martes, 3 de febrero de 2015

MITOIDE OVNI Y TRANSHUMANISMO

MITOIDE OVNI Y TRANSHUMANISMO
(Continuación)
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
 
14
MITOIDE OVNI Y TRANSHUMANISMO

En todo caso esto nos devuelve a la pregunta del principio: ¿Cuál es la esencia de la actitud cultural que predispone a la búsqueda infructuosa de vida extraterrestre? 

La respuesta a esta pregunta exige ir más allá de los programas de encubrimiento de los proyectos negros que se impulsa por la carrera armamentista entre las potencias. Invita a dirigir la mirada al corazón mismo del espíritu de nuestro tiempo. Cronológicamente nuestro tiempo se origina en la modernidad (desde la caída del Imperio romano de Oriente en 1453 o el comienzo de la Reforma protestante en 1517) y filosóficamente se caracteriza por dos vertientes de pensamiento: el Racionalismo, que defiende las verdades de razón, y el Empirismo, hija del nominalismo medieval. Especialmente el empirismo liderará la gran ruptura con la metafísica de las esencias al convertir lo fáctico en lo único válido y negar las verdades eternas, inmutables y trascendentes. Con ello el naufragio de la verdad, la trascendencia y la razón quedó trazado y el destino del hombre moderno se tornó realmente oscuro. Las esencias dejaron de ser realidades y lo real se limitó a lo fáctico.

 Pero el tema ovni cobra auge en el tramonto de toda la época moderna, cobrando un auge inusitado durante el relativismo posmoderno. Es como si cansado del rigor lógico y del objetivismo fáctico el hombre actual se volcara con una espiritualidad anémica y sin Dios, hacia formas supletorias de religión con ropaje inmanente. Entonces la ficción científica se convierte en pseudociencia (carece de objeto de estudio, no aporta la carga de la prueba, esgrime argumentos persuasivos y no demostrativos, no reporta algún conocimiento efectivo y es fuente de lucro personal o institucional), para luego convertir la ufología en ufolatría o creencia religiosa dentro de un mundo secularizado al extremo.

En otras palabras, el dios de la imagen eclesiástica ya no es creíble para nuestro tiempo hiperracionalizado y el espíritu secularizado reclama una nueva imagen de Dios. El Yo moderno se tornó de Dios a Demonio y edificó un mundo luciferino. Hegel también dijo que Dios había muerto, pero su ateísmo no es de ningún modo un nihilismo en el sentido de Nietzsche o de Sartre. El ateísmo secularizado, como destacaba el preconizador de una teología desmitologizada R. Bultmann, es un  producto de la secularización del mundo. La secularización es reducción del mundo a objeto de la libertad humana. A propósito, es cierto que el cristianismo al revelar la libertad humana fue un factor decisivo de la secularización, pero la secularización no deriva de la libertad sino de la falta de responsabilidad en el mundo. Y sin esta responsabilidad se olvidó que el hombre es el protagonista de Dios que lleva lo inmanente hacia lo trascendente. Con este olvido de la esencia de su ser el hombre se convirtió en un pequeño diosecillo en la tierra (deus in terris), más allá del bien y del mal, encarnación del relativismo extremo del hombre sin verdad y de una cabalística de la inmanencia sin antagonismos.

En estas páginas hemos desarrollado junto a la dilucidación ontológica sobre el ser del fenómeno ovni,  otra vertiente de la investigación filosófica, a saber: la dilucidación antropológica o el carácter religioso con el que se le ha revestido al fenómeno ovni. La antropología filosófica de índole no positivista ni naturalista está imbuida de ontología, porque trata de determinar el afán de trascendencia a partir de la condición finita del hombre. Pero en la modernidad se constata la honda arreligiosidad del hombre pragmático, nihilista, hedonista consumista y utilitario de nuestro tiempo, que O. Spengler lo vincula con el ilimitado afán de poder del hombre fáustico moderno, lo cual tiende a generar dentro de la cosmovisión natural fenómenos como la ufología.  Pero este hombre sin trascendencia y que vive de la pura inmanencia potenciada por la voluntad de poder, tiende a inventar religiones tangibles, siendo una de ellas el  ufolatría. Llevado por ese indesarraigable afán de alcanzar lo transhumano vive la finitud de su condición existencial sustituyendo la religión vertical por la absoluta religación horizontal. El nexo ovni-ET se asocia, más bien, a su propia futurología fantasiosa.

Pero el hombre privado de su vínculo con lo superior se hunde en el vacio de lo inferior. Todo vacío brota del vacío de nuestro corazón, por eso, en el Fausto de Goethe, Mefistófeles con todo su aparente poder no puede dejar de ser una criatura desgraciada cuya falta de amor lo hunde en el vacío de su corazón odiador. Pues bien, nunca el hombre sintió con tanta fuerza abrumadora el vacío de su corazón como en la modernidad. Spengler vinculó la teoría de la infinitud actual del espacio con el ilimitado afán de poder del hombre moderno, pero lo que hay que advertir es que dicha voluntad de poder nace de la obliteración del horizonte de la trascendencia o del agostamiento del sentido de lo divino, que hablaba el Padre Gratry,  en la condición existencial humana. Ni los animales, ni el niño ni el primitivo, ni el ontológico hombre de la Antigüedad ni del cristianismo, se encuentran afectados por esa desvinculación profunda y grave con el mundo que caracteriza al epistémico hombre moderno. Ese hiato, que el capitalismo lo ha convertido en el paroxismo de las necesidades insatisfechas, ha profundizado hasta límites luciferinos el vacío en el corazón del hombre. Este fenómeno sobremanera extraño de la irrupción del vacío en la cosmovisión natural y en el corazón del hombre como vivencia hegemónica, tiene su antecedente remoto en la respuesta de Demócrito, también el vacío “es”, a los eleatas, sólo “es” lo pleno (pleon) y que el vacío (kenon) “no es”. Pero hoy vivimos el resentimiento ante la plenitud ontológica del ser y la inversión de los valores, y desde ese bastión florecen todo tipo de religiones inmanentes cuyo afán esencial es “ser como dioses”. La ufolatría es expresión de una sociedad moderna que ha reducido a un  mero formalismo vacío la experiencia íntima de lo trascendente y ha exacerbado, junto a la deplorable ignorancia científica de la gente, una gran atracción por los misterios de este mundo inmanente. Todo lo cual no logra satisfacer necesidades religiosas inhibidas pero compensa con cultos que reflejan una patética pobreza espiritual.

 Llama la atención la debilidad sugestionable de la gente que llena las sectas ufolátricas y el poder carismático del líder ufólatra que linda con el mesianismo, la manipulación y la dominación. Efectivamente, la credulidad, ingenuidad, carencia de sentido crítico, débil fe en lo trascendente, sin sentido de la vida, ansiedad, necesidad de salvación, depresión, soledad, inadaptación, escasa capacidad para dirigir su libertad individual, personalidad frágil, y proclividad para ser manipulados, son la principales características de las personas que llenan las sectas ufológicas. Mientras que el líder ufólatra es altamente egocéntrico, con gran capacidad para producir entusiasmo, manipulador, altamente proclive a la mitomanía, cree más en sí mismo que en lo objetivo, entregado al mentalismo, desestima las pruebas en contra, se siente autorizado a falsear la verdad, se comporta como un autócrata que decide lo que debe pensar el subalterno, congrega en torno a sí a personalidades sumisas y desorientadas, tiene capacidad de modificar la escala de valores, actitudes y creencias de sus adeptos, muestra gran capacidad de argumentación, inspira seguridad, genera simpatía sin suponer su capacidad para la empatía, tiene pocos remordimientos de conciencia y débil conciencia moral. Por su gran oratoria, autoestima exagerada, mitomanía, comportamiento manipulador, no sentir culpa, superficialidad afectiva e intelectual, no asume su responsabilidad, de estilo de vida parasitario, irresponsables e irrealistas, suelen ser parte de la personalidad psicopática.

