LEGADO DE MARX
Gustavo Flores Quelopana
Hay quienes piensan que el marxismo está caduco y muerto. Pero el mayor mentís de ello es que vivimos sumidos en la enajenación y el fetichismo de las mercancías. Somos esclavos de las mercancías, nos comportamos como mercancías y nos llamamos libres. ¡Gran paradoja!
Enajenación de la mercancía es ver cómo millones de seres humanos andan hipnotizados con sus celulares, las redes sociales, la ropa de moda, los tatuajes, las ideas de las portadas periodísticas, la jerga coprolálica, etc. Marx fue el filósofo que explicó dicho fenómeno llamándolo la "fetichización de la conciencia enajenada". Su obra cumbre El Capital (1866) es la fundamentación económica de la crítica de la alienación, especialmente de la alienación del trabajo, expresada en sus Manuscritos de 1844, como las tesis del materialismo histórico, que subordina la conciencia a la forma de vida material. Y todo ello encuentra explicación en la teoría del fetichismo en el capitalismo.
Marx distingue dos formas de fetichismo: esencialista (lo histórico es asumido como cosa de la naturaleza) y subjetivo (el ser social lo asume como algo contingente de la subjetividad). El fetichismo es la entrega en cuerpo y alma a la "voluntad" de la mercancía. Pero la mercancía tiene su ser fuera de ella, a saber, en el mercado. La mercancía oculta tres cosas: su origen humano, su origen social y la relación entre productores. O sea, oculta las relaciones sociales que están en su base. La mercancía cobra vida propia porque se comporta como un ser natural con derechos naturales. Pero en el mercado todo es ficción, todo es ilusión. De ese fetichismo no se puede salir sino rompiendo con el mundo de las mercancías.
El fetichismo es intrínseco al capitalismo. Es conciencia falsa porque toma el objeto social como objeto natural. Respetando la vida de la mercancía se condena el hombre a una vida sin esencia. Del fetichismo mercantil brota el fetichismo del derecho y el fetichismo filosófico. El mercado capitalista exige el nacimiento del sujeto libre y autónomo. Los jurídicos derechos humanos tienen su exigencia en el mercado capitalista. Y filosófica la razón autónoma tiene su fuente en la determinación económica.
El fetichismo es ocultación y enmascaramiento del fundamento de la realidad histórico-social. Los DDHH y la filosófica Razón autónoma son fetiches que ocultan el modelo económico hegemónico del capitalismo. Esa verdad alcanzada en El Capital no se la perdonarán jamás las clases explotadoras, simplemente porque desenmascara la realidad de su dominación.
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