distinguen por su gran seriedad y rigor intelectual.
Son muestras de una inclaudicable búsqueda de sentidos y certezas más que de
vanas loas a los fuegos artificiales de la modernidad.
En este su nuevo libro muestra como mucha gente
se ha dejado embaucar por las falsas pruebas y razonamientos que giran en torno
a un mito creado por la sociedad tecno-científica occidental. Esta ficción modernista
sostiene que: "los creadores, civilizadores y hasta salvadores de la
humanidad provienen de las estrellas".
Los mitologemas vehiculados por la oralidad
(mitos, leyendas, cuentos-enseñanzas, dichos, etc.), o que son expresados en pinturas
rupestres, murales, tejidos, etc., o que se encuentran en piezas ceramológicas,
etc., en los que se señalan "a hombres-dioses venidos de la Pléyades",
"a dioses provenientes de las estrellas", "los dioses celebraron
consejo en el Cielo", "los sabios llegaron procedentes de la estrella
Orión", etc., son tomados literalmente.
Al respecto de éstos milenarios mitologemas,
los ufólogos, una banda de modernistas new age de imaginación fértil, creyendo
saber más que los Guardianes de los Pueblos Indígenas Originarios, señalan de
que éstos muestran la presencia de extraterrestres que descendieron otrora para
traernos su tecnología avanzada.
Estos sabihondos de pacotilla no se imaginan
que los susodichos mitologemas se refieren a la irrupción (conocidos como "hierofanías")
de arquetipos celestes. Por ejemplo, no es literal que la realeza medieval tuviera
"sangre azul". Es decir, la sangre de la realeza era de color roja no
"azul" (como creen los pro-reptilianos). Es una metáfora para decir
que la autoridad y poder de la realeza era de origen y procedía del Cielo *a través
del Espíritu Santo representado por una Palomita blanca que desciende del
"cielo azul").
Que es una manera simbólica de referirse a
los estados superiores o celestiales del Ser (ésta es la doctrina del
"logos spermatikos", y es el fundamento del derecho divino europeo).
Según Flores Quelopana esta mórbida creencia
modernista es tragedia y signo que atañe no sólo a la incontrolable crisis de las
sociedades contemporáneas, sino también a su profunda degradación espiritual
(si aún se puede llamar "espiritualidad" a las parodias modernistas
del llamado "fenómeno religioso"). A propósito de ésta obvia degradación,
que trasciende el marco de la religiosidad, Flores Quelopana llama fuerte la atención
de algo que pocos han reparado: la similitud de las representaciones de los
"seres extraterrestres" y la imaginería demonológica cristiana. En efecto
no puede ser "casual".
Al respecto de la tesis de Flores Quelopana,
debo señalar que hace una treintena de años leí sorprendido una tesis similar.
Ésta fue sostenida por el ensayista francés Jean Robin, en su poco conocido libro:
"Objetos voladores no identificados o la gran parodia" (1979). En este
libro Robin se esfuerza por demostrar que los ovnis constituyen una pseudo-religión,
en la que desgraciadamente cree la mayoría de la población mundial, y que ésta
"es parte de la última fase, la pseudoespiritualidad de la humanidad".
Robin también afirma que los llamados
extraterrestres eran producto de la manipulación de una contra-élite mundial y
que las fotos, imágenes, dibujos, etc., que se tienen de los supuestos extraterrestres
en realidad son de seres provenientes del lnframundo, conocidos en casi todo el
planeta desde hace milenios bajo diferentes nombres: "duendes",
"gnomos", "muquies", "chullachaquis". etc. Esta es
una asimilación demonológica en la que concuerdan Jean Robin y Gustavo Flores
Quelopana. Es más, el trabajo de este último explicita mejor que el primero la
evidente diablería que se oculta tras la inocente tesis ufológica.
* Javier Solís Salcedo. Historiador profesional,
docente e investigador universitario, escritor y apapäk de la Nación Muchik.
JESÚS CURASMA DE LA CRUZ-Filósofo/UNCP
OTRA MIRADA DE LA FILOSOFÍA (2024)
En torno al universalismo filosófico (Lima, Iipcial, 2023), es un libro escrito en forma de
entrevista por el reconocido filósofo Gustavo Flores Quelopana. En sus páginas,
busca romper con la vieja perspectiva que sitúa el origen del pensar filosófico,
única y exclusivamente, en Grecia, y usada a menudo para categorizar como filosofía
solo a la filosofía Occidental. Pero su pretensión de ser universal, nos dice,
no es sino una particularidad europea, que ha logrado instalarse ahí donde sus
tentáculos de dominación le han permitido llegar. Descontando a unos pocos, a su
juicio, no se salvaron de sus largas ventosas ni siquiera las mentes más
brillantes de nuestro país; sin importar su grandeza, una a una fue cayendo
seducida por el canto de la sirena eurocentrista.
En vista de ello, el amigo Gustavo, ve la
urgente necesidad de trizar las cadenas que nos hacen dependientes de la tradición
etnocéntrica de Occidente, para buscar la anhelada autonomía del pensamiento filosófico,
pero cuidándonos, a su vez, de no caer en el otro extremo, igual de peligroso,
que él identifica como “chauvinismo cultural y andinismo ultraortodoxo”. El
cambio que se requiere -nos propone-, pasa por reestructurar nuestro esquema mental
a través de un verdadero giro copernicano, comprendiendo que la filosofía no es
propiedad de una sola cultura que luego exporta su sabiduría al mundo, sino que,
al ser consustancial a la condición humana, no hay sociedad que carezca de ella.
Esté de acuerdo o no el lector con el punto
de vista esgrimido por el filósofo mencionado, su labor intelectual no deja de
impactarnos y hacernos repensar en la veracidad de nuestras convicciones. Desde
el centro del país, saludo su esfuerzo y genialidad. Hasta pronto.
JORGE DAVID
ESCALANTE MUÑOZ-Filósofo/La Cantuta
FILOSOFÍA,
EUROCENTRISMO Y LIBERACIÓN*
(Lima,
IIPCIAL, 2023)
“(…) en el combate filosófico contra las ideas posmodernas
destaca actualmente de forma nítida el filósofo Gustavo Flores Quelopana, mientras
que el grueso contingente de filósofos se limita por sus compromisos académicos
y el peso de la presión social” (La Filosofía peruana al final de los
tiempos posmodernos, 2011, La erosión nihilista de la sociedad posmetafísica,
2007).
” …estamos a
las puertas de una nueva fase histórica, que será de grandes repercusiones mundiales.
Y es tarea de la filosofía desentrañar el rumbo a tomar. Un pensador que se ha
destacado en este esfuerzo es Gustavo Flores Quelopana (Apocalipsis de la
razón burguesa, 2022; La modernidad envejecida, 2022), el cual da
cuenta de una modernidad burguesa envejecida que en su ocaso cede el paso a un
nuevo mundo multipolar, donde una nueva metafísica supera las limitaciones inmanentistas
de la secularización misma.”
*Filosofía, eurocentrismo y liberación es un libro
de la autoría de Jorge David Escalante Muñoz que fue publicado en el 2023.
JOSÉ ANTONIO ÑIQUE DE LA PUENTE--Jurista/UNMSM
EL HUMANISMO JURÍDICO EN SAN MARCOS
Parte I: Capítulo V: ANÉTICA VS HUMANISMO DEL
SIGLO XXI
(Tesis de doctor en Derecho, Lima, UNMSM, 2004)
Nuestros futuros abogados, si renuncian al
humanismo jurídico, llegarán vía el pragmatismo a la “competencia global” la cual
genera una vida vacía, sin objetivos trascendentes, donde se sobrevalora lo liviano,
lo light, lo superficial. No hay metas heroicas, ni grandes ideales, es el triunfo
del hombre masa interesado sólo en la comodidad material y el predominio ominoso
del saber práctico, como lo dice el filósofo Flores Quelopana.
A tal cultura Flores Quelopana lo denomina “humanismo
luciferino” producido por el ultraliberalismo, el cual ofrece una sociedad de
la sensación, del hedonismo, de la idolatría, del instante, de la abolición de
la historia y asiste a la preparación de las exequias de los valores permanentes.
Frente a ello requerimos de un Neohumanismo de
síntesis “basado en un personalismo trascendente”, el cual devuelva su desarrollo
vertiginoso a la racionalidad de fines y así regresa al hombre el olvidado lenguaje
del amor “que revienta el achatamiento de nuestro universo moral” (Gustavo
Flores Quelopana. La agonía de Fausto: Impacto cultural de la globalización.
En: SULLUL. Revista de Filosofía UNMSM. Año1. Número 1, agosto 2003, página
38).
La crisis de valores o descenso ético genera
entre los Profesionales del derecho peruano la necesidad de no abandonar las
enseñanzas de nuestros maestros que, como Manuel Vicente Villarán, José León
Barandiarán y todos los forjadores de San Marcos, prepararon los fundamentos de
una ética superior para nuestra formación de abogados con el espíritu de los
requisitos que indica Ulpiano: “Sacerdotes de la justicia, el bien, la verdad y
la belleza”.
JOSÉ CHOCCE PEÑA-Filósofo/SPF-UNAB
UN LIBRO PROFUNDO Y VALIENTE
Contra el Género (2023) del filósofo y amigo Gustavo Flores Quelopana es
un libro profundo y valiente. Valiente porque la ideología de género ha tomado
por asalto prácticamente a las universidades del país, donde dar una opinión discrepante
es cometer una herejía que pone en riesgo la permanencia en la cátedra bajo la
acusación de homofobia. La ventaja de Gustavo es que hace filosofía desde fuera
de la universidad. Y profundo porque desentraña las raíces metafísicas de una
ideología enfangada en el nominalismo y el culturalismo de la arbitrariedad individualista.
Por ello estamos ante un libro polémico, que abre el debate en nuestro adormilado
mundillo filosófico, el cual se refocila en la repetición escolástica de los posmodernos
y continua el comercialismo degradado de las universidades del país. Considero
que Flores tiene razón al señalar la fuente de la ideología de género en la filosofía
existencial de Sartre y Beauvoir. De manera que estamos ante un libro que es brinda
un aporte vital para entender que la autoproclamada lucha feminista y LGBT sigue
un derrotero acorde a los intereses globales y no a una auténtica lucha, a
parte que en nuestro medio casi todos asimilan infantilmente dicha predica sin
criterio ni rigor. Estamos ante un debate abierto por un libro que espera respuesta.
JOSÉ CHOCCE-Filósofo/UNFV
PENSAR SIN FRONTERAS
[Libro publicado en 2022, Lima, Iipcial]
El maestro Flores Quelopana nos vuelve a sorprender
con una obra polémica y de rigor [Pensar sin fronteras, 2022]. Esta vez aborda
un tema crucial y muy debatido. ¿Qué es filosofar?
Y nos dice que filosofar es aquella actitud
inherente a la esencia humana. Diríase que, si no reflexionamos sobre estas preguntas
netamente filosóficas ya no seríamos propiamente humanos. “El filosofar es el
pensar sin fronteras”, afirma con acierto, y para sustentar aquello rompe con
la definición convencional de filosofía del magisterio occidental. Es así como,
nos ofrece una obra ágil y dialogada, donde elabora argumentos que sostienen
que: “La filosofía es polimórfica y multívoca”.
Así pone la pica en Flandes dentro del
corazón del paradigma eurocéntrico de filosofía. Y lo hace con una aguda polémica
con filósofos nacionales y europeos. Nuestro filósofo es un escritor prolífico,
tiene un pensamiento vivo, una pluma conceptuosa, una obra sistemática, un sistema
propio, pero en constante desarrollo.
JOSÉ CHOCCE PEÑA-Filósofo/UNIVERSIDAD SAN PEDRO
EL MODELO PEDAGÓGICO HUMANISTA “GUSTAVO
FLORES QUELOPANA” EN LA RENOVACIÓN POLÍTICA-EDUCATIVA DEL BICENTENARIO 2021
(Tesis de maestría, Lima, 2019.)
RESUMEN:
La presente investigación: El modelo pedagógico de Gustavo Flores Quelopana
como alternativa política educativa en las academias preuniversitarias “Haziel”
y “Orbythales”, 2017, tiene como único objetivo justificar la implementación de
dicho modelo pedagógico en la realidad educativa nacional y en las academias
pre- universitarias, con lo cual se innova la aplicación de un modelo educativo
alternativo.
5.1.2.1. EL MODELO PEDAGÓGICO
El Modelo pedagógico de Gustavo Flores
Quelopana se basa en un Neo- personalismo de estirpe cristiana. Parte también de
sus reflexiones sobre la visión mundial y sus análisis de la realidad nacional.
Elabora un marco conceptual muy rico en conceptos y principios que sistematiza,
así como es la justificación teórica para tomar las medidas “adecuadas” en la política
educativa nacional.
CONCLUSIÓN: la crisis civilizatoria actual ha
generado un tipo de hombre irresponsable y materialista: el hombre anético. en consecuencia,
se necesita una filosofía cristiana que contrarreste aquella situación mediante
la aplicación de un modelo educativo humanista “modelo educativo humanista de GFQ”.
JOSÉ
DANIEL HIDALGO-Escritor/Trujillo
EL FILOSOFAR ES HUMANO
Tener preocupación
permanente por el estudio de la filosofía en un mundo tan aciago como este, es realmente
meritorio, sobre todo para quien se la pasa escribiendo y reflexionando y
rebuscando sobre esta preocupación humana, ancestral y sin patria propia; estoy
seguro de que, tras esa inquietud, poco comprendida está la búsqueda de razones
para poner de pie lo que en la actualidad está de cabeza.
Por su
formación reflejada en su producción intelectual, el filósofo Gustavo Flores Quelopana
es contrario a toda herencia eurocentrista, que de por sí es colonialista
dependiente, enajenante y por lo tanto humillante porque intenta cosificar a todo
lo que no venga de Europa. Y en su reflexión entra a ciernes un tema quemante y
por lo tanto muy evadido en el debate ¿Existió filosofía en nuestra América
andina? Y basta recoger una respuesta a una pregunta simple: ¿para qué sirve la
filosofía? a lo que el propio autor fulmina con una contundente afirmación:
“...no existe una figura del filósofo universalmente válido, hay una diversidad
de formas en que los filósofos y la filosofía han existido”.
El
pasado virgen de América aún está por explorar, pero hay pistas suficientes que
confirman que sí hubo una cosmovisión, si hubo un orden, y por lo tanto debió
existir una visión del mundo que justificaba la construcción de una sociedad,
lejana a cualquier canibalismo y a los vicios “infrahumanos” que algún cura
cronista quiso ver. Visión del mundo que aún no se encuentra registrada en algún
papiro o sustrato similar conteniendo las grafías simbolizadas en la escritura
que conocemos, lástima que el brutal exterminio intentó acabar toda conexión con
el pasado autóctono.
El filosofar es humano, es la contundente
afirmación de Flores Quelopana, quien después de una sostenida especulación intelectual
niega que la exclusividad de la filosofía corresponde a los viejos griegos. Se
puede filosofar con la inspiración de las piedras en el rio, la música de las olas
del mar, el poder de curativo de las plantas, la posición de la luna y su influencia
en los seres humanos (locos y gestantes), la facultad premonitoria de los chamanes.
JOSÉ DÍAZ SÁNCHEZ-Poeta/Sullana
LA FILOSOFÍA
TRASVASADA EN COTIDIANIDAD (mayo, 2024)
Los filósofos
en el mundo de ahora, son una imperiosa necesidad. Siempre lo fueron, pero en
los tiempos que corren bajo el puente de estos días, tan complejos e inciertos,
su voz y su palabra se erigen imperativas por la claridad y agudeza que
sustenta sus reflexiones. Gustavo Flores Quelopana es uno de estos filósofos, siempre
dilucidante, preciso y esclarecedor en su análisis, donde se enfatiza un
esfuerzo intelectual para simplificar y clarificar nuestra realidad. Sus reflexiones
fluyen como las aguas donde se transparenta la vida, para hacerla comprensible
al ojo humano que se sitúa frente a su vigorosa palabra escrita, o el oído, que
afina su sensibilidad con la voz de sus cavilaciones, siempre sustanciosas.
En su
libro La razón en su laberinto (2019) nos aproxima, con la fuerza poderosa
de su verbo, en las entrañas de la racionalidad y todo lo que implica en estos
tiempos. Esclarece, cuestiona, aporta, propone ideas para entender y enfrentar
esta vorágine racionalista
Sin
duda alguna, Gustavo, además de ser un prolífico filósofo, es un ser humano que,
a la manera de un Diógenes Contemporáneo, transita cada día con la lámpara del
pensar cotidiano, para entender mejor nuestro mundo.
JUAN CARLOS ASMAT (Juanka)- Docente
de filosofía/ Trujillo
2 DE
JULIO, DÍA MUNDIAL DEL OVNI. LOS OVNIS COMO SERES VIVOS EXTRATERRESTRES NO
EXISTEN
A mi
juicio a la fecha no existe una sola evidencia científica sobre la existencia
sobre seres vivos extraterrestres. Sencillamente no lo hay, todas las supuestas
evidencias resultan en teorías, muchas conspirativas y muchas con enormes
lagunas científicas.
¿Podríamos
acaso aplicar lo que decía Sagan que la ausencia de pruebas no son pruebas de
ausencia?, evidentemente no a mi juicio.
Uno de
los grandes libros sobre el tema lo escribe mi gran amigo el doctor Gustavo Flores Quelopana, destacado filósofo peruano miembro de
la Sociedad Peruana de Filosofía y su expresidente.
Aborda
desde una concepción filosófica, teológica y científica del tema, analizando
todas las posibilidades que permiten al lector filosofar sobre el tema.
LADISLAO CUÉLLAR-Filósofo/UNMSM
LAS DOS VERTIENTES DEL FILOSOFAR LATINOAMERICANO
[Lima, edición personal, 2006, pp. 71-72]
Complementando nuestro punto de vista que abona
a favor de una existencia de la filosofía precolombina, Gustavo Flores
Quelopana, un intelectual joven, en su libro Eurocentrismo y filosofía prehispánica.
1999, pp. 9-11), nos dice: “El problema de la posibilidad de la filosofía prehispánica
gira alrededor de tres círculos de ideas, que casi siempre rivalizan entre sí. Primero,
el círculo de ideas de la tradición racionalista occidental, que concibe la filosofía
como un saber basado en la razón y según la cual en la América Precolombina no hubo
filosofía porque no rebasó los límites de una cosmovisión mítico-religiosa. Segundo,
el círculo de ideas de la tradición nativista, que concibe la filosofía como
una sabiduría de la vida y método de reflexión, y según la cual en la América
Precolombina sí hubo especulación filosófica, aunque alegórica y asistemática.
Tercero, el círculo de ideas de la tradición culturalista, que concibe a la filosofía
como un saber que se manifiesta en una multiformidad de sentidos, y que lo
fundamental del dilema no se circunscribe a que, si una probable filosofía prehispánica
no presentó las notas características del pensar occidental, sino que, previa crítica
de la absolutización del criterio eurocéntrico, se manifiesta como una
sabiduría práctica y a la vez teórica, comprometida con el hombre concreto” (9-11).
Más adelante, Flores Quelopana señala: “La
interpretación racionalista concibe como una vía muerta el pretender que el
pensamiento inca o andino (quechua o aymara) constituye por sí una filosofía (…)
El enfoque nativista afirma, por el contrario, que sí hubo pensamiento filosófico
prehispánico, y como prueba se tienen ideas de moral, religión, teogonía y política
del Antiguo Perú. Suponer lo contrario es negar su deseo natural de saber.
LILIANA MOLINERIS-Venasca/Italia
FILOSOFÍA PREHISTÓRICA (2018)
Considerando el principio de universalidad
de la filosofía y que esta es una necesidad existencial de la condición humana,
como Gustavo Flores lo expone en su libro Filosofía Prehistórica,
podemos llegar a comprender el estudio del hombre prehistórico y su capacidad
de pensamiento e ingenuidad que se describen claramente en este libro. Refleja el
ingenio de este Homo habilis, que inventa herramientas para obtener comida, se
refugia en cuevas para refugiarse de los elementos y el ataque de animales
feroces ... y así sucesivamente ... ¡Un verdadero pensador! Aprende a vivir con
sus compañeros y en armonía con la naturaleza.
Esta maravillosa criatura prehistórica
comprende la sacralidad del mundo que le rodea porque está dotada de habilidades
lógico-intuitivas, emocionales y, a su manera, religiosas y filosóficas.
recurso muy apropiado este modo de filosofar
"Numinocrática", la forma más antigua de encontrar respuestas a los
misterios de la vida a través de conceptos-imagen, la percepción y la
imaginación, verdaderos instrumentos espirituales que caracterizan el
pensamiento del Homo habilis prehistórico.
LUIS ENRIQUE ALVIZURI-Filósofo/URP
PENSAR SIN FRONTERAS
[Libro publicado en 2022, Lima, Iipcial]
Cuando a uno le explican en qué consiste la
filosofía lo entiende rápidamente debido a que lo asocia a un fenómeno que a
todos los seres humanos nos es común: la intriga sobre nuestra existencia. Es casi
seguro que el único ser que tiene esa “sensación” angustiosa es el humano, puesto
que en los animales vemos muchas cosas similares a nosotros, pero en ningún caso
detectamos que se “sientan” ajenos a su realidad y a su medio.
Es esa “ajenidad” en cuanto a la relación entre
nuestro ser y el mundo en que vivimos, lo que nos impulsa a preguntarnos: ¿Qué
soy? Si esta situación solamente se hubiera dado en un pueblo, como el griego, estaríamos
hablando de una peculiaridad dentro de nuestra especie, pero como es algo que,
a través de la etnología y de nuestra experiencia personal, sabemos que es común
a todos los seres humanos, podemos llegar a la conclusión que la misma “sensación”
se produce en todos por igual, por lo tanto, todo ser humano es un ser filosofante
por naturaleza. Como bien dice Flores Quelopana, esto que es tan obvio a simple
vista no lo es para un occidental, haciendo que el problema de la definición de
qué es filosofía no se encuentre en ella misma, sino más bien en quién lo
define. Es decir, en cómo el observador lo entiende. Esto mismo sucede en las
ciencias cuando tratamos de interpretar los hechos mediante palabras que resultan
ser metáforas para “humanizarlas”. De modo, que es Occidente, el que por
razones de supremacía y para reservarse “la exclusividad de pensar
correctamente”, quien establece un parámetro, un prerrequisito para aceptar que
algo sea filosofía, y esa condición resulta curiosamente ser: “que se haga a la
manera de Occidente”. Si no se ejecuta de es manera, entonces no es filosofía,
sino pensamiento o cosmovisión. Flores Quelopana exhibe en su disquisición
sobre la filosofía una vasta cantidad de ejemplos y pruebas que demuestran que
el filosofar no es una “especialidad occidental” sino una expresión humana que
puede ser efectuada de muchas maneras y no sólo mediante el ejercicio de la razón.
Pero todo ello cae en el vacío, no por los argumentos que pueden ser muy puntuales
y acertados, sino porque lo que está en juego es la primacía de una civilización
sobre las demás, en el sentido que “si Occidente domina es porque sabe pensar
con sensatez y con razón”, mientras que los demás sólo tienen “pensamientos
primitivos o pre filosóficos”. Si Occidente aceptara que todos los pueblos de la
Tierra hacen filosofía significaría que éstos también tendrían iguales derechos
e iguales razones para creer que sus culturas son también capaces de conocer el
mundo, con os cual la autoridad que los occidentales suponen tener sobre los
demás se derrumbaría y dejarían de ser vistos como “superiores” o como “la avanzada
de la humanidad”.
MACEDONIO
VILLAFÁN-Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo
Pensador
de la peruanidad
La gravísima
crisis política que sufre nuestra patria exige pensar en ella. Sea en sus problemas más coyunturales o en
sus agendas más inmediatas, sea en sus líneas más trascendentes o las de mayor
proyección en el tiempo. Pensar en el Perú es la tarea urgente; por ello es el
momento es que más se necesita de la contribución de los filósofos, de los
pensadores, de los intelectuales, de los profesionales y de la gente sencilla
que intuye bien las heridas que no afectan y duelen a la gran mayoría de
peruanos mientras una minoría de plutócratas y políticos sin conciencia nos hunden
cada vez en un pantano de corrupción en que se reducen los privilegiados y se
acrecientan los pobres.
En
ese pensar acerca del Perú, una dimensión importante es la definición de
nuestro ser como peruanos, demarcar nuestras esencias más características;
responder a la pregunta quiénes somos y a partir de esa respuesta trazar
nuestros derroteros históricos. Es en esa dirección que el filósofo peruano
Gustavo Flores Quelopana comparte un conjunto de reflexiones en su libro Dialéctica
de la peruanidad. Entre la corrupción y la esperanza (2018). Tenerlas
presente puede abrirnos alternativas y horizontes prometedores a los peruanos.
Son
numerosos los planteamientos de Flores, sin embargo, considero que hay que
subrayar algunos de ellos. Su lógica expositiva propone premisas y a partir de
ellas proyecta alternativas. Repasa la dinámica de la corrupción regentada por
una república criolla. Para acabar con esa situación malsana -propone Flores-
cada nación ha de tomar en cuenta dos elementos fundamentales: el factor
nacional o la identidad y la ruptura metafísica con la filosofía moderna.
