LA PARADOJA ANTRÓPICA
FILOSOFIA DE LA CRISIS MEDIOAMBIENTAL
Gustavo Flores Quelopana
(Setiembre 2022)
Prólogo
Acerca de la Paradoja Antrópica
La defensa de la Tierra es una
causa por el bien común, que sobrepasa cualquier ideología, religión y
filosofía. Y a lo cual sólo se opone el inmediatismo de la rentabilidad
económica y la codicia del corazón extraviado.
0.
La crisis ambiental plantea una paradoja antrópica[1],
a saber, cómo un ser que puede dar cuenta de la naturaleza, se percibe diferente
a ella, y comprender sus leyes, puede convertirse en la principal amenaza para la
ecología humana y natural.
0.1
Ciertamente, la ciencia registra que la paradoja
antrópica ha estado presente de forma muy desigual a lo largo de la historia
humana. No siempre fue determinante y depende, muchas veces, de factores exógenos.
El hombre de por sí es una criatura paradójica y contradictoria, pero su
impacto sobre la naturaleza no siempre fue antes que el impacto sobre sí mismo.
La dificultad de hablar sobre el hombre es que apenas nos podemos referir al
homo sapiens y al homo neandertal, pues de los otros homínidos (homo habilis,
homo ergaster, homo erectus, homo antecessor y homo heidelbergensis[2])
apenas se sabe algo.
0.2
No obstante, es notorio que la ecología natural
influye poderosamente sobre los primeros homínidos señalando su camino
evolutivo. Pero la respuesta de los homínidos desde el homo habilis resulta muy
particular desde el momento en que da muestras de instalación de industria
lítica. Pues, una cosa es un chimpancé empleando una piedra como instrumento, y
otra cosa es modificar la piedra y perfeccionarla para darle usos determinados.
Desde el homo habilis comienza la aparición de la técnica y la modificación teleológica
del medio ambiente. La industria lítica del hombre prehistórico del paleolítico
inferior representa el inicio de la paradoja antrópica en su etapa inicial. Lo
ayudará a afirmar una cultura cazadora que abandonará paulatinamente la carroña.
0.3
Sin embargo, se puede advertir dos clases de
paradoja ecológica: una inconsciente o natural, y otra consciente o humana. La
paradoja natural y la paradoja antrópica. Dos tipos de paradoja ecológica que
interactuarán incesantemente. Siendo determinante en un primer momento la paradoja
ecológica, hasta llegar a ser en nuestro tiempo tecnológico la paradoja
antrópica. Y lo ha llegado a ser en tal grado que ya se habla de la Era del
Antropoceno[3], que
lo hacen coincidir con la revolución industrial y donde los humanos ya han
llegado a cambiar el funcionamiento de la Tierra de modo tan profundo dando
término a la Era del Holoceno. En realidad, la colonización humana del planeta
terminó abriendo una nueva era geológica, haciendo de la Humanidad el principal
agente del cambio medioambiental y despertando fuerzas telúricas insospechadas.
0.4
Ahora bien, la paradoja natural plantea sus propios
desafíos al medio ambiente, la flora y demás especies vivientes. Su
manifestación son los grandes cambios geológicos (movimientos de placas
tectónicas, grandes terremotos, inversión de polos magnéticos, activación de cadenas
volcánicas, presencia periódica de grandes extinciones, ciclos de glaciaciones
por la excentricidad de la órbita terrestre, impacto de rayos cósmicos, cambios
en el nivel del mar, incluso impacto de asteroides devastadores) y cambios
violentos y sucesivos en el clima, que afecta seriamente y por largos ciclos la
vida sobre el planeta. Desde el Ordovico-Silúrico (hace 439 millones de años)
hasta el Cretácico-Terciario (hace 65 millones de años) se conocen grandes
cinco grandes extinciones masivas[4],
donde desaparecieron hasta el 95 por ciento de especies terrestres, como en el
Pérmico-Triásico hace 252 millones de años. Visto así la paradoja natural es
más antigua y de incomparable impacto frente a la paradoja antrópica.
0.5
La paradoja ecológica se presenta como grandes
ciclos de destrucción, muerte y resurrección de todo lo forjado en la naturaleza.
La dualidad vida y muerte se presenta como constante del ente finito en la
paradoja ecológica. Ahora bien, si esta paradoja ecológica la inscribimos
dentro de la paradoja del universo la dualidad tiende a romperse y desaparecer
dentro de millares eones de eones en la entropía de la materia y la energía. Después
que el último agujero negro se consuma y desaparezca del cosmos, y sobrevenga
la disolución del último protón en la Era Degenerada del Universo sobrevendrá la
nada cósmica, la desolación, donde dicha dualidad dejará de existir por siempre
jamás. Lo que en un comienzo fue una espesa sopa de átomos de hidrógeno acabará
envuelta en la total oscuridad del aplastamiento de las fuerzas fundamentales
de la materia. Será el final de la dialéctica de los opuestos en el seno de la
materia contingente y finita, que se consume en el vacío obscuro universal.
Pero nada es comparable con el desprecio de la naturaleza que luce el hombre de
la modernidad.
0.6
La secularización de la ciencia nos conduce hacia
la visión ametafísica y ateológica del Universo, pero nada de esto tiene que negar
necesariamente el orden sobrenatural y espiritual que las grandes religiones
nos describen escatológicamente. En realidad, la paradoja ecológica lleva a
interrogarse sobre el significado profundo que tiene la desintegración de la
materia en el universo. Es un límite que rebasa la ciencia e ingresa terreno
teológico y metafísico. La paradoja ecológica del Universo es como una gran
aporía que nos dijera que nada es el ser finito y temporal sin el Ser Infinito
y Eterno. Es un ámbito en que la metafísica abstracta y dialéctica de Hegel es
rebasada por la vida eterna del Absoluto que es Dios.
0.7
Pero limitándonos a la paradoja antrópica se puede discutir el
carácter de su impacto desigual. Por ejemplo, hasta ahora se discute y se cree,
más bien, que el hombre prehistórico fue la estocada final y no la causa
determinante de la extinción de la fauna del pleistoceno (mamut, megaterio,
tigre dientes de sable, caballo, hipopótamo, buey almizclero, rinoceronte
lanudo, etc.), ya seriamente afectada por cambios climáticos. O sea, dichas
especies se extinguieron por su falta de capacidad de adaptación a los drásticos
cambios climáticos, aunada a la presión de su caza por el hombre del
paleolítico superior. Es decir, no fueron las comunidades humanas depredadoras del
pleistoceno final el principal vector de su extinción, sino solamente su factor
final sobre unas especies que no tuvieron tiempo para adaptarse a rápidos
cambios climáticos. Muy diferente a lo que sucede hoy, donde el 90 por ciento
de las especies del mar pueden morir por el calentamiento global.
0.8
Hubo un tiempo hace dos millones de años, en que
hasta tres de las ocho especies de homínidos estuvieron conviviendo juntos y la
causa de su súbita desaparición sigue siendo un misterio. Quizá lo más extraño
y que sigue intrigando a la comunidad científica es la extinción del Neandertal
-el cual surge hace 230 mil años- a finales del pleistoceno, hace 28 mil años. El
neandertal fue la especie que dominó la Edad de Hielo, y que desapareció al acabar
ésta. Anatómicamente modernos y los más cercanos al homo sapiens, con lenguaje
y arte, es un misterio aún si fueron los cambios climáticos o la competencia de
los humanos modernos lo que los llevó hacia la desaparición[5].
0.9
Otra relación es la que presenta el hombre de los
bosques y de las selvas tropicales, cuya abundancia de especies vegetales y
animales favorece un retraimiento de la paradoja antrópica hacia el ámbito de
lo humano a su mínima expresión. La evidencia antropológica y etnográfica demuestra
que la preocupación principal del hombre salvaje es mantener la armonía con la
naturaleza y con otros congéneres tribales. Tanto así que la paradoja antrópica
se mantiene como tensión permanente de mantener una política y jefes sin poder,
salvo en casos de guerras. Y todo con el propósito de mantener a raya el
demonio de la desigualdad social[6].
La resolución desigualdad social resulta siendo crucial en la paradoja
antrópica de la crisis ambiental actual.
0.10
Otra cosa sucede cuando surge en la historia humana
el fenómeno de la civilización. La emergencia de la civilización en la historia
humana se va a constituir en el principal factor de la paradoja antrópica, mucho
antes del desarrollo de la tecnología moderna. Y aunque su impacto sobre la naturaleza
se deja sentir -con la realización de megaobras hidráulicas, pirámides, grandes
centros de adoración y construcción de ciudades sagradas, por ejemplo- se advierte,
generalmente, un cuidadoso régimen de control de los ciclos naturales mediante
calendarios, cálculos del tiempo lunar y del movimiento solar, y demás observaciones
astronómicas. Se busca mantener todavía la armonía con la naturaleza, muy presente
en el hombre salvaje del paleolítico. En el surgimiento de la civilización se evidencia
que la paradoja antrópica se dispara causando un desequilibrio profundo en las
relaciones humanas con la aparición de la megamáquina del Estado[7],
el surgimiento de las clases sociales, y la teocracia divinizada con su clase
sacerdotal sacrificial y una opresiva clase guerrera.
0.11
En otras palabras, por largos milenios la paradoja
antrópica va dejar sentir su impacto profundo, primero, sobre todo en la
ecología humana y después sobre la ecología natural. Es cierto que desde la
invención de la agricultura comienza la deforestación, la destrucción del
hábitat, los problemas del suelo (salinización y pérdida de fertilidad) y los
problemas de la gestión del agua. Pero, muchas veces la baja densidad
poblacional, permitía la sobrevivencia mediante la mudanza de las comunidades,
aunque a costa de la disolución de su cultura. Estos casos son bien conocidos
en el ámbito precolombino, mesoamericano y andino, donde agotados los recursos
grandes ciudadelas piramidales tuvieron que ser abandonadas.
0.12
Pero, a lo que vamos, es que la paradoja antrópica
se hace presente, primero y especialmente, desde el brote de la civilización en
la historia humana, y es en el seno de la naturaleza humana que tiene su
impacto profundo con la división de la sociedad en clases y la invención de la
megamáquina del Estado. Pasarán milenios hasta que el hombre moderno lleve la
paradoja antrópica, con la invención de la tecnología, la ciencia y la revolución
industrial, hasta un punto de grave colisión con la naturaleza. Estamos envenenando
la naturaleza con gran desprecio, y así la Humanidad tiene garantizada su
extinción en el más corto plazo.
0.13
El hombre es una criatura paradójica, pero la
paradoja antrópica sólo es una amenaza ambiental al asumir un estilo de vida consumista
y antiecológico basado en un antropocentrismo antiesencialista, inmanentista, relativista,
hedonista y nihilista.
C A P I T U L
O I
La Raíz Metafísica de la modernidad
antiecológica
1.0
Entonces, que quede entendido que trataremos de la paradoja
antrópica actual. Sí, la producida por la revolución industrial. Estamos
actualmente insertos en el apocalipsis ambiental no porque el hombre sea
incapaz de revertir los procesos de destrucción de la naturaleza que ha
provocado, sino porque vivimos en medio de un sistema insostenible que muestra
una reacción lenta y desganada de políticos y corporaciones ante la gran
velocidad que cobra la degradación ambiental. Muchos de los compromisos adquiridos
en la Cumbre del Clima -desde la Declaración de Estocolmo de 1972, la Cumbre de
la Tierra de 1992 en Brasil, el Protocolo de Montreal hasta la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre el desarrollo sostenible en Río en el 2012- quedan
simplemente sin cumplir.
1.1
Pero la pregunta más inquietante es: ¿de dónde nace
este sistema insostenible? ¿Cuál es la verdadera raíz de la destrucción
ambiental? ¿Simplemente tiene que ver con un sistema económico-político? ¿Es
parte de una forma particular de pensamiento? ¿Es consecuencia de un giro del
pensamiento metafísico? ¿Hay que ver su surgimiento con un enfoque integral? No
es ningún secreto que el capitalismo no cabe en el mundo y en un conocido
ejercicio de reflexión[8]
se ha demostrado que harían falta cinco planetas Tierra para generalizar en
todos los países del mundo el estilo de vida californiano. En otras palabras,
las economías desarrolladas muestran su insostenibilidad, mientras que hay
economías sostenibles pero subdesarrolladas y otras subdesarrolladas pero insostenibles.
¿Cómo hemos ido a parar en esto? ¿Cuál es su origen? ¿Encuentra el capitalismo
su matriz en alguna teoría antropológica? Veamos.
1.2
Podemos echar mano de las teorías antropológicas. Me
referiré, en primer lugar, a una de ellas y es una de las más extremas. La
teoría del homo decadente afirma que somos una criatura con una incurable
incapacidad de evolución biológica y que nos configura como una criatura enferma.
Todo lo creado por el hombre es mero sucedáneo. Incluso el espíritu es visto
como un parásito metafísico que se introduce en la vida y en el alma para
destruirlo todo. La historia es así vista como un proceso de destrucción
protagonizado por el hombre. En ella se inscriben pensadores como Klages,
Lessing, Daqué, Frobenius, Spengler y Vaihinger. Esta teoría del hombre como “plaga”
de la naturaleza no sólo es extrema y pesimista, sino que no es objetiva ni
verdadera y tiene su base en un naturalismo que exalta lo instintivo.
1.3
Otra teoría es la del homo faber, según la
cual somos criaturas instintivas, de hábitos, activas y transformadoras del
medio, que nos construimos, entre otras cosas, la razón. Estamos predeterminados
por lo fáctico (empirismo), lo económico (Marx), lo sexual (Freud) o la
sobrevivencia (Darwin). Y nuestro afán dominador de la naturaleza nos ha
conducido a la contaminación del medio ambiente. Es el homo faber el que
desbordó la capacidad de recuperación del medio ambiente. Esta idea naturalista,
materialista, positivista y pragmatista deriva hacia la estigmatización de la
praxis humana, olvidando no que no es la praxis por sí misma la que tiene que resultar
destructiva del medio ambiente. Ejemplo de lo contrario lo hallamos en las culturas
de recolectores y cazadores aborígenes, que viven perfectamente adaptados y en
armonía con su medio ecológico. De modo que en esta clase de sociedades no se
presenta la paradoja antrópica.
1.4
Otra ideología sobre el hombre es la del homo
sapiens, como mente, ratio, logos o razón, aparece en Grecia como agente
específico del hombre. Es un agente divino que da forma al mundo con poder y fuerza
racional, sin el predominio de los instintos ni la sensibilidad. Mediante la razón
el hombre conoce el ser y puede vivir en armonía con el mundo. Es la fórmula de
Anaxágoras, Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel. Y el actual apocalipsis
ambiental se debe a que el hombre no ha seguido las reglas más racionales respecto
a la naturaleza. Esta idea antropológica percibe lo no racional como la
enfermedad de la vida y como la causa que desvía al hombre del orden cósmico. Se
trata de un enfoque intelectualista de la victoriosa soberanía del intelecto.
Pero desde las dos guerras mundiales este grandioso fondo metafísico, que
sustentaba la idea del progreso, dejó de ser evidente. La razón por sí misma no
puede conducir los destinos del hombre ni de la historia.
