FILOSOFÍA
PREHISTÓRICA (IV)
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad
Peruana de Filosofía
CUARTO PERIODO
Edad de la metafísica
pre-mitomórfica
(40-35 mil a 10 mil
años)
4
EL HOMBRE MODERNO
PALEOLÍTICO
La filosofía
del paleolítico inferior con el Homo habilis y del Homo erectus, y la del
paleolítico medio con el Homo Neandertal, está signada por una metafísica de la
presencia que se deriva del sentimiento de unidad con la totalidad de lo
viviente.
Pero la
filosofía del paleolítico superior con el nuevo hombre moderno, encarna la
decadencia de la metafísica de la presencia y del sentimiento de unidad con la
totalidad de lo viviente y su reemplazo por una metafísica de la evocación, que
brota del sentimiento cósmico de alejamiento respecto a la totalidad de lo
viviente.
No otra cosa
representan las figuras femeninas de las Venus líticas, como objetos mágicos
para asegurar la fertilidad y la fecundidad, y la conversión de las cavernas en
santuarios para pinturas rupestres. Es el comienzo del fin del sentimiento de
unidad con el todo y su sustitución con la evocación chamánica y mágica. El
nuevo hombre moderno del paleolítico superior echó las bases de la filosofía
mitomórfica del chamanismo que imperará durante el mesolítico y neolítico.
El Paleolítico superior es
del dominio del Homo sapiens sapiens, que apareció en
África hace unos 200 mil años. Es el tercero y último de los periodos en que está dividido el Paleolítico o Edad de Piedra. Está caracterizado por la
preponderancia de distintas industrias líticas: Châtelperroniense, Auriñaciense,Gravetiense, Solutrense y Magdaleniense, según los yacimientos
epónimos de Francia. Sus periodos industriales se
dividen en: antiguo (40-30 mil a 20 mil años), medio (20 mil a 18 mil años), y
final (18 mil a 11 mil años).
Se extiende aproximadamente entre los años 40-30 000 y
el 12-10 mil antes del presente.
Coincide con la segunda mitad del último periodo
glacial, de clima muy frío aunque con intervalos algo más templados.
En este ciclo de aparición y retroceso de las glaciaciones continentales –la de
Wichel en Escandinavia, la de Würm en los Alpes, la de Waldai en el norte de
Rusia, la de Zyrianka en Siberia, la de Wisconsin en América del Norte- el
hombre moderno del paleolítico colonizó nuevos territorios. Migró masivamente
desde Asia a América desde Beringia (estrecho de Bering).
Fue el primero en navegar costeramente en canoas. Era un activo cazador.
Inventó la aguja y el arpón. Construyó cabañas temporales de ramas (Terra
Amata, Niza-Francia, 400 mil años), de pieles (cueva de Lazaret, Niza-Francia,
200 mil años) y campamentos veraniegos para la caza de renos (Pincevent, Isla
de Francia, 14 mil años). Representó estatuillas antropomorfas femeninas
conocidas como las Venus. Autor de gran cantidad de pintura rupestre. Sus
enterramientos evidencian que tuvo complejas ideas trascendentes.
También las especies humanas de anteriores periodos -homínido de Denísova,
Homo erectus, Homo neandertal, Homo floresiensis- son suplantadas
por el Homo sapiens,
como único superviviente de la sub tribu
Hominina. Ello aconteció entre 40-35 mil
años. Pero actualmente se admiten hibridaciones con el neandertal. El
antropólogo británico Christopher Stringer ha planteado la tesis difusionista
conocida como “Los hijos de Eva”, según la cual los nuevos hombres modernos
habrían tenido un origen independiente en África oriental.
