jueves, 28 de octubre de 2021

LEGADO DE MARX

 LEGADO DE MARX

Gustavo Flores Quelopana



Hay quienes piensan que el marxismo está caduco y muerto. Pero el mayor mentís de ello es que vivimos sumidos en la enajenación y el fetichismo de las mercancías. Somos esclavos de las mercancías, nos comportamos como mercancías y nos llamamos libres. ¡Gran paradoja! 

Enajenación de la mercancía es ver cómo millones de seres humanos andan hipnotizados con sus celulares, las redes sociales, la ropa de moda, los tatuajes, las ideas de las portadas periodísticas, la jerga coprolálica, etc. Marx fue el filósofo que explicó dicho fenómeno llamándolo la "fetichización de la conciencia enajenada". Su obra cumbre El Capital (1866) es la fundamentación económica de la crítica de la alienación, especialmente de la alienación del trabajo, expresada en sus Manuscritos de 1844, como las tesis del materialismo histórico, que subordina la conciencia a la forma de vida material. Y todo ello encuentra explicación en la teoría del fetichismo en el capitalismo. 

Marx distingue dos formas de fetichismo: esencialista (lo histórico es asumido como cosa de la naturaleza) y subjetivo (el ser social lo asume como algo contingente de la subjetividad). El fetichismo es la entrega en cuerpo y alma a la "voluntad" de la mercancía. Pero la mercancía tiene su ser fuera de ella, a saber, en el mercado. La mercancía oculta tres cosas: su origen humano, su origen social y la relación entre productores. O sea, oculta las relaciones sociales que están en su base. La mercancía cobra vida propia porque se comporta como un ser natural con derechos naturales. Pero en el mercado todo es ficción, todo es ilusión. De ese fetichismo no se puede salir sino rompiendo con el mundo de las mercancías. 

El fetichismo es intrínseco al capitalismo. Es conciencia falsa porque toma el objeto social como objeto natural. Respetando la vida de la mercancía se condena el hombre a una vida sin esencia. Del fetichismo mercantil brota el fetichismo del derecho y el fetichismo filosófico. El mercado capitalista exige el nacimiento del sujeto libre y autónomo. Los jurídicos derechos humanos tienen su exigencia en el mercado capitalista. Y filosófica la razón autónoma tiene su fuente en la determinación económica. 

El fetichismo es ocultación y enmascaramiento del fundamento de la realidad histórico-social. Los DDHH y la filosófica Razón autónoma son fetiches que ocultan el modelo económico hegemónico del capitalismo. Esa verdad alcanzada en El Capital no se la perdonarán jamás las clases explotadoras, simplemente porque desenmascara la realidad de su dominación.  

CINCUENTA AÑOS DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN



martes, 26 de octubre de 2021

LEGADO DE VOLTAIRE

 LEGADO DE VOLTAIRE

Gustavo Flores Quelopana



Leer a Voltaire es un excelente medicamento para curar el fanatismo. La obra maestra de Voltaire no es ninguno de sus escritos, sino que fue su espíritu. Efectivamente, fue un luchador intransigente contra el fanatismo religioso, la tortura, la injusticia, y a favor de la tolerancia. No era ateo, sino deísta. Con cáustica sonrisa y espíritu irónico hizo filosofía sirviéndose de la literatura y del humor. Precursor de Marx en el talante transformador del mundo. De estilo incisivo, sardónico, insumiso, incapaz de callarse. No era un revolucionario como Rousseau. Se convirtió en prestamista de los nobles a muy altos intereses. De ahí su fama de avaro, aprovechado, caradura y redomado. Acuñó la divisa: "Aplastad al infame". Las obras completas de este apabullante polígrafo ocupan cerca de doscientos volúmenes.

sábado, 23 de octubre de 2021

KANT ASPERGER

 KANT ASPERGER

Gustavo Flores Quelopana



Un signo distintivo del síndrome de Asperger en Kant fue su frialdad emocional. Su madre lo marcó con su bondad, y a su padre lo cuidó de una larga enfermedad hasta su muerte. Una vez desparecidos sus progenitores, cortó todo contacto personal con hermanas y hermanos, sencillamente no le interesaban las relaciones sentimentales. No obstante, siempre les ayudó económicamente -enviando dinero por correo o con algún sirviente-.

