LA MODERNIDAD ENVEJECIDA. CÓMO LA ERA DESHONESTA LLEVA AL MUNDO A SU FINAL. Escrito con acerada concisión el libro muestra cómo nuestro tiempo se debate en la negación de la verdad, la posverdad, el nihilismo, el relativismo y el totalitarismo de las megacorporaciones privadas de occidente. Y todo ello acontece en un contexto inequívoco de decadencia civilizatoria.
E X O R D I O
El hombre de
nuestra posmodernidad vive encandilado y no despierta de su supuesto Paraíso dionisíaco
de posverdad y ubérrima libertad. El transhumanismo le promete mediante la
tecnociencia mejorar la condición humana y el capitalismo lo hipnotiza con el
hiperconsumo de las masas. Todo marcharía sobre ruedas si es que las alarmas
sobre el deterioro climático y humano no dejarán de sonar, pero su ulular
también es sofocado por el entretenimiento narcisista de las redes sociales que
brinda el capitalismo digital.
Pero contra lo que se
podría seguir pensando no vivimos el auge de la Modernidad en la Posmodernidad,
sino todo lo contrario, vivimos en la posmodernidad una Modernidad Envejecida. Es
nuestro oxímoron vital. Y esta esclerosis se advierte en los planos ético,
político, económico, científico y espiritual. En lo ético el relativismo,
anetismo y lo antinormativo predomina. En lo político el mundo unipolar se
vuelve más cínico y belicoso. En lo económico el capitalismo digital completa
la extinción y la abolición de la fuerza de trabajo como mercancía de valor de
cambio. En lo científico la clonación y la hibridación apuntan al horizonte
poshumano. Y en lo espiritual bulle el nihilismo, el escepticismo, las fake
news y la deshonestidad.
Vamos hacia un mundo más
desigual, injusto, falso, manipulado, desvergonzado, donde los fines sociales
desaparecen en favor de los fines individuales y las minorías enfurecidas. Esta
desvigorización del pathos de la modernidad capitalista contiene todos los
signos terminales del envejecimiento civilizatorio. Lo terrible es que ese
cuerpo enfermo blande en sus manos poderosas y letales armas de destrucción
masiva. La modernidad envejecida dibuja nubarrones oscuros. Habrá que guarecernos,
porque después del chubasco se tendrá que salir a reconstruir la humanidad
entera.
Este libro es una colección
de fragmentos con ideas turbadoras, destellos proféticos y frases deslumbrantes
que liberan la mente al ritmo del alma en sus intervalos creativos.
PRIMERA SERIE
“EL PROBLEMA”
I
La modernidad
envejecida comenzó con el capitalismo salvaje del neoliberalismo y se profundiza
con el capitalismo digital de la vigilancia y redes sociales. La fosilización
de la civilización moderna acaba en búsqueda del robotismo humanoide y en
barbarie cultural.
II
La modernidad envejecida del
capitalismo digital finiquita la extinción del trabajo mediante la inteligencia
artificial. Ello representa la desaparición de la fuerza de trabajo como valor
de cambio, y se dirige sin darse cuenta hacia la abolición de la apropiación
privada de la riqueza social.
III
La modernidad envejecida protagonizará
la puesta del último clavo en el ataúd del capitalismo mediante la tecnología
cibernética. Las fuerzas productivas que despertó empujan hacia su última mutación
que ya no será capitalista, sino socialista.
IV
La última mutación del
capitalismo será socialista -siempre y cuando no provoque un desastre
termonuclear-. Lo cual no debe sorprender, porque en su esfuerzo por sobrevivir
fue adoptando medidas socialistas a lo largo de su existencia -seguro social,
pensión de jubilación, indemnización laboral, seguro de desempleo, educación
gratuita, cupones de comida, vacunas gratuitas, etc.-.
V
Si la última mutación
capitalista al socialismo no sobreviene por una revolución comunista eso no va
en desmedro del socialismo sino del capitalismo, porque la modernidad envejecida
del capitalismo digital consumó la pérdida de la identidad personal y el
control digital-mental de las masas.
VI
En la modernidad envejecida
el individuo es enemigo del ciudadano, porque sólo se interesa por su propio
bienestar sin importarle el de la ciudad.
VII
La modernidad envejecida ya
no mira a la ciudad justa, sino a los derechos humanos concebidos como derecho del
individuo a elegir su propio estilo de vida. Ya no existe la sociedad, sólo
existe el individuo.
VIII
La modernidad envejecida
tiene tres fases, a saber, capitalismo de bienestar, capitalismo neoliberal y capitalismo
digital. En la primera el individuo se ahoga en la abundancia material, en la
segunda se sobrepone a la sociedad. Y en la tercera el avatar cibernético sustituye
a lo individual.
IX
Nada es más ingenuo que
creer que la élite mundial del capitalismo digital de la modernidad envejecida cederá
su lugar a un orden socialista sin luchar. Principalmente porque ello requiere
de una actitud moral que no ha cultivado ni el orden imperante se encarga de
fomentar.
X
En la modernidad envejecida
el hombre-mercancía vive en un contexto de posverdad, donde le resulta fácil el
indiferentismo social y mantenerse ajeno a los grandes problemas mundiales.
XI
En el capitalismo digital se
crea la ilusión de que la tecnología crea la verdad y que ésta se puede
inventar. El resultado es la desfundamentación ontológica del mundo.
XII
Lo más peligroso de la desfundamentación
ontológica del mundo bajo el capitalismo digital es que la realidad se convierte
en un juego. Es un proceso nihilista llamado amablemente por Nietzsche como “vida
dionisíaca”, pero en el fondo es caos luciferino del mundo. Y en ese contexto
la guerra se vuelve trivial y lúdica, una empresa que rinde beneficios. La paz
deja de ser tomada en serio.
XIII
El transhumanismo que
florece bajo el capitalismo digital necesita ponerse a prueba mediante una conflagración
mundial que, en un primer momento, impone el dictado de la élite mundial, pero
que, en un segundo momento, el propio homo deus será barrido por el Prometeo
digital.
XIV
Nada hay más inmoral y
peligroso que las propias fantasías del transhumanismo tecno-utópico. Hacer del
hombre más inteligente sin esfuerzo, más bello e inmortal por eugenesia, capaz
de hacer turismo espacial, y otras lindezas, no son más que aspiraciones del
hombre secularizado, hedonista y nihilista que vive de puro usufructuo y fines
intramundanos.
XV
Nada es más clasista que el
capitalismo digital. Por un lado, turismo espacial, eugenesia y un nivel de
vida sobresatisfecho para la élite mundial, y, por otro, migración forzada, refugio
apátrida, aborto, eutanasia, ligadura de trompas y vida precaria para las
masas. La sofistería de la desideologización del mundo trata de ocultar la exacerbación
de la esencia clasista del capitalismo actual.
XVI
El fin de la modernidad no
es más que un obituario prematuro. La modernidad ha envejecido. Y en su
demencia senil no funciona bien ni la libertad ni la razón. Por ello tiende al
fascismo y al irracionalismo.
XVII
Procura que tu alegría sea
siempre proporcional a tu bondad. Pero en la modernidad envejecida del hombre-mercancía
y sin identidad, la alegría sólo es proporcional a la satisfacción personal y egoísta.
Lo individual termina desconectado de lo social.
XVIII
No siempre lo bello es
bueno, pero lo bueno siempre es bello. Prefiramos lo bueno a lo bello, porque lo
interno reluce verdaderamente, en cambio lo externo reluce falsamente. Más en
la modernidad envejecida sólo reluce la apariencia externa del hombre mercancía.
XIX
Al auténtico buscador de la
verdad se le reconoce por su humildad y bondad, estar lejos de la prepotencia
del rico y de la soberbia del sabio. Más, en la modernidad envejecida a dicho
buscador ya no se le reconoce al imperar la posverdad.
XX
Lo emocional, intuitivo y
mágico de la mujer es el complemento ideal de la fría racionalidad del hombre.
No obstante, en la modernidad envejecida hombres y mujeres se subsumen a la
fría racionalidad de la lógica del capital, se enfrentan como minorías, se
estigmatiza la masculinidad y se enaltece la androginia. Se trata de un
alejamiento de las necesidades profundas del hombre.
