martes, 30 de abril de 2024

FILOSOFÍA DE LA MEDICINA COMO EPISTEMO-FILOSOFÍA MÉDICA

 FILOSOFÍA DE LA MEDICINA COMO EPISTEMO-FILOSOFÍA MÉDICA

CHRISTIAN JIMÉNEZ CÁCEDA- Médico/URP




¿Qué explica a la filosofía de la medicina? Una respuesta podría ser obtenida mediante el siguiente razonamiento.
Flores Quelopana (2021) nos enseña que, si es ser humano, entonces filosofa y, si filosofa, entonces existe una organización "onto-ética" de carácter trascendental que lo fundamenta y posibilita. Así las cosas, aceptando que el ser humano puede laborar y elaborar filosofía de la medicina y que la filosofía de la medicina es un tipo de filosofía, concluimos que la filosofía de la medicina se explica por una armadura "onto-ética" fundamental y posibilitadora, tal como es descrita por Flores Quelopana en su obra titulada "Filosofía como onto ética" (2021).
Sin embargo, este razonamiento por mí esbozado podría configurar falacia de accidente al no descartar que las particularidades del antecedente pueden modificar las formulaciones del consecuente. Es por esto por lo que no podemos afirmar la validez del razonamiento donde una "estructura ontológica que es ética" (Flores Quelopana, 2021, p.6) sea explicación de la filosofía de la medicina.
Tenemos, pues, un problema pendiente de resolución: la explicación de la filosofía de la medicina. ¿Qué significa preguntar por “la explicación de la filosofía de la medicina”? Empecemos diciendo que la expresión “filosofía de la medicina” será entendida con claridad cuando sepamos (con semejante claridad) qué significa “filosofía de la no-medicina”.
La vaguedad, como vemos, está a la orden del día en cuanto al término “filosofía” y en cuanto al término “medicina”. Sin embargo, estoy seguro de que no tendremos dudas en considerar problemas tales como el conocimiento diagnóstico, la ética médica o la ontología de las enfermedades como pertenecientes a una labor llamada “filosofía de la medicina” y a ese ámbito indubitable es al cual nos referiremos en este texto.
Por otro lado, “explicación” será entendida como las condiciones necesarias para la existencia de esta “filosofía de la medicina”. Nótese que doy por sentado que no sólo un enfermo o un médico, sino todo ser humano es capaz de laborar y elaborar filosofía de la medicina.
Las condiciones de existencia de la filosofía de la medicina tendrán que expresarse, en uno o varios enunciados, que sean consecuente “C” de la siguiente implicación: “Si la filosofía de la medicina existe, entonces se cumple C”. ¿Cómo es, entonces, esa explicación de la filosofía de la medicina?
Bueno, ¿la explicación que buscamos, no debiera apelar a un “argumento trascendental” como el que JL Austin (1961) describió (y rechazó) en su obra titulada “Are there a priori concepts?” Dicho argumento, aplicado a este caso, tendría el siguiente modelo:
P1: Los productos filosóficos de la medicina son perceptiblemente diferentes; pero todas comparten, como notamos, el nombre “filosofía de la medicina”.
P2: Nótese que a diferentes productos o elementos los estamos llamando con el mismo nombre "filosofía de la medicina”. Conclusión: Debe de haber algo común, esencial; pero no perceptible por los sentidos que es tal “filosofía de la medicina”.
De aquí, en este caso, podríamos tomar como cierta la siguiente implicación: Si la filosofía de la medicina es esencialmente imperceptible por los sentidos, entonces sus causas y condiciones también lo son. Reitero, sin embargo, que este “argumento trascendental” es calificado por JL Austin (1961) como erróneo, lo que nos persuade a no emplearlo en el presente texto.
¿Cómo entonces arribamos a tal explicación?
1. Dirigiéndonos al campo epistemológico: Siguiendo los planteamientos de Miró Quesada (1944, pp. 133-135), consideremos a la Medicina como una disciplina con determinados objetos de conocimiento y determinadas condiciones de conocimiento, denominadas estas últimas por Miró Quesada (1944, pp. 134) como “’dato epistemológico’”.
2. Reemplacemos “filosofía” por “conocimiento filosófico”. Habrá quien lance el certero dardo sobre mi formulación arguyendo que incurriré en falacia ignoratio elenchi, ya que encontraré la explicación perfecta, pero para el concepto equivocado. Debo decir, empero, que me resulta difícil hablar de filosofía y negar, a un tiempo, que ésta sea conocimiento. Es así que la empresa a que me refiero no es teoría del diagnóstico clínico o alguna teoría que permita el tratamiento de alguna enfermedad. Tampoco me refiero a una teoría sobre la ontología de las enfermedades o sobre la ética médica. Aquí me tengo que referir a una Teoría del Conocimiento Filosófico, cuyo objeto de conocimiento es el conjunto de condiciones de ese conocimiento. La Teoría del Conocimiento Filosófico Médico y su objeto son elementos definitorios de la Filosofía de la Medicina (o Conocimiento Filosófico Médico).
3. Bertrand Russell nos da una luz sobre la relación Ciencia y Metafísica (y Mística) (1914). La Metafísica, enseña Russell, es la empresa de apreciar global ente al mundo por medio del pensamiento y cuyos acicates son la Mística y la Ciencia.
4. Podemos ensayar una respuesta en este punto: Siendo que la Medicina existe y la Medicina es una Ciencia, entonces la Medicina impulsa a la Metafísica (aplicando la Teoría de Russell (1914)). Luego, si la Metafísica resultante es parte del Conocimiento Filosófico de la Medicina, y (por el punto número 2. líneas arriba) ese Conocimiento Filosófico Médico es entendido en términos de la Teoría del Conocimiento Filosófico Médico, entonces los objetos de estudio de tal teoría son las condiciones necesarias para el origen y existencia de la filosofía de la medicina. El presente texto es mi primer ensayo sobre el punto. Que el apreciado lector no dude que futuros esfuerzos me llevarán a mejorar o reencauzar mis presentes ideas.

