miércoles, 5 de marzo de 2025

BANCARROTA DEL SER TOMISTA EN BÁÑEZ Y SUÁREZ

 

BANCARROTA DEL SER TOMISTA EN BÁÑEZ Y SUÁREZ

La decadencia del sentido del ser tomista en Domingo Báñez y Francisco Suárez, aunque seguidores de la tradición tomista, introdujeron ciertas modificaciones que representan una desviación formalista del pensamiento original de Tomás de Aquino. Desviación que fue señalada con fuerza en el siglo veinte por Cornelio Fabro.

Tomás de Aquino:

  • El Aquinate concibe el ser no solamente como una esencia o forma, sino un acto (acto essendi), como acto mismo de existir que actualiza la esencia de la cosa.
  • Es el ser mismo el que participa a los demás entes y los hacer “ser”. Por ello, el ente -lo primero que se da a la inteligencia- es participado y causado.
  • El punto de partida de la metafísica tomista no es el ser, ni la esencia, sino el ente, desde el cual se va ascendiendo a la esencia y al ser. Por ello, su metafísica no es un esencialismo, sino una metafísica del ser.

Domingo Báñez:

  • Báñez, tomista de la Escuela de Salamanca, es la primera grave desviación e interpreta el ser (esse) del Aquinate como acto y perfección, pero hizo del ser una cierta “entidad”, una formalidad generalísima. Así convierte al ser y la esencia en dos cosas, en dos entes, donde el ser es la perfección de todo acto y formalidad.
  • En el fondo Báñez duda de la distinción real entre la esencia y el ser en el plano creatural. Lo que lo lleva a defender la tesis de Scoto contra los tomistas.

Francisco Suárez:

  • Suárez, destacado tomista, desarrolló una metafísica más abstracta y menos centrada en la noción de ser como acto. El ente ya no es el ser real, sino el ser pensado o esencia posible pensable. Fue un paso firme hacia el formalismo del ser.
  • Suárez es un hito en el desmoronamiento del olvido del ser del Aquinate dentro de la misma escuela tomista.

En síntesis:

  • Sólo la distinción real del Aquinate entre esencia y ser incluye la doctrina de la creación, cosa desconocida por Aristóteles.
  • La dupla esencia-esse del Aquinate es sustituida primero por esse-essentia, que identifica la esencia con el ser y ya no expresa algo creado; y luego por la esencia et existencia, desde siglo diecisiete con el racionalismo iluminista, y con ello se fue eliminando el esse para dejar paso a una visión constructivista del ser.
  • La formalización de la esencia y del ser, que aniquila la distinción real tomista entre esencia y ser, abre la vía regia hacia el olvido del ser.
  • Heidegger bien el olvido del ser por la primacía absoluta de la esencia, pero no retorna ni rescata la diferencia real entre esencia y ser porque no asume la doctrina cristiana de la creación, y con ello se estanca en la escolástica decadente.
  • Para el Aquinate la existencia no es una entidad, sino una realidad al lado de la esencia. Pero con el formalismo de la escolástica decadente, a la cual se suma Cayetano junto a Báñez y Suárez, determina que Dios ya iba muriendo en la escolástica decadente mucho antes que aparezca Nietzsche.
  • Olvidando la diferencia real entre esencia y ser, y procediendo a su identificación entre ambos, se deja de expresar algo creado. Fue la negación de esta distinción real lo que oscureció el ser, porque el ser se manifiesta como acto del ente. El ser del ente no es un abstracto es un singular captable en lo que el Aquinate llama la “reflexión intensiva”.
  • Para el Aquinate el ser es acto participado en el ente creado y distinto de la esencia que es su sujeto. Por lo demás, el ente no es un resultado lógico, sino es un primun cognitum, prejudicativo, no es un universal abstracto.
  • Pero la filosofía moderna reemplazó el ser en acto de lo real por el ser en acto de la conciencia. El resultado fue un inmanentismo absoluto que fue facilitado por los escolásticos decadentes de Báñez, Cayetano y Suárez. En una palabra, el error garrafal fue que sólo se reparó en el ser en acto (esse in acto) y no en el ser como acto (esse ut acto).