EL ALMA Y EL CONCEPTUALISMO
Gustavo Flores Quelopana
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía
El conocimiento es sólo una
de las representaciones de la existencia.
José de Vasconcelos
El “conceptualismo”, no en el sentido de los universales que concebía que el concepto esté en las cosas, sino, en el sentido de conceder un papel central al concepto en el proceso del conocimiento humano es a lo que vamos a referirnos aquí.
El filósofo trujillano Víctor Baltodano es creador de la llamada Teoría Conformacional del Conocimiento (TCC), según la cual no hay hechos, actos, emociones, ni pensamientos sin conceptos. Esto quiere decir que el problema del alma no es una realidad, sino, tan sólo un concepto.
Yo creo que en el fondo hay poca diferencia y, más bien identidad, entre la TCC con el conceptualismo de los universales, puesto que tanto lo universales como los conceptos no son entidades reales, pero tampoco meros nombres.
El status preciso de tales conceptos para Baltodano es que se trata de conceptos “ya hechos”, innatos, para distinguirlos de los “conceptos no substantes” de los terministas. Pero esto nos deja en la incertidumbre si para él la principal característica sea la universalidad o la significación. No menos controversia es la relación que guardan dichos conceptos con las entidades concretas designadas.
El énfasis que pone Baltodano contra lo “en sí” lo enfila en la posición no del realismo, sino del nominalismo. Lo complicado en su caso para estimarlo como un conceptualista moderado es que acentúa tanto el motivo epistemológico como el ontológico. En este sentido, no es extraño que para los neoescolásticos sean conceptualistas Kant y algunos neokantianos como Cassirer.
Según Baltodano, el principal obstáculo para una gnoseología correcta es la adhesión a una filosofía centrada en lo “en sí” y basada un ontologismo identificacional. No hay realidad “en sí” la realidad también es un concepto. La mitología metafísica impide el desarrollo del conocimiento.
La Teoría Conformacional del Conocimiento (TCC) para superar los confusionismo de lo “en sí” denuncia a la vez la metafísica ontológica sensorio empírica, como también la metafísica teológica. Todo es elaboración humana. Todo es extensión antropomórfica. Pues el conocimiento es expresión lingüístico pensamental sobre dimensiones humanas. Los tipos de conocimiento serían cuatro: observacional, realizativo, ordenador y creacional.
La experiencia está cargada siempre de teoría. Todo es conceptual y operativo en el conocimiento humano. Y cuatro son sus formas conceptuales: nombradoras, realizativos, ordenadores y creacionales. La filosofía trata con conceptos ordenadores para dar sentido y explicar la vida humana. En suma, en la TCC la explicación del ser no es ontológica, sino conformacional.
Por eso, mientras el filósofo maneja conceptos ordenadores mediante los cuales explica la conformación del hombre y del mundo, el científico se ayuda del ordenamiento filosófico. La concepción conformacional de la filosofía de la ciencia atiende, en primer lugar, al proceso de conformación del conocimiento antes que al producto sistemático del proceso científico resultante.
En otras palabras, no hay realidad objetiva fuera de los conceptos, incluso la energía, lo físico, lo causal es una elaboración de los científicos. Los elementos nucleares son las expresiones lingüístico-pensamentales (nombradores, realizativos, ordenadores y creacionales). Esto no significa que no existan los objetos y los procesos, sino, que éstos están unidos a los conceptos, es más, no hay hechos sin conceptos.
En la relación entre las palabras y las cosas se crea en realidad un orbis conformacional baltodaniano sígnico y de existencias.
La base de la metodología conformacional es la TCC que parte de los procesos originarios de la conformación de las expresiones sonoras, los signos, las palabras, los conceptos, los cuerpos conceptuales, las sistematizaciones y el desarrollo histórico del conocimiento a través del proceso de creación de todas las existencias. Este proceso de conformación se da constantemente en las cuatro dimensiones humanas: acción (bienes), afección (valores), volición (actitudes) e intelecto (teoría). En suma, el valor significativo de los conceptos lo da su conformación, funcionalidad y eficacia.
Ahora bien, el conceptualismo de la filosofía conformacional baltodaniana no toma en cuenta que el logos humano no sólo tiene el “poder de la conceptualización” (teorías), sino también el “poder de la simbolización” (mitos). Pues el hombre no sólo piensa con conceptos, sino antes bien con imágenes metafóricas.
Por eso, la filosofía antes de ser con los griegos una comprensión por conceptos, fue una comprensión por metáforas. Mientras el símbolo y la definición son útiles para organizar y dominar el mundo, la metáfora y el símbolo es valiosa para contactar lo espiritual y supra-racional de lo real. El sentido no da cuenta del ser, lo real es lo sinsentido, excede incluso la simbolización. Lo real siempre trasciende el sentido. El sentido del ser sobrepasa los principios lógicos de la razón y del mito. Pero Baltodano exacerba la importancia del concepto y al hacerlo incurre en el antropocentrismo occidental.
