DIMENSIONES
DEL DIOS IGNOTO ANDINO:
Kay Pacha (fenoménico) y Janan Pacha
(nouménico)
(Continuación)
Gustavo
Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
Logos
andino como Orden inteligente
Entonces, si el Ser
andino no es interactuar qué es. El Ser andino es un Ordenar, con voluntad y
sabiduría. Pachacamac significa todo esto: Ordenador del mundo con inteligencia, voluntad y sabiduría. No es un principio impersonal, sino uno personal. O sea se trata de una religión mitológica que atribuye a la deidad
sus tres características básicas: inteligencia, voluntad y libertad. El logos
andino es un ordenador inteligente. Es ánima vital o Camac aunado a sabiduría o Yachay. Por eso es logos o principio del ser.
Este es el sentido
ontológico original que excede lo fenoménico y subordinado de la Pacha. Pero
esto no se puede deducir de la sola lectura de los Manuscritos de Huarochirí, sino
de la totalidad de los elementos de la teología andina hasta los incas. La
expresión más madura y elaborada de esta concepción es expresada desde la
teología tiahuanaquense de Viracocha hasta la teología incaica del dios
Pachacamac como deidad ignota, que se yergue soberanamente sobre todas las
deidades menores como Gran Ordenador del Universo.
Como vemos, la
teología andina no permaneció inmóvil a lo largo de los siglos, aun cuando
conservara ciertos conceptos eje. Por ello, mientras que la teología del
Manuscrito de Huarochirí trasmite una teología milenaria –y en el cual ya se ve [Capítulo 29] una teleología eidética de los arquetipos celestes-, la teología del dios
ignoto de los Wari, Tiahuanaco e Incas es más elaborada y abstrusa. Pero
resulta que Pachacamac, Viracocha o Wari son incompatibles con la noción de la
Nada absoluta o el nihil ex
nihilo (nada viene de la
nada). Porque en vez de limitarse a animar el cosmos o la Pacha, crearía al Universo desde su
omnipotencia. Y esto no es andino, sino cristiano.
Pero si crea al
cosmos entero desde su omnipotencia resulta una especie de Yahvé judío, un Alá
coránico o un Dios cristiano. O sea tal deidad monista exigiría de por sí un
monoteísmo consecuente. El hecho de que el antiguo Perú no haya ostentado un
monoteísmo derivado de un monismo metafísico, es una evidencia bastante fuerte
que el Dios andino precolombino supone un monoteísmo laxo o henoteísta
-categoría de Max Müller- (Royston: Diccionario
de religiones, 1996, 211), donde muchas deidades existen bajo la supremacía
de uno. Y en consecuencia, tal deidad es compatible con un dualismo metafísico
de base.
Además, aquí cabe
una breve precisión sobre el panteón inca. En los Comentarios reales como en Valera hay coincidencia sobre
la importancia del Sol como representación material de una fuerza superior e
invisible (Pachacamac en
Garcilaso e Illa Teqse en Valera). Es decir, es bastante
claro el carácter subordinado del Sol o Inti frente al "dios ignoto". La
equivalencia que establece Garcilaso entre Pachacamac con Wiracocha se
corrobora en las crónicas de Molina y Juan Santacruz Pachacuti.
Ahora bien,
entonces qué tipo de pensar filosófico fue éste. Antes de ingresar a este punto
quiero precisar que el esquema metafísico implícito en la idea de Pachacamac
como animador del mundo es: emanatista, dualista y asume la
idea de un absoluto dinámico. Es emanatista porque la animación del mundo implica
un orden teleológico que emana de teqse (principio vivificador que es
Pachacamac) y actúa ante una materia subsistente sin vida para descender en las
diversas formas que existen en el cosmos. Es dualista porque frente a teqse hay otro principio a vivificar (Caos, Uccu pacha, Pachamama). En
realidad, serían dos teqses o arjés, uno activo (la deidad) y otro
pasivo (lo inanimado, el caos). Es Absoluto
dinámico porque su animación del mundo es interminable y cíclica (Pachacuti).
La tesis del
dualismo metafísico en la teología andina a primera vista resulta
desconcertante ante el testimonio abrumador y en contra de los cronistas.
Bartolomé de las Casas, Cieza de León (1553), Betanzos (1551), Cobo (1653),
Sarmiento de Gamboa (1572), Molina el cuzqueño (1575), Acosta (1590), Santacruz
Pachacuti (1613) y Ramos Gavilán (1621), que se refieren a Wiracocha como
Hacedor, Creador y ordenador del mundo al mismo tiempo.
