El fenómeno OVNI y la lógica demonológica: un análisis crítico
Introducción
El fenómeno de los OVNIs y de los llamados “contactados” ha suscitado fascinación y controversia en la cultura contemporánea. Desde luces en el cielo hasta relatos de viajes interplanetarios, estas experiencias han sido interpretadas como pruebas de civilizaciones extraterrestres que vigilan o visitan la Tierra. Sin embargo, voces autorizadas dentro de la teología católica, como el padre José Antonio Fortea y el padre Gabriele Amorth, sostienen que tales manifestaciones no son más que engaños demoníacos, disfraces espirituales que buscan confundir al hombre y apartarlo de la fe. La multiplicidad de formas —grises, reptilianos, nórdicos, orbes luminosos— no demostraría la existencia de razas alienígenas, sino la versatilidad del demonio para adaptarse al imaginario cultural de cada época.
La ausencia de aportes concretos por parte de los supuestos extraterrestres refuerza esta interpretación. Ningún contactado ha traído jamás una vacuna, una cura para enfermedades, un descubrimiento científico verificable o una solución a problemas urgentes de la humanidad. Figuras como Sixto Paz, que afirman haber sido llevadas a Ganímedes, no han ofrecido nada tangible más allá de relatos extraordinarios y luces coincidentes en el cielo. Esto abre tres hipótesis: o bien sirven conscientemente a los demonios, o están dominados mentalmente por entidades espirituales irrelevantes para la economía de la salvación, o simplemente sostienen su narrativa como un negocio rentable. En todos los casos, la falta de beneficios reales para la humanidad es un indicio de que no se trata de civilizaciones benevolentes.
Frente a este panorama, se han planteado objeciones científicas, teológicas, filosóficas y pastorales a la postura de Fortea. La ciencia reclama pruebas físicas y ofrece explicaciones naturales; algunos teólogos defienden la posibilidad de vida extraterrestre como parte de la creación de Dios; la filosofía especula sobre seres intermedios; y la pastoral advierte contra el exceso de miedo. Sin embargo, la réplica sostiene que la teología se mantiene más segura si se limita a ángeles y demonios, y que, en todo caso, la hipótesis de seres intermedios ajenos al plan de salvación explica su indiferencia hacia la humanidad. Así, el fenómeno OVNI se revela como un misterio fascinante, pero también como un terreno fértil para el engaño espiritual, la especulación filosófica y la manipulación cultural.
Ante esta falta de pruebas sólidas, los contactados y los ufólatras se aferran a videos controvertidos cuya autenticidad es discutida y a las desacreditadas momias tridáctilas de Nazca, que han sido desmentidas por la comunidad científica como fraudes o manipulaciones. Estos recursos, lejos de constituir evidencia seria, muestran la precariedad del fenómeno y la necesidad de sostenerlo con elementos dudosos. Así, lo que se presenta como prueba de civilizaciones superiores termina siendo un conjunto de artificios sin valor científico, que refuerzan la sospecha de engaño espiritual, manipulación cultural o simple explotación comercial.
Duendes, seres interdimensionales y disfraces demoníacos
La cuestión de los duendes, los seres interdimensionales y los fenómenos OVNI ha sido objeto de debate tanto en el ámbito teológico como en el cultural. En la tradición popular, los duendes aparecen como pequeños seres traviesos, ligados a bosques y casas, protagonistas de mitos europeos y latinoamericanos. Sin embargo, exorcistas como el padre José Antonio Fortea y el padre Gabriele Amorth, ambos exorcistas connotados, sostienen que tales entidades no existen como seres autónomos, sino que son disfraces demoníacos. Según ellos, los demonios pueden adoptar múltiples formas —duendes, extraterrestres, espíritus elementales— con el único fin de confundir y apartar al hombre de la fe.
