LA
PREHISTÓRICA IDEA DEL ALMA
La verdadera metafísica primera de la
humanidad
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
Lejos de ser
fantasía la vida eterna o experienciar el ser del hombre unido al ser de la
divinidad, es un medio efectivo de la evolución racional humana.
Aquí me voy a
referir estrictamente a la idea prehistórica del alma, la cual implica
conexiones más profundas con otras ideas más elaboradas pero asombrosamente
antiguas.
Este análisis lo
retomo después de varios años y ha vuelto a mi espíritu después de un debate sobre
Modernidad y Colonialidad en la Universidad de San Marcos sobre el filosofar
ancestral. Entiendo que lo fundamental no es la colonialidad del poder sino la
colonialidad de la razón. Y en la colonialidad de la razón juega un papel capital
el eurocentrismo filosófico. Al mentar dicha evidencia del hombre prehistórico
advertí un silencio sepulcral y un desconcierto abismal. Y que la universidad
actual ha devenido en conservadora y ha convertido a los filósofos en administradores
del saber adquirido sin afán de renovación.
Por tanto, sólo
tangencialmente aquí tienen importancia las ideas babilónicas y egipcias de que
sin dios morimos y sólo él puede acoger la muerte con luz y gloria. Es más, tampoco
será prioridad aludir a la antiquísima religión hindú, donde el alma pierde su
individualidad en lo eterno pero no su conciencia. Mayas, aztecas e incas
creían que la muerte eran momentos de la existencia. Las religiones del África
negra siguen creyendo en la sangre sagrada de la Gran Madre Tierra.
Pero aquí nos
intriga profundamente la idea del alma de aquellas criaturas humanas que desde
el Neandertal o sea hace ¡80 mil años! efectuaban enterramientos con ritos y
ceremonias religiosas. ¿Tenían idea del alma? ¿Es esta idea prehistórica del
alma la mayor evidencia de que el hombre es una criatura metafísica? ¿Esta idea
supone la forma conceptual o simbólica? ¿Llevó la idea del alma a la idea de lo divino? ¿Qué tipo de reflexión implican estas ideas prehistóricas sobre el
alma: animista, mitológica, lógica-conceptual?
Cuando en 1856 se descubrió el primer entierro de un
Neandertal en una cueva del Valle de Neander, en Alemania, nadie le dio el
significado debido. Solo después del descubrimiento de un entierro en Spy (Bélgica)
en 1885, y otro en 1908, en la cueva de La Chapelle-aux-Saints, en Francia, una
fosa que contenía los restos de un cazador, rodeado por huesos despedazados de
animales y menesteres de sílice.
En 1912, los hallazgos de tumbas cerca de La Ferrassie dieron
origen a sistemáticas excavaciones cuyos resultados en 1934, no dejaban dudas
sobre ritos, ceremonias y creencias muy elaboradas. En Crimea, sobre el Mar
Negro, se encontraron, en 1924, tumbas en la caverna de Kiik-Koba. En 1930 el
hallazgo de fósiles en el Monte Carmelo, cerca a la ciudad de Haifa.
Pero el
descubrimiento más asombroso de todos ocurrió en 1960 en la caverna de
Shanidar, en los montes Zagros, al norte de Irak, donde con una antigüedad de
unos 60 mil años, encontraron los restos de 6 Neandertales. Se encontró la sepultura
de un cazador sobre un lecho de ramas y flores, con grandes cantidades de polen.
El
resultado de las indagaciones era que los Neandertalenses desde hace 80 mil
años enterraban a sus muertos, apreciaron la maravilla de la vida humana con
mayor claridad que sus precedentes, y buscaron preservarla. Los entierros significan
que tuvieron creencias sobre una esencia humana -alma o espíritu- que sobrevive
a la muerte.
El
enterramiento neandertal significa la primera evidencia de modalidad ontológica
postpersonal. Pero esta idea de que la muerte no es el final, que es una
creencia abrumadora de la humanidad, se reviste bajo la forma de un pensamiento
animista, mitológico o conceptual? Kant
en su Crítica del Juicio admitía en el ámbito estético “ideas sin concepto”. Yo creo que hay que extender dicho
planteamiento kantiano a diversos planos de la vida humana, sobre todo para
etapas prehistóricas.
Es
decir, el hombre prehistórico captó de forma puramente intuitiva la primera
idea metafísica de la historia de la humanidad, a saber, la idea del alma. Esto
significa que la metafísica del hombre primitivo, y ni siquiera hablamos del
hombre cromagnon, evidencia el ejercicio del pensamiento sobre la base de la
mera intuición sin mediación conceptual.