Flores
sostiene que toda revolución y evolución social en el Perú está destinada al
fracaso al no tomar en cuenta que la síntesis identitaria debe ser hegemonizada
por lo andino. Lo cual debe implicar la asimilación crítica de la occidental
racionalidad instrumental y su subordinación a la racionalidad humanística-ecológica
(andina, se entiende). Enfatiza este filósofo que la miseria moral e
intelectual del Perú será incurable hasta que se acabe con todo el cadavérico y
oprobioso mundo capitalista que cosifica a la persona, que exhala un olor
pútrido a muerto, escéptico hasta la médula, sin profundidad metafísica, sin
pasión por el ideal, indiferente hacia los valores. En esta honda crisis -observa
Flores Quelopana- nuevamente lo andino vuelve a ser subsumido, soterrado y
marginado en todos los acontecimientos por una visión criolla y occidental de
las cosas. Que sin embargo actualizar lo
andino es la revisión de posibilidades latentes en los gérmenes intrahistóricos
del alma nacional frente a un mesticismo o un hispanismo que no comprende la
profundidad andina del país.
En
consecuencia, tal como ya lo planteara Arguedas, en su libro Flores Quelopana
se dedica a trazar un reto importante que nos puede definir a los peruanos:
pensar la raíz y el corazón andino de la Patria. El cual -advierte- no es
estático sino dinámico; que lo andino no es algo racial, étnico, ni de clase,
sino que es algo espiritual, cultural y un pathos transhistórico que nos exige
afrontar y asumir. Es toda una tarea histórica.
MANUEL ARBOCCÓ DE LOS HEROS*-Psicólogo/UNIFE
Comentarios a Los Peruanos: por
qué somos emprendedores sin ser innovadores, de Gustavo Flores Quelopana
(Año: 2008; Fondo Editorial IIPCIAL).
En esta obra, texto desarrollado en noventa y nueve páginas y repartido
en diez capítulos (con títulos interesantes como La identidad neurótica; ¿Una cultura del fracaso?; La revolución
somatotónica; La sociedad de la sensación; Popurrí de pecadillos nacionales,
entre otros títulos) el prolífico filósofo Gustavo Flores Quelopana realiza un
diagnóstico crítico de nuestra sociedad peruana actual.
Nos clasifica como una cultura hedonista y somatotónica. Juega con los
conceptos de exitofobia y fracasofilia (correctos neologismos
propios del autor) para designar al peruano como un sujeto de ancestral “humillada
cerviz” que trata de enfrentar las dificultades, sobre todo económicas, por
medio de emprender negocios y comercios, pero sin mayor capacidad o talento para
aplicarse a tareas propias del quehacer académico, intelectual y cultural;
muchos negocios, restaurantes y peluquerías, pero poco conocimiento, ciencia y
filosofía. Incluso, afirma el autor, las universidades vienen perdiendo su
baluarte intelectual y se han convertido en comercializadoras
de grados y títulos y ya no en centros del saber y del pensamiento. Describe
a los peruanos como desorganizados, irrespetuosos, sin abolengo, así como
envidiosos y acomodaticios.
Con una prensa y redes mediáticas promovedora de formas alienantes,
tontas y cosificantes de la vida misma, en pocas palabras el reinado de la
chatura mental. Compartimos una cita aparecida en la página 37 a tal fin: “Los medios masivos de comunicación son
verdadera prosa de las palabras inspiradas en la malicia, en la codicia y en la
imbecilidad. Su constante bombardeo de veinticuatro horas difundiendo estulticias
sobre la comunidad tiene el desastroso resultado de que la persona deje de
percibir su sentido interno, porque solo en silencio ha de ser escuchada el
alma”.
El autor reclama, a la vez que clama por un nuevo giro espiritual en la
población nacional, un acercamiento sincero a la moral y a la educación de
calidad además de una orientación contraria a la racionalidad instrumental y al
modelo neoliberal globalizado que solo estimulan una mirada cosificadora, tecnocrática,
mercadólatra e hiperconsumista de la vida.
Casi al final de su ensayo, el profesor Flores nos señala su aún
sobreviviente esperanza de una posible, aunque lenta, modificación y mejora,
cuando dice: “Pese a todo sigo creyendo
que el peruano puede ser mejorado, justificado y salvado, que el Perú puede
acompañar a su engrandecimiento material un potente florecimiento espiritual e
intelectual” (pág. 61).
Ojalá sea así profesor Gustavo, por el bien de todos.
*Psicólogo
y escritor. Magister en Psicología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Profesor Universitario. Fue articulista del
Diario Oficial El Peruano desde el año 2014 hasta el año 2020. Difunde información
psicológica desde su blog Nos sobran las palabras. Es articulista de la
Revista La Hormiga, espacio dedicado a la cultura y el arte. También es autor
de más de cuarenta artículos científicos de Psicología y Humanidades en
revistas de la especialidad, disponibles en la web. Ha publicado los libros Tiempos
inciertos: aproximaciones a la sociedad posmoderna (2020); La Comarca y
otros relatos (2022); Grandes psicólogos y psiquiatras de la historia
(2023) y Nunca nos den por muertos: Cuentos urbanos (2024).
MIGUEL PACHAS ALMEYDA-
Vallejólogo/UCV
VALLEJOLOGÍA
Tal como afirmé en una oportunidad, la Vallejología puede definirse como
el estudio serio, objetivo y trascendente de la vida y obra de César Vallejo.
En este sentido, la obra Vallejología.
En lo prosaico lo sobrehumano (2015) del escritor y filósofo peruano, Gustavo
Flores Quelopana, nos brinda un interesante análisis de la trascendencia poética,
política y filosófica de nuestro gran autor de Trilce. Flores afirma que "lo esencial de la poética vallejiana
reside en que entrevé y expresa una nueva racionalidad humana opuesta a la
racionalidad materialista, explotadora y del beneficio del mundo capitalista
globalizado actual". Asimismo,
plantea que a Vallejo hay que valorarlo desde el punto de vista poético y político
porque "su arte síntesis no solo es hija del poeta sino también son
hijas del ideólogo y del hombre de principios revolucionarios y democráticos".
Empero, la acendrada visión vallejiana de Flores Quelopana reside en la
forma como sitúa la trascendencia de la vida y obra del poeta santiaguino en el
contexto real que vivimos en la actualidad, cuando afirma de manera contundente:
"Un poeta no muere, porque su pathos permanece inmarcesible a las horas
del tiempo y mora en lo intemporal. Por ello, nuestro vate telúrico y magnético
de acento patético y humanísimo sigue vivo entre nosotros. Pero además está
vivo porque su estro se identifica con el dolor humano que se agiganta con el
mundo neoliberal globalizado, donde los individuos pretenden ser felices en medio
de una escandalosa miseria e injusticia que se ensaña con las mayorías. ¿No es acaso
el mundo actual un mundo despiadado e inhumano que prefiere olvidar al incómodo
Vallejo?, o mejor, ¿no es esta cultura hipócrita e insensible llena de dobleces
la que prefiere quedarse con la prédica vallejiana separándolo de la
sensibilidad revolucionaria del artista?". Palabras puntuales, sin duda,
que nos lleva necesariamente a una profunda reflexión a partir del significado
de una obra extraordinaria como la de Vallejo. Vallejología. En lo prosaico lo sobrehumano, de Gustavo Flores
Quelopana, es una magnífica obra que destaca la sensibilidad poética, posición
política y filosófica de César Vallejo, nuestro gran poeta peruano y universal.
MIGUEL PACHAS
ALMEYDA-Vallejólogo/Univ. César Vallejo
AUSCHWITZ Y EL PODER
TOTAL
Siempre he meditado
hasta qué punto pudo llegar la mentalidad humana para que haya ocurrido la
aparición del fascismo nazi y, con ello, la sistematización de la horrenda barbarie
en contra de los judíos. Hoy, después de leer el libro Auschwitz y el poder
total (2021), del filósofo peruano Gustavo Flores Quelopana,
encuentro las respuestas más pertinentes porque tienen un fundamento filosófico.
En las líneas
prologales, Flores inicia su obra enfatizando lo siguiente: “Lo
que más poderosamente me ha llamado la atención de los horrores de Auschwitz y
el Holocausto no es sólo la monstruosa crueldad, la negación del progreso
moral, el endiosamiento de unos hombres sobre otros, la banalidad del mal, la
ambición suprema del biopoder moderno y los límites que está dispuesto a transgredir
una humanidad sin Dios, sino el poder de la técnica al servicio del fin
inhumano del poder total”. Ingresando al terreno filosófico, el autor señala que,
con los postulados de Nietzsche, los cuales propugnan el hombre ateo y
nihilista, quedó establecido el “uso reaccionario de su pensamiento”. Luego de
disentir completamente de Kant, Flores asegura que Heidegger no tuvo razón alguna
al afirmar que el hombre es un ser para la muerte. Y si esto fuera, así, anota,
lo de Auschwitz simplemente no llamaría la atención. En todo caso, subraya Gustavo,
el “hombre no es un ser para la muerte sino un ser para
la vida eterna”.
De hecho, el análisis
de Flores Quelopana no se circunscribe a las cuestiones históricas, sino al
triste significado que tiene para la humanidad actual. De ahí que sostiene que
el “exterminio industrial de Auschwitz tiene una íntima relación con la esencia
del pensamiento moderno. La tradición moderna insiste en el problema del
conocimiento, deja de concebir al hombre como un ser ontológico para hacerlo
como ser gnoseológico, lo desliga del Ser porque ha roto los lazos con la fe y
la teología. Esta ruptura provocó una consecuencia más profunda: a conferir a
la ciencia positiva y atea la solución de todos sus problemas”. Esto conlleva,
finalmente, a que el hombre se vuelva “un diosecillo terrestre,
en un superhombre, con capacidad de decidir sobre la vida y la muerte de sus congéneres”.
Auschwitz y el poder total, sin duda, es una
obra fundamental que nos permite explicar por qué el poder del hombre o, mejor
dicho, el superhombre –alejado de Dios-, podría acabar con los de su propia
especie
MIGUEL PACHAS ALMEYDA-Vallejólogo/Univ. César Vallejo
ARGUEDAS COMO FILÓSOFO
He terminado de leer Arguedas como filósofo (2021), una obra extraordinaria
del escritor y filósofo peruano, Gustavo Flores Quelopana. Desde sus líneas prologales,
Flores plantea que es posible hablar del filósofo Arguedas porque “Pensar narrativamente
el drama de la cultura andina tiene no sólo una dimensión antropológica,
política, social, económica y artística, sino, también, una dimensión metafísica,
ontológica, ética, epistémica y existencial”.
El autor sostiene que Arguedas asumió el marxismo y el materialismo
dialéctico desde una óptica muy parecida a la de César Vallejo y José Carlos
Mariátegui, dos de nuestros más ilustres escritores que todavía siguen siendo
referentes en el presente siglo. No obstante, considera que su posición es
diferente al marxismo heterodoxo del Amauta y al marxismo estético del gran autor
de Trilce. Considera que en Arguedas se
halla un marxismo mágico que tiene como sustrato tres aspectos fundamentales:
su desconfianza al extremado racionalismo, su suspicacia que no cae en el culto
a la ciencia y su resistencia a glorificar la razón humana.
“En Arguedas no hay metafísica constructiva, pero está presente el
cosmos en movimiento de Aristóteles, la concepción estoica de un universo ordenado
por combinación de fuerza, el materialismo dialéctico de Marx y Engels y el
universo mítico-mágico de estirpe ancestral andina. Lo cual hace pensar en un
Arguedas panteísta”, subraya, Flores Quelopana. Finalmente, afirma de manera
contundente: “Si la filosofía no sólo es una forma de saber sino también es
una forma de ser, entonces Arguedas fue filósofo porque anduvo por el mundo interesado
por esclarecer el valor del mundo andino desde una visión sincrética donde lo
mágico se mezclaba con el tamizado racionalismo del materialismo dialéctico, donde
la vida y la muerte se combinan de una manera singular”. “Arguedas como
filósofo”, sin duda, es una obra importante porque nos permite conocer más de
cerca la figura de José María Arguedas, aquel escritor que nos enseñó a valorar
las grandes riquezas de nuestro Perú profundo.
ODILÓN GUILLÉN-Filósofo/UNMSM
RACIONALIDAD FILOSÓFICA EN EL PERÚ ANTIGUO
(Lima, IIPCIAL, 2003)
Desde que Gustavo Flores Quelopana publicó
este libro en 1999 [bajo el título de Eurocentrismo y filosofía prehispánica]
no dejó de suscitar polémica y respuestas inmediatas. Entre las más notorias
tenemos la de David Sobrevilla (1999). Flores se distingue bien del Grupo Eurocéntrico
y del Grupo Nativista, denominando a su interpretación como Culturalista. Pero
dentro de las corrientes del filosofar latinoamericano tampoco se deja
clasificar con facilidad, por cuanto rechaza tanto la instrumentalización de la
filosofía, propio de la corriente liberacionista, como la asunción acrítica de
la filosofía occidental, propia de la corriente universalista. El autor afirma
que en la civilización andina se dio la vinculación entre filosofía y religión…Además
defiende diversos modos de filosofar: una opuesta a la concepción mítico-religiosa
y otra en permanente diálogo con ella…Por eso la polémica suscitada por su
postura es en el fondo la antigua discusión entre los que oponen al logos
número pitagórico-platónica (que descubre la armonía de los contrarios) y el logos
de la palabra parmenídeo-aristotélico (que descubre y necesidad la identidad).
En suma, el libro de Flores Quelopana no sólo es sugerente, sino innovador en
el abordamiento de tan controversial tema.
PABLO QUINTANILLA-Filósofo/PUCP
LA
FILOSOFÍA EN EL PERÚ
(Lima,
Heraldos editores, 2024)
Es
frecuente interesarse por si la filosofía es un producto únicamente occidental
o si se da ese tipo de reflexión intelectual en sociedades no occidentales (15).
(…) hay procesos cognitivos universales e innatos que se activan a la misma
edad en todas las culturas, a partir de la influencia del medio. Si esto es
así, en muchos casos esos procesos podrían generar las preguntas que nosotros llamamos
“filosóficas” (19). Lo que quiero decir es que los pueblos andinos y amazónicos,
desde tiempos inmemoriales, tenían conceptos que hoy llamamos “filosóficos”, como
causalidad, verdad y modus ponens, aunque no lo supieran (20). Ahora
bien, volviendo al caso peruano, podemos encontrar registrados intuiciones y presupuestos
filosóficos en comunidades peruanas solo desde la llegada de la escritura… Por
otra parte, en sus Comentarios reales (…) menciona la existencia (…) [de
los] amautas a los que Garcilaso denomina “filósofos” (…). Flores [Quelopana]
(2017, 2018, 2023) * analiza los diversos sentidos en que puede hablarse de
pensamiento filosófico no occidental, para rechazar la distinción entre
filosofía en sentido amplio y en sentido escueto, para proponer que se trataría
de otra manera de hacer filosofía. Considero que ello no es incompatible con mi
distinción (21). En resumen, considero que hay un sentido amplio y uno estrecho
de “filosofía” (…) En el segundo (…) es factible hablar de epistemologías, ontologías,
concepciones éticas, etc., andinas o amazónicas, de la misma manera que podemos
hablar de cosmogonías, literaturas, arquitecturas andinas o amazónicas (30).
*
Gustavo Flores Quelopana, ¿Existió filosofía en nuestra América Andina?,
2017; Filosofía prehistórica, 2018; Filosofía, ser, historia, 2023.
PERU WIKI: ANÉTICO
(cast. anético) La palabra no pertenece al griego clásico,
sino que es un neologismo que ha tenido auge en el siglo veinte. El término es
acuñado en el primer tercio del siglo XX, exactamente en el período de
entreguerras, para indicar la situación psicopática de la carencia de ética.
Este significado psicológico es el más común y difundido a lo largo de su joven
historia, pero no han faltado nuevas interpretaciones que han enriquecido su contenido,
sobre todo de carácter filosófico [Gustavo Flores Quelopana], y de ahí se ha
difundido al ámbito del derecho y de la politología.
Según el
psiquiatra Kurt Schneider, en su libro "La personalidad psicopática"
(1923), la personalidad anética es un trastorno de personalidad en la que el
individuo se muestra incapaz de adaptarse a la vida social y de conciliar con
ella sus propios instintos y sus propias tendencias. Se trata la psicopatía de
una anormalidad y no de una degeneración, que presenta dos variedades: 1. Las
Fundamentales: hipertímicas (exceso de vitalidad y proyectos sin realización),
depresivas y de inseguridad (sentimientos de culpa y desconfianza en sí mismo),
fanáticas y fóbicas (delirios megalómanos) y explosivas (exceso de proyección del
sujeto hacia el exterior). 2. Las Atímicas: donde el sujeto carece totalmente
de sentido moral, social y de culpa; las abúlicas (influenciabilidad, falta de
reacción) y las asténicas (incapacidad de concentración mental, deficiencia de
memoria, etc.). Actualmente se diferencia la psicopatía, la psicosis y la
psiconeurosis.
De este modo
en Schneider lo anético no coincide plenamente con la personalidad psicopática,
sino solamente con una de sus variedades, a saber, la psicopatía atímica, donde
el individuo carece totalmente de sentido moral.
De la
psiquiatría la noción pasó sin dificultad a la filosofía, al derecho y a la
politología gracias a la obra del filósofo Flores Quelopana. Gustavo Flores
Quelopana, le ha dado una dimensión antropológico-filosófica para explicar el
tipo humano imperante en la sociedad capitalista posmoderna donde gravita el
"todo vale", el egoísmo y el mercantilismo, como signo de una civilización
decadente que abandonó la razón, el humanismo y los valores trascendentes (El
imperio posmoderno del hombre anético, Lima 2004). En el vocabulario filosófico
es todavía nuevo el uso del término "anético".
Anético es el término que se acuña por primera en la bibliografía
filosófica peruana en la obra Imperio Postmoderno del Hombre Anético
(2004) de Gustavo Flores Quelopana, donde es empleado para denominar al acto
moral por medio del cual la mentalidad moderna convierte al hombre en una
criatura sin absoluto.
Este
acto moral del hombre anético pertenece a una época en que se completa el
proceso de extinción de lo divino y tras perder el nexo ontológico entre Dios y la Criatura, pierde también su propia condición de
criatura. Lo anético no afecta la capacidad humana de sentir lo divino, sino su
voluntad de lo divino.
Por
eso, remarca Flores que el lema del hombre anético ya no es “Dios ha muerto”, sino
“El hombre ha muerto”. Con la muerte de Dios el hombre anético, que coincide
con el “todo vale” de la época postmoderna, sepulta algo muy esencial de su ser,
a saber, el contacto con lo Absoluto. El anetismo también señala el tránsito
del pensamiento contemporáneo de la cultura de la increencia a la cultura del
nihilismo, pero se trata de un nihilismo integral, como nunca antes visto en la
historia universal
Justamente
refiriéndose a la obra del filósofo limeño Flores Quelopana el término ha
tenido fortuna y repercusión también en el derecho, donde el Dr. Ñique de la
Puente sostuvo en su tesis de doctorado "El humanismo jurídico en San Marcos"
(Lima 2004) que el anetismo es el principal problema que afronta el humanismo
contemporáneo.
Por
su parte, el politólogo Francisco Miró Quesada Rada, también refiriéndose a la
obra de Flores Quelopana ha destacado la importancia de la categoría del "hombre
anético" para comprender el fenómeno del neoliberalismo (Filosofía del
neoliberalismo, El Comercio 29-12-03) enfatizando la idea de que la sociedad
anética maneja a los seres humanos como una cosa entre las demás cosas.
A todas
luces parece evidente que la noción de "anético" resulta una
categoría fecunda para examinar los síntomas decadentes de la civilización occidental.
RAÚL PASTOR GÁLVEZ-Filósofo/UNT
SOBRE LA FILOSOFÍA PREHISTÓRICA
Con su Teoría General de la Filosofía expuesta en su libro Filosofía
prehistórica (2018), el amigo y filósofo Gustavo Flores Quelopana ha cumplido,
por el recurso sistemático y no sólo por el intuitivo, con el circuito
dialéctico de la doble negación. Si la Filosofía Mitocrática se opone a la
pretensión fundacional de la Filosofía Logocrática por etnocéntrica, su Teoría General
de la Filosofía, de dimensión universal, supera la rivalidad, reconociendo a
ambas como momentos de una misma condición. Falta dirimir si esta es ontológica
o antropológica. Felicidades
RICARDO LICLA MEZA-Filósofo/UNMSM/PUCP
UNA TESIS IRREVERENTE
Gustavo Flores Quelopana, quizá sea uno de los últimos
metafísicos y uno de los pocos hombres de fe con formación teórica excepcional;
pero de lo que sí podemos afirmar con mayor certeza es que estamos frente a uno
de los filósofos más prolíficos de fines del s. XX e inicios del s. XXI. Nietzsche
afirmaba que existen dos tipos de filósofos: los obreros y los legisladores.
Los filósofos obreros son los que se dedican a predicar el
pensar de otros filósofos, a los más llegan a ser meros hermeneutas, compiladores
y sucursales que se constituyen en el eco del pensar ajeno, en breve son los
filósofos de gabinete. Mientras que los legisladores son los filósofos con
talante que se atreven no solo a pensar por sí mismos, sino que a crear nuevos
senderos que permitan desentrañar otros aspectos de la realidad.
Pues, de esta segunda laya es Gustavo Flores, quien en su
pasión por la complicada actividad filosófica ha renunciado, incluso, a otras
actividades que puedan complicar su tiempo por el filosofar. En esta oportunidad,
de la gran cantidad de títulos que ha publicado solo este año (2018) nos llena
de asombro su último título: La razón filosófica. Una exégesis
ontológica existencial (2018).
En este libro, nuestro filósofo peruano va más allá de su teoría
mitocrática. En este trabajo Gustavo Flores propone una tesis irreverente que
consiste en que la filosofía no se limita a las diversas culturas que existieron
a lo largo de la historia, sino que la filosofía es propia de los homínidos,
vale decir, existió una filosofía prehistórica que se remonta a los primeros
filósofos: los homo- habilis.
Para sostener semejante tesis Gustavo Flores reformula y
amplía el sentido de la razón. Es decir, para este pensador la razón no se
reduce a lo meramente lógico, sino que ella, la razón, presenta un aspecto perceptual,
emocional, estético, ético, religioso y filosófico.
Desde esta perspectiva la razón filosófica se convierte en
el estudio de metafilosófico de las diversas formas de filosofía (numinocrática,
mitomórfica, mitocrática y logocrática).
Es esta filosofía logocrática o de conceptos (que se
remonta a los griegos) la que se ha impuesto y se ha normalizado como el único
modo del filosofar, invisibilizando los otros aspectos de la razón que también
permiten aproximarnos a la realidad.
Sin embargo, no deja de resaltar, Gustavo Flores, que esta razón
occidental (unidimensional) está en crisis por la proliferación del discurso
posmodernos que exalta la difuminación del sentido existencial.
RICARDO
LICLA MEZA- Filósofo/UNMSM-PUCP
PENSAR
SIN FRONTERAS
[Libro
publicado en 2022, Lima, Iipcial]
¿Qué
es filosofar? [primera conversación del libro Pensar sin fronteras] de Gustavo
Flores Quelopana, no sólo es un diálogo, sino un monólogo. Es lo primero en la
medida en que a través del “logos” que brota del alma llega a sostener que el “filosofar
es pensar sin fronteras”. Es un monólogo en cuanto no pretende universalizar
sus reflexiones, sino tan solo invitar a la reflexión. “No escribas para que los
demás piensen como tú, sino simplemente para que piensen. El filósofo debe
incitar el pensar, nada más”. Es así que como uno de nuestros filósofos más prolíficos
de los últimos tiempos nos irrumpe con un estilo poco usual, el diálogo filosófico,
para reafirmar una de sus tesis más irreverentes, según la cual: “La filosofía
es universal, polimórfica y multívoca al mismo tiempo, y está anclada en la
misma condición humana”. En consecuencia “no hay cultura sin filosofía, por arcaica
que sea”. Esta filosofía –“universalismo filosófico” (o filosofía floresiana)-
de estilo propio y dialogante, como no podía ser de otra manera va de la mano con
el acontecer político: “Filosofía y Política caminan unidas, pero no confundidas.
El filósofo cumple su misión desde la trinchera del pensamiento, no desde el
palco parlamentario”.
RUBÉN
QUIROZ-Filósofo/UNMSM
LA
RAZÓN EN SU LABERINTO (2019) de G. F. Q.*
La
Filosofía es una de las disciplinas más complejas del conocimiento. Más allá de
que nos permite poner en cuestión todo lo posible, nos da materiales para repensar
y accionar. Y es también un espacio para alternativas de preguntas sobre la existencia
misma.
En
este sentido, este trabajo monumental de Flores Quelopana es un ejercicio de
libre pensamiento y, a lo Cioran, desde los márgenes de las instituciones
universitarias, quienes se han apropiado innecesariamente del pensar filosófico.
Pero pensar desde la universidad tiene inmensas limitaciones. Una de ellas es
que más se parece a un conjunto de imitadores tardíos del pensador de turno consagrado;
incluso, como sucede con algunos, son una combinación de secta religiosa y club
de fans.