XXI
Las sucesivas mutaciones
del capitalismo -mercantil, industrial, posindustrial, neoliberal, digital- no
han sucedido sin adoptar medidas socialistas -seguro social, sindicatos, jubilación,
pensiones, salud y educación pública, salario de desempleo, cupones de
alimentos, etc.-. Todo indica que el capitalismo llegará a su última mutación
completamente socialista cuando la apropiación privada de la riqueza social
deje de tener sentido por el propio nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas antes que por una revolución comunista.
XXII
Incurrir en reformismo es
un pecado imperdonable en la historia cuando el horizonte de la revolución
social está abierto. Pero cuando dicho horizonte está cerrado, por razones
culturales y sociales, se impone ver el reformismo en un plano histórico y como
parte de la revolución lenta de las fuerzas productivas. No en vano las revoluciones
de larga duración son más profundas y consistentes que las revoluciones
episódicas y espectaculares.
XXIII
El capitalismo digital irrumpe
en un horizonte cultural posmoderno, nihilista, relativista y escéptico de la
posverdad. Las masas de la sociedad de consumo muy lejos de ser revolucionarias
son conservadoras, indiferentes, individualistas, solipsistas, hedonistas y
reaccionarias. Ahora el cambio social se volvió inercial, corre a cargo de las
propias fuerzas productivas que empujarán a las masas a un cambio de actitud.
XXIV
El alma sobrevive al cuerpo
como la idea sobrevive al pensamiento. Pero el alma del hombre de la modernidad
envejecida es prosaica, materialista y naturalista. Es esclavo de los fines
intramundanos que impera bajo la secularización de la modernidad envejecida.
XXV
Es imposible no recordar el
pasado en el presente, como tan imposible que el pasado sea el presente. Es una
paradoja de la unidad diversa del tiempo. No obstante, el capitalismo se
caracteriza por la modificación del tiempo. El imperio de la mercancía impone
la dictadura del presente, y en la modernidad envejecida dicho totalitarismo es
tan opresivo que el avatar virtual se constituye en la vía de escape del
presente mismo. En la modernidad envejecida se impone la abolición del tiempo y
del espacio. Pero no todo lo que se tambalea cae. La sociedad universal del mal
y enferma se va derrumbando. Un calco horaciano podría decir que sólo un dios
puede salvarnos, pero en el orden de los hechos en la propia modernidad se
vienen dando las semillas de la propia salvación. A un agónico no se lo salva,
por el contrario, se le deja morir en paz. Lo que vendrá después será algo
nuevo y mejorado. Entonces, ¿cómo volver a empezar? Renaciendo desde el fundamento
ontológico-moral. Un Pacaritambo (renacer) se necesita.
SEGUNDA SERIE
“EL CONTEXTO”
XXVI
El spinosismo
al negar la existencia de la causa libre es en el fondo la separación entre
ética y libertad y con ello precursa los totalitarismos de la modernidad. Antes
Maquiavelo había operado la separación entre ética y política y luego Kant
entre ética y derecho. El capitalismo digital de la modernidad envejecida
vuelve más tentador renunciar a la libertad dejando las decisiones al ordenador
cibernético.
XXVII
La filosofía ilumina la
condición humana, pero también permite superarla. Ahora bien, en la modernidad
envejecida la filosofía se vuelve en mero relato prescindible porque en el
fondo el capitalismo no permite superar al hombre su condición de mercancía consumista.
Por ende, el hombre se vuelve en mercancía en el cual no hay nada que superar.
Reducido a mera naturaleza biológica su perfección es medido bajo el tener y no
el ser.
XXVIII
Cuando somos jóvenes el
tiempo nos contempla pasando a toda prisa, y cuando somos viejos vemos el tiempo
pasando con pausa. Pero en la modernidad envejecida se sobrevalora la juventud
y se denosta la vejez. El resultado es la volición de la memoria, la historia y
se sensatez.
XXIX
El genio es excepcional pero
también es gradual. Y en estas dos formas hay genio en todo lo viviente. No se
trata de una contradicción lógica, sino de una ontológica armonía de los
contrarios. Pero el capitalismo es una sociedad unidimensional, con una
irresistible tendencia a eliminar las contradicciones. Lo unívoco lingüístico impera
sobre lo multívoco ontológico. Por ello se convierte en enemigo de lo genial y
de la vida misma.
XXX
El desapego natural al
mundo, que prima en el alma del artista, el místico y el filósofo, es lo que provoca
una nueva visión del mundo. La modernidad envejecida detiene el surgimiento de
una nueva imagen del mundo degradando la cultura a lo superficial, dinerario y
consumible. El imperio de la nada se fagocita todo lo original, creativo y
genial.
XXXI
El que sólo vive para sí ya
eligió la muerte. El que sabe darse a sí mismo es digno de la vida. Pero el
soberano egoísmo es lo que reina bajo la nihilista modernidad envejecida, y con
ello lo que se tiene es una inmensa masa de zombis que estando viva vive para
la muerte.
XXXII
Toda palabra está preñada
de silencio. Pero hay muchos silencios. La palabra vive no para revelar, sino
para eternar el misterio del mundo. El capitalismo odia del silencio y ama no
el sonido sino el ruido. Y es así porque la mercancía tiene que hacerse notar
sin escrúpulos. El único silencio que ama es el silencio de la justicia social.
XXXIII
Las palabras multívocas porque
son pozos de vida. Pero se convierten en pozos envenenados de muerte cuando se
antepone el interés a la verdad, tal como hace el capitalismo bajo el imperio
de la mercancía.
XXXIV
Si sólo vives para el reluciente
oro, eres como una casa triste sin sentimientos. El capitalismo global
convirtió el planeta en una triste casa que no vive en función del hombre, sino
del condumio y la ganancia.
XXXV
El daño más profundo que se
autoinfirió la modernidad capitalista es no haber respetado el espacio sagrado
del mundo. A esto Max Weber lo llamó “desencantamiento del mundo”. Yo lo llamo “imperio
satanocrático” o la modernidad luciferina.
XXXVI
La modernidad moribunda es
un encadenarse en lo alto de un árbol inane, que nos veda el camino hacia la
recuperación de lo sagrado. La modernidad envejecida es consagración de la
pérdida del sentido del ser y del sentido de lo divino. Sólo preserva lo sagrado
para idolatrar lo inmanente junto a los fines intramundanos.
XXXVII
Es singular cómo la
modernidad envejecida se aferra a la pérdida del sentido de lo divino, pero no
al extravío del sentido de lo sagrado. Es un imperio satanocrático que percibe
con claridad que lo demoniaco impera sobre el privilegio de los fines
intramundanos.
XXXVIII
La élite global occidental sin
más dios que el dinero, el poder y el placer tenía que involucrarse en ritos
satánicos, porque responde al giro antimetafísico del totalitarismo de lo
inmanente sobre lo trascendente. Su impulso hacia lo oscuro es una búsqueda de
compensar la pérdida de la luz del espíritu.
XXXIX
El mundo es un espacio
sagrado porque primero fue pensado por la mente divina. Por eso la naturaleza
no es meramente natural. Y negar ese espacio sagrado daña la propia existencia
humana. Ante la destrucción ecológica por parte de la modernidad envejecida, se
trata de no caer en la adoración panteísta de la naturaleza, ni en las ilusiones
del ecologismo idolátrico.
XL
Si las palabras ponen en
movimiento potencias, ahora se entiende por qué al principio fue el Verbo, el
Logos. Contra el extravío nazi de Heidegger hay que afirmar que Logos es Dios,
es logos unitivo ante toda pluralidad y oposición. La modernidad bastardeó el
logos en mera palabra subjetiva. Hizo justo lo necesario para impulsar el
imperio de la mercancía.
XLI
Los grandes pensamientos
nos pertenecen a todos porque viven en el aire. César Vallejo había dicho: “Toda
voz genial viene del pueblo y va hacia él”. Habría que complementarlo diciendo
que las ideas geniales brotan en la llanura y se condensan en la cumbre. Salvo
que hoy la llanura luce yerma y la cumbre vacía.
XLII
Las ideas como ánimas del aire
nutren el pensamiento. Pero no son indemnes a la contaminación comercial,
publicitaria y de la política. El mercado capitalista se convirtió en una
fábrica intensiva de ideas dirigidas a manipular las conciencias y crear deseos
superfluos como si fueran necesarios.
XLIII
Las buenas ideas viven
mejor en el aire que en los libros. Y esto es más notorio en las normas
morales. Cuando la moral se relaja y deja de ser algo vivo, entonces hay que
convertirla en código escrito para recordarla. Ello es ya una muestra del
empobrecimiento de la vida moral e intelectual.