1.5
La antropología del existencialismo, tras el
calamitoso hundimiento del racionalismo en las dos guerras mundiales, arguye que
el hombre es existencia antes que esencia, es ser-ahí, proyecto, trascendencia
y libertad. Implica un enfoque voluntarista de la victoriosa soberanía de la
libertad en situación. Sin embargo, su aplicación desde estructuralistas, posestructuralismo,
neomarxistas, feministas, neonietzscheanismo, posmodernos y semióticos, derivó hacia
un ateísmo postulativo, la negación de todo lo natural, la hegemonía del mito
de lo cultural y la supresión nihilista del sujeto mismo. El capitalismo
digital encarna así el giro metafísico de lo antropológico a lo cibernético[9].
Se constituyó en el triunfo de lo artificial, lo virtual, el avatar, la
inteligencia artificial y el transhumanismo. Fue con el triunfo del
antropologismo moderno que aparece la paradoja antrópica. Por ende, no brinda
un camino para la superación de la crisis ambiental y es una de las raíces de su
catástrofe.
1.6
Sin más rodeos es necesario reconocer que los
diferentes modelos de teorías antropológicas no son suficientes para comprender
la presente paradoja antrópica de la crisis ambiental. Hay que ir hacia la base
metafísica de la mentalidad moderna, como aquello que condiciona el avasallamiento
humano del planeta. Lo que diferencia al hombre ontológico de la Antigüedad y
Medioevo respecto al hombre epistémico de la Modernidad es la asunción -por parte
éste último- del mundo como objeto manipulable. Lo cual significa que este
sistema insostenible no refleja simplemente la dinámica del capitalismo ni de
la mera hegemonía de la economía dineraria, sino que nace del algo más
profundo.
1.7
En realidad, el capitalismo es un proceso
nihilista, porque si el dinero -según Simmel- es la negación de todo valor,
entonces se trata de una estructura social que disuelve la racionalidad
substancial por la racionalidad funcional y da comienzo no sólo al reemplazo de
lo cualitativo por lo cuantitativo, sino del ser por el ente. No olvidemos que
en el mundo antiguo la realidad no es vista de modo impersonal, no es un “ello”,
sino un “tú”. El mundo no está inanimado, por el contrario, está animado por
todas partes. Tales de Mileto decía: “todo está lleno de dioses”. Ese era el espíritu
de la filosofía mitocrática. Por eso el mundo y las cosas eran vistas con
respeto. Hasta que, con el racionalismo, la Ilustración y el cientificismo se
desespiritualizó el mundo, se nos secó el alma y todo se sometió a cálculo y
leyes naturales. Ese es el desafío de la civilización neotécnica,
a saber, la superación del objetivismo y subjetivismo metafísico de la
modernidad, que ha reducido el ser a lo manipulable y lo útil[10].
El desencantamiento del mundo está detrás de la destrucción del ambiente llevado
a cabo por la modernidad. El daño más profundo que se autoinfirió la modernidad
capitalista es no haber respetado el espacio sagrado del mundo. A esto Max
Weber lo llamó “desencantamiento del mundo”. Yo lo llamo “imperio
satanocrático” o la modernidad luciferina[11].
Pero, particularmente, en la labor arqueológica del área andina es donde se experimenta
que la Tierra está viva. Si antes de la labor de exploración arqueológica no se
hace el llamado “pago” o tributo a la Tierra, simplemente las cosas comienzan a
salir muy mal. Aquí encontramos un caso límite donde el hombre de ciencia se
encuentra ante fenómenos que trascienden la explicación racional y científica,
y que resulta mejor transar que ignorar.
1.8
La paradoja antrópica nace de la episteme desontológica
del mundo llevada adelante desde la modernidad capitalista. Es el hombre epistémico
de la modernidad el que ha llevado adelante la desrealidad de lo real desde una
hermenéutica antiesencialista. Y ahora bajo el capitalismo digital del capitalismo
cibernético se consuma el giro epistémico cumbre sin objetivo humano ni
natural. Ya no es el hombre ni la naturaleza el centro de la subjetividad,
ahora lo es algoritmo del computador. De manera que el nihilismo y la desubjetivización
del hombre es consecuencia de este giro metafísico que representa la desrealización
de lo real por la desontologización del mundo. La modernidad se caracteriza
por una vigorosa desontologización del mundo y su reducción a ente manipulable
y calculable. El resultado no podría ser otro que el empobrecimiento de lo
real. Viveiros de Castro[12]
habla del perspectivismo amerindio, según el cual la naturaleza es nuestra
hermana, porque contiene espíritus que fueron humanos, es decir, lo común que
tiene el hombre con la naturaleza es su humanidad y no su animalidad.
1.9
La desontologización del mundo preside la
modernidad antiecológica de la actualidad. Consiste en el imperio del ente
virtual, no real ni humano, y el olvido consumado del ser. La desontologización
del mundo es el olvido del sentido del ser, el cual se abre camino desde el
nominalismo, el olvido del sentido de Dios, y el fortalecimiento del logos del empirismo
y del logicismo. Sin la desontologización del mundo no puede prosperar la
destrucción de la naturaleza y el medio ambiente. Constituye su prerrequisito.
El verdadero humanismo con Dios está unido a la conservación de la naturaleza,
de modo que sin este humanismo se abren de par en par las puertas de la franca
extinción del mundo natural en pleno auge cibernético. Hay que advertir que ha
sido con el humanismo sin Dios el que se asentó en la antiecológica modernidad tardía
desde Feuerbach, Marx, Nietzsche, Comte, Nietzsche y Freud. La naturaleza dejó
de ser vista como algo sagrado y ello significó su muerte.
1.10
Efectivamente, dicho objetivismo se expresa en el
racionalismo -cogito ergo sum-, empirismo -lo real es lo fáctico, lo
nouménico o la cosa en sí no existe-, el existencialismo -la existencia precede
a la esencia- y el posmodernismo -todo vale-, que configuran una imagen del
mundo donde el ser se reduce a lo útil y manipulable. Incluso la fenomenología
con su lema de “ir a las cosas mismas”, que despertó esperanzas de una vuelta a
la metafísica, terminó decepcionando al engolfarse en el inmanentismo de la conciencia
pura. El chato fenomenismo empirista ha impuesto su hegemonía en detrimento de
la riqueza ontológica del ser. Y dicho proceso reduccionista comienza con el
nominalismo de Occam y el terminismo de Scoto. Las esencias son reducidas a
meras ideas mentales, constructos culturales, el nominalismo extiende su
imperio configurando una realidad individualista, inmanentista y secularizada.
1.11
El giro copernicano del kantismo lo expresa bien: el
ser es el poner humano de la razón. Ser es posición, se dirá en la Crítica
de la razón pura[13].
En otras palabras, sin un cambio de la imagen metafísica del mundo
de la modernidad, no habrá salida verdadera a la crisis ambiental que nos
azota. Tan grave es la crisis ambiental que nos flagela que no hay salvación
sin un giro desde el existencialismo individualista actual hacia el esencialismo
del posible mañana. No es casual que el mundo moderno se iniciara con la
aspiración inmanentista de la comunidad perfecta.
1.12
Kant reduce todas las esferas de la objetividad a
conciencia pura. Ello conduce a ver la conciencia humana como la actividad radical
que crea todas las actividades objetivas. Así en Fichte el universo es
actividad dialéctica de la conciencia en acción, en Schelling se trata de
penetrar la esencia del universo por el medio intuitivo y artístico, y en Hegel
el cosmos es desarrollo dialéctico de la Idea absoluta. En centro de toda esta
metafísica moderna no es la naturaleza sino el, hombre como ente de razón. Lo que
viene después será el materialismo positivista y el desdén por la filosofía. Lo
cual lejos de remover el antropocentrismo lo afirma con Feuerbach, Stirner, Marx
y Nietzsche y Dilthey.
1.13
Con las guerras mundiales la filosofía del hombre
como ser supremo parecía condenada al fracaso y al desastre, pero ni la fenomenología,
ni el existencialismo logra librarse de la hegemonía del inmanentismo. Al
contrario, el inmanentismo filosófico se intensificó a partir del estructuralismo,
para llegar a sus cuotas más altas con la filosofía posmoderna de Lyotard,
Baudrillard, Foucault, Castoriadis, y la ontología débil de Vattimo. Salió
adelante la propuesta nihilista de la desrealización del mundo. Una episteme
desontológica que llevó a sus extremos el mito culturalista que todo es
producto cultural. Toda la filosofía que vendría después hasta el pragmatismo
de Richard Rorty no sería sino una nota a pie de página del viraje hacia la
antropología atea[14].
1.14
Es la metafísica de la hemorragia del para-mí o de
la subjetividad aunada al imperio del dato empírico lo que preside la
destrucción del medio ambiente y da comienzo a la paradoja antrópica. La
paradoja antrópica también puede ser vista como el triunfo de la voluntad de
poder a través de la técnica. O sea, supone la “muerte de Dios” en tanto subjetividad
humana que reduce el ente a lo manipulable y dominable. Esto significa que la
paradoja antrópica tiene lugar cuando la subjetividad instaura la aparición
soberana del hombre como configurador de la realidad.
1.15
Relativismo, hedonismo, nihilismo son las banderas de
esta ofensiva antiesencialista del Occidente finisecular. No resulta extraño,
entonces, que al lado de la destrucción de la ecología natural esté la destrucción
de la ecología humana en un Occidente decadente, a través de la colonialidad mental
de su agenda del aborto, la eutanasia, la eugenesia, la ligadura de trompas, la
ideología de género, el libre consumo de drogas, el lenguaje de género, el ataque
a la estructura de la familia tradicional, la ofensiva contra la religión cristiana.
Es toda una agenda antiecológica, que agrava la situación ambiental.
1.16
La paradoja antrópica es la erosión nihilista de la
sociedad postmetafísica, el hombre como deus in terris o
diosecillo terrenal, como raíz última de la modernidad capitalista -que entroniza
el dinero, la rentabilidad, la eficiencia, el exitismo, como último valor-, lo que
protagoniza la destrucción del medio ambiente. Mientras impere el opresor
inmanentismo del hombre prometeico de la modernidad, que desligó su vinculación
con la trascendencia divina, no habrá manera de recuperar el respeto a la naturaleza
humana y natural. El hombre y la naturaleza quedaron disueltos en la tiranía antiesencialista.
1.17
El enorme poder de la Nada es lo que se hace sentir
en la calamitosa crisis ambiental. Lo que aquí se experimenta no es simplemente
el poder de la Nada en el ser del ente, como diría Heidegger, sino el poder nadificante
de la razón instrumental y funcional en el mismo ser. Ernst Jünger ve más profundo
cuando afirma que la técnica produce nihilismo y el vórtice de la aceleración
tecnológica absorbe a la presente civilización y disuelve todos los valores.
Pero añade que ha llegado el momento del cruce de la línea del nihilismo cuando
señales para su superación: la inquietud metafísica de las masas, el nacimiento
de las ciencias particulares fuera del espacio copernicano, y la aparición de
temas teológicos en la literatura mundial.[15]
1.18
Pero lo que él vio sólo como un síntoma es hoy una
realidad de un amplio territorio postnihilista que se abre tras la gravedad de
la crisis ambiental, la cual es lo más notorio del vórtice del nihilismo. Parafraseando
a Jünger se puede decir que ya no estamos sobre la línea, sino que estamos
cruzando la línea con un desfase entre las condiciones subjetivas -estilo de
vida no ecológico- y las condiciones objetivas -imperiosa necesidad de cambio
de estilo de vida-. Pero se trata de un desfase que no es por completo culpa
del hombre, sino también de las condiciones tecnológicas, que no permite a la
estructura económica sustraerse de los combustibles fósiles como fuerte de
energía, y del sistema económico, que incentiva el consumismo desenfrenado.
También a la falta de decisión por la tecnología ecológica.
1.19
El hombre es metafísico porque trasciende los entes.
De tal modo que el olvido metafísico del ser es también el olvido metafísico
del ser del hombre. El nihilismo metafísico, en el cual el ser “es nada”, es
parte ideológica del hombre epistémico de la modernidad subjetivista. Pero si
en un primer momento la racionalidad científica disolvió las esencias y reforzó
el pensar funcional con el pensar matemático, eso fue el tenor durante la fase
paleotécnica, pero no en la fase neotécnica[16],
donde se descubre el carácter orgánico, teleológico y esencialista de la
realidad. De modo que resulta siendo el orden político y financiero el
obstáculo que impide cruzar sólidamente la línea del pensar postnihilista. Esto
significa que el camino de la reconstrucción humana y natural está abierto,
pero para transitar y edificarla hay que derribar las posibilidades perversas
que aún subsisten en la técnica, como en el sistema político-económico del
capitalismo. Sería un error buscar en la técnica la solución a todos los problemas
que plantea y, menos aún, en la crisis ambiental.
1.20
En este sentido, no es cierto lo afirmado por Heidegger
que lo esencial de la subjetidad como aparición
soberana del hombre surge con el platonismo, porque es una verdad elemental
que para Platón la verdad está en otra parte, a saber, en el mundo de las Ideas,
concebidas éstas como esencia de las cosas. Su teoría de las Ideas, como ejemplares
arquetípicos por cuya participación existen las cosas, inaugura el idealismo
objetivo donde el pensar queda identificado con lo real. Pero dicho pensar no
agota la realidad. El acceso a la verdad no es resultado de un proceso racional,
pues a las Formas se llega por vía mística o contemplativa, algo parecido a una
“iluminación”. Ese es el verdadero Platón, donde la subjetidad no es la
aparición soberana del hombre, ni el dominio del concepto. Ese es el sentido
originario -y no el que señala Heidegger- de la doctrina de la iluminación en
la alegoría de la caverna.[17]
El Platón de Heidegger luce desfigurado y lejos de su prístino sentido de la
metafísica de la presencia.
1.21
Por ello la superación de la paradoja antrópica no
transita por esquivar a Platón y un retorno a los presocráticos, como sugiere
Heidegger[18],
porque se puede recuperar el mundo como la presencia del ser mediante una
metafísica del ser que una lo inmanente con lo trascendente. Esa metafísica de
la presencia pasa por la reespiritualización del mundo. Además, lo esencial de
la subjetidad como aparición soberana del hombre acontece desde Descartes y no
con Platón. O sea, ello sucede con el idealismo subjetivo de la modernidad y no
con el idealismo objetivo del platonismo.
1.22
Así, para recuperar el mundo de las esencias no hay
necesidad de volver a la metafísica de las esencias de los griegos, ni a la metafísica
trascendental de los escolásticos, sino que hay que avanzar hacia una metafísica
de la síntesis que supere los extremos esencialistas (Antigüedad),
trascendentalistas (Edad Media) e inmanentistas (Modernidad) del pasado. No hay
que confundir el respeto a la esencia de las cosas y otra, muy diferente, retornar
al esencialismo metafísico.
1.23
La historia no admite imitaciones. No hay salidas
antihistóricas ni anacrónicas para la crisis presente. No se trata de salir del
mundo como imagen, ni de señalar que la esencia de la técnica es la voluntad de
poder[19],
que según Heidegger es propio de la modernidad de la subjetividad y de la
objetividad, sino de reconocer el fondo suprarracional de la razón para
reconciliar el logos humano con el logos divino. Y ello no es posible hacerlo
con la perspectiva secularizada de la modernidad.
1.24
De modo que a estas alturas resulta irrealista y desfasado
afirmar que la ciencia, en su actual fase neotécnica, sigue siendo el proceso
de olvido del ser. Lo es más bien la estructura política y financiera del capitalismo.
