EL DESAFÍO DEL TRANSHUMANISMO
Gustavo Flores Quelopana
Expresidente de la Sociedad Peruana de Filosofía
¿Qué piensa de la tecnología?
Que es un gran beneficio,
pero dentro de proyectos inadecuados es también un gran peligro.
¿A qué se refiere?
Por ejemplo, la tecnología
en manos del relativista occidente liberal es la principal amenaza para la
supervivencia humana.
¿En qué proyecto está
pensando específicamente?
Pienso en el
transhumanismo. El transhumanismo es la ideología cientificista y tecnolátrica
de los multibillonarios del mundo liberal que desean convertirse en dioses. Esa
plutocracia son los enemigos de la verdad. Son monstruos que creyendo
conquistar el mundo se han perdido a sí mismos. Ahí tenemos a Elon Musk con
Neuralink, Zuckerberg entusiasmado con la sustitución del hombre por el ciborg,
Jeff Bezos, Larry Page y Bill Gates con su obsesión para lograr la inmortalidad.
Están jugando a ser dioses.
¿Se olvida de Harari?
No, no me olvido de Harari.
Pero él conforma el grupo de los gurús intelectuales del transhumanismo. Miklos
Lukacs, en su libro “Neo entes” señala bastante bien como fuentes del
transhumanismo al dualismo cartesiano, la perfectibilidad de Condorcet, el
utilitarismo de Mill, el cosmismo ruso (Fedorov), la ideología comunista y su
ideología de “construcción de dios” (Gorky, Trotsky), la ciencia ficción, el futurismo
(Chardin, Vernadsky, Haldane, Bernal, Asimov, Sagan, Toffler), la eugenesia
(Bernal y Huxley), la militarización del espacio (Vannevar Bush), las
universidades (California, Florida, Nueva York, Arizona, etc.), las nuevas tecnologías
(nanotecnología, edición genética, Inteligencia Artificial) y el transhumanismo
(Max More, Nick Bostrom, David Pearce, Raymond Kurzweil). A ello hay que sumarle
el secularismo liberal y el giro antimetafísico de la modernidad.
¿Una amplia alianza?
Así es, una alianza de
amplio espectro y de raíces profundas en la historia moderna. Congrega a
filósofos, políticos, científicos, academia, literatura, cine y empresa.
¿Pero acaso no es bueno preparar
a la humanidad para la era de las máquinas?
Sería mejor preparar a las
máquinas para la era del hombre con Dios y no del hombre sin Dios. Pero como
están las cosas ni siquiera vamos en este último sentido, sino que lejos de
soñar con el homo deus de Harari lo que abre la puerta es al dominio
totalitario del Ciber Deus.
Ese es uno de los títulos
de sus últimos libros, el “Ciber deus”. Pero ¿No cree que la universidad
contribuye positivamente a la era de las máquinas?
No, no lo creo. La universidad
se muestra en el occidente liberal e incluso en otros orbes civilizacionales
-hindú, chino, ruso, islámico- totalmente dominada por el paradigma
positivista. Actualmente es sociologista, biologista, evolucionista,
descartando el alma y el espíritu. Con ese sesgo inmanentista no salimos del
marco conceptual de la modernidad.
¿Cómo el dualismo
cartesiano incide en la ideología del transhumanismo?
El dualismo cartesiano mente
cuerpo permite concebir a la mente separada e independiente del cuerpo y sirve
como cimiento para que el hombre posmoderno proclame la tesis culturalista de
que persona que se siente como del otro sexo declare su derecho a construirse socialmente
como tal. En otras palabras, es la negación de la esencia natural de la
persona. El hombre no es solamente un ente institucional o social, también
tenemos una dimensión física, natural y ontológica.
¿Y eso es grave?
Lo es, porque cuando la
persona cae en la trampa del relativismo entonces deja de ser valiosa y todas
sus instituciones -familia, Estado, universidad- dejan de ser relevantes.
¿Y esto qué significa?
Si el occidente liberal no
es detenido viene la muerte del hombre por el tecno-humanismo. Hemos pasado del
moderno humanismo del Renacimiento, Barroco e Ilustración, al poshumanismo del
vitalismo nietzscheano, schopenhaueriano, foucaultiano y derridiano. Pero ahora
con la posmodernidad arribamos a la estación transhumanista de la supuesta
fusión del hombre con la máquina. La cual se resuelve en la supersticiosa veneración
de la ciencia y tecnología, lo cual es inversamente proporcional a la
devaluación del ser humano. Es la plasmación del superhombre nietzscheano. De
ahí que no sea raro que la élite liberal occidental llame progresismo a jugar a
ser dios mediante el diseño genético de bebés, trabajadores obedientes e
inteligencia humana. Sueñan con la plasmación del mundo feliz de Aldous Huxley
o “1984” de George Orwel. Por lo menos ya han conseguido mantener a las masas
tranquilas mediante el libre consumo de drogas, o el “soma” que en la novela
mantiene amansadas a la gente.
¿Entonces no le parece
justa y liberadora la causa LGTB?