Según Fortea y Amorth, los demonios poseen la capacidad de adoptar múltiples formas sensibles, desde duendes y fantasmas hasta supuestos extraterrestres o espíritus elementales. No se trataría de entidades autónomas, sino de máscaras que buscan engañar al hombre, adaptándose a su imaginario cultural. La finalidad última es siempre la misma: sembrar confusión, distraer de la fe y suscitar fascinación por lo oculto. Así, lo que parece un fenómeno folklórico o un encuentro con seres cósmicos se interpreta como un disfraz demoníaco, un recurso para apartar al ser humano de la verdad revelada.
Adaptación cultural del engaño
En esta lógica, los demonios se presentan también como “seres interdimensionales”, aprovechando el lenguaje moderno de la ciencia ficción y del esoterismo. La finalidad es siempre la misma: sembrar fascinación por lo oculto y distraer de la verdad revelada. A diferencia del mundo natural, donde existen seres intermedios por grados de complejidad (minerales, plantas, animales, humanos), en el mundo espiritual la teología católica clásica afirma que no hay “intermedios”: solo existen ángeles y demonios. Los disfraces que parecen sugerir la existencia de seres intermedios no son más que manifestaciones de las jerarquías demoníacas, que conservan la estructura de los coros angélicos caídos.
Los disfraces que sugieren la existencia de seres intermedios no son más que manifestaciones de las jerarquías demoníacas, que conservan la estructura de los coros angélicos caídos. En cada época, el demonio se reviste de aquello que resulta más verosímil para la mentalidad dominante: en sociedades medievales, brujas y duendes; en el siglo XIX, espíritus del espiritismo; en el siglo XX y XXI, extraterrestres y seres interdimensionales. La lógica es clara: el demonio adapta su engaño a la cultura, para que el disfraz resulte convincente y atractivo, aunque en esencia se trate siempre de la misma realidad espiritual hostil.
Multiplicidad de apariencias
De este modo, lo que hoy se interpreta como civilizaciones extraterrestres o interplanetarias sería, en la visión de Fortea y Amorth, una multiplicidad de apariencias demoníacas. La diversidad de formas —grises, nórdicos, reptilianos, orbes luminosos, cilindros metálicos— no prueba la existencia de razas alienígenas, sino que constituye un engaño adaptado a la cultura contemporánea. En la Edad Media, los mismos demonios podían aparecer como brujas o hadas; hoy, en una sociedad tecnológica, se disfrazan de naves espaciales y seres cósmicos.
La diversidad de formas —grises, nórdicos, reptilianos, orbes luminosos, cilindros metálicos— no constituye prueba de razas alienígenas, sino de la versatilidad del engaño demoníaco. En la Edad Media, los mismos demonios podían aparecer como brujas o hadas, figuras que respondían al imaginario de la época. Hoy, en una sociedad tecnológica y fascinada por la ciencia ficción, se disfrazan de naves espaciales y seres cósmicos. La multiplicidad de apariencias refuerza la ilusión de que existen numerosas civilizaciones interplanetarias, cuando en realidad se trata de un único engaño con múltiples máscaras.
El volcán Popocatépetl en México ha sido uno de los escenarios más citados en la ufología contemporánea por la frecuencia de avistamientos de OVNIs en sus inmediaciones. Numerosos videos y testimonios han documentado luces y objetos no identificados que parecen entrar o salir de la zona del cráter, lo que ha generado gran interés mediático y especulativo. Desde una perspectiva histórico-religiosa, se recuerda que las antiguas culturas mesoamericanas practicaban en torno a los volcanes ritos sangrientos y cultos ocultos, vinculando estas montañas con divinidades poderosas que exigían sacrificios humanos. En la interpretación teológica demonológica, tales prácticas habrían convertido al Popocatépetl en un lugar consagrado al demonio, un espacio marcado espiritualmente por la idolatría y la sangre derramada.