En una palabra, con las sectas ufolátricas estamos en una situación parecida a cómo en los años veinte los médiums, espiritistas y los magos engañaban a todo el mundo, a la prensa, a las cortes europeas, a intelectuales y científicos pero no a los magos porque éstos ya conocían todos los trucos. Quizá haga falta en la ufología un Harry Houdini que desenmascare a tanto embustero. La espantosa pobreza intelectual y espiritual que exhiben las sectas ufológicas y la manipulación mental que ejercen sus líderes son la mejor prueba del mitoide que se va tejiendo al interior de una sociedad altamente secularizada y sin fe en lo trascendente. Pero en medio de la vorágine acrítica ufolátrica ya se propone una agenda para “asuntos supraterráqueos” en la ONU[1].

Ahora bien, pero es justo y necesario que no caigamos en la miopía intelectual y el simplismo racionalista de atribuir solamente a causas psicológicas la atracción hacia las sectas ufológicas, pues hay indudablemente también causas sobrenaturales. Me refiero a la seducción del Maligno. Es obvio que un canal abierto para la tentación ufológica es la debilidad de la fe en Dios propia de nuestra época de la increencia. Si hasta Nuestro Señor Jesucristo fue tentado en el desierto con la falsa visión de todos los reinos de la tierra[2], a lo cual Jesús responde: “Al Señor tu Dios no tentarás”, entonces no es difícil admitir que engañe a monseñores, clérigos, intelectuales, científicos y gente común, sobre la existencia de civilizaciones extraterrestres, naves de aliens, razas alienígenas, portales interdimensionales, extraterrestres benévolos y malévolos (grises, reptilianos, etc.) y todo encaminado a destruir la Revelación introduciendo falsos argumentos mediante la razón natural.

Por ejemplo, desde Einstein se sabe sobre la idea de otras dimensiones a partir de que el espacio tiempo está doblado a través de una dimensión física más alta. Incluso Kaluza-Klein plantean la idea de un universo de once dimensiones. De esto se aprovechan los ufólogos para hablar de “seres interdimensionales” y “portales dimensionales” y otros disparates. Sencillamente el paso de una dimensión a otra representa la alteración de la geometría tridimensional y aun admitiendo que se trate de seres que cambien de forma qué sentido tendrían el cruce genético con las otras dimensiones. Seres que alteran su geometría al pasar de un universo a otro pertenece más a la ciencia ficción porque en la realidad desaparecerían. Todo este lenguaje pseudo físico y pseudo matemático lo único que persigue es la credulidad de la gente.

Cabe detenernos un momento en uno de los relatos más misteriosos, enigmáticos e incomprensibles de los evangelios según san Mateo. El relato sucede después del bautismo de Jesús, sometido en todo a la acción del Espíritu Santo. Y en esas condiciones es llevado al desierto para ser “tentado” por el diablo. De manera similar hay que indicar que ya pasado el tiempo histórico-escatológico de la Creación y la Caída y viviendo actualmente el tránsito de la Redención y el Juicio, ahora la humanidad redimida es tentada por el diablo con el mitoide de la inteligencia extraterrestre. Pues la historia de la Revelación está concluida pero la historia de la Salvación continúa. Con ello el Enemigo se camufla de benévolo extraterrestre que vigila y cuida al hombre de su propia destrucción. Y así busca destruir la extraordinaria condición del hombre en el plan divino. Recordemos que la presencia de Dios en nosotros es ontológica, pero su habitar en nosotros es óntica, o sea por invitación nuestra. De manera que la nueva fe ufolátrica lo que consigue es retirar dicha invitación a Dios y poner en su lugar a los extraterrestres que en realidad son demonios.

Claro que la tentaciones a Jesús prosiguieron, no directamente, pero sí indirectamente, pues lo tentó luego a través de los fariseos y saduceos, queriendo intimidarle en el desarrollo de su mesianismo; con las turbas, que querían hacerle rey temporal; con los que intervinieron en la pasión. Todos colaboraron a aquel momento, el propio Jesús dijo: “Viene el príncipe de este mundo contra mí” (Jn. 12:31). Entonces el Padre hizo lo que antes El no quiso realizar: “vinieron los ángeles y le servían,” es decir, le trajeron alimento: (Mt 8:13; 25:44, etc.). Por supuesto, aquí Jesús es tentado en cuanto Mesías, y en la ufolatría el hombre contemporáneo es tentado en cuanto reconocedor de que Cristo es nuestro salvador. Jesús es el gran vencedor de Satanás y su obra: no se inclina ante él para recibir el mesianismo: ni en lo religioso ni en lo político. Y así espera del hombre que persevere en la fe y que no se someta al nuevo credo profano de las sectas galácticas.

En una palabra, la secularización del espíritu de nuestro tiempo es la última raíz que se esconde detrás de todas las fuentes derivadas del fenómeno ovni convertido en una nueva fe. Por ello, el fenómeno ovni tiene fundamentalmente un impacto religioso sobre el alicaído espíritu del inmanentista hombre actual. La fe inmanente en galácticos seres superiores que vuelan en platillos es su nuevo y más concreto consuelo. De esta manera, si el fenómeno ovni se trata de estrellas, planetas, meteoritos, globos, aviones, restos de satélites o fenómenos atmosféricos inusuales, fraudes y alucinaciones tanto humanas como demoníacas, no se convierte más que en un objeto de estudio interesante para la física, sino en un tema relevante para la psicología, sociología, filosofía y teología. Y de esta forma se puede afirmar que el indesarraigable afán de alcanzar lo transhumano sin el horizonte de lo trascendente se pervierte en creencias historicistas, relativistas, inmanentes, naturalistas, donde se quiebra el vínculo entre lo perenne y lo transitorio; y donde en definitiva el sueño transhumano del hombre se convierte en el sueño por potenciar ilimitadamente el poderío humano a través de la esperanza de encontrar una civilización inteligente extraterrestre. El nuevo sueño del ambicioso hombre fáustico de la modernidad es incrementar su poderío empleando la inteligencia extraterrestre como un medio y no como un fin en sí mismo.

Por último, nos preguntamos si todo esto puede ser considerado un nuevo mito propio de la mentalidad desmitificadora de la modernidad. Veamos. Al hombre ancestral pertenece el mito teogónico del caos original, luego hallamos el mito trágico griego del dios malo, ambos fueron disueltos por el monoteísmo ético hebreo. Según Mircea Eliade, los mitos son historias sagradas que narran acontecimientos del tiempo primigenio, y para Claude Lévi-Strauss el mito responde a una pregunta existencial, enfrenta categorías antagónicas y brinda una reconciliación. Paul Ricoeur [Finitud y culpabilidad, Taurus 1960] enfatiza, más bien, la triple función del mito: universaliza la experiencia, establece tensión entre un principio y un fin, investiga relaciones entre el arquetipo y lo histórico, y prepara la especulación al explorar la ruptura entre lo ontológico y lo histórico.

Por mi parte, he propuesto [Filosofía mitocrática y Mitocratología, 2010] la interpretación existencialista-mitocrática donde el mito es la forma ancestral de hacer filosofía, como afán de trascender la condición del hombre para unirse con lo absoluto, todo lo cual remite a la estructura ontológica de la existencia humana. En cambio, la modernidad se caracteriza por una hermenéutica desmitificadora y una mentalidad funcional que relega a segundo plano la mentalidad substancial, donde todo lo tradicional, alegórico, simbólico y sagrado pierde vigencia ante el nuevo credo irreligioso que decreta que sólo lo fáctico es lo real. Con ello quedó sentenciada la falsedad del mito y la supuesta verdad del discurso de la ciencia. Y esto constituyó el primer mitoide creado por la modernidad.

La modernidad no crea mitos, vinculados a lo trascendental y lo absoluto, sino mitoides, vinculados a lo terrenal y relativo. Esta es una mis discrepancias fundamentales con Jung que habla del fenómeno ovni como “mito moderno”, en cambio la modernidad que no admite historias sagradas no genera mitos sino mitoides, Por eso aquí se afirma que el fenómeno ovni es un mitoide moderno. Pero no es simplemente un mitoide de la modernidad secular, más bien es un mitoide de la modernidad tecnológica. Lo secular precede a lo tecnológico, lo favorece y promueve. Por eso el mitoide ovni se asume como creencia tecnológica mundanal plausible. Una de sus formas es la creencia ufológica y el mitoide de naves extraterrestres galácticas. Así como la cultura mitológica hizo posible los mitos, de forma similar la cultura científica hace posible los mitoides. Su subproducto mitoidal es la ufolatría.

