domingo, 28 de junio de 2020

ENTREVISTA EN PANDEMIA


ENTREVISTA EN PANDEMIA
Entrevista para la revista EVOHÉ al filósofo Gustavo Flores Quelopana
Por
José E. Chocce
 CORPUS FILOSÓFICO ANDINO (Prólogo del libro). Gustavo Flores Quelopana –  Hawansuyo
Gustavo Flores Quelopana (Lima, 1959). Filósofo peruano, poeta, escritor prolífico y con un pensamiento filosófico original. Ex presidente de la Sociedad Peruana de Filosofía. Disertante en universidades de Colombia, Panamá, México y Perú. Sus aportes filosóficos se enmarcan con las categorías: Lo “mitocrático”, para comprender nuestra filosofía propia y original, la nativista; lo “anético”, para comprender la crisis moral y antropológica de la posmodernidad; y el “Hiperimperialismo”, como lo característico y esencial de la globalización neoliberal actual.

— ¿Qué lo motivó a poner a flote una Institución casi olvidada, y promover el surgimiento de la Sociedad Peruana de Filosofía como parte de nuestra engranaje cultural y académico en el Perú del Siglo XXI?
Agradezco por esta primera entrevista que se me hace en los medios filosóficos, porque me permite echar una mirada retrospectiva sobre lo acontecido. Lo que me motivó fue la responsabilidad y el deber como socio de tan señera institución por ponerla nuevamente en funcionamiento. Había pensadores que debían ser reconocidos e incorporados a la sociedad y, además, ésta tenía que irradiarse por todo el Perú. Había que deslimeñizar a la institución. Con estas ideas respondí a la convocatoria que efectuaba el Departamento Académico de Filosofía de la Universidad de San Marcos. En cuya reunión resulté elegido gracias a la propuesta del Dr. Carlos Alvarado de Piérola. Años atrás ya había indagado por la posibilidad de poner en funcionamiento a la Sociedad, pero ni la coyuntura ni las circunstancias estaban dadas. A mi modo de ver, el detonante del interés colectivo fue el fallecimiento del Dr. Francisco Miroquesada Cantuarias. Su respetable figura impedía poner en funcionamiento a la institución sin tener en cuenta su anuencia. Anuencia que no podía darla por estar gravemente enfermo y por ser una figura casi inaccesible, incluso para los socios. Así, en el fondo, la comunidad filosófica prefería esperar el desenlace, para tomar una decisión de reactivación. Efectivamente, la Sociedad estaba en un largo receso desde el 2005 hasta el 2019. Son casi tres lustros. Y las cosas así se dieron. Algo más. No creo que conmigo la SPF haya resurgido. Salió de su sepulcro, de su congelamiento, de la que tenían aherrojada ciertos figurones. Simplemente eché las bases para que otras mentes sigan su labor creativa. Sin pensadores a la SPF le viene bien morir. Pero habiendo pensadores tiene razón para existir.

— ¿Qué intelectuales o personajes le permitieron desarrollar la propuesta de SPF?
Lo que me permitió desarrollar ampliamente mi programa de reactivación fue el reemplazo completo del Comité Directivo. Mi parecer es que no comprendían la coyuntura de emergencia de la Sociedad y éste no podía seguir siendo dirigida con criterios burocráticos. Aparentemente tenía un año para poner en funcionamiento a la Sociedad. O sea, debía entregar el cargo en Julio del 2020. Pero no fue necesario que se cumpliera dicho plazo. El detonante de dicho apartamiento fue la incorporación a la Sociedad, efectuada por mí, de la respetable figura Dr. Johan Leuridán Huys. Se me acusó de autoritario. Lo cual no deja de ser cierto. Invoqué los Estatutos, que permitían al presidente, dirigir la institución, se dio un plazo al comité saliente de formalizar su renuncia -cosa que no tuvieron la hidalguía de hacer, al menos quedó el chat-, elegí un nuevo comité, muy expeditivo y nada burocrático, se incorporó a figuras consagradas y a jóvenes talentos prometedores, con obra publicada. Todo lo cual en el plazo de cinco meses ya se estaba en condiciones de entregar el cargo y decir: tarea cumplida. Por ello, quienes verdaderamente me permitieron desarrollar mi propuesta fue la existencia de pensadores y escritores jóvenes valiosos con mucho porvenir.