XLIV
Entre lenguaje y realidad hay
correspondencia analógica. Por ello la poesía es el origen del lenguaje. Más en
un mundo despoetizado y mercantilista el lenguaje se empobrece analógicamente y
se vuelve unívoco.
XLV
La modernidad es
temporalista y antieternalista. Pero Dios está en el tiempo, el mundo, lo
cotidiano, inmanente, intramundano, histórico, aunque su esencia infinita no se
confunde con lo finito.
XLVI
Sólo en Dios el ser esencia
sin el ente. Y sólo en el capitalismo el dinero esencia para sí mismo. Por ello
el capitalismo destila inmanentismo desde su entraña. Pero la índole de su
inmanencia se orienta contra el hombre mismo, pues éste siempre se revela como
portador de valores.
XLVII
Donde tanto se ha amado,
allí está presente lo divino. Y donde tanto se ha ambicionado allí está presente
lo luciferino. La modernidad envejecida lleva la primacía de la ambición a su
pináculo sin control.
XLVIII
Orar es la forma que tiene
lo finito humano de acercarse y llenarse de lo infinito divino. Vender es la manera
de proveerse de medios profanos.
XLIX
En la sociedad de consumo
el hombre vive de puro presente, pues es necesario dejarlo sin pasado para que
no se preocupe por el futuro. Se trata de un instantaneísmo presentista que
distorsiona el sentido del tiempo, acelera la vida, y difumina el sentido de la
existencia en puro hedonismo.
L
La verdadera santidad no es
quietud ni inacción contemplativa, sino actuar incesantemente por el bien. Pero
en la sociedad anética de la modernidad envejecida lo que hay es activismo
incesante por el mal.
LI
La representación que no captamos,
sino que nos capta, y por ello no se convierte en objeto, se llama éxtasis
místico. En la mística no hay una esencia que iluminamos, sino una esencia que
nos ilumina. Nuestra subjetividad no colapsa, más bien se plenifica.
LII
Cuando nuestros ojos llegan
a su fin, es cuando clarea un nuevo amanecer. Más, la tecnoutopía
transhumanista promete la inmortalidad en medio de la inmoralidad.
LIII
De todos los seres el hombre
es el único capaz de atravesar su propio ser. No obstante, en el imperio de la
mercancía capitalista el hombre deja de percibir su propio ser para hacerlo
sólo mediante la posesión y el tener.
LIV
La técnica se vuelve más
orgánica y finalista, porque al acercarse el peligro de la manipulación total, la
esencia de la razón se vuelve contra la razón instrumental, calculadora y cosificante.
La cosa técnica tiende hacia la vida y, de ese modo, se vuelve contra el
capitalismo, que representa la cultura de la muerte.
LV
En la modernidad envejecida
la cumbre demencial de la voluntad de poder del individuo sólo se conserva como
consumidor enajenado. Y como tal deja de pensar y de tomar decisiones libres,
tareas que son delegadas al mercado, el ordenador y las instituciones. La
ontopatía o estar fuera de la realidad es lo característico de las
instituciones imperialistas de la modernidad envejecida.
TERCERA SERIE
“EL DILEMA”
LVI
La superación de los peligros
de la técnica no estriba en ningún pensamiento rememorativo -como cree
Heidegger-, sino en su propia evolución hacia lo organológico y teleológico. La
esencia de la técnica contiene su propia reconciliación con el ser.
LVII
El pensar técnico es el
predominio del ente en términos de control de la naturaleza. Y la supresión del
capitalismo no garantiza la superación del olvido del ser que se opera en su
seno. Sobre el pensar técnico se ha de sobreponer un pensar humanístico que no
divorcie la inmanencia de la trascendencia.
LVIII
Establecer una ética para
la técnica no nos va a salvar de la civilización técnica mientras esté sumida
en la anética civilización capitalista. Por su propia naturaleza el capitalismo
está reñido con la ética, sencillamente porque su fin supremo no es el hombre,
ni lo bueno o lo correcto, sino el plusvalor, la ganancia, el lucro y el
condumio.
LIX
Bajo el inescrupuloso capitalismo
la civilización técnica no es el comienzo, sino el final de la humanidad.
LX
La técnica ha dejado de ser
un medio para convertirse en un fin. Su esencia es que convierte todo en
explotable, desterrando todo lo intangible y sagrado. Exige una frialdad que
hace a un lado lo humano para poner en su lugar al robot, la inteligencia
artificial y todo aquello que no tenga escrúpulos éticos.
LXI
Lo más espantoso de la era
técnica es que el poderío termonuclear está en manos del extraviado y
cosificado mundo capitalista.
LXII
La enseñanza del exótico
mundo filosófico resulta totalmente prescindible en el hedonista contexto
capitalista, obsesionado por la riqueza, el éxito material, el poder y el placer.
LXIII
La filosofía acaba cuando
comienza la acción, pero la acción es susceptible de meditación filosófica. La
llamada filosofía aplicada, en un activismo propio del capitalismo, confunde la
esencia de la filosofía con la praxis.
LXIV
La condición humana evita
la barbarie si mantiene lo inmanente ligado a lo trascendente. Y ello es justamente
lo que divorcia la modernidad capitalista privilegiando lo intramundano.
LXV
Racismo, clasismo,
consumismo han triunfado en la modernidad envejecida, porque la secularización
sólo dejó al hombre fines intramundanos.
LXVI
El hombre masa de la sociedad
de consumo busca compensar su insignificancia llamando la atención sobre sí con
cosas banales.
LXVII
La banalidad es la forma
más elemental que tiene el hombre de defender su ser y de decir: ¡Aquí estoy!
LXVIII
La verdadera patria del
hombre no es su país, sino la moral. Ese es su verdadero lugar, el de la libertad
y responsabilidad. Lo cual no es argumento en favor del cosmopolitismo
neoliberal globalizador, porque el civismo es un valor de índole moral. Pero
bajo el nihilismo de la modernidad envejecida la moral se esfuma y se vive el
monopolio del egoísmo ramplón de las masas o edulcorado de las élites. El
nihilismo dejó al hombre sin patria.
LXIX
Nietzsche con la vida dionisíaca
y Heidegger con el tiempo piensan el ser como abismo sin fondo, carente de
protección y seguridad. En ambos cabalga el demonio del nihilismo moderno.
LXX
La superación de la modernidad
no estriba en la renuncia a la objetividad del ser, sino en el rechazo de reducir
toda representación a objetividad.
LXXI
Praxis, arte, religión,
ciencia, técnica son diversas formas de representación del ente. Por ello,
representación no es necesariamente objetivación que lleva a perder el ser.
LXXII
La modernidad como
enseñoramiento técnico del mundo es el hechizo de la historia por la ciencia.
Pero la ciencia contribuye al imperio del nihilismo en tanto que la voluntad de
poder es la esencia de la técnica junto al predominio del ente sobre el ser.
LXXIII
Pensar hondamente es sufrir,
porque sientes intensamente la infinitud que anhela lo infinito. Pero el hombre
digital tiene una mente acostumbrada a lo superficial, que lo exonera de sentir
la infinitud en su finitud.
LXXIV
La afirmación heideggeriana
de que el sentido del ser es el tiempo, y que el tiempo porta la encarnación
del destino, no sólo es estrecha y falsa, sino que lo puso a la cabeza de ser
el caudillo metafísico de las brigadas de asalto del nazismo. El 1933 Heidegger
interpretó el nazismo como evento metafísico fundamental y en 1961 no se
pronunció sobre el juicio al criminal de guerra nazi Adolf Eichmann.
LXXV
El ateo quiere salir de la
caverna platónica mediante la ciencia, sin fe en un más allá. Al final sólo
retiene la pasión infinita, pero no la pasión por lo infinito. Muere convencido
que la ciencia agota la realidad.
LXXVI
El sueño nietzscheano de
originar una estrella en un mundo sin dioses, se derrumba en la modernidad
envejecida en locura nihilista y destrucción hedonista.
LXXVII
La Verdad se descubre
mediante la libertad, pero no es un invento de la libertad. El capitalismo, que
es una exaltación de la actividad, convierte toda verdad en un invento humano.
LXXVIII
La Justicia es la recta
realización del ser en la verdad. Más, en la modernidad envejecida la posverdad
ocupa el lugar de la verdad, y la justicia es la realización del capricho del
más fuerte.
LXXIX
Democracia que elige la
libertad antes que la verdad se hunde en el caótico relativismo. La democracia
liberal de la modernidad envejecida naufraga en plutocracia porque antepone el
interés del rico a la verdad social.