KANT CATEDRÁTICO

 KANT CATEDRÁTICO

Gustavo Flores Quelopana



A partir de 1746 y durante ocho años Kant se ganó la vida como preceptor privado en casa adineradas de Königsberg. A los treinta y un años, 1755, obtuvo el doctorado y el cargo académico de privatdozent. Por quince años solicitó cátedra pero se le denegó. Recibió ofertas de otras instituciones, pero su apego a su ciudad natal hizo que no aceptara. Se ganó la vida enseñando de todo y redondeó sus ingresos como ayudante de bibliotecario. Cuando por fin obtuvo la cátedra en 1770, lo que le daría tranquilidad para escribir su primera gran obra, su aula se abarrotaba de aforo. Los alumnos llegaban a las seis de la mañana para encontrar sitio. Era un ponente célebre por la riqueza de los conceptos, la claridad y exhaustividad expositiva, la solidez metodológica, pero además porque construía el conocimiento desde dentro y sabía incentivar un pensamiento independiente y creativo en los pupilos. En sus clases se veía no a un simple profesor, sino a un maestro y filósofo en acción.

KANT: SE LE OLVIDÓ CASARSE

 KANT: SE LE OLVIDÓ CASARSE

Gustavo Flores Quelopana



Kant se comprometió en casamiento por dos veces. Pero las dos veces estuvo tan absorto en sus tareas filosóficas que olvidó cumplir su promesa. Las dos señoras terminaron distanciándose de él: una se casó con otro hombre y la otra se mudó de ciudad. Kant calificó las relaciones sentimentales como patológicas, Pero nunca fue misógino como Schopenhauer. Disfrutaba de la compañía femenina, pero el eterno femenino nunca fue su prioridad. Hombre de hábitos, sedentario, entregado al trabajo e independiente, lo más probable es que tuviera una sexualidad nada ardiente y bastante tranquila.

LA TRISTE PARANOIA DE ROUSSEAU

 LA TRISTE PARANOIA DE ROUSSEAU

Gustavo Flores Quelopana



La paranoia es un trastorno mental delirante, por el cual la persona tiene un profundo miedo, desconfíanza o ideas extravagantes sobre el mundo, sobre sí mismo o sobre los demás. Una persona paranoide puede creer sin motivo que la gente está tratando de dañarla. Lo peor de todo es que son invulnerable a cualquier prueba que trate de demostrar lo contrario. En todos los demás ámbitos de la vida son normales, menos en su delirio.

Rousseau tuvo varias residencias en diferentes países y fue su manía persecutoria la que contribuyó a ello. Es cierto que tenía motivos para temer por su integridad física -en el Contrato Social había acuñado la frase: "El hombre nace libre pero vive encadenado" y en el Emilio rechazaba la intervención de la iglesia en la educación de los niños-. Es verdad que no le faltaban enemigos poderosos. Entonces, cuando el paranoico Rousseau vive en Londres y en la campiña inglesa se imaginó que surgían conspiraciones a su alrededor. Y lo peor fue que pensó que era su anfitrión, el filósofo Hume, el instigador de tales de tales peligros. Lo penoso fue que en menos de un año la relación entre Hume y Rousseau degeneró de mutua admiración y odio y desprecio recíproco.

KANT FLEMÁTICO: "SALGA Y RETORNE CON EL BOTÓN COSIDO"

 KANT FLEMÁTICO: "SALGA Y RETORNE CON EL BOTÓN COSIDO"

Gustavo Flores Quelopana



La Caracterología es la disciplina psicológica que estudia la disposición congénita del individuo. Y entre los diversos tipos de carácter existe el flemático, también conocido como intelectual. Es calmo, reposado, frio, hombre de principios, siempre ocupado, decidido, reflexivo, exacto, preciso, conservador, veraz y simple. Muy pocas veces se da en las personas un carácter puro, casi siempre se presenta mezclado con otro tipo de carácter (colérico, apasionado, sanguíneo, sentimental, nervioso, apático y amorfo).
Pero Kant era un flemático puro. Kant era hombre de hábitos, lo cual dio lugar a muchas anécdotas en su vida. No sólo era proverbial su puntualidad, sino también por otros rasgos de su carácter. Se cuenta que cierta vez en sus clases, un alumno que estaba sentado en primera fila tenía un botón colgando de su casaca. Y Kant, que con gran concentración acostumbraba hablar hilvanando ideas, no podía hacerlo porque su mirada siempre recaía sobre dicho botón colgante que lo distraía. No aguantó más y exclamó al alumno: "Salga del aula, y regrese con el botón de su casaca bien cosido".
El hombre de hábitos y sistematicidad incomparable, necesitaba para pensar que todo esté en regla y ordenado.