Eso es lo que dice la
propaganda, pero la realidad es otra. La obsesión, que tiene Soros junto a
otros magnates de la élite mundial, responde que en la agenda transhumanista
tiene un papel central la relativización del sexo, el control demográfico, y la
edición genética de bebés probeta. Y en todo ello la ideología del
reconocimiento se convierte en una coartada del transhumanismo para sustituir
la natural diversidad sexual por la cultural diversidad de género. Esto nos
muestra a las claras que el progresismo de la élite globalista es
transhumanista, eugenésica, tecnocientista proclamando el reemplazo del homo
sapiens por el homo deus. Pura propaganda para justificar la guerra contra la
población humana. No hay que olvidar que la lógica maltusiana transhumanista
califica a la humanidad como "plaga humana" y planifica su drástica reducción demográfica.
Antes, el enfoque eugenésico tuvo hubo connotación racista y eurocéntrica, era
vista como la lucha de la civilización contra la barbarie de las razas
inferiores, pero ahora se ha superado dicho enfoque y como raza inferior ha
devenido la propia especie humana.
¿Hay pasos empíricos
evidentes en esa dirección?
Los hay. El significado
progresista de diversidad no sólo permite casarse con árboles, sino que exige
reconocimiento de la legislación estatal. También se defiende el orgullo
zoofílico porque es parte de la agenda transhumanista de sustitución del sexo
procreativo por la declinación demográfica. En la guerra contra la población que
mantiene la élite globalista el aborto es una estrategia de corto plazo y la
ideología de género es de largo plazo. A esto lo llama “satanocracia” porque
persigue la sustitución de lo humano natural por lo artificial y se alienta el
aumento de la población LGTB en el Primer Mundo. Y a eso se llama progresismo.
¿Pero entonces dónde queda
el animalismo que está en auge?
El animalismo es un ataque
profundo a la moral humana al poner en pie de igualdad al hombre con el animal.
Se trata de un reduccionismo naturalista de la moral y una renuncia al
reconocimiento del real puesto del hombre en el cosmos. El filósofo
utilitarista hedonista Peter Singer es su defensor, pero su defensa es parte de
la barbarie de una civilización que se hunde en la execrable deshumanización y
en la deconstrucción derridiana de la moral humana. Personalmente considero
como una disforia el animalismo, una perturbación psicológica de una sociedad
profundamente enferma. La inmoralidad del animalismo es equivalente a la de la
eutanasia o suicidio asistido que en realidad es desprecio y cosificación del
ser humano, visto como mera naturaleza, simple homínido. También es la misma
inmoralidad que presenta la industria del aborto, que en países que se dicen
desarrollados permiten la venta de órganos del neonato para diversos fines.
¿Entonces tampoco está de
acuerdo con la defensa de otros tipos de familia?
Menos aún. La familia
nuclear ha demostrado por milenios ser la mejor protección del ser humano, a
pesar de inevitables problemas. Pero el progresismo global impone la
destrucción de la familia nuclear mediante la intromisión impersonal de Estado
y el debilitamiento de la patria potestad. Lo cual era previsible que ocurra dentro
de su guerra contra la población humana. Todo esto es pura perversión moral del
globalismo progresista, que en el fondo es neonietzscheano porque sustituye el
bien y el mal por lo útil e inútil. Por ello, sus neo entes podrán ser más
útiles, pero no más humanos.
¿No cree que es muy
drástico en sus opiniones?
Drástico y draconiano es el
mundo inclusivo de la élite globalista que permite el predominio de los
pedófilos, zoófilos, criminales abortistas, eugenésicos y multitudes de tontos
útiles. Drástica es la élite globalista transhumanista porque es una satanocracia
que destruye la verdad y la caridad. La monstruosidad patológica del transhumanismo
de la élite global configura el mundo satanocrático de la mentira y el cinismo.
Si no, qué significa que en Bélgica se legaliza casarse con animales, que en
Alemania se defienda la zoofilia, en Reino Unido y en España se luche por
legalizar la pederastia. Sin duda, la satanocracia se impone por dictado de la
élite globalista. Y es que para el progresismo inclusivo no cuenta el derecho a
la vida, sino que predomina el derecho a la muerte. Y todo ello porque el
hombre dejó de ser sujeto y pasó a ser objeto de derecho. Sólo así se entiende
que el Primer Mundo se haya legalizado el turbio y degradante negocio de vender
bebés abortados y se haya incrementado el tráfico de niños.
¿Todo esto qué significa?
Que el progresismo
globalista inclusivo es en realidad la marcha perversa de la deconstrucción
derridiana del sexo. El ataque al sexo y a la reproducción natural para
sustituirlo por el concepto de género busca anular su contenido ontológico. Lo
mismo se aprecia cuando vemos que en España está en auge las familias
animalistas, donde chanchos, perros y gatos son declarados hijos. Y lo más
triste de todo es que las universidades y centros de investigación bien
financiados son los que crean por encargo dichos conceptos trans. Lo mismo se
ve cuando desde estos centros académicos se impulsa y protege la agenda feminista
y del LGTB para criminalizar la masculinidad. Pero no hay que engañarnos, el
animalismo es humanización de los animales y animalización del ser humano.
¿Cuál sería su conclusión?
Que normalizar la
anormalidad es el principal signo de debacle de la liberal civilización moderna
occidental. La ideología de género está planeada para demoler completamente el
sexo reproductivo. Finalmente, la Cuarta Revolución Industrial con la edición genética
y la Inteligencia Artificial debe ser reencauzada para que no se convierta en
factor principal de deshumanización. Y ello sólo se puede lograr mediante una revolución
metafísica que cambie la imagen del mundo terrenalista e inmanentista de la infectada
modernidad atea, secularizada y libertina.