Por ello, decir -como Heidegger- que el olvido del ser no depende del hombre
sino del ser, resulta siendo un juicio hipostasiado e irracionalista de la
propia historia humana. La técnica y la ciencia ya no sigue siendo la última
forma de metafísica subjetiva, o sea de cartesianismo, porque su fase
neotécnica colisiona profundamente con el racionalismo antropocéntrico que se
sustenta en la subjetidad. Es el capitalismo como sistema político y financiero
el que consuma el primado del hombre como subjetidad. De modo que el nihilismo
resulta siendo el destino del capitalismo y no del ser mismo. De ahí que el
enorme poder de la Nada sólo se puede evitar derribando el capitalismo mismo.
1.25
En otras palabras, el hombre epistémico de la
modernidad no está en condiciones subjetivas para superar la paradoja antrópica
de la crisis ambiental, porque está sumido en la visión inmanentista, secularizada
e instrumental del mundo. Ese proceso es dirigido por las fuerzas del
capitalismo. El mismo que ya quedó desfasado del proceso técnico. Para superarlo
hay que abrir el camino para el hombre síntesis -ontológico/epistémico- del
futuro, capaz de reconciliarse con la trascendencia y reconocer la sacralidad
de la inmanencia. El camino no es de retroceso hacia el pasado sino de avance
hacia el futuro, para recuperar el mundo como la presencia del ser sin desdeño
de la representación conceptual y de la ciencia misma.
1.26
La filosofía es el pensar del interrogar
fundamental. Por ello hay que ir hacia la raíz. Y la raíz metafísica de la
modernidad antiecológica es, como hemos visto, un antropocentrismo pragmático,
un racionalismo subjetivo-objetivo, un empirismo fáctico, la razón autónoma, el
imperio del deus in terris o diosecillo terrestre, la hegemonía del
inmanentismo, el humanismo sin Dios, la secularización radical, una desontologización
de la realidad, la imagen desacralizada del mundo, la supresión del sentido del
ser, lo divino y de la vida, la negación de los valores absolutos, el historicismo
relativista, el ateísmo, hedonismo, individualismo y nihilismo. Todo lo cual
desemboca en la imagen metafísica desrealizadora del mundo presidida por la
razón funcional en desmedro de la razón substancial, la Trascendencia y la
metafísica, donde las cosas -incluido el hombre- devienen en entes manipulables
e instrumentales. Dejan de ser fines en sí mismos. Ese es el marco espiritual
de la modernidad, a través del cual, y desde la Revolución industrial, hemos
envenenado el aire, el agua, la tierra, hemos contaminado el Planeta entero, no
hemos respetado el equilibrio de la vida y hemos llevado al mundo al borde la
extinción masiva de las especies, incluso la nuestra. La modernidad llevó a sus
límites a la paradoja antrópica y la falta de respeto a la esencia de las cosas.
La razón funcional
2. 0
Esta falta de respeto por el mundo de las esencias
hace que no haya ecología cotidiana (urbanismo inhumano, falta de viviendas),
ecología cultural (irrespeto a las culturas locales), ni ecología cotidiana
(negación de las diferencias sexuales, libre consumo de drogas, aborto,
eutanasia, eugenesia, ideología de género y negación de la familia tradicional)
y ecología generacional (falta de consideración por los viejos y los niños del
mañana). El deterioro ambiental exige un cambio en el estilo de vida consumista
y materialista que retroalimenta el sistema capitalista.
2.1
En realidad, la agenda del capitalismo neoliberal es
el de imponer sobre todas las cosas el criterio de renta y beneficio. Cosa que
sería imposible con el reconocimiento de las esencias de las cosas. Pero la
mentalidad moderna es el triunfo de lo cuantitativo sobre lo cualitativo y, por
consiguiente, la negación de la razón substancial en favor de la razón
funcional. En el presente tanto el orden político financiero
capitalista global como la revolución científico-técnica son expresiones del triunfo
de la razón funcional sobre la razón substancial. Pero ambas han llegado a un
punto de desarrollo en que sus tendencias colisionan, se estorban y exigen una
resolución definitiva. Lo cual pone en entredicho también, la otrora relación conflictiva
entre razón funcional y razón substancial, empirismo y metafísica.
2.2
La razón funcional es más antigua, va más allá de
la dialéctica instrumental del iluminismo, porque dicha identificación de la
razón con el dominio, que acaba reificando por completo a la humanidad y
destruyendo su subjetividad, se retrotrae no sólo al empirismo moderno y al
nominalismo de la Edad Media decadente, sino que ya manifiesta su vigorosa
presencia en los criterios pragmáticos de los sofistas griegos. Y en realidad aparece
con fuerza desde la invención de la civilización.
2.3
Y es así porque la civilización es la invención
de la megamáquina del aparato estatal, que moviliza una ingente mano de
obra en favor del monarca divinizado. La diferencia es que desde la Edad
moderna la razón funcional se convierte en la dialéctica hegemonizante de la razón
humana. Pero dicha hegemonía está llegando a su término dejando oír las
campanadas de un tiempo finisecular.
2.4
Pero la razón funcional cuando aparece en la
historia lo hace siendo aliada del sentido de lo divino, que es mucho más
antiguo, y se pone al servicio del monarca divinizado de las grandes civilizaciones
antiguas. Cuando la razón funcional se desliga de lo sagrado y lo moral
mediante la secularización, recién es cuando se fusiona con la racionalidad de
la técnica para dar lugar a la racionalidad instrumental de la lógica de la
modernidad industrial.
2.5
Efectivamente, la modernidad es el triunfo de la
secularización. Pero la secularización es por encima de todo el triunfo de la razón
autónoma, no obstante, por debajo es la abolición del sentido de lo divino y
del sentido del ser. Es por eso que luce envejecida, porque en la superficie todo
luce normal, pero en el fondo se desarrollan procesos de franca declinación espiritual.
2.6
Cuando el mundo neoliberal luce agresivo y
prepotente en las relaciones internacionales frente a China y Rusia en plena
guerra de Ucrania, es cuando bajo la mesa se desatan procesos tormentosos que
llevan los signos de irremediable decadencia. Nos referimos no sólo al aumento
vertiginoso de la desigualdad social entre las masas que se sumen en el
hiperconsumismo, hedonismo y relativismo moral, sino, también, a la crisis
ambiental que se profundiza en hoyo que dibuja un apocalipsis global. Los últimos
informes de las Naciones Unidas reportan que el cambio climático exacerba la
desigualdad social global.[20]
2.7
Así hemos arribado en la modernidad a la
civilización neotécnica, donde se abre camino una ideología orgánica que
desplaza a la ideología mecánica al interior de la técnica. Se retorna a lo
vital, ecológico y orgánico, que abre la posibilidad de un mundo más humano y
natural.
2.8
Es decir, la propia razón funcional llega a un
benéfico punto de intersección con la razón substancial, metafísica y esencial.
Pero, entonces, qué es lo que estorba a esta síntesis moral, epistémica y ontológica.
Estorban los propios resabios y tendencias perversas de la razón funcional
propias de la fase paleotécnica. En este caso la lógica de la apropiación privada
de la riqueza social del capitalismo es el principal obstáculo civilizatorio
para afrontar de modo coherente e integral la crisis ambiental.
2.9
Es innecesario responsabilizar a la razón
funcional del actual desastre climático. Razón funcional siempre habrá y es
indispensable para el hombre como criatura cultural. Sencillamente somos una
criatura que la requerimos porque lucimos insuficientes y en desventaja ante la
naturaleza. Comprender este hecho óntico-ontológico resulta necesario para no
incurrir en ingenuas posturas tecnofóbicas. Pero encuentra su dificultad en el
mito culturalista que reduce lo humano y natural a ser un mero espejo social.
En realidad, es la visión antiesencialista de lo real lo que vuelto agresivo y
antiecológico a la razón funcional. Expurgado de esta se puede superar el puro
formalismo moderno, que elimina dañinamente el orden ontológico y axiológico.
C A P I T U L O I I I
La solución integral: la Política
3.0
Ni el hombre es una plaga, ni la tecnología por sí
misma es la solución. La crisis ambiental es de tal dimensión que exige una solución
integral (social, política, económica, cultural y humana). No habrá defensa
del medio ambiente mientras los políticos se sigan sometiendo a los dictados de
las finanzas mundiales.
3.1
Ante esta verdad resulta inaudita la crítica conservadora
que reprocha al Sumo Pontífice Francisco al haber señalado en su Carta encíclica
Laudato Si a los responsables del desastre climático, esto es, la racionalidad
instrumental del capitalismo reinante[21].
La doctrina social de la Iglesia es justamente la demostración de que la fe en
Dios trascendente está íntimamente enlazada y comprometida con los problemas
inmanentes. Por ende, esa teología de Dios desvinculada de los problemas concretos
del hombre no comprende el sentido de la creación ni de la Encarnación de Cristo.
3.2
El enfoque conservador de la crisis ambiental busca
limitarse a fomentar recomendaciones en la superficie sin calar más hondo en el
problema de la crisis climática. Sobre todo, promueve evitar la alusión a los
principales responsables del desastre ecológico, sin que ello signifique
emprender costosas campañas negacionistas que reflejan la dimensión
monstruosa de su afán de lucro y egoísmo amoral.
3.3
El cambio climático es el problema más grave que
haya enfrentado la humanidad porque implica su solución un enfoque integral
como nunca antes se ha tenido conciencia. Si para el 2050 no reparamos en el
daño infligido a un planeta que respira y vive, es posible que hayamos puesto
punto final a nuestro futuro.
3.4
Sin un enfoque integral el aire no volverá a ser
puro, la naturaleza no recuperará terreno y las poblaciones empeorarán su
calidad de vida, sentenciando el futuro para las generaciones venideras.
3.5
Las opciones para enfrentar la crisis y asumir un
enfoque integral están presentes y para asumirlas no basta el compromiso internacional,
sino que hace falta un giro político en Orden Mundial.
3.6
No se podrá llevar adelante un enfoque integral, y
no meramente técnica o tributaria, del cambio climático sin un Nuevo Orden
Mundial que ponga lo político sobre la economía.
3.7
Es el Viejo Orden Mundial Unipolar el que, coludido
con los intereses económicos de las megacorporaciones privadas, impide la
implementación de medidas efectivas y reales que salven al planeta de la
catástrofe ecológica.
3.8
Sólo un Nuevo Orden Mundial, que recupere la soberanía
de la política sobre la economía, puede implementar medidas efectivas para
sobrevivir a la crisis climática, pues sin ello no habrá futuro por decidir.[22]
3.9
La civilización humana ha llegado a tal punto de
incidencia de lo político que es posible afirmar que se trata del factor más
importante para poder revertir la temperatura de la superficie de la Tierra. En
otras palabras, es el principal factor que influye en el medio ambiente. De ahí
que para revertir la crisis ecológica es imposible soslayarlo.
3.10
En vez de esperar las consecuencias políticas del
cambio climático es urgente un giro profundo de la política misma.
C A P I T U L
O I V
El antiesencialismo civilizatorio
4.0
No obstante, dicha solución integral parece escapar
de las posibilidades de la presente civilización sometida al consumismo y a
las finanzas de las multinacionales. Cosa remarcada por el Sumo Pontífice
Francisco en la Carta Encíclica Laudato Si. El capitalismo y su mezquina
lógica de rentabilidad son una amenaza para la solución ambiental, porque el medio
ambiente -incluido los humanos- no pueden someterse al cálculo financiero de
costos y beneficios. Debe ponerse fin al sometimiento de la política a la economía
con su perversa obsesión por el máximo beneficio.
4.1
La lógica de la rentabilidad presidió el
capitalismo desde sus orígenes en el siglo XIII, XIV, XV y XVI, a través del
préstamo interés y la predominancia de las transacciones comerciales a través
del dinero. El dinero es una invención anterior a la hegemonía de la economía
dineraria, y estuvo presente en las civilizaciones antiguas. Pero la
predominancia de la economía dineraria es un fenómeno de la modernidad. Por
ello, la revolución industrial no fue la fuente del moderno desarrollo
económico, sino el resultado de una organización económica eficaz, con un marco
institucional y una estructura de propiedad que canaliza los esfuerzos económicos
individuales hacia actividades que aproximan la tasa privada hacia la tasa
social de beneficios. El siglo XVII o del Barroco será de confrontación y
derrota del proyecto moderno cristiano ante el proyecto moderno secularizado de
la lógica del capital. Lo cual en el fondo significó el fracaso del capitalismo
para ofrecer un modelo de desarrollo humano y cristiano.[23]
4.2
El imperio de la lógica de la rentabilidad responde
a la entraña del dinero mismo. Es la negación de todo valor cualitativo y la
decadencia del valor moral y humano. Esta negación del orden ontológico y del
orden axiológico es consecuencia del antiesencialismo moderno. Por ello, la
abolición del capitalismo se columbra como un imperativo, porque convierte los
valores en mercancías (Simmel) y condena al hombre a una vida sin esencia
(Marx). Es un sistema al que le es intrínseco el fetichismo de la mercancía. La
razón autónoma es la expresión del fetichismo en lo filosófico, cuya fuente es el
condicionamiento económico capitalista. Ahora se entiende que el comunismo no puede
ser un Estado ni un ideal, sino el movimiento mismo de lo real en la historia.
Schumpeter también lo advierte, pero prefiere hablar de socialismo por efecto
del desarrollo predominante de la tecnología en las fuerzas productivas.
4.3
Lo interesante es advertir que el abandono de lo
cualitativo en la hegemonía de la economía dineraria también está presente en
el origen de la ciencia moderna, como avance decisivo del pensar funcional sobre
el pensar substancial. Es un proceso que preside la tragedia de la cultura porque
el valor se reduce a objeto, todo se diluye en cálculo y cuantificación, y las
relaciones humanas se destruyen y despersonalizan. Prima la cultura de las
cosas sobre la cultura subjetiva. Los estilos de vida se vuelven nihilistas, caóticos
y plurales, se desata la tragedia y patología de la cultura. Es lo que Bauman
llama modernidad líquida y lo que Byung-Chul Han denomina la sociedad de la
transparencia.[24] Si
el dinero representa un gran cambio civilizatorio es porque se desarrolla sobre
la base de la metafísica de subjetividad y de la objetividad del hombre
epistémico moderno.
4.4
Sólo que aquí hay que hacer una salvedad. Para
Bauman la modernidad sólida terminó y la modernidad líquida es la que comienza
con el capitalismo industrial. Y con ello refiere a que flota todo en la
incertidumbre existencial. A mi parecer la modernidad líquida termina con el
capitalismo neoliberal, y con el capitalismo digital comienza la modernidad
gaseosa, donde la realidad se esfuma en el metaverso de la hiperrealidad de la
web. Por su parte, la sociedad de la transparencia se corresponde bien con el
capitalismo neoliberal, que creó la norma cultural de la transparencia, pero no
con el capitalismo digital, donde predomina lo opaco de un comportamiento
narcisista que sólo exhibe lo que conviene a la mirada pública. Por eso, el
capitalismo digital instaura la norma cultural de las Fake news y la posverdad.
“No hay hechos sino interpretaciones” reza el adagio relativista nietzscheano, y
sobre esa piedra se edificó el nihilista discurso posmoderno, que en pocas
palabras simboliza tres negaciones de sentido: del valor, lo divino, y del ser.
