Es inevitable sentirse fascinado y seducido por el alma universal de Leibniz (1646-1716), comparable con la figura señera y enciclopédica de Aristóteles. Su vocación universalista estuvo acompañada de armonía, universalidad y pluralismo ontológico. Es el más grande pensador del barroco que concilia Antigüedad, Medioevo y Modernidad. Su síntesis es exquisita y original.
Filósofo, jurista, diplomático, cortesano, matemático, físico, inventor y otras cosas más. Basta mencionar tres ejemplos por las cuales es conocido: la idea de Mónada, la armonía preestablecida y el cálculo infinitesimal. Pero su obra inédita es tan ingente que se calcula cuando se complete que llegue a 100 volúmenes de los 43 que van publicados.
Por eso, el valor de la presente edición de Leibniz que presenta la editorial Gredos es intentar una panorámica de toda su producción incluida su enorme e importante correspondencia. O sea, quienes quieran leer especialmente sus obras filosóficas tendrán que volver a remitirse a la colección Aguilar de los años 50 y 70. Pero la ventaja aquí en Gredos es que se intenta presentar al Leibniz total, tan desconocido e ignorado por mucho tiempo.
La culpa no sólo es del ducado que prácticamente secuestró el Archivo de Leibniz en 1716, sino también del propio Leibniz que en vida sólo publicó dos libros (Teodicea en 1710 y Arte combinatoria de 1666). Además, su pensamiento siempre estaba en continua evolución. Se resistía a dar punto final a los temas tratados. Por eso decía: "Quien me conoce sólo por mis publicaciones, me conoce mal".
Ortega lo llamó "el filósofo de los principios". Así es, diferenció el principio de contradicción del principio de identidad, al que le dio una nueva versión, introdujo el principio de los indiscernibles, el principio de razón suficiente, principio de continuidad, principio de lo mejor, la hipótesis de lo homogéneo o armonía preestablecida, entre otros.
Su desarrollo filosófico se consolida a mediados de la década de 1680-1690 (Discurso de metafísica, Nuevo sistema de la naturaleza, Nuevos ensayos sobre el entendimiento, Teodicea, Monadología).
En suma, rechazó el racionalismo subjetivo y el dualismo cartesiano, el empirismo de Locke, el ocasionalismo de Malebranche y el panteísmo de Spinoza. Fue todo un titán del pensamiento creativo.
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