LXXX
El hombre es arrebato
filosofante, porque nota su suspensión entre el ser y la nada. La cosificación
capitalista lo puede obnubilar, pero la condición humana nunca deja de latir.
Ante esto el nihilismo es el último intento desesperado por librarse del hombre.
En este sentido, la salvación del hombre no está en manos del hombre, sino en
aquella realidad humana que supera lo humano. En buena cuenta, el nihilismo no
se libra del pelagianismo
LXXXI
Vivir es el primer heroísmo
cotidiano que todos afrontamos. Lo cual es más angustiante en la sociedad
capitalista, donde vivir es desvivirse por el sustento diario y la
incertidumbre existencial.
LXXXII
El ser del hombre no se
resuelve retirándose hacia el abismo de la nada, sino resolviendo su finitud en
la cultura. Pero en el capitalismo posmoderno el nihilismo sume al hombre en la
nada despojándole el sentido de su existencia.
LXXXIII
En la civilización la nada
y el mal se hacen presentes constantemente en la barbarie. Pero conservar la paz
y la concordia en una estructura que sistémicamente enfrenta al hombre con su
prójimo es un desafío redoblado.
LXXXIV
La Paz bajo el capitalismo se
ha intentado preservarla bajo el ideal cosmopolita (Kant), el pacifismo (Tolstoi,
Gandhi), el estado tomista mundial (Maritain), el humanismo (Russell, Einstein),
el comunismo (Lenin), la metafísica de la armonía social (Whitehead), la
aquiescencia pragmática (James, Dewey), la confraternidad universal (Reves), la
abundancia (Mather), el individualismo universal (Barton Perry), la racionalidad
comunicativa (Habermas), entre otras. Pero la piedra de toque de la paz es la
justicia extendida a todos los ámbitos de la vida humana.
LXXXV
La guerra ha sido la
continuación de la política por otros medios (Clausewitz). Pero en un mundo
rodeado de armas nucleares se trata de que la política impida por todos los
medios el estallido de la guerra.
LXXXVI
La inteligencia artificial
puesta al servicio del desarrollo armamentístico es un peligro real que puede
llegar a trivializar la guerra, el genocidio y el crimen político.
LXXXVII
La posmoderna malignización
del bien y desmalignización del mal significa sucumbir a la fascinación ante la
nada y el mal. Y esto es lo que implementa la cultura posmoderna del capitalismo
cibernético. El capitalismo digital, en última instancia, es la última forma
metafísica donde la subjetividad es desplazada por el ordenador.
LXXXVIII
Ante el problema límite de la
existencia del mal frente a un Dios omnipotente, sólo resta creer para comprender.
Pero la creencia y la fe es debilitada continuamente en la modernidad
envejecida de índole materialista y consumista.
LXXXIX
Sólo lo eterno redime a lo finito
del triunfo de la muerte y de la nada. Pero la modernidad capitalista no es
eternalista, sino temporalista. Y la tecnoutopía que destila se llama transhumanismo,
el cual encandila con el logro de la inmortalidad corporal.
XC
Ninguna civilización es
eterna, y ninguna deja de caer en los abismos de la aniquilación. Su consunción
se da en un proceso nihilista que termina devorando al hombre en su propia
voluntad de poder.
XCI
Ser humano significa ser
consciente del debatirse constante entre el ser y la nada.
XCII
En la modernidad envejecida
el Occidente contradiciendo todos sus eslogans democráticos empleó neonazis
ucranianos para tensar la situación con Rusia, imponerle, sanciones y mantener
el mundo unipolar.
XCIII
La principal amenaza a la Paz
Mundial es el hegemonismo unipolar del mundo anglosajón secundado por sus
vasallos europeos-
XCIV
Sólo la fe impide el escurrimiento
de lo finito en la nada.
XCV
El sentido del ser es lo
finito plantado ante lo absoluto, el tiempo ante lo eterno, de lo contrario nos
hundimos en la nada.
XCVI
La vinculación humana con
lo eterno no es esquivar la propia temporalidad, sino reconocer que esta vida
tras la muerte no es la única vida. Lo contrario es recordar lo que espetó el insensato
criminal de guerra nazi Adolf Eichmann en el patíbulo: “No soy cristiano, no
creo en la vida en el más allá”.
XCVII
Sólo se evita el reduccionismo
temporalista del hombre reconociendo su sed de Dios, de infinito y vocación de
trascendencia.
XCVIII
Todos los hombres somos
filósofos al darnos cuenta de la máscara que nos reviste ante la interpretación
pública.
XCIX
Una buena esposa ayuda al
marido a ser un mejor hombre. Y un buen hombre ayuda a la esposa a ser una
mejor mujer.
C
La modernidad envejecida se
estancó en el desvarío ontológico de definir la identidad personal dando la
espalda a la identidad humana. El cuestionamiento de la identidad sexual del
ser humano llevó a la fragmentación social en los ficticios derechos de las
minorías. La consecuencia fue una masa enfurecida luchando demencialmente por
sus políticas de identidad.
“PARTICULARIDADES”
CI
Las políticas capitalistas
de identidad han roto tan gravemente el tejido social que no se espera que
pueda sanar esa herida sin cirugía y extirpación del tumor de las minorías.
CII
La tecnoutopía es el imperio
de la civilización técnica que previamente enterró el misterio, el sentido y los
valores del hombre. Ahora a expensas solamente de fines intramundanos el hombre
se siente obligado ser un superhombre, ser su propio diosecillo, yendo más allá
de lo humano. Es el delirio prometeico de la erosión nihilista de la sociedad
postmetafísica.
CIII
La sociedad estadounidense
está siendo carcomida desde dentro por la ideología del derecho de las minorías.
La división profunda del tejido social es reflejo fiel del hombre mercancía en
su extremo y enfermizo individualismo.
CIV
LGTBQ -lesbianas, gays,
transexual, bisexual, pensar fuera de lo heteronormal- son expresión de una
cultura que normaliza lo anormal bajo la fachada de derecho de las minorías. No
es casual que tenga su punto de expansión en el centro del capitalismo mundial:
los Estados Unidos de Norteamérica. Aquí la libertad fue pervertida en libertinaje
mediante un lavado cerebral de las centrales de inteligencia dirigido a dividir
el cuerpo social en minorías sexuales. Es la mayor expresión de la satanocracia
en marcha.
CV
Cerrar los ojos ante el
sufrimiento del inocente nos vuelve cómplices del mal. En este sentido no hay
derecho por parte del Estado de imponer la ideología de género sobre la mente
de millones de niños. Es el totalitarismo de la agenda antisocial de la élite
mundial en marcha.
CVI
El matrimonio es perseverar
en el amor, porque las dificultades de la vida jamás cesan. En contrapartida
con ello, en el mundo actual se promociona el divorcio, la eutanasia y el aborto.
Es la cultura de la muerte avanzando en la modernidad moribunda.
CVII
El hombre está en el tiempo
y produce su propio tiempo, pero también habita lo eterno. Más, en la
modernidad envejecida se extirpa la eterno para convertir al hombre en un ser hedonista
que disfruta de las mercancías.
CVIII
Si la nada está presente en
la negación del juicio, es porque previamente está en la realidad como lo no
existente. Y hoy la nada impera a sus anchas. Avanzó durante el neoliberalismo
y se subjetivizó con la malsana cultura de la posmodernidad. Pero no hay mayor
estímulo de la nada que la defensa del mal y la condena del bien. Y eso es
precisamente lo que en esencia hace la nihilista cultura posmoderna.
CIX
En estos tiempos luciferinos
en que el mundo de Sodoma y Gomorra revive hay quienes se hacen filósofos para
defender el mundo al revés: la bondad del mal y la maldad del bien.
CX
El tiempo es aquella parte
del ser sumergido en el devenir. Y encuentra su dignidad en una historicidad
guiada por ideales. Pero cuando es presa del relativismo el devenir se convierte
en el pantano de los valores y en la perdición normativa del ser humano.
CXI
La economía contributiva de
la web desató la patología cultural del narcisismo digital. Aquí lo único que
vale es la apariencia y no la realidad. Tal degradación del principio de
realidad desconecta a las personas con el mundo a tal grado de volverlas en
zombis manipulables y obedientes. Las redes sociales son el vehículo modelo para
sabotear la responsabilidad política de los ciudadanos lúcidos en la democracia.
