SINCRONICIDAD
Para Jung la nueva física y la parapsicología coinciden en postular que más allá del principio de causalidad, el espacio y el tiempo, existe el principio de sincronicidad o coincidencia de acontecimientos de contenido significativo.
La mentalidad primitiva, clásica, medieval y renacentista la llamó simpatía, arquetipo, correspondencia o magia alquímica, luego desapareció con el determinismo de la física mecanicista, pero volvió a ser descubierta con el indeterminismo.
La sincronicidad va más allá del sincronismo porque no es mera simultaneidad de acontecimientos. Alude a un teleologismo, un finalismo, un modelo que existe desde la eternidad.
Jung afirma que el sincronismo no es materialismo ni metafísica, pero si trasciende lo temporal, espacial y causal, entonces no sólo es inmaterial, suprasensible, alude a un orden acausal y metafísico, sino que se vincula a la mente divina.
El grave error de Jung es el dejar abierta la puerta hacia la práctica del ocultismo y el esoterismo, lo cual es un profundo yerro espiritual que posibilita el pecado mortal. Otra cosa son las facultades parapsicológicas como dones gratuitos de Dios, que jamás son buscadas ni estimadas por las personas santas. La Biblia, a la cual acude Jung, siempre ha condenado la práctica de las ciencias ocultas porque conlleva hacia un alejamiento sistemático de Dios.
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