jueves, 23 de mayo de 2024

LA ESPIRITUALIDAD LIBERADORA

 

SALOMÓN RUÍZ GOIN-Jnani yoga/ La Senda del Conocimiento

LA ESPIRITUALIDAD LIBERADORA

 


La cultura no lleva a la espiritualidad. Pero la espiritualidad se vale del desarrollo cultural que tiene cada persona para expresar la percepción espiritual. Mi amigo, el filósofo Gustavo Flores Quelopana, tiene amplia cultura, es un filósofo creador, pero no es un alma iluminada en el sentido en que lo es un Jnani, al alcanzar la episteme divina fusionando su yo con el Ser Superior. Me doy cuenta que lo que afirmo es coherente dentro de la lógica de la espiritualidad de liberación que abrazo, y no en la religión de salvación a la que Gustavo pertenece. Su camino ha sido otro, diferente al mío. En mi tradición no se alcanza la espiritualidad con la religión, la metafísica o la filosofía. La espiritualidad no es teoría, ideología, filosofía o metafísica, sino que es una experiencia interna y personal. El conocimiento y su experiencia son infinitos, y proviene de una conciencia liberada, de un ser incondicionado. Se puede tener una experiencia de percepción directa, no a través de los sentidos, la mente material, ni un psiquismo que corresponde a la mente humana. El conocimiento revelado es a través de la percepción directa del espíritu, que otrora estuvo al alcance de la filosofía cuando fue búsqueda de la sabiduría divina, como era en Sócrates, Platón, Lao Tsé. En cambio, en la tradición más racionalista de Gustavo el camino de la verdad se desbroza a través de la razón. Los senderos hacia el conocimiento son distintos entre Oriente y Occidente, aunque tienen en común alcanzar lo Absoluto. Pero Occidente nunca como ahora se alejó tanto de sus objetivos iniciales. Y en su crisis nihilista, escéptica y hedonista el mundo moderno se hunde en la civilización material. La enérgica protesta de Gustavo Flores contra esta tendencia decadente y desacralizada de la modernidad es altamente estimable y compartida por todos los buenos espíritus orientales como occidentales. Y en este sentido la lectura de su obra es altamente recomendable, purificadora y de provecho. Ello lo he podido comprobar departiendo con él en los encuentros de la Universidad Ricardo Palma y en el cenáculo Yachaywiñay.

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