A la inmensa mayoría los vuelve superficiales, egoístas y narcisistas.
CXII
Si con la economía
dineraria las relaciones humanas se prostituyen y despersonalizan, con la economía
contributiva de la web se superficializan y virtualizan.
CXIII
La economía contributiva de
la web convirtió al desempleado en mercancía. Es un escalón superior de la
economía dineraria que obtiene plusvalor sin crear puestos de trabajo.
CXIV
El hombre de la modernidad
envejecida es un narcisista que no encuentra la verdad porque no puede prescindir
de sí mismo. Ha perdido contacto con los fines sociales y las preocupaciones
ciudadanas, desgarra el tejido social participando en los colectivos de las minorías
y antepone su libertad al ideal de la justicia.
CXV
Durante el juicio a
Eichmann en Jerusalén en 1961, filósofos como Arendt, Jaspers y Buber señalaron
que se trató de crímenes contra la humanidad y no meros crímenes de guerra,
mientras tanto el filósofo nazi Martín Heidegger mantuvo un sepulcral silencio.
CXVI
El nazismo demostró que un
Estado criminal y un orden jurídico criminal general criminales por doquier que
no son sádicos ni pervertidos sino gente normal. Es la banalización del mal de
la que habló Hannah Arendt.
CXVII
CARTA A LOS INTERNAUTAS
Mi querido
estudiante:
Después de
diez años de escolaridad y cinco años de universidad usando intensivamente el
Internet, ¿Te has dado cuenta que tu cerebro ya no puede leer un libro? ¿Tu caligrafía
y ortografía han empeorado terriblemente? ¿Te percibes menos inteligente y más
estúpido? ¿Te cuesta trabajo concentrarte? ¿Has percibido que tu cerebro no se
acuerda de los libros citados al extraerlos de internet? ¿Reparaste que apenas
retienes tu propio número telefónico de tanto usar el teléfono inteligente? ¿Te
has dado cuenta que tu memoria a largo y corto plazo se atrofió?
Bueno no te
alarmes. Simplemente te has vuelto más estúpido y tonto porque las máquinas se
volvieron más inteligentes. Tu creatividad, invención e inteligencia se atrofia,
adormece y anestesia conforme te vuelves en un usuario asiduo del Internet. Esa
es la idea básica que expone Nicolás Carr en su libro. El ordenador altera el
sistema nervioso central, altera los hábitos mentales, debilita la memoria,
disipa la concentración y empobrece el vocabulario. El cerebro no es inmutable,
tiene neuroplasticidad y la tecnología influye sobre él. El Internet al
sobrecargar al cerebro de información destruye la atención. Con el Internet la
humanidad marcha de la ilustración a la evasión. Sencillamente la Red no nos
vuelve más inteligentes, sino más idiotas. Forma descerebrados consumidores.
Hemos retrocedido a cazadores recolectores de datos electrónicos inconexos. No
nos hemos vuelto más inteligentes, sino más torpes. La Web genera olvido y es
amenaza para la cultura. La erudición y la ciencia se reducen.
Pero ahora
que ya pasó el ingenuo entusiasmo por el Internet y vemos sus nefastas
consecuencias sobre el cerebro, te recomiendo querido estudiante que
disciplines el uso del internet a sólo una hora diaria. Además, vuélvete más
cercano a la naturaleza. Así devolverás la tranquilidad a tu cerebro, mejorarás
tu atención, crecerá tu memoria, y recuperarás la concentración. Sólo el estado
contemplativo fortalece la capacidad para controlar la propia mente.
Me despido,
deseándote suerte en tu lucha contra el nuevo Moloc y asesino del pensamiento
en nuestro tiempo: el Internet. Que políticos, educadores, intelectuales,
ministros de educación y cultura reaccionen ante la amenaza del Internet, que
tritura el pensar creativo.
CXVIII
En la modernidad envejecida
es una combinación terrorífica cuando la superficialidad de las mentes del
hombre digital se aúna al poder de los medios técnicos. Y ello no es una alusión
al ciberdelito, hoy muy extendido, sino al surgimiento de un nuevo tipo de
delincuente del hombre normal que comete actos de maldad sin percibirlos.
CXIX
El colapso moral de la
humanidad está a la orden del día en una modernidad envejecida que antepone los
intereses egoístas del individuo a los intereses sociales del ciudadano.
CXX
La verdad cuestiona el espíritu
de autonomía sin límites. Por ello, es la primera víctima de la cultura
nihilista que necesita anteponer su voluntad de verdad a la verdad.
CXXI
La verdad es la primera víctima
en la guerra cuando no se tiene el coraje de deslindarla de las mentiras. La
avalancha de Fake news o noticias falsas busca ocultar el deslinde entre
guerra justa y guerra injusta.
CXXII
La modernidad envejecida al
no poder librarse del absolutismo del sujeto de la revolución copernicana, está
sucumbiendo en la revolución dataísta del ordenador cibernético.
CXXIII
El narcisista de la
modernidad envejecida confunde la verdad con lo que le causa placer. Pero el narcisista
posmoderno de la modernidad envejecida no es un simple enamorado hedonista de
su propia imagen, sino que se trata de un hedonismo nihilista propio de un
espíritu terrenalista y secularizado
CXXIV
El destino de la modernidad
se selló al colocar al hombre en el punto central. Así se abolió el misterio y
se impuso la relación pragmática con la verdad.
CXXV
El antropologismo ontológico
no confunde el ser con su conocimiento, como sí ocurre con el antropologismo
epistémico moderno, que termina encallado en el antropocentrismo.
QUINTA SERIE
“SIGNIFICADOS”
CXXVI
El hombre es una extraña
criatura arraigada en la oscuridad de la Tierra, pero que se eleva a lo infinito
del cielo.
CXXVII
Nacemos no una vez, sino
varias veces. Y es así porque la vida es siempre y sin pausa un venir al mundo.
CXXVIII
Sin el hombre permanece lo
verdadero del ser, pero con él adviene la inteligibilidad del ser.
CXXIX
Lo en Ucrania tiene lugar
es el conflicto del mundo unipolar contra el mundo multipolar. Los neonazis de
Kiev fueron la marioneta del mundo unipolar de las anglosajonas megacorporaciones
mundiales. El mundo multipolar sólo ha sido retrasado, pero no ha sido detenido
y menos destruido. Al final vencerá.
CXXX
Contra lo que parece el
capitalismo cibernético no es la época de la civilización técnica, sino tan
sólo su comienzo. Un comienzo peligroso distorsionado por la mendacidad, el
consumismo y el plusvalor.
CXXXI
La causa de la segregación
urbanística -separación de barrios entre pobre y ricos- es expresión de la
desigualdad en la distribución de la riqueza. El muro de diez kilómetros de las
Casuarinas, en Lima-Perú, es uno de sus símbolos más ominosos, que contradice
el ideal democrático y dinamita la construcción de una sociedad justa y libre.
CXXXII
El paisaje urbano se va desintegrando
entre ricos que viven en guetos seguros y pobres que moran en barrios inseguros.
CXXXIII
La sobrevaloración de los individuos en el capitalismo neoliberal tuvo su
expresión filosófica en el nihilismo posmoderno europeo y en el contingencialismo
del pragmatismo americano.
CXXXIV
La globalización
capitalista anuló la división entre centro y periferia. Muestra de ello es que
todos participan en la marginación de inmigrantes, refugiados, exiliados,
apátridas y excedente poblacional.
CXXXV
La injusticia global se
resume en un Primer Mundo que extrae su riqueza de otros países, para luego
levantar muros para luego levantar muros para mantener fuera a la gente
empobrecida de esos países.
CXXXVI
En la modernidad envejecida
el capitalismo digital acentúa la disolución del modelo del Estado social a un
modelo de Estado de inseguridad penal, donde cunde el crimen cibernético.
CXXXVII
El capitalismo digital de
la vigilancia no devuelve la seguridad al ciudadano porque no restablece el
Estado protector.
CXXXVIII
El neoliberalismo es el
capitalismo salvaje, desatado de toda obligación social, que al eliminar el Estado
protector hizo que cundiera la inseguridad, el crimen y el temor. No fue un
aborto, sino que ya se incubaba en la entraña del capitalismo de bienestar
CXXXIX
Si la modernidad líquida de
Zygmunt Bauman correspondió al capitalismo global neoliberal, ahora pasamos a
la modernidad gaseosa del capitalismo cibernético-digital. En este último lo
real es sustituido por lo irreal. La nueva inmanentización del mundo es de índole
cibernética, donde se despeja la intención de ser el Fin de la Historia de la
humanidad y el comienzo de la historia de la inteligencia artificial autónoma.