Esto ha servido en dos sentidos: primero, para valorar la visión
continua en vez de discontinua de la especia humana, y para abandonar la
adscripción de los ancestros humanos a los grandes troncos raciales del
presente. Pero el hombre moderno suple su falta de adaptación corporal (menos
bello corporal, morder, correr) con su desarrollo cultural (nuevas armas y
estrategias). Tenía la frente recta, el mentón marcado y estatura elevada. Esas
características del Cromañón se diversificaron con el tiempo, dando lugar a
variedades regionales. Su utillaje lítico muestra un notable desarrollo de las
técnicas de tallado. A diferencia de sus antecesores utilizaban las cuevas no
como vivienda sino como santuarios.
El punto final del Paleolítico Superior será la revolución
mesolítica (hace 10 mil años). Durante este período y con la llegada
del clima templado advienen los bosques, nace el sedentarismo, las aldeas,
dominio de animales y expansión demográfica. La revolución neolítica se gestó
en los avances tecnológicos del mesolítico. En realidad los periodos mesolítico
y neolítico son considerados las partes finales de la Edad de Piedra pero el
fin de la Prehistoria abarca la Edad de los Metales (Cobre, Bronce, Hierro).
Pero mesolítico y neolítico son parte del desarrollo del mismo nuevo hombre
moderno del Paleolítico Superior. Por tanto, se justifica mencionar que el
hombre moderno durante el mesolítico inventa el arco y la flecha, su vida es
sana y relajada, trabaja dos horas al día, tiene mucho tiempo para pensar.
Todavía sin ganadería, agricultura ni metalurgia,
estos últimos cazadores conocen un aumento de la producción y disminución de la
escasez. Estos cambios darán paso a las sociedades campesinas del neolítico. Al
adoptar la agricultura se vuelven sedentarias. El neolítico se divide en
precerámico y cerámico. Se admiten cinco centros de origen: Oriente Próximo,
China, Sudeste Asiático, México y Perú. En Mesopotamia se inventa la escritura.
Se erigen grandes monumentos megalíticos para templos, cámaras funerarias y
observación de los astros. Añaden la nueva actividad de la minería.
Esto da paso al Calcolítico o Edad de Cobre con las
primeras sociedades complejas y jerarquizadas. Se usa la lana, la leche, el
queso, el yogurt. Se edifican grandes ciudades con regadío y drenaje. Se emplea
el buey como animal de tiro. Lo cual provocara el inicio de la Edad de Bronce
(2,200-750 a.C.), caracteriza por un notorio mejoramiento de la aleación de los
metales (mayor dureza), se fabrican joyas de oro, se diversifica el armamento
ofensivo, se forman elites guerreras, cunde el culto al guerrero junto al
caballo y al toro, surge la desigualdad social, se multiplican las aldeas
fortificadas, depósitos votivos con objetos metálicos, se domestica el caballo
y se inventa el carro de combate. Luego adviene la Edad de Hierro. Ahora bien,
la Prehistoria del Viejo Mundo no coincide con la Prehistoria del Nuevo Mundo[1].
Pero el punto más importante es que la llamada
filosofía prehistórica tendría tres periodos: la numinocrática (paleolítico
inferior, medio y superior), la mitomórfica (mesolítico, neolítico) y la
mitocrática (Edad de los Metales). En esta obra sólo se presta atención a la
primera, debido a que las otras dos han sido objeto de otros libros[2]. De modo que
concluiremos examinando la filosofía del paleolítico superior describiendo un cuadro sobre a
correspondencia de la filosofía prehistórica con cada especie humana.
Filosofía Prehistórica
Edad de Piedra Edad de los Metales
P. Inferior P. Medio P. Superior- Mesolítico Neolítico / Cobre
Bronce Hierro
Filosofía Filosofia Filosofía
Numinocrática Mitomórfica Mitocrática
filósofo-mago filósofo-chamán filósofo del mito
Filosofía Histórica
Desde Grecia
Filosofía logocrática/filósofo
del concepto
En la filosofía numinocrática el ser adviene al
hombre, es una filosofía de la presencia; en la filosofía mitomórfica el ser
escucha al ser pensante y necesita ser evocado, es una filosofía de la
evocación; en la filosofía mitocrática el ser se oculta al ser pensante y
necesita ser develado, es una filosofía de la aletheia; finalmente en la
filosofía logocrática el ser se deja ver en lo universal inteligible, es una
filosofía de la esencia.
