domingo, 29 de septiembre de 2024

 

El presente volumen reúne una colección de estudios y ensayos a cargo de filósofos, jurisconsultos, politólogos, antropólogos, psicólogos, psicoanalistas, literatos, críticos culturales, entre otros, los cuales dan una visión de los aportes filosóficos de Gustavo Flores Quelopana. El libro recoge también las opiniones que en su momento escribieron David Sobrevilla, Juan Abugattás, Pablo Macera, Oscar Marañón y Aníbal Ismodes Cairo.
Colaboran:
Ana Lacalle Fernández, filósofa (España)
Carlos Álvarez de Zayas, filósofo (Cuba)
Hilda Vargas Cancino, filósofa (Mexico)
Liliana Molineris, crítica cultural (Italia)
Rodolfo Sánchez Garrafa, antropólogo (Perú)
Víctor Samuel Rivera, filósofo (Perú)
Luis Enrique Alvizuri, filósofo (Perú)
Israel Lira, abogado y politólogo (Perú)
Antonio Belaunde Moreyra, embajador y filósofo (Perú)
Carlos Mamani Aliaga, politólogo (Perú)
Pedro Favaron, crítico cultural (Perú)
Eduardo Paz Esquerre, educador (Perú)
Francisco Reluz Barturén, filósofo (Perú)
Víctor Mazzi, filósofo (Perú)
Teresa Arrieta, filósofa (Perú)
Francisco Tomás González Cabañas, filósofo (Argentina)
Macedonio Villafán, literato (Perú)
Miguel Pachas Almeyda, literato (Perú)
Manuel Arboccó, psicólogo (Perú)
Ricardo Licla Meza, filósofo (Perú)
Johan Leuridan Huys, teólogo (Bélgica-Perú)
Pierre Foy Valencia, jurista (Perú)
Ladislao Cuéllar, filósofo (Perú)
Jesús Curasma, filósofo (Perú)
Japhet Torreblanca, filósofo (Perú)
José Chocce, filósofo (Perú)
Rubén Quiroz, filósofo (Perú)
Santiago Stucchi, psicoanalista (Perú)
Santiago Gutiérrez, jurista (Perú)

la lista continúa...

martes, 24 de septiembre de 2024

EL DESAFÍO DEL TRANSHUMANISMO

 

EL DESAFÍO DEL TRANSHUMANISMO

Gustavo Flores Quelopana

Expresidente de la Sociedad Peruana de Filosofía

 


¿Qué piensa de la tecnología?

Que es un gran beneficio, pero dentro de proyectos inadecuados es también un gran peligro.

 

¿A qué se refiere?

Por ejemplo, la tecnología en manos del relativista occidente liberal es la principal amenaza para la supervivencia humana.

 

¿En qué proyecto está pensando específicamente?

Pienso en el transhumanismo. El transhumanismo es la ideología cientificista y tecnolátrica de los multibillonarios del mundo liberal que desean convertirse en dioses. Esa plutocracia son los enemigos de la verdad. Son monstruos que creyendo conquistar el mundo se han perdido a sí mismos. Ahí tenemos a Elon Musk con Neuralink, Zuckerberg entusiasmado con la sustitución del hombre por el ciborg, Jeff Bezos, Larry Page y Bill Gates con su obsesión para lograr la inmortalidad. Están jugando a ser dioses.

 

¿Se olvida de Harari?

No, no me olvido de Harari. Pero él conforma el grupo de los gurús intelectuales del transhumanismo. Miklos Lukacs, en su libro “Neo entes” señala bastante bien como fuentes del transhumanismo al dualismo cartesiano, la perfectibilidad de Condorcet, el utilitarismo de Mill, el cosmismo ruso (Fedorov), la ideología comunista y su ideología de “construcción de dios” (Gorky, Trotsky), la ciencia ficción, el futurismo (Chardin, Vernadsky, Haldane, Bernal, Asimov, Sagan, Toffler), la eugenesia (Bernal y Huxley), la militarización del espacio (Vannevar Bush), las universidades (California, Florida, Nueva York, Arizona, etc.), las nuevas tecnologías (nanotecnología, edición genética, Inteligencia Artificial) y el transhumanismo (Max More, Nick Bostrom, David Pearce, Raymond Kurzweil). A ello hay que sumarle el secularismo liberal y el giro antimetafísico de la modernidad.

 

¿Una amplia alianza?

Así es, una alianza de amplio espectro y de raíces profundas en la historia moderna. Congrega a filósofos, políticos, científicos, academia, literatura, cine y empresa.

¿Pero acaso no es bueno preparar a la humanidad para la era de las máquinas?