Es
decir, la claudicación del filosofar a cambio de la sobrevivencia en el statu
quo. Ya Salazar Bondy los había acusado de cómplices del eurocentrismo más rancio.
Hay
otros, como el autor, que, más allá de los rigores académicos, simplemente se
dedican a disparar sus reflexiones con la alegría que da el libre pensamiento y
el carecer de ataduras institucionales que le impidan hacer composiciones insubordinadas,
espontáneas, autónomas. En pocas palabras, pensar por sí mismo.
*
Este comentario fue publicado originalmente el 22 de octubre de 2019 en el diario
Exitosa y se refiere al libro La razón en su laberinto (Iipcial, Lima, 2019,
636 páginas). Posteriormente apareció en el libro Opino, ergo sum. Artículos
periodísticos de Rubén Quiroz Ávila (Heraldos Editores, Lima, 2022, p. 236).
ROSA
AGUILAR VERÁSTEGUI-Filósofa/Univ. Londrina-Brasil
PENSAR
SIN FRONTERAS
[Libro
publicado en 2022, Lima, Iipcial]
Leer
a Gustavo Flores Quelopana nos permite observar su lealtad por la Filosofía.
Proponiendo una filosofía polimórfica y multívoca que rechaza la visión etnocentrista,
acredita que la filosofía es consustancial a la condición humana. Afirma que la
filosofía va siempre hacia lo universal. Resalta la importancia de los
filósofos latinoamericanos, sin desmerecer los aportes de los filósofos europeos
o americanos, dado que: “El universalismo filosófico evita el provincialismo universalista
occidental y el etnocentrismo relativista antioccidental”. Lo que lo exime de posturas
dogmáticas y maniqueístas frente a cualquier filósofo. Gustavo deja en claro que
la fuente de todo filósofo es la realidad, no la academia. Así entendemos que: “filosofar
es existir, porque es un pensar que nos devuelve al mundo”. Finaliza criticando
la modernidad, que se olvidó del sentido de lo sagrado, de la Naturaleza con la
cual estamos acabando, de ella somos fruto y hay que asumirla con reverencia.
SALOMÓN RUÍZ GOIN-Jnani yoga/ La Senda del
Conocimiento
LA ESPIRITUALIDAD LIBERADORA
La cultura no lleva a la espiritualidad. Pero
la espiritualidad se vale del desarrollo cultural que tiene cada persona para
expresar la percepción espiritual. Mi amigo, el filósofo Gustavo Flores Quelopana,
tiene amplia cultura, es un filósofo creador, pero no es un alma iluminada en
el sentido en que lo es un Jnani, al alcanzar la episteme divina fusionando su
yo con el Ser Superior. Me doy cuenta que lo que afirmo es coherente dentro de
la lógica de la espiritualidad de liberación que abrazo, y no en la religión de
salvación a la que Gustavo pertenece. Su camino ha sido otro, diferente al mío.
En mi tradición no se alcanza la espiritualidad con la religión, la metafísica o
la filosofía. La espiritualidad no es teoría, ideología, filosofía o metafísica,
sino que es una experiencia interna y personal. El conocimiento y su experiencia
son infinitos, y proviene de una conciencia liberada, de un ser incondicionado.
Se puede tener una experiencia de percepción directa, no a través de los
sentidos, la mente material, ni un psiquismo que corresponde a la mente humana.
El conocimiento revelado es a través de la percepción directa del espíritu, que
otrora estuvo al alcance de la filosofía cuando fue búsqueda de la sabiduría
divina, como era en Sócrates, Platón, Lao Tsé. En cambio, en la tradición más racionalista
de Gustavo el camino de la verdad se desbroza a través de la razón. Los senderos
hacia el conocimiento son distintos entre Oriente y Occidente, aunque tienen en
común alcanzar lo Absoluto. Pero Occidente nunca como ahora se alejó tanto de
sus objetivos iniciales. Y en su crisis nihilista, escéptica y hedonista el
mundo moderno se hunde en la civilización material. La enérgica protesta de Gustavo
Flores contra esta tendencia decadente y desacralizada de la modernidad es
altamente estimable y compartida por todos los buenos espíritus orientales como
occidentales. Y en este sentido la lectura de su obra es altamente recomendable,
purificadora y de provecho. Ello lo he podido comprobar departiendo con él en
los encuentros de la Universidad Ricardo Palma y en el cenáculo Yachaywiñay.
PENSAR SIN FRONTERAS
[Libro publicado en 2022, Lima, Iipcial]
La modalidad de entrevista que adopta Gustavo Flores
Quelopana, le ha permitido exponer de una manera muy clara su punto de vista sobre
lo que es la filosofía, sus razones de discrepancia con reconocidos pensadores del
ámbito nacional, latinoamericano y europeo y su propuesta de una filosofía que coincide
con el existir “porque nos devuelve al mundo”.
Partiendo de su definición de filósofo: “el que se siente
interpelado por multitud de asuntos que hieren su alma”, Flores Quelopana se
rebela contra la predominante concepción tradicional de filosofía, que califica
a todo lo que está fuera de su esfera como simplemente “pensamiento” o “cosmovisión”,
de manera que propone una reclasificación del concepto de filosofía: la teoría
restringida (originada en Grecia), la teoría ampliada (expresión mítica) y la teoría
general (propia de la condición humana). Con ilustrada fluidez va diseñando su
ontología latinoamericana, coincidiendo con Arguedas al considerar que somos “todas
las sangres”, es decir ni europeos ni indios, sino mestizos; con todo, advierte
el peligro de convertir una realidad etnocéntrica en universal. Recalca la
necesidad de una “ciudadanía pensante” para cuyo logro es sustancia la contribución
de la filosofía, que tiene como auténtica meta el “incitar a pensar”. Finalmente,
reconoce su antievolucionismo por considerar que “el evolucionismo es el arma etnocéntrica
más bárbara que existe”, denunciando como “bárbaros” a quienes han eliminado el
espacio de lo sagrado, perdiendo con ello la armonía del hombre con la naturaleza,
que sí conservan muchos pueblos ágrafos. En suma, “¿Qué es filosofar?” de
Gustavo Flores Quelopana, es un importante aporte -ilustrado, serio, apasionado
y provocador- a la comprensión de una actividad enigmática, fascinante y “esencialmente”
humana.
VÍCTOR BALTODANO AZABACHE- director
del Instituto del Pensamiento Conformacional (IPENCOM)
UN PERMANENTE TRABAJO FILOSÓFICO
Es una tarea muy complicada hacer un comentario al trabajo filosófico de
un pensador que ha escrito cerca de cien libros sobre diversos temas y autores
de filosofía. Lo que puedo identificar en sus escritos son varios caracteres.
Primero, hace análisis muy críticos a algunos filósofos modernos y
contemporáneos, como por ejemplo expresa, que Immanuel Kant “partió el mundo
filosófico en dos. Por un lado, Platón con las esencias trascendentes, y Aristóteles
con las esencias inmanentes. Y por otro Kant con el ser racional autónomo y libre
como fundamento del mundo”, en Antropología sin Antropocentrismo (p.15).
También, en otro libro hace referencia al filósofo Martin Heidegger, diciendo
“La metafísica cristiana en su idea de Dios retiene y desarrolla esta manera de
pensar sin objetividad… lo trascendente viene al mundo, lo ama, se interesa por
él, crea el mundo por amor” en Heidegger y la Metafísica del Supraser
(p.10).
Otro aspecto de sus escritos, es hacer razonamientos filosóficos de las
diferentes situaciones de la vida moderna y contemporánea, esto queda evidenciados
en los títulos de sus escritos, de esto solo mostraré algunos de ellos: La
Modernidad Envejecida: cómo la era deshonesta lleva al mundo a su final.
En Apocalipsis de la Razón Burguesa trata sobre el capitalismo
digital, cibercracia y ciber Deus. El
libro: Sentido Metafísico del Mundo Multipolar en el que plantea la
guerra mundial, el nuevo orden global, arte, chamanismo y ovnis. En el libro La
Globalización del Hiperimperialismo, plantea la etapa superior del capitalismo
megacorporativo privado.
Un aspecto que es singular en el filosofar de Gustavo Flores Quelopana,
consiste en que declara su posición filosófica, él dice tener un pensamiento
teológico identificando su concepto con la espiritualidad del ser humano. en
base a esto critica al pensamiento filosófico anti humano de los tiempos
presentes, esa es la posición que él asume, aun cuando sabemos que ese pensamiento
fue creado y desarrollado a lo largo de la historia por los sectores dominantes.
Quiero resaltar que el permanente trabajo filosófico de Gustavo Flores
en nuestros pueblos, es un llamado a estar continuamente pensando en resolver la
situación de dependencia, falta de técnica y ciencia en el Perú, pobreza y
hambre que es muy clamorosa y como expresa el nombre de una canción muy sensible,
en Perú y América Latina, miramos a “Cristo a diario Crucificado”.
VÍCTOR MAZZI HUAYCUCHO-Filósofo/UNEGV (La Cantuta)
INKAS
Y FILÓSOFOS
(Lima,
edición personal, 2016, pp. 48-49)
El
debate sobre la existencia de la filosofía inka tomó un nuevo giro con la tesis
de Flores Quelopana, quien ha publicado diversos textos reflexionando sobre el
tema, afirmando una postura favorable a la existencia de una filosofía andina.
De
ellos, mencionamos Eurocentrismo y filosofía prehispánica (Lima, 1999); aquí ensaya
la crítica a la postura eurocéntrica y sus presupuestos hegemónicos de legitimidad
ante filosofías no-occidentales, despliega sus propuestas sobre lo que se debe comprender
por filosofía prehispánica. En Metafísica de la racionalidad filosófica precolombina
(Lima, 1999), amplía sus ideas sobre filosofía precolombina antes del dominio español;
aunque la idea de “razón” que esboza sigue el patrón hegemónico occidental. Sus
indagaciones sobre las fuentes manuscritas (crónicas y relaciones del siglo XVI)
lo llevan a publicar: Los amautas filósofos. Un ensayo de filosofía prehispánica
(Lima, 2006); aquí plantea sus reflexiones sobre la idea del hamut´aq como filósofo
propuesto por el Inka Garcilaso de la Vega (vid pp. 13-40). Flores corrige un error
que antes ya se había advertido -y aun se advierte- en muchos investigadores
sobre el tema: la ausencia del estudio de fuentes coloniales temprana sobre el
pensamiento inka, debilidad que trata de superar recurriendo a los distintos
significados que hay en la designación de filósofos en los Comentarios Reales
del Inka Garcilaso de la Vega.
Dentro
de este tópico desarrolla un ensayo crítico sobre las denominadas “filosofías
heterogéneas” planteadas por David Sobrevilla (1990: 138-158), sosteniendo que dicha
heterogeneidad alcanza también al pensamiento inka. En 2007 publica: Las
filosofías marginadas. Fundamentos de una teoría mitocrática de las filosofías no
occidentales (China, India, Japón, Africa, América); aquí evalúa la función del
mythos entre las distintas filosofías no occidentales y propone un modelo de separación
o conjugación entre mythos y logos.
En
su último texto Búsquedas actuales de la filosofía andina (Lima, 2007), sostiene
que existen diversas tendencias respecto de los que afirman la existencia de la
filosofía andina. Propone un esquema que clasifica en dos vertientes: a) Filosofía
andina universitaria, y b) filosofía andina independiente. En la primera hace las
siguientes propuestas de posturas que se asocian en: nativismo dialéctico, nativismo
individualizador, nativismo cosmogónico y nativismo liberacionista. En la
segunda, destaca la presencia de un comunitarismo antioccidental, comunitarismo
idiomático, culturalismo perifilosófico, culturalismo intercultural y nativismo
ecológico. Este ensayo sobre autores y caracterización de sus propuestas, describe
un panorama del problema y de las propuestas contemporáneas entre los que han
venido publicando textos acerca de la existencia de una filosofía autóctona.
Flores
sostiene que la “filosofía prehispánica” es “mitocrática”, aludiendo a la importancia
del mythos como forma predominante del pensamiento premoderno, aunque no deja
de reconocer que tiene un referente muchos más complejo, el cual asimila el sentido
logocrático del pensamiento occidental. En una comunicación personal, (2009)
sostiene:
“Llamo
mitocrático a aquel modo de pensar del hombre arquetípico premoderno guiado por
la metáfora, la analogía y lo poético; y logocrático al modo de pensar típicamente
del hombre occidental guiado por el principio conceptual de identidad. De modo
que ha habido dos formas de hacer filosofía: filosofía poética y filosofía conceptual”.
Aunque
es discutible establecer fronteras definitivas en el pensamiento inka, como mythos
y logos, la razón tampoco fuer ajena al pensamiento Inka; sólo que su sentido
no fue occidental, éste versó sobre tópicos mucho más peculiares.
VÍCTOR MAZZI-Filósofo/La
Cantuta
RACIONALIDAD
FILOSÓFICA EN EL PERÚ ANTIGUO
(Lima,
IIPCIAL, 2003)
“Este libro sigue un derrotero polémico al reafirmar
una propuesta desde la década del 50. Es
un trabajo sustancial que replantea la definición de la filosofía, a partir de
la cual se puede entender el pensamiento filosófico de culturas ancestrales no
occidentales. Aportas nuevos y decisivos elementos de juicio que invalidan la
visión logocéntrica de Occidente. Sólo agregaré que pudo haber existido la
palabra pachayachachip entre los antiguos peruanos, como un término homeomórfico
equivalente al de filosofía. En suma, es una obra que es hito que plantea la
cancelación del criterio eurocéntrico de la filosofía”.
VÍCTOR MONTERO CAM-Filósofo/PUCP
RACIONALIDAD
FILOSÓFICA EN EL PERÚ ANTIGUO
(Lima,
IIPCIAL, 2003)
“Se trata de un aporte decisivo en la discusión del
problema de la posibilidad de la existencia de la filosofía prehispánica. Su
espíritu libre, atrevido y moralmente comprometido lo lleva hacia la búsqueda
sincera de la verdad universal. Señala el error: asumir acríticamente la perspectiva
filosófica eurocéntrica, y en esto sigue a Jaspers. Su interpretación
culturalista se opone a la nativista y a la eurocéntrica, pues toda filosofía
determina ella misma su realización histórica”.
YSAÍ QUIROZ CARREÑO-Cenáculo Yachaywiñay/P.
Libre
UNA HUELLA IMBORRABLE (mayo 2024)
Para poder narrar el perfecto momento, tiempo
histórico, de dónde y cuándo conocí a Gustavo Flores Quelopana; tengo que describir
cuál era mi percepción en ese momento, y por aquellos tiempos yo me dedicaba a
la contabilidad, mi vida trascurría entre llenados de registros, actas, pago de
impuestos y estados financieros, sin dejar de lado la práctica de ejercicios físicos,
los cuales los realizaba en el Campo de Marte, del distrito de Jesús María. Fue
allí que conocí a Julio Rivera Dávalos, quien trascendió las barreras peruanas
y su obra recorrió el mundo. Julio, en primera instancia, me contrató para darles
clases particulares de Microsoft Office, y con el tiempo como su secretario
personal y posterior amigo íntimo. Recuerdo también que en ese momento estaba
avanzando su primer libro, y fue en su casa que conocí al filósofo Gustavo
Flores Quelopana, cuando daba argumentos para corregir ciertas ideas del libro.
A partir de ese momento, pude estar al tanto de las virtuosas habilidades que
tenía Gustavo, no solamente para argumentar en contra o a favor, sino también
para darnos cátedra de la historia de la filosofía. Su acuciosa intervención
nos hacía preguntarnos cómo tanta información podría salir del cerebro de nuestro
amigo. Eso despertó en mí la curiosidad por querer profundizar un poco más en
temas filosóficos.
A mí me gustaba leer, pero eran temas psicológicos
y metafísicos y muchas veces tuvimos largas conversaciones. Nos sentábamos en la
mesa de su comedor y mientras degustábamos un delicioso café, Gustavo, Julio y
yo, hablamos de diferentes temas sobre el amplio repertorio filosófico.
Recuerdo que una de las charlas más largas
que tuvimos la empezamos los tres en la mañana y la terminamos en la noche. Ese
choque de ideas era recurrente, sobre una variopinta infinidad de temas; además,
ellos venían de realizar cenáculos de filosofía con el Dr. Antonio Belaunde Moreyra,
a quien también conocí y también apoyé cuando estaba en su casa de reposo en
San Borja. Es así como nace el Cenáculo de Filosofía Yachaywiñay, que Julio con
mucho interés realizaba en su casa y donde tengo el placer de conocer a Toribio
Torres, otro entrañable amigo con quien fundé posteriormente el Cenáculo de Filosofía
Frónesis, recuerdo también a “Kiko” Álvarez Vita, físico matemático y filósofo,
y su teoría del “Neutro Vacío”. Kiko formó también un Cenáculo en Miraflores,
llamado “La Serpiente de Oro”. A Enrique Pfeiffer lo recuerdo por su teoría sobre
el tiempo. A José Herrera, a quien lo recuerdo por sus argumentos lógicos, y muchos
otros filósofos y pensadores como Víctor Montero Cam, Luis Enrique Alvizuri,
Pablo Suárez, Miguel Polo, Ruth Romero Huamani, que dejaron una huella
imborrable dentro de nuestro conocimiento.
Gustavo siempre ha sido un alma inquieta, y
ha estado relacionado con múltiples instituciones, como la Sociedad
Internacional Tomás de Aquino -SITA/Perú, donde fue tres veces presidente, la inscribió
en los registros públicos, y publicó su revista institucional. También Gustavo
asumió la presidencia de la Sociedad Peruana de Filosofía (SPF), incorporando a
Julio, a Kiko, Albizuri y otros, a los cuales había ayudado a publicar sus libros
y madurar sus ideas. Cómo olvidar los congresos, cursos, charlas, cafés, y demás
reuniones que tuvimos con él en diversas ocasiones. La concentración en las
ideas filosóficas siempre fue intensa, y nos animaba constantemente a publicar
nuestras ideas en un libro. Por ello también me animé a publicar mi obra
“Éxtasis”, que contiene poesía, cuentos, historias y aforismos.
La intensa y prolija obra de Gustavo -la cual
por su fecundidad y originalidad nos dejaba sorprendidos-, y la ayuda que ha prestado
a otros pensadores y filósofos, solo nos reafirma el enorme potencial humano que
lo caracteriza, su ingenio perspicaz y certero a la hora de sus análisis y
comentarios. Solo nos convence que estamos frente a un personaje que ha dejado
una huella profunda no solo en la filosofía, sino también en las mentes y los
corazones de quienes hemos tenido la suerte de compartir sus experiencias.
ZENÓN
DEPAZ-Filósofo/UNMSM
PENSAR
SIN FRONTERAS
[Libro
publicado en 2022, Lima, Iipcial]
Gracias
Gustavo. Lo he leído con interés. Sólo dos acotaciones: nunca he dicho ni escrito
que la filosofía producida en Europa tenga superioridad o algún tipo de ventajas
frente a otras formas de sabiduría (justo por eso no creo que éstas nada ganan
al etiquetarlas como filosofía). Lo otro es que, en el libro aquel [alude a su
libro La cosmo-visión andina en el Manuscrito de Huarochirí (2015)], uso el
término “cosmo-visión” (así, separado con guión) no para referirme a “cosmovisión”,
sino a una experiencia relacional enraizada en el cosmos (a algo así como un
sentimiento cósmico, holístico de la vida).
Por
tanto, no sé cómo pueda representar el mainstream de los cultores de la filosofía
occidental o de los que fetichizan la palabra filosofía. Para nada. Ninguna de
mis tres tesis se ha ocupado de algún filósofo europeo, ni siquiera les he dedicado
un solo artículo. Me ocupo de ellos en clase porque enseño en una Escuela de Filosofía…conversamos.
III
Debates
JAVIER
SOLÍS SALCEDO-GUSTAVO FLORES QUELOPANA
DIÁLOGO
WHATSAPP/mayo 2024
TEMA
UNO: “El cristianismo y el orden establecido”
Javier
Solís Salcedo:
Las
organizaciones de los pueblos y naciones indígenas originarias se han principalmente
enfrascadas en participar en la vorágine de las luchas por el poder político, así
como en demandas económicas. Hacer esto no está mal, pero descuidan el gravísimo
problema de la "recristianización" (que realizan católicos y
protestantes). Ésta se está llevando a cabo incluso con el consentimiento de
las mismas autoridades comunales y dirigentes indígenas. En nombre del dios
judeocristiano y su hijo, los europeos, euro descendientes y sus mascotas occidentalizadas
siguen haciendo de las suyas: están destruyendo miles de años de cultura (lenguas
nativas, danzas, modos de trabajo comunal, vestimentas, huacas, uso de plantas
medicinales, etc.), de espiritualidades (mitologemas, símbolos, ritos,
peregrinajes, cultos y oraciones, etc.) de nuestros pueblos y naciones
indígenas originarias, bajo la estúpida excusa de que son expresiones idolátricas,
supersticiones paganas, brujerías y engendros satánicos. Con tristeza observamos
cómo la mayor parte de los descendientes de indígenas originarios del Tawantinsuyo
se ocupan más de reforzar al orden occidental establecido que conectarse con las
wak'as. Resulta que escuchar a un político degenerado es hoy día mucho más
importante que practicar sus ritos y ceremonias ancestrales, que realizar
peregrinajes a los centros sagrados del Tawantinsuyo... Hasta la fecha los
descendientes de los pueblos indígenas originarios aun no logran comprender que
la principal lucha no es de carácter política sino fundamentalmente es espiritual.
Primero es reconectarse con el Hanan Pacha..."todo lo demás os vendrá por
añadidura" (Jesús dixi).
Gustavo
Flores Quelopana:
¿Pero
el orden establecido acaso no nace de la modernidad en vez del cristianismo? ¿Acaso
no es la modernidad la que quiere liquidar al cristianismo con la cultura de la
posmodernidad? ¿Acaso no fue la modernidad la que completó la deformación del
cristianismo y promovió su tergiversación protestante? ¿La restitución de la
espiritualidad andina no llevaría a la restitución de los sacrificios humanos? ¿Además
no exigiría un orden teocrático? ¿Exigiría revertir la secularización y laicidad?
¿No representa un retroceso en el proceso de la revelación divina?
J. S. S.:
Buenos días, Gustavo. La tradición cristiana es de indudable origen sagrado. Es
más, estoy absolutamente convencido que Jesús fue una manifestación personal de
lo sagrado (no la única como creen los cristianos). La tradición primitiva fue
alterada con fines políticos por los emperadores romanos Constantino y Teodosio
(siglo IV). Lo que los europeos trajeron como cristianismo fue sus particulares
interpretaciones y vivencias de la tradición cristiana como fenómeno religioso.
Este fue utilizado para estructurar el "orden occidental establecido".
Éste desestructuró, en nuestro caso, al orden establecido andino-amazónico. Si en
el cristianismo aún persiste algo de la revelación primigenia, es precisamente
en la Iglesia Católica. Desgraciadamente ésta lo está perdiendo de manera acelerada
por su protestantización (sobre todo a partir del Concilio Vaticano II, en
1962).
G.F.Q.:
Es probable que Cristo reproche a su iglesia en muchas cosas, pero es su iglesia.
La iglesia somos todos los creyentes. Y se resume en amar a Dios y al prójimo
sobre todas las cosas. No obstante, es irreconciliable con el politeísmo de
cualquier tipo. Y si Cristo es el Hijo de Dios no se debe adorar a ningún otro
Dios.
J.S.S.:
Esta postura es muy loable y consecuente por parte de un cristiano y la
respeto. Sin embargo, el cristianismo no tiene un monopolio sobre lo sagrado. Existen
otras tradiciones espirituales, incluso que son milenarias (tradición hindú,
tradiciones amerindias, tradición hebrea, tradiciones negro-africanas, etc.) que
son espiritualmente tan validas como lo es el cristianismo para un cristiano.
G.F.Q.:
En vez de monopolio se debe entender el proceso de revelación divina y su
pedagogía. El imperio del demonio en otras
tradiciones espirituales es innegable. Y por ello no pueden equipararse al cristianismo.
J.S.S.:
Este es un punto de suma importancia. Pienso que podríamos aperturar un espacio
de discusión abierta sobre los temas que se deslizan en este informal intercambio
de mensajes. Por ejemplo, comparto tu idea del "proceso de revelación divina
y su pedagogía". Este proceso opera desde hace al menos 6000 años; se ha
dado en todas las áreas geo culturales y según el tipo de humanidad (no es lo
mismo entre los esquimales que en los bosques amazónicos o desiertos de la Palestina).
La Misericordia divina no puede circunscribirse a un pueblo en particular (como
dogmáticamente creen los judíos) ni a sus herederos *cristianos y musulmanes).
Disculpa Gustavo, me encantaría continuar intercambiando mensajes sobre el
tema. Voy a parar pues tengo que ir a imprimir un examen que voy a tomar a las
2:00 pm.
G.F.Q.:
En mi opinión el proceso de revelación va unida al de hominización. Otras
especies homínidas dejaron huella de vida espiritual. La misericordia de Dios es universal sin duda
TEMA DOS: “El Tawantinsuyo”
Javier
Solís Salcedo: Israel ocupa Palestina desde 1948: escándalo. El Tawantinsuyo
está ocupado por estados creados en el siglo XIX: se ha normalizado.
