miércoles, 21 de enero de 2015

FENÓMENO OVNI: MITOIDE DE LA MODERNIDAD TECNOLÓGICA

LA PREGUNTA FILOSÓFICA DEL FENÓMENO OVNI
(Prólogo del libro “FENÓMENO OVNI: MITOIDE DE LA MODERNIDAD TECNOLÓGICA”)
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía

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El fenómeno ovni es un terreno tan minado por la histeria colectiva, la charlatanería, el fraude, la mentira  y la impostura que podría pensarse su escaso o nulo interés para la filosofía. Sin embargo, el fenómeno ovni plantea una crucial pregunta filosófica: ¿Puede el hombre seguir siendo el centro metafísico-moral del cosmos?

Esta pregunta tiene un alcance ontológico, antropológico y ético, que tiene ver con su destino y con su lugar en el universo. Esto es, no solamente se vincula con una reacción del conglomerado humano ante determinados estímulos científicos, artísticos o psicológicos, sino que atañe a la hora más honda de desconfianza que experimenta el hombre consigo mismo. Y es porque hemos aprendido a conquistar el espacio pero no hemos aprendido a conquistarnos a nosotros mismos.

La facilidad con que la mente humana puede perder momentánea o permanentemente el sentido de la realidad quedó demostrada en la adaptación para la radio que hizo Orson Welles de “La Guerra de los mundos” en 1938, la tragedia se repitió esta vez a cargo de Radio Quito en 1949, y otras adaptaciones con el mismo resultado acontecieron con motivo del 60° aniversario de la histórica transmisión de “La guerra de los mundos” en Portugal y en México, y en 2013 con Radio Bio Bio de Chile. En todos los casos el poder de los medios de comunicación desató la histeria colectiva y demostró lo manipulable y frágil que es la mente humana para perder el sentido de la realidad. Lo que ha variado actualmente es que ya no se siente temor hacia los extraterrestres sino que, más bien, se busca su contacto de modo desesperado. De la fobia a la obsesión hay tan sólo un pequeño paso. Lo cual evidentemente no debe extrañar, pues todas las personas normales del mundo disfrutan asombrarse en los actos magia a sabiendas que no es real.

No obstante, el fenómeno ovni existe y no debe ser confundida con aquella ciega fe en aliens, por tanto no es una ilusión, y el problema ontológico que plantea a la mirada filosófica, teológica y científica es establecer su realidad. No todo lo que existe de modo trascendente a la conciencia es real, y el fenómeno ovni es real porque la certidumbre de su existencia en el mundo brota de la vivencia extática de su resistencia como objeto independiente de la conciencia. Cuando decimos que el carácter fundamental de la realidad es la resistencia aludimos al orden de esencias, valores, por un lado, y realidades, por otro. Pero no todo lo que aparece en la esfera del mundo exterior es real, lo mismo sucede en la esfera del mundo psíquico y en la esfera del mundo de lo sido (pasado). A lo que es real le es inherente la vivencia de la resistencia, de la cual brota la certidumbre de la realidad. Tal certidumbre está presente en el fenómeno ovni y por ello pertenece a este último orden real. No obstante, de la certidumbre de su existencia no se deriva un saber determinado sobre el mismo. Así, en tiempos arcaicos esas enigmáticas luces voladoras eran vistas como “espíritu de los ancestros o de los dioses”, y hoy la cultura popular la toma como “naves de inteligencias intergalácticas”. Pero esto es un error, porque de la resistencia primariamente vivida de una forma extática de realidad no se deduce un saber determinado de su esencia. Al contrario, para verificar el contenido esencial en fenómenos reales del mundo exterior tenemos la ayuda valorable del saber científico. Esto no supone ningún cientificismo, en tanto que se reconoce que la ciencia es representación parcial de lo real por su formalismo matemático inintuíble. Tampoco significa ninguna infravaloración de la metafísica. Por el contrario, la metafísica es un saber legítimo sobre relaciones metaempíricas y metasensibles de carácter substancial y su inteligibilidad se da en el discurso. Pero este no es el caso con el fenómeno ovni. Como objeto exterior real es susceptible de ser analizado por la ciencia, la teología y la filosofía. Y todas las pruebas y análisis apuntan que se trata de una variopinta gama de fenómenos terrestres y naturales (hologramas solares, sprites, rayos globulares, meteoros, estrellas, planetas, objetos astronómicos, globos, aviones, drones y satélites artificiales, fraudes humanos y demoníacos, alucinaciones) que nada tiene que ver con naves extraterrestres de inteligencias siderales. Todo lo cual conduce a una estricta diferenciación entre tres problemas distintos: el problema del fenómeno ovni, el problema de la tecnología ovni y el problema de la inteligencia extraterrestre. La mezcla, intencional e inintencional, entre los tres es lo que ha producido el “mitoide” ovni de la modernidad tecnológica.