4.5
La posverdad como la privatización de la verdad
lejos de ser un reconocimiento del individuo es una justificación para profundizar
la destrucción del mundo real. Es censurable vivir en la burbuja privada de la
verdad, porque te desconecta con el prójimo, lo otro natural y la Otredad
absoluta que es Dios. Pensar que ya no se vive en la era del capitalismo, sino en
la era medial de la posverdad, lejos de ser reconocimiento legítimo del yo individual
-como cree Ferraris[25]-
es vanidad y narcisismo. Para él la verdad no es epistemológica ni ontológica,
sino tecnológica, la verdad es algo que se algo que se hace y no se descubre. Pero
para Ferraris se trata de un “hacer” que no tiene que ver con la interpretación
posmoderna, porque lo tecnológico lo concibe como nexo entre lo entre lo
ontológico y lo epistemológico. Esa concepción pragmática de la verdad, que
tiene que ver con la “voluntad de poder”, es el olvido de que la verdad ontológica
reside en la realidad, la verdad epistemológica en el conocimiento, y lo
tecnológico es el instrumento que media entre ambos, pero no “hace ni fabrica”
la verdad.
4.6
De modo que, si la lógica de la rentabilidad ha triunfado
y contribuido decididamente a la crisis ambiental, lo ha hecho sobre la base
del nihilismo integral (ético, religioso, gnoseológico y metafísico).[26]
El extravío del sentido del ser, de Dios y del valor, preside el extravío de la
razón moderna. Su consecuencia más grave es la pérdida del sentido de la vida y
del sentido de comunidad con la naturaleza. Hombre y naturaleza han sido
reducidas a cosas, objetividades manipulables, con las cuales se puede
instrumentalizar objetivos externos.
4.7
El antiesencialismo metafísico termina convirtiendo
todo en medios para fines externos. Es el triunfo de la razón instrumental. Entonces,
ello significa que la superación de la metafísica moderna transita por el rebasamiento
del capitalismo mismo. Si el capitalismo es resultado de la visión inmanentista
de la modernidad, todo ello desemboca en la conclusión que sin trascender la
visión metafísica de la modernidad no es posible resolver la crisis climática
que nos azota. La crisis climática tiene un presupuesto de base, a saber, la
naturaleza es mera cosa disponible y explotable, nada espiritual ni sagrado. O sea,
tiene como escenario del fondo el espíritu secularizado, inmanente, pragmático,
materialista y desespiritualizado de la modernidad imperante.
C A P I T U L O V
El ecocidio de la Naturaleza
5. 0
El desastre ecológico se hace evidente
en la contaminación de mares, ríos y lagos, extinción masiva de especies
animales y vegetales, emisión indetenible de gases de efecto invernadero, deforestación
para la agricultura, liberación del gas metano, agotamiento de la fertilidad de
las tierras agrícolas, la pérdida de las selvas y bosques, la contaminación por
agrotóxicos, la destrucción de los pulmones del planeta, desaparición de manglares
y barreras de coral, descongelamiento de glaciales y de los polos, aumento del
nivel del mar, grandes tormentas, calor y sequías.
5.1
Donde con más claridad se deja apreciar la paradoja
antrópica es cuando se ha señalado que tres factores calientan más el planeta,
a saber, la contaminación electromagnética, la contaminación ambiental del
agua, y las líneas eléctricas de superficie. Por la contaminación electromagnética
la Tierra no gira a la velocidad debida y por eso se calienta más; por la contaminación
ambiental del agua la parte contaminada del océano deja de generar oxígeno
aumentando el dióxido de carbono; y por las líneas eléctricas de superficie el
poderoso campo electromagnético forma un escudo de iones que no permite pasar
el aire húmedo, reduce la lluvia y seca los ríos. La consecuencia es que los
océanos se desbordan y se acerca el apocalipsis del metano. Pero todo ello
provocaría una nueva Edad de Hielo.
5.2
Por otro lado, es bien conocido que la ciencia destaca
que la actividad solar afecta el clima de la Tierra, y constantemente se prueban
modelos matemáticos para probar las más fuertes predicciones de disminución de
actividad solar. En el 2015 los científicos de la Universidad de Northumbria previeron
una Pequeña Edad de Hielo, similar a la que congeló el planeta durante el siglo
XVII y principios del XVIII, para el 2030 y 2040. Si las actuales teorías sobre
el impacto de la actividad solar no se equivocan entonces tendremos una
atmósfera terrestre más fría. No sabemos si la baja actividad solar hará que
los icebergs lleguen hasta el Caribe, pero lo más seguro es que esa Pequeña Edad
de Hielo pasará en una década sin impedir que Groenlandia sea más verde en el
2100 por el cambio climático de origen humano.
5.3
O sea, si los glaciales del mundo han caído por
debajo de los mínimos de los 5 mil años anteriores, la llegada
de una menor actividad solar no significa que los glaciales se recuperarán. Más
bien continuará su disminución afectando la provisión de agua dulce en todo el
planeta. La cultura del descarte y de consumo junto a la demanda de combustibles
fósiles siguen acelerando el cambio climático a nivel mundial. Y todo ello es
provocado por el hombre del capitalismo industrial.[27]
Ya estamos inmersos en el apocalipsis ambiental, pero el cambio aún no es
irreversible. El deus in terris o diosecillo terrestre aún no se convence
del todo de su fragilidad extrema a pesar de que ya empezó a ser castigado con
nuevas pandemias.
5.4
Pero todavía hay esperanza, lo cual abarca medidas
concretas e inmediatas como: reducir el consumo de plástico, reducir la materia
prima y reutilizarla, encaminarse hacia un modelo de producción ecológico y priorizar
lo humano sobre la rentabilidad. Sin tomar conciencia de que el capitalismo se
basa en la creación ilimitada de necesidades artificiales será predicar en el
desierto para reaccionar ante la emergencia climática. El cambio de hábitos
humanos y la conciencia del peligro actual de nuestro planeta pasa por el cedazo
de que el capitalismo debe ser superado junto a su lógica del beneficio. Superar
el afán sin límite del hombre moderno no es posible sin superar el capitalismo
mismo. La emisión descontrolada de gases de efecto invernadero, la destrucción
masiva de masas forestales, la contaminación insostenible de aguas continentales
y oceánicas, y demás medidas, no podrán concretarse si no se pone límites,
control y modificación profunda -en vistas a su sustitución- a la estructura
del capitalismo imperante.
5.5
Si se quiere saber qué está pasando realmente con
la Tierra que está siendo diezmada por una Humanidad que se encamina hacia su
autodestrucción, hay ubicar el dilema en el contexto real y concreto, el cual
es la crisis terminal de un capitalismo decadente y desbocado, que está fuera
de control y muestra un comportamiento irracional. Así, el miedo de los
animales frente al ser humano no sólo es un distintivo del antropoceno, sino de
la ferocidad que asume el comportamiento del hombre bajo un sistema depredador
de los recursos. Nos hemos convertido en el Infierno de la flora y fauna
natural, y del hombre mismo. No es casual que el negacionismo climático sea un
esfuerzo coordinado por la multimillonaria industria de los combustibles fósiles.
El cinismo moral asienta sus reales en el condumio financiero de la estructura
capitalista que pervierte el sentido mismo de la vida. El turbio negacionismo
se encuentra en problemas ante la ola de incendios, huracanes, sequías, inundaciones,
tormentas y demás consecuencias climáticas, pero cuando lo peor esté por llegar,
es decir, hambrunas, migraciones climáticas, aire irrespirable, plagas
globales, colapso económico y guerras mundiales, la devastación será tan grande
que no habrá margen de reacción.
5.6
Ya es muy tarde para salvar el mundo solamente dejando
de comer carne. Aprender a comer de forma responsable es una medida elitista con
tres cuartas partes del planeta que apenas tiene un ingreso de tres dólares
diarios para alimentarse al día. La hora cero ha llegado y no bastan dietas y
meros cuidados del ambiente natural, hay que ir hacia el cambio profundos de
estructuras sociales y mentales para salvarnos. Miles de barcos fábrica vacían los
océanos. El hombre capitalista rompe el ciclo de la vida natural. Estamos
agotando los recursos escasos. Los grandes ríos se han convertido en hilos de
agua. La escasez de agua es dramática, las capas subterráneas se están secando.
5.7
Desde Dubái hasta China se copia el modo de vida
insustentable de los países altamente industrializados. Pero todo esto es un
espejismo que no tardará en desplomarse. No hemos tomado conciencia que estamos
agotando lo que la naturaleza nos ofrece. Rompiendo el equilibrio climático de
la biodiversidad, mediante un desarrollismo insustentable el principio antrópico
bajo el capitalismo, estamos cavando nuestra propia tumba. La deforestación masiva
es un ejemplo de la destrucción de lo esencial para producir lo superfluo. Todo
lo que tardó miles de años en formarse está desapareciendo. Estamos ingresando
a un cataclismo del cual no sobreviviremos. ¿Por qué no reaccionamos a tiempo? Porque
el desarrollo capitalista se basa en la concentración de la riqueza en pocas
manos, y esta desigualdad implica la búsqueda de riqueza, beneficio y
rentabilidad a todo costo, incluso bajo el precio del agotamiento de los recursos.
Y esta búsqueda de rentabilidad es la expresión más elocuente de la mentalidad subjetivista,
inmanentista, individualista y egotista del hombre moderno que se concibe libre,
sin Dios y sin norma moral que lo controle.
5.8
En
este contexto no es difícil predecir la catástrofe. Sabemos que la explotación
desmesurada de los recursos nos pone en peligro, pero no nos detenemos. La
avaricia, la sed de riqueza, de confort, la voluntad de poder, resulta siendo más
fuerte que la razón. Vivimos en un mundo desquiciado porque hemos perdido el juicio,
y hemos perdido el juicio porque la soberbia del hombre moderno ha demostrado
que constituye su principal enemigo.
5.9
La autonomía de la razón ha degenerado en irracionalismo
de las pasiones ciegas. Ni qué decir del corazón, porque el sistema capitalista
es una estructura que en vez de incentivar el amor o la caridad retroalimenta el
egoísmo, narcisismo e individualismo. Con la crisis de la razón autónoma quedó demostrado
que ésta sin el corazón se desboca en monstruosidades que amenazan la misma existencia
humana. El cambio climático lo expresa con toda nitidez como consecuencia de la
explotación despiadada de los recursos del planeta. El sistema que regula nuestro
clima está completamente perturbado porque la propia razón moderna está perturbada.
La causa no es el mismo pensar abstracto y analítico, sino su perversión por
divorciarlo de la intuición, la fe y la trascendencia.
5.10
El hombre y sus instituciones son un agente de
cambio en los procesos naturales de la Tierra. El progreso debe continuar bajo
un modelo de desarrollo sostenible. Pero los países occidentales desarrollados,
principalmente, exhiben un modelo de desarrollo insostenible que acelera el
violento cambio climático. Es cierto que las verdaderas causas de las
variaciones del clima del planeta son aun un enigma, y que el clima de la
Tierra cambia de modo constante sin intervención humana. Pero lo que no es
cierto es que el actual calentamiento esté ocurriendo sin ayuda del hombre.
5.11
Por
tanto, nuestra responsabilidad es ineludible e irremplazable, y la falta de
reacción sólo agrava el problema ambiental. Somos los únicos responsables de la
presente crisis ambiental, y nuestros hábitos y modos de pensar no cambiarán si
no detenemos y cambiamos la estructura económico-social que los genera: el
capitalismo. Lo cual será ya romper con el espíritu antiesencialista, antimetafísico
y nihilista que lo preside. El ecocidio de la Naturaleza constituye el pecado
capital del arrogante hombre de la modernidad tecnológica y desafía a asumir la
humanización del desarrollo y de la individualidad.
5.12
Es
justamente la acentuación del antiesencialismo de la modernidad tardía lo que acentúa la incertidumbre existencial
mediante la disolución nihilista de los valores absolutos y permanentes. Sin el
antiesencialismo moderno no es comprensible la galopante destrucción de la
ecología natural, porque previamente se ha vaciado a la Naturaleza de toda
esencia y sustancia a respetar. Se la ha reducido previamente a mero ente
manipulable y subsumible a la racionalidad instrumental. Sin ese desencantamiento
previo del mundo no podría haber salido adelante la expoliación desmedida de la
Naturaleza hasta límites inimaginables.
5.13
El ecocidio de la Naturaleza tenía que ser la
consecuencia natural de la radicalización de la paradoja antrópica en términos
antiesencialistas. El espíritu inmanentista de la modernidad conlleva al
tratamiento inmisericorde de la Naturaleza. El dominio y explotación ilimitada
de los recursos naturales sin medir sus efectos es parte de la lógica del antropocentrismo
despótico que sostiene una racionalidad técnica separada de la ética y de
cualquier consideración moral. Es más, no es posible promover energías
renovables meramente con una mentalidad científica que no proporciona un
sentido de la vida. Es decir, pretender detener el ecocidio natural con un mero
contexto inmanentista es una contradicción in situ, porque lo que se necesita
es una reconciliación con lo sagrado.
C A P I T U L O V I
El ecocidio de lo humano
6.0
Al desastre ambiental se suma el desastre humano con el crecimiento desordenado de las megalópolis,
sin áreas verdes ni contacto con la naturaleza, repletos de contaminación visual
y acústica, hábitos dañinos de consumo, desperdicio de un tercio de los
alimentos que se producen, exiguo nivel de acceso a energías limpias y renovables,
crecimiento de la pobreza y malnutrición, deterioro del nivel educativo,
retroceso de la capacidad cognitiva por el abuso de tecnología digital, privatización
del acceso al agua potable, imposición de la cultura del descarte, degradación
social con el crecimiento del narcotráfico y consumo extensivo de drogas,
exportación hacia los países en desarrollo de los residuos líquidos y sólidos
tóxicos, la expansión de laboratorios secretos químicos y biológicos como armas
militares.
6.1
En este sentido, la geopolítica no puede estar
exenta de responsabilidades ambientales. Debería prohibirse la instalación
extraterritorial de armas nucleares en otras regiones, países y continentes no
nuclearizados. Y de las armas ya instaladas se debería exigir el retiro inmediato
de las mismas de los países que han cedido bases militares al imperio del
Norte. El retiro de más de 2 mil quinientas cabezas nucleares de los países
europeos, sin armamento nuclear, significaría no sólo disminuir la tensión
política y el peligro de confrontación militar, sino que podría hacer
desaparecer el peligro de exterminio de nuclear de un continente entero. En
cambio, mantener una Europa como rehén nuclear de los Estados Unidos de Norteamérica
aumenta las posibilidades de una catástrofe inevitable en caso de conflicto
entre las grandes potencias. Al mismo tiempo se debe impedir la política
intervencionista de la potencia del norte, por ser la causante de que los países
emergentes perciban que para defenderse deben hacerse de armamento nuclear, y con
ello se proliferan las armas nucleares. Detrás de todo ello está la diseminación
de la voluntad de poder de la modernidad inmanentista, como una enfermedad
indetenible que es retroalimentada por la política hegemónica, belicista e
intervencionista de la potencia del norte.
6.2
El hegemonismo intervencionista es parte del
deterioro de las relaciones internacionales entre los Estados, pero también es
un componente esencial de la crisis ambiental porque el ambiente también lo
componen el tipo de relaciones que establecen los países entre sí. Y las
relaciones basadas en la fuerza son parte del desastre ambiental humano. En la
guerra de Ucrania la amenaza de ataque a la central nuclear de Zaporiya por las
fuerzas de Zelenski, ejemplifica la amenaza de una gran y letal contaminación
radioactiva latente. De las cuatro plantas nucleares de Ucrania la de Zaporiya
es la que colinda con los territorios del Donbass, pero las amenazas de radicación
tras el ataque serían colosales. Atacar una central nuclear no tiene precedentes
en la historia y sería un criminal acto terrorista, comparable al ataque mortal
con bomba a la hija del filósofo ruso Alexander Dugin por parte de las fuerzas
de seguridad de Kiev. Pero lo más preocupante es que la amenaza de un ataque
nuclear por parte de Rusia incrementa el riesgo de su suceso calamitoso ante la
arremetida guerrerista y provocadora de Occidente. Esta conducta irresponsable
de EEUU y sus aliados de jugar con fuego, también se extiende hacia el Océano
Pacífico ante las provocaciones constantes a China por apoyar la independencia
de Taiwán.
