FILOSOFÍA COMO METAFÍSICA
Gustavo Flores Quelopana
-¿Cómo se justifica la filosofía metafísica?
Si la filosofía no es metafísica, entonces es ciencia o no es nada.
Pero la ciencia no necesita de la filosofía para justificarse, la ciencia se
justifica sola. Por lo cual, la filosofía subsumida a la ciencia tiende a
evaporarse en ontología regional de algún ente finito, sobre el cual la ciencia
dice cosas más precisas y útiles que la misma filosofía. De manera que si la
filosofía no es metafísica se queda sin tema fundamental o se queda en mero
metarrelato a lo Lyotard.
¿Pero su apreciación no implica subestimar la ontología de N. Hartmann?
Subestimar no, señalar su insuficiencia sí. Por lo demás, para N. Hartmann
la filosofía no es metafísica, aunque sí ontología de los seres finitos. Su
filosofía es una ontología terrenal, inmanentista, sin trascendencia. Por eso
se limita a una descripción de las categorías de los diferentes niveles de los
seres finitos. La exclusión que hace del problema del ser o la existencia de
los seres es totalmente injustificada.
-¿Pero su postura no es acaso retrotraerse a posturas prekantianas o al
idealismo alemán, estoy pensando en Schelling que insistía que el problema filosófico
crucial es la relación entre el ser finito y el ser absoluto?
En filosofía no hay progreso como en las ciencias. Lo que hay es
replanteo de preguntas. Y la pregunta que me hago es: ¿acaso la metafísica no
se relaciona con el propio ser del hombre? El hombre es un ser finito e
histórico, pero con la capacidad de separarse del mundo. Esto le da la
capacidad de mostrarse como el ser que no está enteramente en lo temporal e histórico,
sino de habitar también lo intemporal y suprahistórico. En una palabra, el
hombre es una criatura metafísica porque vive su inmanencia desde la trascendencia.
Puede trascenderse a sí mismo sin dejar de ser inmanente. Por ello el hombre es
una criatura metafísica.
-El hombre como ser que está más allá de sí mismo. Eso tiene un sabor
al superhombre de Nietzsche. ¿No está leyendo Usted a Nietzsche en clave metafísica?
Para Nietzsche tanto el superhombre como la teoría del eterno retorno
expresa su resuelta voluntad de aceptar el mundo. Es un enfoque inmanente,
donde no hay espacio para ninguna trascendencia. Todas sus hipótesis son
empíricas. Incluso el eterno retorno coloca el sello de la eternidad sobre el
mundo del devenir. Ahora bien, para Nietzsche el superhomnbre es un mito para
espolear al hombre en dirección al superhombre. Mientras que en mis afirmaciones
se sostiene que el hombre es un ser metafísico no como mito sino como realidad.
Por ello, no es una lectura de su filosofía en clave trascendente. El hombre es
realmente un ser dual, o sea histórico y suprahistórico, temporal e intemporal,
inmanente y trascendente. Y privilegiar u obnubilar cualquiera de sus aspectos
daña su propio ser. El hombre es un ser natural y también espiritual. El hombre
es un ser en el mundo, pero que se separa del mundo. Y por ello, no es que el
hombre busca los problemas metafísicos, sino que está asediado por éstos desde
la entraña de su propio ser.
- ¿Esta postura suya no supone regresar a la filosofía de las esencias
de la metafísica griega?