CXL
En el capitalismo digital
reina la confusión existencial. La subjetividad humana es subyugada por la
inteligencia artificial. Desaparece el hombre en su pura nada frente a la
velocidad y capacidad informativa de lo digital. Se inaugura el Fin de la Historia
como estancamiento de la inteligencia humana. En esa situación lo que prima no
es la rebelión, sino la necesidad de refugio seguro.
CXLI
En la frívola y egoísta élite
megacorporativa mundial de Occidente se contempla disminuir la población mundial
no sólo con amables métodos eugenésicos, sino con medios técnicos más compulsivos
como las infecciones virológicas, en consonancia con su mortal anestesia moral.
Un futuro de exterminio superior al nazismo no es improbable.
CXLII
En medio de la modernidad
envejecida brota una versión racista y agresiva de lo andino, que lejos de
recoger el espíritu sincrético del Inca Garcilaso, Guamán Poma de Ayala, Juan
Santacruz Pachacuti y José María Arguedas, hace una lectura tendenciosa de todos
ellos. Ello es expresión de un etnicismo fascista, antioccidental y agresivo.
CXLIII
La tesitura moral de cierto
andinismo etnicista que permanece incalificablemente indiferente ante los asuntos
mundiales -tildándolos de líos entre blancos- revela su mendacidad normativa y
fascismo oculto en sus entrañas.
CXLIV
En la emergencia derechista-fascista
del Primer Mundo hay un comunitarismo etnicista, xenófobo, intolerante, agresivo,
del cual se contagia un andinismo mal entendido. Ni lo geográfico ni lo étnico
debe definir lo característico de un país o un pueblo.
CXLV
El racismo es la puerta de
entrada a los crímenes de lesa humanidad. Se trata del estancamiento del
espíritu humanitario y el imperio de la inteligencia cínica.
CXLVI
El comunitarismo es un
nacionalismo basado en lo étnico, o sea racista y filo-fascista. Por ello,
Arguedas no es un autor comunitarista al promover un país de todas las sangres.
CXLVII
La comunidad ideal del
comunitarismo no es la comunidad real y total, sino otra ficticia que demoniza
la incertidumbre ontológica, otras razas y comunidades.
CXLVIII
Valores como patria, tierra
y sangre son usados por el comunitarismo, articulando un discurso racista,
ultraderechista y fascista que margina la comunidad total humana. El racismo
posmoderno es más letal porque siempre busca ir más allá de lo convencional sin
creer demasiado en ellas.
CXLIX
El comunitarismo es una
reacción autoritaria burguesa al colapso de la comunidad liberal bajo el
capitalismo global. Alasdair MacIntyre (Justicia
y racionalidad, 2001) y Charles Taylor (Las fuentes del yo, 1989), defienden
el argumento sofístico de que es lo bueno lo que define lo justo y no al revés. Pero en
realidad lo que es bueno a la comunidad no es necesariamente justo para toda la
humanidad. Por eso, lo justo no puede resultar de lo que es bueno comunitariamente.
CL
En la modernidad moribunda
coinciden democracia burguesa y fascismo. Primero, porque la democracia está debilitada.
Y, segundo, porque el neofascismo está fortalecido como fuerza de choque contra
el bloque multipolar. La identidad nace de la diversidad, por ello hay que
buscar la unidad en la pluralidad. El totalitarismo unidimensional es propio de
la modernidad envejecida
SEXTA SERIE
“PARADOJAS”
CLI
La paradoja del
neoliberalismo es que no se puede perseguir objetivos individualistas sin
tornar frágil la propia libertad.
CLII
La paradoja clamorosa del
comunitarismo es que no se puede ser comunitarista sin la libertad individual
que la comunidad niega.
CLIII
La instauración de una perfecta
burocracia es el sueño de todo dictador y régimen totalitario, porque en ella
está suprimida la iniciativa personal.
CLIV
En el capitalismo digital
todo es fugaz e instantáneo. Con ello se desintegra la autoestima, los vínculos
humanos y la confianza. Vivimos un mundo de incertidumbre completa.
CLV
El tránsito actual desde el
capitalismo neoliberal al capitalismo digital representa el paso de la cultura
de casino a la cultura del avatar.
CLVI
La modernidad envejecida
flexibilizó todo, universalizó la caducidad de la mercancía, nada es para
siempre, ni los matrimonios, ni el amor, ni el honor, ni los principios.
CLVII
La caducidad de la
mercancía bajo la modernidad envejecida del capitalismo supérstite se extiende hacia
todo lo existente, y de ese modo engulle los principios, normas, valores y
mandamientos religiosos. El resultado es que ya no es necesario un régimen
totalitario monstruoso como el nazi para que las personas dejen de diferenciar
entre el bien y el mal y se imponga un clima anético generalizado. La
democracia liberal se basta para tan maligno destino.
CLVIII
El hombre descartable se
corresponde con la lógica de la mercancía postindustrial, hecha para un momento
y luego sustituirla. Nada humano puede durar y con ello la vejez se desprecia.
La humanidad se volvió descartable.
CLIX
El hombre posmoderno no
cree en el pasado ni tiene fe en el futuro, porque corresponde a un capitalismo
que convierte la duración en un defecto. Todo es mercancía, incluso el tiempo,
y ésta debe caducar. Lo que prima es el instante.
CLX
Las personas del
capitalismo digital necesitan de un avatar porque sienten que siempre deben ser
nuevos y no repetirse siendo los mismos. Han interiorizado la caducidad de la
mercancía y la lógica del mercado digital. Pero en el fondo se trata de un proceso
de nihilización del mundo porque no creen ni en ellos mismos. La Nada ya no merodea
en la cultura, sino que se volvió su médula.
CLXI
Vivimos el capitalismo
donde todo tiene fecha de expiración. La inmortalidad se devaluó. Los poderosos
se centran en la manipulación de lo transitorio. El capitalismo consagró la
lógica del ateísmo.
CLXII
(Dedicado a los filósofos
mudos ante el peligro de guerra mundial). Al cobarde se le reconoce por su silencio,
sus excusas y no hacer lo correcto, a pesar de saberlo. Hay quienes prefieren
eludir lo ético y verlo ontológicamente como actitud de prudencia y
autoconservación.
CLXIII
El internet se ha
convertido en tecnología de masas, dentro de un contexto de guerra cultural,
para el control mundial a favor de la élite mundial.
CLXIV
La sociedad de consumo
entroniza la cultura narcisista del selfie porque reduce el ser a mera apariencia.
La apariencia en el nuevo predio del imperio de la Nada. Lo normativo caducó,
ahora importa la visión del mundo así sea llena de relativismo y escepticismo.
CLXV
Hay más verdad y realidad
en los llamados salvajes que en los bárbaros civilizados del capitalismo
cibernético, entregados como están a la posverdad y la hiperrealidad.
CLXVI
La modernidad envejecida es
cultura del narcisismo, sólo importa la imagen, la apariencia, y ello sirve al
capitalismo digital. De ahí el enorme peligro que corre la humanidad en medio
del extravío de la verdad.
CLXVII
El capitalismo comenzó
entregando mercancías a la gente y terminó convirtiendo a la gente en mercancías.
En ese proceso el sujeto es desplazado por el ordenador.
CLXVIII
La gente de nuestro tiempo
es profundamente infeliz, porque vive en función de los deseos de las corporaciones
y no de sí mismos ni de la realidad.
CLXIX
El metaverso digital es la
consumación de la pérdida de la identidad personal. Es esquizofrenia social
consensuada.
CLXX
En el paroxismo
individualista de la modernidad envejecida el “estar en forma” se convierte en obsesión
patológica. La adicción a los gimnasios, las dietas, el naturismo y otros, no
son sino formas de idolatrar la apariencia a costa del contenido.
CLXXI
Vivir en función del deseo
es condenarse a una vida insaciable. Eso es vivir bajo el imperio de la tiranía
de la mercancía. El capitalismo consagra el deseo por el deseo.
CLXXII
El hombre-mercancía sólo se
interesa por la apariencia y de ese modo pierde realidad. Lo cual no es nada
preocupante dentro del espíritu de la cultura nihilista y narcisista del
capitalismo digital. Por lo demás, se trata de un proceso que se condice
profundamente con la esencia inhumana del capitalismo, preocupada por el
plusvalor y no por lo humano.