6.3
Los problemas de paz y el peligro de una nueva
guerra mundial forman parte del deterioro de la ecología humana dentro de la
crisis ambiental. Occidente se conduce como si hubiese ingresado a una etapa
delirante e imprudente de su hegemonía mundial, cuando todo indica que su dominio
global es cosa del pasado y está condenado a desaparecer. La verdad es que nadie
esperaba que el fin de la hegemonía del mundo unipolar y el tránsito hacia la
hegemonía del mundo multipolar fuera pacífica, pero al menos se guardaban
esperanzas que subsistiera un mínimo de sensatez y sentido común para impedir
un enfrentamiento nuclear entre las principales potencias. Rusia se contiene al
máximo a pesar de las descaradas provocaciones, pues en Ucrania prácticamente es
Occidente el que se enfrenta a Rusia e impide un diálogo de paz. Su constante
suministro de armas, a pesar de la falta de ánimo de combate de las tropas
ucranianas que se suple con mercenarios terroristas, prolonga el conflicto innecesariamente.
Han transcurrido seis meses de guerra y si Occidente estuviera obstaculizando
hace tres meses el conflicto hubiese acabado. Se puede pensar que la crisis
económica, monetaria, energética y social que se cierne sobre Occidente puede
propiciar el fin de sus absurdas sanciones, que más daño ocasiona a su propia
economía que a la rusa, y puede aproximar el fin del conflicto. Pero se divisan
a las oscuras fuerzas del viejo orden que apuestan de forma temeraria y suicida
por todo lo contrario, buscan acentuar el conflicto y provocar una intervención
directa de la OTAN desencadenando otra guerra mundial. Lo cual significaría el
fin de la civilización conocida y señalaría que la humanidad tecnológica no pudo
superar los peligros que engendró.
6.4
Las dos guerras mundiales del siglo veinte son un
signo de la historia humana, sentenciaron a la razón burguesa del capitalismo
imperante, señalando el ocaso de la civilización pragmática, materialista y utilitaria,
que orgullosa se hizo del poder político desde la Revolución francesa bajo los
lemas de Igualdad, Fraternidad y Libertad, pero transcurridos dos siglos y
algunas décadas, luce desvaído, roído y desgastado. Para los teóricos de la Escuela
de Frankfurt de la primera generación, Adorno y Horkheimer[28],
la autodestrucción del Iluminismo estaba previsto en el propio pensamiento
iluminista con su dialéctica positiva de la teoría del progreso. Al identificar
la Razón con dominio acabó reificando por completo esa humanidad que en
principio estaba destinada a ser “amo del mundo”. Prácticamente la crisis
ambiental estaba inscrita en sus entrañas.
6.5
Para
Adorno la subjetividad humana está siendo destruida por el capitalismo, acentúa
el lado regresivo y no progresivo de la Razón. Aprovecha su ambivalencia para
expandir la razón instrumental y calculadora, y una vez que deja al hombre sin
Dios, se erige en su divinidad. Esa es su dialéctica, la cultura y la ideología
se convierten en anestésicos. En cambio, la segunda Escuela de Frankfurt con
Habermas, ya no funda la racionalidad en una teoría de la conciencia, sino en
una teoría del lenguaje. El resultado es una razón comunicativa al servicio de
la democracia demoliberal. Su enfoque reformista del ideal transnacional y cosmopolita
fue arrasado por el capitalismo neoliberal que desmontó el capitalismo social
de mercado de la economía de bienestar europea y fue incapaz de oponerse a la
galopante crisis climática que alentó. Lo cual demostró que su secularismo e
inmanentismo no era el camino para superar la crisis de la modernidad.
6.6
En realidad, la filosofía posmoderna ha sido la
desmalignización del mal y la malignización del bien. Así, Lyotard y Vattimo, parapetados
en un neonietzscheanismo nihilista y cabezas visibles de la filosofía
relativista de la hermenéutica posmoderna, celebran la destrucción de la
subjetividad y la desintegración del contenido ontológico. Prácticamente promovieron
la alteridad pervertida y antinatural y la desmalignización del mal y la malignización
del bien, con su cháchara bufonesca de “dejar ser a la diferencia”. Estos
pensadores, incluido Foucault en su última etapa -donde concluye de forma
anética y nihilista que cada persona puede desarrollar sus propios códigos de
conducta, incluido el placer perverso[29]-
reflejan el extravío moral al que arriba la modernidad postmetafísica,
inmanentista y antiesencialista.
6.7
Es por ello que Giorgio Agamben puede advertir que el
poder soberano se extiende impune sobre la vida en un contexto secularizado e
inmanentista de la modernidad. el Homo sacer[30]
representa la deshumanización y aniquilamiento de la individualidad en la
modernidad. Es más, la modernidad es la que vacía de significado y
significación a la vida misma del hombre, fortaleciendo el poder soberano que
es dueña del poder sobre la vida y la muerte. Si Agamben no hubiera estado tan
fuertemente influido por Foucault, Benjamín y Schmitt, y más por Marx o la
primera Escuela de Frankfurt, habría puesto énfasis en que el aniquilamiento de
la individualidad en la modernidad es resultado directamente del capitalismo,
porque condena al hombre a una vida sin esencia. Su excesivo énfasis en la teoría
del poder le hace perder de vista a Agamben la importancia de la estructura inhumana
de la modernidad capitalista. Y es esta propia estructura perversa el factor
central de la crisis ambiental del presente.
6.8
Lo más lamentable es que desde las mismas entrañas
de la ideología dominante se supura la teoría deshumanizadora del
transhumanismo, como utopía tecnológica para volver hablar del “superhombre”.
El capitalismo neoliberal y el capitalismo digital proporcionan el motivo
subjetivo, a saber, el individuo egoísta. Los nazis impusieron sistemáticamente
un programa de eugenesia, eutanasia y aborto para las razas indeseadas. Ahora
el neoliberalismo capitalista lo promociona como algo bueno y de libre opción.
6.9
Primo Levi[31],
sobreviviente de Auschwitz, nos cuenta que sólo hace falta el líder carismático
para que se nos imponga un programa de exterminio de la población del planeta
con el pretexto de la sobrepoblación. Su libro es un testimonio sobre la condición
humana. Sobre cómo son reducidos a la bestialidad y a la demencia las víctimas
del campo de concentración, y cómo el hombre común es peor que un monstruo cuando
se convierte en un burócrata obediente. Las víctimas antes de ir a la cámara de
gas son previamente deshumanizadas. Una vez aplastado el régimen de terror del nazismo
la gente volvió a la normalidad, abandonando su rigidez psicológica.
6.10
Los salvados fueron los peores, los más egoístas;
los hundidos fueron los mejores, los que tuvieron valor. Los SS eran gente
normal, pero bestializada por la deseducación nazi. La Solución Final puede volver
a ocurrir si las circunstancias vuelven a confluir. Y parece que es así. Y para
ello no sólo hay que recordar al régimen genocida de Pol Pot y Yeng Sari en Camboya,
ni a los truculentos regímenes dictatoriales del Cono Sur latinoamericano, sino
a algo más siniestro. Me refiero al divorcio de la ciencia respecto a la ética
y su servidumbre a la política. El avance de la biotecnología hace posible el
terrorismo biológico que hace imperceptible el régimen de terror.
6.11
No es casual que en las actuales sociedades
posdemocráticas de Occidente la democracia se va fusionando con el totalitarismo
fascista.[32] Se
atribuye a la élite globalista planes conspirativos para alentar a programas de
despoblación mundial, todo dentro de una trampa para el dominio global.[33]
Las llamadas democracias liberales han girado cada vez más hacia democracias
autoritarias, a sociedades posdemocráticas, a fenómenos intratotalitarios, donde
la clásica distinción entre dos tipos de regímenes políticos característicos de
nuestro tiempo no concuerda con esquemas simples.
6.12
El ecocidio de lo humano coincide con la disolución
de la antítesis que opone frontalmente la democracia con el totalitarismo. La
democracia ha dejado de ser una amenaza exterior a la democracia, para
convertirse en una cizaña interior. El ejemplo más elocuente lo tenemos en el
neoliberalismo global que impuso la llamada doctrina del Shock o políticas
impopulares e indeseadas contra el pueblo. Aquel auge del capitalismo del
desastre fue la reconfiguración fascista del mundo democrático capitalista.
C A P I T U L
O V I I
La desigualdad social
7.0
Es irracional culpar de la degradación del ambiente
natural y humano al crecimiento poblacional de los pobres y excluidos del planeta
mientras los países ricos y la élite plutocrática se irrogan el derecho de
consumir de modo desproporcionado y de un modo que es imposible generalizar.
En la hora actual es monstruoso hablar de ética sin denunciar los poderes económicos
que justifican el deterioro ambiental y que prosiguen sin pausa en la
destrucción ecológica. Nuevamente se impone aquí la lógica de la renta beneficio
antes que el ambiente.
7.1
Un pequeño ejemplo lo constituye una agricultura
mecanizada dedicada la producción de cereales, soya y gránulos
hiperconcentrados para alimentar a un ganado destinado al consumo de carne de
las ciudades. O sea, se prioriza el negocio de la carne antes que una sana
agricultura dedicada al consumo humano. El resultado es que la agricultura
industrial desembocó en el reemplazo de la diversidad por la estandarización.
No hay enfoque alimenticio ecológico, sino consumista.
7.2
No
son los pobres de la Tierra quienes contaminan el medio ambiente, a pesar de que
talan los bosques buscando una agricultura de subsistencia, sino que son los
poderes económicos los que empujan a tal actividad concentrando la riqueza en
pocas manos. En el 2015, 3 mil 600 millones de personas poseían una riqueza igual
que 62 personas ricas.
7.3
Ni en la época del colonialismo la desigualdad
social fue tan grande. Es un modelo insustentable para el planeta que el 99 por
ciento de la población mundial posea menos riqueza que el 1 por ciento más
pudiente de la gente del planeta. La desigualdad mundial es actualmente el
principal factor socio-económico de la crisis ambiental. Y es inconcebible
afrontar la crisis climática sin atacar el problema de la desigualdad social.
7.4
Se señala que las causas de la desigualdad son: la
globalización, la irrupción tecnológica, los empleos y salarios, los sistemas
fiscales, la evasión fiscal, la corrupción, la escasez de política
antiigualitarias, la inequidad en el acceso a la educación, agua potable y
bienes y servicios, se ha llegado a culpar hasta a la religión católica para
ponerla en contraste con los países protestantes. Pero todo esto oculta un enfoque
extraclasista, que sigue dejando al gato como despensero. Lo que en realidad
impide la lucha contra la pobreza y la desigualdad social es la estructura
social capitalista, que no tiene como prioridad al hombre sino al lucro.
7.5
De
modo que lo que tenemos es una necropolítica[34]
que oculta las verdaderas causas de la crisis ambiental, porque está imbricada
íntimamente con la explotación capitalista del planeta. Pero de poco sirve
señalar que la necropolítica se asienta en el servicio a grupos privados de
poder cuando éstos no son vinculados con un sistema económico que les da
consistencia y racionalidad. Matar a los pobres mediante el hambre, la exclusión
social y la desigualdad porque no son rentables para el neoliberalismo, es
valioso señalarlo, pero de poco sirve cuando no se le vincula para solución con
política anticapitalista y socialista.
7.6
La necropolítica es un derivado de la cultura tanatocrática
del capitalismo. Y lo es porque la estructura del capitalismo consiste en la
destrucción de la esencia humana. En filosofía quien más expresamente manifestó
lo tanatocrático fue el pensamiento fascista del existencialismo heideggeriano[35]:
somos seres para la muerte. Y tuvo que ser una filósofa cristiana quien hubo de
responderle, me refiero a Edith Stein[36]:
somos seres para la vida eterna. Con la última pandemia del COVID se sospechó
que fue un arma biológica creada para el exterminio mundial de la población más
vulnerable -ancianos, y personas con enfermedades preexistentes-. El beneficio
sería que la carga de pensiones de los países ricos se vería seriamente
disminuida por el fallecimiento masivo de ancianos, además de muchos enfermos
en el sistema de salud, todo lo cual es visto por el Estado liberal como una
carga. El gerontocidio fue públicamente manifestado por el vicegobernador de
Texas en 2020 para aliviar la carga económica de los Estados Unidos. Estas
ideas necrofílicas se destilan del sistema perverso capitalista que prioriza la
renta y el beneficio sobre el hombre. Demostración palmaria que el capitalismo
es en su entraña un sistema deshumanizado y sin ética.
7.7
La
necropolítica del capitalismo transforma al hombre en mercancía desechable. Pero
esto no es un descubrimiento de la biopolítica de Foucault porque ya estaba
contenido y desarrollado a profundidad por el marxismo. No se trata de reivindicar
ningún comunismo burocrático y autoritario, sino de reconocer teóricamente que
la idea de la reducción del hombre a mercancía está presente en la abolición
marxista del capitalismo porque vacía al hombre de su propia esencia. Porque si
no partimos del mundo real, y no meramente de premisas teóricas, entonces no seremos
capaces de coger la raíz de la crisis ambiental.
7.8
Es natural que el énfasis nuestro en la esencia humana
le resulte indigesto al marxismo ortodoxo por considerarlo como un tufillo
idealista burgués, propio del humanismo ético, sentimental y utópico del Marx de
los Manuscritos, pero no del Marx maduro. A lo cual se puede responder
que los Manuscritos son la primera elaboración de la concepción comunista
del mundo y su posible revaloración no significa privilegiarla sobre la etapa
posterior. Por el contrario, lo que significa es que la rehumanización del
hombre enajenado por el capitalismo no puede transitar por un socialismo burocrático
que nace directamente del comunismo de Marx.
7.9
En otras palabras, si se vincula la necropolítica
con la crítica socialista no es para repetir a Marx, sino para incidir en la necesidad
histórica de construir un socialismo democrático. Es más, sin la construcción
una utopía socialista democrática no será posible superar la crisis ambiental.
Y sencillamente es así porque la misma requiere de la superación del capitalismo
en unos términos socialistas nuevos, no autoritarios ni burocráticos, sino democráticos.
7.10
Es
más, la esencia misma del socialismo exige de la democracia. Tarea menudamente
complicada, puesto que se puede incurrir en un izquierdismo menos ideológico y
centralizado, pero más pragmático y exitista. Dicho caso lo tenemos en el reformismo
de la socialdemocracia europea, que demostró un relativo éxito por algunas décadas,
pero demostró su incapacidad para resistir el embate ideológico y real del
capitalismo neoliberal que la terminó liquidando.
7.11
Incluso su versión soviética con Mijaíl Gorbachov,
terminó sucumbiendo por errores internos y la conspiración del imperialismo.
Con ello tanto la heterodoxia socialista como la heterodoxia marxista fracasaron.
No obstante, queda en pie la primera crítica neomarxista a la ortodoxia emprendida
por Georg Lukács[37], a
saber, el proletariado debe convertirse en sujeto de la historia. Es decir, no
hay cambio integral del hombre si la revolución no es concebida como cambio
cuantitativo (abundancia) y, a la vez, cualitativo (libertad).