Pero ello, al lado de la dilucidación ontológica se da justamente otra vertiente de la investigación filosófica, a saber: la dilucidación antropológica o el carácter religioso con el que se le ha revestido al fenómeno ovni. En realidad la antropología filosófica está imbuida de ontología, porque trata de determinar el afán de trascendencia a partir de la condición finita del hombre. Y en este sentido se constata que, al compás de la honda arreligiosidad del hombre pragmático, nihilista, hedonista consumista y utilitario de nuestro tiempo, la ufología se ha convertido en ufolatría llevado por ese afán de alcanzar lo transhumano aun dentro de un horizonte meramente inmanente. Obviamente que la ufolatría es expresión de una sociedad moderna que ha reducido a un  mero formalismo vacío la experiencia íntima de lo trascendente y ha exacerbado, junto a la deplorable ignorancia científica de la gente, una gran atracción por los misterios. Todo lo cual no logra satisfacer sus necesidades religiosas inhibidas pero que lo compensa con el culto de la ovnilogía que refleja una patética pobreza espiritual. Situación que nos traslada hacia la sequía de espiritualidad que habla el Evangelio: “Cuando llegue el Hijo del Hombre, ¿encontrará esa fe en la tierra?” (Luc. 18-8). Pero ese es otro tema que no abordaremos aquí.
 Al escribir este libro he sido motivado, ayudado e instruido en diversos sentidos por varios colegas y amigos. Nombro primero atendiendo al orden de las conversaciones  al cosmólogo y creador de la teoría del neutrovacío, Enrique Álvarez Vita, que durante varios años mantuvimos polémicas sobre las implicancias científicas y teológicas de la posible existencia de civilizaciones extraterrestres y nuestras conversaciones dieron origen a mi primera reflexión sobre el fenómeno ovni en el 2011. A Kiko, como afectuosamente lo llamamos entre amigos, lo noté particularmente preocupado, con toda razón, por el tema de la Redención. Tengo razones íntimas para compartir las enormes repercusiones que significarían para la teología el tema de la Inteligencia Extraterrestre. Pero por aquel tiempo yo solamente reparaba en las graves implicancias teológicas que me llevaban a una discrepancia con el Padre Funes, pero todavía no distinguía aquellos tres problemas distintos: el fenómeno ovni, el problema de la tecnología ovni y el problema de la inteligencia extraterrestre y simplemente me negaba a admitir la existencia de los dos últimos. Pero este enfoque incompleto se prolonga y se conecta, en segundo lugar, a dos amigos más, me refiero al empresario, abogado, escritor y católico carismático, Jorge Chávez Feijoó, director del cenáculo teológico de la calle Ruté en Magdalena, que junto con el historiador y biblicista, Sebastián Ponce de León, supieron dar cabida al tema ovni para su serio examen casi fines del 2014.

El verdadero desarrollo de mis ideas sobre el fenómeno ovni están vinculadas, en tercer lugar, con el sociólogo, filósofo, connotado pensador de la exopolítica y miembro de la norteamericana Fundación para la Investigación del Encuentro Extraterrestre (FREE), Giorgio Piacenza Cabrera, cuya larga trayectoria teórica y de campo en el fenómeno ovni aunado con la continua y generosa comunicación de sus inquietudes, lecturas, conferencias, cuestionarios, documentos académicos y ensayos, me permitieron poner a prueba mis propias doctrinas y constituyó para mí un acicate en el abordamiento de la cuestión. Reconozco que sin este  incentivo las tesis del presente libro hubiesen tardado mucho más en surgir. Aunque ahora la novedad de mi posición consiste en que distingo claramente entre los tres problemas (fenómeno ovni, tecnología ovni e inteligencia extraterrestre), ello no significa que acepto su mezcla ni su consistencia interna. Mi escepticismo se mantiene especialmente en el tercer problema a través del ajuste de la ecuación de Drake y el desarrollo de la Paradoja de Fermi. Taxativamente sostengo que no hay evidencias concretas sobre la existencia en inteligencias siderales que nos hayan visitado ni que nos visiten en el futuro.