CLXXIII
El capitalismo es productividad
y actividad incesante. Todo expira y tiene fecha de vencimiento. Ningún premio
es suficiente. Lo único incaducable es el deseo. El resultado es una carrera loca
por el consumo. Lo humano sucumbe al imperio del deseo.
CLXXIV
El exponer públicamente la
vida privada es un imperativo del totalitarismo de la mercancía. La modernidad
envejecida es el reino de la impudicia, la pornografía y el descaro. La lógica
de la mercancía introyectada en la subjetividad humana caracteriza al bárbaro
civilizado de nuestro tiempo.
CLXXV
El narcisista digital del
capitalismo cibernético ha tomado el lugar del individualista del capitalismo
neoliberal. El resultado es que el imperio en la web del chisme y lo privado
sofoca lo público.
SÉPTIMA SERIE
“COLOFÓN”
CLXXVI
Es mejor la precisión de
los razonamientos breves porque actúan como iluminaciones. Son el ser en el
pensar. Pero dentro del malestar de la cultura nihilista se prefiere el
lenguaje semiótico de los emoticones. El emoticon impone la imagen ostensible
sobre la imagen intelectual. Por ello, está mucho más abajo no sólo del
concepto, sino incluso de la metáfora. Pertenece al ámbito del empobrecimiento
del lenguaje y del razonamiento conceptual. El emoticon es la irrupción de la nada
en el pensar.
CLXXVII
Los terribles crímenes del
Holocausto demostraron que el racismo es una perversión moral de la condición
humana contra la misma humanidad. De ahí que basar las culturas en lo étnico es
sumamente peligroso en cuanto late la tendencia a lo excepcional y privilegiado
de la propia raza a costa de la existencia de las otras. Lo étnico corrompe el
orden de los hechos cuando se le convierte en el orden del derecho y de los
principios.
CLXXVIII
La modernidad es el imperio
de lo temporal sobre lo eterno. Pero el Plan divino no niega lo contingente, la
indeterminación y la libertad, porque el orden de lo eterno no es el orden de
lo temporal. Pero al divorciar el orden temporal respecto al orden eterno lo que
se obtiene es una realidad finita fantasmal que merodea en el tiempo sin
fundamento.
CLXXIX
Cuando no se confunde el orden
de lo eterno con el orden de lo temporal, no es necesario poner la duración temporal
ni la libertad inmanente desde el principio. Bergson no comprendió el Dios
cristiano, lo que lo llevó a afirmar que la función esencial del universo es
ser una máquina de hacer dioses.
CLXXX
En el capitalismo de la
modernidad envejecida la salvación ya no corre a cargo de la sociedad, sino del
individuo. Cada emprendedor es su propio jefe y autoexplotador.
CLXXXI
Un mundo sin verdad es la
nueva vanidad de la modernidad envejecida. Lo moderno ya no es ni siquiera
líquido, ahora se torna gaseoso. Bajo el desenfreno de la riqueza no hay mérito
que valga. La razón y la justicia son sacrificadas en el altar de la corrupción.
El nuevo trono se llama Podredumbre de todo lo cualitativo, y es lo ideal para
el imperio de la mercancía. Así el comprador nunca se arrepentirá de su compra,
ni el vendedor de su precio.
CLXXXII
El hombre-mercancía es
descartable, y para soportar su denigrante realidad necesita del horizonte de
la posverdad. La posverdad busca instalarse en el horizonte racional mediante
la tecnología, haciendo de lado la verdad ontológica y la verdad
epistemológica. Con ello, la posverdad se revela como la burbuja privada o de
clase de la verdad.
CLXXXIII
En la modernidad envejecida
ya nada es verdad. Todo lo cual favorece el tráfico e imperio de la mercancía.
La estructura esencial del capitalismo es el nihilismo, porque se trata de des substancializar
el mundo a favor de un proceso temporal y finito de intercambio de mercancías
sin final en el horizonte. No hay ser, todo es devenir de conversión de valores
en mercancías. Todo se reduce a cálculo.
CLXXXIV
En el relativista mundo sin
verdad de la modernidad envejecida uno no puede errar, pero tampoco puede estar
seguro de acertar.
CLXXXV
En el mundo de la posverdad
la educación se vuelve en una tarea vana, inútil y anacrónica. La educación
necesita de la verdad, y la deseducación requiere de la posverdad.
CLXXXVI
El problema humano es su propia
existencia que problematiza a la existencia. Y bajo la modernidad envejecida
existir se reduce a disfrutar -privilegio de las élites- y a sobrevivir -para
las masas-. Lo cual tiene que ver con la estructura axiológica de nuestro ser.
Sólo enlazando lo ontológico con lo axiológico la existencia humana resuelve la
oposición entre ser y apariencia. El valor no solamente nos hace penetrar en la
interioridad del ser, sino que constituye la propia médula de nuestra ontología
humana.
CLXXXVII
La muchedumbre digital es
una masa solitaria, porque prescinde solipsistamente del trato personal con el
prójimo.
CLXXXVIII
La modernidad envejecida es
posmodernidad que sustituye los valores universales por los individuales.
Muestra elocuente es la fragmentación de la sociedad en colectivos sociales.
CLXXXIX
Las políticas privadas de
los colectivos minoritarios avanzan parapetados en la versión individualista de
los derechos humanos y en la medida en que las políticas públicas ceden.
CXC
La red pedófila de la élite
mundial expresa una modernidad envejecida en lo anético y la posverdad.
CXCI
En la modernidad envejecida
la razón está de duelo, porque prima la satisfacción de los deseos individuales
en desmedro del bien común. Por ello, le es consustancial la decadencia de la cultura.
CXCII
La modernidad de la burguesía
envejecida es reacia a la verdad, porque lo único que quiere es mantener la
rutina de su vida diaria y los privilegios de sus intereses egoístas.
CXCIII
En la modernidad envejecida
la necesidad de redes sociales nace de la necesidad del individuo de interconectarse
en una comunidad ficticia y frágil, que le da la ilusión de escapar de su
soledad.
CXCIV
Quien mucho busca a los
demás no sabe conversar con su propia alma. El hombre digital de las redes
sociales es el imbécil liberado por la técnica. Es el extravertido e hipersocializado
que confunde lo cognitivo con lo emocional.
CXCV
La modernidad envejecida es
la apoteosis de la mercancía. La mercancía requiere liquidar la memoria histórica,
pues vive de pura actualidad. Su destino depende del presente sin tradición.
CXCVI
La auténtica tragedia de la
modernidad envejecida es que sólo sabe valorar lo joven e infravalora la vejez,
que en el fondo es historia. Con ello causa un daño irreparable a la humanidad
porque se vuelve irresponsable y poco juiciosa. No en vano desde el 2014 los
Estados Unidos y Ucrania votaron en las Naciones Unidas en contra de la Resolución
de la glorificación del nazismo y los países europeos en complicidad se
abstuvieron.
CXCVII
La modernidad envejecida introdujo
el mercado en la subjetividad mediante las redes sociales, la web y el
internet. El colectivismo del mercado que disuelve la personalidad y genera el
hombre anónimo que se fortalece bajo el capitalismo digital. Lo peculiar es que
la web imbeciliza a las masas y pone en evidencia su extendida existencia. La
imbecilofobia no se genera de su existencia, sino de su preponderancia.
CXCVIII
El valor ético central es
formar “carácter”. Pero en la modernidad envejecida el carácter resulta superfluo
porque el hombre y el ciudadano es reducido a mero consumidor hedonista.
CXCIX
La utopía posthumanista que
supura el capitalismo digital de la modernidad envejecida recrea un mundo
hipertecnológico donde el hombre esté más allá del bien y del mal. Se aspira a
ser algo sobrehumano, siendo casi sobrehumanamente inhumano. Curiosa
coincidencia con la orden dada a las SS nazi para llevar a cabo la Solución
Final del problema judío.
CC
La temible naturaleza de la
modernidad envejecida, que debiera ser suficiente para ponernos a temblar, es que,
bajo su aspiración de eternizarse bajo el esquema de un mundo unipolar, lleve a
cabo mediante sutiles medios técnicos y cibernéticos un exterminio eugenésico planificado
de la población mundial a la medida de sus requerimientos y sin oposición
alguna. Previamente ya se neutralizó la voluntad y pensamiento autónomo del hombre
del capitalismo digital.
