ENTREVISTA EN PANDEMIA
Entrevista para la revista EVOHÉ al filósofo Gustavo
Flores Quelopana
Por
José E. Chocce
Gustavo Flores Quelopana
(Lima, 1959). Filósofo peruano, poeta, escritor prolífico y con un pensamiento
filosófico original. Ex presidente de la Sociedad Peruana de Filosofía.
Disertante en universidades de Colombia, Panamá, México y Perú. Sus aportes
filosóficos se enmarcan con las categorías: Lo “mitocrático”, para comprender
nuestra filosofía propia y original, la nativista; lo “anético”, para comprender
la crisis moral y antropológica de la posmodernidad; y el “Hiperimperialismo”,
como lo característico y esencial de la globalización neoliberal actual.
—
¿Qué lo motivó a poner a flote una Institución casi olvidada, y promover el
surgimiento de la Sociedad Peruana de Filosofía como parte de nuestra engranaje
cultural y académico en el Perú del Siglo XXI?
Agradezco
por esta primera entrevista que se me hace en los medios filosóficos, porque me
permite echar una mirada retrospectiva sobre lo acontecido. Lo que me motivó
fue la responsabilidad y el deber como socio de tan señera institución por
ponerla nuevamente en funcionamiento. Había pensadores que debían ser reconocidos
e incorporados a la sociedad y, además, ésta tenía que irradiarse por todo el
Perú. Había que deslimeñizar a la institución. Con estas ideas respondí a la
convocatoria que efectuaba el Departamento Académico de Filosofía de la
Universidad de San Marcos. En cuya reunión resulté elegido gracias a la
propuesta del Dr. Carlos Alvarado de Piérola. Años atrás ya había indagado por
la posibilidad de poner en funcionamiento a la Sociedad, pero ni la coyuntura
ni las circunstancias estaban dadas. A mi modo de ver, el detonante del interés
colectivo fue el fallecimiento del Dr. Francisco Miroquesada Cantuarias. Su
respetable figura impedía poner en funcionamiento a la institución sin tener en
cuenta su anuencia. Anuencia que no podía darla por estar gravemente enfermo y
por ser una figura casi inaccesible, incluso para los socios. Así, en el fondo,
la comunidad filosófica prefería esperar el desenlace, para tomar una decisión
de reactivación. Efectivamente, la Sociedad estaba en un largo receso desde el
2005 hasta el 2019. Son casi tres lustros. Y las cosas así se dieron. Algo más.
No creo que conmigo la SPF haya resurgido. Salió de su sepulcro, de su congelamiento,
de la que tenían aherrojada ciertos figurones. Simplemente eché las bases para
que otras mentes sigan su labor creativa. Sin pensadores a la SPF le viene bien
morir. Pero habiendo pensadores tiene razón para existir.
—
¿Qué intelectuales o personajes le permitieron desarrollar la propuesta de SPF?
Lo
que me permitió desarrollar ampliamente mi programa de reactivación fue el
reemplazo completo del Comité Directivo. Mi parecer es que no comprendían la
coyuntura de emergencia de la Sociedad y éste no podía seguir siendo dirigida
con criterios burocráticos. Aparentemente tenía un año para poner en
funcionamiento a la Sociedad. O sea, debía entregar el cargo en Julio del 2020.
Pero no fue necesario que se cumpliera dicho plazo. El detonante de dicho
apartamiento fue la incorporación a la Sociedad, efectuada por mí, de la respetable
figura Dr. Johan Leuridán Huys. Se me acusó de autoritario. Lo cual no deja de
ser cierto. Invoqué los Estatutos, que permitían al presidente, dirigir la
institución, se dio un plazo al comité saliente de formalizar su renuncia -cosa
que no tuvieron la hidalguía de hacer, al menos quedó el chat-, elegí un nuevo
comité, muy expeditivo y nada burocrático, se incorporó a figuras consagradas y
a jóvenes talentos prometedores, con obra publicada. Todo lo cual en el plazo
de cinco meses ya se estaba en condiciones de entregar el cargo y decir: tarea
cumplida. Por ello, quienes verdaderamente me permitieron desarrollar mi propuesta
fue la existencia de pensadores y escritores jóvenes valiosos con mucho
porvenir.