Es decir, se
establece una confusa equivalencia semántica –preservada por F. Pease- entre
"creador" y "ordenador" y se procede desprolijamente a
eliminar injustificadamente la sutil y crucial diferencia metafísica existente
entre ambos.
Dualismo
metafísico-religioso
Pero un examen
filosófico más detenido y cuidadoso permite advertir que en una mentalidad
mítica tan paritaria, simétrica, cuatripartita, complementaria y relacionista
como la andina, no es descabellado hallar una disconformidad de base con el
creacionismo y el emanacionismo de una realidad única a lo Plotino. Y, por el
contrario, resulta natural encontrar un dualismo metafísico-religioso sui
géneris. Esto es, no de dos Principios o Poderes antagónicos sino de un par
de arjés complementarios.
Lo Animado y lo
Inanimado resultan ser equivalentes a dos substancias diferentes pero complementarias,
a partir de lo cual el Animador actúa como Ordenador del mundo universo o Pacha. Aquí podemos
preguntarnos nuevamente si la Chakana representa a la deidad andina.
El término del
símbolo sagrado “chakana” se traduce tradicionalmente como "puente",
"nexo". Descompuesto etimológicamente "Chaq" significa
"ruido", "pasos". Algo que se mueve. Y "Kanan" es
"lo que ha de ser", "lo futuro" o qhipa. Pero qhipa es lo que
está detrás. ¿Pero cómo "lo que ha de ser" puede estar detrás como si
fuera pasado o Ñawpa? Y esto tiene
una doble respuesta. La primera es que el quechua es un idioma que tiene
preeminencia epistémica, o sea da prioridad a lo que se conoce sobre lo que aun
no conoce.
Así, el pasado o Ñawpa es "lo que se conoce" y
el futuro lo que "no se conoce" aun. La deidad andina es lo ignoto
por excelencia -aun cuando Wiracocha pueda vagabundear andrajoso por el Kapak Ñam o Camino de la Realidad-
porque viene epistémicamente del pasado (lo conocido) pero ontológicamente del
futuro (lo desconocido). Entonces, el Animador-Ordenador viene estableciendo un
puente o chakana desde el futuro desconocido hacia el pasado conocido.
Así, la
manifestación del dios ignoto es una chakana en sí misma, es lo nouménico
fenomenalizándose, es lo ontológico en lo óntico. La chakana describe el Ser
reflejándose en los entes de distinta forma, porque el ánimo vital o kama se despliega en la pacha y se
contrae en el caos en un ciclo interminable. Pachacuti o renovación del mundo o de la vida sería la expresión de
la vida intemporal de Camac
interminable. Bien lo expresa Iberico (Perspectivas
sobre el tema del tiempo, 1958), en el sentido de que el pensamiento mítico
es anhelo por lo intemporal.
Esto nos lleva
hacia la doble naturaleza epistémica y ontológica de la deidad primordial
andina, a saber, en su horizonte transfenoménico es lo absolutamente ignoto o
el qhipa prístino y desconocido por
siempre. Y en su propia dimensión ontológica experimenta un desdoblamiento en
su horizonte fenoménico (Kay Pacha) y
en su horizonte nouménico (Janan Pacha).
En lo fenoménico es lo ignoto momentáneo y desconocido-conocido, o presencia
disfrazada camuflada.
En realidad, en lo
íntimo de la manifestación fenoménica del propio ordenador o absoluto dinámico
se manifiesta la nada relativa, la carencia de algo, pero sostenida desde su
plenitud en el Janan Pacha o realidad
nouménica. Nos preguntamos si la nada absoluta podría ser el Uccu Pacha o mundo de abajo. Pero la
imposibilidad de la presencia de una idea así se manifiesta en el carácter no
omnipotente de la deidad ignota. El Uccu
Pacha es una nada relativa o carente de algo, en este caso de lo animado.
Por ende, el Uccu pacha no sería la nada absoluta
sino la nada relativa. Por lo demás, el carácter relativo de su nadería
consiste en su susceptibilidad de ser animada u ordenada por la ignota deidad
ordenadora.
