BANCARROTA DEL SER TOMISTA EN
BÁÑEZ Y SUÁREZ
La decadencia del sentido
del ser tomista en Domingo Báñez y Francisco Suárez, aunque seguidores de la
tradición tomista, introdujeron ciertas modificaciones que representan una
desviación formalista del pensamiento original de Tomás de Aquino. Desviación
que fue señalada con fuerza en el siglo veinte por Cornelio Fabro.
Tomás de Aquino:
- El Aquinate concibe el
ser no solamente como una esencia o forma, sino un acto (acto essendi),
como acto mismo de existir que actualiza la esencia de la cosa.
- Es el ser mismo el que
participa a los demás entes y los hacer “ser”. Por ello, el ente -lo
primero que se da a la inteligencia- es participado y causado.
- El punto de partida de
la metafísica tomista no es el ser, ni la esencia, sino el ente, desde el
cual se va ascendiendo a la esencia y al ser. Por ello, su metafísica no
es un esencialismo, sino una metafísica del ser.
Domingo Báñez:
- Báñez, tomista de la
Escuela de Salamanca, es la primera grave desviación e interpreta el ser
(esse) del Aquinate como acto y perfección, pero hizo del ser una cierta “entidad”,
una formalidad generalísima. Así convierte al ser y la esencia en dos
cosas, en dos entes, donde el ser es la perfección de todo acto y
formalidad.
- En el fondo Báñez duda
de la distinción real entre la esencia y el ser en el plano creatural. Lo
que lo lleva a defender la tesis de Scoto contra los tomistas.
Francisco Suárez:
- Suárez, destacado
tomista, desarrolló una metafísica más abstracta y menos centrada en la
noción de ser como acto. El ente ya no es el ser real, sino el ser pensado
o esencia posible pensable. Fue un paso firme hacia el formalismo del ser.
- Suárez es un hito en
el desmoronamiento del olvido del ser del Aquinate dentro de la misma
escuela tomista.
En síntesis:
- Sólo la distinción real del Aquinate entre
esencia y ser incluye la doctrina de la creación, cosa desconocida
por Aristóteles.
- La dupla esencia-esse del
Aquinate es sustituida primero por esse-essentia, que identifica la
esencia con el ser y ya no expresa algo creado; y luego por la esencia
et existencia, desde siglo diecisiete con el racionalismo iluminista,
y con ello se fue eliminando el esse para dejar paso a una visión
constructivista del ser.
- La formalización de la esencia y del ser,
que aniquila la distinción real tomista entre esencia y ser, abre la vía
regia hacia el olvido del ser.
- Heidegger bien el olvido del ser por la primacía absoluta de la esencia,
pero no retorna ni rescata la diferencia real entre esencia y ser porque no
asume la doctrina cristiana de la creación, y con ello se estanca en la
escolástica decadente.
- Para el Aquinate la existencia no es una
entidad, sino una realidad al lado de la esencia. Pero con el formalismo
de la escolástica decadente, a la cual se suma Cayetano junto a
Báñez y Suárez, determina que Dios ya iba muriendo en la escolástica
decadente mucho antes que aparezca Nietzsche.
- Olvidando la diferencia real entre
esencia y ser, y procediendo a su identificación entre ambos, se deja de
expresar algo creado. Fue la negación de esta distinción real lo que
oscureció el ser, porque el ser se manifiesta como acto del ente. El ser
del ente no es un abstracto es un singular captable en lo que el Aquinate
llama la “reflexión intensiva”.
- Para el Aquinate el ser es acto participado
en el ente creado y distinto de la esencia que es su sujeto. Por lo demás,
el ente no es un resultado lógico, sino es un primun cognitum,
prejudicativo, no es un universal abstracto.
- Pero la filosofía moderna reemplazó el
ser en acto de lo real por el ser en acto de la conciencia. El resultado
fue un inmanentismo absoluto que fue facilitado por los escolásticos
decadentes de Báñez, Cayetano y Suárez. En una palabra, el error garrafal
fue que sólo se reparó en el ser en acto (esse in acto) y no en el ser
como acto (esse ut acto).