REFERENCIAS
1. Flores, G. (2021). Filosofía como onto-ética. Fondo Editorial del Instituto de Investigaciones para la Paz, Cultura e Integración de América Latina (IIPCIAL).
2. Austin, J. L. (1961). Are there a priori concepts? En J. O. Urmson & G. J. Warnock (Eds.), Philosophical papers (pp. 1-22). Oxford University Press. (Trabajo originalmente publicado en 1939)
3. Miró Quesada, F. (1944). El problema de la Trascendencia noseológicamente considerado. Archivos de la Sociedad Peruana de Filosofía, 2, 129-140.
4. Russell, B. (1914). Mysticism and logic. The Hibbert Journal, 12 (Oct. 1913-Jul. 1914), 780-803.

LA TARDE DEL CRISTIANISMO

 LA TARDE DEL CRISTIANISMO



Ayer antes del mediodía y en medio de una mañana soleada, me reuní con el ilustre Padre Johan Leuridan Huys en el salón de recepción del Convento de Santo Domingo en Lima, del cual es su Prior. 

El motivo fue la compra de su parte de mis dos últimos libros -Ciber Deus y Contra Nosotros-. A pesar de pasar los noventa años de edad es una persona lúcida, un gran lector, un interesante pensador, con la que mantener una tertulia siempre es de provecho intelectual y espiritual. Comenzamos hablando de su salud para luego pasar a preocupantes temas de nuestro tiempo. 

Entre los temas centrales destacaron tres, a saber, la ausencia de las vocaciones sacerdotales, la acelerada descristianización de la cultura occidental y el peligro de un Armagedón nuclear. A una pregunta mía - ¿Se está desespiritualizando el mundo? - respondió "¿Cuál espíritu, si lo que vemos es pura corrupción?".

Sin duda, la degradación de la moral humana ha tocado fondo. La inversión de los valores de tufo neonietzscheano está a la moda y el sentido de la vida luce extraviado. Y gran parte de la conversación se desenvolvió glosando un libro que el Padre estaba leyendo: La Tarde del cristianismo del sociólogo Tomás Halík. La verdad es que conversación me dejó conturbado por las provisorias conclusiones a las que se llegó.

La tarde del cristianismo es un libro que inspirado en la metáfora de Jung sostiene que el cristianismo atraviesa por su momento del atardecer, el más serio desafío del cambio de época y si no tiene valor para transformarse sucumbirá. En pleno declive de la modernidad y evitando el relativismo posmoderno el cristianismo maduro debe comprometerse con el ecumenismo reflexivo de la fraternidad universal a la insta el Papa Francisco. 