Si doy una mirada de conjunto a todos ellos debo decir que doy las gracias, tanto a los críticos como a los partidarios de la conexión ovni-extraterrestre, porque de todos he aprendido. Unos y otros me transportaron a indagar y buscar ayuda experta tanto en literatura científica como popular, examinar filmaciones, fotografías, testimonios y sondear las diversas hipótesis interpretativas con la mayor serenidad posible. Levantar el velado Secretum Secretorum, sobre un tema tan ardorosamente debatido, no es tarea fácil pero sí sumamente grato, por cuanto, en lo personal, despeja una serie de dudas y confusiones y, en lo general, contribuye a echar luces sobre un fenómeno tan descaradamente manipulado.

Ahora bien, este libro examina el fenómeno ovni desde un punto de vista teológico y filosófico. Resulta imposible pasar desapercibido la pululante teología ufológica que en los últimos tiempos ha sido promovida por los sacerdotes Balducci, Funes, Consolmagno y O´Meara. La discusión teológica busca precisar, por mi parte, si inteligencias alienígenas extraterrestres tienen cabida en la revelación. Siendo mi respuesta negativa al respecto.  La discusión filosófica se plantea en la medida en que busca determinar el estatus de la realidad ovni y si el hombre sigue siendo el centro metafísico-moral del cosmos. Sobre lo teológico quisiera solamente añadir que se puede afirmar que no se puede soslayar el examen de la naturaleza ontológica de la supuesta existencia de otras criaturas inteligentes en vez de apresurarse a admitir su existencia como se hace con la teología ufológica[1], y con las investigaciones astrobiológicas y exoplanetarias donde impulsa la reflexión ufológica de la filosofía. Sin embargo, los resultados de la presente investigación no refrendan dichas tendencias y van en sentido contrario de la entusiasta ovnilogía que mezcla los tres problemas mencionados. Créaseme que ingenuamente emprendí con interés este libro esperando hallar otro resultado, pero la reflexión serena y la documentación al alcance me condujeron hacia un refutación terminante de la hipótesis de la inteligencia extraterrestre. Yo mismo tuve que volver a pensar la experiencia personal ovni que tuve en la primera mitad de los años ochenta.

Efectivamente, en el primer capítulo se refutan las afirmaciones ufológicas del padre dominico Thomas O´Meara, cuyos argumentos me fueron dados a conocer por mi amigo e investigador Giorgio Piacenza, y los rebato porque su base teológica sobre la inteligencia extraterrestre contradicen abiertamente la consistencia de la revelación. El segundo capítulo es una breve exposición de las hipótesis extraterrestres. Y en el tercer capítulo, el más extenso, realizo el análisis del fenómeno ovni tratando de determinar su realidad y el deslinde de las tres dimensiones del problema: el fenómeno ovni, la tecnología ovni y la inteligencia extraterrestre. Las conclusiones son positivas para el fenómeno ovni y la tecnología ovni, pero negativas para la hipótesis extraterrestre, no sólo por la constante ausencia de pruebas, sino porque se clasifican las seis fuentes de su sostenimiento, a saber:

1.         Búsqueda de vida inteligente en el espacio
2.        Astrobiología
3.        Exoplanetología
4.        Proyectos negros de carrera armamentista
5.        Fenómenos atmosféricos
6.        Cultura popular
7.        Fraudes y engaños