— ¿Pero por qué
entregó el cargo antes de tiempo? ¿Usted dejó desconcertados a muchos con su
convocatoria a nuevas elecciones?
Sencillamente
no me gusta el poder sobre los demás, tengo
bastante con dominar el poder sobre mí mismo. Sobre todo, necesitaba ese tiempo
valioso para proseguir con mi tarea de pensador. Y me sentí muy aliviado cuando
se eligió un nuevo presidente. Reconozco que carezco de talento para trabajar en
equipo. Mi vocación es laborar en solitario. No tenía necesidad de figurar por
más tiempo como presidente y adelanté las elecciones. Lo anuncié en la UNSA de
Arequipa, durante un evento filosófico organizado por la Dra. Teresa Arrieta. La
tarea estaba cumplida. Las incorporaciones de elementos jóvenes estaban hechas.
La descentralización de la sociedad también. Faltaba la regularización en
Registros Públicos del nuevo Comité y publicar nuevamente la revista institucional.
Lo cual no se hizo por falta de fondos. Todo lo efectuado fue solventado por mi
propio bolsillo. No se extendió el sombrero a ningún miembro. Era necesario
hacerlo y punto. En suma, dejé al cargo, porque me aborrece el poder. Mi tarea filosófica
es enorme y apenas puedo con ella.
—¿Existe
entre los filósofos e intelectuales peruanos “cierta distancia” o separación
elitista, inclusive racial?
Bueno,
en nuestro país existe un racismo soterrado en ambos sentidos: del blanco al
indio y del indio al blanco. Incluso el negro, el cholo y el mestizo participan
de ello como discriminaciones subalternas. Seguramente que lo había en el seno
de la sociedad, pero yo no lo noté ni le di importancia. Fui directo a mi
objetivo, sin que nada secundario me perturbe. Elitismo sí lo hay.
Especialmente de los filósofos académicos hacia los no académicos. Lo cual es
ridículo, pero no es su culpa, sino de un sistema que ha distorsionado el saber
y el verdadero sentido de las humanidades. En mi gestión no di importancia a
grados ni a títulos, sino a la obra escrita, a los aportes intelectuales. Pero
sobre todo me preocupaba estimular a los jóvenes talentos, que necesitan una
motivación para seguir con la labor creadora. No hice todo lo que se pudo, pero
al menos lo intenté. Siempre procedí con el principio que la filosofía es
universal. No es propiedad de ninguna universidad, escuela filosófica, ni de
ningún grado universitario. Por eso incorporé a pensadores, ya sean estos
literatos, sociólogos, economistas, abogados, politólogos o historiadores. Eso
no me importó. Filosofar es pensar y crear, ver la realidad de un nuevo modo. Prejuicios
y antipatías siempre habrá en este mundo, pero en la labor creativa hay que dejar
todo eso de lado para hacer filosofía.
Descentralizar la filosofía. Demostrar que filósofos
también hay en las provincias y demás regiones del país. Siempre traté de dar
oportunidad a todos. De demostrar lo que pueden dar. Unos lo hicieron otros no.
Pero es cosa de cada uno responder a su propia responsabilidad. Se crearon seis
sedes: Trujillo, Lambayeque, Ica, Ayacucho, Arequipa e Iquitos. Me gustó especialmente
el trabajo de Arequipa, Ayacucho y Trujillo. Al crearlas y visitar algunas
sedes pude constatar el gran entusiasmo y amor que existe en el Perú por la filosofía.
Sólo hay que fomentarlo más. Ya Usted sabe que tengo un gran entusiasmo por los
cenáculos filosóficos privados. Y ello es debido a que permite la difusión del
pensamiento filosófico en la comunidad no filosófica. Pienso, incluso, que
cuando se produzca el colapso de nuestra civilización, serán los cenáculos, y
no las universidades, los encargados de llevar la semilla de la futura cultura.
— ¿Qué busca con la SPF,
publicación de textos o influenciar en la sociedad peruana?