Pero tal renovación dice Halik no ha de venir de los concilios, los sínodos, los teólogos, sino de la actividad de los laicos. En este punto el padre Leuridan manifiesta con mucha razón su discrepancia al considerar que el sociólogo Halik subestima el papel de la filosofía, la metafísica y la teología en dicha tarea, lo cual coincido. Halik estaría preconizando una riesgosa desintelectualización de la fe.

Para empezar, podemos preguntarnos ¿Qué cosa es captar el signo de los tiempos -que son de franco ateísmo, relativismo y nihilismo- para responder a la cultura y sociedad de nuestro tiempo? Ante semejantes desafíos no es posible dar una respuesta coherente con un mero movimiento laico, como cree Halik, y es necesario echar mano a profundidad en la filosofía. La filosofía no es la solución y nunca lo fue, pero su indagación permite atisbar nuevos caminos y respuestas. El problema de fondo de nuestro tiempo no lo percibe el sociólogo Halik, a saber, la imagen del mundo moderna antiesencialista y antimetafísica ya no tiene salida, ha fracasado y está sucumbiendo. Y como no ve esto claro, entonces se distrae con el laicismo, al cual sobrevalora.

A la sociedad nihilista y pragmática de nuestro tiempo es insuficiente darle otra respuesta del mismo tipo. La contestación debe ser confrontacional e integral, teórica y práctica, lo cual no evitará la descristianización de la cultura del occidente liberal, ni el arrollador avance del pragmatismo universal, pero tiene el mérito de desenmascararla. Y aquí recién podemos reparar en lo más preocupante. 

Ahora bien, en lo que sigue me aparto de Halik para seguir mis propias reflexiones. Estamos en el año 2024 y ante los acontecimientos mundiales ya para nadie es un secreto que pende sobre nuestras cabezas la espada de Damocles de un Armagedón nuclear. Es como si la élite mundial haya perdido la cabeza y lleva a la humanidad hacia el despeñadero de un camino sin retorno. 

La verdad es que ya desde hace más de una década la élite imperialista imponía su agenda abiertamente anticristiana y en nombre de la libertad con la ideología de género, el matrimonio homosexual, la eutanasia, la eugenesia, al aborto, el libre consumo de drogas, la disolución de la familia tradicional, el transhumanismo, y otras reformas constitucionales, que en el fondo representan la desmalignización del mal y la malignización del bien. En una palabra, asistimos en la tarde del cristianismo a la instauración mundial de la Satanocracia global.

Pero lo más preocupante es que la Satanocracia global no sólo impulsa la descristianización constitucional del mundo -donde hablar contra la agenda de la élite mundial puede significar cárcel y multas-, sino que coincide con el deterioro del medio ambiente, terremotos, vulcanismo, tormentas, guerras, hasta límites apocalípticos. Llamo satanocracia a aquel periodo profetizado en el Apocalipsis en el que Dios permite una mayor manifestación del demonio, sino también donde hay una mayor acción pecadora del hombre por propia voluntad.

A propósito, esto nos recuerda la profecía de los Papas en Garabandal: "Sólo quedan cuatro Papas". Al morir Juan XXIII se supo que la Virgen de Garabandal reveló que faltarían cinco Papas antes del Final de los Tiempos (Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI). Juan Pablo I no cuenta por la brevedad de su papado. Y cuando muriera Benedicto entramos a los últimos tiempos, y el Papa actual no entra en la serie de los últimos Papas porque está inserto en los últimos tiempos, cuyo comienzo sería el 22 de diciembre del 2022. Es decir, ya estaríamos en el Final de los Tiempos y la Gran Tribulación, con el signo característico de la apostasía generalizada (negación del demonio, lo cual implica la negación del pecado). El Final de los Tiempos se corresponde con el Juicio de las Naciones. La escatología cristiana distingue tres juicios escatológicos: El Juicio de Israel -con su destrucción en el año 70-, el Juicio de las Naciones -siglo XXI-, y el Juicio Final -Fin del Mundo-. Se sospecha que el Juicio de las Naciones o el Fin de los Tiempos se ha retrasado por intercesión de la Virgen María desde la década del 60 en el siglo veinte. Ahora bien, es curioso que la operación militar de Rusia en Ucrania comenzó en 2022, un 24 de febrero.

