CHAMANISMO, HOROSCOPÍA Y PROFECÍA
EN EL PERÚ ANTIGUO
Gustavo Flores Quelopana
Durante el Incario no se
edificaron pirámides, pero sí muchos templos con varias categorías de ministros
religiosos, que llevan a la convicción que los chamanes no desaparecieron. Así
el jesuíta chachapoyano Blas Valera en su crónica "Las costumbres antiguas
del Perú" enumera a los siguientes: el gran Vilahoma, religioso juez
supremo, era hombre sabio o amauta que vivía en abstinencia, pobreza y soledad;
los Adivinos o huatuc, agoreros célibes que entraban en trance con furor
diabólico para dejar oir al oráculo; y el hechicero o humu, especialista en
sacrificar animales, adivinar en sus entrañas, casados y computistas del año.
Y además de todos éstos había una enorme cantidad de indios
religioso o penitentes, llamados así por su vida anacoreta y solitaria, muchos
se castraban para reverenciar mejor a sus dioses. No hay que olvidar a las
Acllas o Vírgenes religiosas. Es decir, era un mundo profundamente religioso,
lleno de sentido de lo sagrado y lo místico. Pues bien, el chamán en esta
clasificación se identifica con el adivino que con furor diabólico oía al
oráculo. El huatuc es el especialista en el trance místico, realiza el viaje
cósmico, vive la hierofanía de la vida sagrada, trasciende la condición
profana, visita el mundo de los espíritus y su simbolismo está insuflado de
cosmografía espiritual.
Todo indica que en el Perú precolombino las culturas
regionales tempranas heredaron el Periodo arcaico Tardío (8 mil al 3 mil a.n.e)
y del Periodo Formativo (1,800 a.C. al 200 d.C.) la representación del mundo en
tres zonas cósmicas separadas entre sí por límites fronterizos que sólo los
podía atravesar el chamán, a saber, el Infierno, la Tierra y el Cielo. Todo
este largo tiempo es de especialización en la ascención extática del chamán.
Huacas y chamanes eran los instrumentos para establecer contacto con el mundo
de los espíritus (dioses, espíritus, demonios, antepasados, muertos, animales
míticos).
En el Muro complejo Moche de la huaca de la Luna se observa
una figura humana central encerrado en una línea oval u ovoide. La alusión es
tremendamente significativa porque simboliza que el fin de la experiencia
mística del chamán es trascender el tiempo y el espacio para metamorfosearse en
el éxtasis ascensional en un aninal-antepasado como espíritu auxiliar,
trascender la condición profana y recuperar la existencia paradisíaca del
tiempo mítico. Todo el simbolismo es una hierofanía, una cosmografía aérea de
contacto con el mundo espiritual.
La forma oval de dicha figura central simboliza al huevo,
el cual significa la idea de morir para nacer, muerte en el mundo profano y
resurrección en el mundo sagrado. Cada uno de los demás dibujos representan
objetos mágicos que poseen un simbolismo particular y desempeñan su cometido en
la preparación del viaje extático del chamán. El Muro mismo representa un microcosmos,
límite mágico que separa la Tierra del infierno y del Cielo. Todo resume el
itinerario y la aventura del chamán.
Sin embargo, dicho viaje tuvo su repercusión en este mundo
profano porque las evidencias arqueológicas arrojan el resultado que dichas
ciudades fueron abandonadas más o menos al mismo tiempo a lo largo de todo el
territorio del Perú antiguo. Esto es casi como afirmar que se esperaba un gran
acontecimiento cósmico que revelara el mensaje de los dioses. El tiempo se
cumplió, todas estas culturas colapsaron repentinamente. Pero no se trató de un
colapso sino del cumplimiento del tiempo profano y la realización de las
profecías chamánicas, a saber, la unión del Cielo y la Tierra y el inicio de
una nueva era. Un gran Pachacutec o cambio del mundo tuvo lugar, la horoscopía,
la mántica, la magia y el oráculo así lo decian. No fue un Apocalipsis o
destrucción sino un Pachacutec o renacimiento.