Gustavo
Flores Quelopana: Igual sucede con el imperio persa, otomano. Carolingio, etc.
El Tawantinsuyo nunca fue un país integrado, sino apenas una confederación de
etnias, la prueba son las más de 300 etnias que lucharon al lado de Pizarro
contra los incas. Multitud de cacicazgos repudiaron el imperialismo cuzqueño. Así
que no forcemos la hora historia, el imperio inka sin un aggiornamento
deviene en un anacronismo atado a la astilla cadavérica de catafalco.
J. S. S.:
Tawantinsuyo y Palestina: ocupados por el neocolonialismo occidental. Es un escándalo
global de que el estado de Israel ocupe desde 1948, con la complicidad de las
potencias occidentales, Palestina. Esta agresiva ocupación se sustenta, en
mitologemas semitas del Antiguo Testamento, en especial de la Tora (Pentateuco).
El principal entre estos mitologemas señala que la deidad creadora del universo
tiene un pueblo, a quien prefiere por encima de los miles de pueblos que existen
en el planeta. Esta particular narrativa ha sido hecha suya desde hace unos tres
milenios por uno de los pueblos semitas, el judío. Éste pueblo tiene la
arraigada creencia de que es "el pueblo elegido de dios". Y además
que esta supuesta deidad creadora del universo les ha entregado un territorio,
al que llaman "tierra prometida". Estas dos creencias denotan un acentuado
carácter monopólico sobre "lo sagrado", lo que es característico de
las religiones del tronco abrahámico (judaísmo, cristianismo e islam). Estas creencias
han sido marqueteadas por la diáspora judía y el desborde colonial europeo. Además,
estas creencias judías han servido de insumos por sus otras ramas para recrear
sus propias dogmáticas (así, la creencia cristiana de que la deidad creadora del
universo tiene un único y exclusivo hijo; la creencia islámica de que el Corán
es la única palabra de la deidad creadora del universo que se ha conservado tal
como fue revelado, etc.). Sin duda las creencias religiosas de "Pueblo
elegido de Dios", de "Hijo de Dios", de "palabra de
Dios", etc. se derivan de una comprensión literalista del simbolismo. Algo
de esto ocurrió en la antigua Grecia, llegó un momento en que los helenos no
pudieron comprender más a sus símbolos y los transformaron en "dioses".
G. F. Q.: El Tawantinsuyo fue una creación
incaica y hoy no existe, lo que hoy sobrevive son tradiciones ancestrales que
rebasan lo incaico, es un error reducirlas a lo creado por el incario. Somos una república
moderna de la periferia capitalista y como tal dominada por el imperialismo de
turno. Hablar de entelequias
inexistentes es incurrir en espejismos históricos que impiden una real lucha
revolucionaria.
J. S.
S.: Gustavo, buenas tardes. No comparto tu punto de vista sobre el Tawantinsuyo.
Lo respeto y no me atrevo a darle un calificativo. Ojalá que podamos conversar ampliamente
sobre este peliagudo tema. Cordial saludo.
JOHAN LEURIDAN HUYS-Teólogo/Pontificia Universidad
Urbaniana del Vaticano
LA TARDE DEL CRISTIANISMO
(mayo 2024, tomado del blog: www.gusfilosofar.blogspot.com)
Ayer antes del mediodía
y en medio de una mañana soleada, me reuní con el ilustre Padre Johan Leuridan Huys
en el salón de recepción del Convento de Santo Domingo en Lima, del cual es su
Prior. El motivo fue la compra de su parte de mis dos últimos libros -Ciber
Deus y Contra Nosotros-. A pesar de pasar los noventa años
de edad es una persona lúcida, un gran lector, un interesante pensador, con la
que mantener una tertulia siempre es de provecho intelectual y espiritual. Comenzamos
hablando de su salud para luego pasar a preocupantes temas de nuestro
tiempo. Entre los temas centrales destacaron tres, a saber, la ausencia de
las vocaciones sacerdotales, la acelerada descristianización de la cultura occidental
y el peligro de un Armagedón nuclear. A una pregunta mía - ¿Se está
desespiritualizando el mundo? - respondió "¿Cuál espíritu, si lo que vemos
es pura corrupción?". Sin duda, la degradación
de la moral humana ha tocado fondo. La inversión de los valores de tufo neonietzscheano
está a la moda y el sentido de la vida luce extraviado. Y gran parte de la
conversación se desenvolvió glosando un libro que el Padre estaba leyendo: La
Tarde del cristianismo del sociólogo Tomás Halík. La verdad es que
conversación me dejó conturbado por las provisorias conclusiones a las que se
llegó.
La tarde del cristianismo es un libro que
inspirado en la metáfora de Jung sostiene que el cristianismo atraviesa por su
momento del atardecer, el más serio desafío del cambio de época y si no tiene
valor para transformarse sucumbirá. En pleno declive de la modernidad y evitando
el relativismo posmoderno el cristianismo maduro debe comprometerse con el ecumenismo
reflexivo de la fraternidad universal a la insta el Papa Francisco.
Pero tal renovación
dice Halík no ha de venir de los concilios, los sínodos, los teólogos, sino de
la actividad de los laicos. En este punto el padre Leuridan manifiesta con mucha
razón su discrepancia al considerar que el sociólogo Halik subestima el papel
de la filosofía, la metafísica y la teología en dicha tarea, lo cual coincido.
Halik estaría preconizando una riesgosa desintelectualización de la fe.
Para empezar, podemos
preguntarnos ¿Qué cosa es captar el signo de los tiempos -que son de franco ateísmo,
relativismo y nihilismo- para responder a la cultura y sociedad de nuestro
tiempo? Ante semejantes desafíos no es posible dar una respuesta coherente con un
mero movimiento laico, como cree Halik, y es necesario echar mano a profundidad
en la filosofía. La filosofía no es la solución y nunca lo fue, pero su indagación
permite atisbar nuevos caminos y respuestas. El problema de fondo de nuestro
tiempo no lo percibe el sociólogo Halik, a saber, la imagen del mundo moderna antiesencialista
y antimetafísica ya no tiene salida, ha fracasado y está sucumbiendo. Y como no
ve esto claro, entonces se distrae con el laicismo, al cual sobrevalora. A la sociedad nihilista
y pragmática de nuestro tiempo es insuficiente darle otra respuesta del mismo
tipo. La contestación debe ser confrontacional e integral, teórica y práctica,
lo cual no evitará la descristianización de la cultura del occidente liberal, ni
el arrollador avance del pragmatismo universal, pero tiene el mérito de desenmascararla.
Y aquí recién podemos reparar en lo más preocupante.
Ahora bien, en lo que
sigue me aparto de Halik para seguir mis propias reflexiones. Estamos en el año
2024 y ante los acontecimientos mundiales ya para nadie es un secreto que pende
sobre nuestras cabezas la espada de Damocles de un Armagedón nuclear. Es como si
la élite mundial haya perdido la cabeza y lleva a la humanidad hacia el despeñadero
de un camino sin retorno.
La verdad es que ya
desde hace más de una década la élite imperialista imponía su agenda abiertamente
anticristiana y en nombre de la libertad con la ideología de género, el matrimonio
homosexual, la eutanasia, la eugenesia, al aborto, el libre consumo de drogas,
la disolución de la familia tradicional, el transhumanismo, y otras reformas
constitucionales, que en el fondo representan la desmalignización del mal
y la malignización del bien. En una palabra, asistimos en la tarde del cristianismo
a la instauración mundial de la Satanocracia global.
Pero lo más preocupante
es que la Satanocracia global no sólo impulsa la descristianización constitucional
del mundo -donde hablar contra la agenda de la élite mundial puede significar
cárcel y multas-, sino que coincide con el deterioro del medio ambiente, terremotos,
vulcanismo, tormentas, guerras, hasta límites apocalípticos. Llamo satanocracia
a aquel periodo profetizado en el Apocalipsis en el que Dios permite una mayor
manifestación del demonio, sino también donde hay una mayor acción pecadora del
hombre por propia voluntad. A propósito, esto nos
recuerda la profecía de los Papas en Garabandal: "Sólo quedan cuatro
Papas". Al morir Juan XXIII se supo que la Virgen de Garabandal reveló que
faltarían cinco Papas antes del Final de los Tiempos (Juan XXIII, Pablo VI, Juan
Pablo II, Benedicto XVI). Juan Pablo I no cuenta por la brevedad de su papado.
Y cuando muriera Benedicto entramos a los últimos tiempos, y el Papa actual no
entra en la serie de los últimos Papas porque está inserto en los últimos
tiempos, cuyo comienzo sería el 22 de diciembre del 2022. Es decir, ya estaríamos
en el Final de los Tiempos. Es curioso que la operación militar de Rusia en
Ucrania comenzó en 2022, un 24 de febrero.
En realidad, el
hombre no debe temer al demonio sino sólo a Dios. La gracia del Creador y Salvador
nos protege de la malignidad de Satanás, y éste sólo actúa limitadamente bajo
su permiso. Por eso hay que entender que gran parte del mal que padece el hombre
proviene de su propia acción, antes que de la tentación del demonio. Si el
demonio no hubiese existido el hombre por su propia mala acción hubiese incurrido
en mal porque el alma humana también es fuente de tentaciones. De ahí que el
bien sea fruto del libre albedrío guiado por la virtud. El libre ejercicio de
la virtud nos libra del mal. Pero la virtud moral no basta y a ésta vienen a asistirla
las virtudes teologales -fe, esperanza y caridad-. Lo que nos permite comprender
la limitación de la acción humana. La gracia divina no sustituye la naturaleza
humana, sólo contribuye a perfeccionarla. Al hombre común Dios lo protege del
demonio, pero en el caso de los santos permite un mayor enfrentamiento porque
es parte de la noche de la espiritualidad - la Subida al Monte Carmelo lo llama
San Juan de la Cruz - en la que su fe y virtud mística sale fortalecida. Ahora
bien, para que el panorama apocalíptico mundial coincida con la profecía del Apocalipsis
sólo faltaría el asteroide Apofis. Pero aún ante la ausencia de este último,
que según la Nasa no se descarta la aparición de asteroides repentinos, la
desgobernanza mundial, el orden jurídico internacional hecho trizas, y el
acostumbramiento de blandir armas nucleares como amenaza entre países, hace
pensar que nos hallamos en el Final de los Tiempos.
¿Pero realmente hay
Satanocracia global? ¿No están las iglesias del mundo europeo vacías o convertidas
en Museos? ¿No es el anatemizado Putin el que ha dicho que Rusia representa el
occidente cristiano rechazando la pervertida agenda globalista? ¿No es la absurda
guerra en Ucrania la imposición del complejo industrial norteamericano que se
frota las manos al desmantelar la integración euroasiática y sacar adelante sus
nefandos negocios armamentísticos? ¿No le ha seguido los mismos pasos China
a Rusia al desmantelar la ideología de género, a pesar de la existencia de la iglesia
patriótica? ¿Acaso el mundo musulmán, en el reciente genocida ataque sionista contra
Gaza, no ha demostrado que priman sus intereses económicos sobre la solidaridad
confesional? El mundo está en los actuales momentos sentado por los cuatro
costados sobre un polvorín y en peligro de estallar. Lo más preocupante es que
todo indica que una reelección del guerrerista Biden asegurará el estallido de
un Armagedón nuclear a más tardar el 2025. Las condiciones objetivas y subjetivas
están dadas y el pronóstico no es bueno. Según los teólogos
hay que distinguir entre el Final de los Tiempos y el Fin del Mundo. Cuando la
Bestia alce su cabeza con el Anticristo vendrá una serie de plagas y pestes que
culminará con el Armagedón. Todo este tiempo de purificación del mal constituye
el Final de los Tiempos y, por los signos que vemos, es lo que esta generación
vivirá. Pero el Enemigo tras su derrota será encadenado y vendrá el milenio de
paz de Cristo. Tras todo lo cual recién llegará el Fin del mundo con el Juicio Final.
El triunfo final del Bien y de Cristo está asegurada.
El tiempo escatológico
comprende la Creación, la Caída, la Redención y el Juicio. En otras palabras,
entre la Redención y el Juicio ocurre el Fin de los Tiempos y el Fin del Mundo.
En ese trance del tiempo escatológico nos encontramos. Estas distinciones no tendrán
ninguna relevancia para la mentalidad secularizada de la decadente modernidad
tardía, pero sólo una visión integral, inmanente y trascendente permite entender
los azarosos tiempos actuales.
DEBATE
(Compartido en Facebook)
En ninguna parte del libro el autor,
Halik, habla de Biden como guerrerista y a Putin como el defensor del cristianismo.
Halik, por ser sacerdote, estuvo preso bajo el comunismo de la Unión Soviética.
El manifiesta en el libro su apoyo a la democracia. El teólogo, Halik, es persona
de confianza del Papa Francisco quien se pronunció en contra de la guerra que
empezó Putin. No confundamos. Los Papas cuestionan una sociedad materialista,
dominada por la homologación, pero condenan todas las guerras.
Gustavo Flores Quelopana: No hay duda, la guerra la inició Putin,
pero la provocó Occidente. ¿Todas las guerras son condenables? Si respondemos
positivamente entonces la guerra contra Hitler estuvo mal, las guerras independentistas
y las guerras de liberación también. En el Cielo hubo guerra entre los ángeles de
la luz y los ángeles de la oscuridad. Y en el Final de los Tiempos está profetizado
la guerra del Armagedón, donde el demonio será vencido. Por tanto, toda guerra
es un mal, pero en algunos casos un mal necesario para acabar con un mal mayor.
J.L.H: ¿Podría explicar cómo el Occidente provocó la guerra
contra Rusia?
G.F.Q.: Un hombre vivía en paz en su huerto, mucho más
grande que el de sus vecinos, pero éstos, envidiosos y hostiles, comenzaron a rodearlo
con alambres de púas porque deseaban usurparle parte de sus tierras, a tanto llegó
el hostigamiento que el buen hombre tuvo que empezar a cortar los amenazantes
alambres de púas para no hacerse daño. Así Occidente rodeó con la OTAN a Rusia,
rechazó colaborar con ella y con un régimen fascista en Kiev comenzó a matar rusos
en el Donbass. El que tenga ojos que vea y no se deje obnubilar por la xenofobia
rusófoba ni el fanatismo occidentofílico. Si Occidente quiere la paz que permita
las negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia, en vez de alimentar con más fuego
enviando armas.
J.L.H.:
Después de segunda guerra
mundial, Stalin invadió cinco países independientes y los incluyó en la Unión Soviética.
Cuando cae estos países recobran su independencia y deciden pasar a la UE. Además,
la UE compra gas y petróleo a Rusia y otros negocios. Los países de la UE no tienen
sus ejércitos preparados para la guerra. No veo donde está el hostigamiento. Ni
siquiera quieren recibir a Ucrania en la UE. No creo que la UE quiere molestar
a Rusia. Al contrario, temen que Rusia quiere invadirlos.
G.F.Q.:
Dicho temor nace de la xenofobia rusófoba inculcada por el imperialismo para destruir
la integración euroasiática. Todo comenzó con el Euromaidan y tuvo un capítulo
importante con la destrucción del oleoducto Nord Stream.
IV
Recepción mexicana
TOLUCA Y LA FILOSOFIA MITOCRÁTICA
(G:F:Q)
Primera Parte
¡Tenía que ser un Instituto de Investigación
universitario del país azteca el que tendría que interesarse por otro modo de pensar
no abrumado por el eurocentrismo!
La verdad es que yo mismo me encontraba
sorprendido por esta invitación [acontecida en el 2012] que por segunda vez me
hacían desde el exterior –la primera fue a Colombia en el año 2009- para escuchar
mis planteamientos sobre la Filosofía mitocrática, pues mi otra invitación a Panamá
en el 2011 fue para disertar sobre la crisis del humanismo en la cultura posmoderna.
Es decir, son dos veces que me invitan al exterior para hablar sobre mi planteamiento
de filosofía mitocrática. Más sorprendente es el hecho que todas estas invitaciones
se produjeran a pesar del cortísimo tiraje de mis ediciones –ninguna llegó a los
cien ejemplares-.
El éxito editorial hasta hoy me ha sido esquivo.
Pero debo reconocer que, gracias a mi librera en Lima, la señorita Virginia Vílchez,
mis obras se han difundido por el internet. Si esto lo unimos a la visión
intuitiva y a la fresca percepción de mis investigaciones, entonces en algo es explicable
que mis viajes se produzcan. Ahora bien, en Colombia di la conferencia final en
un evento dedicado a las Filosofías Ancestrales. La experiencia de este viaje
me proporcionó el impulso y el incentivo necesario para escribir una exposición
sistemática y más desarrollada sobre mi planteamiento mitocrático. Fruto de
ello fue mi libro del 2010 “Filosofía mitocrática y mitocratología”. Ahora llego
a México para impartir no una conferencia, sino, un curso, el primero en su género
que se imparte a nivel mundial, para explayarme con mayor detalle en mis planteamientos.
Es curioso que los organizadores no
conocieran dicho libro, sino uno anterior, “Las Filosofías Marginadas”
publicado en el 2007, y sobre la base de este libro hicieron la invitación. Yo
asocio esta atención por mis ideas dentro del marco del interés por la diversidad
cultural, el Foro Permanente para las cuestiones Indígenas y el Desarrollo Sostenible
que promueve la Asamblea General de las Naciones Unidas. Tanto así que para el
año 2014 se tiene previsto realizar la Conferencia Mundial sobre Pueblos
Indígenas. Además, Guatemala ha sido nombrada como capital de la filosofía por
la UNESCO. Bueno, con el propósito de enriquecer mis estudios e impresiones
sobre lo precolombino y el pensamiento ancestral sugerí a mis anfitriones que incluyan
en el curso una visita a algún sitio arqueológico, propuesta que fue acogida con
creces, pues eligieron una visita a Malinalco. Como resultado de todo ello tengo
la esperanza de que me sea útil en mis reflexiones.
Llegué al aeropuerto Benito Juárez de D.F. México
el día sábado 16 de junio a las 6:30 de la mañana. Era un día frío por el paso
de una drástica tormenta caribeña y la persona designada para recogerme y
llevarme a la ciudad de Toluca me iba relatando los encantos de la ciudad, así como
el clima electoral que se vive en estos momentos en el país azteca. Por mi parte
miraba asombrado el tamaño descomunal de la megalópolis mexicana, cuya densidad
poblacional es más notoria por su concentración territorial. aparte de ello no
ocultaba mi inquietud por el clima de violencia e inseguridad que se desataba
en ese país como consecuencia de la abierta lucha del gobierno del presidente
Calderón contra los cárteles de la droga. El viaje hacia Toluca duró casi una
hora, pues la carretera lucía lleno de autos que salían de excursión. De inmediato
me atrajo el paisaje de los cerros y los llanos bañados de toda clase de árboles,
en especial pinos. Daba la impresión de un bosque que se desparramaba por
doquier en el horizonte. Yo que en mi adolescencia viví un año en la encantadora
ciudad de Huaraz en Ancash, de súbito vino a mi memoria la frondosa cordillera
negra y su espesa arboleda.
Bueno, pero en el fondo de mí mismo latía
impaciente la inquietud por el curso que tenía que dictar en el IESU de la UAEM
de Toluca. El IESU es el Instituto de Estudios sobre la Universidad, presidido
por el amigable Dr. Sergio González -quien al concluir mi dictado del curso me
regaló varios tomos de su publicación Pensamiento Novohispano-, perteneciente
a la importante Universidad Autónoma del Estado de México en Toluca. Y la Dra. María
del Rosario Guerra, de nacionalidad uruguaya, de cuyas manos había recibido su
obra Cuerpo y alma según Henri Bergson (2000), era la directora del seminario y
la que me extendió la invitación a mi persona. Yo nunca había impartido un
curso, nunca había sido profesor, y sólo estaba acostumbrado a escribir y a disertar
como conferencista, no resolvía en mi mente la manera en que tendría que desarrollar
dicho curso. Todo el contenido de lo escrito sobre la filosofía
mitocrática bullía en mi cerebro, pero no encontraba el hilo de Ariadna
para resolverlo. Cuando llegado el momento me vi ante una mesa en forma de herradura
y llena de investigadores, me vino la inspiración y el mensaje comenzó a discurrir
con fluidez durante cinco días, al menos eso creo. El especialista en Heidegger
el Dr. Rubén Mendoza, gran contertulio, de enorme sencillez y que en tono de
broma decía que en la visita a la Iglesia de Chalma y al magnífico y robusto
árbol llamado Aguaguete había dejado colgado su tesis como petitorio de un milagro,
me manifestó en su oficina del instituto que yo tenía un estilo clásico de
disertación. Y obviamente aludía a que no hice uso de los medios tecnológicos al
alcance. En verdad siento que estos medios no dejan pensar, es más, estorban el
pensamiento. En todo caso ha sido una experiencia enriquecedora, amenizada por
una muy buena programación por parte de la maestra la Dra. Rosario Guerra, la
profesora Hilda Vargas, su brazo derecho y responsable del Programa de la
No-Violencia, y su equipo de investigadores, quienes supieron alternar el curso
con música de cuerdas, banquete culinario precolombino de sabor mexica,
una inolvidable e idónea obra de teatro ("El pájaro azul") y una
excursión arqueológica al pueblo de Malinalco, cuya pequeña pirámide trunca
data de 1501. Por mi parte pude conocer con la profesora Hilda el Centro Ceremonial
de Toluca, construido durante la presidencia de Portillo, y el recorrido por la
ciudad, incluido Metepec, lo hice con mi anfitriona la gentil profesora Cristina.
Al final del evento tuve la fortuna de hacer migas con el Dr. Jorge Loza,
el Dr. Loreto Salvador Benítez, conocí también a la Mag. Coral Herrera, que me
introdujo a la lectura de la magnífica narradora mexicana Esther Seligson, la
Mag. Elena Escalona, la química Carolina Caicedo y la especialista en Hannah
Arendt la Mag. Claudia Abigail, entre otras interesantes personas. Coronando
toda esta ilustre prosapia de investigadores compartí el último almuerzo del evento
con el destacado filósofo el Dr. Noé Héctor Esquivel, gran conocedor de Habermas y
Gadamer, así como autor de importantes obras que recibí en obsequio. No me
extiendo más sobre estos importantes detalles -como la sabrosa carne "arrechera"- porque
el motivo del presente breve escrito es relatar las reflexiones sobre la filosofía
mitocrática queme suscitó el evento. En lo que sigue expondré en líneas generales
lo más sustancial de lo comunicado, y lo haré en forma de cuestionario o
entrevista.
- ¿Qué es la filosofía mitocrática?
- La filosofía mitocrática es la forma de reflexión
filosófica de los pueblos ancestrales o míticos, que daban cuenta de los orígenes
del mundo, del hombre y de la existencia sin divorciarse del mundo religioso.
- ¿Entonces por qué no llamar simplemente
"Mito" a esta forma de pensar en vez de "Filosofía"?
- Porque el mito ancestral implica una forma
de filosofar distinta a la griega.
- ¿Cuál es la diferencia?
- El filosofar griego desde Parménides y Aristóteles
está presidido por el principio de identidad, mientras que el filosofar mitocrático
lo está por el principio de contradicción o armonía de los contrarios.
- ¿Acaso quiere decir esto que los
principios lógicos varían en el pensar filosófico?
- Los principios lógicos son permanentes, no
hay hombre prelógico, lo que varía es la estructuración diferenciada de los principios
lógicos. Esto se deduce del último Lévy-Bruhl y de las investigaciones de
Lévi-Strauss. Es la configuración lógica lo que varía, no los principios lógicos.
- Pero la palabra "filosofía"
es de origen griego
- Efectivamente, como también lo es la
"geometría", la "física", la "psicología", etc.
etc. pero esto no significa que estos asuntos eran desconocidos para los
pueblos ancestrales. Sobre la filosofía hay que distinguir su "forma"
y su "fondo". Su forma es de origen griego pero su fondo toca a una
situación universal que concierne a la condición humana.
- Pero esto nos lleva a trascender la razón
mientras que la filosofía es un asunto racional y divorciado de la religión.
- La filosofía griega es un asunto racional divorciado
de lo religioso desde Jenófanes y no antes, con excepción de Demócrito y
Leucipo. Recordemos que para Tales de Mileto "todo está lleno de
dioses", para Pitágoras las prácticas ascéticas y religiosas son de gran
importancia, y para Heráclito la justicia divina es la armonía de los contrarios.
Es decir, ya en la filosofía presocrática se advierte una forma de filosofar
que no está divorciada de la religión y que refleja un filosofar ancestral.
- ¿Quiere decir esto que el filosofar
ancestral es mítico y a la vez filosófico?
- Cierto, el filosofar mitocrático no está
dominado por el imperio logocrático del concepto sino por el imperio mitocrático
del símbolo y la metáfora. También se puede filosofar a través de metáforas y
símbolos. Y esto es así porque el mito no sólo invita a pensar, sino que hay mito
filosofante y filosofías mitizantes.
- ¿Cuál es la diferencia?
