RESEÑA
La raíz metafísica de la modernidad antiecológica es, como hemos visto, un antropocentrismo pragmático, un racionalismo subjetivo-objetivo, un empirismo fáctico, la razón autónoma, el imperio del deus in terris o diosecillo terrestre, el imperio del inmanentismo, el humanismo sin Dios, la secularización radical, una desontologización de la realidad, la imagen desacralizada del mundo, la supresión del sentido del ser, lo divino y de la vida, la negación de los valores absolutos, el historicismo relativista, el ateísmo, hedonismo, individualismo y nihilismo. Todo lo cual desemboca en la imagen metafísica desrealizadora del mundo presidida por la razón funcional en desmedro de la razón substancial, la Trascendencia y la metafísica, donde las cosas -incluido el hombre- devienen en entes manipulables e instrumentales. Dejan de ser fines en sí mismos. Ese es el marco espiritual de la modernidad, a través del cual, y desde la Revolución industrial, hemos envenenado el aire, el agua, la tierra, hemos contaminado el Planeta entero, no hemos respetado el equilibrio de la vida y hemos llevado al mundo al borde la extinción masiva de las especies, incluso la nuestra. La modernidad llevó a sus extremos la paradoja antrópica.
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