En otras palabras, el hombre moderno cree en el mitoide ufolátrico no tanto por ignorancia científica, dado que cada vez hay más científicos que lo aprueban, sino porque responde al ideal científico y al ideal antropológico moderno del crecimiento sin límite del poder humano. Y creer en la inteligencia extraterrestre super avanzada fortalece la creencia en el asintótico crecimiento de la inteligencia humana. Se puede decir que creer en alienígenas miles de años más evolucionados que nosotros, nos da esperanza inmanente en las posibilidades ilimitadas de nosotros mismos. El único problema es que esta cosmovisión moderna responde más a las fantasías evolucionistas y a la utopía tecnológico- científica que retroalimenta la racionalidad instrumental. La misma que de manera silenciosa nos lleva hacia la disyuntiva de mejorar o reemplazar a la especie humana.

En verdad, ¿hacia dónde nos lleva la creencia en la conexión ovnis-extraterrestres si no es, acaso, hacia el posthumanismo? La supuesta tecnología ovni fortalece la fe en la tecnología posthumanista, que una vez creada ¿será usada sólo en beneficio de una élite o de todos los seres humanos? El fenómeno ovni nos conduce a un futuro humano dentro del auge de las máquinas ¿Pero cuál será el fututo del hombre? ¿Ha terminado el periodo de evolución inconsciente para pasar a una evolución controlada por el hombre hipertecnológico? ¿Es correcto intervenir eugenésicamente en el cuerpo y la mente humana en vistas a su mejora y prolongada permanencia en el espacio? ¿Puede el venidero hombre-máquina seguir llamándose “hombre”? Una de las pesadillas en las que nos conduce pasivamente la creencia ufológica es  que ¿Lo impredecible será desterrado por la exactitud de la colmena? ¿La inteligencia artificial, la nanotecnología, la cibernética y otras tecnologías reemplazarán a la humanidad? ¿El proyecto Avatar de la NASA y el Departamento de Defensa, con un cerebro humanoide y una consciencia transferida a un ordenador hará nacer una neohumanidad? ¿Máquinas con un comportamiento ético no desplazarán definitivamente a la humanidad? ¿Crear robots pensantes uniendo la conciencia con la máquina con chips informáticos no nos lleva hacia una dictadura científica y el control del mundo? ¿Las máquinas decretarán la eliminación del falible hombre?

En otras palabras, fantasear con civilizaciones galácticas allana el camino para el surgimiento del  hombre-máquina, ser puramente Mente sin Libertad. Nos encamina acríticamente hacia el mundo unipolar capitalista, la extinción de la individualidad y el imperio del hombre-colmena, los transhumanos, posthumanos y ciborgs. Detrás del mitoide tecnológico ovni se prepara el asalto del fuego prometeico por la élite mundial. De concretarse lo más seguro es no será un nuevo Edén y sí, más bien, el Infierno. Pero hay algo más. Fantasear con civilizaciones extraterrestres es una forma lúdica en que el hombre tiene para poner en juego su gran capacidad de expansión y aprendizaje. Y además pone a prueba su capacidad de criatura moral y completa la prueba física teleológica de erigirse en ordenador inteligente del mundo. En una palabra, el fenómeno ovni pone a prueba una cosa: ¿puede el hombre seguir siendo el centro metafísico-moral del cosmos? Mi respuesta es afirmativa.

Pero hasta el momento en vez vernos invadidos por seres extraterrestres, nos vemos cercados masivamente por seres humanos que deponen su sentido crítico simplemente para creer porque no quieren aprender ni pensar. No hay duda que descubrir inteligencia extraterrestre sería un acontecimiento descomunal, pero ante la falta de pruebas y la cantidad prodigiosa de fraudes hay que preguntar imperativa ¿Por qué tanta mentira, credulidad y afán de creer? ¿Por qué tanto cuento con círculos en las cosechas, implantes, abducciones, portales interdimensionales, etc.? ¿Por qué tanta falsificación y autoengaño? El síndrome del pensar acrítico es parte orgánica de la hegemonía de la racionalidad instrumental y totalitaria sobre la racionalidad substancial en la modernidad tecnológica.

Al llegar al término de nuestra investigación extraemos la siguiente conclusión. Por lo general, la mente humana es muy proclive a creer en ilusiones sin pruebas científicas. Y es así porque la ilusión surge de la propia percepción que engaña a la mente y la misma nos lleva hacia decisiones y creencias irracionales. Y el sentido común es la víctima predilecta de las ilusiones. Así, la vida inteligente extraterrestre es una ilusión que se asocia al fenómeno ovni, pero como hemos visto esto no debe ser necesariamente así. El fenómeno ovni puede subsistir sin el nexo con la vida inteligente extraterrestre. Es decir, aun cuando la ciencia llegue a confirmar que estamos solos en el universo, como al parecer todos los indicios lo indican, el fenómeno ovni sobrevivirá como fenómeno atmosférico anómalo, como programa de aviónica secreto y, cuando no, como engaño sobrenatural del satán.

Así, sobre el fenómeno ovni hay que distinguir tres tipos de problemas, a saber: el problema de la manifestación natural ovni (rayos globulares, nubes lenticulares, hologramas solares, sprites, meteoros, estrellas, planetas), el problema de la manifestación artificial (tecnología ovni humana, aviones negros, misiles hipersónicos, satélites, globos, fraudes, engaños humanos y demoníacos) y el problema de la inteligencia extraterrestre (civilizaciones en nuestra galaxia y fuera de ella). Los dos primeros son objetivos, es decir, existen y son reales. El tercero no es real, existe como objeto hipotético. El fenómeno ovni justamente se convierte en mitoide de la modernidad tecnológica al confundirse con el tercer problema, a saber, el problema de la inteligencia extraterrestre, y al subsumir erróneamente los dos primeros al predominio ET.

A partir de esta confusión surge la ufolatría (con líderes carismáticos, astutos[3], mitómanos y superficiales, y con adeptos sumisos, acríticos y sugestionables), que curiosamente se encuentra ampliamente extendida en sociedades tecnológicamente avanzadas[4]. Lo cual no es extraño, dado que son en esas sociedades precisamente donde el “Reloj del Apocalipsis” termonuclear amenaza con la destrucción del planeta y aprisiona con más fuerza a las conciencias.

De este modo, la ufolatría llega al extremo delirante de confeccionar mapas estelares señalando de qué estrellas provienen los Reptilianos, los Sirianos, los Andromedianos, los Nórdicos, los Zetas, e incluso llegan al extremo de indicar otros lugares donde existe inteligencia desconocida[5]. Otros presentan otra clasificación morfológica: Humanoides (verdes, grises, nórdicos y gigantes), Zoomórficos (reptilianos insectoides, cefalopoides), Xenomórficos (figuras nebulosas, ameboides, minerales, vegetales, etc.). Ante esto la ciencia ha descartado la apariencia humana como dirección de la evolución convergente. Abundan libros, películas, series de televisión, videojuegos sobre extraterrestres, incluso la creencia astrológica del New Age hablan de que Jesucristo fue un extraterrestre. La arqueología, la ciencia, la astronomía han ido derribando estas ficciones, pero la exoplanetología hizo que científicos, en número cada vez mayor, se mostraran optimistas sobre la posibilidad de encontrar planetas en torno a estrellas de nuestra galaxia y de otras galaxias que pueda albergar vida inteligente. Este último hecho resucitó nuevamente la ufolatría, que ya había caído en descrédito por tanto fraude y engaño[6].