- El mito filosofante responde a una
estructura escatológica (une el alfa y el omega), universaliza la experiencia, investiga
la relación entre lo arquetípico y lo histórico, e inicia la especulación ontológica
sobre la ruptura entre lo original y lo histórico. Mientras que la filosofía
mitizante (Platón, Schelling) parte de estructuras racionales para arribar al
límite de lo indecible o lo que escapa al principio de identidad.
- Pero comprender esto supone una nueva
comprensión del mito
- Y lo supone sobre las bases de los nuevos aportes
de la antropología, la semiótica, el psicoanálisis lacaniano especialmente, porque
por ejemplo éste último ayudó a comprender el sentido del sinsentido o que lo real
rebasa el sentido de lo racionalmente descrito. Todo lo cual conduce a entender
al mito más allá de su estrecha lectura ilustrada que lo remitía a lo ficticio,
sino que lo reubica bajo la luz de una hermenéutica remitizante que le devuelve
su sentido auténtico.
- ¿Y cuál es ese sentido auténtico?
- Que en el mundo ancestral lo que nosotros llamamos
mito no era mito sino conocimiento legítimo de la realidad, no era ciencia como
la entendemos hoy, ni mera sabiduría, sino filosofía, es decir un conocimiento que
tiene que ver con la verdad y su encuentro.
- ¿Por qué "encuentro" en vez de
“búsqueda"?
- Porque las filosofías ancestrales son saberes
de salvación y no saberes teóricos, aquí el protagonista no es la razón humana
sino la razón divina que ilumina a la humana.
- ¿Entonces por qué llamarla "filosofía"
cuando hasta su sentido es diferente?
- Porque es una forma fundante de dar cuenta
del mundo y de la existencia de las cosas, y esto se dio a través de las cosmogonías
y las teogonías.
- ¿Pero esto no es una interpretación
demasiado estructuralista que vacía de su forma narrativa a los mitos?
- No, porque no invalida la narrativa mítica,
sino que interpreta su sentido más profundo. Este es uno de los objetivos de la
hermenéutica remitizante, la cual no invalida la razón sino que la desplaza hacia
el plano mítico.
- Volviendo a la Razón ¿esto acaso
significa que el mito reemplazó a la razón en lo ancestral?
- No, al contrario, implica más bien que es
necesaria una nueva teoría de la razón que no sólo de cuenta de las ciencias
formales sino de las humanas. Esto es, que el logos humano comprende el logos
de la ratio y el logos del mytho. Ambos son necesarios para que el hombre viva una
vida equilibrada espiritualmente. De modo que el mito no reemplazó a la razón
en lo ancestral, el hombre ancestral era racional porque en el mito hay la presencia
de la razón, lo que pasa es que no se dio la hegemonía del principio de identidad
sino del principio de contradicción, el de identidad permanecía subordinado.
- ¿Si la filosofía es propia de la condición
humana entonces qué fue la filosofía antes de su forma mitocrática?
- Fue filosofía empiriocrática no empiriocriticismo, es
decir fue un pensar guiado por la intuición, la sensación que trasciende el dato
y va hacia la primera formulación de lo numinoso. Data de más de 50 mil
años en primer entierro humano efectuado por los neandertales, esto es que la
presencia de la idea de algo que sobrevive después de la muerte está presente
mucho antes de lo que suponemos.
- ¿Quiere esto decir que podemos hablar
de distintas metafísicas?
- La filosofía conceptual griega dio origen a
la metafísica teórica, la filosofía mitocrática ancestral dio origen a la metafísica
metafórica, y la filosofía empiriocrática se da estrechamente con la metafísica
vital.
- ¿Si esto es así qué sería en última
instancia la filosofía?
- Una condición fundamental de humanización
por la cual el homínido se espiritualiza, es decir se vuelve humano. Sólo el hombre
se problematiza el ser, su destino y la posibilidad de trascender. El hombre es
una criatura filosófica por antonomasia, pero no siempre se filosofa del mismo modo.
- ¿Y si a través de los milenios no se filosofa
del mismo modo entonces Grecia no es la medida de toda filosofía posible?
- No lo es, y sólo el pensamiento eurocéntrico
puede creer que lo sea.
- ¿Pero porqué llamarla "mitocrática"?
- Porque simplemente remitirla a los mitos no explicaba bien la diferencia con
el pensar griego, había que crear una categoría que la diferenciara y la idea me
la sugirió la crítica de los pensadores post estructuralistas como Foucault,
Deleuze y Derrida, quienes con su crítica a la conceptolatría de la razón revelaron
la dependencia logocrática de occidente al principio de identidad y que hacía
falta iluminar la diferencia. Así surgió la idea de lo "mitocrático".
- ¿Finalmente tiene algún futuro la filosofía
mitocrática o se limita de dar cuenta de lo ancestral?
- Pienso que lo mitocrático no puede morir, como
tampoco puede hacerlo lo conceptual, no sólo porque está conformando la estructura
lógica del hombre, sino porque los desafíos de nuestro tiempo exigen un pensar
más holístico, una visión más poética, imaginativa y emotiva que haga posible
vivir en un mundo con justicia y caridad al mismo tiempo. Y el hombre en última
instancia no puede vivir sólo a base de conceptos, sino que siente vivamente
lo indecible de lo real, lo misterioso de la vida y la necesidad de ser
humilde ante el enigma de la existencia.
Segunda Parte
Gris es toda teoría y verde
el arte de la vida
J. W. Goethe
En mi reciente estadía académica en el
Instituto de Investigaciones sobre la Universidad (IESU), de la Universidad
Autónoma del Estado de México (UAEM), para impartir el Curso sobre Cómo
situar el Eurocentrismo, a partir de mi libro Las Filosofías Marginadas que
en el 2010 lo reelaboré en mi subsiguiente obra La Filosofía Mitocrática y
Mitocratología, el evento fue matizado por una obra teatral denominada El
Pájaro Azul, que en el fondo trasmitía al hombre de hoy la necesidad de recuperar
su capacidad de ensoñación y de imaginación pero dentro de la visión occidental
antropocósmica. El susodicho pájaro azul de la obra estaba a fin de cuentas ligada
al afán prometeico del hombre occidental. Y mientras esto sucedía en el escenario
en medio de la oscuridad del teatro me iba revoloteado en mis sienes la idea de
cómo debía haber sido la imaginación y la ensoñación del hombre ancestral y
cómo debió haberse reflejado en la filosofía mitocrática.
Pues bien, la capacidad de ensoñación y de
imaginación desplegada en los márgenes de una visión intracósmica como la
China, metacósmica como la India y micro-macrocósmica como la precolombina
debió haber sido cualitativamente distinta. Sobre ésta último recuerdo a la
amable Dra. Hilda Vargas, responsable del Programa de la No-Violencia, poniendo
a la disposición durante la última sesión del día viernes una grabación sobre
la música ritual de un antiguo pueblo maya. Comenzaba un tamboril que se podría
decir que seguía los latidos del corazón, luego se sumó el golpeteo de otro
tambor mayor que aceleró e intensificó tanto el sonido como el ritmo para hacer
sentirnos cómo el microcosmos se integraba al macrocosmos. Esta idea holística
de integración en vez de dominio o manipulación es la nota esencial de las visiones
ancestrales (China, India, Precolombina) y que preside la recreación de las imágenes
de la imaginación. Es más, se trata de la integración de lo finito y lo
infinito, lo temporal y lo eterno, lo relativo y lo absoluto, lo inmanente y lo
trascendente. En otros términos, estamos ante una hermenéutica mitizante de lo
perenne, sólo comprensible fuera de los marcos ilustrados de la hiperracionalista
hermenéutica de la sospecha. Se podría pensar que lo perenne no sólo es preocupación
de la hermenéutica mitizante ancestral sino también de la hermenéutica racional
los griegos y de la hermenéutica teológica los cristianos. Lo cual es cierto, aunque
incompleto, porque la diferencia sustancial se da en el orden de su ontología
fundamental. Los griegos sistematizaron racionalmente el principio
metafísico ancestral nihil ex nihilo (nada viene de la nada) y la
gran ruptura metafísica acontece con el cristianismo y su principio
metafísico creatio ex nihilo (Creación a partir de la nada) que escandalizaba
las mentes racionales griegas. Es por eso que se puede afirmar que lo perenne
pervive en la cultura cristiana, pero en diferentes términos, y son términos de
largo alcance porque modifican la misma comprensión del tiempo y de la historia.
El tiempo cíclico o el eterno retorno ancestral y prolongado en la filosofía
griega será reemplazado por el tiempo asintótico o vectorial del cristianismo. De
manera que sería inexacto sostener que en el hombre occidental siempre predominó
la visión temporalista y que dicha visión presidió su imaginación. Esto sólo
ocurriría desde la modernidad con el racionalismo matematizante cartesiano y con
el factum del empirismo. Desde entonces se fue abriendo camino
una hermenéutica de la facticidad que encontraría su madurez en Heidegger y su extensión
en Gadamer.
La hermenéutica de la facticidad circunscribe
la ontología fundamental dentro del horizonte de la temporalidad. Pero al estar
atrapada dentro de los marcos temporalistas deja de lado lo eterno. Esta interpretación
del ser, la verdad y la historia a partir de la temporalidad absoluta equivale a
un menoscabo ontológico de la realidad dentro del horizonte del reduccionismo
inmanentista. El nuevo mito de la modernidad es la idolatría de la
temporalidad. Y con ello el pretendido salto sobre la metafísica occidental
queda efectuada, pero en sentido negativo, es decir, nihilista.
Por el contrario, para entender la imaginación
del hombre ancestral y su filosofía mitocrática es necesario echar mano de la
hermenéutica remitizante, esto es, de una hermenéutica "en"
"por" y "sobre" el mundo, que no reduce el mundo a lo
temporal e inmanente, sino que toma en cuenta lo perenne y eterno. Con esto la
ontología ancestral es más rica y compleja porque da cabida a un substrato
supratemporal y trascendente. Así pues, la hermenéutica supratemporal ancestral
se halla ante el enigma de que la existencia humana, temporal y finita se
encuentra marcada no por su propia interpretación sino por la interpretación divina.
Por eso el alma de dicha hermenéutica consiste en aceptar que lo Otro
sobrehumano tiene razón. Por supuesto que el cristianismo con la idea de
persona y libre albedrío trastoca profundamente los términos en que lo finito
se relaciona con lo divino. Pero lo que aquí nos concita la atención es la concepción
ancestral pagana antes que cristiana. Muy bien, y mientras estas elucubraciones
iban visitando mi mente durante la función del Pájaro Azul también me
vino una interrogante mucho más enigmática: ¿Y cómo vivenciarían los hombres
ancestrales los acontecimientos conocidos hoy en día bajo el nombre de lo
"paranormal"? Estos fenómenos son muy importantes en tanto que el hombre
ancestral está signado por el simbolismo de lo sobrenatural. Tanto así que los acontecimientos
más decisivos de su vida histórica están determinados por estas vivencias. Aun
cuando dentro de la atmósfera del racionalismo, positivismo y temporalismo filosófico
este acápite es considerado casi tema tabú, sin embargo, hubo filósofos contemporáneos
vivamente interesados por este lado misterioso de la realidad. Entre ellos
estuvieron Henri Bergson, William James y Gabriel Marcel. Por lo demás,
los médiums o parapsicólogos forenses gozan de la mejor reputación entre los
suyos. Pues bien, me aventuro a exponer mi idea según la cual las
monumentales arquitecturas megalíticas de las civilizaciones antiguas que
demandaron un ingente e inexplicable esfuerzo tuvieron su origen no en motivaciones
políticas, funerarias o de otra índole, sino en fenómenos paranormales fuertemente
vivenciados por reyes o sacerdotes. Es decir, los templos o pirámides
astronómicas estaban obsedidas por determinar calendáricamente cuándo sobrevendría
la visión catastrófica advertida en la experiencia paranormal. Si al hombre de
mente científica de hoy lo deja atónito y desconcertado los fenómenos de
clarividencia, telepatía, premonición, telergia, entre otros, no es difícil
imaginar el enorme impacto cultural que representaría dentro de una cultura
sacralizada. Sería asumido como un mensaje perentorio de los dioses, que advierten
el desastre e instan a tomar providencias por lo menos para el rey-semidivino. Pues
bien, esta relación entre la realidad explicada y lo inexplicable sigue siendo
hasta el día de hoy un asunto no resuelto para el pensamiento científico, el cual
se ve en muchos casos obligado a abandonar toda explicación admitiendo la
realidad del fenómeno. Pero qué hay detrás de dichos fenómenos, ¿otra realidad?
¿un mundo sobrenatural y supratemporal? A la luz de las evidencias es cada vez
más difícil negar su realidad o reducirlo a mera alucinación. El terreno de la
fe, la religión y de la creencia trata de afrontarlo con mayor o menor éxito.
Por el momento no ahondaré al respecto porque las casi tres horas de función de
la obra de teatro no dieron para más. Pero de cualquier modo resulta innegable
la irresistible y peligrosa atracción que ejerció el fenómeno paranormal sobre
el hombre ancestral y que incluso sigue ejerciendo sobre la humanidad actual.
Parte Final
Un poeta es una persona que se
asombra de todo.
Stephane Mallarmé
I. Esto será lo último que escriba sobre mi
experiencia toluqueña, aunque eso me recuerda lo escrito por André Malraux:
"El destino es oscilante". El IESU me había instalado en el imponente
Hotel San Francisco, ubicado en la calle Rayón, en el centro de la ciudad de
Toluca, capital del Estado de México, el cual está cerca de las oficinas
gubernamentales, bancos, portales, catedral, iglesias, el famoso cosmovitral,
la universidad y otros lugares de interés. A mi habitación, el 308 del tercer
piso, se accedía como todas las demás a través de un moderno ascensor
panorámico.
Una vez ingresado en ella dejaba ver un espacio
amplio, con espejos en algunas paredes y la amplia ventana que daba a un edificio
contiguo perteneciente a una universidad cuyo nombre no recuerdo, pero cuya
baja altura permitía ver el cielo toluqueño. Conmigo había llegado una recia
tormenta que bañaba nuevamente la risueña ciudad. Yo, desacostumbrado a
tormentas, rayos y truenos, estaba asombrado, ellos estaban felices. Decían que
las lluvias habían demorado en llegar y mi amiga toluqueña la licenciada
Claudia Morales bromeando me decía que, así como la tormenta llegó conmigo,
pues también me la lleve de vuelta.
Ciertamente que en mi estadía en Panamá pude
ver lluvias torrenciales mucho mayores, como baldes de agua que eran arrojados
sobre el parabrisas de los autos. Pero la lluvia de Toluca eran gotas gruesas,
con espacio entre sí y a tono con ello tuve que portar un paraguas, prestado
por la amable catedrática Cristina, para protegerme. Pero recuerdo nítidamente
la ventana de mi habitación en el Hotel porque al regresar casi siempre a las 4
o 5 pm, después de terminada la conferencia y almorzar, caía derribado en la
cama para dormir regularmente hasta las 9 pm, pero lo extraño era que esa
ventana me desconcertaba porque la noche estaba clara, mejor dicho, todavía no
había noche, y eso me causaba confusión, me daba la impresión de casi no haber
dormido. Hasta que una buena noche le conté eso a la hotelera y ella me aclaró que
no era ningún deterioro de mi reloj, sino que simplemente la oscuridad recién
llegaba a esa hora, a las 9 pm. Caprichos del paralelo terrestre.
No padezco de reloj fobia, pero otro detalle
anecdótico es que el reloj de la Catedral dejaba sentir sus fuertes campanadas
tan nítidamente hasta las 12 de la noche, que prácticamente no podía pegar ojo
hasta que ella se silenciara por completo. Bien decía San Vicente de Paul:
"El ruido no hace bien, el bien no hace ruido". Después me enteré, a
través de una excursión con Cristina en el tranvía turístico de la ciudad, que
dichas campanas no sonaban, sino que lo que se escuchaba era una estruendosa
grabación. Como dicen en mi país "puro hechizo". A propósito del
invento característico de la civilización moderna, es posible meditar sobre el
reloj como lo han hecho Sombart, Ganivet y Freyer. El primero destaca su importancia
para el hombre económico moderno, el segundo subraya el carácter simbólico de
la exactitud y perfección maquinal que deshumaniza al hombre, y el último ha destacado
su lugar central como “sistema” del mundo. Efectivamente, yo coincido en considerar
al reloj como el símbolo más cabal de la era moderna e industrial y de la
sobrecogedora deshumanización creciente. Y es tanto así, que si quisiéramos dar
un nuevo sentido a la historia universal tendríamos que acabar con la tiranía
del tiempo abstracto del reloj sobre el tiempo concreto humano. El reloj ha
cargado a la civilización moderna de excesivo sentido histórico, tanto que en el
investigador ha interpuesto una distancia tan grande entre su sentido histórico
y su objetividad que ya no se siente poseído por aquello que sabe. Es por esto
que la investigación erudita es inmensamente sabia, pero sin vida, incapaz de
promover “renacimientos”. En cambio, el modelo humano griego era ahistórico
pero fecundo por promover un sentido más inmediato de las cosas.
Y así como no me acostumbré a ese travieso oscurecer
tardío siempre terminaba por despertarme muy temprano, a eso de las 5 o 6 am. Menudo
problema porque el comedor solía atender a las 7 am. Pero como los mozos me
veían puntual como un suizo desde las 6:30 en sus mesas entonces ellos también
se acoplaron al horario del díscolo huésped. Fiel a mis costumbres no excursioné
en experimentos culinarios y mi desayuno fue siempre el austero café con leche
y las tostadas con mantequilla y mermelada. Las amigables conversaciones
con las hoteleras y los mozos me fueron valiosas para conocer la psicología del
lugareño y la situación social por la que atravesaba el país. Sobre su psicología
puedo mencionar que el mexicano común habla fuerte, como buscando seguridad en
el tono elevado, y en ello encuentro más rabia que afán por hacerse notar.
Siempre será mejor que levantar la voz, reforzar el argumento. Sobre la situación
social sólo diré algo que ya se conoce, con lo cual no creo ofender a
nadie, y es que se admite de modo generalizado que la corrupción corroe las
entrañas de la nación.
En mi país, el Perú, también hemos tenido la
corrupción desbocada -con Fujimori y Montesinos- y todavía la tenemos de forma
soterrada, pero somos más pequeños y la escala es notoriamente menor. Pero no
sólo es que lo que en el Perú se ve en pequeña escala en México se ve en mayor
escala, sino que en el país azteca se respira una atmósfera plutocrática, donde
los ricos -que son un puñado de muy ricos- están por encima de la ley de un modo
mucho más abierto que en mi país. Y esto me hace recordar a la simpática
filósofa de la política la Dra. Ana Luisa Guerrero de la UNAM, que durante su
conferencia habló de la necesidad de un Estado plural sin proyectos jerárquicos
basados en el bien común. Justamente lo hace falta no sólo a México sino al mundo.
La misma que me obsequió su valioso libro Filosofía política y derechos humanos
(2002), texto que consulto con frecuencia.
II
Bajo un cielo encapotado que amenazaba con
una repentina inundación estábamos con la Dra. Hilda Vargas tomando fotos en el
Centro Ceremonial construido en Toluca durante la presidencia de Portillo en
homenaje a un ancestral pueblo maya, cuando de pronto un imponente rayo de sol
se abrió paso entre el séquito de nubes justamente iluminando el mismo centro
de la plataforma principal. Y le dije a Hilda:
-Mira eso, es como si el Sol nos llamara a
ubicarnos hacia el mismo corazón del centro ceremonial.
-Sí, es hermoso. Vamos hacia allá y
le dedicaremos una meditación, añadió Hilda.
Antes de esto ya había advertido la gran sensibilidad
y respeto de la Dra. Hilda Vargas hacia la naturaleza y los lugares ancestrales,
muy acorde con su Programa de la No-Violencia y su salón de encuentro interior
que tiene en el IESU, instituto certeramente dirigido por el mexicano Dr. Sergio
González y la uruguaya Dra. Rosario Guerra. Pues antes poner un pie en el primer
escalón de las plataformas hizo que pidiéramos permiso a los invisibles
espíritus guardianes del lugar.
-Dame tus manos, me dijo ella.
Se las di. Y enlazadas nuestras manos
en el mismísimo centro de la plataforma principal con el rayo de sol sobre nuestras
cabezas comenzamos a meditar bajo las inteligentes palabras que iba
pronunciando Hilda. Vibramos al unísono, no cabe duda. Francis Bacon decía que
"No hay belleza sin algo extraño en sus proporciones". Pues hubo un
momento en que sentí como si voláramos cogidos de las manos girando en círculo.
Fueron momentos muy hermosos, un éxtasis teofánica cuyo viento venía a
elevarnos juntos. Si el primer beso no se da con la boca sino con los ojos, aquí
podría decir que recibimos el primer beso de lo inefable no con los ojos sino con
ese extraño fuego purificador del astro rey.
III
Por dichos transportes metafísicos no lo
había recordado, pero ese domingo era día del Padre, y la Dra. Rosario Guerra nos
había extendido una gentil invitación para almorzar en su casa. Desde el Centro
Ceremonial hasta la casa de Rosario la Dra. Hilda hizo casi una hora
con su cuidadoso y correcto modo de conducir. A la Dra. Rosario tendría por fin
el placer de conocerla y sería nada menos que en su hogar. Así como los ojos
son el reflejo del alma, también la casa lo es. Y su casa de dos plantas con
techos a dos aguas se avizoraba hermosa a la distancia y acogedora una vez
dentro de ella. Atravesamos el umbral custodiado por tres grandes canes, y una
vez instalados en la sala, al costado de su chimenea, relucían hermosos libros,
cuadros, adornos, muebles de madera, mucha madera. La embellecedora mano
femenina estaba omnipresente en dicho hogar.
Rosario, así prefiero llamarla no por exceso
de confianza sino porque así percibo mejor su humanidad, es de noble nacionalidad
uruguaya, tiene ojos penetrantes y a su vez tiernos, de finos labios que dibujan
un carácter tenaz y perseverante, de hermosas cejas delgadas que despliegan solidaridad
y humanismo, de pronunciada y perfilada nariz que señalan sentidas necesidades orgánicas
como intelectivas, de frente altiva como sus elevadas ideas, y con mentón
de perilla propio de los que persiguen sus ideales hasta el fin. Estaba acompañada
de su esposo, el profesor universitario Héctor Fernández, un agradable y recio
caballero español, que nos hizo disfrutar durante el almuerzo con su
espíritu escéptico como Montaigne. También estuvo presente Cristina, que hizo esperar
la degustación de los deliciosos platillos de Rosario hasta el final, porque llegó
con tardanza, pero se le perdonó al traer una exquisita torta de tres leches.
Pero jamás olvidaré el incomparable té de frutas preparado por nuestra
anfitriona. Bien se dice que el corazón de las mujeres se trasluce por el
manjar que preparan sus delicadas manos.
Debo confesar que me llamó la atención tres cosas.
Primero, la tremenda cordialidad y respeto del equipo de trabajo del IESU, todos
se trataban como amigos sin olvidar cada uno su lugar. Segundo, el gran cariño
y aprecio ganado por su directora, la Dra. Rosario. Como verdadera maestra enseña
con el ejemplo y se dedica en alma y cuerpo a lo suyo y a los suyos. Y
tercero, pinta maravillosos cuadros y cocina de lo mejor. Toda una joya engarzada
en suelo mexicano. Bien por México.
IV
Y para concluir este casi anecdotario debo variar
con un problema teórico, el cual es el de la metáfora. Ya decía Rilke:
"Los versos no son sentimientos, son experiencias". Entonces ¿Puede
el pensamiento filosófico expresarse por medio de la metáfora? ¿Es acaso el
concepto la vía exclusiva de la filosofía? ¿Sólo por nociones universales y
abstractas se puede filosofar? ¿Puede el sentido figurado de la metáfora servir
para el filosofar? Y con esto no nos vamos a referir a los poetas filósofos de
Santayana o Gadamer, ni a la opinión de Julián Marías de que no hay género vedado
a la filosofía, sino que preguntamos por otra forma de filosofar distinta a la
pregonada por el magisterio eurocéntrico, me refiero al filosofar mitocrático.
En primer, para nosotros el Mito no
está totalmente contrapuesto a la Razón, como piensan los eurocéntricos,
sino que hay filosofía en el mito, aunque con otra estructura lógico-semántica.
Lógica porque no se sujeta al imperio del principio de identidad, y semántica
porque no se ciñe a la búsqueda de lo universal y necesario. Su lenguaje es más
poético, metafórico, más contradictorio, más elusivo y más profundo. De ahí que
el logos filosófico tenga un carácter multívoco y multiforme. Si el sentido
metafórico del filosofar arcaico daba cuenta del ser sin eliminar el enigma, el
sentido conceptual del filosofar desde Parménides y Aristóteles da cuenta del
ser eliminando el misterio y lo contradictorio. Pero la realidad no necesita
ser lógica y ser susceptible de manejo lógico, ni el hombre primitivo y ancestral
era prelógico. Una lógica filosófica correctamente encauzada nos muestra las
distintas configuraciones de los principios lógicos en las distintas edades del
hombre. El hombre siempre ha estado instalado en la edad de la razón, aunque no
en la edad de la razón abstracta y universal, sino antes bien lo estuvo en
la edad de la razón poético metafórica, en la cual también sintió la necesidad
de filosofar.