¿Influenciar?
En este aspecto soy hegeliano: “El búho de Minerva emprende su vuelo a la hora
del crepúsculo”. La filosofía siempre llega tarde en la hora de la historia.
Cumple más un papel profético y de sistematizador. No suscribo la frase de Marx
en la Tesis 11 sobre Feuerbach: “La filosofía sólo ha interpretado el mundo,
cuando se trata de transformarlo”. En otro lugar ya he explicado las diferencias
sustanciales que existen entre Filosofía e Ideología. De manera que las ideas
filosóficas cuando son formuladas tienen una repercusión muy limitada. Por lo demás,
la Sociedad Peruana de Filosofía en sus estatutos establece como objetivo
fundamental, promover el pensamiento filosófico nacional. Su influencia es muy
pequeña. Casi insignificante. Y ello es debido a la estructura misma de nuestra
decadente modernidad. En la hora presente se han acentuado los rasgos
exitistas, practicistas y utilitarios de la cultura moderna, la cual sucumbe a
la fascinación técnico-científica. Encima, tenemos un país cuyos gobernantes no
han dado importancia a la cultura. En resumen, no tenemos el terreno fértil
para que prosperen las ideas filosóficas. En su lugar prospera el neobrutalismo
de la nueva barbarie civilizada. Pero, además, la filosofía siempre ha sido una
tarea solitaria. Apenas congrega poca gente. La filosofía no es asunto de
masas. Salvo el marxismo, el cual es una filosofía a la medida de las masas.
Pero hay que desconfiar de la filosofía de masas, pues terminan siendo
herramientas para la manipulación del poder más brutal y desenfrenado.
Generalmente las masas no quieren pensar, quiere obedecer. La filosofía no existe
para ello. Para ello está la ideología. Pero filosofía e ideología son cosas
diferentes. La primera humaniza, la segunda cosifica. La humanidad aun está
lejos de lograr la utópica sociedad sin masas, sino con personas cultas y libres.
—
¿Para algunos pensadores y científicos sociales la filosofía peruana no existe
o simplemente es prescindible? ¿Podríamos evaluar la cultura peruana?
La
cultura peruana está en decadencia. Y lo mismo ocurre en el resto del mundo.
Ciencia y técnica son los protagonistas del mundo cultural actual. O sea, la
modernidad desintegra a las humanidades y en su lugar entroniza los oficios
para el dominio material del mundo. Si a ello le sumamos el capitalismo, o sea
un sistema que doblega al hombre en la idolatría del dinero, entonces tenemos
la peor combinación para el florecimiento cultural. Lo que tenemos hoy es ocaso
cultural. Por añadidura, cómo se quiere que exista filosofía peruana cuando las
revistas filosóficas nacionales están llenas de repetidores del magisterio
extranjero. Los profesores que no crean, sino que simiescamente repiten lo producido
en Norteamérica y Europa, acaparan con sus articulillos las páginas que se
publican. El respeto y la consideración por el pensamiento nacional es mínimo.
Hay que estar muerto o con mucho poder para que se le tome en cuenta. Al
respecto, una anécdota graciosa me viene a la mente, y me sucedió durante la
presidencia de la SPF. Se me quería presionar para que se incorporara a
personas que publicaban en revistas y cuya producción libresca era casi inexistente.
Tanto se ha atrofiado la producción intelectual, que ya no se entiende la
diferencia que existe entre publicar un libro y publicar un artículo. Un libro
conlleva no sólo más labor, sino compromiso existencial. En cambio, publicar un
artículo es algo ocasional. El hecho de que la revista esté indexada no es
justificación. Hoy en día ya se sabe que son dos grandes transnacionales las
que trafican con los artículos en revistas indexadas. Todo ese circuito corrupto
en la cultura hay que romper. Lo cual no es fácil de hacer, porque las propias
universidades -que no son humanísticas, sino empresas comerciales de títulos y
grados- respaldan tal envilecimiento cultural.
—
¿Qué opina del Perú y su crisis actual y tan cerca del Bicentenario? ¿Nos
podría dar un diagnostico sobre el Perú y al mundo sobre la Pandemia?
