domingo, 15 de diciembre de 2024

COMENTARIO FILOSÓFICO A "CORINTIOS 2"

 

COMENTARIO FILOSÓFICO A "CORINTIOS 2"
Esta carta escrita por Pablo en Macedonia y dirigida a la Iglesia de Corinto tiene una singular importancia filosófica.
Según los griegos cuando Dios se enemista con los hombres son éstos los que deben ganarse de nuevo su amistad. En el cristianismo, como señala Pablo, no ocurre lo mismo. Mientras en la lógica anagógica o de ascenso helena el hombre debe ir hacia Dios, pero en la lógica cristiana Dios viene al hombre.
Este giro es de una hondura metafísica inusitada. Pues la lógica griega se corresponde con una divinidad que no ama, es impasible, no necesita nada, ni mira a nadie y está aislado en sí mismo. No es creador, su producción cósmica es fruto de una emanación natural, donde el mal no existe en las cosas sino por la materia. Por ello necesita de seres intermedios para su generación del ser. Lo cual está representado de la forma más acabada en la metafísica de lo Uno de Plotino.
Todo lo contrario, acontece en la metafísica cristiana. Dios es amor, ama a su creación, toda su creación es buena, se descarta la existencia física o sustancial del mal, y viene en su auxilio por medio de la Encarnación y la Redención.
No se trata de un abstruso e impasible generador del ser, sino de un amador del ser. Incluso el ser es por amor. La ruptura con el principio metafísico griego de nada viene de la nada o nihil ex nihilo por el principio del creatum ex nihilo representa un profundo cambio de concepción de la divinidad.
Dios no será concebido intelectualmente como un generador por emanación, sino se revela como providente, omnisciente y omnipotente creando el cosmos desde la nada.
En este tenor Pablo escribe en su epístola que la justicia es algo que le viene al hombre desde el futuro hacia el presente, desde el exterior hacia el interior, desde lo trascendente hacia lo inmanente. Justamente porque en el cristianismo Dios viene al hombre y no a la inversa. De ahí que Cristo diga: "No vine por justos, sino por pecadores".

La paradoja está en que el colmo de la exterioridad es el colmo de la interioridad, y es lo que Pablo llama "nueva criatura", "libertad". Libertad es así encontrarse en la recapitulación de Cristo. El pecado supremo consiste en el vano empeño de justificarse. Y justamente esa es la clave del rompimiento con el judaísmo. La Ley no salva, sino la fe.

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