ARGUEDAS
COMO FILÓSOFO
Gustavo Flores Quelopana
Si la Filosofía no sólo es una forma de saber sino también una forma
forma de ser, entonces Arguedas fue filósofo porque anduvo por el mundo
interesado por esclarecer el valor del mundo andino desde una visión sincrética
donde lo mágico se mezclaba con el tamizado racionalismo del materialismo
dialéctico, donde la vida y la muerte se combinan de una manera singular.
Arguedas como filósofo contempló lo universal contenido en el
sincretismo de lo andino con lo occidental. La tradición llama a Arguedas
"uno de los grandes representantes de la literatura en el Perú, padre del
neoindigenismo, estudioso de la música andina y difusor del quechua". Pero
esencialmente fue un filósofo porque en él todo estaba unido. Concibe el mundo
como una totalidad viviente, donde la filiación mítica y armónica del universo
andino colisiona desgarradoramente con el mundo instrumental occidental.
En su búsqueda de universalidad y certeza plantea, desde su obra maestra
"Los ríos profundos" hasta su obra más importante "El zorro de
arriba y el zorro de abajo" pasando por "Todas las sangres", el
ideal de integración del mito con la razón como el secreto del sino de la
peruanidad. Dicho desafío del ideal también se manifiesta en el peligro de la
penetración corporativa imperialista y el problema de la modernización del
mundo indígena.
En Arguedas no hay metafísica constructiva, pero está presente el cosmos
en movimiento de Aristóteles, la concepción estoica de un universo ordenado por
combinación de fuerzas, el materialismo dialéctico de Marx y Engels y el
universo mítico-mágico de estirpe ancestral andina. Su universo es vivo y no
mecánico. Lo ve como un misterio no sólo natural sino también humano, y que
requiere de la acción revolucionaria. O sea, el pensamiento armónico andino
también es revolucionario.
En este contexto debo añadir que una de las investigaciones en curso más
serias y que pronto saldrá a la luz corresponde a la emprendida por el
escritor, ensayista y pensador peruanista Hugo Chacón Málaga. No será
infidencia alguna si afirmo que su descubrimiento en Arguedas de una filosofía
del Yawar Mayu será una las contribuciones más significativas en la comprensión
de nuestra insigne figura intelectual.
Personalmente considero que la sugerencia filosófica más profunda del
pensamiento de Arguedas concierne a la relación entre Mito y Razón. Lo cual me
lleva hacia la siguiente consideración. En el mundo andino aun
sobrevive la visión mítico-mágica del mundo porque la penetración de la
racionalidad científico-técnica sufre un notorio retraso. En la visión mítica
andina el Ser es presencia y la verdad es desocultamiento. La mitología
filosófica es una metafísica de la presencia, la filosofía mitológica es una
metafísica de la esencia, la filosofía de la razón es una metafísica del
concepto, la filosofía metafísica de la técnica es una mitología de la
manipulación de los entes. De modo que, no se puede decir que la metafísica es
la prehistoria de la técnica, por que ella contiene su propia metafísica,
filosofía y mitología. En la propia técnica se opera una mutación del pensar
mítico -de invocación a manipulación práctico matemática-. Pero ello no
significa que los horizontes de pensar anteriores no sobrevivan. Al contrario,
pueden permanecer inmaculados como sufrir las más diversas variaciones.
Otro punto controvertible que plantea su ideal
filosófico sincrético es la relación entre el Mito y la categoría de lo
Posible. En el Mito no prima el reino de la libertad sino el reino de la
necesidad. Este necesitarismo ancestral, presente también en la deidad ordenadora
andina, se prolonga en los griegos y en los filósofos árabes. Pero también está
presente en Cusa, Bruno, Spinoza, Leibniz, Kant y Hegel. Y es más evidente en
su repugnancia hacia la categoría de la posibilidad. Veamos cómo el campeón del
procesualismo dialéctico se empantana en un pathos estático y se convierte en
un dialéctico cíclico de lo pasado. Algo parecido al Pachacuti andino. "Lo
que es posible no puede ser ya de otra manera". O sea, el gran dialéctico
sitúa la posibilidad en el plano de lo superfluo y así la posibilidad real está
rodeada totalmente de la realidad llegada a ser. Es decir, el reino de lo
posible está aplastado por el destino estático, porque todo lo posible ya está
configurado en lo real. Esta puntualización es muy importante, porque permite
advertir que las utopías donde prima la necesidad son utopías de la repetición
cíclica, donde el desarrollo y el progreso queda mitigado. Es por ello, que el
mundo mítico es ciclo temporal de repeticiones necesarias regidas por el
destino. Lo que lleva a una escatología y una teleología conservadora y de
simple renovación repetitiva de los ciclos temporales. Una síntesis entre Mytho
y Logos deberá superar el necesitarismo ancestral y conservar armónicamente la
libertad que implica lo posible como posibilidad real en el mundo.
Y un tercer punto que es
valioso considerar en su novelística es la felicidad en medio de la pobreza
junto a su desconfianza por el desarrollo capitalista. Lo cual nos lleva a
decir: Prefiero la honrosa pobreza a la deshumanizadora riqueza. Vive con lo
que tienes y no desees tanto, que principio de la alegría es controlar los
deseos. No te consideres un creador de tiempo y dinero, vive el tiempo y la
gratuidad de la vida que es regalo divino. Ten presente que desarrollo personal
no es acumular bienes exteriores, ni honores, sino tener un corazón que sirva
al bien y haga feliz al prójimo. De esta vida nada te llevas, pero recuerda que
puedes dejar un mundo regado por el amor de tu corazón. La riqueza te vuelve
desconfiado, soberbio y egoísta, la pobreza enseña a compartir lo poco que se
tiene con alegría y sin temor. No habrá civilización futura si no se reivindica
la humilde pobreza frente a la deshumanizadora riqueza.
Para Arguedas la literatura, arte andino y el quechua son el camino
regio para entender al Perú profundo En ella brilla el valor universal de la
armonía fluyente, capaz de reproducir la realidad entera. En este sentido la literatura
es filosofía a través de la fuerza imaginativa. Su suicidio simboliza la
necesidad del fin del orden instrumental, capitalista y deshumanizado y del
comienzo de un nuevo ciclo sincrético de armonía con los valores andinos.
En suma, valga esta nota para destacar que Arguedas fue un hombre que se interesó revolucionariamente por la contemplación del mundo.
31 de enero 2021
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