Tanto la ufolatría popular, “científica” y teológica echan mano desde el punto de vista lógico a tres tipos de falacias, que se condicen con la degradación cultural de la civilización consumista y hedonista actual:

·           Falacia del Residuo (afirmación de la existencia de ET sobre un reducidísimo número de casos inexplicados).
·           Falacia de la Diversidad (afirmación de otras formas de vida sobre condiciones desconocidas e inexplicadas).
·           Falacia de la Vastedad (dado que el universo es tan vasto, debería ser cierto que haya un enorme número de civilizaciones extraterrestres en el Universo).
Especialmente la ufología teológica se sirve de esta última falacia, la cual como hemos visto se fundamenta en una comprensión errónea de la omnipotencia divina.

La agudización de las crisis de la modernidad (ecológica, política, alimentaria, seguridad mundial, sanitaria, económica, poblacional, educativa, moral y espiritual) hace prever la mayor difusión de las sectas ufolátricas a corto y mediano plazo en medio de una sociedad sumida en la increencia, el nihilismo, la religión a la carta, el relativismo, el hedonismo y la profunda secularización. Es más, el avance de la sociedad cibernética aumenta el temor sobre el peligro del dominio de los robots sobre la humanidad. Se siente la amenaza de la era posthumana[7]. Lo más seguro es que los robots pensantes y autónomos no representen la evolución de la especie humana sino, más bien, su fin. Se avizora un futuro sombrío para el hombre en medio del auge de las máquinas. 

La super inteligencia artificial introduce un nuevo elemento angustiante en la conciencia de la humanidad. En otras palabras se vive una gigantesca crisis civilizacional en la era cibernética, que desborda el orbe occidental y que en una era globalizada involucra a todas las demás civilizaciones unidas por la racionalidad científico-técnica y la economía de mercado. Es una dura prueba para las conciencias que perseveran en la fe trascendente y en la respuesta afirmativa que subyace en la interrogante de la problemática integral del fenómeno ovni: ¿Puede el hombre seguir siendo el centro metafísico-moral del cosmos?

Por último, hay algo más profundo en todo este movimiento que cree en la inteligencia extraterrestre. Y es que existe un contenido escatológico salvífico subyacente en sus inquietudes más profundas. Pues así como sin mística no hay auténtico conocimiento ni amor a Dios, del  mismo modo trasladando dicho amor y conocimiento hacia los supuestos aliens se termina por esfumar a Dios mismo en una serie de eones intermediarios o inteligencias eternas, emanados de la unidad suprema, y que el gnosticismo pone en relación a la materia con el espíritu. Efectivamente, la ufolatría se inscribe como parte de la ofensiva contemporánea del revival gnóstico. No es casual que esta forma de religiosidad practique de forma generalizada la meditación de contacto en busca de la salvación por el conocimiento ET que los regenera y diviniza. No hay duda que no sólo hay teología ufológica cristiana sino también gnóstica. Trascender el espacio y el tiempo por un esfuerzo de éxtasis personal de contacto, forma parte de esta nuevo tipo de religiosidad egocéntrica e individualista que implica una antropología, cosmología y soteriología que enfatiza la importancia del contacto ET. En ellos el mito intemporal y trascendente se articula con el mitoide temporal e inmanente. Pero el resultado final de toda esta heteróclita mezcla es el cuestionamiento de la fe preternatural revelada y de la religión sin retribución. En una religión interesada no se da un verdadero encuentro con Dios, y hay más bien la edificación de un ídolo, a saber, el del dinero o el dios Mammón. La religión interesada carece de autenticidad y profundidad y es profundamente satánica, la expectativa por la recompensa denigra el auténtico amor por Dios, y en esto reside la universalidad del mensaje del libro de Job. La ufología científica y la ufología esotérica están animadas por ese ánimo de creer “por algo”, por “una retribución”. Esta degradación del sentimiento religioso se corresponde con la secularización creciente de la modernidad tecnologizada.

Pero hay algo más importante todavía que se enseña en el libro de Job, y es que Dios confía en el hombre y no en fantásticos ET. Y es ese profundo desengaño en el hombre, en la realidad humana, sobre todo en las sociedades altamente tecnológicas, lo que precisamente subyace profundamente en la creencia ufolátrica de toda laya. Desengaño y desesperanza que tiende a agudizarse en momentos de crisis civilizacional como la presente. Desde la oscuridad de la confusión y las tinieblas se trata de que el ser humano sepa elegir el camino a seguir y por ello bien se dice en el evangelio “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” [8].

Nuestras conclusiones son semejantes a las de Jung y Sagan pero también diferentes. Semejantes a Jung por cuanto que se ve en el fenómeno ovni un contenido religioso. Nuestra diferencia radica en que no hablamos de mito sino de mitoide y que dicho sentimiento religioso es de carácter inmanente y no trascendente. Similar a Sagan porque no se ve razón ni prueba contundente para creer en la existencia de seres inteligentes extraterrestres. Pero diferente a él en tanto que admitimos la existencia y realidad del fenómeno ovni en su manifestación natural y artificial (tecnología militar secreta y engaños del demonio) y que la ciencia sin la religión y la metafísica filosófica termina destruyendo la espiritualidad. Credulidad, manejo de la conciencia, engaños, negocios, aberraciones psicológicas y pura paranoia, está debajo de la creencia en seres inteligentes extraterrestres. La exploración espacial sigue teniendo una base más realista, a saber, encontrar otros hábitats semejantes a la tierra y enviar humanos al espacio.

Además, culturológicamente es posible afirmar que no es pura coincidencia el gran auge de la ufolatría en los países más desarrollados tecnológicamente. La amenaza de destrucción termonuclear y degradación global del medio ambiente pesa sobre las conciencias de millones de gentes comunes incrementando la angustia existencial y el deseo de salvación inmanente. Y un poderoso paliativo es regresionar a la credulidad ilimitada que da cobijo a la creencia en extraterrestres mesiánicos y salvadores. Aquí no se trata de fe sino de credulidad, que da cabida a una alucinación colectiva de nuestro tiempo llamada inteligencia extraterrestre. Alucinación que emerge de un mundo banalizado, donde el hombre y sus asuntos han perdido importancia y en su lugar se prefiere creer en seres superiores de otras galaxias que brindan esperanzas. En suma, se trata de un escapismo mental que retrata la profunda degradación espiritual de la modernidad secularizada de nuestro tiempo.

En este contexto, el tema de la inteligencia extraterrestre  también se ha convertido en un mitoide estratégico de distracción de la opinión pública mundial para implantar un mundo unipolar.

Por su parte el argumento de la teología ufológica, sobre el cual descansa todo su edificio (“El poder ilimitado de Dios”), es un sofisma y una tergiversación del constitutivum metaphysicum de Dios. Dios no hace todo lo que puede sino todo lo que es racional a su justicia, se pone límites a sí mismo, respeta la libertad humana y su creación. Justamente porque el poder de Dios tiene límites es que tiene lugar la posibilidad de que el hombre libre pueda cambiar su camino, de convertirse. Y con su justicia es como Dios se hace presente en la historia y en la naturaleza.

El misterio de la libertad divina es que también el Dios Todopoderoso se hace débil para dejar espacio a la libertad humana. No solamente somos una “caña pensante”, al decir de Pascal, sino una “caña con libre arbitrio”. Lo cual lejos de justificar el antropocentrismo implica un vigoroso rechazo, porque la libertad humana no conoce los designios de su creador y todo lo creado no existe para la utilidad del ser humano. La creación es una teofanía de su amor gratuito. Todo lo cual impide el reemplazo de Dios por el hombre. Por eso la teofanía de Dios no es violenta sino suave como la brisa. Y la Providencia no miente al habernos dado la Revelación, y el papel de ésta es permitir que el hombre ascienda a la trascendencia ayudado por las dos alas a su alcance, a saber: la razón y la fe. Su poder se sujeta a su Sabiduría. Esto hay que destacarlo con fuerza en medio de una época como la nuestra azotada por el irracionalismo y la superstición de la credulidad.

En suma, el fenómeno ovni es real, como fenómeno natural y artificial, y ha sido el mejor elemento diversionista para encubrir la carrera armamentista. Pero la inteligencia extraterrestre es un tema de la literatura de ficción y un fraude ufolátrico grotesco sin evidencia contundente alguna.