Sería mejor preparar a las máquinas para la era del hombre con Dios y no del hombre sin Dios. Pero como están las cosas ni siquiera vamos en este último sentido, sino que lejos de soñar con el homo deus de Harari lo que abre la puerta es al dominio totalitario del Ciber Deus.

 

Ese es uno de los títulos de sus últimos libros, el “Ciber deus”. Pero ¿No cree que la universidad contribuye positivamente a la era de las máquinas?

No, no lo creo. La universidad se muestra en el occidente liberal e incluso en otros orbes civilizacionales -hindú, chino, ruso, islámico- totalmente dominada por el paradigma positivista. Actualmente es sociologista, biologista, evolucionista, descartando el alma y el espíritu. Con ese sesgo inmanentista no salimos del marco conceptual de la modernidad.

 

¿Cómo el dualismo cartesiano incide en la ideología del transhumanismo?

El dualismo cartesiano mente cuerpo permite concebir a la mente separada e independiente del cuerpo y sirve como cimiento para que el hombre posmoderno proclame la tesis culturalista de que persona que se siente como del otro sexo declare su derecho a construirse socialmente como tal. En otras palabras, es la negación de la esencia natural de la persona. El hombre no es solamente un ente institucional o social, también tenemos una dimensión física, natural y ontológica.

 

¿Y eso es grave?

Lo es, porque cuando la persona cae en la trampa del relativismo entonces deja de ser valiosa y todas sus instituciones -familia, Estado, universidad- dejan de ser relevantes.

 

¿Y esto qué significa?

Si el occidente liberal no es detenido viene la muerte del hombre por el tecno-humanismo. Hemos pasado del moderno humanismo del Renacimiento, Barroco e Ilustración, al poshumanismo del vitalismo nietzscheano, schopenhaueriano, foucaultiano y derridiano. Pero ahora con la posmodernidad arribamos a la estación transhumanista de la supuesta fusión del hombre con la máquina. La cual se resuelve en la supersticiosa veneración de la ciencia y tecnología, lo cual es inversamente proporcional a la devaluación del ser humano. Es la plasmación del superhombre nietzscheano. De ahí que no sea raro que la élite liberal occidental llame progresismo a jugar a ser dios mediante el diseño genético de bebés, trabajadores obedientes e inteligencia humana. Sueñan con la plasmación del mundo feliz de Aldous Huxley o “1984” de George Orwel. Por lo menos ya han conseguido mantener a las masas tranquilas mediante el libre consumo de drogas, o el “soma” que en la novela mantiene amansadas a la gente.

 

¿Entonces no le parece justa y liberadora la causa LGTB?

Eso es lo que dice la propaganda, pero la realidad es otra. La obsesión, que tiene Soros junto a otros magnates de la élite mundial, responde que en la agenda transhumanista tiene un papel central la relativización del sexo, el control demográfico, y la edición genética de bebés probeta. Y en todo ello la ideología del reconocimiento se convierte en una coartada del transhumanismo para sustituir la natural diversidad sexual por la cultural diversidad de género. Esto nos muestra a las claras que el progresismo de la élite globalista es transhumanista, eugenésica, tecnocientista proclamando el reemplazo del homo sapiens por el homo deus. Pura propaganda para justificar la guerra contra la población humana. No hay que olvidar que la lógica maltusiana transhumanista califica a la humanidad como "plaga humana" y planifica su drástica reducción demográfica. Antes, el enfoque eugenésico tuvo hubo connotación racista y eurocéntrica, era vista como la lucha de la civilización contra la barbarie de las razas inferiores, pero ahora se ha superado dicho enfoque y como raza inferior ha devenido la propia especie humana.

 

¿Hay pasos empíricos evidentes en esa dirección?

Los hay. El significado progresista de diversidad no sólo permite casarse con árboles, sino que exige reconocimiento de la legislación estatal. También se defiende el orgullo zoofílico porque es parte de la agenda transhumanista de sustitución del sexo procreativo por la declinación demográfica. En la guerra contra la población que mantiene la élite globalista el aborto es una estrategia de corto plazo y la ideología de género es de largo plazo. A esto lo llama “satanocracia” porque persigue la sustitución de lo humano natural por lo artificial y se alienta el aumento de la población LGTB en el Primer Mundo. Y a eso se llama progresismo.

 

¿Pero entonces dónde queda el animalismo que está en auge?

El animalismo es un ataque profundo a la moral humana al poner en pie de igualdad al hombre con el animal. Se trata de un reduccionismo naturalista de la moral y una renuncia al reconocimiento del real puesto del hombre en el cosmos. El filósofo utilitarista hedonista Peter Singer es su defensor, pero su defensa es parte de la barbarie de una civilización que se hunde en la execrable deshumanización y en la deconstrucción derridiana de la moral humana. Personalmente considero como una disforia el animalismo, una perturbación psicológica de una sociedad profundamente enferma. La inmoralidad del animalismo es equivalente a la de la eutanasia o suicidio asistido que en realidad es desprecio y cosificación del ser humano, visto como mera naturaleza, simple homínido. También es la misma inmoralidad que presenta la industria del aborto, que en países que se dicen desarrollados permiten la venta de órganos del neonato para diversos fines.