CCI
La modernidad envejecida está
enferma de nihilismo, el cual metafísica y moralmente es destructor. Aquí no se
trata de discutir si es una traición al Logos (Husserl) o si estaba ínsito en
la racionalidad griega (Heidegger). De lo que se trata es de advertir que el nihilismo
es un pensar el ser desde la nada, sometiendo todo a la transitoriedad del
devenir. Esa es su esencia. En el nihilismo se trata de ir de la nada a la nada
y no desde el ser a la nada, ni de la nada al ser. Por eso es disolvente. Pero
el pathos nihilista distorsiona la comprensión del devenir, porque éste es un
ir movimiento del ser finito al no ser finito y viceversa. El nihilismo se basa
en un mal entendimiento de la dialéctica de la finitud. Por eso es refractario
a toda ontología fuerte. Nihilismo es falta de sentido, decadencia
civilizatoria, disolución de valores, imperio de la temporalidad, poder-ser, fatiga
de la razón, posthistoria, posverdad, todo vale. En una palabra, es el poder de
la nada en medio de la utopía inmanente de la secularización y del estancamiento
espiritual.
CCII
Los verdaderos maestros de
vida son maestros de la verdad universal y no de la verdad particular, como se
pretende en la modernidad envejecida, hedonista, escéptica y nihilista. En la
decrepitud prima el egoísmo, en el rejuvenecimiento reina la generosidad.
CCIII
Si no tenemos ninguna
participación en el ser verdadero, entonces el escepticismo está en lo correcto.
Pero como sí conocemos verdades, el escepticismo está errado.
CCIV
La modernidad envejecida es
hermenéutica, todo es interpretación. La catástrofe ontológica lo consagra
afirmando que el hombre no es sustancia sino lenguaje y discurso.
CCV
Gracias al hombre primitivo
que preservó la unidad familiar, la humanidad llegó hasta nosotros. En cambio,
el hombre civilizado de la modernidad envejecida se encargó de destruir
sistemáticamente la familia y con ello poner a nuestra especie al borde la
extinción.
CCVI
Quitadle al mundo el amor
que provee la familia y la humanidad colapsará. Y ello es precisamente lo que
está haciendo la modernidad envejecida del capitalismo imperante.
CCVII
Destruid la unidad familiar
y tenéis asegurado el fin del mundo. El individuo narcisista actual antepone su
egoísmo a todo. Sin el amor de la familia la civilización tiene garantizada su
destrucción. En la modernidad envejecida lo económico arrasó como huracán a la
familia, luciendo desvencijada y moribunda.
CCVIII
La sociedad colapsa porque
la educación fracasa, y ésta fracasa porque la familia está siendo
sistemáticamente destruida por la hegemonía de lo económico sobre el hombre.
CCIX
El hombre de la modernidad
envejecida no ama lo que hace, porque no sabe lo que quiere. Y no sabe lo que
quiere, porque en su enajenación extravió el sentido de la vida.
CCX
La modernidad envejecida ha
confundido la promoción de la igualdad de las personas con la negación de la
diferencia entre los sexos. Absurdamente aspira a una posthumanidad
sobrecargada de narcisismo y eliminación de las fronteras entre lo natural y lo
artificial.
CCXI
No vivo porque existo,
existo porque vivo (Ana de Lacalle). Y efectivamente, la vida -como realización
de la existencia- tiene una dignidad superior a la propia existencia
-posibilidad del vivir-. Pero en la modernidad envejecida del capitalismo
decadente, la vida se halla amenazada al verse convertido el hombre en
consumidor universal, andrógino de la biotecnología, que disuelve la dicotomía
entre naturaleza y cultura.
CCXII
Más peligroso y letal que
el monstruo moral es el hombre común, que convertido en burócrata obedece sin
preguntar. La modernidad envejecida ha multiplicado por doquier este tipo
humano sin criterio propio.
CCXIII
Los libros como los hombres
tienen un destino imprevisible.
CCXIV
Destruir al hombre es
difícil. Se necesita mucha maldad y estupidez. La mayoría sucumbe, y los pocos
que resisten oprimen de vergüenza a los vencidos.
CCXV
Hay poco margen para el pensamiento
cuando hay que luchar contra el hambre, el frío y el trabajo. La piedad y la
justicia ensanchan las avenidas del pensamiento.
CCXVI
Un campo de exterminio no
sólo es marchar hacia la muerte física, porque antes lo que se mata es el
sentimiento de humanidad.
CCXVII
El problema central del
pensamiento civilizado es el nivel desbocado al que llegó el antropocentrismo.
CCXVIII
Lo bárbaro del pensamiento
civilizado no es el poder sobre la naturaleza, sino la falta de control sobre
el mismo.
CCXIX
No es el pensamiento
primitivo, sino el pensamiento civilizado el que procede con barbarie con la
naturaleza. Y es la civilización capitalista la que ha procedido con más furia
contra la naturaleza.
CCXX
El pensamiento mítico no es
primitivo, es simplemente la manera no instrumental de relacionarnos con la naturaleza.
La modernidad envejecida ha extremado los aspectos negativos de la razón
instrumental.
CCXXI
El pensamiento salvaje vive
en armonía con la naturaleza, mientras el pensamiento civilizado vive en conflicto
por su excesivo poder sobre ella.
CCXXII
El feminismo prometeico ha
producido una masa de mujeres enfurecidas, descontroladas, intolerantes y
libertinas, defensoras del aborto homicida, el divorcio sin control, la
eutanasia selectiva y que está destruyendo la unidad familiar.
CCXXIII
La modernidad envejecida
vive entregada a la división esquizofrénica entre derecho y moral. Lo curioso
es que esta división se consagra con Kant. Si Maquiavelo opera la separación
entre ética y política, y Spinoza entre ética y libertad, con Kant se lleva a
cabo la separación entre ética y derecho. O sea, se puede cumplir con el deber
jurídico sin cumplir con el deber moral. Argumento que Eichmann esgrimió toscamente
en su defensa. Hannah Arendt cree que la facultad de juzgar elimina la obediencia
ciega. Pero eso no es cierto. Onfray vio bien cuando afirmó que la ética, derecho
y filosofía política kantiana justifica la obediencia ciega. Pero no dio en el
clavo, porque no vio que la razón de fondo es la formalización extrema de la
moral operada por Kant.
CCXXIV
Desde la Solución Final la
modernidad subjetivista selló su maldición. El humanismo sin Dios fracasó rotundamente.
CCXXV
Todos somos Caín de
nuestros hermanos. Los mejores mueren por su valor, los peores sobreviven por
su egoísmo. Por eso esta vida no es mejor que la otra.
CCXXVI
El enloquecido hombre
prometeico de la modernidad envejecida ha bajado dionisiacamente a los infiernos
con trompetas y tambores anunciando su final
CCXXVII
El precio que se paga
cuando se manipula la verdad es la huida paranoica de la realidad. El
totalitarismo estatal o el totalitarismo del mercado tienen al final el mismo
efecto disolvente sobre la verdad: la primera normaliza la crueldad del
sufrimiento, la segunda hace lo mismo con la disolución de la vida normativa.
CCXXVIII
Tan pavorosa es la presión
que ejerce sobre el individuo el Estado totalitario como la que se opera
mediante el mercado.
CCXXIX
Más peligroso que el
monstruo morales el hombre común, que convertido en burócrata estatal o
ejecutivo corporativo está dispuesta a obedecer sin preguntar.
CCXXX
Destruir al hombre es
difícil. Se necesita mucha maldad y estupidez. El poder totalitario y el
mercado manipulador logra que la mayoría sucumba. Pero los pocos que resisten
oprimen de vergüenza a los vencidos.
CCXXXI
Hay poco margen para el
pensamiento cuando hay que luchar contra el hambre, el frio y el trabajo. Por
ello, la piedad y la justicia siempre ensanchan las avenidas del pensamiento.
CCXXXII
Una interpretación
etnicista en vez de cultural de lo andino dejará siempre las puertas abiertas
al fascismo político.
CCXXXIII
Un campo de exterminio no
sólo es marchar hacia la muerte física, porque lo primero que se mata es el
sentimiento de humanidad.
CCXXXIV
Los libros como los hombres
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Esta
obra se terminó de imprimir en su primera edición
en
abril del año 2022 en
Lima
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C O N T E N I
D O
Exordio
Primera Serie
El Problema
Segunda
Serie
El
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Tercera
Serie
El Dilema
Cuarta
Serie
Particularidades
Quinta
Serie
Significados
Sexta
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Paradojas
Séptima
Serie
Colofón
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