LA PATRIA LASTIMADA
Anoche pude ver cómo los corazones de los
asistentes se inflamaban de patriotismo cuando se hablaba de nuestra filosofía
prehispánica.
Anoche pude sentir los ojos ensangrentados
y ahítos de esperanza y sed de justicia cuando los oyentes sentían en su pecho
el orgullo de sentirse hijos de una historia rica en ideas y tradiciones de una
añeja civilización.
Anoche pude percibir toda la ira
contenida de un pueblo que espera su hora decisiva para proclamar su verdadera libertad
e independencia.
Todos estos sentimientos encontrados
estaban en el aire mientras disertaba en la presentación del libro del filósofo
y amigo Víctor Mazzi “Huellas de reflexión originaria. Caita yuyachihuay
hamutachihuay” que se llevó a cabo en la Biblioteca de la Municipalidad de Miraflores. Participábamos como presentadores Rubén Quiroz, actual
presidente de la Sociedad Peruana de Filosofía, y mi persona, los cuales
flanqueábamos al autor Víctor Mazzi.
Y es que nosotros somos parte de la
Tercera Ola afirmativa de la filosofía nacional. La Primera Ola tuvo lugar
apenas a los 65 años de producida la Hecatombe de la Conquista que destruyó la cultura
de la civilización ancestral y tuvo como protagonistas de un mestizaje cultural
reivindicativo al Inca Garcilaso, Guamán Poma de Ayala y Juan Santacruz
Pachacuti. Todos ellos, y cada uno en su estilo, hablaron de la existencia de sabios
y amautas filósofos en el Perú precolombino. Pero la discusión fue sofocada
durante todo el Virreinato de los Habsburgo y especialmente la Colonia de los
Borbones.
La República de los criollos tampoco
modificó la situación y en lugar de un país con dos naciones -españoles e
indios, como fue bajo la dominación hispánica- instauró el país de una sola
nación, la de los blancos. Prosperó el gamonalismo y la “justicia” de horca y
cuchillo del señor gamonal. No fue hasta 1965, en los estertores de la agotada
república oligárquica peruana, que vino la Segunda Ola con Antero Peralta y
José Tamayo Herrera, quienes en el Coloquio sobre la Cultura Peruana en el
Cusco relanzaron la idea de volver a discutir si hubo filosofía en el Perú
ancestral. Lo que vino después es consabido: vino el desastroso boicot
parlamentario apro-odriísta contra el débil gobierno liberal de Belaunde Terry,
lo cual provocó el golpe militar del Gobierno Revolucionario de la Fuerza
Armada encabezado por el General Juan Velasco Alvarado, cuyas reformas estructurales
enviaron a la tumba para siempre a la racista, clasista decrépita oligarquía
peruana. Sin duda el Perú cambió, aunque sea por un tiempo. Obsérvese a la
distancia que se le rompió el espinazo a la oligarquía, pero tras ella sobrevivió
el clasismo y el racismo, que en la segunda década del nuevo siglo veintiuno
vuelve a levantar cabeza ignominiosamente.
A esta segunda ola vino a suceder desde la
segunda mitad de los años 90 la Tercera Ola, caracterizada por las propuestas
interpretativas. El debate se encendía bajo el contexto histórico de la
sedicente globalización neoliberal de las megacorporaciones transnacionales que
proclamaba la muerte de las Patrias. En ese escenario se vieron enfrentadas dos
posiciones: los eurocéntricos cosmovisionales (David Sobrevilla y Rivara de Tuesta)
y los afirmativos nativistas (con toda una variedad de matices). A esta segunda
postura pertenecemos Víctor Mazzi, mi persona y otras figuras destacadas, como
Víctor Díaz Guzmán, Luis Alvizuri, Máximo Grillo, entre otros.
La Tercera Ola sigue viva y vigorosa
dando frutos intelectuales hasta el presente y al ritmo del auge del mundo
multipolar, mientras que al compás de la decadencia y degradación del
hegemónico y neocolonial mundo unipolar viene menguando la postura eurocéntrica
cosmovisional. A nivel interno vivimos una patria lastimada por la bota
imperialista, tras los recientes acontecimientos políticos que violentan la
voluntad popular. Son las horas de las exequias de la esclerótica burguesía nacional e internacional del occidente liberal,
que siente que se le acaba la fiesta y por ello vuelve a mostrar los colmillos lobunos
del racismo y del clasismo. Pero en el presente terremoto geopolítico mundial
avizoramos el retorno de las patrias, del nacionalismo abierto al mundo, el
llamado del terruño, el florecimiento de la Pachamama, que sin mutilar nuestro
lado cosmopolita nos complementa con nuestra faz nacionalista.
Una última cosa y quizá la más
importante. Lejos de tratarse de un asunto baladí de mera reivindicación
chauvinista estamos ante la reinterpretación misma de la esencia de la
filosofía, que deja de creer que Grecia es la medida de toda filosofía posible.
El asombro filosófico no es ni fue nunca patrimonio de Occidente, y es propia
de todas las culturas porque atañe a la propia condición humana.