El conceptualismo baltodaniano va de la mano con la valoración excesivamente negativa de la tradición metafísica ontológica. Es demasiado complaciente con el constructivismo filosófico. Lleva al extremo la capacidad productiva humana y el alcance de la organización conceptual. Así la Filosofía Conformacional pone como fundamento el conocimiento organizacional conceptual.
Su Filosofía no es una vuelta al objeto, al ser y a la existencia. Su filosofía es una vuelta a la capacidad conformacional del hombre para dar lugar a los conceptos y a las existencias.
¿Qué es el hombre antes de generar conceptos? Según él, es una entidad de Inteligencia, Emoción, Voluntad y Acción (IEVA), que recoge y genera sonidos, signos, conceptos y sistemas conceptuales. El hombre es un ser de conformación de vida y conceptos. Lo decisivo en el conformacionalismo no es ni la acción individual ni la acción social, sino el aparato categorial humano integrado por IEVA.
Tenemos frente a nosotros algo parecido al aparato trascendental kantiano, dentro del cual no se puede afirmar teóricamente nada de la verdad “en sí”, sino las realidades construidas por el hombre. La existencia es lo indeterminado, parecido a la incognoscible cosa en sí kantiana. El hombre sólo tiene que ver con realidades humanizadas por su aparato trascendental.
Aunque no lo dice, Baltodano es un trascendental a su modo, pero no un kantiano porque su énfasis será la interpretación. En este sentido, no hay hechos sin conceptos e interpretaciones humanas.
Ya antes Georg Gadamer había concluido: “No hay hechos sino interpretaciones”. Para Baltodano “no hay hechos sino conceptos”, las esencias no son realidades y en eso se da la mano con la filosofía moderna que nació rechazando la metafísica de las esencias. Pero se separa de la filosofía moderna en cuanto pone el énfasis en lo hermenéutico interpretativo.
Tanto es así que dirá que “la Filosofía no trata con esencias sino con conceptos” y que “la realidad es un modo conceptual”. Lo ha dicho taxativamente, su filosofía acuña la nueva categoría del “orbis conformacional sígnica y de existencias”. Por eso que en todo caso aceptaría asumir un “antropocentrismo integral conformacional”.
Lo que Vleeschauwer dijo de Kant también nosotros podríamos decir del orbis conformacional baltodaniano: Baltodano no logra emancipar el ser del conocer, todavía el objeto está incluido en el modo de conocer, convirtiendo lo dado en un autoponerse del hombre, como última versión del idealismo subjetivo y solipsista.
Al final se confunde la existencia del objeto con su conocimiento, la dialéctica objetiva es reducida a la dialéctica subjetiva. El pensamiento de Baltodano gira en torno a un solo problema, a saber, el de la conformación de los conceptos. Pero en su explicitación, tres son los pilares sobre los que reposa el edificio de la filosofía conformacional:
v La doctrina del proceso conformacional (conocimiento como expresión lingüística pensamental sobre dimensiones humanas),
v La tipología conceptual (nombradores, realizativos, ordenadores y creacionales), y,
v La existencia indeterminada (cosa en sí, esencia, sobre la cual nada puede decirse).
Por ello, la filosofía conformacional no es una metafísica de lo suprasensible, sino, una metafísica de la conformación conceptual, que restringe la ontología al ente pensable por el hombre. ¿El alma es pensable? Sí, pero eso no significa que sea real. Y lo pensable no sólo es el objeto científico, sino, lo moral, lo estético, lo político, religioso, etc.
Esta comprensión de la Filosofñia conformacional no es positivista, ni metafísica, sino hermenéutica. La filosofía baltodaniana concluye siendo una metafísica de lo inmanente, porque limita lo ontológico a lo pensado por el hombre.
En todo caso su consideración del problema de realidad no es metafísica, pero no puede dejar de ser ontológica, de lo contrario nos quedaríamos sólo en el horizonte de lo aparente, lo posible o lo potencial. Como tal está obligado a ligar el problema de la realidad al de la esencia y de la existencia.
Por un lado, nos dice que los objetos existen unidos a los conceptos, pues, no hay hechos sin conceptos. Pero por otro lado, afirma que no hay “cosa en sí”. Entonces nos preguntamos ¿qué son dichos objetos sin conceptos? Tienen que ser algo, de lo contrario los conceptos carecerían de sentido real. ¿En qué reside el sentido significativo de los conceptos?
Si la esencia no es real, entonces la realidad corresponde a la existencia. Y si la existencia es construida por el aparato que hemos llamado IEVA, entonces debemos preguntarnos si ésta depende de la experiencia o la trasciende. Si no lo trasciende estamos en el empirismo, si la trasciende pisamos terreno metafísico. Lo intermedio sería la solución kantiana: “lo real es dado a la experiencia, pero sólo lo organizado por las condiciones materiales de la experiencia es real”.