 

¿Entonces tampoco está de acuerdo con la defensa de otros tipos de familia?

Menos aún. La familia nuclear ha demostrado por milenios ser la mejor protección del ser humano, a pesar de inevitables problemas. Pero el progresismo global impone la destrucción de la familia nuclear mediante la intromisión impersonal de Estado y el debilitamiento de la patria potestad. Lo cual era previsible que ocurra dentro de su guerra contra la población humana. Todo esto es pura perversión moral del globalismo progresista, que en el fondo es neonietzscheano porque sustituye el bien y el mal por lo útil e inútil. Por ello, sus neo entes podrán ser más útiles, pero no más humanos.

 

¿No cree que es muy drástico en sus opiniones?

Drástico y draconiano es el mundo inclusivo de la élite globalista que permite el predominio de los pedófilos, zoófilos, criminales abortistas, eugenésicos y multitudes de tontos útiles. Drástica es la élite globalista transhumanista porque es una satanocracia que destruye la verdad y la caridad. La monstruosidad patológica del transhumanismo de la élite global configura el mundo satanocrático de la mentira y el cinismo. Si no, qué significa que en Bélgica se legaliza casarse con animales, que en Alemania se defienda la zoofilia, en Reino Unido y en España se luche por legalizar la pederastia. Sin duda, la satanocracia se impone por dictado de la élite globalista. Y es que para el progresismo inclusivo no cuenta el derecho a la vida, sino que predomina el derecho a la muerte. Y todo ello porque el hombre dejó de ser sujeto y pasó a ser objeto de derecho. Sólo así se entiende que el Primer Mundo se haya legalizado el turbio y degradante negocio de vender bebés abortados y se haya incrementado el tráfico de niños.

 

¿Todo esto qué significa?

Que el progresismo globalista inclusivo es en realidad la marcha perversa de la deconstrucción derridiana del sexo. El ataque al sexo y a la reproducción natural para sustituirlo por el concepto de género busca anular su contenido ontológico. Lo mismo se aprecia cuando vemos que en España está en auge las familias animalistas, donde chanchos, perros y gatos son declarados hijos. Y lo más triste de todo es que las universidades y centros de investigación bien financiados son los que crean por encargo dichos conceptos trans. Lo mismo se ve cuando desde estos centros académicos se impulsa y protege la agenda feminista y del LGTB para criminalizar la masculinidad. Pero no hay que engañarnos, el animalismo es humanización de los animales y animalización del ser humano.

 

¿Cuál sería su conclusión?

Que normalizar la anormalidad es el principal signo de debacle de la liberal civilización moderna occidental. La ideología de género está planeada para demoler completamente el sexo reproductivo. Finalmente, la Cuarta Revolución Industrial con la edición genética y la Inteligencia Artificial debe ser reencauzada para que no se convierta en factor principal de deshumanización. Y ello sólo se puede lograr mediante una revolución metafísica que cambie la imagen del mundo terrenalista e inmanentista de la infectada modernidad atea, secularizada y libertina.

 

lunes, 23 de septiembre de 2024

NEO ENTES (Comentario)

 

Libro de actualidad palpitante publicado en el 2022 por el filósofo peruano Miklos Lukacs. Es un ataque profundo y sistemático a la ideología del transhumanismo de la élite globalista de los multibillonarios del planeta (Musk, Bezos, Gates, Zuckerberg, Soros, Fink, etc) que aspiran a convertirse en dioses terrenales.
El transhumanismo es la ideología cientificista y tecnólatra del progresismo globalista que combina religión, tecnología y filosofía para proclamar la era de le extinción humana y sustitución por ciborg y neo entes.
Sus bases teóricas se hallan en el dualismo cartesiano (separación mente-cuerpo), perfectibilidad de Condorcet y neo-darvinismo. A ello se añade el utilitarismo, la deconstrucción derridiana y el relativismo posmodernista. Sus principales mentores son David Peirce, Bostrom, Max More y Y. N. Harari.
Su idea de progreso se convierte en progresismo basado en la tecnociencia para sustituir al homo sapiens por el homo deus.
Persiguen tres objetivos: la super longevidad, la superinteligencia y el super bienestar. Todo lo cual no está pensado para todos, sino para la élite. El resto constituye la clase inútil a ser esclavizada y exterminada.
Su mundo feliz impulsa la agenda arco iris (control demográfico, aborto, ideología de género, derechos LGTB, destrucción de la familia nuclear, feminismo, animalismo, eutanasia) mediante la Cuarta Revolución Industrial (edición genética e inteligencia artificial).
En ese tránsito del humanismo al poshumanismo y al transhumanismo éste último presenta siete variantes: inmortalismo m abolicionismo, posgenerismo, extropianismo, singularismo, tecnogaianismo y poshumanismo.
Se trata de una élite globalista henchida de vanidad que juega a ser dios. En su propósito de disolver lo humano promueve la zoofilia, pedofilia, y las conductas disfóricas normalizadas por la ley.
El resultado es un mundo real donde el hombre de sujeto pasa a ser objeto de derecho, su cosificación se consagra.
A ello contribuyen la universidades y centros de investigación generosamente subsidiadas para impulsar la ideología transgénero, transexual, transedad, transraza, transcapaz, transespecie.
En una palabra, la vanidosa élite globalista de multibillonarios progresistas está decidida a acelerar y dirigir la evolución humana mediante la tecnología creando neo-entes. Se trata de un cambio antropológico de repercusiones peligrosas que suprime la dimensión ética. Los neo-entes serán más útiles, pero no más humanos.