Lima, 03 de Febrero 2015



[1] “La Detección de Vida Extraterrestre y las Consecuencias para la Ciencia y la Sociedad” artículo de M. Dominik y J. C. Zarnecki publicado el 10.01.2011 en Philosophical-Transactions.–Fuente en línea: http:// rsta.royalsocietypublishing.org (trad. Giorgio Piacenza).
[2] Mateo 4: 1-11. 1 Dice el versículo: “Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. 2 Y, habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo hambre.3 Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. 4 Pero él respondió, diciendo: Escrito está: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Le llevó entonces el diablo a la Ciudad Santa, y, poniéndole sobre el pináculo del Templo, 6 le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues escrito está: “A sus ángeles encargará que te tomen en sus manos para que no tropiece tu pie contra una piedra.” 7 Le dijo Jesús: También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios.” 8 De nuevo le llevó el diablo a un monte muy alto, y mostrándole todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, 9 le dijo: Todo esto te daré si de rodillas me adoras. 10 Le dijo entonces Jesús: Apártate, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y a El solo darás culto.” 11 Entonces el diablo le dejó, y llegaron ángeles y le servían.
[3] Es la astucia de la serpiente que ofrece ciencia sin obediencia a Dios (Génesis 3, 1).
[4] Una lista bastante completa y detallada se ofrece en el artículo “Religión Ovni” de Wikipedia. Todas son sectarias, milenaristas, y en su sincretismo introducen creencias cristianas y científicas. Su tecnofilia (fe ciega en la tecnología) se combina con su ETfilia (fe en las capacidades espirituales de los ET).
[5] Cfr. Ufo Giovanny Astra FB, post “lieu de nos visiteur”. Enero 24 2015.
[6] Entre los casos más sonados de fraudes estuvo el autor de “Yo visité Ganimedes” al reconocer que era pura ficción, y a mediado de 1990 José Luis Jordán Peña reconoció ser el instigador de la civilización extraterrestre ummita. Este último convencido de su inmoralidad confesó todo a la policía, tras haber desatado una ola sectaria que marcaba a fuego con su símbolo a niños. Mucho se habló que fueron experimentos del servicio secreto sobre el control mental. Todo lo cual demuestra lo frágil de establecer el criterio de verdad en simples “Testimonios”. Tampoco se puede omitir mencionar la sentencia en 2012 por el Tribunal de Apelaciones de Francia contra la iglesia de la Cienciología, que cree en seres galácticos, por fraude y ser una banda organizada con fines económicos. Muchos han descubierto que en el actual mundo anético y sin valores, la mejor manera de conseguir su primer millón de dólares es hacer su propia religión, y mejor si trata sobre extraterrestres.
[7] El fundador de Microsoft, Bill Gates, se unió a la carta abierta firmada a fines del 2014 por destacados pensadores, entre ellos el empresario tecnológico Elon Musk y el científico británico Stephen Hawking, en su preocupación acerca de cómo pueda ser utilizada la inteligencia artificial en el futuro. El astrofísico británico fue más radical al expresar que la inteligencia artificial acabaría con la especie humana. Pues lo humanos ya no podrán competir al estar limitados por la evolución biológica ante máquinas que se rediseñarán a un ritmo creciente. A comienzos de 2015 el MIT anunció el logro de Matrix o de un interfaz que permita conectar el cerebro humano a una computadora, y se calcula que en tan sólo una década estará listo el proyecto Avatar de la NASA y el Departamento de Defensa, con un cerebro humanoide y una consciencia transferida a un ordenador.
[8] Romanos 5,21.

OVNI: MITOIDE ENCUBRIDOR DE CARRERA ARMAMENTISTA

OVNI: MITOIDE ENCUBRIDOR DE CARRERA ARMAMENTISTA
(Continuación)
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
 

13
FENÓMENO OVNI E IMPACTO ET

Son siete las fuentes de las que se amamanta todo el debate del fenómeno ovni, a saber:
1. Búsqueda de vida inteligente en el espacio
2. Astrobiología
3. Exoplanetología
4. Proyectos negros de carrera armamentista
5. Fenómenos atmosféricos
6. Cultura popular
7. Fraudes humanos y del Maligno

En los últimos setenta años de investigación científica se han formado tres fuentes principales que reavivan la discusión sobre el fenómeno ovni: la búsqueda vida inteligente en el espacio exterior, la astrobiología y la exoplanetología.  Si a ello tuviéramos que añadir la incesante investigación aviónica-tecnológica, entonces se tendría una cuarta fuente a incluir: los proyectos negros de la carrera armamentista. Además, como se ha mencionado antes, existe una quinta fuente, a saber: la meteorología, que aun no logra una explicación satisfactoria de los rayos globulares o esfera luminosa de irregular movimiento y velocidad. No obstante, en la polémica sobre el fenómeno ovni también interviene muy activamente una sexta fuente: la cultura popular, que con sus hipótesis alienígenas vinculan el fenómeno ovni con la existencia de extraterrestres (ET). A partir de todos estos elementos se suman disciplinas en formación: como la exobiología y la exopolítica, las cuales son una buena dosis de ficción aunado con elementos científicos. La teología desde hace unos años, específicamente la católica del Vaticano, con la pretensión de no quedar rezagada y de ponerse a la vanguardia, ha promovido opiniones favorables a la posible existencia de seres inteligentes no terrestres.

Como vemos se trata de toda una ola informe donde no se distingue un claro perfil sobre el fenómeno ovni. Muchas veces de la prudencia científica se da un brusco salto al entusiasmo afirmativo sobre la existencia de ET avanzados. A qué obedece tal comportamiento actual. No obstante, antes de dilucidar esta pregunta, hay que apreciar que a partir de todo este amasijo del presente, ya se dilucida sobre el impacto de la vida extraterrestre en nosotros. En esta parte me baso en el reporte preparado por mi amigo y exopolítico Giorgio Piacenza, perteneciente al Foundation for Research on Extraterrestrial Encounter (FREE), sobre el Simposio de Astrobiología de la NASA, Instituto SETI y la Biblioteca del Congreso respecto a “Prepararnos para el Impacto Social de un posible descubrimiento de vida extraterrestre microbiana, compleja o inteligente”, celebrado el 18 y 19 de setiembre de 2014. A continuación presentaré muy sucintamente la posición de cada expositor, seguido de un breve comentario personal que refleje un sintético análisis de cada postura. Como veremos hay presencia de científicos, filósofos y teólogos, donde la gran parte comparte la convicción ET.

  1. PREVENCIÓN TEMPRANA
Steven Dick (ex historiador de la NASA y director del estudio NASA de Astrobiología en la Biblioteca del Congreso). Si encontramos vida extraterrestre hay que prepararnos política y culturalmente. Acciones tempranas preventivas son importantes. Pero los primeros contactos no tienen por qué ser destructivos: Caso del Almirante de la china Ming ZHENG HEH.

Dick es un científico que da, injustificadamente en mi parecer, un paso más allá de Carl Sagan para mostrarse creyente en la inteligencia extraterrestre, por lo menos es optimista en nuestra posibilidad de encontrarlos. Lo cual no deja de ser asombroso, en tanto que ni siquiera se ha podido confirmar vida microbiana fuera del sistema solar y ya está hablando de extraterrestres. Con esta postura deja atrás todo escepticismo y prudencia científica para creer en un contacto pacífico. Su ingenuidad tiene que ver poco con la ciencia y más con un deseo lindante con lo religioso. No explica qué se haría con los contactos destructivos y no pacíficos. A la vista se nota que es otra víctima más de la pandemia y del negocio ufolátrico. Su tesón por demostrar vida inteligente extraterrestre tiene que ver con la opinión y no con la evidencia. La evidencia dice todo lo contrario, esto es, que estamos solos en el universo.