7.12
Esto
significa, que no habrá cambio real de la crisis ambiental mediante meras
reformas que gestionen la crisis, cuando lo que se requiere es de una visión
integral que no excluya el factor político como la verdadera llave de la comprensión
integral del apocalipsis ambiental. La solución es revolucionario y no meramente
reformista. En este sentido las recomendaciones de la ONU para solucionar el problema
de la desigualdad social global son valiosas y verdaderas pero incompletas. Veamos
cuáles son las recomendaciones para que se logren paulatinamente hasta el 2030:
- Mantener el aumento de las ganancias del 40%
más pobre de la ciudadanía en un índice por encima de la media nacional.
- Impulsar la ayuda oficial al desarrollo para
los países con más necesidades.
- Fomentar la inclusión social, política y
económica de toda la población sin ningún tipo de discriminación.
- Asegurar la igualdad de oportunidades.
- Aprobar políticas (de protección social,
salariales y fiscales) en pos de esa igualdad.
- Mejorar la regulación y supervisión de los
organismos y mercados financieros, y reforzar la aplicación de esas leyes.
- Garantizar más representación y participación
de las regiones en desarrollo en la toma de decisiones de los organismos
financieros y económicos internacionales.
- Favorecer la migración y movilidad seguras de
las personas.
- Emplear el fundamento del trato especial y
diferenciado a las regiones en desarrollo, de acuerdo con
los pactos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
- Acotar por debajo del 3% los costes de
transacción de los envíos de las personas migrantes y acabar con los
agentes de remesas de un valor superior al 5%.
7.13
¿Estas recomendaciones son valiosas? Lo son. ¿Son
imprescindibles? También. ¿Son certeras? Lo son. ¿Son realistas? No, no lo son.
No todo lo valioso, imprescindible y certero llega a ser realista. Y no lo son
porque sencillamente mientras no se haga nada para sacar del poder a los
poderes económicos que manejan la política global, las recomendaciones quedarán
en letra muerta, sin efectividad alguna. Simplemente se seguirá contaminando el
planeta por le rinde ingentes ganancias a la élite mundial. ¿Pero puede brotar
la revolución en un mundo donde las masas se han vuelto hedonistas, nihilistas,
relativistas e individualistas? No, no se puede. Por esto, la revolución no es
un capricho de cabezas calenturientas.
7.14
Sin embargo, ¿puede contribuir a su cambio un Nuevo
Orden Mundial? Sí, sí puede, y de modo decisivo. Un Nuevo Orden Mundial
Multipolar de sesgo nacionalista y no imperialista puede contribuir a un cambio
político decisivo del orden de cosas respecto al cambio climático. Esa es la
piedra de toque que requiere urgentemente la solución de la crisis ambiental, a
saber, la derrota de los poderes económicos hegemónicos que prosiguen con la destrucción
planetaria en todo orden de cosas, de la naturaleza y del hombre. Además, un
Nuevo Orden Mundial donde la política recupere su soberanía sobre la economía
puede ser el punto de inflexión de la revitalización de la conciencia social de
las masas sumidas en la indiferencia de la cultura posmoderna, amén de un serio
combate de la desigualdad social. Pero si a ello no se une un cambio de la base
energética y un nuevo estilo de vida no consumista, poco se alcanzará.
7.15
En otras palabras, es iluso pensar que la cooperación
internacional contra la desigualdad puede dar fruto al margen de cambios políticos,
vitales y tecnológicos profundos en el mundo. El Planeta ha llegado a tal punto
de deterioro ambiental que el combate de la desigualdad social representa el paradero
insoslayable de una verdadera revolución política que la enfrente. Y esto sólo
es posible con un Nuevo Orden Mundial, pues el mantenimiento del mismo Orden
Unipolar solo garantiza el sometimiento de la política a los poderes económicos
de las multinacionales que sólo priorizan el lucro sobre la salvación de la
Humanidad.
7.16
En
la década de los setenta del siglo veinte los teóricos de la teología de la
liberación vieron con toda lucidez que el capitalismo era una estructura
socioeconómica que pervierte al hombre. De ahí enfatizaron, dentro del espíritu
de Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín, la opción preferencial
por los pobres y que la Iglesia es el pueblo de Dios. Concluyeron que sin
practicar la justicia social y amor real al prójimo no hay verdadero amor a
Dios.
7.17
Es natural la ofensiva contra la teología de la
liberación que emprendieron orquestadamente juntos el Papa Juan Pablo II y el
neoliberalismo de Thatcher y Reagan. Se le acusó de marxistizar el
cristianismo, se alertó contra la politización con excesivo interés temporal.
Tuvieron que pasar décadas y venir un nuevo siglo para que su verdadero sentido
fuera comprendido. En 2013 el teólogo de la liberación Gustavo Gutiérrez fue
recibido por el Papa Francisco en señal de espaldarazo y ratificando que la
opción preferencial por los pobres es medular y está vigente en su pontificado.[38]
7.18
En realidad, la teología de la liberación cristianizó
el marxismo, denunció la opresión del mundo pecaminoso, puso en primer lugar la
caridad, rescató el profetismo bíblico, subrayó la propuesta emancipatoria del
cristianismo y destacó que Dios es inseparable del amor al prójimo. La teología
de la liberación volvió a conciliar lo temporal con lo eterno, y acabó con la
separación absoluta entre el mundo y Dios. Todo un ejemplo de síntesis entre lo
inmanente y lo trascendente.
7.19
No es posible solucionar la crisis ambiental soslayando
el tema neurálgico de la desigualdad social. Exige un nuevo enfoque de justicia
que sólo es dable en un marco de relaciones no capitalistas. Fuera de ese contexto
se podrán recuperar los cuatro aspectos fundamentales que lucen extraviados en
la actual civilización materialista y nihilista: el respeto a la naturaleza, el
sentido de la vida, el sentido de lo divino y el sentido del ser.
7.20
El credo liberal clásico predica contra el combate de
la desigualdad social que las políticas igualitaristas coactan la libertad
individual, y que el Estado no debe financiar las políticas públicas de igualitaristas
porque se trata de una idea romántica insostenible.[39]
Esta propuesta ya fue respondida en su momento por John Rawls[40],
el cual pensó la justicia en términos democráticos, sin renunciar a la igualdad
y a la libertad. Su logro indiscutible en medio del neoliberalismo es que
revitalizó el concepto de igualdad. Es posible que para que la teoría moral de Rawls
sea menos jurídica y más política, debe ser complementada con una teoría del poder,
capaz de neutralizar a los grupos económicos que existen al interior de la democracia.[41]
La Triple alianza
8.0
Hay que decir
con toda claridad que son los países ricos, y no los países pobres,
los responsables del deterioro ambiental y humano originado por
un sistema que privilegia sobre el hombre a las finanzas y al consumismo. La
civilización práctica poniendo todo al servicio de las finanzas, el consumismo
y la rapidez nos ha llevado a una destrucción ambiental terrorífica. Lo cual
tenía que suceder, porque la civilización pragmática se ahoga en ambiciones, pero
carece de ideales.
8.1
La contaminación atmosférica tiene lugar en primer
lugar por parte de los países ricos. China Estados Unidos e India, en ese orden,
son las naciones que más contaminan por sus emisiones de dióxido de carbono. Es
decir, los países más industrializados del mundo son los que exhiben un
desarrollo insustentable en términos ecológicos. Le siguen Rusia, Japón, Irán,
Alemania, Corea del Sur, Arabia Saudita y Canadá. Esos son los diez países más
contaminadores. De los cuales tres son de los BRICS. Entonces, cabe interrogarse:
si China y Rusia son países contaminantes ¿cómo pueden garantizar un Nuevo Orden
Mundial más ecológico? Es un contrasentido, tal como están las cosas no son una
fuerza real de cambio de la crisis ambiental.
8.2
Si ni el capitalismo neoliberal, ni el capitalismo
nacionalista ruso y chino garantizan el combate efectivo a la contaminación
ambiental, entonces eso significa que, a corto plazo, justo lo que se necesita,
no hay esperanzas reales de revertir las dramáticas condiciones del planeta.
8.3
El caso de China es preocupante. Ya es la primera
potencia económica del mundo y en vez de mostrar una decidida política
ambiental ha destinado ingentes recursos a imitar el consumista estilo de vida
occidental. China ya es parte del reducido grupo de países de ciencia y tecnología
de avanzada, por lo que no se deben perder las esperanzas de un giro en su
preocupación ambiental.
8.4
Alemania, por su parte, es el país europeo con
mayores emisiones de CO2 por su gran dependencia del carbón. Pero si sumamos las
toneladas de CO2 que se arrojan anualmente a la atmósfera entre todos los
países del mundo industrializados del mundo junto a los países emergentes,
tenemos una cifra pavorosa y desesperanzadora. Los países subdesarrollados casi
han igualado en porcentaje de CO2 a los países desarrollados. No obstante, hay
que reconocer que los países más limpios del mundo son Bangladesh, Chad, Pakistán
y Tayikistán. Mientras que Islandia, Finlandia y Bahamas son los menos contaminadores.
Suiza tiene el mejor aire del mundo demostrando que las políticas de protección
climática y geográfica son efectivas. En Latinoamérica lo es Costa Rica.
Mientras que Perú es el más contaminado de la subregión, Brasil e Indonesia son
también contaminadores prominentes al tomarse en cuenta la deforestación
masiva. La impactante cifra de árboles calcinados en incendios alcanza a
dieciséis canchas de futbol por minuto. Ahora se comprende mejor la advertencia
científica sobre el riesgo de extinción humana por una catástrofe climática.
8.5
La huella ecológica por país se refiere a la
exigencia que ejercen los humanos al planeta para satisfacer sus necesidades.
El resultado es que actualmente se necesitarían 1,7 planetas Tierra para
satisfacer las necesidades de todas las personas. Algo sencillamente
inconcebible. Simplemente estamos agotando los recursos.
8.5
Aumenta constantemente el déficit de biocapacidad
que permite el territorio a los países. Lo que significa que la huella
ecológica de la humanidad está cada vez peor.
8.6
La contaminación por CO2 acumulada en la atmósfera
que hay en el mundo causa un calentamiento global de alrededor de 1°C desde la
revolución industrial. Lo que hace imperioso implantar urgentemente la medida anual
de la huella de carbono personal y empresarial, con recompensas tributarias.
Hay que generalizar el uso de energía verde y de placas solares en todos los
domicilios particulares y empresariales. Extender intensivamente los parques de
energía eólica. Y todo esto en el más breve plazo.
8.7
No obstante, la verdad que es reconocida actualmente
es que el 1 por ciento de la población más rica del planeta contamina el doble
que la mitad más pobre. Los grupos poblacionales más pobres son los menos responsables
de la crisis climática.
8.8
En otras palabras, el cambio económico está
irremediablemente unido a la desigualdad económica, porque son los ricos los
que impulsan las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero los más
afectados no son ellos, sino los pobres de la Tierra.[42]
8.9
Si el cambio climático está unido a la desigualdad
económica, entonces lo está también a una estructura socioeconómica que la
sustenta, tal como es, el capitalismo. El consumo excesivo de los ricos
exacerba la crisis.
8.10
Si no se unen tres factores: el cambio del estilo
de vida, un Orden Mundial no capitalista, y una base energética ecológica, la
humanidad tendrá asegurada su propia extinción. Sólo dándose esa Triple alianza
se podrá superar la crisis ambiental.
C A P I T U L O I X
La deuda ecológica
9.0
Existe una deuda ecológica de los países ricos con
los países pobres. El origen de la degradación humana y ambiental es la inequidad
planetaria impuesta por la modernidad capitalista con su racionalidad
instrumental, calculadora, rentista, relativista, anética y nihilista. Los
efectos más graves del deterioro ambiental recaen sobre los pobres de la
Tierra.
9.1
La pérdida de la biodiversidad, la creciente contaminación
por la extracción de petróleo, la contaminación de ríos y lagos por la actividad
minera, la expoliación maderera a escala industrial, la contaminación de la
atmósfera con CO2, la falta de inversión extranjera en países emergentes, el
aumento de la migración por el desempleo y falta de promoción del desarrollo
por los países ricos, entre los principales efectos, constituyen el pasivo
ambiental de una deuda ecológica que debe ser canjeado por la deuda
externa de los países pobres. Es la agricultura moderna de los países ricos,
frente a la agricultura tradicional de los países pobres, los que tienen un
alto gasto de combustibles fósiles y son responsables de la contaminación ambiental
creciente.
9.3
Son los países ricos los que tienen una descomunal
deuda ecológica con los países pobres. Y su atención debe ser parte del nuevo
derecho internacional a constituirse de modo urgente. Si los países ricos
contaminan el ambiente natural y humano de los países emergentes están en la
obligación moral de resarcir el daño de modo permanente y sistemático. Son los
países ricos los que llevan adelante una política de expoliación de los recursos
naturales de los países pobres, y por ello son los directos implicados en la
pobreza, miseria y sufrimientos que causan a millones de seres humanos en el
planeta. Lo justo es imponerles el canje de la deuda externa de los países
emergentes por la deuda ecológica que tienen los países desarrollados[43].
9.3
La sostenibilidad ecológica y la justicia ecológica
está de lado de los países pobres, y lo contrario de lado de los países ricos.
El ecologismo de los pobres exhibe una sociedad ecológicamente sostenible, que
favorece la conservación de los recursos, dentro de una relación tradicional y
sacral con la Naturaleza.
9.4
La deuda ecológica representa la deuda de la
modernidad con el espíritu de la Humanidad tradicional. Demostrando su
superioridad incuestionable en términos ecológicos.
C A P I T U L O X
La cultura del descarte
10.0
La cultura del descarte solamente es la punta del
iceberg de la crisis presente, que hunde sus raíces en la crisis de caridad
de la racionalidad deshumanizada de Occidente. La modernidad occidental con su
recalcitrante inmanentismo ateo y su sociedad postmetafísica, irrespetando la
esencia de las cosas, privilegiando lo artificial sobre lo natural, ha llevado
de forma incontenible al mundo al desastre.
10.1
La cultura del descarte tiene su base cultural y
material en la supresión de la esencia por la modernidad antimetafísica y el
capitalismo cosificador. No sólo el capitalismo sino el espíritu de la
modernidad misma es la que condena al hombre a una vida sin esencia.
10.2
Al espíritu de la modernidad le es intrínseco no
sólo el fetichismo de la mercancía sino del hombre mismo. La cultura del descarte
no es un Estado, ni un ideal, sino el movimiento mismo de la realidad moderna que
suprime las esencias y todo lo vuelve funcional. Al convertirse todo lo real en
natural y prosaico se convierte en descartable y sustituible. El propio hombre
deja de ser único e irremplazable. Por el contrario, es otra cosa más a
sustituir en beneficio de la lógica de la rentabilidad imperante en el espíritu
pragmático de la modernidad.
10.3
La cultura del descarte está íntimamente vinculado
a la cultura de la muerte, el imperio de la Nada, a la tanatocracia a la
necropolítica, y no sólo a la explotación capitalista. Una vez que la mentalidad
antimetafísica vacía la realidad del mundo de las esencias, deja las compuertas
abiertas para que todo lo real sea visto como meras relaciones y nada
substancial. Y la mentalidad relacional sometiendo todos los entes al devenir y
a lo procesual tiene el camino expedito para reconfigurar la realidad a sus
anchas y sin limitaciones.