Si la filosofía ha cambiado de forma pero no de
contenido, porque el contenido es el Ser, entonces en el fondo es un arte, es
el arte de preguntar por la realidad y por el sujeto que se hace la pregunta.
Pero dicho arte no responde a un ejercicio estético sino a una urgencia
existencial y ontológica de la razón, porque la razón se pone en marcha no por
cuestiones lógicas sino por razones existenciales. O sea en el fondo la
filosofía es un arte de vivir y para vivir. El sentido de su búsqueda es el
para qué y por qué del existir en este mundo. Mundo que se desdobla en un
universo visible y en otro inteligible.
En ese sentido el problema no es la vida sino
encontrar el sentido de un mundo en el que se vive. Y ese fue el desiderátum de
la criatura humana desde el paleolítico con el filósofo pre-animista, animista,
espiritualista, mago, mítico y conceptual del presente. Distintos afanes han
atravesado la filosofía y el filosofar: sobrevivencia, evocación, salvación,
teoría, pero al final es el mismo sacudimiento del existir.
Tres fueron las innovaciones tecnológicas en el
paleolítico superior, como son, la talla de la piedra, la fabricación de nuevo
instrumental de hueso y asta y el arte mobiliar. Pero más decisivas fueron sus
novedades en la vida espiritual y las ideas trascendentes del nuevo hombre
moderno del paleolítico, notoriamente resaltantes en tres ámbitos: las pinturas
rupestres, los enterramientos y las venus líticas.
Sobre las pinturas rupestres[3] Sautuola y
Vilanova fueron los primeros en creer en el valor de aquel arte desconocido,
luego ratificadas por Riviere, Daleau, Cartaillhac y el abate Breuil. Asi la
importancia de este arte mural quedaba reconocido ante la testaruda oposición
de la ciencia ortodoxa. Pero la búsqueda de sentido de estos murales, que
comprenden relieves, grabados y pinturas, aún sigue. Están repartidas en más de
un centenar de cuevas en Francia y España, siendo quizá las más conocidas las
de Lascaux y Altamira, consideradas las Capillas Sixtina del arte Cuaternario.
Lo que refuerza la interpretación religiosa de que son lugares y figuras de
culto es la disposición en círculo en que se disponen las figuras de animales
en la cueva Le Roc de Sers. O las imágenes crudamente femeninas en las paredes
de la caverna de Angles-sur-Anglin.
También hay estilizaciones y abundancia de signos
desconocidos, figuras ceremoniales de hombres disfrazados y danzando con
máscara de animal, profusión de manos con verdaderas mutilaciones de
sacrificio, deformaciones y enfermedades (Altos Pirineos y Cáceres), lámparas
de piedra con mecha y grasa junto con antorchas que servían de iluminación y
calefacción.
Es decir, los motivos naturalistas aparecen
acompañados de motivos simbolistas. Paredes con grandes toros llenos de vida,
con veloces caballos, la escena de un hombre con un posible poste totémico
coronado por un ave (Lascaux). Hay otras paredes donde predomina el mamut, al
lado de cabras, bisontes, rinocerontes y parte de la desaparecida fauna del Pleistoceno
(cueva de Miremont). La serie de puntos, los tectiformes y otros extraños
símbolos ideomorfos pintados en rojo (del Castillo) es de lo más difícil de
interpretar. Dibujar no es escribir, pero simbolizar puede ser proto-escritura.
Lo cual habla de la gran inventiva del hombre de este periodo.
Aquí no se va a abundar sobre los focos, difusión,
escuelas y tendencias del arte Cuaternario, lo que ha sido bastante estudiado
por los especialistas como Grahame Clark. Lo que aquí concita la atención es la
interpretación de su significado. Breuil propuso la interpretación de escenas
naturalistas de cacería. Leroi-Gourhan subrayó un hondo simbolismo sexual.