No, no lo supone. En primer lugar, porque la metafísica de las esencias
es superada y profundizada por la metafísica trascendental, a la cual me
adhiero. Y, en segundo lugar, hay que recordar que también hay una forma
inmanentista de hablar de las esencias sin incurrir a la metafísica. Me estoy
refiriendo a la fenomenología de Husserl. En Investigaciones lógicas
(1900-1901) afirma que la lógica se ocupa de la esfera del significado,
distingue entre conciencia y objetos de conciencia. Lo cual implica distinguir
las cosas individuales de los significados universales, que como tales son
esencias. Luego en Filosofía como ciencia estricta (1910-1911) habla que
la conciencia debe prescindir de la actitud natural y así conseguir que la
fenomenología como filosofía fundamental preceda a cualquier ontología y
metafísica. Pero es en Ideas para una fenomenología y una filosofía
fenomenológica (1913) donde va distinguir entre noesis -acto de
conciencia- y noema -contenido significativo o esencia-. Además, insiste
en la epojé o suspensión del juicio en lo que respecta a la referencia
ontológica. Y ya en Lógica formal y lógica trascendental (1929) da el giro
hacia el idealismo al deducir la conciencia del yo trascendental y hacer de la
realidad del mundo dependiente de la conciencia. Sus Meditaciones
cartesianas (1931) ratifican la coincidencia entre lógica y metafísica. Como
vemos la filosofía de las esencias ha tenido también una versión inmanente y no
necesariamente trascendente en la filosofía moderna. Scheler tampoco es otra cosa,
porque si bien su filosofía del valor reconoce a éste como esencia
independiente de la conciencia, sin embargo, supone una metafísica del ser en
sentido panteísta. Y Heidegger tampoco es muy diferente, porque si bien rechaza
la epojé husserliana y se orienta hacia una filosofía del ser no idealista, no
obstante, el ser se mantiene dentro de lo finito y temporal. Nunca logra ir más
allá del hombre, ni siquiera en su tono antihumanista de convertir al hombre en
el pastor del ser. Si Husserl engolfa la historia en la temporalidad de la conciencia, Heidegger hace lo suyo con la temporalidad del ser.
-Pero existe la impresión que ha sido la filosofía analítica la que
logró una exclusión de la filosofía metafísica. ¿Lo considera así?
Es así sólo si aceptamos que los problemas insolubles son pseudoproblemas,
o sea, son cuestiones verbales que carecen de significado claro. Pero ya
sabemos que el criterio neopositivista de significado no pudo evadir la crítica
y acabó siendo un mero principio metodológico. Con esto se derrumbó la
aspiración neopositivista de lograr que la filosofía llegue a ser científica y
puramente analítica.
-Pero ha sido la filosofía posmoderna la que se ha jactado de la
disolución de la metafísica. Lyotard, primero, negó que existan narraciones
totalizantes, los discursos son inconmensurables, se ha llegado al fin de los
grandes relatos, no hay objetividad, ni ley, ni pensamiento, el único criterio
es el placer estetizante, el sentimiento. ¿No le parece que esta es una descalificación
profunda de la metafísica?
No me parece. La promoción del diferendo y la heterogeneidad aunado con
la abolición de la objetividad representa un relativismo radical encubierto con
la razón estética. Y no muy diferente me parece Vattimo, representante de la
hermenéutica y de la ontología débil. Bajo el lema de “no hay hechos sino
interpretaciones” ha desontologizado el pensamiento de Nietzsche y de Heidegger,
y para huir del relativismo acude a la piedad meramente inmanente. Su ontología
débil le hace el juego al capitalismo consumista y tecnológico. Las masas posmodernas viven agobiadas por el estancamiento salarial y la precarización del empleo. Con el arrollador avance de la Inteligencia Artificial sonó el campanazo de la extinción del empleo y la búsqueda de alternativas de sustento, como el salario ciudadano. En otras palabras, no ha aumentado la libertad, sino la incertidumbre vital. Por ello, la filosofía posmoderna deriva hacia una
cháchara bufonesca, que deja ser la diferencia a costa de promover la alteridad
pervertida. Por ello, es el más extraviado intento de dejar atrás los problemas
de la metafísica. No entienden la compleja dialéctica entre lo inmanente y lo trascendente
de la naturaleza humana.
Entonces, ¿Qué es para usted la filosofía?
Es fundamentalmente metafísica, pero no como repetición de la metafísica
que enfatiza lo trascendente en desmedro de lo inmanente como en la Antigüedad o
Edad Media, ni como énfasis de lo inmanente en desmedro de lo trascendente como
sucedió desde la Modernidad. La hora presente es diferente y la metafísica debe
plantearse de modo diferente: como síntesis de lo inmanente y lo trascendente,
lo terrenal y lo celeste, lo finito y lo infinito, lo temporal y lo eterno, sin
reducir lo uno a lo otro. Mire Usted, se filosofa no para tratar problemas de los filósofos, sino problemas del hombre y del mundo. Ahí está el ser, en los entes, aún cuando no se agote en la pluralidad de las cosas.