Curiosamente es una lamentable paradoja que en la sociedad moderna dominada por la ciencia, la tecnología y la barbarie de la especialización, siga la mayoría de la gente sin acercarse como es debido a las ideas científicas, filosóficas y teológicas. La susodicha “era del conocimiento” ha resultado ser la “era de la barbarie cultural” y, en consonancia, sea más afecta a seguir las simplificadas ideas de la pseudociencia y los prejuicios del ambiente. Pero hay otro motivo más poderoso, aparte de la ignorancia científica, para que el hombre de nuestro tiempo abrace con obsesión el mitoide extraterrestre de la era espacial -que conecta el fenómeno ovni con la inteligencia extraterrestre-, y este motivo es el siguiente. La ufología se ha convertido en ufolatría, en nueva religión, no solamente por creer sin pruebas en la idea de que los ovnis son naves extraterrestres, sino porque el hombre sin Dios de la modernidad secularizada encuentra en los ET un sustituto inmanente a su deplorable pobreza espiritual. La avidez por lo misterioso y oculto, como lo destacaba Mircea Eliade, es constitutivo de la condición humana.

En otras palabras, el clima arreligioso de la cultura contemporánea favorece la adhesión irracional a esta clase de misterios que no tienen que ver con lo trascendente, sino con lo meramente inmanente, como posibilidad de vida inteligente interestelar que ayude a nuestra salvación. Esto es, el contenido salvífico y mesiánico de la creencia ufolátrica haría pensar que la mayoría de la gente busca una esperanza de fe en algo tangible, en ídolos de carne y hueso o hasta de la inteligencia artificial ovni. Sin embargo, su contenido llama la atención, porque no es meramente un mitoide moderno con un tipo de arquetipo inconsciente de carácter técnico, como pensaba Jung, sino que se trata de algo de índole antropológica más que psicológica, muy propio de la situación humana, y que tiene que ver con la indesarraigable experiencia existencial de la religación de la condición humana. Y ésta es mi tesis ontológico-antropológica. La modernidad despojó al hombre del horizonte de la trascendencia y lo redujo a la experiencia anfibia de la pura inmanencia. El reduccionista cambio metafísico resultó traumático para su experiencia existencial.

De esta manera, la ufolatría brinda una forma de religación espúrea al hombre arreligioso de la actual modernidad secularizada y sin Dios. Con las necesidades religiosas inhibidas creer en la conexión ovnis-extraterrestres ayuda un poco a espiritualizar la vida drásticamente desespiritualizada de la civilización científico-técnica. Y por último, insisto como criterio metodológico y orgánico en la diferenciación estricta entre los tres ámbitos: el problema del fenómeno ovni, el problema de la tecnología ovni, y el problema de la inteligencia extraterrestre. Evitando su mezcla y confusión se puede aprehender objetivamente el asunto.

Lima, Salamanca 21 de enero 2015



[1] Mis discrepancias con el padre José Gabriel Funes las expresé en mi libro Signos del Cielo (2011). En aquel escrito no abordo si el fenómeno ovni es mito o realidad, sino sobre las conclusiones del responsable del Observatorio Vaticano que afirmaba la posibilidad de vida inteligente en el Coloquio sobre astrobiología realizado en 2009. En mi opinión el padre Funes daba un paso equívoco de la tesis angelológica hacia la tesis tecnológica, y temeraria porque en el fondo equivalía a negar la extraordinaria condición del hombre en el plan divino.

11 comentarios:

  1. cEn la historia humana la condición primera de todo progreso es la adquisición de certidumbre y rigor. Incluso en teología dichas condiciones están presentes mediante la razón sobrenatural. Sin embargo, en la especulación platillista la carencia de certidumbre y rigor es señal de la falta de progreso real y de falta de lucidez. Lo cual no es extraño en medio de un momento histórico -la posmodernidad- en que estamos sumidos en el oscurecimiento del despertar de la razón. Por eso no es extraño que el platillismo desconfíe de la humanidad autónoma y descargue la responsabilidad de la unificación del hombre en los "hermanos mayores extraterrestres". En este sentido el platillismo está hechido de espíritu antigriego, porque la razón griega es la voluntad de construir nuestra vida sobre la base de la certeza; pero también está repleto de espíritu anticristiano, porque en rigor la razón cristiana es la fe en el hombre de buena voluntad y en el amor que tiene Dios a su criatura predilecta. Estas dos columnas -la evidencia y el amor al hombre- son afectadas por el oscurantismo platillista. El Renacimiento restringió la evidencia a una formulación matemática y con ello se produjo la primera desviación al proyecto de clarividencia total de una ciencia rigurosa universal. Con ello se olvidó que el fin mismo de una ciencia verdadera ente universal era realizar una lucidez integral. El platillismo actualmente en auge en el mundo es otro momento importante en la desviación irracionalista de lograr dicha ciencia rigurosa universal. Es decir, se pasó del extremo de la ciencia "objetivista" -ya sea mecánica o cuántica- al otro extremo del saber "subjetivista" (depende del testimonio del gurú platillista o de los supuestos abducidos o receptores de mensajes de los ET). Ambos intentos son absurdos, porque traicionan el ideal de realizar una ciencia rigurosa universal. Es precisamente este estancamiento en la realización de una ciencia rigurosa universal lo que origina las exageraciones por el lado objetivista y por el lado subjetivista. En el fondo se trata de recuperar la evidencia primera, la cual consiste en que la razón inserta en el mundo (anti-idealismo) actúa sobre un mundo preobjetivo circundante y real (realismo). Y esta evidencia primera condiciona todas las demás (lógicas, matemáticas, físicas y metafísicas). Con ello se evitarían las exageraciones idealistas y las ingenuidades realistas. En otras palabras, no hay sujeto sin mundo ni mundo sin sujeto porque previamente hay un mundo preobjetivo.

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  2. Creo que no es necesario hacer concordar el agua con el aceite. El conocimiento nocional, abstracto y conceptual es propio de la ciencia y el conocimiento presentativo es propio de la metafísica y la teología. Mientras el conocimiento nocional capta la esencia el conocimiento presentativo capta la existencia. Esto no es negar el valor existencial del juicio y el valor ontológico del conocimiento judicial o judicativo (afinidad, connaturalidad, arte, acción, amor). Así la raíz de nuestro siempre conocimiento imperfecto -tanto nocional como presentativo- no está en el Ser sino en nuestra finitud. Esta limitación impone el Salto epistémico hacia la axiomática del corazón, de la que ya había hablado Pascal, en la cual está la opción de lo finito por lo transfinito o quedarse en la inmanencia. De esta manera la intencionalidad del conocimiento no termina en las cosas, ni en el cosmos, sino que lleva hacia Dios. En esta época dominada por la técnica, el espíritu antireligioso, las cosas y la ciencia, tiene un mensaje de liberación el descubrimiento del Ser por el conocimiento no instrumental de lo presentativo.

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  3. Hasta donde se sabe la Iglesia reconoce que el demonio puede seducir con subterfugios sobrenaturales, además que es muy fuerte la presencia de alucinaciones psicopatológicas e histeria colectiva. Por ello es muy prudente para evitar el profetismo equívoco. De esta manera el Vaticano sólo ha reconocido 9 de las más de 50 apariciones marianas y de las 9 solamente el 80% corresponde al siglo de la increencia y del ateísmo (s. XIX-XX). Para la Iglesia la única verdad es la del evangelio y la tradición apostólica, no hay más revelación oficial. Por eso las apariciones marianas son reconocidas solamente por recordar la misión de Cristo Redentor y no oponerse a la fe y a la moral y son hechas en función de que la Revelación está cerrada pero la historia de la Salvación está abierta. De esta manera los mensajes marianos son reconocidos como mensajes de Dios expresados en revelaciones privadas. En este caso es la Iglesia la que dirime por magisterio eclesiástico.
    Respecto al conocimiento presentativo hay que destacar que es propio de la metafísica, la teología, el arte y está presente en muchas actividades afectivas de la vida cotidiana. Lo cual muestra que el hombre se maneja en el mundo no sólo con la axiomática de la razón sino también con la axiomática del corazón.