Bajo esta visión, la continua aparición de OVNIs en el Popocatépetl no sería casualidad, sino la manifestación de inteligencias espirituales disfrazadas de fenómenos extraterrestres, que encuentran en estos lugares cargados de antiguos cultos un terreno propicio para su acción. Así, lo que para la ufología es un “portal interdimensional” o un “punto de contacto cósmico”, para la demonología es un foco de engaño espiritual que aprovecha la memoria ritual del volcán para proyectarse en la cultura moderna.
Filmaciones del Pentágono
Las filmaciones del Pentágono sobre fenómenos aéreos no identificados (UAP), como los videos “FLIR”, “GIMBAL” y “GOFAST”, han alimentado la fascinación por los OVNIs. Aunque algunos casos se explican como ilusiones ópticas, drones o fenómenos atmosféricos, otros permanecen sin respuesta. Fortea interpretaría estos registros como engaños materiales del demonio, capaces de producir apariencias sensibles que incluso se dejan filmar. Así como en relatos de exorcismos se habla de clavos, cadenas o sapos materializados, también podrían materializar luces, orbes o supuestos objetos voladores.
Así como en relatos de exorcismos se habla de clavos, cadenas o sapos materializados, también podrían materializar luces, orbes o supuestos objetos voladores. Los videos “FLIR”, “GIMBAL” y “GOFAST”, difundidos por el Pentágono, muestran fenómenos que algunos interpretan como naves extraterrestres. Sin embargo, Fortea los leería como manifestaciones sensibles producidas por el demonio, capaces de dejarse filmar para reforzar la ilusión. La tecnología moderna no invalida el engaño espiritual; al contrario, lo amplifica, pues las imágenes registradas parecen dar credibilidad a lo que en realidad es un disfraz demoníaco.
Fenómeno ovni como engaño de moda
El fenómeno OVNI, entonces, sería el engaño de moda del demonio. Puede manifestarse espontáneamente o aparecer tras la invocación de los llamados “contactistas”, como Sixto Paz, quien afirma haber sido llevado varias veces a Ganímedes. Sin embargo, nunca ha traído nada verificable para el bien de la humanidad: ni vacunas, ni curas, ni descubrimientos científicos. Esta ausencia de aportes concretos constituye un indicio de que sus experiencias no provienen de civilizaciones benevolentes, sino de engaños espirituales. Aquí se abren varias hipótesis: o bien Sixto Paz sirve conscientemente a los demonios, o está dominado mentalmente por ellos o por seres intermedios ajenos al plan de salvación, o simplemente mantiene su narrativa como un negocio rentable.
Aquí se abren varias hipótesis: o bien Sixto Paz sirve conscientemente a los demonios, difundiendo sus mensajes bajo la apariencia de contactos extraterrestres; o está dominado mentalmente por ellos o por seres intermedios ajenos al plan de salvación; o simplemente mantiene su narrativa como un negocio rentable. En cualquier caso, la ausencia de aportes concretos —vacunas, curas, descubrimientos científicos— revela que no se trata de civilizaciones benevolentes. El fenómeno OVNI, entonces, es el engaño de moda del demonio, adaptado a la cultura tecnológica contemporánea, y sostenido por figuras que lo promueven sin ofrecer pruebas tangibles de beneficio para la humanidad.
Credibilidad de los contactados
La gente que cree en contactados como Sixto Paz suele basarse en la coincidencia de las luces que aparecen en el cielo en el día y hora anunciados. Sin embargo, estas manifestaciones tienen otras explicaciones: fenómenos naturales como satélites o meteoros, ilusiones ópticas, o incluso episodios psicológicos como alucinaciones o brotes psicóticos. El hecho de que nadie más haya sido llevado a Ganímedes, y que tales viajes no produzcan beneficios tangibles para la humanidad, refuerza la sospecha de que se trata de engaños espirituales o de fenómenos psicológicos.