¿Pero por qué entregó el cargo antes de tiempo? ¿Usted dejó desconcertados a muchos con su convocatoria a nuevas elecciones?
Sencillamente no me gusta el poder sobre los demás, tengo bastante con dominar el poder sobre mí mismo. Sobre todo, necesitaba ese tiempo valioso para proseguir con mi tarea de pensador. Y me sentí muy aliviado cuando se eligió un nuevo presidente. Reconozco que carezco de talento para trabajar en equipo. Mi vocación es laborar en solitario. No tenía necesidad de figurar por más tiempo como presidente y adelanté las elecciones. Lo anuncié en la UNSA de Arequipa, durante un evento filosófico organizado por la Dra. Teresa Arrieta. La tarea estaba cumplida. Las incorporaciones de elementos jóvenes estaban hechas. La descentralización de la sociedad también. Faltaba la regularización en Registros Públicos del nuevo Comité y publicar nuevamente la revista institucional. Lo cual no se hizo por falta de fondos. Todo lo efectuado fue solventado por mi propio bolsillo. No se extendió el sombrero a ningún miembro. Era necesario hacerlo y punto. En suma, dejé al cargo, porque me aborrece el poder. Mi tarea filosófica es enorme y apenas puedo con ella.

—¿Existe entre los filósofos e intelectuales peruanos “cierta distancia” o separación elitista, inclusive racial?
Bueno, en nuestro país existe un racismo soterrado en ambos sentidos: del blanco al indio y del indio al blanco. Incluso el negro, el cholo y el mestizo participan de ello como discriminaciones subalternas. Seguramente que lo había en el seno de la sociedad, pero yo no lo noté ni le di importancia. Fui directo a mi objetivo, sin que nada secundario me perturbe. Elitismo sí lo hay. Especialmente de los filósofos académicos hacia los no académicos. Lo cual es ridículo, pero no es su culpa, sino de un sistema que ha distorsionado el saber y el verdadero sentido de las humanidades. En mi gestión no di importancia a grados ni a títulos, sino a la obra escrita, a los aportes intelectuales. Pero sobre todo me preocupaba estimular a los jóvenes talentos, que necesitan una motivación para seguir con la labor creadora. No hice todo lo que se pudo, pero al menos lo intenté. Siempre procedí con el principio que la filosofía es universal. No es propiedad de ninguna universidad, escuela filosófica, ni de ningún grado universitario. Por eso incorporé a pensadores, ya sean estos literatos, sociólogos, economistas, abogados, politólogos o historiadores. Eso no me importó. Filosofar es pensar y crear, ver la realidad de un nuevo modo. Prejuicios y antipatías siempre habrá en este mundo, pero en la labor creativa hay que dejar todo eso de lado para hacer filosofía.

Descentralizar la filosofía. Demostrar que filósofos también hay en las provincias y demás regiones del país. Siempre traté de dar oportunidad a todos. De demostrar lo que pueden dar. Unos lo hicieron otros no. Pero es cosa de cada uno responder a su propia responsabilidad. Se crearon seis sedes: Trujillo, Lambayeque, Ica, Ayacucho, Arequipa e Iquitos. Me gustó especialmente el trabajo de Arequipa, Ayacucho y Trujillo. Al crearlas y visitar algunas sedes pude constatar el gran entusiasmo y amor que existe en el Perú por la filosofía. Sólo hay que fomentarlo más. Ya Usted sabe que tengo un gran entusiasmo por los cenáculos filosóficos privados. Y ello es debido a que permite la difusión del pensamiento filosófico en la comunidad no filosófica. Pienso, incluso, que cuando se produzca el colapso de nuestra civilización, serán los cenáculos, y no las universidades, los encargados de llevar la semilla de la futura cultura.