Creo que su noción de experiencia y realidad no son suficientemente claras, lo cual impide distinguir entre las especies o formas de lo real. Una solución sería declarar que el ser real es lo que es común a todas las formas de realidad. Otra solución es basarse en la idea de que el concepto de realidad no es unívoco y que admite una serie de realidades que van lo más real a lo menos real. Existe además la solución hartmanniana de hablar de la realidad como una de las maneras primarias del ser.
En todas estas soluciones se admite que la expresión “es real” es significativa. Si no se admite alguna de estas soluciones, entonces asumiríamos la salida de los empiristas lógicos y de algunos neo-realistas que sostienen que la “realidad” es un término que no debe ser hipostasiado en una entidad.
Algo parecido dice Baltodano: “la realidad es un concepto”, pero él distingue entre realidad indeterminada o no conceptual y realidad determinada o conceptual, aunque sostenga que solo se puede hablar de ésta última.
¿El alma es una realidad determinada o indeterminada? Si es conceptualizable es realidad determinada, pero aun nos queda la objeción kantiana: no todo lo pensable es existente. ¿Cómo soluciona Baltodano el criterio para establecer la realidad de las cosas? Es un problema aun pendiente en su pensamiento; lo que no permite negar lo “en sí” –como pretende- de modo consecuente.
Su posición tiene dos inconvenientes: el primero, es que no se distinguir si hay o no distintas formas de realidad, y la segunda, ya señalada por Zubiri, es que al no admitir expresiones como “el hombre está plantado frente a lo real” entonces no permite entender la estructura de la vida humana, ni la estructura del conocimiento.
El problema de la realidad es por excelencia el problema filosófico que no se puede dilucidar aisladamente y sin conceptos ontológicos (posibilidad, actualidad, existencia, esencia, efectividad, ser). Por eso la ontología es definida como ciencia de la realidad qua realidad.
En todo caso la filosofía conformacional trata de saber cómo es posible conceptuar acerca de lo real y cuáles son los marcos conceptuales para este propósito. Sin embargo, este importante problema de las posibilidades del conocimiento para aprehender lo real tiene la traba en el conformacionismo baltodaniano, señalada por Zubiri, de constreñir lo real a lo conceptual.
Si se siguen demasiado al pie de la letra alguna de las propuestas de Baltodano puede terminarse por defender un antropocentrismo extremo y un idealismo subjetivo.
Me refiero a sus aseveraciones siguientes: “No hay realidad “en sí” la realidad también es un concepto”. “No hay realidad objetiva fuera de los conceptos, incluso la energía, lo físico, lo causal es una elaboración de los científicos”. “En la relación entre las palabras y las cosas se crea en realidad un orbis conformacional sígnico y de existencias”.
Que todo es extensión antropomórfica está presente desde los sofistas, quienes habían diferenciado lo que es por naturaleza y lo que es por convención, pero sólo desde la filosofía moderna ha sido firmemente desarrollada. Kant, Mach, Avenarius, Poincaré, Duhem, Vaihinger, Gadamer, Rorty y Vattimo están unidos por el mismo cordón umbilical.
La filosofía posmoderna rechaza el representacionalismo, fundamentalismo, esencialismo. Notas compartidas por la filosofía de Baltodano. El giro posmoderno de Baltodano es innegable e inocultable. De ahí que su hermenéutica conceptual tenga un fuerte acento antirealista.
Ahora bien, el conceptualismo es como la quintaesencia del antiesencialismo. Habla de lo “en sí” como existencia indeterminada o como esencia inexistente, incluso los hechos o el Mundo 1 de Popper son constructos humanos. En mi opinión, esta teoría –junto con el fisicalismo, el empirismo, y el conductismo-, que evita cualquier ontología, queda refutada no sólo por la existencia de los procesos mentales, la información genética, y las entradas sensoriales en un caso como el de Helen Keller, sino también, por el carácter esencialmente integrador y activo del yo que experimentamos como una “esencia”.
Una cosa es la verdad lógica del juicio y otra es la verdad ontológica que la precede. El conceptualismo se reserva lo primero para negar lo segundo, el realismo metafísico acepta ambos en un orden jerárquico. Lo “en sí” existe, y se despliega no sólo en lo físico, biológico, psíquico y cultural, sino también como una entidad puramente espiritual. Pues la idea relacional del yo es totalmente insuficiente para explicar la unidad y continuidad de la persona responsable. Lo que obliga a postular la idea de un yo substancial, como esencia inmortal capaz de sobrevivir a la mente. Así, si la conciencia humana del yo aparece como el mayor de los milagros, cuánto más sorprendente resulta ser la experiencia de una esencia relacionada con la idea de un espíritu inmortal.
Lima, Salamanca 27 de Julio 2012
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