Dialéctica
del Ser y del aparecer, el tiempo cósmico y los sentidos
espirituales
Y es que en
realidad la idea del dios ignoto encierra una intuición más profunda, y que
concierne a tres aspectos esenciales de la filosofía mitocrática: la dialéctica
del Ser y del aparecer, el tiempo cósmico y los sentidos espirituales. Los tres
aspectos ya habían sido interpretados en gran estilo por Mariano Iberico. Por
lo tanto, lo que voy a sostener es casi un parafraseo de los análisis de este
gran filósofo.
En primer lugar, el
dios ignoto encierra un fuerte sentimiento de la vida cósmica. Donde se
encuentran unidos lo estético-metafísico expresado en lenguaje simbólico
(Iberico: El sentimiento de la vida
cósmica, 1939). Yo añadiría que en este fuerte sentimiento de la vida
cósmica no sólo se da una experiencia estética, sino también numinosa, nouménica,
ecológica y matemático-astronómica. En consecuencia, expresado en lenguaje
estético pero además teológico, ecológico y matemático.
En segundo lugar,
el dios ignoto tiene vocación de aparecer en el tiempo, la poesía y el mito
(Iberico: La aparición, 1950),
expresado en un filosofar simbólico del concepto-imagen (chakana). Pero también es lo oculto, lo desconocido, lo invisible,
lo ignoto, lo nouménico. O sea es ordenación y vida en su manifestación óntica fenoménica
en el tiempo, que no agota su esencia ontológica eterna. O sea, no sólo hay un
tiempo de la pacha sino también un
tiempo del Ordenador.
En tercer lugar, el
dios ignoto es entrevisto por el hombre porque el espacio humano es de carácter
espiritual (Iberico: El espacio humano,
1969) y, por tanto, hay sentidos espirituales sólo expresables por la analogía.
Lo que aquí se puede precisar es que el
carácter espiritual no sólo involucra al espacio humano, sino también al
espacio natural, en donde acontece la vida humana.
De ahí que toda la
realidad en el mundo andino esté animada, tenga vida, se haga pago a la pachamama. Esta visión holística y
profundamente ecológica del ethos y pathos andino sobrevive fuertemente
hasta hoy, anima poderosamente el sincretismo cristiano, y se manifiesta en el kuyay –equivalente al amor y
solidaridad-, el ayni –reciprocidad
cósmica- y el tinkuy –tareas comunitarias-.
Es verdad que
autores como Robles (La estética en la
vida cotidiana en los andes, 2015), siguiendo a Duviols (Cultura andina y represión, 1986) y a
Huertas (La religión en la sociedad rural
andina-Siglo XVII, 1981), piensan que el indio no llegó a cristianizarse,
que éste mantiene sus rituales religiosos prehispánicos y que todo esto lo
consiguió a través de la simulación, evasión de catequizadores, asistencia a
rituales cristianos y paralelismo ritual.
Pero no menos
cierto es que la religiosidad andina si bien no fue doblegada del todo por la
dominación colonial española, en cambio la modernización capitalista tiende a
hacerlo más efectiva y profundamente, al incorporarlo a la vida monetaria,
mercantil, escéptica, secularista, tecnológica, hedonista, consumista y
superficial. La vida tradicional del hombre andino está siendo desarticulada
por la erosión nihilista de la sociedad postmetafísica (Flores: Erosión nihilista de la sociedad
postmetafísica, 2007).
Ahora bien, y
volviendo al carácter espiritual se puede afirmar que la alianza espiritual
involucra no sólo a los hombres, sino también a la propia Naturaleza, porque se
la considera no como un objeto, sino un sujeto, una otredad viviente. El
chamanismo sincrético, del cual da cuenta sugerentemente Ayala Loayza (Insurgencia
de los Yatiri. Manifestaciones culturales del hombre andino, 1990), es testimonio viviente de este trato numinoso
con la naturaleza animada. Entonces, lo que se conoce o sea el
pasado está delante, mientras lo que no se conoce o el futuro está detrás. El
dios ignoto andino viene detrás en su aspecto numinoso, y por delante en su
ordenación animada.
Esto nos lleva
hacia el segundo sentido. Y es que lo ontológico nouménico y fenoménico tiene
una lectura visual. Lo que no quiere decir empírico ni material, sino incluso
visual en sentido espiritual. Es por eso que el futuro que no se ve, queda
detrás del presente, pero dentro de un eterno retorno en espiral dividido en
grandes cambios o kuti. La
visión espiritual del Yatiri andino
se proyecta hacia el futuro, que está detrás como lo no visto.
Lima,
Salamanca 01 de setiembre del 2016
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