LA GRAN PARADOJA DE LA ETICA KANTIANA

 LA GRAN PARADOJA DE LA ETICA KANTIANA

Gustavo Flores Quelopana



Sólo es moral cuando se actúa por deber, esa es la máxima de la ética kantiana. Si lo hace por deseo o amor no tiene calificación ética. Esto equivale a pensar que el hombre carece de inclinaciones hacia lo virtuoso. Es como decir que sólo los malvados, depravados, desalmados y perversos, son capaces de acción moral porque lo hacen llevados por la idea del deber. El propio Kant trató de resolver este absurdo afirmando que sólo es moral lo que no se hace por satisfacción. Pero su respuesta es totalmente insatisfactoria, porque niega que el hombre puede alcanzar un desarrollo ético superior que lo haga coincidir con lo moral al margen de la idea del deber. En otras palabras, la voluntad estará dentro de la moral no sólo acatando el mandato de la razón sino también el del corazón. Y esto es así porque la buena voluntad no sólo actúa por deber sino también por amor al bien.

DIOS COMO POSTULADO MORAL

 DIOS COMO POSTULADO MORAL

Gustavo Flores Quelopana



En Kant la religión no funda la moralidad, sino que la moral funda la religión. El hombre ha de sostenerse a sí mismo en su existencia moral. La ética se ha secularizado y no necesita de premios o castigos en el más allá. Su dignidad como ser racional y libre es lo abre la posibilidad, pero no la certeza, en un alma inmortal y en un Dios eterno. Resulta paradójico que la decisión de asumir la libertad y la responsabilidad autónoma requiera de la posibilidad de la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma. Pero la fe racionalista kantiana admite estas creencias sólo como postulados e ideas regulativas de la razón práctica. Su ética no necesitaba para nada la inmortalidad y a Dios, e ingresan de contrabando en su sistema ético. Kant lo trata de justificar argumentando que el imperativo categórico permitía la posibilidad de una causa no causada. Pero eso es, sólo una posibilidad. Dios y la inmortalidad reducidos a mera posibilidad contribuyó a vaciar la espiritualidad del hombre moderno y a fortalecer el ateísmo imperante después de Hegel.

LEGADO DE KANT

 LEGADO DE KANT

Gustavo Flores Quelopana



El hombre pone el ser a las cosas como fenómenos. La idea del hombre como sujeto activo del cosmos que sólo conoce los fenómenos y no las cosas en sí, se traduce en la idea de Libertad. Ese fue el legado kantiano conocido como giro copernicano.
Con ello partió el mundo filosófico en dos. Por un lado, Platón con las esencias trascendentes, y Aristóteles con las esencias inmanentes. Y por otro, Kant con el ser racional autónomo y libre como fundamento del mundo. Su racionalismo crítico sistematizó el espíritu autárquico de la modernidad. La gran paradoja es que el hombre no se suele comportar de modo racional ni ético, y las guerras mundiales junto a otras catástrofes que acomete a menudo, hacen meditar hacia dónde ha ido a parar el gran legado kantiano.
El hombre como centro activo del cosmos señala una responsabilidad moral tan elevada como incumplida. La desmitificación fenoménica del mundo junto al énfasis en una ética del deber inmanente, ha desembocado en los caminos extraños del endiosamiento nihilista y prometeico del hombre.
El concepto de autonomía del espíritu que se dicta su propia ley hace que la idea de la Libertad sea el punto inicial y final de su filosofía. Pero el hombre concreto de la modernidad fracasa constantemente con tanto poder en sus manos y se muestra como una amenaza para sus semejantes y para la Naturaleza. La libertad humana se muestra incapaz de regirse solamente por la Razón.
Kant se olvidó del amor y de lo espiritual, el hombre también es capaz de hacer el bien por amor y de sentir a Dios en su corazón.
En ese sentido Rousseau vio más profundamente la naturaleza humana al percatarse de la importancia de los sentimientos y del corazón. Meditar desde la cumbre kantiana es urgente ante los peligros hedonistas, narcisistas y nihilistas del endiosamiento humano en que ha desembocado la actual civilización atea.

