MOZART Y EL PRINCIPIO DEL PLACER
Gustavo Flores Quelopana
¿Es la música de Mozart la búsqueda del Paraíso Perdido del vientre materno? ¿Fue toda su vida un narcisista que vivió en función del principio del placer? Mozart fue un genio incomparable en la historia de la música. Sería inútil buscar explicación a su genio. Los genios están fuera de toda regla y explicación. No obstante, resulta interesante pensar su música en relación con su madre.
La naturaleza infantil de Mozart, que lo hacía comportarse según el principio del placer y pocas veces bajo el principio de la realidad, puede verse como la sublimación de sus impulsos pulsionales de recuperar la intensa felicidad que sintió en el vientre de su madre. Se cuenta que Mozart nonato oía música desde el cálido y feliz vientre de su madre. Música y felicidad desde el vientre de la madre son sinónimos en el caso de Mozart.
Su música no sólo sería una forma de recuperar aquella felicidad sentida en el vientre materno, sino que toda su música sería la expresión no de un sentimiento incestuoso y sí, más bien, de tener presente aquella felicidad intrauterina mediante el arte musical. Todo esto es tanto como decir que su música fue la forma inconsciente de recuperar el placer sustitutivo en su madre. Mozart fue un caso paradigmático de sublimación artística de aquella unidad perdida durante el primer año entre la diada madre-infante.
Mozart pierde a su madre a los 22 años y a su padre a los 27. Ambas pérdidas fueron golpes durísimos. A los 26 ya había contraído matrimonio. Es curioso que su mujer no haya sido una mujer-madre, sino una mujer-niña. Escogió una mujer lúdica como él. La muerte le sobrevendrá a los 35 años. Y su viuda Constanza esta vez sí se dejó guiar por el principio de realidad casándose con un hombre solvente que se hiciera cargo de su hijo.
Freud señaló que la música, la pintura, la literatura, incluso la investigación intelectual, podía verse como sublimación de los impulsos libidinales. En ese sentido, Mozart encontró en la música también una vía de escape y un potente atenuante a las presiones de la vida civilizada aristocrática de entonces.
Mozart nunca se llevó bien con los nobles, no era un Haydn, era más parecido al independiente Beethoven. Para colmo nunca fue realista con el dinero. Tanto es así que su precaria economía -la investigación moderna ha demostrado que despilfarró muchísimo dinero en apuestas de billar y juegos de azar- terminó por fatigar su cuerpo y quebrar su vida. No en vano, los genios muchas veces no se acuerdan de alimentarse, suelen ser excesivos e irrealistas en cuestiones prácticas como la familia, los amigos, la salud y el dinero.