— ¿Qué busca con la SPF, publicación de textos o influenciar en la sociedad peruana?
¿Influenciar? En este aspecto soy hegeliano: “El búho de Minerva emprende su vuelo a la hora del crepúsculo”. La filosofía siempre llega tarde en la hora de la historia. Cumple más un papel profético y de sistematizador. No suscribo la frase de Marx en la Tesis 11 sobre Feuerbach: “La filosofía sólo ha interpretado el mundo, cuando se trata de transformarlo”. En otro lugar ya he explicado las diferencias sustanciales que existen entre Filosofía e Ideología. De manera que las ideas filosóficas cuando son formuladas tienen una repercusión muy limitada. Por lo demás, la Sociedad Peruana de Filosofía en sus estatutos establece como objetivo fundamental, promover el pensamiento filosófico nacional. Su influencia es muy pequeña. Casi insignificante. Y ello es debido a la estructura misma de nuestra decadente modernidad. En la hora presente se han acentuado los rasgos exitistas, practicistas y utilitarios de la cultura moderna, la cual sucumbe a la fascinación técnico-científica. Encima, tenemos un país cuyos gobernantes no han dado importancia a la cultura. En resumen, no tenemos el terreno fértil para que prosperen las ideas filosóficas. En su lugar prospera el neobrutalismo de la nueva barbarie civilizada. Pero, además, la filosofía siempre ha sido una tarea solitaria. Apenas congrega poca gente. La filosofía no es asunto de masas. Salvo el marxismo, el cual es una filosofía a la medida de las masas. Pero hay que desconfiar de la filosofía de masas, pues terminan siendo herramientas para la manipulación del poder más brutal y desenfrenado. Generalmente las masas no quieren pensar, quiere obedecer. La filosofía no existe para ello. Para ello está la ideología. Pero filosofía e ideología son cosas diferentes. La primera humaniza, la segunda cosifica. La humanidad aun está lejos de lograr la utópica sociedad sin masas, sino con personas cultas y libres.

— ¿Para algunos pensadores y científicos sociales la filosofía peruana no existe o simplemente es prescindible? ¿Podríamos evaluar la cultura peruana?
La cultura peruana está en decadencia. Y lo mismo ocurre en el resto del mundo. Ciencia y técnica son los protagonistas del mundo cultural actual. O sea, la modernidad desintegra a las humanidades y en su lugar entroniza los oficios para el dominio material del mundo. Si a ello le sumamos el capitalismo, o sea un sistema que doblega al hombre en la idolatría del dinero, entonces tenemos la peor combinación para el florecimiento cultural. Lo que tenemos hoy es ocaso cultural. Por añadidura, cómo se quiere que exista filosofía peruana cuando las revistas filosóficas nacionales están llenas de repetidores del magisterio extranjero. Los profesores que no crean, sino que simiescamente repiten lo producido en Norteamérica y Europa, acaparan con sus articulillos las páginas que se publican. El respeto y la consideración por el pensamiento nacional es mínimo. Hay que estar muerto o con mucho poder para que se le tome en cuenta. Al respecto, una anécdota graciosa me viene a la mente, y me sucedió durante la presidencia de la SPF. Se me quería presionar para que se incorporara a personas que publicaban en revistas y cuya producción libresca era casi inexistente. Tanto se ha atrofiado la producción intelectual, que ya no se entiende la diferencia que existe entre publicar un libro y publicar un artículo. Un libro conlleva no sólo más labor, sino compromiso existencial. En cambio, publicar un artículo es algo ocasional. El hecho de que la revista esté indexada no es justificación. Hoy en día ya se sabe que son dos grandes transnacionales las que trafican con los artículos en revistas indexadas. Todo ese circuito corrupto en la cultura hay que romper. Lo cual no es fácil de hacer, porque las propias universidades -que no son humanísticas, sino empresas comerciales de títulos y grados- respaldan tal envilecimiento cultural.