En una palabra, el transhumanismo es la exacerbación del hombre prometeico de la posmodernidad.

sábado, 21 de septiembre de 2024

AL FILO DEL ABISMO TERMONUCLEAR (Video completo)



QANKUNAPAS NOKAYKUPAS-USTEDES Y NOSOTROS

 



Un honor haber participado en la noche del 20 de setiembre en el Instituto Raúl Porras Barrenechea en la presentación del libro "Ustedes y Nosotros/Qankunapas Noqaykupas. Contribuciones a un tinku filosófico intercultural con lo andino", de Rodolfo Sánchez Garrafa y Julio Gilberto Muñiz Caparó. Fue una grata velada con un auditorio atento e interesado. 

Se trata de un libro de filosofía inusitado, que busca un diálogo constructivo entre la tradición contestataria del occidente moderno con la tradición andina. La obra subraya lo siguiente:
1. Ni la ciencia ni la filosofía son monopolio de occidente.
2. La cultura andina tiene y tuvo ciencia y filosofía.
3. La hegemónica razón instrumental del occidente moderno debe ser contrapesada con la razón simbólico-mágica.
4. Sólo un sano equilibrio entre ambas hará posible el buen vivir o Sumaq Kausay.
5. Lo esencial de la cosmovisión andina es la dualidad complementaria primordial.

Muchos más son los aportes de la obra. Tampoco deja de presentar aspectos problemáticos: 1. Anteponer la cultura indígena a lo latinoamericano, 2. ver lo andino como la panacea de lo justo y bueno, 3. no cuestionar la dualidad a pesar del eterno retorno que implica la idea cíclica de Pachacute, y 4. no distinguir el occidente moderno del occidente clásico y cristiano. 

He tenido el privilegio de Prologar la obra y Hugo Chacón de escribir el Epílogo. En contrasentido con lo que sostiene el libro, Chacón rechaza la denominación de filosofía y opta por el de sabiduría, pero con la extraña amalgama de preferir "sabiduría-filosófica" para definir el conocimiento andino. Sin duda, es un paso atrás de su parte respecto a lo sostenido en su obra "Nación andina", y se retrotrae epistémicamente a posturas filo-eurocéntricas que, como la fenecida Dra. Rivara de Tuesta, prefirieron llamar "pensamiento andino" eludiendo el término de filosofía. En una palabra, con ese paso lo que ha hecho es poner el conocimiento andino en el desván de la cosmovisión. Me parece que el error nace de un adanismo chauvinista insostenible.

En la foto: Hugo Chacón, Rodolfo Sánchez, Gilberto Muñiz y Gustavo Flores.


jueves, 19 de septiembre de 2024

DESAFÍOS FILOSÓFICOS Y EDUCATIVOS DE L POSMODERNIDAD-Universidad de Londrina Brasil

 




EL EPISODIO FASCISTA DE V. ANDRÉS BELAUNDE

 

EL EPISODIO FASCISTA DE V. ANDRÉS BELAUNDE

Gustavo Flores Quelopana

Expresidente de la Sociedad Peruana de Filosofía


 

 

Introito

Un 18 de setiembre recibo la invitación de César Coca Vargas, quien dirige Ediciones Achawata, para presentar a su requerimiento mi escrito sobre el fascismo de Víctor Andrés Belaunde para su revista “Indoamérica”. El día 19 recibo un número de dicha revista y constato que pertenece al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, cuyo líder, como todos sabemos, es Víctor Polay Campos.