El chamán moche, nazquense o tiahuanaquense es sólo un
conducto místico por el cual se restablece la solidaridad cósmica entre el
Cielo y la Tierra. En los tiempos míticos primordiales cada miembro del clan o
la tribu podía convertirse en un modelo ejemplar, pero perdida aquella edad
semejante relación íntima está reservada exclusivamente a los chamanes. En el
fondo se trata de la recuperación de la condición humana cuando hombres y
dioses vivían en solidaridad.
Al parecer entre los siglos I y siglo VIII de nuestra era
en el antiguo Perú se vivió un gran apogeo del chamanismo, podemos decir que
fue su edad dorada, y a esa época pertenecen la cultura Nazca y la cultura
Moche, las más chamánicas que por estos lares se han conocido. Fue el tiempo de
la edificación de imponentes conjuntos piramidales, se esculpió el hombre
volador en la puerta de Tiahuanaco y del trazado de las líneas de Nazca. No se
puede descartar un contacto religioso entre ambas culturas y, al contrario, hay
que suponerlo. Si es así entonces el clima chamánico-místico era panandino y en
la cual también estaban insertas las culturas Recuay, Cajamarca, Lima, Vicus y
la enigmática Tiahuanaco. Todo lo cual no sería sino la culminación de un
potente proceso religioso que se retrotrae hasta tres milenios a.n.e. con las
pirámides y el altar del fuego de Caral y al templo de la cultura Chavín.
Los geoglifos de Nazca y las huacas del Sol y la Luna, como
todas las demás huacas-pirámides, no son observatorios astronómicos sino
centros ceremoniales chamámicos donde se ejercita la técnica de integración
mágica con el mundo de los espíritus y en donde se opera la
transustancialización del chamán en un ser sobrehumano capaz de volar y ser la
encarnación de un ser mítico (antepasado, animal, dios).
También hay que incluir el beneficio curativo del contacto
con los dioses. Seres sobrenaturales descienden en la ceremonia chamánica,
seguido de un dios que lleva al chamán hasta el cielo. Tras largas danzas y
cantos se cae en trance, se visitan regiones del más allá, ven el alma de los
muertos, a distintos espíritus, a semidioses o al ser del cielo, con el fin de
recuperar la situación primordial y abolir la decadencia actual del universo.
El enorme tamaño de los geoglifos de Nazca puede estar
relacionados con el poder de volar que adquieren los chamanes poderosos. El
vuelo chamánico está asociado con el rito mágico de ascensión al Cielo y
comunicación con los dioses. Además, se atribuye visión a los espíritus del
Cielo, ellos también debían ver dichas figuras desde lo alto. De ahí el enorme
tamaño de los geoglifos. Sin una visión mística, iniciática y sacra es
imposible comprender el mundo ancestral precolombino.
El tema fundamental del chamanismo andino y amazónico es el
mismo al del chamanismo universal ancestral, a saber, la ascensión celeste y la
resurrección simbólica del hombre.
Las figuras de las líneas de Nazca representan los dioses,
espíritus auxiliares y seres mágicos que ayudan al chamán en su viaje al Cielo
para alcanzar la cima del mundo cósmico. Todas las figuras de la pampa de Nazca
son un puente entre el Cielo y la Tierra para efectuar el rito de abolición del
tiempo profano y restauración del tiempo mítico y de la época paradisíaca
antaño accesible a todos los humanos.
Lugar muy importante en toda huaca es el lugar donde el
chamán debe entrar en trance extático o debe dormir. Es en sueños la vía regia
por donde llega la vida sagrada por excelencia y es donde se establecen
relaciones directas con los dioses, los espíritus y las almas de los
antepasados. En el sueño queda abolido el tiempo histórico y restablecido el
tiempo mítico, lo que permite al chamán presenciar el comienzo del mundo, a la
cosmogonía y a la teogonía primordial.