— ¿Qué opina del Perú y su crisis actual y tan cerca del Bicentenario? ¿Nos podría dar un diagnostico sobre el Perú y al mundo sobre la Pandemia?
Nos ha tocado vivir el peor momento de la historia republicana. Hoy, en pleno posmodernismo, no se cree ni en los ideales ni en el estado-nación. Y encima vivimos la corrupción endémica y estructural en todo el organismo nacional. La regeneración del país no puede desligarse de la regeneración de la cultura y el fin de esta civilización capitalista, tecnocrático-científica. Hay mucho en nuestro pasado milenario que resulta valioso para pensar en una nueva civilización. No hay vuelta a lo precolombino ni una nueva Edad Media. La Modernidad simplemente no puede ser borrada de la historia, y hay que asumirla dialécticamente. La mayoría de edad de la humanidad se ha mezclado con un poder descontrolado basado en la ciencia y en la técnica, que está destruyendo a la Naturaleza y al hombre mismo. El desafío civilizatorio para la cultura venidera consiste en saber dominar el enorme poder que tiene el hombre. Y para ello son necesarias tres cosas: (1) respetar la esencia de las cosas, o sea, volver a un nuevo realismo; (2) restablecer el lazo con Dios, es decir, unir lo inmanente con lo trascendente; y (3) dominar el enorme poder que tiene el ser humano, por ende, asumir una ascesis espiritual. Sin ello, la humanidad habrá sucumbido irremediablemente.

— ¿Ahora cuáles son las propuestas de la nueva Directiva de la SPF? ¿Nos podría dar su opinión al respecto?
Esa pregunta hay que trasladarla a su nuevo presidente, mi amigo el Dr. Rubén Quiroz Ávila. Por lo pronto es pública la acertada realización de conferencias sabatinas con invitados diversos. Tiene tres años para demostrar lo que seguirá. Le deseamos verdadero éxito. A propósito de los tres años de gestión de la presidencia de la SPF. En los Estatutos se dice un año, pero en la última sesión que coincidió con las elecciones, se votó aprobatoriamente para que el nuevo comité ejerciera la presidencia por tres años. Tal modificación deberá ser llevada registros públicos. Se viene la celebración de los 80 años de fundación de la SPF y la celebración del Bicentenario, junto a natalicios de filósofos y otras cosas más.

— ¿Cuál es su mensaje para la Juventud peruana y los estudiantes de filosofía?
Que no se hagan ilusiones. Que la filosofía no es para ser sabio ni hacerse famoso ni ser rico. Nada de ello. Al contrario, hasta se suele perder amigos y quedar solo. Hay que acostumbrarse a la soledad, el olvido y al silencio. Filosofar es ahondar en la propia ignorancia. Justo es eso lo que falta al mundo moderno. Pero son vía regia para emprender la interiorización y la vida contemplativa. Pero hoy todos quieren ser famosos, llamar la atención, ser ricos y sabios. El hombre actual no tolera que lo ignoren, cayendo en situaciones estereotipadas y ridículas para llamar la atención.  El filósofo seguirá siendo un avis rara. El que no quiere vivir casi una vida monástica, mejor que no siga filosofía para que no la contamine. Ahí tiene a la mano la posibilidad de ser político, abogado, sociólogo, actor, etc. La filosofía no pide aplausos ni audiencia ni bienes materiales. Sólo pide más luz. La filosofía moderna creyó encontrar más luz con la autonomía de la razón y la omnipresencia de lo inmanente. Y el resultado fue el oscurecimiento total del mundo. La enseñanza para la nueva cultura del futuro es que la soberbia es la peor compañera de la razón, y la humildad su mejor compañera. El filósofo debe ser humilde. Por ello, la razón debe aceptar las verdades suprarracionales. Ello significa que la luz viene de lo trascendente unido a lo inmanente. Justo esa alianza es lo que se perdió en la modernidad y terminó encegueciéndola para llevarla hacia la autodestrucción del llamado Antropoceno. Emprendamos el cambio interior para que pueda cambiar el mundo.
28 de junio 2020

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