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  4. Efectivamente, el poder de la mente humana sobre la materia es tan fuerte que el mismo efecto placebo es tomado muy en cuenta por la ciencia médica. Si este es el poder de la fe natural, cuánto mayor no será el poder de la fe sobrenatural. Pero para enjuiciar sobre ésta la Iglesia es muy cuidadosa y no desestima los criterios de la ciencia. Tanto es así que en el Santuario de Fátima existe un observatorio científico del Vaticano para tomar decisiones cuidadosas sobre los supuestos milagros. Por tanto, no es cierto que la Iglesia Católica sea contraria a la ciencia, esa etapa no sólo fue superada sino exagerada por los racionalistas e ilustrados. En cambio la virulencia de otras confesiones religiosas cristianas y no cristianas contra la ciencia es grande.
    Hay que subrayar que la secularización de la ciencia llevó hacia una visión ametafísica y ateológica del universo, pero no suprimió el anhelo de libertad de salvación del hombre. Mucha agua a corrido sobre el puente, pero actualmente ciencia y fe ni se sustituyen ni se excluyen, sino que se complementan. La virulencia positivista contra la religión -que es en esencia una forma de racionalidad no instrumental- siempre será una postura permanente pero lamentablemente unilateral de la realidad. Hoy se comprende mejor que el teólogo no debe excluirse de la ciencia ni el científico de la religión. De su simbiosis ambos se benefician. La ciencia habla del mundo creado por Dios y la teología debe dialogar con la ciencia con espíritu crítico-ideológico.
    Pero no hay que olvidar que la fe no se realiza en el ámbito experimental del mundo, pero tampoco se divorcia del mundo. La buena teología no se opone a los conceptos pero tampoco se limita a ellos. La teología proporciona una idea del mundo más general que el de la ciencia física.
    En consecuencia, será el ateo decimonónico el que suponga que no se puede conseguir nada de provecho conversando sobre teología, pero esa nunca será la postura de un verdadero científico.

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  5. Apreciado Luis Enrique, quiero en primer lugar agradecer por la lectura de mi envío, en segundo lugar por el interesante -como siempre- escrito remitido, y en tercer lugar, por las valiosas discrepancias y coincidencias expresadas en la misma. Y como no quiero distraer tu atención ni la del lector en minucias, quiero reflexionar brevemente sobre tu argumento central:
    "No porque el hombre crea o niegue la realidad esta es necesariamente así, y esto resumiría mi principal objeción a todo el sustento que intenta realizar. Fuera de esto, le deseo muchos éxitos en su propósito".
    Es decir, si yo creo o no sobre los ovnis no por eso es real. Es más, la objeción requiere ser más precisa: si yo creo o no en los ET no por eso es real. En su forma epistémica la formulación diría: la creencia lógica no es necesariamente señal de existencia en la realidad. Y aun más, cabe una precisión gnoseológica: la propia experiencia sensible debe ser verificada dada la proclividad de la misma a caer en engaño e ilusión.
    Justamente en esto reside toda la argumentación de mi libro: una posibilidad lógica y una experiencia sensible no es necesariamente una necesidad real. En consecuencia, los ET son mera posibilidad lógica sin existencia real. El cargo de la prueba recae no tanto sobre los que lo niegan sino sobre los que lo afirman, y en este caso son los ubícuos platillistas, que insisten en ver una ,necesidad lógica como existencia real, quienes deben brindar la prueba contundente de su existencia real, la cual hasta ahora brilla por su ausencia.

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  6. EL ARGUMENTO DE LA TÉCNICA
    Si antes, mi apreciado Luis Enrique, esgrimiste el argumento lógico-ontológico de que lo lógico no es lo real, ahora presentas un nuevo argumento como objeción, que yo llamaría el "argumento de la técnica", o sea que la ciencia carece de los instrumentos necesarios para dar cuenta del fenómeno ovni. Esto se deduce de tu aserto:
    "Entonces la pregunta que nos hacemos es: ¿tiene la ciencia actual las herramientas y los procedimientos para enfrentar fenómenos del tipo OVNI? Es como si dijéramos: ¿podía Galileo haber llegado a las conclusiones que llegó sin haber usado su famoso telescopio hecho por él mismo? La respuesta es no."
    El argumento merece atención por su corrección formal y sería bueno analizarlo concisamente en su consistencia material. Si el fenómeno ovni es de carácter físico es susceptible de ser estudiado por la ciencia física, pero no sucede lo mismo sucede con los ET, puesto que si éstos son seres inteligentes más avanzados entonces lo que prima es la evidencia moral. Pero da la casualidad que mientras existen evidencias no confirmadas de luces en el cielo u ovnis, no existe una sola evidencia de la existencia de ET. Es más, la prueba moral moral liquida desde los cimientos la creencia en ET que nos visitan, porque limitándose a mariposear por los cielos sin hacer ninguna contribución racional a la humanidad les niega su condición de seres inteligentes y morales.
    En otras palabras, no se necesita un telescopio o artilugio técnico para demostrar que los ET no existen, porque es tan fuerte el argumento moral que cuestiona desde la raíz su existencia.