-Tengo la impresión que su propuesta es profética y civilizatoria. ¿Es
un nihilismo activo que implica destruir todo aquello en lo que antes se creía?
No. Me gusta más la imagen dialéctica de la superación o Aufhebung.
Donde lo superado se conserva. Lo que llega a su ocaso no es la razón misma,
sino la razón burguesa de la civilización capitalista. Pero llega a su ocaso con el capitalismo digital , el cual coloniza el poder y se dirige directamente hacia un orden totalitario. La modernidad envejecida es un sistema irracional que se hunde en la paranoia de la vigilancia masiva global. Por ello, el internet es el olvido del ser y la apoteosis del ente, pero esto acontece dentro de la metafísica empirista y subjetiva de la modernidad capitalista. No es ningún secreto que el internet aumentó exponencialmente la información, pero disminuyó dramáticamente la sabiduría.
- ¿Para usted la ciencia ha matado el pensar, como sostiene Heidegger?
No, no es la ciencia ni la técnica misma la que mata el pensar, sino
que son éstas en manos de la razón instrumental de la razón burguesa que busca
el máximo beneficio y lucro lo que mata el pensar. Como Heidegger no advierte
la realidad de la razón burguesa cree que de lo que se trata es de superar el
pensar calculador. Y con eso deriva hacia una postura reaccionaria hacia lo
científico-técnico, que lo conduce a afirmar que hay que reconducir el pensar
hacia el estado mítico para devolver su contenido a los vocablos “ser” y “ente”.
Pero esto es otro error garrafal, porque así no se distingue entre revelación
natural mítica y revelación sobrenatural de la Revelación. Heidegger se queda
en la pagana revelación natural de lo sagrado. A esto se agrega un tercer
profundo error. Y es que Heidegger nunca advirtió que la fe representa una
superación del pensar calculador. Como decía Kierkegaard contra Hegel: el acto
de fe nos lleva más allá de la razón. Pero hay algo más que se relaciona con la
errónea apreciación del pensar mismo. El pensar conceptual no tiene que ser
necesaria y exclusivamente calculador. Tampoco es cierto que Platón toma el ser
como esencia. Este prejuicio arranca desde Aristóteles. Pues la verdad total
nunca será posesión del concepto. No otra cosa es la alegoría de la caverna. El
pensar metafísico no es pensar conceptual, sino pensar analógico. Y justamente
por ello, el pensar sobre el ser no tiene que ser pensar poético o místico, como
piensa Heidegger, sino basta que sea pensar analógico. En suma, el hombre no sólo
tiene la fe sobrenatural, sino también el pensar analógico y metafórico para
hacer metafísica sobre el ser. La ética del pensar humano consiste en reconocer
que el hombre no piensa para ser, sino que lo hace porque es.
- Finalmente, ¿no cree que la filosofía como metafísica deja un sabor políticamente conservador?
No, eso no es cierto. Camilo Torres, Ernesto Cardenal, monseñor Arnulfo Romero, los teólogos de la liberación y los sacerdotes mártires de la lucha por la transformación social son el principal mentís del cariz conservador de la religión católica, que vuelve a ser profética y de lucha por la justicia social. Por tanto, aquella consideración nietzscheana del cristianismo como religión de esclavos, que preconiza la sumisión, la resignación, la moral de rebaño, ha dejado de ser cierta. Es una consideración desfasada históricamente. Por ello, la filosofía como metafísica no es quietismo reaccionario meramente contemplativo. Además, la complejidad introducida en la sociedad por el pensar computacional y el capitalismo digital exige nuevamente interpretar el mundo antes de transformarlo. La tesis once de Marx también hay que matizarla históricamente. Pues, la principal amenaza que se cierne actualmente sobre el hombre es el poder omnisciente del capitalismo digital, como expresión fidedigna del nihilismo moral que destruye la libertad humana. Por ello, Auschwitz, Hiroshima, Ucrania son manifestaciones del mismo desnivel prometeico del hombre respecto a sus propias creaciones.