  1. INTELIGENCIA DIALOGANTE
Seth Shostak (astrónomo, uno de los directores del Instituto SETI), SETI se enfoca en la búsqueda de vida inteligente con capacidad de diálogo. Quizás las civilizaciones inteligentes se convierten en máquinas y no hallemos vida inteligente orgánica. Ya no podemos ocultarnos pues hemos estado transmitiendo radialmente por más de 70 años. No hay que confundir astrobiología con SETI. El primero trata mayormente de microbios; el segundo de vida inteligente.

Shostak, como científico de SETI, busca ser más prudente en su postura al hablar de inteligencia artificial, pero no explica que la misma tuvo que ser inventada por una inteligencia biológica. En otras palabras, hablar de inteligencia artificial extraterrestre no lo exime de plantearse la existencia de su contrapartida natural. Con lo cual volvemos a lo mismo de la cuestión: qué justifica creer en una vida inteligente biológica extrasolar. No hay ninguna evidencia al respecto y él lo sabe perfectamente. Pero, por lo visto, la susodicha inteligencia alienígena no sería nada dialogante; pues ya son más de setenta años enviando mensajes sin respuestas y tampoco se acomiden a dar una prueba de su realidad transmitiendo telepáticamente la solución a algún problema matemático o científico irresuelto por los humanos. La “inteligencia dialogante” de Shostak sería más un desiderátum y un buen deseo que una realidad. Cada día SETI da más la impresión de tratar de justificar su presupuesto, ser parte de un lobby ufolátrico, y defender supuestos incomprobables, en vez de abordar seriamente un problema científico. Representaría la rama decadente de la ciencia actual.

  1. IMPACTO SILENCIOSO
Clement Vidal (filósofo). Podría haber un “impacto silencioso” de descubrir extraterrestres que no se comunican abiertamente. Las revoluciones científicas tomaron mucho tiempo y el impacto del descubrimiento de ETI podría ser como el descubrimiento de la agricultura, no como el descubrimiento de América. Pueden ser nueve dimensiones del impacto: Intención Comunicativa, Distancia, Complejidad del mensaje, Tamaño, Estado de Vida, Influencia en nosotros, Nuestro conocimiento de ellos, su conocimiento de Nosotros, su Intención. Los ETI silenciosos podrían ser microbianos, genético, o corporales y avanzados. Las noticias silenciosas: El impacto podría ser difuso a través de muchos años. La absorción silenciosa del impacto: Preparándonos para un amplio rango de escenarios.

Aquí sobre el filósofo Vidal no se sabe si está coqueteando con la teoría de la panspermia o la hipótesis extraterrestre. En todo caso el “impacto silencioso” juega con la teoría de la invasión y elude problemas filosóficos más agudos y profundos, por ejemplo, determinar el problema del estatus ontológico de posible seres alienígenas.

  1. SUPERAR ANTROPOCENTRISMO
Iris Fry (filósofa, epistemóloga). En astrobiología se usan las premisas copernicanas y darwiniana. El estudio científico dependió de superar el razonamiento limitado a lo teológico. La pluralidad de mundos y la exclusividad de la humanidad en nuestro mundo ambos se promovieron por razones teológicas. Aún hoy existe la hipótesis científica de la Tierra Poco Frecuente.
Aquí la filósofa Fry se plantea la superación del antropocentrismo como requisito para entendernos con la posible vida alienígena. Lo cual suena plausible, pero el antropocentrismo teológico que cuestiona se asienta sobre bases materialistas y naturalistas que terminan viendo al hombre como un homínido pensante, sin trascendencia ni espíritu. Y con ello otra especie inteligente tendría el camino listo para demolernos.

  1. ORGANISMOS COLECTIVOS
Dirk Schulze –Makuch (geólogo, filósofo) – El “Panorama de la Vida” La vida podría existir en formas mucho más amplias de las que normalmente reconocemos. Podría haber organismos que tomen decisiones colectivamente.

Su forma de expresión en condicional está más allá de la ciencia y más acá de la ciencia ficción. Pero otras formas de vida más allá de lo normal no son una posibilidad, sino una realidad. En la Tierra ya conocemos los seres extremófilos, y de poco sirve científicamente trasladar con la imaginación dichos seres al espacio sin antes demostrar geológicamente que hay otros lugares siderales con las condiciones ideales para ello. Muchos astrofísicos ya han cuestionado la posibilidad de existencia de vida microbiana incluso fuera del sistema solar. En consecuencia, hablar de otras formas de vida extremófilas fuera de nuestro sistema solar es aventurar un juicio que la astrobiología más prudente cuestiona y rechaza.

  1. INTELIGENCIA BIOLÓGICA
Lori Marino (bio-psicóloga). También hablemos del “Panorama de la Inteligencia”. No hemos definido bien lo que es inteligencia. Tiene que ver cómo un individuo procesa información. Creemos que la inteligencia humana es superior basado en lo que conocemos en la Tierra. Todas las neuronas se parecen desde hace 600 millones de años. Varias especies se reconocen en el espejo y pueden utilizar herramientas. Hay una continuidad biológica en cuanto la inteligencia. La inteligencia es una característica inherente a la vida en la Tierra; una continuidad, no un abrupto cambio cualitativo.

Marino debió incidir que demostrar la continuidad biológica de la inteligencia en seres galácticos es el quid de la cuestión. Pero no es posible hablar de inteligencia fuera del sistema solar mientras no se reciba contestación a los mensajes enviados desde la Tierra. Pero es dudoso que dicha continuidad biológica se permita en las condiciones sumamente hostiles del cosmos.

  1. BIOLOGÍA UNIVERSAL
Carlos Mariscal (biólogo). Solo tenemos como punto de comparación la vida en la Tierra. Una muestra limitada. N = 1. Estamos en un estado de provincialismo biológico. Deberíamos desarrollar una biología universal cuyas generalizaciones no dependan de hechos contingentes al planeta Tierra. El ADN no es necesariamente universal.

Reclamar una biología universal sobre la base de seres microbianos no comprobados en el universo no tiene sentido, y Carlos Mariscal lo sabe.

  1. CULTURALISMO UNIVERSAL
John Traphagan (antropólogo). ¿Qué es una civilización? Proyectamos darwinismo social hacia los extraterrestres basados en ideas etnocéntricas sobre el progreso humano en el tiempo. A veces imaginamos a las inteligencias ET como altruistas, progresivos, y de una civilización unitaria pero esto sería un constructo euro-americano.

Traphagan sugiere un culturalismo universal que nos facilite el camine para entender otras civilizaciones extraterrestres. Preguntamos, cuáles. Es la repetición del mismo desvarío fantasioso y alucinante.

  1. UNIVERSO POST-INTELIGENTE
Mark Lupisella (biólogo, físico, filósofo, NASA). El cambio cultural nos está moviendo más allá de la evolución biológica. Las aspiraciones normativas (éticas) podrían ser o no ser perseguidas por inteligencias extraterrestres. Podrá existir un “universo post inteligente” en el que los valores son más importantes que las necesidades materiales? ¿Variarán mucho los valores entre los extraterrestres?

Lupisella habla de un universo post-inteligente donde los valores sean más importantes que las necesidades materiales. Esto es casi como imaginar que los extraterrestres han dejado muy atrás el capitalismo y hayan logrado el comunismo. Con la imaginación Lupisella traslada una utopía social hacia los alienígenas, y con ello retroalimenta las esperanzas de una salvación terrestre llegada desde el espacio. Aquí encontramos un ejemplo protagonizado por un hombre de ciencia y filósofo de ansias mesiánicas de la humanidad.

  1. BIOÉTICA CÓSMICA
Carol Clelland (filósofa) y Espeth Wilson (ciencias políticas). ¿Serían considerados como animales no humanos? ¿Podemos ir más allá de nuestras premisas antropocéntricas? La astrobiología es una nueva frontera para la bioética. ¿Cómo cambiarán nuestros conceptos al encontrar vida inteligente? ¿Son los extraterrestres agentes morales o “pacientes morales” que merecen consideración moral pero que no necesariamente son responsables. Las teorías éticas que tenemos son antropocéntricas. Podrían haber seres inteligentes solitarios o muy sociales pero sin tecnologías como nosotros o con sistemas de comunicación muy distintos.  Es importante reconocer el pluralismo y una ética secular no basada en la religión. Necesidad de proteger cosmovisiones teológicas.