jueves, 21 de octubre de 2021

LA FILOSOFÍA DE LOS NIÑOS SON SUS PADRES

 LA FILOSOFÍA DE LOS NIÑOS SON SUS PADRES

Gustavo Flores Quelopana



Juego, luego existo. Esa es la verdadera divisa del niño. No os engañéis, ni confundáis. Y menos confundas a los niños. Los niños no necesitan aprender filosofía, porque la verdadera fuente de su filosofía eres tu. Pretender educar a un niño desde la razón es tanto como comenzar por el final.
Dejad a los niños fantasear, divagar, soñar. En ninguna otra edad como la niñez la vida es como un sueño. ¿Pará qué queréis atiborrarlo de filosofía? El niño es preguntón y curioso por naturaleza, no necesita saber de filosofa. Dejadlo simplemente discurrir con su razón a partir de los latidos de sus sentimientos.
El niño es una criatura muy sensible, abierto más al afecto que al razonamiento. Quieres que tu niño sea razonable, entonces tú sé razonable. Al niño no hay que procurarles conocimientos antes de tiempo. La naturaleza es sabia, y sabe actuar a su tiempo. Al niño no hay que procurarles conocimientos, sino ejemplo de vida.
La verdadera filosofía para el niño está en tu conducta y en el ejemplo que le brindes. Papá y mamá, cuando no abuelos y tíos, son los verdaderos libros de filosofía abiertos al alma del niño. Ya cuando crezca vendrá la reflexión y el uso de la razón. Mientras tanto se nutre de la filosofía que le brinda la forma de vivir de sus padres. Serán las virtudes de éstos la mejor garantía para prevenirlo de vicios futuros. Otra cosa es que los padres de hoy apenas tengan contacto con sus hijos, y es la escuela y la sociedad la que generalmente los deforma sin remedio.
Sucede que en este mundo del capitalismo salvaje se ha visto como una fuente de lucro el invento de la monserga de la filosofía para niños. Lo cual es falso y pernicioso. No os dejáis engañar. Todo viene a su tiempo.

ASPERGER Y GENIALIDAD

 ASPERGER Y GENIALIDAD

Gustavo Flores Quelopana



¿No te adaptas, careces de destrezas emocionales y sociales? ¿Los demás te ven como diferente? ¿Las cosas corrientes de la vida no te entusiasman? ¿Tienes una fuerte capacidad de concentración, te abstraes con facilidad? ¿Eres pensativo? ¿Eres creativo? ¿Repudias imitar y hacer lo que todo el mundo hace? ¿Te parece estúpido el modo de proceder de la gente? ¿No prestas atención a frivolidades? ¿Te aburres en sociedad? ¿Te parece insufrible soportar las tonterías de los demás? ¿A veces creas palabras extrañas y tienes problemas de relación interpersonal? ¿Tardas en darte cuenta que estás enamorado? ¿Tienes dificultad para expresar tus propios sentimientos? ¿Eres más compasivo de lo que normalmente son los demás?
Descuida, no te alarmes. Seguramente tienes la variante del síndrome autista de Asperger. Muy común en genios y artistas que ha revolucionado el pensamiento y la vida de la humanidad. Sócrates, Platón, Aristóteles, Rousseau, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Mozart, Beethoven, Euler, Kant, Newton, Darwin, Mendel, Einstein, Kandinsky, Chirico, Picasso, Humareda, Goethe, Vallejo, Machado y otros, tuvieron Asperger.
El único problema, y nada serio, es que presenta un déficit de interacción social. La recomendación es que no los perturbéis. Ellos son capaces de encontrar su propio camino. Mejor dicho son los únicos que encuentran su camino. El resto son hombres manada, mediocres conformistas, que se deleitan con los prejuicios y tonterías ambiente.