Otros han defendido un sentido estético y finalmente la teoría del origen
mágico. Actualmente se la concibe como un sistema de representación
artística, en general, que está relacionado con prácticas de carácter
mágico-religiosas para propiciar la caza. Sin embargo, si el
propósito era propiciar la cacería no ve con claridad cuál sea la función de
las manos, los símbolos y signos
abstractos. Para qué mezclar la representación naturalista con la
representación simbólica.
Lo que se cuestiona no es la
función mágico-religiosa sino su exclusiva función cazadora. Además, si había
abundancia en la fauna del Pleistoceno para qué tomarse el trabajo de invocar a
los animales. Esto hace pensar que había otra razón más profunda que perturbaba
la mente del nuevo hombre moderno del Paleolítico. Y este algo era el aumento
exponencial de su creatividad e invención. Lo que le da un sentimiento de
soberanía sobre todo lo demás, se experimenta un fortalecimiento del principio
antrópico, pero a la vez, se produce un distanciamiento de su unidad con el
Todo.
Lo numinoso prístino de sus
congéneres arcaicos ha empezado a desvanecerse. Aquel sentimiento de unidad con
la totalidad de lo viviente se está apagando y necesita existencialmente
recuperar la seguridad en el mundo supliéndolo con algo que le devuelva la
tranquilidad y confianza. Entre todas sus invenciones la más decisiva será la
del arte totémico-chamánico. Emerge la esfera ontológico-epistémica de la
mentalidad mitomórfica, la cual anda a horcajadas entre lo numinocrático y el
venidero mundo mitocrático que prepara.
Entonces esto hace que el arte
rupestre no sea en realidad arte sino un complejo de pensamiento unitario de
magia, arte, religión y filosofía, en donde no estaban ausentes sino muy
presentes, los estados alterados de conciencia. La pintura rupestre es filosofía
mitomórfica, de invocación y manipulación de fuerzas invisibles, mediante
representaciones naturalistas y simbólicas y prácticas
mágico-religiosas, para propiciar la recuperación del sentido de la vida y la
unidad perdida con el mundo.
Mientras en la filosofía
numinocrática la inmanencia vive junto con la trascendencia, el mundo mismo es
percibido como sagrado y mágico, no hay necesidad de acto externo para
participar de la presencia del ser, en cambio en la filosofía mitomórfica la
inmanencia se separa de la trascendencia, el mundo luce desgajado entre lo
profano y lo sagrado, y se hace necesario un acto externo (magia) para
participar del ser mediante evocación y manipulación. El filósofo del
paleolítico se vuelve en mago y chamán.
El sistema de la razón del
nuevo hombre del paleolítico se hace más simbólico y sígnico, la mayor agudeza
de sus sentidos perceptual, intuitivo, emocional, estético, ético y religioso
lo lleva hacia un mundo más complejo. Su aparente naturalismo no habla de un
ser naturalista, más naturalistas eran el Homo habilis y el Homo erectus, sino
que hablan de un ser más espiritual y simbólico, que celebra su mayor señorío
sobre la naturaleza. El sentido ontológico de la razón nos lleva al
reconocimiento del carácter existencial de la filosofía y éste hacia la
identificación en el hombre moderno del paleolítico de un sistema de razón que
busca responder a cuestiones existenciales de carácter espiritual.
Su respuesta praxiológica (la
magia del paleolítico superior) es una forma de sabiduría donde se trata de
obligar a la sobrenatural fuerza vital de los seres naturales a obedecer para
subsanar la ruptura entre lo ontológico y lo histórico. Su propensión por los
cultos totémicos es un claro indicio de que no hay nada parecido a un monoteísmo
ni un proto-monoteísmo, sino que es el esfuerzo del último hombre de la Edad de
Piedra para alcanzar un equilibrio interno a través de una religión de
integración.