Tenía dos opciones: o desistir de dicha invitación para no vincularme con dicha organización subversiva, o atender a su invitación a sabiendas que no tengo ningún vínculo partidario. En el número que recibí encontré a mi querido amigo, y destacado antropólogo amazónico, Alberto Chirif, quien ofrece su visión estrictamente académica sobre el asesinato del líder Calderón por el MRTA. Además, en la nota editorial del número recibido César Coca habla de “discusión de ideas para conformar una sociedad tolerante”. De lo que se deduce que se trata de un camino democrático emprendido en su nueva etapa.

Teniendo en cuenta estas dos últimas circunstancias y reiterando mi independencia política y filiación netamente intelectual, remito el presente trabajo, que fue publicado en el 2006 en mi libro intitulado “Indagaciones peruanas. Variaciones sobre González Prada, Mariátegui, Belaunde, Haya de la Torre”, y a la cual he introducido ligeros añadidos.

La idea central es que V.A.B. tuvo su devaneo fascista mussoliniano de manera episódica., pero la tuvo. Pero jamás tuvo que ver con el delirante fascismo racista del nazismo hitleriano. Y esto, como se verá más adelante, nos fue ratificado por su hijo el embajador Antonio Belaunde Moreyra.

 

1.

UNA FILIACIÓN OSCURA

 

Víctor Andrés Belaunde es una personalidad que destaca justicieramente no sólo por los aportes de su aguda inteligencia peruanista sino también porque siempre estuvo lejos del vulgar afán inmoderado de riquezas, la mediocre simulación y la debilidad intelectualoide por el exhibicionismo egocéntrico. Por ello, se le hace un flaco favor al no tratar de explicitar las razones que lo llevaron a apoyar la causa del fascismo.

 

Este es un episodio omitido y ocultado en la ilustre reminiscencia de Don Víctor Andrés Belaunde: su adhesión al fascismo de la década del treinta.  Sus Memorias guardan un silencio sepulcral al respecto. Willy Pinto Gamboa más interesado en la manifestación literaria del fascismo peruano hace un recorrido por los periódicos La Prensa, El Comercio y la Crónica de 1936 a 1939 recordándonos a Belaunde con su columna de propaganda fascista Mirador escrito bajo el seudónimo Ayax (Sobre fascismo y literatura, Lima, Ed. EUNAFEV, 1978, 50 p.).

 

Recuérdese que él no fue el único intelectual de nota que fue extraviado por la prédica del fascismo, lo acompañaron José de la Riva Agüero desde una óptica aristocrática, Mario Alzadora Valdés, Pedro Benvenutto, José del Busto, Carlos Miró Quesada Laos, Alayza Grundy, R. Pérez Araníbar, desde una óptica mesocrática, y desde una óptica popular Luis A. Flores, Guillermo Hoyos Osores, entre otros. Por lo demás, en los años treinta la clase oligárquica peruana simpatizaba con el fascismo, lo que facilitó las cosas al golpe de Sánchez Cerro y al General Oscar R. Benavides. No es de poca monta señalar que el propio positivismo peruano fue elitista y racista.

 

Nuestro más brillante y sugestivo historiador de la República Don Jorge Basadre, siempre limpio y conceptuoso, pero también amigo extremadamente leal de la imagen íntegra en el plano humano, no dice nada de la afección fascista de Belaunde (Peruanos del siglo XX, Lima, Ed. Rikchay Perú, 1981, pp. 7-14). Creo que Basadre no tomó en cuenta su filiación fascista por considerarlo un detalle intrascendente ante un carácter destacado que siempre estuvo lejos de la figuración, el arribismo, la superficialidad, el sensualismo y la inautenticidad. Pero creo que el fulgor del genio de existencias destacadas no está exento de ser afectado por la miseria material o el desliz intelectual. Y nada de ello mella su grandeza moral. Por ello creo pienso que es necesario tratar de esclarecer qué fue lo que lo impulsó asociarse con tal ideología totalitaria.

 

José Ignacio López Soria presentó claramente a nuestro prohombre dentro de la vertiente del fascismo aristocrático, pero sin interesarse en las razones de fondo que lo motivaron a adoptar tal postura política (El pensamiento fascista, Lima, Ed. Mosca Azul, 1981). Su juicio es más bien abarcador y referido a las tres corrientes que presentaba el fascismo peruano por aquellos tiempos. Describe genéricamente al fascismo como una ideología que se opone al liberalismo occidental y al ateísmo comunista, basándose en la tradición y en la búsqueda de la armonía de las clases sociales mediante el Estado corporativo. No obstante, su texto sí deja en claro que Belaunde jamás transigió con el carácter antijudío y anti asiático del fascismo mesocrático de Raúl Rebagliatti, ni con el ultranacionalista hitleriano fascismo popular de Luis A. Flores. En este sentido coincidía con el tradicionalismo y el elitismo vertido por su amigo Riva Agüero en su libro Por la verdad, la tradición y la patria (Lima, Ed. Torres Aguilar, 1937 y 1938, 2 Vols.), pero su tradicionalismo no era de índole aristotélica sino agustiniana, y su elitismo no era latinista sino espiritual.