En realidad, el hombre no debe temer al demonio sino sólo a Dios. La gracia del Creador y Salvador nos protege de la malignidad de Satanás, y éste sólo actúa limitadamente bajo su permiso. Por eso hay que entender que gran parte del mal que padece el hombre proviene de su propia acción, antes que de la tentación del demonio. Si el demonio no hubiese existido el hombre por su propia mala acción hubiese incurrido en mal porque el alma humana también es fuente de tentaciones. De ahí que el bien sea fruto del libre albedrío guiado por la virtud. El libre ejercicio de la virtud nos libra del mal. Pero la virtud moral no basta y a ésta vienen a asistirla las virtudes teologales -fe, esperanza y caridad-. Lo que nos permite comprender la limitación de la acción humana. La gracia divina no sustituye la naturaleza humana, sólo contribuye a perfeccionarla. Al hombre común Dios lo protege del demonio, pero en el caso de los santos permite un mayor enfrentamiento porque es parte de la noche de la espiritualidad - la Subida al Monte Carmelo lo llama San Juan de la Cruz - en la que su fe y virtud mística sale fortalecida. 

Ahora bien, para que el panorama apocalíptico mundial coincida con la profecía del Apocalipsis sólo faltaría el asteroide Apofis. Pero aún ante la ausencia de este último, que según la Nasa no se descarta la aparición de asteroides repentinos, la desgobernanza mundial, el orden jurídico internacional hecho trizas, y el acostumbramiento de blandir armas nucleares como amenaza entre países, hace pensar que nos hallamos en el Final de los Tiempos.

¿Pero realmente hay Satanocracia global? ¿No están las iglesias del mundo europeo vacías o convertidas en Museos? ¿No es el anatemizado Putin el que ha dicho que Rusia representa el occidente cristiano rechazando la pervertida agenda globalista? ¿No es la absurda guerra en Ucrania la imposición del complejo industrial norteamericano que se frota las manos al desmantelar la integración euroasiática y sacar adelante sus nefandos negocios armamentísticos? ¿No le ha seguido los mismos pasos China a Rusia al desmantelar la ideología de género, a pesar de la existencia de la iglesia patriótica? ¿Acaso el mundo musulmán, en el reciente genocida ataque sionista contra Gaza, no ha demostrado que priman sus intereses económicos sobre la solidaridad confesional? 

El mundo está en los actuales momentos sentado por los cuatro costados sobre un polvorín y en peligro de estallar. Lo más preocupante es que todo indica que una re-eleccion del guerrerista Biden asegurará el estallido de un Armagedón nuclear a más tardar el 2025. Las condiciones objetivas y subjetivas están dadas y el pronóstico no es bueno.

Según los teólogos hay que distinguir entre el Final de los Tiempos y el Fin del Mundo. Cuando la Bestia alce su cabeza con el Anticristo vendrá una serie de plagas y pestes que culminará con el Armagedón. Todo este tiempo de purificación del mal constituye el Final de los Tiempos y, por los signos que vemos, es lo que esta generación vivirá. Pero el Enemigo tras su derrota será encadenado y vendrá el milenio de paz de Cristo. Tras todo lo cual recién llegará el Fin del mundo con el Juicio Final. El triunfo final del Bien y de Cristo está asegurada.

El tiempo escatológico comprende la Creación, la Caída, la Redención y el Juicio. En otras palabras, entre la Redención y el Juicio ocurre el Fin de los Tiempos y el Fin del Mundo. En ese trance del tiempo escatológico nos encontramos. Estas distinciones no tendrán ninguna relevancia para la mentalidad secularizada de la decadente modernidad tardía, pero sólo una visión integral, inmanente y trascendente permite entender los azarosos tiempos actuales.

No hay duda, la guerra la inició Putin, pero la provocó Occidente. ¿Todas las guerras son condenables? Si respondemos positivamente entonces la guerra contra Hitler estuvo mal, las guerras independentistas y las guerras de liberación también. En el Cielo hubo guerra entre los ángeles de la luz y los ángeles de la oscuridad. Y en el Final de los Tiempos está profetizado la guerra del Armagedón, donde el demonio será vencido. Por tanto, toda guerra es un mal, pero en algunos casos un mal necesario para acabar con un mal mayor.