VISCARDO Y GUZMÁN: Filósofo
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
Juan Pablo Viscardo y Guzmán (1748-1798), representa la
maduración criolla del pensamiento emancipador dentro del reinado del peripatetismo
reformista.
Prócer jesuita y escritor criollo, autor de la
célebre “Carta a los españoles americanos”, en la que incitaba a los criollos
de América a luchar contra la opresión española y formar un estado soberano. Se
presume que este documento fue escrito en 1791 a su paso por Francia,
convulsionada por la revolución, rumbo a Inglaterra. Su publicación póstuma data de 1799, cuando Viscardo
dejó sus papeles a Rufus King, ministro de Estados Unidos en Inglaterra, quien los entregó al líder patriota venezolano
Francisco de Miranda, el cual escogió de entre esos papeles la "Carta…",
escrita en francés y la hizo imprimir en Londres en 1799, con pie falso de
Filadelfia (Estados Unidos). Después lo publica en Londres en idioma español en
1801.
Por este documento ha sido reconocido por los
historiadores reunidos en el tercer congreso de Historia de América realizado
en Buenos Aires, como el “primer precursor ideológico de la independencia
americana”. Lo cual es inexacto. Pues el primer precursor ideológico y rebelde en
proclamar la Independencia de América fue Túpac Amaru II. Más bien, Viscardo y
Guzmán fue el primer precursor ideológico “criollo” de la Independencia americana”.
Cuando el rey Carlos III en 1767 expulsa a los
jesuitas de España y sus dominios en 1767 , Viscardo y sus compañeros fueron
arrestados y embarcados rumbo a España. Arriba a Cádiz y se le prohíbe, bajo
pena de muerte, volver al Perú. Conmovido por la rebelión de Túpac Amaru II en el Perú en 1781, se pone en contacto con el cónsul
inglés en Liorna, para que Inglaterra, entonces en guerra con España, ayudara a
las colonias hispanoamericanas a lograr su emancipación. Se ofrecía como guía-intermediario
porque conocía el idioma quechua, su lengua materna. Ignoraba que la rebelión tupacamarista había sido
debelada. Sus argumentos interesaron a los ingleses, quienes lo invitan a Londres ese mismo año.
Los hermanos Viscardo viajaron de incógnito, por vía de Alemania. En 1782 arribó a
Londres y escribió una carta al gobierno británico, instándole a enviar una
expedición hacia Sudamérica, cuya primera conquista debía ser el puerto de Buenos Aires, destinado a convertirse en la base para el avance hacia el
territorio del Virreynato del Perú.
Estos planes interesan con
más fuerza a los británicos tras perder en 1783 sus trece colonias de América
del Norte. En Londres permaneció durante dos años. En ese lapso se produjo un
cambio de gobierno en Gran Bretaña y se firmó la paz con España, por lo que los
planes de Viscardo dejaron de interesar a los británicos. En 1791 inició otro
viaje a Londres, pasó por Francia, entonces convulsionada por la revolución, donde presumiblemente redactó su
famosa "Carte a los españoles americanos".
En 1795 finalmente en
Londres, pero su esperanza de ayuda se vio truncada por las circunstancias
internacionales. Continuó en Londres hasta su muerte, tratando de interesar a
la corte británica. Enfermo y empobrecido, falleció en febrero de 1798. Tras la
publicación de la “Carta” por Miranda, el documento se propagó en el continente
americano, y contribuyó a incitar el sentimiento emancipador contra el régimen
español. Los restantes legajos, conservados por Rufus King, pasaron a integrar
los fondos documentales de la Sociedad Histórica de Nueva York. Casi 200 años
después fueron descubiertos por Merle E. Simmons, siendo publicados en 1983.
El prócer jesuita es un ilustrado autóctono y un
peripatético reformista, esto es, un neoescolástico adosado con ideas libertarias
del 800. En Hispanoamérica las sotanas se pusieron el gorro frigio
revolucionario. El espíritu humanista y liberador de la filosofía virreinal se
radicaliza. Efectivamente, bebe del modelo liberal revolucionario pero para
actualizar las potencialidades emancipadoras de una revolución cristiana
restauradora. La revolución que propugna es moderna porque es restauradora,
esto es, en la medida en considera que las ideas del Providencialismo cristiano
son eternas y se han visto traicionadas por el absolutismo de la corona española.
De manera que, nuestro prócer jesuita toma distancia de la silogística
peripatética escolástica pero se abraza con mayor fervor al numen libertario del
peripatetismo cristiano católico, con lo cual se muestra unido a la utopía
moral probabilista de la primera mitad del 700 y al humanismo teológico
lascaciano.
De ahí que mientras su contractualismo es económico
el contractualismo liberal es político. En Viscardo se vuelve más nítido que la
ilustración peruana del 800 no es liberal como
la europea, sino que está presidida por una concepción trascendentalista
guiada por el plan divino a realizar. Su objetivo de lograr la independencia de
los españoles americanos –criollos, mestizos e indígenas- implica para Viscardo
la corrección de las deformidades de un gobierno tiránico, que deformó la auténtica
religión, emprendió una desvaída evangelización y terminó violando el pacto con
sus súbditos. Su concepción del Estado es organicista y se adhiere a la
monarquía constitucional. La teoría política y jurídica de la neoescolástica
barroca constituye su fundamento teórico –soberanía popular, derecho natural,
tiranicidio-, el élan que lo impulsa es el liberalismo revolucionario francés, su
pathos es la metafísica realista y el ethos es la religión cristiana.
La gran incógnita que se suspende en su pensamiento
es si su adhesión a la monarquía constitucional hubiese permitido una Casa real
indígena. Esto lo ponemos en duda por cuatro razones: (1) se entusiasma por la
rebelión tupacamarista pero ello no significa necesariamente una aceptación de
su programa en todos los términos, (2) su énfasis en la evangelización, la
soberanía popular y contra el tiranicidio lo llevaba hacia una colisión contra
el nuevo absolutismo incásico, (3) la matriz cultural hispánica neoescolástica
tenía pocas probabilidades de sobrevivir en caso de restauración del
Tahuantinsuyo, y (4) porque en el modelo de visión política cristiana basado en
la distribución del bien común a partir de la idea de libertad individual, no
coincide con el modelo de visión política indígena basado en la distribución
del bien común a partir de la idea de comunidad o ayllu. Dentro de la tradición
cristiana el derecho a la libertad es el más importante al que no debe
renunciar ningún hombre, dentro de la tradición indígena la comunidad y sus
derechos están sobre los del individuo. La primera fecunda la democracia,
mientras la segunda fertiliza el despotismo.
En una palabra, Viscardo y Guzmán tiene el mérito no
sólo de problematizar el Perú, sino de hacerlo desde las canteras revolucionarias
del pensamiento cristiano virreinal. No fue un republicanista sino un
monarquista constitucional, su racionalidad no es instrumental más bien
organicista y su liberalismo no es político sino económico.
Lima, Salamanca 27 de enero del 2016