Pero
esta idea sin concepto del alma que sobrevive a la muerte, ¿es producto de las
cosas mismas o del sentido de inmortalidad humana? Si optamos por lo primero
aceptamos el objetivismo de la vida después de la muerte. Si optamos por la
segunda solución canonizamos la subjetivización de la idea de inmortalidad.
Pero aquí no se trata de nosotros, sino de la concepción intuitiva del hombre
prehistórico.
Para
responder a la pregunta sobre cómo concebía el hombre prehistórico la idea del
alma que sobrevive a la muerte es inevitable referirnos a la creencia en el
otro mundo, los fantasmas y los sueños. El mundo onírico, los fenómenos preternaturales
y sobrenaturales, y la idea de otro mundo, tienen para la mente humana prehistórica
la evidencia de una verdad incontrovertible. Son acontecimientos objetivos
incuestionables.
Desde
esta base la idea de la vida después de la muerte tuvo que tener un impacto
profundo sobre la evolución racional y ética de la conciencia humana. Aquí
todavía no hablamos de religiones ni de mitos, sino de lo numinoso. O sea de la
manifestación preternatural y sobrenatural del fenómeno religioso y trascendente. Es en este
contexto cuando lo religioso aparece con mayor fuerza y nitidez como religación
de lo humano con lo divino.
En otras
palabras, lo que sobrevive del hombre no lo hace para vagar de modo incierto en
el más allá, y sí, más bien, conduce hacia la idea de una primera soteriología
y teleología intuitiva donde el alma sobreviviente guarda un fin superior en el
más allá.
Esta
idea prehistórica del alma guarda dentro de sí una intención mítica y es una
prueba de que la metafísica intuitiva es más remota que la mitología. A la luz
de estos razonamientos, es difícil estar de acuerdo con G. Gusdorf (Mito y metafísica) para admitir que la
mitología encierra una metafísica primera. Afirmo, más bien, que el pensamiento
prehistórico siendo pre-mítico encierra la verdadera metafísica primera del
pensamiento humano.
Si esto
es cierto, como creo que lo es, entonces plantea un desafío a mi propia teoría filosófica
mitocrática. Pues, cómo concebir esta forma de pensar substancial prehistórica.
Por un lado, confirma que el hombre es la criatura filosófica por excelencia. O
sea que se pregunta por las cosas esenciales del universo. Por otro, antes que
el mito es la intuición la forma que tiene la razón para responder a los enigmas
del cosmos. Y por último, que antes que la forma mitocrática de filosofar hay
una forma anterior que corresponde a la humanidad prehistórica. ¿Cómo llamarla? Me
ratifico en mi primer planteamiento al respecto (Las filosofías marginadas). La denomino el filosofar empiriocrático. Denominación que no tiene nada que ver
con la filosofía del empiriocriticismo de Mach y Avenarius, sino con una forma
de pensar capaz de extraer intuiciones generales de experiencias particulares.
El
filosofar empiriocrático sería la forma de filosofar del hombre prehistórico. Y
esto lo afirmo para escándalo y sorna de los filósofos eurocéntricos conceptualistas,
para quienes la filosofía solamente es discurso conceptual, o sea la forma
griega. No importa. La humanidad sabrá tener compasión del dogma eurocéntrico.
Lo real
es que el hombre de todos los tiempos siempre se ha sentido desconcertado y
asombrado por las situaciones límite de la existencia. Y el hombre prehistórico
no fue la excepción. Filosofó a su manera y a su nivel intuitivo. Luego con los
milenios vendría la forma simbólica del filosofar mitocrático, al cual
sucedería el filosofar conceptual de Grecia.
El
nacer, morir y sobrevivir despertó el asombro del hombre prehistórico y sobre
esta experiencia fecundó la idea de la vida más allá de la muerte. La evidencia
de los entierros de hace 80 mil años del hombre de neandertal así lo
testimonian. Esta capacidad de la razón humana –ya sea en su forma intuitiva,
mitológica o conceptual- para elevarse de lo particular a lo general, de lo mortal
a lo inmortal, de lo finito a lo infinito, es uno de los grandes enigmas de la
condición humana llamada siempre por lo Absoluto.
La prehistórica
filosofía empiriocrática permite a la humanidad naciente subsistir y enseña que
la primacía de lo vivido no se limita a lo sensiblemente experimentado, sino
también a la experiencia espiritual.