miércoles, 8 de octubre de 2025

Progreso y redefinición de la esencia moderna: una lectura crítica del planteamiento de Oscar Yangali

 

Progreso y redefinición de la esencia moderna: una lectura crítica del planteamiento de Oscar Edmundo Yangali Núñez

La historia del pensamiento filosófico está marcada por tensiones entre continuidad y ruptura, entre rescate y transformación. En su libro ¿Podemos hablar de progreso en nuestra comprensión?, Oscar Edmundo Yangali Núñez se propone reflexionar sobre la posibilidad de un progreso en el conocimiento humano, especialmente desde una perspectiva metafísica. Su tesis central afirma que sí es posible hablar de progreso, siempre que se entienda como una dinámica abierta, crítica y relacional entre sujeto y realidad. En este marco, Yangali reivindica la metafísica de las esencias como clave para recuperar la inteligibilidad del ser, frente a los excesos del relativismo y el empirismo contemporáneo.

El autor aclara que su enfoque es histórico, centrado en rescatar los aportes del medioevo y el renacimiento para comprender la noción de esencia desde la modernidad. Esta delimitación metodológica es legítima, aunque deja fuera momentos clave del tránsito hacia la metafísica del concepto. En particular, la omisión de Guillermo de Occam y Francisco Suárez —figuras que radicalizan y reformulan la noción de esencia— limita la reconstrucción del itinerario conceptual. Aunque Yangali considera suficiente la figura de Escoto para mostrar el paso hacia el conceptualismo, la exclusión de Occam impide ver cómo la esencia pierde su fundamento ontológico y se convierte en instrumento lógico, abriendo el camino hacia una epistemología empírica.

Yangali precisa que no atribuye a Escoto el olvido de la esencia como algo común, pues reconoce en él la noción de natura communis. Sin embargo, al enfatizar la unicidad del ser y la voluntad divina como principio último, Escoto debilita la noción clásica de esencia compartida. Más aún, si bien Escoto inaugura el tratamiento de la esencia como concepto, es Occam quien da el paso decisivo hacia el nominalismo, negando la existencia real de los universales y reduciendo las esencias a meros nombres útiles para agrupar individuos. Esta transformación es más radical y merece atención, incluso si el propósito del libro no es una genealogía exhaustiva.

Asimismo, la ausencia de Suárez y Bellarmino impide apreciar cómo la esencia, lejos de desaparecer, se transforma en estructura conceptual. Suárez, en sus Disputationes Metaphysicae, introduce una distinción más marcada entre esencia y existencia, desontologizando parcialmente la esencia y acercándola a una noción más lógica y conceptual. Bellarmino, desde la teología, contribuye a esta formalización al sistematizar la esencia como categoría doctrinal, útil para definir verdades reveladas. Ambos representan una etapa clave en la evolución de la metafísica, donde la esencia comienza a entenderse como objeto de definición, clasificación y análisis lógico. Esta transformación prepara el terreno para el pensamiento moderno, desde Leibniz y Kant hasta Heidegger, Zubiri o Polo.

Yangali propone una síntesis entre realismo y conceptualismo, en la que tanto el sujeto como la realidad extramental contribuyen a la construcción del conocimiento. Esta postura conciliadora es valiosa, pues permite hablar de un progreso responsable en la comprensión, siempre que se reconozca la interacción entre lo pensable y lo real. Sin embargo, esta síntesis corre el riesgo de diluir las tensiones históricas que han marcado el pensamiento filosófico. El conceptualismo no solo aporta una nueva forma de pensar la esencia, sino que redefine el modo en que el ser humano se relaciona con el mundo.

Por ello, una lectura más completa del problema debería integrar la genealogía conceptual que va desde Tomás de Aquino hasta Kant, pasando por Escoto, Occam, Suárez y Bellarmino. Solo así se puede comprender cómo la esencia fue transformada, redefinida y formalizada en nuevas claves filosóficas. El progreso en la comprensión no implica solo rescatar lo perdido, sino también entender cómo lo perdido fue reformulado. En ese sentido, la metafísica de las esencias debe dialogar con la metafísica del concepto, para abrir caminos hacia una ontología relacional, histórica y abierta al misterio del ser.

Tesis de Oscar Edmundo Yangali Núñez

En su obra ¿Podemos hablar de progreso en nuestra comprensión?, Yangali sostiene que sí es posible hablar de progreso en el conocimiento humano, siempre que se entienda como una dinámica abierta, crítica y relacional entre el sujeto y la realidad. Para ello, reivindica la metafísica de las esencias como vía para recuperar la inteligibilidad del ser, frente al relativismo y empirismo contemporáneos. Su enfoque es histórico, centrado en rescatar aportes del medioevo y el renacimiento, especialmente a través de figuras como Juan Duns Escoto, para mostrar cómo la noción de esencia puede ser reinterpretada en clave moderna sin perder su valor ontológico.

Refutación crítica

La crítica reconoce el valor de la propuesta, pero señala omisiones importantes que debilitan su reconstrucción filosófica:

  • Falta de figuras clave como Guillermo de Occam y Francisco Suárez, quienes reformulan radicalmente la noción de esencia. Occam, al negar la existencia real de los universales, transforma la esencia en un instrumento lógico, abriendo paso al nominalismo y al empirismo moderno.

  • Suárez y Bellarmino muestran cómo la esencia no desaparece, sino que se conceptualiza y formaliza, preparando el terreno para el pensamiento moderno. Su exclusión impide ver cómo la metafísica de las esencias evoluciona hacia una metafísica del concepto.

  • La síntesis entre realismo y conceptualismo que propone Yangali, aunque valiosa, corre el riesgo de suavizar las tensiones históricas que han redefinido la relación entre sujeto y mundo.

  • Se sugiere que una lectura más completa debería integrar una genealogía conceptual más amplia, desde Tomás de Aquino hasta Kant, para comprender cómo la esencia ha sido transformada y resignificada.

En resumen, Yangali defiende el progreso en la comprensión mediante una recuperación crítica de la esencia, pero la crítica señala que este rescate es incompleto sin considerar cómo la esencia fue reformulada en la historia del pensamiento. El verdadero progreso no solo rescata lo perdido, sino que entiende cómo fue transformado.