Así en los ritos funerarios y
en el canibalismo con los cadáveres se busca que el difunto permanezca en la
familia, que continúe entre los vivos, que venza a la muerte. Sus expandidas
facultades del alma expresarían sus ideas metafísicas mediante la danza y el
canto, acompañar el alma del muerto en el viaje al más allá. La creencia en lo
sobrenatural y en el alma individual no lleva de inmediato a la creencia en un
alma universal ni en un dios único.
El último cazador del
paleolítico es el principio en la creencia del alma y en seres sobrenaturales.
Un largo camino durante 2,5 millones de años, de pre-animismo y animismo lo
precedió y preparó para sus nuevos postulados espirituales. La visión primitiva
de la vida no pudo ser la misma en el Homo habilis, el Homo erectus, en el
Neandertal y en el nuevo hombre del paleolítico. Ni la coerción del mundo fue
la misma. Por ello, su idea del bien del
mal, la vida y la muerte, su libertad de pensamiento, hicieron que su ideal de
hombre fuera distinto durante el paleolítico inferior, medio y superior.
El culto mistérico que
inauguran en cavernas de difícil acceso indica que la fecundidad y la
alimentación no eran los únicos problemas existenciales del paleolítico hombre
moderno. Su preocupación se extiende y profundiza constantemente hacia el
misterio de la vida y el enigma de la muerte. Es cada vez más consciente de su
finitud, lo que impulsa a la aparición de hombres especializados en ritos
funerarios.
Estos hombres ya están en
condiciones de elaborar la primera visión cultual-ritual mediante un drama de
la creación, todavía sin religión, ni dioses pero con seres sobrenaturales. Y
en ello se ve la triple función de la magia totémica: establecer una
continuidad entre la vida y la muerte, actuar sobre fuerzas sobrenaturales, y
subsanar la ruptura entre lo ontológico y lo histórico.
Las culturas paleolíticas
superiores no buscaban trascender en el más allá, sino atar el más allá en el
más acá. Experimentaban que se les escapaba de la vida inmanente algo que se
les aparecía como vida sobrenatural. Estaban viviendo la tensión entre lo
profano y sagrado en su grado máximo, que llevaría hacia la ruptura entre lo
inmanente y lo trascendente.
De modo similar, las venus
paleolíticas no son simples ídolos ni amuletos de la fecundidad, sino que
representan la virtud mágica de la procreación. Menos aun representan un
primigenio culto a la mujer[4], ni una precoz igualdad de género. Tampoco la finalidad era erótica.
Nada de esto. El estilo de las Venus no es realista ni naturalista como algunos
piensan, sino exagerado, impúdico y ostentoso. No hay manos, brazos ni rostros.
En cambio se enfatizan las caderas anchas, las nalgas voluminosas, el vientre
generoso y los senos caídos, cuando no el cabello. Aquí la divinidad no es la
mujer sino la fuerza de la fecundidad y el misterio de la procreación. No es
que todas las mujeres del periodo presentaran esteatopigia o acumulación de
grasa en determinadas regiones del cuerpo, pero tal énfasis era asociado a la
abundancia. Otra vez constituye una alegoría a la vida.
Se trata entonces de recibir
un poder superior mediante estas representaciones. Esta magia propiciatoria del
paleolítico superior dura 30 mil años y no se volvió a repetir. Como sugiere la
investigación etnográfica su libertad de creación estuvo asistida por la
considerable abundancia de la que gozó el hombre durante el Paleolítico
Superior. Nuestro activo depredador no necesitaba inclinarse a hacer súplicas
para escapar de una inexistente hambruna. Ningún cadáver suyo habla de
inanición o falta de alimento.
Hay evidencias de enfermedades
neurológicas, como la neurofibromatosis, pero no de hambruna. Por lo cual, es
sensato pensar que sus ajuares funerario como la creación de santuarios estuvo
motivada porque es una criatura metafísica, asediado por preguntas que atañen
al sentido último de las cosas. Esto es, incluso detrás del fenómeno religioso
está el fenómeno filosófico, lo mágico-totémico se deriva de esta condición
humana de filosofar por necesidad existencial.