miércoles, 20 de octubre de 2021

LEGADO PARADÓJICO CARTESIANO

 LEGADO PARADÓJICO CARTESIANO

Gustavo Flores Quelopana



El Discurso del Método (1637-40 años) es la obra que inaugura el giro epistemológico de la modernidad. Se pone el Yo como cimiento del saber, lo que equivale a subrayar la importancia central de la subjetividad y del idealismo filosófico. Las Meditaciones Metafísicas (1641) hace de Dios el fundamento del Yo -así elude el solipsismo- y establece la distinción entre el alma y el cuerpo. Pero ello no significa que pasa del antropologismo al teocentrismo, porque -como bien lo señaló Pascal- es la Razón la que da confianza en la fe. El efecto destructor de este argumento es que separó a la filosofía de la teología. No es que la existencia de Dios dependa de nuestra idea innata. Al contrario, Descartes hace de Dios el fundamento de la res cogitans y de la res extensa. El efecto paradójico de todo este giro epistemológico es que el sujeto moderno conoce mejor el mundo, pero se volvió un enigma para sí mismo. El hombre prometeico de la modernidad conquistó el mundo pero extravió su mismidad. Al ir en busca de la certeza el hombre moderno quedó sin certezas para su propia existencia.

LEGADO DE ROUSSEAU

 LEGADO DE ROUSSEAU

Gustavo Flores Quelopana



Rousseau era desconcertante. En vez de defender y elogiar a las ciencias y las artes sostuvo que éstas habían pervertido las costumbres originarias del hombre. Voltaire es el responsable de caricaturizar a Rousseau afirmando que al leer el segundo Discurso le daban ganas de gatear y ponerse en cuatro patas. En realidad, el estado de naturaleza era un recurso metodológico del ginebrino. Tampoco abominaba la civilización y la cultura, porque consideró que sólo en sociedad nos volvemos ciudadanos y seres morales. Los dos primeros Discursos y la Nueva Eloísa defendiendo el estado de naturaleza es sólo hilo conductor a El Contrato Social, al Emilio y al Vicario Saboyano. No busca retrocedernos a la prehistoria, sino busca una nueva conciliación entre moral y política. El corazón humano es bueno por naturaleza y la razón debe saber escucharla. La política hace al hombre y hay que saber hacerlo con el corazón, que contiene una sabiduría más profunda que las mismas leyes. Por eso opone al giro epistémico cartesiano -pienso, luego existo- el giro sentimental -siento, luego existo- . No es moral, bueno, civilizado ni humano, que exista la opulencia ni la miseria. Las grandes fortunas deben ser gravadas y la clase media fortalecida. Por eso Rousseau es actual, porque hay que sacar a la política de las garras de la corrupción. No hay que ser apolítico, hay que hacer política. Las luces de la razón han sido insuficientes. El neoliberalismo que exacerba el capitalismo salvaje y el feroz individualismo ha destruido la elemental empatía. Pero sin empatía se destruye el tejido social. Por eso la política no es cálculo, sino velar por el bien común haciendo que la razón oiga al corazón. Fue un pensador paradójico y contradictorio. Elogiaba la amistad y pensó la política pero renunció a sinecuras, se describió como un paseante solitario y se volvió un misántropo. 