 

En el tomo XIII de las Obras completas de José de la Riva Agüero (Lima, Ed. Instituto Riva Agüero-PUCP, pp. 261 a 498) se inspeccionan únicamente dos cartas reveladoras de la ideología fascista de Belaunde, una del 4 de setiembre de 1935, escrita desde Bogotá, en la que afirma. “El corporativismo es la consecuencia lógica de la concepción social y política del cristianismo” y otra del 30 de enero de 1939 donde dice: “Dios quiera que Inglaterra siga con la política de inteligencia con Italia y Francia cambie de régimen y haga a Italia las justas concesiones sobre Djibouti y el estatuto de Túnez, para liberar a Mussolini de Hitler que representa el otro frente del mal”. Por entonces ya no era el joven maestro universitario de 38 años que defendía las tesis democrático-liberales en 1921 contra Leguía, y más bien se trataba de un hombre maduro de 56 años que había sustituido el liberalismo laico por las palpitaciones del cristianismo. Y es por ello que su fascismo será mussoliniano, como el de su amigo Riva Agüero, por considerarlo ético y católico y por el contrario repudiará el fascismo hitleriano por ser racista y anticatólico. Además, él valoraba sobremanera la forma cómo Mussolini había resuelto el problema con el Vaticano a través del famoso Concordato.

 

Belaunde creía por entonces en el Estado corporativo y era enemigo declarado del ateísmo marxista. ¿Pero esto acaso significa que había dejado de creer en la democracia liberal y que confiaba más bien en un régimen de fuerza? Es muy significativo que su insólita fecundidad intelectual no diera cabida a algún libro fascista de su parte, más bien se cobijó detrás de un seudónimo en un periódico de gran circulación, como era La Prensa, para bregar por la causa del fascismo. Quizá aquí cabe hacer una especulación de psicología profunda respecto al personaje apócrifo Ayax que creó. Antonio Machado canta peyorativamente a la máscara jungiana de la persona en los siguientes términos: 

 

“Nunca traces tu frontera

ni cuides de tu perfil;

todo eso es cosa de fuera” (p.304).

           

A lo que vamos es que, por aquella época y aventurando una interpretación jungiana, Ayax es la sombra de la persona de Belaunde, algo oscura y la menos fecunda, pero en el fondo revelador de una adhesión dudosa e insegura al ideal fascista.

 

2.

NACIONALISMO CORPORATIVISTA

 

Pero Belaunde fue una mentalidad no sólo de gran fervor místico sino con gran aptitud para las ideas filosóficas y con una agudeza singular para atender los hechos concreto, lo que le permitió intervenir en la Constitución de 1933 como representante del departamento de Arequipa, formar parte en 1934 de la Delegación que en Río de Janeiro negoció el arreglo del conflicto con Colombia, ministro Plenipotenciario en Bogotá (1935) y Suiza (1936), miembro de la delegación acreditada ante el gobierno de los Estados Unidos para negociar los límites con Ecuador (1938), fue Presidente de la delegación peruana ante las Naciones Unidas (1945) y Presidente de la Asamblea General de ese organismo (1959). Amén de ser catedrático, decano y vicerrector de la Universidad Católica (1942).

 

Es decir, sus habilidades prácticas organizativas eran tan notables como las intelectuales. Es por ello que lejos de apelar a cualquier ingenuidad de su parte para explicar su adhesión al fascismo debemos encontrar las razones en los mismos elementos constitutivos de la ideología fascista. El fascismo de los años treinta tuvo como condiciones psicológicas y sociológicas a la Primera Guerra Mundial y la crisis económica del 29, las cuales no generaron el pensamiento fascista, pero fueron condiciones necesarias para su formación. Como condiciones ideológicas tuvo la formación del nacionalismo radical y la revisión del marxismo. El nacionalismo orgánico y tribal basado en el exclusivismo biológico fue la traducción política de la revolución intelectual de fines del siglo XIX y principios del XX, llegando a ser así una teoría política coherente en las obras de Barrés, Maurras y Corradini.

 

 El segundo elemento fue la revisión del marxismo impulsado por Sorel y los teóricos del sindicalismo revolucionario italiano. Sorel sustituyó el racionalismo y hegelianismo del marxismo por un voluntarismo vitalista y anti materialista y pensaba, como más tarde repetiría en nuestro medio Mariátegui, que las masas no requerían de la razón sino de los mitos, sistemas de imágenes que estimulaban la imaginación. Pero cuando se hizo obvio que el mito de la huelga general y la violencia proletaria eran ineficaces porque el proletariado era incapaz de asumir su papel revolucionario entonces se sustituyó el marxismo y el proletariado por la gran fuerza emergente del conjunto de la nación.

