CIENCIA, REALIDAD Y METAFÍSICA
Una breve
acotación
Gustavo
Flores Quelopana
Sociedad
Peruana de Filosofía
Para
la teoría operacional la ciencia no dice nada acerca de la realidad, es puro
cálculo y predicción. Para la teoría de la copia lo dice todo. Y para la teoría
relacional es una representación parcial de la realidad. En la determinación
del alcance ontológico del simbolismo científico yo asumo esta tercera postura.
La
ciencia no es puramente copia ni operación sino que es también comprensión del
fenómeno. Pero lo que comprende es limitado, alcanza sólo la estructura y
caracteres formales de lo real. Por tanto la ciencia físico matemática carece
de patente de corso para decidir sobre lo que es la realidad. Para la ciencia
física lo real es lo que puede medirse, pero no todo lo real es susceptible de
medida.
En
este sentido, lo más importante de la realidad escapa a la ciencia y es parte
de otras áreas del conocimiento humano. Una de estas realidades es el problema
de la inmortalidad del alma.
En
la ciencia moderna la coincidencia entre la verdad con la inteligibilidad nunca
es completa. El locus de la verificación científica se ha trasladado cada vez
más a la esfera de la inteligibilidad matemática. Y por eso la conexión del
mundo de la física con el mundo perceptible se ha colocado sobre un fundamento
estadístico-matemático. La ciencia moderna derivó hacia la autoautenticación de
sistemas matemáticos formales. Esto significa que la verificación científica no
implica necesariamente la existencia de algunos objetos sino tan sólo el buen
funcionamiento formal de sus símbolos matemáticos.
La
probabilidad científica es mera probabilidad matemática, y cuando de ciertos
datos empíricos, por ejemplo, deduce la disipación de la energía y de ello
colige que el universo se agota, lo que hace es formular construcciones
ideales, metafísica figurada, que es imposible de verificación. Por eso es que
se puede afirmar que la inteligibilidad estadístico matemática de la ciencia
moderna no implica su verdad ontológica, sino que describen nuevas y libres
invenciones de carácter especulativo.
La
ciencia ofrece tres clases de construcciones simbólicas: sensibles (modelos
físicos), pseudosensibles (átomos, electrones, fuerza oscura, energía oscura,
etc.) y abstractas o completamente no sensibles (supercuerdas, universos
paralelos, etc.). El status ontológico de estos simbolismos no es que existan
sino que operan en la existencia. Todo esto no significa que la ciencia
abandone la experiencia,
sino,
que sus sistemas matemáticos implican una verificación indirecta a entidades
cada vez más inintuíbles. Sus construcciones no son fábulas ni ficciones sino
que describen sólo la estructura formal de los fenómenos. Entre el
"hecho" y su "construcción" están complicados discursos
teóricos matemáticos.
El
asunto estriba en preguntarse, como lo hizo Roger Penrose (El camino a la realidad), en qué medida el camino matemático griego
nos lleva hacia la realidad. Después de la confirmación del descubrimiento del
bosón de Higgs muchos físicos teóricos han creído que estamos a las puertas del
descubrimiento de una teoría final de todas las cosas, pero a la vista de las
nuevas dificultades surgidas, no es así. Todo lo cual pone en
duda de que el camino matemático sea el
camino seguro hacia la realidad.
Lo
más interesante de la ciencia no son sus afirmaciones explícitas,
sino las implícitas, porque ellas generalmente tienen alcance metafísico. Un
buen ejemplo son las contenidas en sus proposiciones cosmológicas, pero también
en la postura materialista y mecanicista de la ciencia del siglo XIX.
Positivistas y fenomenólogos hablan de la actitud antimetafísica de la ciencia
pero esto es confinar a la ciencia a la suma de sus fórmulas matemáticas. La
verdad es que ciencia no puede escapar de la metafísica y la contiene
implícitamente al ofrecernos proposiciones sobre la naturaleza última de la
realidad. El punto de partida de la ciencia es excluir fines y valores o
deshumanizar la naturaleza y con ello se cree libre de la metafísica. Pero la
verdad es lo contrario.
Pero
la metafísica de la ciencia no es espiritualista como la poesía, sino,
que por la forma es idealista (el mundo es propuesto matemáticamente) y por su
contenido es realista (el mundo es dado).
Esto
quiere decir varias cosas, entre ellas, primero, que la ciencia no tiene la
primacía de interpretación de la realidad, segundo, que la ciencia no consiste
únicamente en conexiones necesarias, tercero, que no puede eludir a la
metafísica, y finalmente, que hay otros modos válidos de comprender la
realidad. Lo cual no significa esfumar el conocimiento en puras
interpretaciones subjetivas, como propone el pragmatismo de Rorty y la
ontología débil posmoderna de Vattimo, sino, que los diversos modos simbólicos
de interpretar la realidad son reproducciones parciales o sectoriales de lo
real y no meras construcciones mentales aprobadas por una comunidad
interpretante.
Pasar
de lo físico a lo vivo y a lo espiritual requiere de un simbolismo diferente
que tiene que ver con interpretaciones basadas en hechos. El símbolo
cognoscitivo humano está condicionado tanto por la configuración objetiva del
mundo como por la forma subjetiva humana. Por tanto, la verdad simbólica no se
agota en la forma de la conciencia.
Lima,
Salamanca, 19 de enero 2014