sábado, 16 de octubre de 2021

PAPELES PANAMA Y PAPELES PANDORA

 PAPELES PANAMA Y PAPELES PANDORA

Gustavo Flores Quelopana



Consternado un joven pregunta: ¿Cómo es posible que personas educadas, muchas veces, en las mejores universidades pueden ser corruptas?
Y es que no es el mero conocimiento el que nos conduce al bien y la verdad. Saber no es querer. Por eso, los griegos erraron al sacralizar la razón con el intelectualismo ético (orfismo, pitagorismo, platonismo, aristotelismo, epicureísmo).
Querer es amar. No incurrir en corrupción no es asunto de la razón, sino de la inclinación de la voluntad hacia el bien.
Pero la voluntad flaquea y yerra. Muchas veces los esfuerzos del individuo para evitar la corrupción y resistirse al mal fallan y resultan inútiles.
La perversión de la voluntad explicaría su desvío y la creación de un hábito que lo aleja del bien. Se trata de una fuerza de la costumbre por los bienes materiales. Esa es la respuesta de San Agustín. Y Santo Tomás de Aquino hace recaer el mal moral en la responsabilidad del libre albedrío.
El problema de la corrupción es el problema del Mal. El cual es hecho con plena voluntad y libertad, y con conocimiento de causa, con el fin obtener gozo en bienes terrenales. Se trata de un vicio de la Voluntad antes que de la Razón.
¿En qué medida este auge de la corrupción tiene relación con el giro antropológico y epistemológico de la modernidad inaugurado por Descartes?
La modernidad es el huracán de la libertad humana y uno de los rayos tormentosos del hombre moderno, que no tiene que dar cuenta de sus actos a ninguna autoridad superior, tenía que ser la corrupción. La corrupción actual es testimonio de que la libertad sin límites del hombre moderno está sucumbiendo y resulta autodestructiva.

jueves, 14 de octubre de 2021

LA FILOSOFÍA NO ES ESOTÉRICA


LA FILOSOFÍA NO ES ESOTÉRICA

Gustavo Flores Quelopana

 


Alejandro Magno y Aristóteles mantuvieron correspondencia durante años. En una de las cartas Alejandro le recrimina a su antiguo maestro por haber hecho público sus escritos esotéricos y le dice “¿en qué nos vamos a diferenciar de los demás?”. El maestro le responde en el sentido de que la información no es nada si no se la sabe interpretar correctamente.

Esto me hizo recordar un comentario que llegó a mis oídos al promover la creación de diversas plataformas virtuales de filosofía. “¿Qué está haciendo? ¿Nosotros los académicos en qué nos vamos a diferenciar de los demás si todos van a conocer de filosofía?”. Sería bueno no sólo reiterar la respuesta de Aristóteles, sino remarcar el carácter democrático que tiene el saber y el conocimiento en general.

Por lo demás, la difusión del conocimiento filosófico como búsqueda de la verdad, sólo puede constituir una amenaza para la ideología totalitaria que no quiere diálogo ni crítica, sino silencio y dogma.

A PROPÓSITO DEL 12 DE OCTUBRE (II)

 A PROPÓSITO DEL 12 DE OCTUBRE

Esta obra escrita con humor busca radiografiar al peruano. El alma peruana está tirada por lo apolíneo andino, lo fáustico europeo, lo mágico africano y la sobriedad del asiático. Por ello exagera al idolatrar lo andino. Toda una mezcla cataclísmica de razas corre por sus venas. Nada raro que sea contradictorio, básicamente existencial. Verdadero quebradero de cabeza para los aristotélicos y su principio de no contradicción. Es humilde, modesto, tranquilo, laborioso, ingenioso, traicionero, simulador, envidioso, interesado, adulador, con un hambre de siglos y una sed de milenios. Lo caracteriza la exitofobia y la fracasofilia. Tiene talento aunque no lo admita. El genio rara vez lo visita. Más dado a la revuelta que a la revolución. Es generoso con el foráneo y egoísta con el compatriota. Se resiste al escándalo pero no al pecado. En América y el Mundo es apreciado por su culinaria, cultura y hospitalidad. El tipo peruano llegaría a mayores alturas con más autoestima, solidaridad y fe en sí mismo.

A PROPÓSITO DEL 12 DE OCTUBRE (I)

 A PROPÓSITO DEL 12 DE OCTUBRE (I)

Obra escrita con humor que busca radiografiar al español. El alma española está tirada por lo fáustico europeo y lo mágico africano. Es soberbio, lujurioso, iracundo, perezoso, goloso. También es envidioso aunque no lo admita. Pero no es avaro porque es generoso. Todos sus pecados han dado cosas positivas: la dignidad, la literatura, el valor, el ingenio y la euforia. En América dieron el mestizaje, al contrario de los anglosajones con su apartheid. En América sólo la lujuria y la avaricia refrenó la iracundia y por eso no le fue bien como genocida y exterminador de pueblos. El tipo español pudiese ser mejorado si pudiese pensar que el otro puede tener razón.


domingo, 10 de octubre de 2021

EL INTELECTUAL Y EL ACADÉMICO

 

EL INTELECTUAL Y EL ACADÉMICO

Gustavo Flores Quelopana

 


En los tiempos nihilistas que vivimos casi no se escucha la palabra “Intelectual” y en su lugar se oye hasta la saciedad y de una manera espumosa y gris el término “Académico”. Yo sospecho que esta sustitución tiene ver con un profundo cambio cultural, asociado precisamente a la decadencia del espíritu y al colapso de la razón burguesa en el capitalismo tardío.