10.4
La cultura del descarte antes de brotar del capitalismo,
surge del espíritu antimetafísico y antiesencialista de la modernidad misma. Por
eso que su supresión supone no sólo la superación del capitalismo sino de la
modernidad inmanentista, antiesencialista y secularizada.
10.5
La verdadera fuente de la cultura del descarte que
ha presidido la destrucción medioambiental no es la voluntad de poder, ni el
pensar funcional, ni la racionalidad científico-técnica, sino el giro moderno
antiesencialista y antimetafísico que preside todas las manifestaciones culturales
y materiales de la modernidad divorciadas del ser, del valor y de la ética.
C A P I T U L O X I
El Nuevo Orden Multipolar
11.0
El Nuevo Orden Multipolar debe obligar a los países
ricos a saldar la deuda ecológica. Pero vamos directo a la catástrofe civilizatoria
por la gran velocidad de la degradación ambiental en medio de un sistema mundial
insostenible. El enloquecido hombre prometeico de la modernidad está
destruyendo la Creación de Dios. La presente civilización materialista y deshumanizada
traiciona y defrauda las expectativas divinas puestas en el hombre.
11.1
¿Pero acaso el Nuevo Orden Mundial Multipolar está
en condiciones de brindar soluciones a la crisis medioambiental? ¿No son países
como China, Rusia e India grandes contaminadores del medio ambiente? ¿Acaso en
el poco tiempo que nos queda pueden los países ricos del mundo unipolar dejar
de contaminar el medio ambiente o lo harán más intensivamente para subsistir?
11.2
La coyuntura medioambiental es tan delicada que el
giro geopolítico en el mundo puede emprender una cruzada salvadora de
descontaminación global, ¿pero sus efectos podrán repercutir en la recuperación
del medio ambiente? ¿Basta el giro geopolítico para solucionar la crisis
climática? ¿No está la Humanidad sitiada por una crisis ecológica que excede
sus fuerzas mentales y tecnológicas? ¿El Apocalipsis en el plan eterno de Dios
se consumará por la catástrofe ecológica?
11.3
Por el poco tiempo que queda sería ingenuo pensar
que el triunfo del nacionalismo geopolítico mundial puede poner fin drásticamente
a ciudades llenas de coches y humos, plásticos flotando en el mar, el
derretimiento de los polos, la extinción de plantas y animales, cerrar el
agujero de la capa de ozono, plagar el planeta de energías renovables e
impulsar economías sostenibles.
11.4
Para que el mundo multipolar tenga un impacto profundo
en el problema ecológico tendrá que impulsar tres cosas fundamentales y
decisivas, que pueden cambiar el estilo de vida: 1. Reconciliarnos con Dios y
lo sagrado, 2. Respetar la esencia de las cosas, y 3. Realizar la actitud
contemplativa.
11.5
Por lo primero se realiza un giro espiritual, por
el segundo un cambio metafísico, y por el tercero una metamorfosis vital. Sólo
así se podrá evitar el desastre ecológico que ocasiona el tremendo poder humano
asistido por la técnica, la ciencia y la economía. No advertir estas cosas de
fondo sólo significará administrar la crisis, pero no resolverla. Sólo
implicando al hombre desde su espíritu se puede abrir un camino realista ante
el inminente desastre ecológico.
C A P I T U L O X I I
El giro metafísico
12.0
Sin un profundo cambio de las bases metafísicas
de la civilización occidental -si no avanza hacia una nueva espiritualidad,
una nueva relación entre lo inmanente y lo trascendente- la humanidad no podrá
superar el atolladero en que se encuentra. Un nuevo orden mundial deberá portar
un nuevo sentido metafísico del mundo o no habrá cambio significativo alguno.
12.1
Las civilizaciones del pasado han desaparecido por hambrunas,
plagas, desastres naturales y guerras. Nuestra presente civilización está a punto
de desaparecer por una razón tecnológica: no poder remplazar con
celeridad el combustible fósil altamente contaminante. Ciertamente que la extinción
civilizatoria es una posibilidad permanente, pero nunca como ahora se tuvo
tantos medios para impedirlo y tantos obstáculos para no realizarlo. Pero
también es cierto que la solución tecnológica resulta totalmente insuficiente
cuando faltan valores y humanismo. Y precisamente la cultura posmoderna
que azota es falta de valores, relativismo, anetismo, y disolvente nihilismo.
Por tanto, hace falta una cultura de un humanismo con Dios que promueva
la subsunción de la racionalidad técnico-científica a la ética.
La defensa de la Tierra es una causa por el bien
común, que sobrepasa cualquier ideología, religión o postura filosófica. A lo
cual sólo se opone el inmediatismo de la rentabilidad económica.
12.2
La crisis ecológica nos lleva hacia el pensamiento
metafísico de que la materia está potencialmente llena de vida y conciencia, es
una totalidad que contiene una fuerza psíquica que actualiza la vida del
espíritu. Por eso la Naturaleza no es algo inerte, al contrario, nuestro
Planeta es un ser vivo, que hay que respetar y cuidar, posee valor espiritual y
es manifestación de lo divino. No es que el planeta ni la naturaleza sea algo divino
y sustituya la trascendencia de Dios, sino que la inmanencia es manifestación
de lo divino, y por ello la Creación merece cuidado. Esta idea -que no tiene
nada de científica, y sí mucho de especulación teológico-filosófica- fue vista
por las culturas ancestrales, pero también por Platón, Plotino, Leibniz, Hegel,
Bergson, Teilhard de Chardin y Whitehead.
12.3
Es más, la dinámica espiritual de Naturaleza lleva
a los seres humanos hacia una creciente unidad espiritual de la humanidad. Nos
enseña que somos con ella una totalidad insoslayable, incluida la natural y la
sobrenatural. Por eso nuestras relaciones con la naturaleza y con las demás criaturas
vivas deben estar presididas por un espíritu de caridad y justicia. Lo que proporciona
razones demás para sostener que la inmanencia debe reconciliarse con la
trascendencia, como punto nodal de una metafísica que reconciliada con lo trascendente
no menosprecie el mundo.
12.4
La humanidad es apenas algo menos que el 0.001 por
ciento de la biomasa del planeta, pero su influjo sobre la vida del planeta se
ha convertido en algo tan enorme que su acción puede repercutir sobre la
supervivencia de las especies. De ahí que en las actuales circunstancias la
vida del planeta converge hacia el hombre, no hacia el superhombre
nietzscheano, como parte decisiva de la totalidad, que tiene la responsabilidad
moral de salvar la creación divina.
12.5
La conciencia ecológica lleva hacia un sentimiento
de reverencia hacia el mundo material preñado de vida y espíritu, pero que de
ningún modo llega a sustituir al ser preexistente y trascendente, porque, de lo
contrario, sería repetir el inmanentismo moderno a través de un panteísmo
religioso.
12.6
La ecología lleva hacia una fe afirmadora de este
mundo sin consagrarlo como exclusivo ni privilegiado, en la medida en que lo
natural y lo sobrenatural conforman una totalidad jerarquizada.
12.7
El giro metafísico que sugiere lo ecológico se relaciona
con el misterio ontológico que consiste en que no todo en la naturaleza es
objetivable y verificable, sino que hay mucho de inverificable y que sólo se
deja participar. La ecología nos hace patente que las esencias no son objetos iluminados
sino presencias iluminantes y transobjetivas.
12.8
El giro metafísico con que la ecología desafía el
paradigma positivista y sociologista imperante, contribuye a la superación del espíritu
inmanentista y antimetafísico de la modernidad secularizada responsable de la
crisis climática.
12.9
La filosofía de la ecología al dar cabida a la idea
del planeta como un ser viviente, asocia el misterio ontológico no sólo al
ámbito de la persona sino también al de lo natural. Lo natural lejos de ser una
entidad enteramente causal, funcional y vacío de espíritu, contiene el misterio
del ser. La Naturaleza no sólo porta problemas -objetivables- sino también
misterios -inobjetivables-.
12.10
La filosofía de la ecología restaura la unidad
metafísica originaria que hay entre lo natural y el espíritu humano, rota en fragmentos
por el pensamiento analítico y científico. Devuelve el sentimiento-experiencia originaria
que hay en la relación sui generis entre el hombre y la naturaleza. Hace
posible recuperar la unidad perdida con la naturaleza a un nivel superior. Por
comunión espiritual -mediante el pago, la ofrenda- el hombre trasciende el
nivel de la evidencia empírica con la naturaleza. Pero es un acto misterioso
que nos hace acceder en un nivel determinado de participación del Ser. Se trata
de una comunión ontológica que rompe el plano físico para ingresar en el plano
metafísico de la presencia. Pero el plano metafísico de la presencia natural es
un creer en un Tú relativo y más elemental que el Tú personal humano, pero no
por ello menos imbricado al Tú absoluto de Dios.
12.11
El hombre puede abrirse a la naturaleza mediante
las relaciones intersubjetivas del respeto y el cuidado, tal como lo hace ante
la presencia divina con el culto y la plegaria. No obstante, la relación
personal con la naturaleza no llega a compararse ni a igualar la relación personal
con Dios. Por más que el acto trascendente no se restrinja a las otras personas
y a Dios, sino que abarque a la naturaleza, sin embargo, resulta contraproducente
para la vida del espíritu proponer que la relación con la naturaleza puede igualar
a la relación con Dios.
12.12
La crisis medioambiental presente lleva hacia un
giro metafísico que permite discernir las dimensiones supraempíricas de la
experiencia. Abre la puerta de entrada hacia la revitalización del mundo de la
metafísica y la superación del inmanentismo materialista y naturalístico de la prometeica
modernidad que ha llevado hacia una despersonalización creciente en nuestra
civilización.
12.13
No obstante, la apertura metafísica que puede
permitir el pensamiento filosófico ecológico no constituye ninguna panacea y no
nos puede hacer olvidar, en términos teológicos, los efectos de la Caída, la
realidad del mal, del sufrimiento, lo ambiguo, frágil y precario de la condición
humana.
12.14
Un Planeta vivo al que hay que respetar lleva hacia
la preeminencia de lo espiritual sobre lo material que se da en el corazón
mismo de la materia y no sólo sobre lo concreto de la existencia humana. El
espíritu es lo superior en la propia marcha de la materia. A esto se la ha
venido a llamar el Diseño inteligente, que no actúa sólo desde fuera sino también
desde dentro de la propia materia. Se trataría de un espiritualismo integral más
adecuado en la medida en que considera a la naturaleza y a la humanidad como el
devenir conciencia en su propio nivel.
12.15
La ontología de una ecología espiritualista
recupera el Absoluto como sostén de todas las criaturas existentes. Pero todo
el conjunto de los seres finitos no iguala a la sola noción de ser del
Absoluto, porque su propia noción entraña la idea de un Infinito inconmensurable.
La diferente naturaleza entre la multiplicidad de los seres, finitos y
temporales, con el ser inmaterial y eterno, afirma la unidad en la diversidad que
participa de Dios. Pero de todos los seres es el hombre el que sabe que
participa de la encarnación. Ciertamente que sólo la fe puede conducirlo hacia
Dios, pero se trata de una fe unida a la caridad, donde ésta última ha de
manifestarse también con la naturaleza en su camino hacia el Ser.
12.16
Por tres ideas clave -la Vida, el Equilibrio y la
Totalidad- la Ecología no sólo está relacionada a la ciencia y a la técnica,
sino también a la filosofía y a la religión. Por ello, es una forma de
sabiduría profana y sagrada. Y en ese sentido una recuperación del enlace efectivo
de lo inmanente con lo trascendente. Es un lugar de comunión del saber humano, donde
el problema y el misterio, a la vez, son patentes.
E P I L O G O
La Casa Común
E.0
La Carta Encíclica Laudato Si o Alabado seas
es una importante, oportuna y valiente Carta Encíclica del Sumo Pontífice Francisco,
publicada en 2015. Es un llamado a proteger nuestra Casa Común -la Tierra- a
través de un desarrollo sostenible e integral, un llamado contra el
antropocentrismo despótico, una alerta sobre la racionalidad técnica, una
advertencia sobre la tiranía de la economía sobre la política y un llamado a
cuidar la creación de Dios.
E.1
Ha recibido el rechazo y las críticas desde posturas
conservadoras y reaccionarias, manifestando su desacuerdo porque a su parecer el
documento en vez de limitarse ser una exhortación apostólica, señala culpables
políticos, económicos y burocráticos de la destrucción ambiental[44].
A los sectores conservadores no les ha gustado su descripción de lo que está pasando
en nuestra Casa como responsabilidad suya. Les incomoda que se subraye que hay
esperanza en el hombre, pero no en el sistema insostenible que los poderes
económicos representan. Siente odio al señalarse que esta civilización
materialista es responsable de la velocidad de la degradación ambiental, la
traición y defraudación de las expectativas divinas puestas en el hombre.
E.2
Y en realidad el texto denuncia la racionalidad
instrumental, la cultura del descarte, la lógica de la renta y beneficio, de la
modernidad antropocéntrica sin Dios. ¿Pero acaso se pretende con esta crítica ultraconservadora
y representante de los poderes económicos del mundo, que Roma guardase silencio
de los responsables del cambio climático? Absurdo. Estos sienten la misma
incomodidad que provocó en EEUU, Reino Unido y los países de la OTAN, la
condena del Papa Francisco del asesinato terrorista de la hija del filósofo
ruso Dugin. Y el propio embajador ucraniano en el Vaticano tuvo el descaro y
desatino de manifestarse inconforme con las declaraciones del Papa. El Sumo
Pontífice ratificó que no será el capellán de Occidente.
E.3
El intento ultraconservador de amordazar la
voz del Sumo Pontífice busca en el fondo justificar y encubrir la exacción del
planeta por las multinacionales imperiales. No comprenden que la Biblia no da
lugar a un antropocentrismo despótico. Hay que respetar el misterio y la creación
de Dios. Hay que guardar armonía, justicia y fraternidad con el mundo. Jesús
enseña el amor con el Otro y el prójimo.
E.4
Esas críticas ocultan y guardan silencio de los
muchos aciertos de la Carta Pastoral y arman su pequeño escándalo inventando una
absurda acusación ultraconservadora. Y pensar que por ello niegan su calidad de
Carta Pastoral y de documento religioso. Otro punto que incomoda en el documento
es que señala la raíz humana de la crisis ecológica y especifica que se trata
de la racionalidad técnica separada de la ética. Siendo tajante al señalar que
el antropocentrismo moderno generó relativismo, corrompe la cultura, impone el
paradigma tecnocrático que olvida al hombre.
E.5
A todas luces estas posiciones de las críticas
retardatarias y retrógradas no han comprendido el significado de la Encarnación
de Cristo ni de la Creación de Dios. Esta Carta encíclica se agrega al Magisterio
Social de la Iglesia. Además, reconoce el aporte de otras iglesias y se recoge
el legado de San Francisco de Asís. Además, señala que es necesaria una ecología
integral, que tome en cuenta la ecología cultural (respeto de la cultura
local), la ecología cotidiana (urbanismo humano y respeto de las diferencias
sexuales), junto a la invocación a la solidaridad intergeneracional. En una
palabra, es una crítica mordaz al consumismo y al desarrollo irresponsable del
antropocentrismo despótico y sin ética actual.