La filósofa Clelland junto con Wilson no se arredra, y defienden la necesidad de una bioética cósmica no antropocéntrica. Pero desde su misma base no se preguntan por qué otras especies más inteligentes y avanzadas que nosotros no impidieron matanzas como la I y II Guerra Mundial. Si la humanidad estuviera en la hipotética condición lo hubiera hecho por piedad y normatividad.

  1. INTELIGENCIA ALIENÍGENA ARTIFICIAL
Constance Bertka (geóloga y ministro universalista). La “super inteligencia alienígena” que se muda de lo biológico hacia la Inteligencia Artificial. ¿Tendría un alienígeno computacional experiencias personales? Podríamos hablar de BISAS (extraterrestres super inteligentes biológicamente inspirados) que en su estructura artificial imiten a lo biológico, con metas finales, como su supervivencia.

Lo que habla Bertka es más un tema terrícola que extraterrícola. Los avances en cibernética son tan agigantados que se prevé que pronto entraremos a una era posthumana, donde chips del tamaño de una molécula puedan almacenar memoria y dar peligrosamente a las máquinas capacidad de tomar decisiones autónomas. Lo que hace la ministra universalista es trasladar sin sentido crítico dicha situación a seres alienígenas.

  1. PLURALISMO SALVÍFICO
Guy Consolmagno (astrónomo del Vaticano, jesuita). ¿Quién puede afirmar que todas las historias de salvación son las mismas? Podría haber una manifestación distinta del Logos a diferentes seres conscientes inteligentes, con capacidad de equivocarse, de amar, de odiar, y por lo tanto con necesidad de algún tipo de redención. ¿Si nos topáramos con una raza que nunca pecó, cómo sabremos que tienen la libertad de elegir entre lo bueno y lo malo? Sí bautizaría a un extraterrestre inteligente si este lo pidiera teniendo en común que nos podemos relacionar, amistar. ¿Estamos dispuestos a aceptar a otros seres inteligentes en el universo?

El jesuita Consolmagno es, sin embargo, el que llega más lejos que todos al replantear la teología de la Redención. No se da cuenta que al proponer la posibilidad de varias historias de la salvación convierte a Cristo en astronauta salvífico de todas las especies inteligentes del universo. El punto de quiebre del pluralismo salvífico es la reedición hasta el infinito del acto redentor de Cristo, lo cual carece de sustento incluso lógico. El desvarío tiene su origen en tratar de adaptar una verdad de fe a las fantasías de la ufolatría. Su descaminamiento es abismal.

  1. ANTROPOCÉNTRISMO TEOLÓGICO
Robin Lovin  (teólogo metodista). El antropocentrismo que afecta a la astrobiología también afecta a la teología. El concepto de la “imagen de Dios” es la base de la idea teológica de la dignidad humana (cristianismo, judaísmo e islamismo). Dios no puede ser reducido a la imagen del hombre. La vida misma tiene dignidad. El mandato bíblico de tener dominio sobre las criaturas de la Tierra no se extiende a otros mundos, civilizaciones y formas de vida. 

El pastor metodista Lovin es consecuente con su fe protestante de fraternidad universal con todos los creyentes. Sobre esa base cabalga contra el antropocentrismo teológico y cuestiona el concepto del hombre como “imagen de Dios”. Es parte de la estrategia de las teologías ufolátricas y hace toda clase de modificaciones del dogma para adaptarlas al credo extraterrestre. Por lo demás, no es casual que el protestantismo se caracterice por una racionalización de los dogmas del cristianismo y la relativización del misterio. Y como Weber explicó no se siente incómodo en el seno del capitalismo mismo.

  1. ASTROBIOLOGÍA SIN NOVEDAD
Jane Maienschein (bióloga, directora Center for Biology & Society). La Astrobiología no era considerada “científica” en 1966. Pero las ideas de la “hoja de ruta” de la NASA en 1999 siguen iguales. Podrían haber especies invasivas.

Jane es la expositora más sincera de todas y está a punto de aguarles la fiesta a todos con su afirmación de que no hay razón para suponer que la astrobiología no deje de ser considerada científica. Su tajante escepticismo sobre la astrobiología echa por tierra todas las alegres especulaciones que van desde la preparación política y social hasta terminar con el antropocentrismo teológico.

  1. PROTECCIÓN PLANETARIA
Margaret Race (bióloga marina, SETI). Es importante considerar el impacto en nosotros y por nosotros en ellos. En Washington hay un “oficial de protección planetaria”. Los científicos de SETI y NASA están tratando de encontrar evidencias de vida de muchas formas.  Los astrobiólogos se interesan en civilizaciones detectables tecnológicamente inteligentes, exoplanetas habitables, vida microbial y más. 

La menuda preocupación de Race es la protección biológica planetaria. Entra con mucha facilidad y sin pruebas en el tema del “impacto de nosotros y por nosotros en ellos”. Al menos de los asteroides y meteoritos peligrosos se está armando un catálogo, pero de naves extraterrestres no hay absolutamente nada. La protección planetaria que plantea no examina cómo impacta el polvo estelar que cae sobre el planeta.

  1. EXTRAÑO SILENCIO
Eric J. Chaisson  (astrofísico, radio astrónomo). ¿Por qué no hemos captado señales después de 50 años de búsqueda? Quizás el “extraño silencio” nos está enviando una señal. Quizás significa que primero debemos arreglar nuestros asuntos en la Tierra. Incrementar el factor L de la ecuación de Drake. Quizás no los oímos porque solo hay un breve periodo para adoptar el uso eficiente de energía de la estrella madre y la mayoría no lo logra.

Chaisson retruca la principal objeción del “extraño silencio” cósmico con el manido y astuto argumento de que “no estamos preparados”. Este razonamiento suyo supone la premisa de que nos conocen ya de sobra, pero sobre cómo y desde cuándo guarda un sepulcral silencio. Este razonamiento anfibológico refleja más chapucería que verdadero conocimiento.

17. NADA CONOCIDO
Linda Billings (doctora en comunicaciones). ¿Qué conocemos acerca de la vida extraterrestre? Nada. No sabemos nada sobre los extraterrestres.
Por último, Billings junto con la doctora Jane Maienschein comparten excepcionalmente el rapto de sinceridad para afirmar que nada se sabe de extraterrestres. Esta afirmación chocante en semejante contubernio ET resulta disonante pero sincera y realista.
                                -------------
Como apreciamos en la breve recopilación sobre el posible impacto de la vida microbiana o inteligente extraterrestre, existen argumentos escépticos, prudentes y creyentes, pero es muy sintomático que no estén presentes los planteamientos críticos. Esto pone en duda la imparcialidad de las posturas y la cercanía a la apología de la vida extraterrestre, a pesar de la falta rotunda de evidencias. Por ejemplo, la principal objeción a la panspermia es que las bacterias no sobrevivirían a las condiciones extremas del cosmos. Y es que hoy pululan encuentros pseudocientíficos sobre alienígenas para justificar presupuestos oficiales.

Es como si en el área de la astrobiología la ciencia se comportara con patrones no científicos o precientíficos. En suma, los partidarios científicos de la existencia de la inteligencia extraterrestre cometen la falacia de petitio principii que supone sin prueba el punto inicial. Por qué científicos e instituciones gubernamentales se exponen a semejante papelón pseudocientífico. Tiene que existir una razón muy poderosa y confidencial. Al parecer SETI cumple un importante papel en los medios de comunicación de masas para mantener en la era global, a la opinión pública mundial distraída en la expectativa del encuentro extraterrestre, mientras que sus líderes se ocupan de tareas estratégicas más prosaicas y realistas en la tierra, como es la de implantar su dominio unipolar.