 

Este fue el aporte del sindicalismo revolucionario al fascismo a través de Labriola, Michels, Panunzio, Orano y Mussolini. Durante la guerra del 14 el sindicalismo revolucionario se convertiría en sindicalismo nacional y así en fascismo. Las condiciones intelectuales que contribuyeron a la formación del pensamiento fascista fueron el darwinismo social, la filosofía anti cartesiana y anti kantiana de Nietzsche y Bergson, la psicología de Le Bon y la sociología de Pareto. Y las condiciones del contexto inmediato fueron los grandes cambios producidos en la economía capitalista, la sociedad burguesa y en la vida de la clase trabajadora, todos los cuales iban en contra de las previsiones desarrolladas por Marx. Y así el fascismo de los años treinta fue el producto de las contribuciones teóricas de los nacionalistas, el sindicalismo de la preguerra, la filosofía irracionalista y vitalista, el darwinismo social, la sociología del culto al líder y la psicología racista. Sin embargo, la mecha que prendió la pradera fue la experiencia de la guerra, porque ésta suministró la prueba de la capacidad del nacionalismo para movilizar a las masas y la enorme capacidad del Estado moderno para concentrar el poder.

 

Es por todo eso que Gentile estuvo   acertado   al   definir al fascismo como una revuelta contra el positivismo. El positivismo era antimetafísico, anti sustancialista y más bien relacionista. La ideología fascista quedaba así configurada en una ideología que rechazaba el liberalismo materialista de la democracia y del marxismo. Ambos fueron considerados como diferentes aspectos del mismo mal materialista. Fue una rebelión contra el materialismo, que se basó en una convergencia del nacionalismo antiburgués con el socialismo antimarxista. Era el aliado natural del nacionalismo radical. Su rechazo tajante de la cultura ilustrada tenía como objetivo sentar las bases de una nueva civilización, individualista y comunitaria, capaz de asegurar la permanencia de la colectividad humana.

 

En última instancia, para el fascismo el hombre sólo existe en tanto que es sostenido y determinado por la comunidad la cual está representada por la figura cuasi sagrada del líder. De modo que ninguna esfera de la actividad humana quedaba inmune de la intervención del Estado, fuera del Estado no puede existir ningún valor espiritual, ni ético, sólo el Estado es una unidad consciente y tiene su propia voluntad, transformando al pueblo incluso en sus aspectos físicos, ningún individuo, partido, asociación cultural, clase social o empresarial y doctrina tiene derecho a existir fuera del Estado. Siendo así el totalitarismo la esencia mismo del fascismo y uno de los mejores ejemplos de unidad de pensamiento y acción.

 

3.

ATRACCIÓN Y REPULSA

 

Al parecer Belaunde no tuvo idea de las consecuencias exactas de esta concepción totalitaria del poder político. El holocausto que albergaba en su vientre no era difícil de imaginar, pero él creyó que era posible mitigarlo si a nivel ideológico se acentuaba el pensamiento cristiano, a nivel político se implementaba un corporativismo representativo y a nivel de forma de gobierno el Estado no avasallara del todo al individuo. Pero no se debe olvidar que en 1933 no censuró a los fascistas de la Unión Revolucionaria que hicieron de la tumba de Sánchez Cerro un lugar de peregrinación, desfilando por las calles de Lima con sus “camisas negras”, nunca tildó de anatópico al pensamiento fascista, ni condenó la persecución política contra la dirigencia del partido comunista que fue puesta en su totalidad en prisión, ni contra el aprismo. No es un secreto que Belaunde no guardaba simpatía por ninguno de estos grupos políticos perseguidos, los consideraba anatópicos y su neutralización necesaria, siendo esto otro factor de simpatía con las fuerzas fascistas nacionales.

 

De manera que desde un comienzo se sintió atraído por los siguientes aspectos del fascismo:

·        rebelión contra el materialismo

·        nacionalismo antiburgués

·        revuelta contra el marxismo ateo

·        creación de una civilización anti individualista y comunitaria

·        fomento desde el Estado de una ideología nacional

·        destrucción de la dictadura del dinero

·        culto del líder como personificación de las excelencias del pueblo

·        prevalencia de la solidaridad nacional

·        victoria de la política sobre la economía, y de los valores espirituales sobre los materiales

 

Pero también sintió una repulsión instantánea por otros elementos constitutivos de esta ideología:

·        el darwinismo social

·        la psicología racista

·        la excesiva acentuación de lo comunitario sobre lo individual

·        la completa subordinación de los derechos del individuo

·        el carácter omnímodo del Estado

 

Por los años treinta y primeros años del cuarenta ya hacia bastante tiempo que Belaunde había abandonado su primera etapa positivista y fenomenista, tan caracterizada en su libro El Perú antiguo y los modernos sociólogos (1904), encontrándose en pleno desarrollo de su segunda etapa filosófica: metafísica, cristiana, espiritualista y peruanista, implementada en sus obras Meditaciones peruanas (1914), La crisis presente (1914-1939), La realidad nacional (1931) y Peruanidad (1942). Cuando reemplaza a Javier Prado en 1912 en la docencia con el curso de filosofía moderna en San Marcos encontró que Deustua y Prado habían introducido el voluntarismo de Wundt, el espiritualismo de Eucken, los análisis de filosofía de la religión de William James, el vitalismo de Bergson y el idealismo de Boutroux.

 

El por su parte descubre la vía abierta al absoluto por Descartes, Spinoza y el carácter libre de la vida y el valor de la intuición en Kant. Es curiosa su coincidencia, pues él como el fascismo emprenden una revuelta contra el positivismo antimetafísico, lo cual no quiere decir que el pensamiento metafísico conduzca necesariamente hacia el pensamiento fascista, aunque aquí lo acompañe. Por entonces, ya se había definido varios aspectos claves de su pensamiento:

·        rechazo del ateísmo materialista

·        culto del hombre superior y rechazo del caudillo, demagogo y el absolutismo presidencial

·        anatopismo como fenómeno de imitación

·        definición del Perú como síntesis viviente

·        formación del ideal nacionalista

·        la democracia como ideal político

·        la idea de Peruanidad construida por el legado prehispánico e hispánico

·        la distinción entre el ideal o visión exacta de la realidad y la ideología como visión ajena de la realidad

·        el respeto de la iniciativa privada y la propiedad individual

·        y la justa distribución de la riqueza

 

Este cuadro de ideas suyas encuentra coincidencia parcial con las tesis del fascismo por el lado del antimaterialismo, del nacionalismo, la idea del líder y la prevalencia de lo espiritual sobre lo material. De aquí proviene su adhesión insegura, a través de un seudónimo periodístico, con la ideología del fascismo. Pero además el asunto es que el nacionalismo es una ideología que puede combinarse con el liberalismo, el socialismo, el comunismo y el fascismo. Belaunde era reactivo al nacionalismo racista pero no al nacionalismo que concebía la identidad nacional como transitoria, mudable y perfectible.

 

4.

CONCLUSIÓN

 

En verdad no existen explicaciones simples a la naturaleza proteica del nacionalismo, pero este atributo suyo es uno de los elementos que lo aproxima al fascismo. No obstante, el nacionalismo del fascismo es particularista, es decir el interés nacional está por encima incluso del respeto del derecho internacional, mientras que el nacionalismo de Belaunde es un nacionalismo universal, que defiende los intereses culturales y materiales colectivos de una nacionalidad, pero teniendo en cuenta los intereses de los demás. Sin embargo, él estuvo de acuerdo con las pretensiones territoriales del Duce, lo que contradice su nacionalismo universal.

 

En conclusión, no pretendo haber agotado las razones de la exótica adhesión de su inteligencia a la causa del fascismo, pues no hay explicación simple al mismo. Pero fue un hecho del que no se sintió orgulloso y trató de ocultarlo en lo posible.

 

Y aquí va anécdota del Dr. Antonio Belaunde Moreyra. Por el año 2006 nos reuníamos en la casa del finado Julio César Rivera Dávalos para celebrar sesiones quincenales de filosofía en el recién inaugurado Cenáculo de Filosofía Yachaywiñay. Nos reuníamos integrantes de todas las áreas del conocimiento. Por la física teórica iban Kiko Álvarez Vita, Enrique Pfeiffer, los filósofos Luis Alvizuri, José Luis Herrera, Antonio Belaunde, Julio Rivera, Ruth Romero Huamaní, Pablo Suárez, Ysaí Quiroz, Fidel Gutiérrez Vivanco. Toribio Torres, Víctor Montero Cam, yo, el Nyaya Salomón Ruíz Goin, los abogados Ricardo Segura, Miguel Bautista Gavilán, y otros personajes. Lo singular del caso es que cuando me tocó exponer el tema en cenáculo estuvo presente el Dr. Antonio Belaunde Moreyra, quien al final ratificó la filiación de su padre al fascismo mussoliniano, e incluso contó que tenía en su mesa de noche un retrato de Benito Mussolini con su autógrafa. Lo cual cayó sobre los presentes como la mayor prueba del episodio fascista de Don Víctor Andrés Belaunde.