E.6
Se trata de las impopulares pataletas de un catolicismo
fundamentalista, trasnochado y desfasado de la historia, propio del excomulgado
Marcel Lefevre, de aquellos que rechazan Concilio Vaticano II y la Conferencia
de Medellín. Ni qué decir de su rechazo de la teología de la liberación. Se
trata de una postura reaccionaria, ultraconservadora y decimonónica. Las
imposturas conservadoras no han parado mientes en acusar al Papa de “comunista”. Cuando de lo que se trata es de poner término
al sometimiento de la política a la economía. La rentabilidad económica no
puede ser criterio a primar, sino el criterio humanista. Además, se exige el
cumplimiento de los tratados ambientales, promover las energías renovables, sacar
adelante un humanismo con Dios y reconocer que la ciencia no proporciona un
sentido de la vida.
E.7
En esta distorsión conceptual conservadora -muy
propia de los relativistas hermeneutas posmodernos- se rememora triste y
lamentablemente al fascista Zelensky, que desquiciadamente llamó "terroristas"
a Amnistía Internacional por señalar que su régimen no protegía a los civiles
ucranianos, los masacró y utilizó como escudos humanos. Esto demuestra que es
imperioso un cambio de estilo del estilo vida, una educación ecológica que
forme nuevos hábitos, una ética que forme una ética para ciudadanos ecológicos.
Porque, en última instancia, de lo que se trata es de crecer con sobriedad y
sostenibilidad. Pues Dios nos convoca en misterio trinitario a defender y
cuidar la Creación.
E.8
En realidad, son distorsiones conceptuales que
nacen de un corazón herido de egoísmo y que la inteligencia solamente se encarga
de justificar. Luce la misma distorsión de aquellos grandes responsables de la
contaminación ambiental, que a sabiendas del daño que infieren buscan
justificaciones para tranquilizar su conciencia mientras que su sed de avaricia
engorda sus alforjas. Pero es tan grave la crisis ambiental que nos azota que no
hay salvación sin un giro desde el existencialismo individualista actual hasta
el giro metafísico del posible mañana.
E.9
Si hay algo que falta en la Encíclica papal es
aquello que no le corresponde hacer, a saber, señalar lo que hemos intentado
hacer aquí: la necesidad de cambio de las bases metafísicas de la
civilización. Pero esto no es terreno de la teología sino de la filosofía.
Pero lo sí se señala en la Carta encíclica y que se debe enfatizar de modo
especial es la importancia de guardar cuatro equilibrios básicos: el equilibrio
interno (con uno mismo), el equilibrio solidario (con el Otro), el equilibrio
natural (con la Naturaleza) y el equilibrio espiritual (con Dios).
E.10
El documento pontificio Laudato Si´ señala
un hito fundamental en la preocupación de la Iglesia por la gravedad de la crisis
ecológica. No nos deja opción para no reparar en que sólo un mundo en degradación
moral es incapaz de detenerse ante la degradación ambiental. La nueva
sensibilidad que introduce al identificar el clamor de la Tierra como el
clamor de los pobres, lleva a tomar conciencia sobre la necesidad de
avanzar fuera de los marcos sociopolíticos del capitalismo decadente y enfermo
para superar verdaderamente el desafío de la contaminación ambiental.
Ciertamente, la degradación ambiental viene a ser en el fondo la degradación
moral del hombre contemporáneo, especialmente de los ricos, de los países
desarrollados y de sus gigantescas megacorporaciones. Lo cual incrementa y exacerba
la propaganda anticatólica de la anética élite mundial. Las cuales no ha podido
tolerar que en el documento se denuncie la debilidad de sus reacciones para
conservar nuestra casa Común.
E.11
La globalización del paradigma tecnológico borra el
misterio del universo y niega la luz que ofrece la fe. De ahí que resulte ser
totalmente insuficiente reparar en cuestiones sólo de orden ecológico-ambiental
y obviar el llamado al enfoque integral, donde lo político, filosófico,
teológico y espiritual es insoslayable.
E. 12
A los intentos de desmerecer el mensaje pontificio por
no tomar en cuenta el tema de los anticonceptivos y el control del crecimiento
poblacional, bien vale recordar que el crecimiento demográfico no es el
problema, sino la falta de un desarrollo integral, solidario y humano. El impacto
humano sobre el medio ambiente deviene en destructivo no tanto por crear una
biomasa insostenible, sino por generalizar un estilo de vida antiecológico y
consumista, propio del capitalismo insostenible. La paradoja antrópica no se
exacerba por dar lugar al antropoceno, sino por desarrollarse sobre una estructura
social basada en necesidades artificiales y contaminantes.
ANEXO
CÁNTICO DE LAS CRIATURAS
San Francisco de Asís
(1181-1182/1226)
Altísimo y omnipotente buen
Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te
convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.
Alabado seas, mi Señor, en
todas tus criaturas,
especialmente en el hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con
gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor, por
la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por
el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor por
la hermana Agua,
la cual es muy humilde, preciosa y casta.
Alabado seas, mi Señor, por
el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.
Alabado seas, mi Señor, por
la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Alabado seas, mi Señor, por
aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor, por
nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.
Alaben y bendigan a mi
Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad...
[1] En cosmología se habla de principio antrópico, término
acuñado por el astrónomo Brandon Carter en 1974, como aquel que establece que
cualquier teoría válida sobre el universo tiene que ser consistente con la
existencia del ser humano. La controversia que suscita el principio antrópico gira
en torno al sesgo cognitivo que parece contener, según el astrónomo John Barrow.
Aquí hablamos de la paradoja y no del principio antrópico para subrayar que siendo
nosotros seres ligados a la Naturaleza hemos llegado a un punto en que estamos modificando
su comportamiento amenazando a la vida misma.
[2] Cf. Delta Willis, La banda de homínidos (2013);
Andrew Scott, Planeta en llamas (2020).
[3] Cf. Valentí Rull, ¿Qué sabemos de? El Antropoceno
(2018); Manuel Arias Maldonado, Antropoceno: la política en la era humana
(2018); Carles Soriano Clemente, Antropoceno: reproducción de capital y
comunismo (2021); David Wallace Wells, El planeta inhóspito. La vida
después del calentamiento (2020); Juan Martínez Moro, Elogio del
antropoceno (2019).
[4] Cf. Héctor T. Arita, Crónicas de la extinción. La
vida y la muerte de las especies animales (2017); Flavia Boffroni, Extinción.
La supervivencia de los humanos en juego (2020); Fernando Jiménez López, La
sexta extinción. La mayor amenaza de la Tierra es la humanidad (2008).
[5] Cf. Antonio Monclova Bohórquez, La extinción del neandertal
y los humanos modernos (2020)
[6] Cf. Pierre Clastres, La sociedad contra el Estado
(1974).
[7] Cf. Lewis Mumford, El mito de la máquina
(1967).
[8] Nos referimos a la gráfica elaborada por el Global Footprint
Network de la Universidad de California bajo la dirección de Mathis
Wachernagel, sobre cálculos en 93 países entre 1975 y 2003.
[9] Cf. Mis obras Miseria del capitalismo digital y la
tecnoutopía (2021), Ideas ante el capitalismo digital (2022). También
resulta valioso consultar a Nicholas Carr, ¿Qué está haciendo internet con
nuestras mentes? Superficiales (2016); James Bridle, La nueva edad
oscura. La tecnología y el fin del futuro (2020).
[10]
Ver mi obra Razón
substancial y razón funcional. Desafío espiritual de la civilización neotécnica
(2016).
[11] Incido en este punto en mis obras La modernidad
envejecida (2022); Nihilismo y revolución (2021), Apocalipsis de
la razón burguesa (2022).
[12]
Cf. Eduardo Viveiros de Castro, Metafísicas
caníbales, Líneas de antropología postestructural, Katz editores, 2010.
[13] La tesis de Kant sobre el ser, según se formula en su obra
capital, la Crítica de la razón pura (1781), dice: “Ser no es evidentemente
un predicado real, es decir un concepto de algo que pueda añadirse al concepto
de una cosa. Es sencillamente la posición de una cosa o de ciertas
determinaciones en sí” (A 598, B 626). En
mi obra Kant y el ocaso de la modernidad (2020) incido en la idea de que
el mundo no tiene que acomodarse al marco trascendental de la subjetividad. Por
lo demás, subjetividad cognoscente sólo construye la idealidad de la realidad
del mundo, más no su materialidad y esencia real.
[14] Cf. Richard Rorty, Una ética para laicos
(2008). Allí afirma su ateísmo irónico sosteniendo que es bueno de una vez
abandonar a Dios y dejar paso al amor, pero no era necesario hacerlo en nombre
de Cristo. El ideal de una sociedad guiada por el “ama a tu prójimo como a ti mismo”
es un ideal imposible. En cambio, es posible el ideal de una sociedad que cultive
el suficiente respeto con el prójimo. Su ateísmo irónico carece de oído para
las disputas religiosas y para los que sienten nostalgia por las creencias. Lo
prioritario es la democracia y dar sentido a la vida privada.
[15] Cf. Ernst Jünger, Sobre la línea, 1950.
[16] Cf. Lewis Mumford, Técnica y civilización (1934)
[17] Cf. Platón, La República, libro VII.
[18] Cf. Martín Heidegger, Caminos de Bosque,
Alianza editorial, 2004.
[19]
De 1937 a 1940 Heidegger
trabaja intensamente en Nietzsche, saliendo su obra sobre Nietzsche en 1961.
Allí declara que la voluntad de poder es la esencia de la técnica. El último
Heidegger es el intento desesperado por librarse de Nietzsche.
[20] Cf. Informe ONU sobre la desigualdad global 2022.
[21] La naturaleza depredadora, colonialista y destructiva del
capitalismo queda confirmada en la obra de Naomi Klein, La doctrina del Shock
(2007) y de Naomi Wolf, El fin de América (2007).
[22]
Cf. Christiana Figueres, El futuro por decidir.
Cómo sobrevivir a la crisis climática, Debate, 2021.
[23] Cf. Omar H. Bagnoli-Fernando D. Rodríguez, La revolución
industrial. Ideas y debates 1960-1990, Editorial Biblos, 1993; Eric Hobsbawm,
En torno a los orígenes de la revolución industrial, Siglo Veintiuno editores,
1978); Douglass North-Robert Paul Thomas, El nacimiento del mundo occidental.
Una nueva historia económica, 900-1700, Siglo veintiuno editores, 1980.
[24] Cf. Zygmunt Bauman, La modernidad líquida, FCE,
2000; Byung-Chul Han, La sociedad de la transparencia, Herder, 2013.
[25] Cf. Maurizio Ferraris, Posverdad y otros enigmas,
Alianza, 2019.
[26] Cf. Sobre el nihilismo integral mi libro El imperio
posmoderno del hombre anético (2004).
[27] La crisis climática es tan grave que está movilizando
la conciencia en todos los estratos sociales. Hombres de ciencia, periodistas,
politólogos, filósofos y demás escritores están dedicando a despertar
conciencia de la seriedad de la situación. A continuación, una pequeña muestra
de los mismos. Cf. Geoff Man, Leviatán climático, Biblioteca Nueva, 2018; Andri
Snaer Magnason, Sobre el tiempo y el agua, Editorial Salamandra, 2021; Lawrence
M. Krauss, El cambio climático. La ciencia ante el calentamiento global,
Pasado y Presente, 2021; Elizabeth Kolbert, Bajo un cielo blanco. Cómo los
humanos estamos creando la naturaleza del futuro, editorial Crítica, 2021;
Naomi Klein, En llamas. Un nuevo argumento a favor del Green New Deal, Paidós
Ibérica, 2021; Isidoro Tapia Ramírez, Un planeta diferente, un nuevo mundo.
Cómo el calentamiento global está cambiando nuestra vida cotidiana, Deusto,
2021; Jordi Serrallonga, Dioses con pies de barro, editorial Crítica,
2020; Andreas Malm, El murciélago y el capital: coronavirus, cambio climático
y guerra social, Errata Naturae, 2020; Isabel Jiménez, ¿Y tú qué harías
para salvar el planeta?, Aguilar, 2020; Hope Jarhen, El afán sin límite,
Paidós Ibérica, 2020; Elizabeth Kolbert, La sexta extinción, Crítica, 2019;
Al Gore, Una verdad incómoda, Gedisa, 2009; James Lovelock, La
venganza de la Tierra, Planeta, 2020; Jens Soentgen, Ecología del miedo,
Herder, 2019; Nathaniel Rich, Perdiendo la Tierra: la década en que
podríamos haber detenido el cambio climático, Capitán Swing, 2020; David
Wallace Wells, El Planeta inhóspito. La vida después del calentamiento,
Debate, 2019; Cheryl Simon Silver-Ruth DeFries, Una sola Tierra, un solo
futuro, Ediciones Uniandes, 1993; Jonathan Safran Foer, Podemos salvar el
mundo antes de cenar, 2019; Francisco Pinto, Cambio climático y desigualdad
¿Qué es? ¿A quiénes perjudica? ¿Cómo detenerlo?, Ediciones el Buen Aire,
2013.
[28] Cf M. Horkheimer-T. W. Adorno, Dialéctica del
iluminismo, Sur, 1969.
[29] Cf. M. Foucault, Historia de la sexualidad
(tres tomos), Siglo Veintiuno, 1991.
[30] Cf. Giorgio Agamben, Homo sacer, Pre-Textos, 2006.
[31] Cf. Primo Levi, Trilogía de Auschwitz, Ariel,
2015.
[32]
Cf. Simona Forti, El totalitarismo. Trayectoria de
una idea límite, Herder, 2008.
[33] Cf. Milco Baute, Agenda de despoblación: los planes
macabros de reducción de la población mundial, Baute Production, 2020.
[34] Cf. Achille Mbembe, Necropolítica. Sobre el gobierno
privado indirecto, Editorial Melusina, 2011; Clara Valverde Gefaell, De
la necropolítica neoliberal a la empatía radical: violencia discreta, cuerpos
excluidos y repolitización, Icaria editorial, 2015; E. Balibar, A. Bilbao.,
B. Ogilvie, Estudios sobre necropolítica, editorial Lom, 2019.
[35] Cf. M. Heidegger, Ser y tiempo, FCE, 1993.
[36] Cf. Edith Stein, Ser finito y ser eterno, FCE,
2013.
[37] Cf. Georg Lukács, Historia y conciencia de clase,
Sarpe, dos tomos, 1985.
[38]
Cf. Gustavo Gutiérrez, Gerard Ludwig, Del lado de los
pobres, teología de la liberación, Editorial San Pablo, 2013.
[39]
Cf. Axel Kaiser, La tiranía de la igualdad. Por qué
el igualitarismo es inmoral y socava el progreso de nuestra sociedad, Deusto,
2017.
[40]
Cf. John Rawls, Teoría de la Justicia (1971).
[41]
Cf. Mi obra Igualdad sin lágrimas. Justicia como
copertenencia, Iipcial, 2021.
[42]
Estas son las conclusiones de Oxfam junto con el Instituto
del Medio Ambiente de Estocolmo en el 2020.
[43]
Cf. Joan Martínez Alier-Arcadi
Oliveres, ¿Quién debe a quién?, editorial Icaria, 2005; Joan Martínez
Alier De la economía ecológica al ecologismo popular, Icaria, 1994; El
ecologismo de los pobres, Icaria, 2011.
[44] Triste ejemplo de ello es el libro Pensar desde el mal de Víctor Samuel Rivera, cuyo capítulo segundo está dedicado a denostar la Encíclica Laudato Si´ por considerarla hostil a la espiritualidad. Menos mal tuve la oportunidad de rebatirlo en el video-debate sobre la “Filosofía y crisis ambiental” organizado en agosto 2022 por Ysaí Quiroz en su plataforma Fundación DCluz en Facebook.
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