Frente a la abundancia del lenguaje figurado
en Platón, Aristóteles predicó la necesidad de una extrema sobriedad. Pero a contrapelo
del peripatético el lenguaje simbólico puede ser adecuado a la representación
del objeto como objeto, propio de una etapa de la mentalidad humana en que no
se separa la causalidad final y la causalidad eficiente. Mientras la imagen y
el símbolo sacrifican una parte de lo real, la inteligibilidad y la
universalidad respectivamente, la metáfora ilumina el reino de la personalidad,
la totalidad y la completud en continuo crecimiento. Mediante la metáfora se
aprehende lo que está más lejos del potencial conceptual. Nuestro lenguaje
natural está tránsito de metáforas. La predicación analógica de la metáfora no
sólo predica emociones sino también hechos. El lenguaje simbólico-metafórico es
más apropiado para el mundo espiritual, mientras que el lenguaje objetivo para
el mundo científico. Lejos de ser ambigua y equívoca muestra secciones de lo
real que sólo ella puede hacerlo. Lo metafórico es además parte permanente de
todo lenguaje y no sólo de la edad primitiva. De manera que la metáfora es
constitutiva de todo lenguaje, sea primitivo o moderno; permite aprehender lo
que está más allá del concepto y el principio de identidad; implica una dinámica
entre pensamientos y conceptos; sus pensamientos no son unívocos sino
multívocos; dicen algo acerca de la realidad, especialmente espiritual, y no se
limitan a las emociones; pone de manifiesto características de lo real que sólo
ella puede mostrar; es un pensar estético; no sacrifica el reino de la
personalidad, la totalidad y la completud, es más holístico e intuitivo; y está
plenamente justificado en el pensar filosófico que es estrictamente personal.
V
Cuando se exagera un sentimiento, desparece
la facultad de razonar, decía Gustave Le Bon. Y guiado por este consejo he escrito
estas líneas finales con las que me despido, espero no volver a molestar su
atención y reitero mi agradecimiento a la Dra. Rosario, a todo el equipo del
IESU, a su director el Dr. Sergio González, y guardaré con cariño cada rincón,
persona y suceso de la hermosa ciudad mexicana de Toluca. ¡Viva México, viva el
Perú!
V
Desencuentros
CARTA DE SOBREVILLA
DAVID SOBREVILLA-Filósofo/UNMSM
EL AFFAIRE DE LA
AUTOBIOGRAFÍA*
[Más
acá de los anhelos. Autobiografía. Lima, IIPCIAL, 2006]
La susodicha página 80 de mi autobiografía,
Más acá de los anhelos, aludida en la Carta dice lo siguiente (destaco en
negritas lo que supongo que incomodó a Sobrevilla -las negritas son mías-):
de la Revista de
Epistemología del año 97, dirigida por el profesor sanmarquino Dr. Luis Piscoya
Hermoza. El artículo intitulaba Una respuesta tardía a David Sobrevilla, y en
él afirma [Walter Peñaloza] que no es un crítico serio porque va a la diatriba,
lee sin entender, traduce defectuosamente, es chapucero, con un gusto obsceno
por glosar y hacer gala de referencias bibliográficas, y todo ello porque es
presuntuoso, sabihondo y distorsionador.
Por mi parte, seguí
leyendo cuidadosamente libro tras libro que publicaba [Sobrevilla] esperando
vanamente que diera cumplimiento a su proyecto filosófico, a saber, una genuina
apropiación, crítica y replanteo de la tradición filosófica occidental; todavía
esto no se cumple del todo, pero no se tiene que ver como cada vez más lejano
un desarrollo filosófico personal en él. Con los años he podido conocerlo mejor,
y personalmente es una persona muy culta que sabe mostrarse agradable y risueña,
cuida dar más su amistad que sus conocimientos.
Al parecer, su
pensamiento terminó dislocándose de su afanoso proyecto como resultado de una
trayectoria intelectual más concentrada en el comentario que en la reflexión
personal, últimamente examinó el pensamiento de Mariátegui. La impresión general
que dejan sus escritos s que habiendo leído muchísimo, no siempre bien, y tras críticas
a bastantes, no ha llegado a demostrar la potencia suficiente para elaborar una
creación filosófica propia. Su fecundidad como crítico resulta siendo inversamente
proporcional a su infecundidad como pensador. Pero como la madurez filosófica
es generalmente bastante tardía guardo la esperanza que pueda sorprendernos algún
día.
REFUTACIÓN
A RIVARA
IDEOLOGÍA
NO ES FILOSOFÍA
Este ensayo
forma parte de mi libro Miseria del cientificismo (2003) y provocó el
desencuentro con la Dra. Rivara de Tuesta. En el 2004 publiqué dos libros sobre
Orrego. El desenlace final fue que excluyó mi solicitado texto sobre Orrego del
libro en La intelectualidad peruana del siglo XX ante la condición humana
(tercer tomo-2005). Naturalmente la amistad terminó congelada. En las páginas 170-171
de mi autobiografía Más acá de los anhelos (2006) relato el triste y
absurdo incidente con la Dra. Rivara de Tuesta.
INTROITO.
La profesora María Luisa Rivara de Tuesta ha sostenido que “en Latinoamérica
las ideologías han sido formas de hacer filosofía”. Sostengo que tal idea se
basa en una definición conceptual confusa, imprecisa y esquemática de lo
ideológico y de lo filosófico, que termina instrumentalizando el quehacer
filosófico y omitiendo el lado esencial de la ideología. Como veremos, esta
imagen endurecida de la filosofía está muy próxima al desacreditado marxismo y
a un totalitarismo tardío. Por el contrario, la ideología funciona con la
seguridad de un dogma establecido. La ideología brota de las ideas, pero lleva
a la petrificación del pensamiento y de la angustia del existir, en ella ya no
se piensa, se obedece, por ello es la antípoda de la filosofía. La ciencia
demuestra, explica y sabe; la filosofía duda, oscila y se vive; y en la ideología
se acata, se obedece y se consigna. Y es la filosofía la llamada a mostrar que
no hay que confundir ideas con ideología ni tomar la ideología como verdad
objetiva. Pues ni la ideología es filosofía ni la filosofía es ideología.
I. La
noche de los gatos pardos
Han
dejado su huella sobre la labor filosófica de Rivara de Tuesta, pensadores como
Francisco Miro Quesada, con su proyecto del filosofar latinoamericano, Augusto
Salazar Bondy, con la filosofía de la liberación, Enrique Dussel y Leopoldo
Zea, con su doctrina antropológica. Pero no ha entendido plenamente el
acervo de estas filosofías cuando intenta recoger en uno de sus trabajos
medulares, Filosofía e Ideología en Latinoamérica (Rivara 2000,
77-91) la significación de lo que es ideología y filosofía.
En
realidad, uno de los hilos conductores del pensamiento de la profesora Rivara
de Tuesta es justamente aquella que afirma que en Latinoamérica las ideologías
han sido formas de hacer filosofía.
“Se
podrá argüir que eso no es filosofía; no pensamos así, más bien sostenemos que
ésa es una forma de hacer filosofía” (p. 80).
Pero ¿cómo
se convierte la filosofía en ideología? Rivara cree que el filosofar no
académico latinoamericano cuando trata de validar un filosofar determinado en
la realidad histórica se convierte en ideología.
“Vista
desde esta perspectiva, la historia de la filosofía en Latinoamérica presenta
un cuadro de desenvolvimiento peculiar de -naturaleza bipolar que va más allá
del modelo dado en determinado tiempo y lugar y ofrece ya una personal manera
de aceptación de la filosofía; de un lado, el afán del filósofo por conocer y
estar al tanto de las doctrinas imperantes en Occidente, que es lo que constituye
la vertiente academicista de nuestro filosofar; y de otro, valida estas
filosofías en el mundo cultural y en la realidad histórica americana, esfuerzo,
este último, a través del cual vemos convertida la filosofía en lo que
podríamos llamar ideología” (p. 79).
Su
análisis muestra que la filosofía se convierte en ideología al pasar de la teoría
a la praxis, pero al convertirse en ideología no deja de ser filosofía, por
cuanto está es una forma de hacer filosofía. Pero ¿No es acaso esto confundir
lo filosófico con lo ideológico? Para Rivara, ello no equivale a confundirlos
pues:
“Es
conveniente aquí referirnos al término ideológico, la ideología no es en
sentido, estricto ni filosofía ni ciencia. Surge como resultado de una tensión
entre el mundo teórico y la praxis y hace asequible socialmente una teoría
filosófica, que se convierte en formulación sistemática” (p. 79).
Si
ideología no es en sentido estricto filosofía, pero es, sin embargo, una forma
de hacer filosofía, entonces sólo cabe que lo sea en sentido laxo. Sin embargo,
es dudoso que esto sea posible; porque en sentido laxo la filosofía, puede ser
entendida de tan variadas formas, que llega a confundirse con la cosmovisión,
la religión, arte y ciencia. Pues existen diferencias esenciales entre todas ellas,
incluso con la ideología. Es indudable que, la filosofía mantiene estrechas conexiones
con todas estas formas de pensamiento, no puede perder el contacto con ellas,
de las cuales incluso recibe impulsos valiosísimos. Pero tampoco puede ser
confundida en la noche donde todos los gatos son pardos. Y la connotación que
Rivara le otorga a la ideología, como filosofía en sentido laxo, da pie a estos
confusionismos teóricos.
II. La
instrumentalización del filosofar
En general,
la ideología es la justificación racional de la acción política con vistas a su
aplicación, por ello el ideológico persigue el poder y no el conocimiento
filosófico. Ya lo señalaba Miró Quesada cuando dice:
“El
político puede utilizar la filosofía… pero en sí, el político no persigue el
conocimiento ni filosófico ni científico, sino, simplemente, el manejo del
poder para poder realizar ciertos fines referentes a la vida colectiva” (Miró
Quesada, 1981. 33).
Incluso
el análisis filosófico de la política que abarca el examen de sus presupuestos
ideológicos, no equivale a hacer ideología, porque se trata de una indagación por
los principios, formas y sentido de la praxis humana. El campo político –
social es un terreno legítimo de la indagación filosófica, incluso no es
extraño que los filósofos propongan y demanden un juicio valorativo acerca de
la vida, sus sentidos y sus metas.
Ya
Augusto Salazar Bondy señalaba que la filosofía es también un saber de la vida,
un orientar -tan a los hombres -como con Sócrates, los estoicos, los marxistas
y los existencialistas. La crítica, la especulación y la prescripción
filosófica van vinculadas entre sí y se influyen mutuamente. Hay filósofos que
acentúan la faceta prescriptiva, abocándose a la indagación por la praxis; y
éste es un modo singular y múltiple de hacer filosofía. ¿Será un modo de hacer
ideología, o de convertirla ésta en una forma de hacer filosofía? ¿Es la
ideología una filosofía práctica, una filosofía aplicada, dirigida hacia la
acción? Que la filosofía prescriptiva es una antesala de la praxis o un
instrumento de transformación social ¿lo convierte acaso en ideología? Evidentemente
que no. Incluso cuando Salazar postula su filosofía de la liberación haciendo
que su núcleo sea una antropología de la dominación inédita e inconclusa, no
deja de hacer filosofía. Otro asunto es que Salazar convierte a la filosofía en
ancilla liberationis, como señala agudamente Sobrevilla (1989, 592) al
otorgarle el encargo desmesurado de desencadenar la revolución. Es decir, aun
cuando se ejerce una filosofía prescriptiva ello no equivale a hacer ideología.
Se puede acentuar la faceta prescriptiva del quehacer filosófico, pero sería
una confusión e incurrir en un vicio conceptual, en una confusión definirla
sólo como sobrepuesta al saber teórico estricto. Por ello, lo que formalmente define
lo ideológico es la capacidad de dirigir el comportamiento humano,
la acción social. En otros términos, la filosofía no puede ser
definida sólo como un juicio y guía valorativa para el vivir, porque también es
una concepción del mundo, una visión totalizadora, y una reflexión crítica que
define conceptos, indaga categorías e investiga los primeros principios. De
este modo, me parece injustificado y reduccionista cuando Rivara define la
filosofía, sobre todo, como una guía práctica y no mero saber abstracto.
“La
filosofía es un conocimiento, que ha servido de guía a la conducta del hombre
occidental. En otras palabras, no ha sido mera teoría, ni saber abstracto,
desinteresado, sino que ha venido proporcionando principios radicales que han
servido de fundamentación para su desenvolvimiento histórico” (p. 77).
En
esta confusión de las faenas del filosofar reside su errónea concepción de lo
ideológico como una forma de filosofar. El filósofo cuando medita sobre lo
político-social está ejerciendo el lado práctico de la filosofía, pero esto no
es sobrepasar el saber teórico estricto, sigue
siendo indagación filosófica. El ideólogo no indaga filosóficamente, a lo sumo
puede repetir un filosofar determinado en función de conquistar el poder. Así,
los ideólogos ciertamente “llevan a cabo una relación entre filosofía y praxis”
(p.80). Ello no significa que los ideólogos hagan filosofía o que busquen en
primer lugar el conocimiento, aun con miras a la acción.
Si
Leopoldo Zea (1971, 157-158), y en esto Rivera se hace eco, cree que surge una
filosofía americana preocupada más por la acción que por la teoría, que aspira
a realizar la revolución, no sólo está incurriendo en una concepción
instrumentalizada de la filosofía, sino que esté poniendo el énfasis en la
faceta prescriptiva del filosofar, pero ello no significa necesariamente
confundir el ejercicio filosófico con el político. Sin embargo, Rivara va más
allá, sosteniendo taxativamente que la ideología es una forma de hacer filosofía,
es más, la filosofía se convierte en ideología. Lo segundo no dudo que sea
posible y cierto, pero lo primero me parece una concepción desafortunada y
equívoca. La indagación teórica sobre la praxis, en vistas al conocer, no es
ideología sino filosofía. Sólo la indagación teórica sobre la praxis, en vistas
a su manipulación, no es filosofía sino ideología. Desde Platón y Aristóteles
se comprende que la filosofía tiene una parte teórica y una parte práctica,
pero incluso su parte práctica no deja de ser indagación sobre la praxis
(axiología, ética, estética, filosofía del derecho, filosofía de la política,
de la técnica, del trabajo, etc.) y no el ejercicio de la praxis misma. Tanto
en la ideología como en la filosofía hay conocimiento, pero mientras la filosofía
destaca la importancia de la teoría y conoce por conocer, por su parte, la ideología
destaca la importancia de la praxis y conoce para actuar por el poder. El
ideólogo puede, ciertamente, llevar a cabo una conexión entre filosofía y
praxis, pero lo hace para justificar racionalmente la acción política. Esta
justificación puede ser de ocultación o falsa conciencia para Marx (1971, 26);
o reflejo científico o acientífico de la realidad para Lenin (1975, 431); o
concepción del mundo para Gramsci (1967, 67-68); o falsa conciencia opuesta a
la filosofía científica del marxismo para Althusser (1971, 15-35). Pero la
profesora Rivara de Tuesta no alcanza a comprender que la esencia de la
ideología es el control social, y sólo quiere verla como aquella que hace
asequible una filosofía determinada. Lo cual distorsiona su esencia y
tergiversa al mismo tiempo a la filosofía misma.
III. Su
filosofía para el poder
Para Rivara
la ideología no es filosofía en sentido estricto ni ciencia, pero es una forma
de hacer filosofía, al fin y al cabo. Esto quiere decir que, es insuficiente
definir lo ideológico por los intereses de grupo (marxismo) por ser
empíricamente inverificable (Pareto), por la invalidez objetiva (Mannheim,
1941, 23-60), sino por la instrumentalización filosófica (Rivara), por cuanto
la significación cognoscitiva de la ideología está en función del contenido instrumentalizador
del control social.
“Este
es el lado práctico de la filosofía, su compromiso con el hombre concreto, un
hacer vital que se vincula y sobrepone al saber teórico estricto” (Salazar,
1969, 31)
En
realidad, la dificultad estriba en que nuestra autora define muy imprecisa e
insuficientemente el concepto de ideología. Dificultad que se viene a sumar a
la anterior definición praxiológica de la filosofía. Cuando Rivara define la
filosofía como un “sistema conceptual que socializa la filosofía” y con ello
efectúa una forma de filosofía al servicio de la acción, la praxis y la
transformación revolucionaria del mundo, cuando convierte a la ideología en una
filosofía aplicada, mientras que la filosofía académica sería una filosofía
teórica, cuando cree que lo que caracteriza a la filosofía aplicada es su
entronque con la realidad social y la búsqueda de la acción eficaz, cuando dice
todo ello está omitiendo un fenómeno esencial de lo ideológico, a saber, el
control social.
Efectivamente,
la ideología no puede ser en primer lugar un sistema conceptual que socializa
la filosofía, porque lo que la ideología busca primeramente no es el
conocimiento sino el poder, el control social, sirviéndole para ello no sólo
las ideas filosóficas sino incluso los mitos, las utopías, la publicidad, el
deporte o el folklore. Además, en el planteamiento de la autora, queda sin
justificar el papel de lo ideológico en una era poscomunista en donde se
plantea la era postideológica o fin de la ideología. Por problemático que sea este
punto es importante no omitirlo.
La
definición praxiológica de la filosofía, por nuestra autora, que posterga su
faceta analítica y especulativa, junto al criterio de instrumentalización de lo
filosófico por la ideología, que omite su fin básico como es el del control social,
dejan el camino expedito para sobreestimar el papel de la llamada
ideología–filosófica, incurriendo en un hegelianismo de izquierda que supone que
las ideas son capaces de cambiar la realidad.
Esta
confusión es inconveniente y conduce a un triple vicio porque:
· primero,
introduce un corte epistemológico teoricista,
· segundo,
no considera que es la historia real y no la ideología la que fija
la necesidad de transformación teórica-practica, y,
· tercero,
porque borra la distinción entre teoría y praxis. A todas estas desventajas de
su concepción vienen a sumarse las otras siguientes:
· mantiene
una concepción positiva de la ideología sin observar su lado esencial,
· establece
un criterio de verdad que deriva hacia un corpus místico y sacralización de la
ideología, al concebirla como un sistema conceptual que socializa la filosofía,
· mantiene
el dogma de la primacía del lado práctico sobre el lado especulativo y
analítico.
Por
todo esto, la tesis de la profesora Rivara de Tuesta es de una decimonónica
definición filo-marxista de la filosofía, que cierra los ojos a su estrepitoso
fracaso práctico-histórico y a su infecundidad teórica.
IV. El
pragmatismo de “la acción eficaz”
En
realidad, al considerar Rivara que en Latinoamérica las ideologías han sido
formas de hacer filosofía, lo que hace es no ofrecer una imagen concreta y real
de lo ideológico sino un esquema abstracto y un mito político. Que los
ideólogos del humanismo colonial, de la emancipación y la república hayan
abrazado determinados presupuestos filosóficos (tomismo, agustinismo,
enciclopedismo, racionalismo, cientificismo, Neohumanismo) no los convierte en
filósofos, menos aún su intento de validar estas filosofías en la realidad
histórica americana. La filosofía convertida en ideología lo ha creído
principalmente el marxismo leninismo, que identificó ideología, ciencia y
filosofía proletaria. Por el contrario, en lo ideológico la filosofía abandona su
ámbito propio de la indagación y búsqueda desinteresada de la verdad, por el
ámbito de la acción y control social en vista del poder.
Más
aún, afirmo que en lo ideológico predomina la alienación y la antipraxis, en
desmedro de la libertad y de la praxis. Pero Rivara asume posturas
apologéticas, pragmáticas y consoladoras cuando cree que el rol filosófico debe
estar signado “por la acción eficaz” (p. 91), afín con una ideología que
entronque con una definida toma de conciencia de nuestro “ser histórico dependiente”.
Es
innegable que, el filósofo cumple con un rol importante en el estudio de lo
político. En el Perú figuras que engarzaron filosofía y política fueron Víctor
Andrés Belaunde, ideólogo católico; Francisco Miró Quesada, ideólogo del primer
belaundismo y consejero de Morales Bermúdez; Augusto Salazar Bondy y Walter
Peñaloza, ligados al gobierno militar del 68. Por su parte, nuestra autora no
identifica completamente, como Gramsci, ideología y filosofía, sino que se
trata de una identificación parcial. De ahí su atingencia que “no es filosofía
en sentido estricto”. Entonces sólo cabe pensar –aunque no lo dice- que para
ella la ideología es una filosofía en sentido laxo.
La
distinción miroquesadiana entre ideologías estimativas e ideologías epistémicas
no confunde lo ideológico con lo filosófico, aunque habría que agregar que
ambas responden al problema de la acción social. Dice Miró Quesada:
“Las
ideologías que consideran que sus principios deben ser
aceptados porque son verdades filosóficas o
científicas, o, más generalmente hablando, porque son verdades racionales
pueden denominarse ideologías
teóricas o epistémicas y
las que no utilizan este criterio pueden denominarse ideologías estimativas o
timéticas … fundan sus principios en estimaciones de valor” (1968).
Esto demuestra una riqueza en el matiz conceptual, ausente en la profesora
Rivara, que permite afirmar que es posible una ideología que encauce la praxis
política para evitar la dictadura y el totalitarismo. Esto significa que no
todas las ideologías obligar o coactan para obedecer. En el planteamiento
miroquesadiano esta ideología se llama ideología humanista, expresado en un socialismo
democrático, autotélico y no arbitrario. Pero en este caso, no vemos a la
ideología como una forma de hacer filosofía, como supone Rivara, sino, lo
contrario, la filosofía postulando una ideología.
V. Fin
de las confusiones
La
afirmación que “en Latinoamérica las ideologías han sido formas de hacer
filosofía” conlleva a deificar la ideología y basarse en una concepción confusa
e imprecisa que termina esquemáticamente instrumentalizando filo- marxistamente
el quehacer filosófico. Omitir el lado esencial de la ideología conduce
peligrosamente a la profesora Rivara de Tuesta a no considera el factor del
control social en lo ideológico y a enfatizar la faceta praxiológica en la filosofía,
lo cual entorpece la comprensión de la historia de las ideas en el Perú. Pero,
además, introduce en su ansia de reforma social el riesgo de doctrinas
totalitarias que se sienten respaldadas por la pretendida verdad de la
filosofía.
Por el
contrario, mientras que la Filosofía surge de la duda y de la crisis existencial,
la ideología funciona con la seguridad de un dogma establecido. La ideología
brota de las ideas, pero lleva a la petrificación del pensamiento y de la angustia
del existir. En ella ya no se piensa, se obedece (por coacción o por
persuasión), por ello es la antípoda de la filosofía. La ciencia demuestra,
explica y sabe; la filosofía duda, oscila y se vive; y en la ideología se
acata, se obedece y se consigna. Y es que la filosofía está llamada a mostrar
que no hay que confundir ideas con ideología ni tomar la ideología como verdad
objetiva. Pues, ni la ideología es filosofía ni la filosofía es ideología.
REFERENCIAS:
Althusser,
Louis (1971) La Revolución Teórica de Marx, Siglo XXI, México.
Gramsci,
Antonio (1967) La Formación de los Intelectuales, Grijalbo, México.
Lenin
(1975) Qué hacer, en: Ob. C. Tomo V. Ed. Progreso, Moscú.
Marx,
C. (1971) La Ideología Alemana, Ed. Pueblos Unidos, Montevideo.
Mannheim,
K. (1941) Ideología y Utopía, FCE, México
Miró
Quesada, Francisco (1981) Para iniciarse en Filosofía, Universidad de
Lima, Lima.
Miró
Quesada, Francisco (1968) Humanismo y Revolución, Casa de la cultura del
Perú. Lima.
Rivara
de Tuesta María Luisa (2000) Filosofía e Ideología en Latinoamérica,
en: Filosofía e Historia de las Ideas en Latinoamérica; T. III, FCE.,
Lima
Salazar
Bondy, Augusto (1969) Iniciación Filosófica, Ed. Arica, Lima.
Sobrevilla,
David (1980) Repensando la Tradición Nacional I, Volumen 2, Ed.
Hipatía, Lima.
Zea,
Leopoldo (1976) La Filosofía Americana como filosofía sin más,
Siglo XXI, México.
UNA ALUSIÓN A CHACÓN*
ANIVERSARIO DE ARGUEDAS
Tomado de mi blog gusfilosofar. blogspot (22
de enero 2024)
Si la filosofía no sólo es una forma de
saber, sino también una forma de ser, entonces Arguedas fue filósofo al andar
por el mundo interesado por esclarecer el valor de lo andino desde una visión
sincrética donde se mezcla lo mágico con el racionalismo tamizado por el
materialismo dialéctico.
Arguedas, como filósofo, contempló lo
universal contenido en el sincretismo de lo andino con lo occidental. La
tradición llama a Arguedas "uno de los grandes representantes de la
literatura en el Perú, padre del neoindigenismo, estudioso de la música andina
y difusor del quechua". Pero esencialmente fue un filósofo porque en él
todo estaba unido.