El hecho de que nadie más haya sido llevado a Ganímedes, y que tales viajes no produzcan beneficios tangibles para la humanidad, refuerza la sospecha de que se trata de engaños espirituales o de fenómenos psicológicos. Las luces que aparecen en el cielo en el día y hora anunciados pueden explicarse por fenómenos naturales —satélites, meteoros, aviones— o por ilusiones ópticas. Los relatos de viajes interplanetarios, al no tener evidencia externa ni aportes concretos, pueden interpretarse como alucinaciones, episodios psicóticos o sugestiones colectivas. La credibilidad de los contactados descansa en coincidencias superficiales, pero carece de sustento verificable.
Objeciones a la postura de Fortea
Frente a la postura estricta de Fortea, que reduce todo a demonios, se han planteado objeciones científicas, teológicas, filosóficas y pastorales. La ciencia objeta que no hay pruebas de origen espiritual y que muchos fenómenos tienen explicación física. Algunos teólogos señalan que la Iglesia no descarta la posibilidad de vida extraterrestre, y que Fortea sobredimensiona el poder demoníaco. Filosóficamente, se cuestiona por qué no podrían existir seres intermedios espirituales, como existen en la naturaleza. Pastoralmente, se advierte que interpretar todo como demoníaco puede generar miedo excesivo.
Pastoralmente, se advierte que interpretar todo como demoníaco puede generar miedo excesivo. Sin embargo, Fortea defiende que su intención no es sembrar terror, sino advertir de los peligros espirituales que se esconden tras lo oculto. La objeción científica señala que muchos fenómenos tienen explicación física, pero Fortea replica que la ciencia no puede medir lo espiritual. La objeción teológica recuerda que la Iglesia no descarta vida extraterrestre, pero Fortea insiste en que la teología se mantiene más segura si se limita a ángeles y demonios. La objeción filosófica sugiere la posibilidad de seres intermedios, pero Fortea rechaza esa idea porque en lo espiritual no hay grados de materia.
Réplica a las objeciones
La réplica a estas objeciones sostiene que la ciencia no puede medir lo espiritual, que la teología se mantiene más segura si se limita a ángeles y demonios, que en lo espiritual no hay grados de materia y por tanto no caben intermedios, y que pastoralmente Fortea busca proteger, no atemorizar. Sin embargo, en algunas de mis obras he propuesto una vía intermedia: admitir la posibilidad de seres espirituales intermedios, pero afirmar que no entran en el plan de salvación divina. De este modo, se explica su indiferencia hacia la humanidad: no sienten nada por ayudar porque no forman parte del designio de Dios. Esta hipótesis mantiene la seguridad teológica, neutraliza el riesgo esotérico y justifica la ausencia de aportes concretos.
Esta hipótesis mantiene la seguridad teológica, neutraliza el riesgo esotérico y justifica la ausencia de aportes concretos. Admitir la posibilidad de seres espirituales intermedios, pero afirmar que no entran en el plan de salvación divina, permite especular sin comprometer la fe. Tales seres, de existir, serían irrelevantes para la historia de la redención y, por tanto, indiferentes hacia la humanidad. Esta vía intermedia evita el reduccionismo de Fortea y, al mismo tiempo, el riesgo de abrir la puerta a doctrinas gnósticas o esotéricas. Se trata de una solución filosófica elegante que mantiene intacta la centralidad de Cristo y la misión de los ángeles y demonios.
Complemento
1. La postura de otros teólogos católicos: No todos los teólogos comparten la visión estricta de Fortea. El padre José Gabriel Funes, exdirector del Observatorio Vaticano, declaró que la posibilidad de vida extraterrestre no contradice la fe cristiana, pues Dios podría haber creado seres en otros planetas como parte de su infinita libertad creadora. Teilhard de Chardin, jesuita y paleontólogo, también especuló sobre la evolución cósmica y la posibilidad de inteligencias en otros mundos, integrándolas en su visión del “Cristo cósmico”. Estas posturas muestran que dentro del catolicismo existe apertura a la hipótesis extraterrestre, en contraste con la demonología estricta de Fortea.