Es cierto que los límites de la ciencia no son de orden empírico, a excepción los de carácter tecnológico, sino de orden metaempírico. Es decir, que no está pensada para responder sobre las cuestiones últimas y primeras. Esta característica de la ciencia es a su vez su mayor gloria pero a su vez su mayor peligro, porque no sólo es empleada por políticos inmorales con propósitos destructivos, sino, también, por la chapucería pseudocientífica que emprende especulaciones arbitrarias manipulando ideas científicas. Y esto, en los últimos tiempos, no sólo lo hemos visto en las imposturas intelectuales del posmodernismo, con el relativismo cultural y epistémico (Lacan, Kristeva, Irigaray, Latour, Baudrillard, Deleuze, Guattari, Virilo, Prigogine), que dicen hacer ciencia sin prueba empírica alguna; sino, también, con el tema ovni protagonizado por la ufología tanto de científicos, escritores, neófitos y creyentes.

Efectivamente, la falta clamorosa de pruebas, a pesar de las fotografías irrepetibles con teléfonos móviles, convierte la ufología en ufolatría y, si no fuera por la astrobiología y los programas de encubrimiento de proyectos negros en armamentos, ya se hubiera extinguido. Algo más grave resultaría si es que el tema ovni signifique el fin de la ciencia y el triunfo de uno de sus mitos. La ciencia misma comete suicidio cuando su práctica se exime de proporcionar pruebas empíricas ad doc. Y así vemos al Padre Funes del Observatorio Vaticano ponderando artificiosamente que “es posible la vida extraterrestre aunque no hay pruebas”. En otras palabras, si creer es aceptar algo sin pruebas, entonces lo que pide es “creer” en los extraterrestres. A ojos vistas la teología ufológica es la fatiga de la teología misma.

Ante todo este verdadero maremágnum del absurdo nos preguntamos no sólo de dónde sale el enorme presupuesto para mantener viva esta creencia, sino cuál es su verdadero propósito. Y a esta pregunta daremos respuesta más adelante cuando abordemos el vínculo entre fenómeno ovni y el transhumanismo[1].

Pero antes de terminar el presente acápite se debe reparar que un verdadero encuentro sobre el posible “impacto” extraterrestre debieron  dilucidar antes las siguientes interrogantes que mantienen incoherente la conexión ovnis-ET:

1.- Por qué a pesar de cuantiosos testimonios, presuntas imágenes y vídeos OVNI, no existe ni una sola fotografía que muestre claramente una nave alienígena o un organismo extraterrestre.

2.- Por qué tendría que haber “contacto” si hasta las estrellas más cercanas suponen un serio problema de tiempo: viajando a la mitad de la velocidad de la luz se tardaría más de 16 años en ir y volver a la estrella Alfa Centauri (la más cercana), y otras estrellas lejanas, como Rigel, exigirían 1700 años solamente de ida.

3.- Por qué todos los gobiernos del mundo habrían conseguido ocultar completamente las numerosas “presuntas pruebas” de tales “visitas” cuando, según los propios ufólogos, han sucedido con “multitud de espectadores” o a la vista de varios “lugares públicos”. Tal contradicción no tiene sentido.

4.- Por qué si estamos en los confines de la galaxia tendrían que visitarnos a nosotros justamente  decenas de “especies” extraterrestres diferentes.

5.- Por qué si nos visitan desde la antigüedad siguen la misma pauta de observación sin contactar.

6.- Por qué la galáctica especie inteligente no envía sondas automáticas de observación.

7.- Por qué el fenómeno de avistamiento no es homogéneo (la inmensa mayoría no ha visto ninguno).

8.- Finalmente, por qué los visitantes “permanecen” ocultos durante miles de años y “utilizan” al mismo tiempo naves brillantes y llamativas.

En otras palabras, el orden lógico exige que antes de hablar de posible “impacto” y “contacto” se examine por qué “no existe” categóricamente ninguna prueba de la conexión ovnis-ET. Tema eludido por la red ufolátrica. Solamente las pseudociencias, en el criterio de Popper, se caracterizan por hacer afirmaciones infalsables. Ya Giordano Bruno había argumentado en el siglo dieciséis que en un universo infinito donde las estrellas estén rodeadas de su sistema planetario habría otros mundos como “nuestra tierra, con animales y habitantes” [Del infinito universo y los mundos, 1584] [2]. Muy bien, pero en el umbral de la experimentación naciente estaba justificada la validez del discurso de Bruno, la cual no reside más que en su coherencia interna y en la filosofía, pero la cosmología actual se basa en la experimentación y no puede basarse en la especulación. La infinitud de los mundos de Giordano Bruno acabó siendo rehabilitada por el descubrimiento de miles de millones de galaxias, pero no así su suposición de la existencia de otros mundos como “nuestra tierra, con animales y habitantes”. Tampoco el carácter del universo infinito se congracia con el modelo einsteiniano de un universo finito aunque ilimitado. La exoplanetología pretende justificar su entusiasmo no viendo esta verdad sobre Giordano Bruno.

Es cierto que con el “principio de mediocridad” se puede seguir con el tema de la posibilidad de vida extraterrestre sin abandonar el enfoque racional. Según este principio la vida en el planeta Tierra no es un caso especial, y la vida como la conocemos puede ser un ejemplo típico de lo que la vida sería en todas partes. Dicho principio de mediocridad es conjetural incluso en sus predicciones de la posible vida extraterrestre: la evolución darwiniana sería universalmente válida, y toda potencial criatura viviente debe sus características a un proceso de selección natural, tanto en la Tierra como en cualquier otro lugar del universo. En la otra trinchera, a la que me adhiero, están los que niegan que la tierra sea un caso mediocre y afirman la Hipótesis de la Tierra especial, donde a la zona de estar libre de supernovas se añade que ni siquiera la existencia de planetas extrasolares garantiza la existencia las condiciones para la vida. Otra teoría sería la Panspermia, según la cual la vida procede del espacio en forma de esporas viajando en meteoros y polvo cósmico. Una variante suya afirma que la vida es originaria del sistema solar.

En suma, el fenómeno OVNI después del Libro Azul fue empleado como una excelente herramienta psicológica de diversionismo social para encubrir la galopante y multimillonaria inversión de dinero de los contribuyentes en proyectos negros y tecnología secreta, todos los cuales fueron encubiertos alentando su confusión con ovnis.

Lima, 03 de Febrero 2015



[1] El Transhumanismo es un movimiento cultural e intelectual que afirma la posibilidad de alterar y mejorar la condición humana mediante la tecnología disponible. Mientras unos lo consideran la idea antihumanista más peligrosa del mundo (F. Fukuyama), otros estiman que es la aspiración más audaz de la humanidad (Ronald Bayle). El término fue acuñado por el biólogo Julián Huxley en 1957. Marvin Minsky la hizo crecer en los años 60 relacionando el ser humano con la inteligencia artificial y actualmente aumenta bajo el ideal de acelerar la evolución humana. En su mayoría son de espiritualidad no creyentes. Apoyan la biotecnología, la tecnociencia, la nanotecnología, reprogenética, la realidad virtual, ingeniería genética, la interfaz hombre-máquina en la industria militar, transferencia mental y criónica. Activistas laicos y teólogos cristianos han subrayado con razón el peligro de tomar el lugar de Dios sobre la base de un conocimiento incompleto. No hay duda que el Transhumanismo es parte de la trivialización de la realidad humana ante el avance arrollador de la racionalidad instrumental científico-técnica.
[2] Este libro de Bruno es la coronación de su cosmología y resulta sumamente interesante porque en él vemos la refutación de la argumentación aristotélica de la imposibilidad del infinito actual y su coincidencia con el infinitismo de los presocráticos. Efectivamente, la posibilidad del infinito actual es uno de los conceptos claves de la ciencia moderna. Hábilmente Bruno distingue entre “infinito-infinito” que no actúa ni padece, y el “infinito-finito” que actúa y padece. Esta distinción anuncia la que establece el panteísmo espinosista entre naturaleza-naturada y naturaleza-naturante. Pero Bruno advierte que necesita ir más allá del principio de no contradicción de la lógica aristotélica e invoca la tesis de la coincidencia de los opuestos de Nicolás de Cusa. Sólo así cree posible pasar de la infinitud de Dios a la explicación del universo.