CONSULTA Y RESPUESTA A UN COLEGA:
Buenas, quería hacerle una consulta, conozco
un libro de Hugo Chacón que se llama "Filósofos Andinos" del 2020
donde se nos plantea a Arguedas como Filósofo. ¿No se si conozca ese libro? Y
si así fuera ¿qué coincidencias encuentra con su libro? Me parece muy
interesante, agradezco la respuesta
Tengo el libro y con Hugo nos hemos reunido
varias veces para conversar de filosofía andina. Mientras su libro busca
documentar, el mío tiene el propósito de interpretar. Son dos enfoques
diferentes. Por otro lado, mi libro es publicado antes (marzo 2021) y el suyo
después (octubre 2021). En su libro menciona mis otros libros sobre el inca
Garcilaso, Guamán Poma y Juan Santacruz Pachacuti (ver páginas: 42, 170, 231,
232), pero omite mi libro sobre Arguedas. Cuando le pregunté al respecto me
respondió que ya estaba suficientemente citado en los otros capítulos.
Respuesta naturalmente totalmente insatisfactoria.
A Hugo lo apoyé discutiendo y editando su
Nación andina, Arguedas biografía y suicidio, El eurocentrismo de Mariátegui, y
Vargas Llosa con su filiación tribal a occidente. Luego se desconectó, nuestras
reuniones fueron más esporádicas, hasta desaparecer completamente para seguir
su propio camino.
En su propio camino comenzó una campaña de
difusión de lo que él consideraba una correcta interpretación de lo andino.
Estaba en su derecho, salvo que viró hacia el proselitismo político al ignorar
a todos aquellos que no pensaban como él. Y creo que a ese sectarismo responde
que mientras entrevistaba vía zoom a dirigentes campesinos y otros autores
afines a su pensar, nunca tuvo la cortesía de retribuir mi otrora apoyo
intelectual con una modesta entrevista, cosa que nunca se dio.
Confieso que al principio ello me dolió, pues
lo creía un verdadero amigo del pensamiento. Pero no fue así. Aristóteles dice
que hay tres tipos de amistades: de entretenimiento, de conveniencia y con desinterés.
Descubrí tardíamente que fui su amigo de conveniencia o de ruta. Pero superado
el incidente le deseo la mejor de las suertes, tanto así que le obsequié uno de
mis recientes libros, "Filosofía, Ser, Historia", sobre el cual ha prometido
una entrevista. La verdad es que no guardo ninguna esperanza.
Su alejamiento personal a mi parecer responde
a que percibió claramente en mí que no estaba interesado en instrumentalizar la
investigación andina para fines políticos, mientras que él fue por ese camino y
su revista Willakuy lo manifiesta. Que le vaya bien, gente afín hay por
doquier.
* El efecto de esta alusión a Hugo Chacón fue
que me eliminó de inmediato de sus amistades del Facebook. Una lástima.
VI
Prólogos
ANÍBAL ISMODES CAIRO-Sociólogo/UNMSM
REFLEXIONES DE UN FILÓSOFO PERUANO
(Racionalidad
y metafísica para la posmodernidad, Lima, IIPCIAL, 2003)
Prólogo
Debo
confesar que me ha sorprendido la lectura del libro Racionalidad y
metafísica para la posmodernidad escrito por Gustavo Flores Quelopana. No
esperaba tal abundancia de reflexiones y manejo erudito de los temas que aborda
en este volumen y, sobre todo, una vinculación casi directa entre los problemas
filosóficos y las realidades vulgares de la vida social de nuestro país. No estamos
ante un centón de páginas que traducen las elucubraciones especializadas de los
grandes representantes de la filosofía contemporánea la que, a fuerza de sutilezas
se ha convertido se ha convertido en un conocimiento radicalmente abstracto y,
a veces, ininteligible. Filosofía de academias y aulas universitarias, encerrada
en campanas herméticas, franqueables sólo para especialistas. No; el libro de Flores
Quelopana, que, por el contrario, nos avienta a la discusión agónica, a la que
compromete nuestro destino y pretende una explicación de nuestro ser. Lo forman
diez ensayos que actúan a manera de prismas reflejando los diversos tonos del conflicto
entre modernidad y posmodernidad, debate en el que, según el autor, participamos
de muy distintas maneras, pues, a pesar de estar en la periferia de las decisiones
empíricas, no dejamos de estar afectados por cuanto ocurre en el centro de ellas.
No por razones de humanidad; pero sí por los impulsos de la expansión histórica.
Es bien sabido que la idea de modernidad la inventaron
los filósofos racionalistas europeos para darle un punto de partida y la
ubicaron en la rendición de Constantinopla a los turcos musulmanes, en 1453, fecha
que es hito. El tiempo anterior era medio entre ese presente moderno y el
pagano pasado. ¿Por qué se llamó moderno a ese nuevo tiempo? Sin duda, hubo un
tratamiento metafísico forzado porque el pasado de ese nuevo tiempo se reconocía,
en su momento, como moderno. De otro lado, en la desacreditada Edad Media hubo
corrientes de pensamiento actuales. El tomismo era la actualidad frente al franciscanismo,
al agustinismo y hasta al averroísmo. La modernidad de los siglos XVI-XVII en
Europa occidental se tipificaba claramente como una oposición ideológica animada
por un humor distante del influjo cristiano. Es bastante probable que las
nuevas condiciones sociales generalizadas en esa zona geográfica impulsaran y
animaran el reclamo diferenciador de la modernidad más como un eslogan, puesto
que, de esta manera, los descubrimientos e invenciones tenían sus cunas en la
inteligencia humana y no en la revelación divina. La inteligencia humana se servía
de la razón ya no para elaborar silogismos, sino para aceptar o rechazar los hechos
en su desnuda autenticidad.
La modernidad
pronto fue consigna y una bandera. Se le aventó como una lanza mortal contra el
pasado. Sobre todo, contra el que aparecía amurallado en instituciones que
coincidían con las religiones en el mundo occidental. Por cierto, que adoptó el
simplismo revolucionario y, prácticamente, careció de ideas. Se era moderno
impugnando el ayer y pronto sus predicadores quedaron arrinconados en ese monstruoso
pretérito que devora incansable el tiempo. El espectáculo literario y artístico
es impresionante. A comienzos del siglo XX Picasso y los cubistas, Dadá, Bretón
y los existencialistas de Sartre parecían los portaestandartes de un glorioso modernismo
capaz de sepultar en la frialdad de los museos a los creadores del Renacimiento.
Hoy también son salas de museos, páginas de la historia literaria o filosófica.
Hay otros ídolos de la modernidad. Además, la batalla sobre su influencia ocupó
los campos de la cultura occidental. En el resto del mundo la mentada modernidad
no superó la información que recibían los componentes de sus memorias cultas.
En el Perú, por ejemplo, lo tradicional sigue siendo lo presente y no se anquilosa
en las sociedades rurales, sino que invade lo urbano sin impresionarse por la capacidad
deformadora de la metrópoli. Lima es actualmente una aldea provinciana, en gran
parte serrana distante de la ficticia modernidad.
Gustavo
Flores Quelopana en Racionalidad y metafísica de la posmodernidad nos da
una versión de esa premisa: la versión del filósofo y usa la experiencia peruana
como eje de sus reflexiones. Sostiene que “la cultura actual no se ha deshumanizado
por rechazar a la razón como instrumento de humanización, sino justamente por emplear
un tipo de racionalidad surgida con la modernidad como el instrumento privilegiado
para tal fin”. La razón no queda desprestigiada por el abuso que se ha
hecho de ella en la especulación racionalista. Descartes, Hobbes, Spinoza, Hume
y Kant la llevaron por el camino de la autonomía. Cada vez menos lucía lo trascendente
y el individualismo inmanentista asumía el horroroso rostro del capitalismo que
generaría el marxismo y la hecatombe contemporánea. El tomismo en el cristianismo
y el averroísmo en el Corán resucitando a Aristóteles, habían colocado a la razón
en el “justo medio”. Con la pretensión cartesiana de una sacralización de la
razón irrumpe la modernidad con su caudal de tragedias y frustraciones. La
razón se ha desacreditado hasta llegar a ser conocida como “la estúpida razón”,
frase absurda por demás; pero significativa de cuantos hechos se han producido
en el Occidente desde los siglos XVI y XVII sin que podamos avizorar su futura
conclusión.
El
autor de este pequeño libro propone una cuestión fundamental: relacionar la temática
de la identidad nacional con la posmodernidad. El tema no es prescindible como
lo son las preocupaciones filosóficas a pesar de sus apariencias funambulescas.
Es que, como lo venimos advirtiendo en los párrafos anteriores: “la propia
modernidad descompone el modelo racionalista con el desarrollo separado de la
lógica de la acción hedonista, lucrativa y arribista” por lo que importa “interrogarse
por el destino que le aguarda a la identidad nacional en este recomponer el
mundo”. A partir de esta inquietante comprobación se teje una madeja de juicios
expresados con pasión y que retratan una biografía intelectual que viajaba por
senderos ideológicos polémicos. Flores propone interpretaciones novedosas
empelando el acarreo de los paradigmas cognoscitivos ultramodernos (Gadamer, Feyerabend).
Su ensayo sobre un presupuesto filosófico de la identidad nos podría abrir las
puertas de comunicación entre filosofía, lingüística y sociología. Lo siento paradójico
y esta calificación no es peyorativa. Las paradojas son siempre inductoras y cuando
suscitan polémicas son bienvenidas.
El libro
que leerás, apreciado amigo, es una suma de buenos ensayos. No se trata de un
espeso centón filosófico elaborado en realidades europeas. La filosofía empieza
a manifestar su identidad en el planteo teórico de una diferenciación. Los conceptos
que amanecieron en el horizonte europeo adquieren una luz propia cuando son
leídos por mentes americanas. Saludemos la publicación de Gustavo Flores Quelopana
como un avance en ese camino. Además, nos ha librado de la jerga con la cual
algunos pretenden contrabandear el pensamiento confuso burlando las aduanas del
buen decir.
JUAN ABUGATTAS-Filósofo/UNMSM
KANT Y LA REVOLUCIÓN BURGUESA (Lima, CONCYTEC, 1990)
Presentación*
No es casual ni arbitrario el hecho fácilmente
constatable en cuanto foro se desarrolla de un tiempo a esta parte sobre el tema
de la modernidad y sobre el sentido de las revoluciones políticas que las discusiones
terminen centrándose en torno al viejo filósofo de Königsberg. Lo que estuvo
esbozado en Rousseau terminó siendo nítidamente diseñado en Kant y es allí que
remitirse para visualizar el mito rector de la modernidad: la sociedad de hombres
dignos y libres.
Ciertamente, como lo sostiene profusamente,
Gustavo Flores, ese mito jugó un papel central en los movimientos políticos protagonizados
por la burguesía, aunque fueran finalmente el proletariado y los grupos
marginados de la sociedad burguesa contemporánea insistiendo, por ejemplo, en
la necesidad de universalizar el voto y los derechos ciudadanos en general. Pero
sobre todo en tiempos como los que vivimos, no es conveniente pasar por alto el
hecho que el mito kantiano fuera también el elemento constitutivo central de
las aspiraciones socialistas. ¿No buscaba Marx acaso también promover la constitución
de una sociedad de ciudadanos libres? ¿No fue el ímpetu libertario la chispa
del movimiento social europeo durante varias décadas? Quien eso recuerde no se
extrañará que justamente ahora se replantean las categorías con las que se
construyeron los llamados socialismos reales se tienda naturalmente a volver la
vista a Kant.
Es importante en ese sentido notar que es a
Kant a quien se vuelve y no, por ejemplo, a Hume. Y es que el individuo del
reino de la libertad de Kant no es el que ha servido de referencia al liberalismo
más desatado, que ahora pretende imponerse a través del discurso neoliberal. El
individuo autolegislador de Kant se vale, para fijar sus reglas de
conveniencia, de un instrumento que naturalmente tiende a compatibilizar y
unificar: la razón. Su deseo natural es encontrar coincidencias. Mientras que
el individuo de Hume, dominado por la pasión, encuentra coincidencias solamente
por azar, y solamente de manera ocasional en el mercado y en las tiras y aflojas
propios de la negociación. La revolución típicamente burguesa tiene pues como
norte no al individuo kantiano, sino al humeano, mientras que el kantiano es
compatible con el sueño socialista.
El problema de los socialismos reales con el
ideal kantiano se origina más bien en otra dimensión, a saber, en la que se discute
la primacía de los diversos posibles actores de un proceso de cambios, de una
revolución. En los países del socialismo real, contrariamente a lo que se deriva
como un postulado práctico de las tesis y posturas kantianas, se ha
privilegiado al Estado como actor central. Al afirmarse a sí mismo e imponer sus
propios términos, el Estado terminó por aplastar al individuo. Algunos de los
impulsores de esta opción creyeron seguramente que el aplastado era el individuo
más propio del proyecto burgués, cuando la realidad, según se la percibe con
absoluta nitidez ahora, es que se aplastó toda individualidad.
El problema actual en las sociedades hasta
hace poco escenario de los socialismos reales es precisamente determinar qué tipo
de individualidad terminará por imponerse. Más que en ninguna otra parte del
mundo en Europa central las opciones están abiertas. Si vence la desesperación
y prima la presión por resultados inmediatos en términos de un mejoramiento de
las condiciones materiales de vida, probablemente marchen esas sociedades a una
suerte de restauración de la primacía del individuo liberal. Si prima empero el
buen criterio no es imposible que veamos en un futuro más o menos próximo florecer
allí el viejo ideal kantiano.
Es sobre todo en ese sentido que hay que
destacar el esfuerzo de Gustavo Flores Quelopana. Su libro es, antes que nada,
oportuno, y más allá de los puntos de controversia que seguramente suscitará,
viene a alimentar un debate muy necesario nuestro medio. Curiosamente, a pesar
de la gran actividad política que caracteriza nuestra vida colectiva últimamente,
y a pesar de que en otros campos de la vida espiritual hay en marcha un
importante movimiento renovador, los términos del debate político siguen siendo
los mismos de hace años. La iniciativa ha quedado en manos de una derecha que
apenas si sabe balbucear teoría política y que, sin embargo, se ha ingeniado
para silenciar a una izquierda que no hace mucho era hasta vociferante.
Es pues indispensable retomar el debate
serio, la discusión profunda de las opciones políticas que nos están abiertas
y, para ese fin, obras como la que tengo la satisfacción de presentar ahora son
aportes significativos.
De otro lado, Gustavo Flores Quelopana con
este libro se confirma como uno de nuestros autores jóvenes más prolíficos. Su
interés por comprender su entorno social y político lo ha llevado a ocuparse de
temas tan diversos co0mo la deuda externa y las modalidades actuales de dominación
imperial. Pero lo que destaca en todas sus obras es una sólida voluntad de
seriedad intelectual y académica que también se muestra en cada una de las
páginas de este ensayo sobre Kant.
*Esta fue la presentación que provocó un
enfrentamiento entre Abugattás y Sobrevilla. Me lo contó el propio Dr.
Abugattás en una de mis acostumbradas visitas que le hacía en la Universidad de
Lima, pues solía adquirir gentilmente mis libros. Sobrevilla llevado por su petulante
complejo de censor de la filosofía peruana le reprochó a Abugattás el haber
escrito dicha presentación a mi libro por dos razones. La primera por
considerar que debía basarme en su filosofía de la historia y no en la Crítica
de la razón pura; y la segunda, por considerar como “intento fallido” al asentarme
en lo gnoseológico y no en lo político. Abugattás reaccionó y rechazó
tajantemente sus consideraciones por absurdas y pretensiosas. En conversación
telefónica con Sobrevilla me ratificó sus impresiones añadiendo que sólo lo
había revisado más no leído. No hay que hacer gran esfuerzo para advertir que
con su autosuficiencia característica hizo gala de su “comprensión fallida”.
OSCAR
MARAÑON VENTURA-Filósofo/UNMSM
MITO Y REALIDAD
DEL CRISTIANISMO
(CONCYTEC, Lima,
1990)
Presentación
Mito y realidad del cristianismo, es un nuevo y polémico trabajo de Gustavo Flores Quelopana,
desarrollado en el campo de la filosofía de la religión; libro que sucede a
otros, interesante en su temática económica dentro de su inquietante producción
intelectual.
Esta obra incluye conclusiones que me han suscitado
discrepancias razonables, acomete la ardua tarea de estudiar el cristianismo desde
la percepción de lo que podría denominarse la crítica histórica. Óptica que
desde hace tiempo ha sido estimulada por los resultados positivos que produjo
la tremenda expansión del conocimiento científico en la época moderna, y que
tuvo una influencia profunda sobre creencias religiosas, principalmente en grado
mayor, dentro de la tradición judeo-cristiana.
Es sabido que desde el Renacimiento la información
científica acerca del mundo se ha extendido constantemente en campos tales como
la astronomía, geología, zoología, química y física. Este desarrollo científico
ha conducido a contradecir muchas afirmaciones, en los mismos campos, derivadas
de la Biblia, antes que de la observación directa y el experimento. Por los
resultados obtenidos, no cabe la menor duda que desde entonces la aplicación
con rigor y la validez del método científico han sido reivindicados debido a su
fructuosidad práctica. Dentro de este
gran marco de referencia, el autor, desde un punto de vista estrictamente
coherente, busca las razones y causas sociales que expliquen principalmente la
figura de Cristo; pues ella representa el punto cardinal sobre el que emerge,
evoluciona y se consolida la doctrina y práctica del cristianismo. El análisis
que recorre toda esta obra buscar cuestionar y descartar los argumentos que
sustentan la imagen histórica de Jesús. Mito
y realidad del cristianismo, empieza con una comparación sugerente entre lo
que representa en el mundo actual el progreso y la religión.
Al respecto, el progreso está vinculado al
socialismo, la revolución, la ciencia y la tecnología; la religión aparece más
bien como una “fuerza conservadora y reaccionaria de la sociedad”. Sigue un
estudio detallado de diversas dicotomías e incongruencias que se pueden
encontrar en los Evangelios tanto referentes a la genealogía de Cristo, bautismo,
resurrección, doctrina, como a otros importantes aspectos tales como la alusión
al apóstol décimo segundo, a Pilatos, a Herodes, a los censos de la época, costumbres,
referencias geográficas, todo lo cual revela una serie de incoherencias que plantean
dudas lógicas acerca de lo expresado en los Evangelios.
Luego, prosigue el estudio de la Escuela histórica,
a cuyo postulado sobre la existencia histórica de Jesús el autor expone
sustentadas observaciones y objeciones vinculadas con temas como el Dios-hombre,
el Cristo vesánico, el Cristo revolucionario, el Cristo moral, el Cristo
judaico, el Cristo indio y Cristo como un oscuro profeta. Toda esta parte de la
obra apunta a sustentar que la existencia de Jesús es una fantasía. En lo que
sigue se desarrolla una secuencia de asuntos relacionados, de modo reiterado,
con el mismo problema. Así, el Silencia del Siglo I, se refiere a observaciones
de importantes investigadores en los cuales se evidencia que este siglo no se
habrían hecho referencias directas sobre Cristo.
En la evolución de la imagen del Mesías se
explica que ella habría aparecido en condiciones sociohistóricas especiales, en
un momento de crisis generalizada cuando se requiere la presencia de una figura
especial para sustentar, difundir y consolidar una creencia religiosa que permita
superar semejante coyuntura.
El Origen Histórico-Social del Cristianismo que
es uno de los capítulos más extensos del libro, está destinado a fundamentar
con argumentos bien sostenidos y referencias bibliográficas adecuadas, la tesis
de este trabajo: que se puede sostener que Cristo no es un personaje histórico
real. El libro culmina con los capítulos referidos al Reconocimiento Tardío de
la imagen de Jesús, las maniobras de los cristólogos y la búsqueda de nuevos
fundamentos para sustentar, reconocer y afirmar la historicidad de Cristo.
El objetivo central este libro es demostrar
que la existencia de Jesús constituye una creación mitológica, una leyenda
cristiana. Mito que probablemente surgió en condiciones históricas críticas, “de
completa descomposición y desintegración económica, política y cultural de las
formas tradicionales del mundo antiguo durante el Imperio romano”. Cristo fue,
sin duda, una promesa para salir y superar una situación muy desesperada.
En cuanto al carácter social y revolucionario
implícito en la doctrina cristiana, no se debe dejar al margen la idea de que
semejante característica podría responder al hecho de que algunos miembros de
la jerarquía religiosa podrían “haber extraído de los Evangelios aquello que concordaba
con sus intereses de clase o con los objetivos de su lucha”.
Pero tampoco se debe olvidar que el
denominado socialismo cristiano “jamás persiguió abolir las clases sociales
sino solamente conciliarlas”, No cabe duda que el aspecto histórico y social del
cristianismo contiene muchas facetas importantes que ameritarán probablemente
otras investigaciones posteriores. Finalmente, si la tendencia general de esta
investigación es la de reconocer que, de algún modo, es la sociedad la que modela
las divinidades, según sus necesidades, entonces podemos afirmar que el enfoque
del autor se aproxima, en cierto modo, al punto de vista de Durkheim quien en
su libro Las Formas Elementales de la Vida Religiosa, sostiene el poder
de la sociedad para moldear lo bueno o lo malo en la mente de sus miembros.
Sin embargo, metodológicamente, el mayor
énfasis está puesto en la noción de que las tesis de la religión cada vez resisten
menos una investigación rigurosamente científica; por lo cual podría afirmarse
que ella es un fenómeno históricamente condicionado cuya naturaleza se
esclarecerá a medida en que se desarrolle la ciencia.
Acotación personal. –
Nunca me cansaré de repetir lo arrepentido que
me siento de haber escrito este libro que niega la historicidad de Jesucristo,
aún cuando entiendo que fue parte de mi evolución intelectual y de la superación
respectiva de aquel erróneo punto de partida historicista, materialista, ateo y
cientificista. El equívoco fundamental de este libro mío es asumir una hermenéutica
histórico cientificista en vez de otro metafísico realista. Sencillamente con
tal enfoque era inevitable derivar hacia la disociación del Jesús histórico con
el Cristo de la fe postpascual. Simplemente el enfoque historicista y positivista
no es adecuado para abordar el problema, resulta enormemente limitante, no toma
en cuenta la síntesis del Nuevo Testamento. Cada región de la realidad exige un
tratamiento especial con sus categorías propias. En una palabra, estrechándonos
al Jesús histórico no se puede alcanzar una verdadera cristología. No en vano
el Evangelio no es un libro científico, histórico o biográfico, sino un
testimonio de fe. Esto no niega que el análisis histórico social sea valioso
para comprender el contexto histórico en que se dieron los acontecimientos de la
revelación cristiana, pero jamás pueden constituirse en la piedra basal y menos
única para comprender dicho fenómeno. Si Cristo fuera un mero mito socio
histórico no sólo no se entenderían muchos hechos extraordinarios de los santos
y milagros comprobados, sino que la propia historia estaría desprovista de profundidad
y significado mayúsculo. Por lo demás,
si algo me salvó de quedar estancado en la perspectiva positivista historicista
fue mi curiosidad filosófica. Según mis registros bibliográficos, ya para 1999
estaba curado de tal limitación de la hermenéutica meramente historicista.
PABLO
MACERA-Historiador/UNMSM
DEUDA
EXTERNA Y REVOLUCIÓN
(Lima,
IIPCIAL, 1988)
Presentación
Este tercer libro de Gustavo Flores Quelopana mantiene igual
orientación que dos obras suyas anteriores. Una misma metodología y un mismo
objetivo político.
No es
indispensable estar de acuerdo con Flores Quelopana (y de hecho no lo estoy en
muchos aspectos) para apreciar la seriedad con que ha trabajado. Ninguna de sus
afirmaciones es gratuita, imaginativa o sobredimensionada. Son afirmaciones que
derivan de pacientes investigaciones para hacer prevalecer los hechos. Pero,
felizmente el autor no es un positivista que simplifica y reduce la realidad. La
piensa y representa en términos conceptuales desde la óptica de su propio
compromiso ideológico marxista.
Para
Flores Quelopana la crisis de la deuda externa en el llamado Tercer Mundo está
conectada con una red de factores muy diversos. Entre ellos los siguientes:
a) envejecimiento
final de la economía capitalista (a partir de los años 80);
b) contradicciones
globales a escala planetaria (guerra nuclear, contaminación, “sobrepoblación”,
etc.);
c) contradicciones
al interior del subsistema capitalista (trabajo vs capital, países dependientes
vs metrópolis);
d)
características específicas de las economías latinoamericanas (dependencia
tecnológica, subdesarrollo relativo, exportación inmediata de capitales,
dictaduras como prerrequisitos de ciertos tipos de crecimiento económico,
etc.).
Sólo
en función de este complejo esquema, es posible comprender los planteamientos y
las conclusiones de Flores Quelopana. Está él convencido de que esta crisis es,
posiblemente, la última crisis no porque sea en sí misma la causa determinante sino
porque no obstante su carácter catalítico, la crisis de la deuda expresa y es
consecuencia de otras crisis más profundas del capitalismo.
Si “los
gobiernos burgueses están viviendo bajo un volcán”, si “la crisis de la deuda
ha generado una situación revolucionaria” es porque el capitalismo (como todo)
está jugando sus últimas cartas (entre ellas el endeudamiento y las compañías
transnacionales).
El capitalismo
no puede desarrollar a los países subdesarrollados porque dejaría de ser capitalismo.
El sueño japonés de un capitalismo ampliado no tiene por eso seguidores muy entusiastas
entre las demás potencias del capitalismo. El crecimiento, el desarrollo y hasta
la simple estabilidad de los países capitalistas metropolitanos tienen como prerrequisito
la existencia de países capitalistas dependientes. Esa dependencia puede expresarse
en algunos casos en el saqueo directo y brutal del atesoramiento más primitivo.