2. El papel de la Iglesia institucional: La Iglesia Católica, en su magisterio oficial, no ha emitido condena ni afirmación sobre la existencia de extraterrestres. Se mantiene en una posición de apertura prudente: no niega la posibilidad, pero tampoco la afirma. Esto significa que la postura de Fortea y Amorth es personal, no doctrinal. La Iglesia se centra en la revelación y la economía de la salvación, dejando a la ciencia la investigación sobre la vida en otros mundos. Esta distinción es importante para no confundir opiniones teológicas con enseñanza oficial.
El caso de Salvador Freixedo es singular, porque fue expulsado de la Compañía de Jesús porque sus escritos y conferencias que defendían una tesis considerada heterodoxa: sostenía que muchos de los “dioses” de las religiones tradicionales no eran divinidades benevolentes, sino inteligencias superiores que manipulaban a la humanidad bajo la apariencia de seres sagrados. Esta interpretación, expuesta en libros como Defendámonos de los dioses, cuestionaba directamente la revelación cristiana y la figura del Dios bíblico, lo que llevó a la censura de sus obras dentro de la orden jesuita y, finalmente, a su separación del sacerdocio.
3. La dimensión cultural y sociológica del fenómeno OVNI: El fenómeno OVNI refleja las ansiedades y aspiraciones de la era tecnológica. Durante la Guerra Fría, los avistamientos se interpretaron como posibles armas secretas; en la era espacial, como visitas de civilizaciones avanzadas. La fascinación por los extraterrestres responde a un deseo humano de trascendencia y de contacto con inteligencias superiores, en un contexto donde la religión pierde influencia cultural. Fortea interpreta esta fascinación como terreno fértil para el engaño demoníaco, pero desde la sociología puede verse como un mito moderno que sustituye a las antiguas narrativas religiosas.
4. La crítica psicológica más detallada: Los seguidores de contactados como Sixto Paz no solo creen por las luces que ven, sino por mecanismos psicológicos profundos:
Sugestión colectiva: la expectativa compartida hace que cualquier fenómeno se interprete como señal.
Sesgo de confirmación: se recuerdan los aciertos y se olvidan los errores.
Necesidad de lo extraordinario: en un mundo secularizado, los OVNIs ofrecen misterio y trascendencia.
- Posibles episodios clínicos: algunos relatos de viajes interplanetarios pueden explicarse como alucinaciones, estados alterados de conciencia o episodios psicóticos breves. Esta dimensión psicológica explica por qué el fenómeno persiste, incluso sin pruebas tangibles.
Conclusión
En conclusión, el fenómeno OVNI y los relatos de contactados como Sixto Paz pueden interpretarse desde tres ángulos: natural (fenómenos atmosféricos o tecnológicos), psicológico (alucinaciones, sugestión, episodios psicóticos) y teológico (engaños demoníacos o seres intermedios irrelevantes para la salvación). La visión de Fortea y Amorth insiste en que todo es disfraz demoníaco, mientras que la hipótesis intermedia admite la posibilidad de seres espirituales ajenos al plan divino, cuya indiferencia explica su falta de ayuda concreta. En cualquier caso, lo cierto es que nunca han aportado nada verificable para el bien de la humanidad, lo que convierte al fenómeno OVNI en un misterio fascinante, pero también en un terreno fértil para el engaño espiritual y la especulación filosófica.
En cualquier caso, lo cierto es que nunca han aportado nada verificable para el bien de la humanidad, lo que convierte al fenómeno OVNI en un misterio fascinante, pero también en un terreno fértil para el engaño espiritual y la especulación filosófica. La visión de Fortea y Amorth insiste en que todo es disfraz demoníaco, mientras que la hipótesis intermedia admite la posibilidad de seres espirituales ajenos al plan divino, cuya indiferencia explica su falta de ayuda concreta. La ciencia, por su parte, ofrece explicaciones naturales y psicológicas. El resultado es un debate abierto, donde lo único seguro es que los supuestos extraterrestres jamás han hecho nada tangible por la humanidad.
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