Nos
ha tocado vivir el peor momento de la historia republicana. Hoy, en pleno
posmodernismo, no se cree ni en los ideales ni en el estado-nación. Y encima
vivimos la corrupción endémica y estructural en todo el organismo nacional. La
regeneración del país no puede desligarse de la regeneración de la cultura y el
fin de esta civilización capitalista, tecnocrático-científica. Hay mucho en
nuestro pasado milenario que resulta valioso para pensar en una nueva
civilización. No hay vuelta a lo precolombino ni una nueva Edad Media. La
Modernidad simplemente no puede ser borrada de la historia, y hay que asumirla
dialécticamente. La mayoría de edad de la humanidad se ha mezclado con un poder
descontrolado basado en la ciencia y en la técnica, que está destruyendo a la
Naturaleza y al hombre mismo. El desafío civilizatorio para la cultura venidera
consiste en saber dominar el enorme poder que tiene el hombre. Y para ello son
necesarias tres cosas: (1) respetar la esencia de las cosas, o sea, volver a un
nuevo realismo; (2) restablecer el lazo con Dios, es decir, unir lo inmanente
con lo trascendente; y (3) dominar el enorme poder que tiene el ser humano, por
ende, asumir una ascesis espiritual. Sin ello, la humanidad habrá sucumbido
irremediablemente.
—
¿Ahora cuáles son las propuestas de la nueva Directiva de la SPF? ¿Nos podría
dar su opinión al respecto?
Esa
pregunta hay que trasladarla a su nuevo presidente, mi amigo el Dr. Rubén Quiroz
Ávila. Por lo pronto es pública la acertada realización de conferencias
sabatinas con invitados diversos. Tiene tres años para demostrar lo que
seguirá. Le deseamos verdadero éxito. A propósito de los tres años de gestión
de la presidencia de la SPF. En los Estatutos se dice un año, pero en la última
sesión que coincidió con las elecciones, se votó aprobatoriamente para que el
nuevo comité ejerciera la presidencia por tres años. Tal modificación deberá
ser llevada registros públicos. Se viene la celebración de los 80 años de fundación
de la SPF y la celebración del Bicentenario, junto a natalicios de filósofos y
otras cosas más.
—
¿Cuál es su mensaje para la Juventud peruana y los estudiantes de filosofía?
Que
no se hagan ilusiones. Que la filosofía no es para ser sabio ni hacerse famoso
ni ser rico. Nada de ello. Al contrario, hasta se suele perder amigos y quedar
solo. Hay que acostumbrarse a la soledad, el olvido y al silencio. Filosofar es
ahondar en la propia ignorancia. Justo es eso lo que falta al mundo moderno. Pero
son vía regia para emprender la interiorización y la vida contemplativa. Pero
hoy todos quieren ser famosos, llamar la atención, ser ricos y sabios. El
hombre actual no tolera que lo ignoren, cayendo en situaciones estereotipadas y
ridículas para llamar la atención. El
filósofo seguirá siendo un avis rara. El que no quiere vivir casi una vida monástica,
mejor que no siga filosofía para que no la contamine. Ahí tiene a la mano la
posibilidad de ser político, abogado, sociólogo, actor, etc. La filosofía no
pide aplausos ni audiencia ni bienes materiales. Sólo pide más luz. La
filosofía moderna creyó encontrar más luz con la autonomía de la razón y la omnipresencia
de lo inmanente. Y el resultado fue el oscurecimiento total del mundo. La
enseñanza para la nueva cultura del futuro es que la soberbia es la peor
compañera de la razón, y la humildad su mejor compañera. El filósofo debe ser
humilde. Por ello, la razón debe aceptar las verdades suprarracionales. Ello
significa que la luz viene de lo trascendente unido a lo inmanente. Justo esa
alianza es lo que se perdió en la modernidad y terminó encegueciéndola para llevarla
hacia la autodestrucción del llamado Antropoceno. Emprendamos el cambio
interior para que pueda cambiar el mundo.
28
de junio 2020