O por la vía más sofisticada de un intercambio desigual de materias primas y manufacturas.
A lo cual añadiremos la distribución injusta del comercio mundial, el monopolio
de patentes, el drenaje de cerebros, etc. La deuda puede ser inscrita entre esos
instrumentos de colonización y recolonización de expansión o intentos de expansión
común y acentuada dependencia. Como bien lo dice Flores Quelopana el saqueo
crediticio ha remplazado al tosco saqueo de materias primas.
Una de
las consecuencias inmediatas de esta crisis de la deuda es que los países más
pobres del mundo y no sólo exportan materias primas o manufacturas mal pagadas
(hechas en base a patentes y regalías onerosas) sino que estos países pobres
además resultan ahora, en aparente paradoja, exportadores de capital por la vía
de los intereses acumulados.
Y el
peso de esa exportación de la pobreza no tiene por contrapartida un buen uso interno
de los capitales recibidos a préstamo. Gran parte de la deuda ha quedado en
manos de empresarios y funcionarios corruptos del Tercer mundo. Así los
capitales prestados regresan rápidamente al banco original que acordó el
crédito. Pero esta vez en cuentas cifradas y ahorros secretos. Se ha calculado
por ejemplo que mexicanos y peruanos cada uno por su lado tienen depósitos en
el extranjero que equivalen al monto total de cada una de sus respectivas deudas.
Hablamos por su puesto de “mexicanos” y “peruanos” entre comillas.
Pero al
capitalismo no le basta haber invertido los roles tradicionales (el país pobre
como exportador de capital); ni beneficiarse de la inmoralidad de los grupos dirigentes
locales del Tercer Mundo, de la burguesía cómplice o del semifeudal cómplice.
Todavía
quiere ir más allá: utilizar la deuda como vía para profundizar la transnacionalización
capitalista de las economías dependientes. Este es el significado de las recetas
del banco mundial cuando recomendó convertir la deuda en inversión privada y
alienta la formación de compañías mixtas donde intervengan el empresario local
al lado (aunque por debajo) del capitalista externo.
Estas
y muchas otras son las sugerencias que incentiva el apasionante libro de Flores
Quelopana cuya arquitectura es un buen ejemplo de la asociación entre la seriedad
científica y el rigor del compromiso político.
PEDRO
RAFAEL GONZÁLEZ ALVA-Poeta y docente de literatura
HORAS SIN TIEMPO
(Lima,
IIPCIAL, 2003)
Prólogo
La presente obra poética de Gustavo Flores nos anonada y
sobrecoge por la ingeniosa, original y hasta misteriosa, tanto en la forma y
ropaje exterior, cuanto, en el equilibrio entre la elegancia y la fuerza, la
belleza y la sabiduría de la que sin proponérselo hace derroche.
En efecto, su inspiración, ora mágica y de difícil
comprensión, ora diáfana, serena y profunda, es un manantial de claridad de
luna llena, de calor de sol, de fe intensa y tal vez de desconsuelo frío,
congelante, tenebroso.
Gustavo se nos manifiesta como un creador de pluma generosa,
portentosa, rica en giros y términos reveladores de un trasfondo filosófico que
subyace en cada poema, y que nos invita a releer algunos de ellos.
Con mucha razón Don Ricardo Palma expresó: “Es arte del
demonio o brujería esto de escribir versos…”. Pareciera que Gustavo hace uso
de ambos en su creación poética, que trasunta un acentuado sentido
antropológico, con el que abre las puertas para conocer al hombre en su más
amplia riqueza, pero también nos insinúa la flaqueza, la impotencia y el
infortunio que acompañan a la naturaleza humana. Se revela igualmente poseedor
de dotes poco frecuentes y de mérito dual: filósofo y poeta, propio de
espíritus privilegiados.
Su poesía es un verdadero concierto de sentimientos
afines, pero también disímiles y opuestos, que constituyen el patrimonio
psicológico y espiritual del hombre. Por un lado, el Amor, cantado con diferentes
y matices llenos de dulzura y exquisitez, a veces plagados de ruda ironía.
Pareciera que hablara con Dante Murr cuando éste expresa: “El hombre que no
ama no vive. Es un muerto que camina”. También nos dice sin escribirlo que
una vida sin amor es como una mañana sin sol o una primavera sin flores.
“Te conocí cuando cantarina florecías
Con el garbo de una rosa
Tu largo y negro pelo como la noche
Tu alma: benigna y humilde
Y tu plácido amor”.
Gustavo Flores aquí nos regala su prolífica inspiración
poética de contenido metafísico. Hay en sus versos expresiones sencillas y
cristalinas, pero también las hay obscuras como nubarrones que se van diluyendo
en su cielo inundado de estrellas al rayar el alba inspiradora. Con su peculiar
estilo nos muestra la sombra, pues sin ella ignoraríamos el valor de la luz,
nos invita a admirar el vuelo del águila por el contraste con el arrastrarse de
la oruga.
La lectura de sus creaciones de tinte filosófico seduce
al aficionado. Más en otros quedamos pensativos, casi perdidos en la selva
intrincada de su follaje metafísico.
Gustavo nos invita a gozar con el gorjeo del ruiseñor y
casi nos obliga a compararlo con el silbido de la serpiente. Usa los vocablos
con un estilo muy suyo, dejando el sabor de lo dulce e inefable, pero también
de lo agridulce y hasta amargo.
Gustavo nos hace paladear verdades y sentimientos de lo
más escondidos, de aquellos que anidan en los lugares más secretos del corazón.
Sus poemas nos traen a la memoria lo que nos ha dicho Amado Nervo: “Mis
rimas van al alma porque del alma salen… en el cofre lírico, las perlas que más
valen son las lágrimas, siempre que del alma se exhalen”.
Si bien los versos de Gustavo no configuran las formas
exteriores de la rima y la consonancia, ellos nos sumergen por momentos en una
hondonada lírica que nos tienta a verter “una lágrima metafísica”. Platón diría:
su pensamiento cuando crea es un discurso que su alma se da a sí misma, y su
palabra escrita se convierte en un discurso que su alma dirige a los que lean
sus poemas, dejándonos sumidos en profunda reflexión. Así dice:
“Yo no busco el verso en la palabra
Sino la busco en la sonora vida”, y agrega:
“Lo cierto es que converso mucho
Con el hombre que hay dentro de mí…”
“Es un buen amigo, confidente fiel…”
“Por eso sueño volando
Sobre el tajo de la muerte”.
Otra de sus musas inspiradoras de su creación literaria
es “la huesuda y fúnebre muerte”:
“¿estaré contigo en el banquete eterno?
¿Será tu casa el rompeolas de mis últimas
horas?
¿Y yo? Ya voy juntado
Mis huesos a tu sombra”.
Concede generoso tratamiento a la muerte y
confiesa su esperanza de que ella se trocará en nueva vida:
“Llega aciago el pájaro negro
Para helarnos el corazón de terror y pena…”
“¿serán las almohadas de Cristo
las que reciban mi alma?”.
“El día me ha cansado tanto, y pronto
Estaremos extendidos bajo la lápida…”
“¿Será Dios que paciente espera
que devoremos la vida eterna?”.
A pesar de la severa frialdad y rigor kantianos, Gustavo
nos descubre un mundo ignoto, ignorado, pero de una calidez de un fuego apasionante,
que por momentos puede llagar a incendiar el alma de quienes son susceptibles
de romántica sensibilidad.
“¿Por qué tu sonrisa pregonera
cruza el cansancio de mis huesos?”
“¿Por qué el agudo florete de tu amor
me devoró incontinente el corazón?”
“Poso mis dedos sobre tu piel purificada
y caes sobre la yerba cual fruta silvestre…”
“Ardes cual fogata en rojo atardecer
Y me extasío cual abeja en el dulce colmenar”.
Finalmente, debemos expresar que nuestro poeta hace gala
de espontaneidad creadora: por una parte, pinta la realidad sufriente,
palpitante del ser; por otra, crea imágenes y situaciones con una acicalada
fantasía. Su poesía es rica en temas, en musas inspiradoras: un verdadero
manantial, inacabable, con hondura en la reflexión antropológica, humanista,
pródiga de sentimientos nobles, metafísicos. Su mensaje exquisito, sin regateos,
fluye cual riachuelo que persigue llegar al rio tormentoso, al inmenso océano
de la vida. Canta al Amor, que es vida, y concede generosa aceptación a la Muerte,
con la esperanza que ella se trocará en nueva Vida.
San Isidro, 11 de mayo 2003
VII
Colofón
CONFESIÓN DE PARTE
Hay veces
en que me veo a mí mismo en medio de una batalla perdida.
Filósofo cristiano en medio de una era anticristiana, metafísico en un
contexto antimetafísico, esencialista en una era antiesencialista, crítico de
la posmodernidad en un mundo en que “todo vale”, crítico del hiperimperialismo
y del hombre anético cuando el hegemón es neoliberal y lo normativo no anda de moda,
convencido de la existencia de la verdad absoluta en una época escéptica, relativista
y nihilista, defensor del polimorfismo filosófico cuando el magisterio eurocéntrico
impera.
Es casi como reunir todos
los requisitos para que las circunvoluciones cerebrales icen bandera blanca
para plegarse a la opinión imperante. De ahí que no culpo a mis detractores y
críticos. Reconozco que no es fácil comprenderme dado que no sigo el cómodo libreto
que domina en la academia. Encima no soy
un filósofo académico, sino que soy un filósofo a extramuros de la universidad
y publico con tirajes liliputienses. Esa fue mi decisión y no me arrepiento. Y
por si fuera poco escribo y publico bastante, lo que en opinión de muchos
dificulta seguirme. Es por ello que últimamente emprendí la sistematización de
mi pensamiento en obras algo extensas -p.ej. Filosofía, Ser, Historia;
Vampiros de Dios, Contra nosotros, Ciber deus, Amore mensura y preparo
Teo-cosmo antropocentrismo-.
En este último empeño
descubrí que el pensamiento sigue caminos imprevistos y que al final van a dar
hacia una visión totalizante sin que uno se lo haya propuesto desde el
comienzo. Así paulatinamente me di cuenta que mi trabajo se dirige hacia la conformación
de una nueva imagen del mundo. Todo ello dentro de una síntesis metafísica
entre lo inmanente y lo trascendente, sin confundir sus jerarquías.
No hay duda, la batalla la
estoy perdiendo, pero no la guerra. El mundo mismo está sufriendo un sismo de
sus fundamentos no sólo geopolíticos sino metafísicos, y la imagen del mundo
moderno se derrite como una vela, y con él todas las ideas que hoy dominan
mañana estarán bajo tierra.
Lo único que me alienta
es avizorar una alborada mejor y distinta al de ahora. Y para eso el filósofo
tiene que ser un comprometido con su tiempo y sus desafíos y no un comparsa de
los prejuicios ambiente que son el santo y seña del conformismo intelectual y
de la traición a la verdad. Cuando todo esto acabe y yo ya esté bajo tierra al
menos guardo la esperanza de haber contribuido a forjar una nueva imagen del
mundo aliada a la verdad y a la razón.
REFERENCIAS
Libros referidos de G.F.Q.:
Ciber deus. Iipcial, Lima, 2024.
Crítica de la razón cibernética, 2017.
Auschwitz
y el poder total, Lima 2021.
Deuda externa y Revolución. Iipcial, Lima, 1988.
Kant y la revolución burguesa, Concytec, Lima, 1990.
Mito y realidad del cristianismo, Concytec, Lima, 1990.
Igualdad sin lágrimas. Justicia como copertenencia, Iipcial, Lima, 2021.
Filosofía como onto-ética, Iipcial, Lima, 2021.
Por qué filosofamos. Iipcial, Lima, 2024.
Pensar sin fronteras. Iipcial, Lima, 2022.
Teoría General de la Filosofía. Iipcial, Lima, 2021.
¿Existió filosofía en nuestra América Andina? Iipcial, Lima, 2017.
Los amautas filósofos. Iipcial, Lima, 2006.
La metafísica de la luz en el Inca Garcilaso.
Iipcial, Lima, 2005.
Filosofía prehistórica. Iipcial, Lima, 2018.
Filosofía, ser, historia. Iipcial, Lima, 2023.
Filosofía mitocrática y mitocratología. Iipcial, Lima, 2010.
Las filosofías marginadas. Iipcial, Lima, 2007.
Filosofía mitocrática andina. Iipcial, Lima, 2007.
Búsquedas actuales de la filosofía andina. Iipcial, Lima, 2007.
En torno al universalismo filosófico. Iipcial, Lima, 2023.
Eurocentrismo y filosofía prehispánica. Iipcial, Lima, 1999.
Racionalidad filosófica en el Perú Antiguo. Iipcial, Lima, 2003.
Corpus filosófico andino. Iipcial, Lima, 2019.
Contra nosotros. Ufología como demonología. Iipcial, Lima, 2024.
Ovni: mitoide encubridor de la carrera de armamentos
en la era tecnológica. Iipcial, Lima, 2015.
Nihilismo y revolución. Iipcial, Lima, 2021.
Los peruanos. ¿Por qué somos emprendedores sin
ser innovadores? Iipcial, Lima,
2008.
Dialéctica de la peruanidad. Entre la corrupción y la esperanza. Iipcial,
Lima, 2018.
Hiperimperialismo global en llamas. Iipcial, Lima, 2020.
El imperio posmoderno del hombre anético. Iipcial, Lima, 2004.
La razón en su laberinto. Iipcial, Lima, 2019.
Los vampiros de Dios. Iipcial, 2024.
Arguedas como filósofo. Iipcial, Lima, 2021.
Vallejo: en lo prosaico lo sobrehumano, Lima,
2021.
Hegel y el delirio prometeico de la modernidad. Iipcial, Lima, 2020.
Santacruz Pachacuti, chamanismo y filosofía simbólica. Iipcial, Lima, 2016.
La filosofía peruana al Final de los Tiempos
Posmodernos, 2011.
Antenor Orrego: teodicea, metafísica e historia. Iipcial, Lima, 2003.
El ontologismo americanista de Antenor Orrego. Iipcial, Lima, 2003.
Más acá de los anhelos. Autobiografía. Iipcial, Lima, 2006.
La erosión nihilista de la sociedad
posmetafísica, 2007.La modernidad
envejecida. 2022.
Apocalipsis de la razón burguesa, 2022.
Racionalidad y metafísica para la posmodernidad. Iipcial, Lima, 2001.
Horas sin tiempo, 2003.
Otras obras referidas:
Adolfo
Lazo. Protágoras el innovador, Iipcial, Lima, 2019.
-- La metafísica de Protágoras,
Iipcial, Lima, 2021.
David Sobrevilla. Repensando la tradición de Nuestra
América. Fondo editorial del Banco de Reserva del Perú. Lima, 1999.
-- La filosofía contemporánea en el Perú. Lima,
Carlos Matta editor, 1996.
Francisco Miró Quesada Rada. “Filosofía del neoliberalismo” artículo en el diario El Comercio,
29-12-2003.
Francisco Reluz Barturén. Prolegómenos para una nueva
peruanidad. UNSAT, Chiclayo, 2015.
Germán Peralta Rivera. Antenor Orrego y la bohemia de
Trujillo. Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2011.
Hilda C, Vargas Cancino. El diálogo de saberes.
México, 2016.
Hugo Chacón. Nación andina. Iipcial, Lima, 2017.
Jorge David Escalante Muñoz. Filosofía, eurocentrismo
y liberación. Iipcial, Lima, 2023.
José Chocce Peña. El pensador de la crisis civilizatoria.
Ideas fundamentales de Gustavo Flores Quelopana. Iipcial, Lima, 2024.
—Modelo pedagógico “Gustavo Flores Quelopana”, Tesis
de Maestría en Educación, Universidad de San Pedro, Lima, 2019.
José Ñique de la Puente. El humanismo jurídico en San
Marcos. Tesis de doctorado en Derecho, Lima, 2004.
Ladislao Cuéllar. Las dos grandes vertientes del filosofar
latinoamericano. Lima, 2006.
Mario Mejía Huamán. Hacia una filosofía andina. Editorial
Académica Española, 2011.
Pablo Quintanilla, La filosofía en el Perú. Heraldos
editores, Lima, 2024.
Rodolfo Sánchez Garrafa. Qankunapas noqaykupas. Ustedes
y Nosotros. Contribuciones a un tinku intercultural con lo andino. Bisonte
editorial Lima, 2024.
Rubén Quiroz Ávila. Opino, ergo sum. Heraldos editores,
Lima, 2022.
Víctor Mazzi. Inkas y filósofos. Editorial Las cuarenta,
Buenos Aires, 2024.
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Perú Wiki
Video entrevistas:
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Videos YouTube:
Globalización del hiperimperialismo
Los amautas filósofos
Crítica a la posmodernidad
Los peruanos. Cómo somos y por qué somos lo
que somos
Filosofía mitocrática andina y ancestral
Filosofía hermenéutica remitizante
Anético
Espíritu de filosofía Virreynal novohispana
Sociedad Peruana de Filosofía
Filosofía y lógica de la estupidez
Sociedad internacional de Filosofía Tomás de
Aquino (SITA-Perú)
Luis Flores Caballero
CONTENIDO
Pórtico
I. Pequeños ensayos
Ana Lacalle Fernández (España)
Jesús David Vásquez Vidal
Pierre Foy Valencia
Israel Lira
Víctor Samuel Rivera
Ricardo Mauricio Agreda Rojas (Arequipa)
Diego Lino Ardito
David Álvaro Huallpa Vargas
David Álvaro Huallpa Vargas
José Chocce Peña
Rodolfo Sánchez Garrafa
Santiago
Stucchi Portocarrero
Hilda C. Vargas Cancino (México)
Mario Mejía Huamán
Carlos M. Álvarez de Zayas (Cuba)
Pedro
Ortiz
II. Breviarios
Adolfo
Lazo
Ana Lacalle Fernández (España)
Ana Lacalle Fernández (España)
Antonio Belaunde Moreyra
Antonio Belaunde Moreyra
Carlos F. Mamani Aliaga
Carlos
Rado Yáñez
Carmen Zavala
Christian Jiménez Cáceda
David Sobrevilla
David Sobrevilla
Dhavit Satya
Eduardo
Paz Esquerre
Enrique
(Kiko) Álvarez Vita
Flor Díaz D.
Francisco Tomás González Cabañas (Argentina)
Francisco Tomás González Cabañas (Argentina)
Francisco
Reluz Barturén
Germán Peralta Rivera
Hilda C. Vargas Cancino (México)
Hugo Chacón Málaga
Hugo Chacón Málaga
Japhet Torreblanca (Arequipa)
Javier Solís Salcedo
Jesús Curasma de la Cruz
Jorge David Escalante Muñoz
José Chocce Peña
José Chocce Peña
José Chocce Peña
José Daniel Hidalgo
José Antonio Ñique de la Puente
José Díaz Sánchez
Juan Carlos Asmat (Juanka)
Junnior Guerrero Dolores
Ladislao Cuéllar
Liliana Molineris (Italia)
Luis Enrique Alvizuri
Miguel Pachas Almeyda
Miguel Pachas Almeyda
Miguel Pachas Almeyda
Odilón Guillén
Pablo Quintanilla
Perú Wiki
Raúl Pastor Gálvez
Ricardo Licla Meza
Ricardo Licla Meza
Rodolfo Sánchez Garrafa
Rosa Aguilar Verástegui
Rubén Quiroz
Salomón Ruíz Goin
Santiago Gutiérrez Rodríguez
Teresa Arrieta (Arequipa)
Ysaí Quiroz Carreño
Víctor Baltodano Azabache
Víctor Mazzi Huaycucho
Víctor Mazzi Huaycucho
Víctor Montero Cam
Zenón Depaz
III. Debates
Johan Leuridan Huys
Javier Solís Salcedo
IV. Recepción mexicana
Toluca y la filosofía mitocrática
V. Desencuentros
Carta de Sobrevilla
Refutación a Rivara
Una alusión a Chacón
VI. Prólogos
Aníbal Ismodes Cairo
Juan Abugattás
Oscar Marañon Ventura
Pablo Macera
Pedro Rafael González Alva
VII. Colofón
Referencias
[1] Entre las publicaciones sobre el filósofo alemán, además de
numerosos artículos especializados, tesis universitarias, y reediciones de algunos
de sus textos, encontramos los siguientes libros: Nietzsche la moral y la
vida (1948) de José Russo Delgado, Nietzsche: dominación y liberación
(1978) de Leopoldo Chiappo, Federico Nietzsche: el filósofo y el poeta
(2001), Nietzsche: el retorno de Zaratustra (2005) y La concepción filosófica
andina y Federico Nietzsche (2005) de Mario Mayhua, Nietzsche y el “amor
fati” (2005) de Julio Garro, y Nietzsche: un filósofo para todos y para nadie
(2012) de Erick Sotomayor.
[2] Popper, K. (1980), La lógica de la investigación científica, Madrid,
Tecnos. pág. 23.
[3] El libro compila trabajos que habían sido publicados con anterioridad.
Heidegger y la metafísica del supraser (2014). Kant y el ocaso de la modernidad
(2020). Hegel y el delirio prometeico de la modernidad (2020). Nietzsche y la
metafísica inmanente (2023).
[4] Consideramos que el predicado “moderna” no se justifica, dado que Kant
se presenta más como un ilustrado contemporáneo que como un moderno, y el texto
no abunda en el origen moderno de la metafísica inmanente.
[5] Borges, L. (1960). El Hacedor. Poema a Leopoldo Lugones.
[6] En lengua latina: fin de la obra y fin del agente, respectivamente.
[7] Los Vampiros de Dios. Pág. 9.
[8] Los vampiros de Dios. Pág. 10.
[9] CRP. AX.
[10] CRP. AXI.
[11]CRP. B530.
[12] Los vampiros de Dios. Pág. 18.
[13] Guthrie, W. Historia de la filosofía griega. Tomo III.
[14] Cassirer, E. Philosophy of the Enlightenment
[15] Kant, I. (1786) ¿Qué significa orientarse al pensar?
[16] Los vampiros de Dios. Pág. 10.
[17] Los vampiros de Dios. Pág. 132
[18] Los vampiros de Dios. Pág. 134
[19] Hegel, G. Lecciones sobre historia de la filosofía. FCE
[20] Los vampiros de Dios. Pág. 189
[21] Es válida la duda
[22] Los vampiros de Dios. Pág. 252
[23] Ídem.
[24] Saña, H. La filosofía de Heidegger. Un nuevo oscurantismo
[25] En
los últimos tiempos se han tejido y entretejido redes sociales disciplinarias
de lo más variado. No siendo excluyente el caso de la Filosofía en redes.
[26] Los siguientes apartados aluden
a una clasificación temática de mi biblioteca personal, tomando como referencia
prefijos a modo de etimologías, por ejemplo, antropoteca,
sacroteca o ufoteca.
[27] El
Nuevo Brutalismo fue un movimiento surgido en posguerra vinculado a la
arquitectura caracterizado por el uso simple de los materiales, sin mayor
tratamiento.
[28] Que se fue alimentando a partir del fichaje de la parte idiomática
del Diccionario Larousse, tarea a la que me avoque sabáticamente apenas culminado
el colegio secundario.
[29]https://gusfilosofar.blogspot.com/2024/05/la-espiritualidad-liberadora.html?spref=fb&fbclid=IwZXh0bgNhZW0CMTEAAR1C4QykD0Mj0uVtrPolNPk8IoiQh4SGD8CHl6KtX-ONxLbvFTVtwTXaepI_aem_ZmFrZWR1bW15MTZieXRlcw&m=1
[30] El Heraldo de Aragón en diciembre del
2014 publicaba: “Hace 50 años el Papa Paulo VI viajó a la India desde Roma.
Centenares de miles de personas de diferentes razas y religiones lo aclamaron a
su llegada. https://www.heraldo.es/noticias/aragon/2014/12/03/hace_anos_papa_paulo_viajo_india_desde_roma_325558_300.html. Hace 50 años el Papa Paulo VI viajó a la
India desde Roma. Centenares
de miles de personas de diferentes razas y religiones lo aclamaron a su
llegada.
[31] Clío, la musa de la historia y de la
poesía épica.
[32] Ahora habría que denominarla Faniteca
(Fenómenos Atmosféricos No Identificados).
[33] Karl Popper persistió en estudiar las
teorías conspirativas tanto en su libro de 1963 Conjeturas y refutaciones, así como en la Sociedad abierta y sus enemigos.
[35] 4 advertencias
de Stephen Hawking sobre los peligros que amenazan a la humanidad https://www.bbc.com/mundo/noticias-43415617
[36] Contenidos: 1.-Las modas culturales y la historia de las religiones. --2.-El mundo,
la ciudad, la casa. --3.-Las mitologías de la muerte: introducción. --4.-Lo
oculto y lo moderno. --5.-Algunas observaciones sobre la brujería europea. --6.-Espíritu,
luz y simiente.
[37] Véase de Michel Onfray. Tratado de
ateología. Física de la metafísica https://mercaba.org/SANLUIS/Filosofia/autores/Contempor%C3%A1nea/Onfray/michel%20onfray%20-%20tratado%20de%20ateologia.pdf