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  7. EL ARGUMENTO DE LA TÉCNICA
    Si antes, mi apreciado Luis Enrique, esgrimiste el argumento lógico-ontológico de que lo lógico no es lo real, ahora presentas un nuevo argumento como objeción, que yo llamaría el "argumento de la técnica", o sea que la ciencia carece de los instrumentos necesarios para dar cuenta del fenómeno ovni. Esto se deduce de tu aserto:
    "Entonces la pregunta que nos hacemos es: ¿tiene la ciencia actual las herramientas y los procedimientos para enfrentar fenómenos del tipo OVNI? Es como si dijéramos: ¿podía Galileo haber llegado a las conclusiones que llegó sin haber usado su famoso telescopio hecho por él mismo? La respuesta es no."
    El argumento merece atención por su corrección formal y sería bueno analizarlo concisamente en su consistencia material. Si el fenómeno ovni es de carácter físico es susceptible de ser estudiado por la ciencia física, pero no sucede lo mismo sucede con los ET, puesto que si éstos son seres inteligentes más avanzados entonces lo que prima es la evidencia moral. Pero da la casualidad que mientras existen evidencias no confirmadas de luces en el cielo u ovnis, no existe una sola evidencia de la existencia de ET. Es más, la prueba moral moral liquida desde los cimientos la creencia en ET que nos visitan, porque limitándose a mariposear por los cielos sin hacer ninguna contribución racional a la humanidad les niega su condición de seres inteligentes y morales.
    En otras palabras, no se necesita un telescopio o artilugio técnico para demostrar que los ET no existen, porque es tan fuerte el argumento moral que cuestiona desde la raíz su existencia.

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  8. RESPUESTA A UN PLATILLISTA (Parte 1)
    Realmente me sorprende el tamaño de su odio en su misiva. Allí todo destila un veneno injustificado, pues si no me lee entonces cómo puede acusarme de "maltratar y humillar como un inquisidor", "no hay nada constructivo en sus escritos" y de escribir "basura". A las claras se ve quién está despotricando ciegamente. Yo creo que Ud. está leyendo otra cosa, sus propios prejuicios o a otras personas. No es justo distraer la atención de las buenas gentes con consideraciones de este tipo, pues hay que concentrarse para tener la hidalguía de ir al argumento de las cosas y no contra las personas.

    Al contrario, por respeto, aprecio y consideración a su esposo Giorgio Piacenza, emprendí la investigación de mi libro con mucha pulcritud y cuidado, y no como Ud. dice. Lo que molesta al platillismo es que yo no acepte la existencia de los ET y muestre razones para ello. Si yo hubiera seguido la esotérica opinión imperante la reacción platillista hubiera sido favorable. Pero como disiento entonces soy insultado y despreciado. No importa, la historia ya se encargará de demostrar quién tuvo la razón y por lo tanto no hay que perder los estribos. Le aconsejo calmarse y serenarse.

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  9. RESPUESTA A UN PLATILLISTA (Parte 2)
    Pero en realidad lo que los platillistas no aceptan -y el término "platillista" no procede de mí porque viene siendo usado por los medios argentinos desde los años 80, ni tiene el sentido peyorativo que se le atribuye- es la discrepancia, y no lo aceptan porque se han convertido en secta ufológica. Ahora me explico la furia que sienten ante los puntos de vista críticos y la oposición cerril y contumaz hacia las personas escépticas para que formen parte de los comités de investigación ufológica -como la DIFAA-. Menos mal que dichos comités oficiales no se dejan manipular por dichas presiones platillistas. Mejor haría Ud. misma en estudiar con serenidad todo el material que me recomienda en vez de aceptar ciegamente la existencia de los ET.