La presencia de pájaros y la serpiente en el Muro complejo
de la huaca de la Luna representa el don de profetizar. La serpiente y las aves
son animales mágicos, receptáculo del alma de los muertos o de la epifanía de
los dioses. El chamán al hablar el lenguaje de los animales en palabras
incomprensibles restaura la situación paradisíaca en el albor de los tiempos
antes de la catástrofe primordial, cuando el hombre podía hablar con los
animales, volar, no morir, y transformarse en animal. Hablar el lenguaje
secreto de los animales es lo que le permite transitar libremente en las tres
zonas cósmicas: Cielo, Tierra e Infierno y obtener profecía.
El éxtasis místico del chamán moche corresponde a la forma
extática ancestral. La mística superior excluye la posesión del espíritu de plantas,
animales, astros, semidioses, espíritus de los muertos o seres del inframundo,
para consistir en la comunicación directa con el Creador o Dios Supremo. En el
mundo moderno conviven ambas formas de mística y señalan el mismo rebasamiento
de la condición humana profana.
Las figuras animales y de plantas del muro complejo de la
huaca de la Luna son espíritus auxiliares y espíritus protectores que preparan
al chamán moche para el viaje extático a los cielos o a los infiernos. Las
figuras de las olas del mar es la invocanción por el chamán del ser divino o
semidivino del gran Señor del Mar. Las estrellas y planetas tienen también el
mismo rango. El chamán dispone de todo un panteón de seres divinos o
semidivinos, espíritus auxiliares, espíritus custodios, espíritus de plantas,
de animales y de astros para obtener una visión poderosa.
Una metafísica de la visión preside el éxtasis chamánico,
que no es otra cosa que una muerte ritual o rebasamiento de la condición humana
profana.
Las representaciones del muro complejo de la huaca de la
Luna son visiones de sueños y revelaciones chamánicas, que hablan del éxodo del
espíritu sagrado de los moches desde una dimensión temporal hacia otra
dimensión transtemporal. Es la revelación extática de un ascendente viaje
cósmico por el vuelo mágico del chamán, con ayuda de espíritus principales y
espíritus auxiliares, hacia la morada del Ser divino celeste.
Se trata de una época de auge del chamanismo en América del
Sur. Época en que los chamanes obtenían el derecho divino directamente de los
espíritus celestes. Dichos poderes mágicos fueron la base del apoyo de la
comunidad para la edificación de pirámides monumentales. El chamán no era el
sacerdote, ni el chamanismo era la religión. El chamán es el especialista en la
relación con los espíritus, el dominio del fuego, el vuelo mágico, el descenso
al infierno y el ascenso al Cielo. Su gran influencia se debe a que alcanza una
perspectiva transtemporal, es el receptáculo del mensaje de los dioses y es un
especialista en la manipulación de lo sagrado. El elemento esencial de sus
sueños y sus éxtasis es el diálogo final con el Ser celestial.
Las huacas del Sol y de la Luna son grandes pirámides
consagradas a ceremonias chamánicas. El chamán moche inicia su viaje extático
ayudado por bebidas alucinógenas para venerar al Sol y a la Luna. Los altos
terraplenes de las monumentales pirámides sirven para que el chamán moche logre
una experiencia extática espontánea observando en una visión a los planetas y
otros astros. También el espíritu de los poderosos chamanes muertos acude para exteriorizar
la vocación chamánica del chamán vivo y relacionarlo con los espíritus que lo
llevan al Cielo. Dichas huacas y sus altorelieves no se explican por fines
astronómicos sino por fines mánticos y de comercio con los seres celestes,
semidioses y el espíritu de los muertos. Lograr ver con ojos místicos el
destino del pueblo moche era sólo uno de los elementos simbólicos centrales que
hablaban de su triunfo sobre la condición de la vida profana. Dichos
asentamientos fueron abandonados porque el mensaje del destino sagrado de los
moches estaba cumplido. Esta interpretación chamánica es también aplicable a
los geoglifos de Nazca.
Salamanca, Miércoles
02 de diciembre 2020