El homo sapiens sapiens es la especie homínida que consumará un acelerado
desarrollo mental y espiritual. Dará el salto a la manipulación acabada de las
fuerzas de la naturaleza con el chamanismo –precursora de la ciencia-,
organizará la intuición de lo trascendente mediante el Mito –anunciadora de la
Revelación- y arribará al dominio del concepto lógico –que sin la fe no alza
vuelo hacia la trascendencia-.
Pero el precio que paga por ello es demasiado alto. Ha perdido la unidad
con el Todo de lo viviente de sus ancestros extintos, a costa de un
extraordinario desarrollo de su razón natural. Pero este derrotero ya es parte
de la filosofía histórica y no de la razón prehistórica. Lo que el nuevo hombre
del Paleolítico deja sentado es que con él se ha iniciado un nuevo rumbo de la
razón. El principio antrópico será llevado a niveles insospechados. Y la restauración
de la unidad perdida con lo sagrado conocerá otros caminos –los de la mística y
la revelación-.
Pero las bases de todo ese nuevo sendero fue recorrido por los ancestros
del hombre moderno. La filosofía numinocrática se consumó en las fases del
paleolítico, pero será el hombre redimido el que conocerá una forma superior de
unidad con lo sagrado.
Finalmente, al concebir la
filosofía como una forma de vivir en busca de sentido antes que como una forma
de conocer, entonces deviene en una necesidad existencial de la razón que
condiciona su universalidad. Y es asi porque el problema raigal de la razón no
es lógico sino ontológico. Pero dicha universalidad no hace filósofos a todos
los seres racionales. Por el contrario, siempre hubo aquellos inclinados a
buscar el sentido de las cosas. O sea desde el principio se deslindó la
“actitud” y la “aptitud” filosófica. Todos los seres racionales tienen la “actitud”
filosófica pero no todos desarrollan la “aptitud” correspondiente.
Por ello, la primigenia aptitud filosófica no debe ser tomada por
“cosmovisión”. La cosmovisión es el impacto psicológico-emotivo del mundo que
no reclama valor objetivo. Es una guía pragmática para el vivir. En cambio la
filosofía esencialmente es búsqueda del sentido esencial para el vivir y con
aspiración totalizadora. Lo cual es inherente a la razón humana. Por ello,
afirmar que la filosofía que no es crítica no es filosofía sino cosmovisión, no
comprende que la crítica –como decía Kant- es un deber de la “edad moderna”,
pero no de todas las edades de la razón.
[1] Véase: Lumbreras, L.G. Chavín de Huántar. El nacimiento de la
civilización andina, Lima (1989), Silva O., Prehistoria de América, Santiago de Chile (1977), Sanders, W. T. y
Marino, J., Prehistoria del Nuevo Mundo (1973),
Ruth Shady, La civilización de Caral-Supe:
5000 años de identidad cultural en el Perú (2005).
[2] Véanse
mis obras: El Filosofía mitocrática
y mitocratología (2010), y Filosofía mitomórfica del chamanismo (2017).
[3] Véase: Historia Universal. La Prehistoria I. Instituto Gallach,
Barcelona, 2005. Historia Universal del Arte, tomo 1, Arte Paleolítico, Barcelona 1994. Martínez-Casanueva Viquiera, Juan
A. El Paleolítico: el arte como magia.
Madrid, El Escorial, 1971. Herbert Kuhn, El
arte rupestre en Europa, Barcelona, Seix Barral, 1957.
[4] Marija
Gimbutas en su obra El Dioses y diosas de la
Vieja Europa habla de diosas del paleolítico e
igualdad de género, cuando lo más
probable es que nunca ocurriera tal cosa en el paleolítico aunque sí en el
neolítico.