    Tampoco es atrevimiento mencionar a las Madres del Buen Pastor y su colegio como lugar de un evento platillista. Solamente la mala conciencia puede pensar tal cosa. Menciona también Ud. al excelente cardenal Landázuri con cierto desdén. Pero nuevamente Ud. es precipitada, porque dicho cardenal fue un digno seguidor de san Francisco de Asís en sus 38 años de arzobispado, uno de los mejores pastores que tuvo nuestra grey y el Perú por su gran sensibilidad social en defensa de la justicia y la paz sobretodo en los pueblos jóvenes, entre otros méritos grandes. Al contrario, Ud. debería simpatizar con él porque Ud. junto con su esposo Giorgio practica la caridad con los pobres.

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  10. RESPUESTA A UN PLATILLISTA (Parte 3)
    También Ud. menciona que debo conocer "investigaciones serias a nivel mundial sobre el tema". Pues no comprendo por qué si se jacta de conocer dichos estudios entonces pierde su tiempo "despotricando" contra mí persona, en vez de ir ilustradamente hacia la racional demostración contraria. Ofrezca demostraciones racionales, pruebas contundentes e imparciales, en vez de enojos personales.

    Habla también de mi "visión reduccionista" que no me permite "imaginar el cosmos" con seres de mayor desarrollo tecnológico. Allí creo que reside otra grave confusión platillista. La ficción o lo meramente lógico no es real ni debe ser confundido como tal. Una cosa es hacer dibujos animados o ficción y otra cosa es reclamar una demostración científica. Pero el platillismo es más inclinado hacia lo primero y alérgico a lo segundo. Por eso hasta el día de hoy no aportan nada contundente a favor de su creencia en ET.

    Más bien yo la invito a Ud. a dudar sobre la existencia de ET y no lo tome a mal, ni se enoje. Al contrario, en el Perú hacen falta investigaciones serias sobre el asunto y abundan los escritos esotéricos o meramente testimoniales. A la ciencia -ya sea la física, la cosmología o la psicología- no le bastan los testimonios y declaraciones. Hay que hacer demostraciones contundentes. Aquí no se trata de competir quién tiene la mejor bibliografía sino de pensar en una respuesta coherente y adecuada. Sobre lo cual su esposo está en excelentes condiciones paran empeñarse en ofrecer un libro en ese sentido. Si no lo hace todo su saber será un desperdicio.

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  11. RESPUESTA A UN PLATILLISTA (Parte 4)
    Como verá no se trata de que en todos estos meses no se sepa de mí -como Ud. desea de modo incomprensible-. Al contrario, hay que desear sanamente que se sepa de mí y de mis investigaciones. No hay que enojarse con las posiciones contrarias, pues en el debate uno se enriquece. Solamente el espíritu sectario, fundamentalista y fanático es intolerante a la crítica y creo que dicho defecto abunda entre los platillistas. Lástima por ellos. De todo corazón y con el mayor respeto deseo que Ud. no esté entre ellos y mañana más tarde cuando nos podamos encontrar en persona nos saludemos cortésmente como gente educada, que saben discrepar sin insultarse ni enfadarse personalmente. Por lo demás, yo recuerdo nítidamente sus acres críticas a Sixto Paz expresadas en su auto y delante de sus esposo, y sería inconcebible sentir resentimiento alguno por ello.

    Y sobre su última desiderata -recordar mi fobia ufológica- sólo le puedo decir que no tengo fobias platillistas ni antiplatillistas -sobretodo ésta última que parece Ud. ostentar-. La fobia es un mecanismo neurótico de transferencia del sentimiento de descontento de sí mismo hacia un objeto. Yo no tengo fobia a los ET. Al contrario me parece divertido pensar en ellos y hasta seductor. Pero otra cosa es hacer ciencia. El sujeto fóbico neurótico cree que evitando al objeto evita su angustia. Yo no evito el tema ET, más bien lo abordo racionalmente. En consecuencia, no veo fobia en mi proceder. De todas formas le agradezco su preocupación por mi salud mental. Pero sí veo fobias en los platillistas, porque éstos odiando al crítico evitan su angustia de enfrentarse a la inexistencia de los ET.

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