Este hecho no cuesta trabajo constatarlo no sólo en eventos humanísticos de filosofía, supuestamente el más intelectual de todos los saberes, sino que se ha llegado al colmo de oírlo hasta en celebraciones poético-literarias. Vemos el extremo ridículo de enlazar todo lo que no es académico con lo popular, entendido éste como sinónimo de improvisación, mala formación, empirismo y cuando no ignorancia. En pocas palabras, se volvió común entender que todo lo que no es académico es sospechoso de incultura, subcultura o seudocultural.

Hasta mediados del siglo veinte la palabra intelectual gozaba de un prestigio incomparable frente a la condición de académico. Eran considerados intelectuales los pensadores, los creadores de cultura y no los eruditos que impartían cátedra en las universidades. El intelectual participaba en el debate público, dejaba oír su voz y era un faro espiritual en el discernimiento de las situaciones abstractas y concretas. El académico era un erudito sin par en su materia, digno de crédito en el área de su especialidad, pero no participaba con protagonismo en el debate público.

Los intelectuales y artistas eran hombres de partido, apasionados, perseguidos por sus ideas, no temían exponer sus convicciones, defendían ideales y grandes causas. En cambio, hoy los académicos son expertos de opinión, neutrales, apartidistas, predicadores de la tolerancia, febles citomaníacos, obsesionados con obtener poder en la estructura universitaria, escriben de mala gana y publican obligados por los requisitos de la academia. Pero sobre todo, no son creadores. Sin duda que en su descargo hay que decir que han sido proletarizados por el sistema universitario, han sido fagocitados en cuerpo y alma a cambio de un buen salario, se han vuelto presupuestíveros y ya no responden a su vocación e intereses profundos, sino al dictado y necesidades exteriores de su institución. Sus venas ya no son jardines que perfuman el prado de las ideas, sino invernaderos malolientes que reproducen el rechinar maquinal de la cultura instrumental.

Tampoco en la era de los intelectuales todo fue color de rosas. Ahí tenemos el célebre libro de Julien Benda, La traición de los intelectuales, donde desfilan grandes figuras de las letras y las ciencias que no supieron oponerse al militarismo, la xenofobia y el fascismo europeo, y al contrario apoyaron su vesania y maldad. Lo contrario vemos en María Zambrano que, en su libro Los intelectuales y el drama de España, cuenta que el estallido de la Guerra Civil la había sorprendido lejos de su patria, y al volver a mitad de la contienda, le preguntaron por qué regresaba, si sabía muy bien que su causa estaba perdida. «Pues por esto, por esto mismo», respondió ella. Ahí vemos el compromiso ético fundamental que es el sustrato de todo intelectual orgánico, que se niega a mantenerse al margen en la lucha contra el fascismo y la barbarie. Lo que permite acotar que hay académicos con altura intelectual que saben abrazar y defender causas universales. Dos ejemplos bastan, a saber, Bertrand Russel y Albert Einstein. 

En cambio, ahora los que se sienten intelectuales proclaman en medio de la cultura light de la posmodernidad el “adiós a la verdad” (Vattimo) y el “adiós a la razón” (Rorty). Esos son los ejemplos sombríos que como pálidas lamparitas de bufete grisácea la atmósfera del soberbio académico. Sin duda que algo profundo ha sucedido, algo huele muy mal, un espíritu hediondo y de catafalco subyace en toda esta carcomida mueca de cultura.

El académico es el producto auténtico de la universidad. Entonces, qué pasa con ella. La Universidad vive sus horas más tristes. En todas partes crece la convicción de que la universidad en el mundo está en declive. Se piensa que ello es atribuible a la desaparición del humanista, del pensador, del erudito, de la libre cátedra, y su reemplazo por el unidimensional especialista académico. Lo que sucede es el empobrecimiento especializado. Es cierto que el académico especialista encabeza el empobrecimiento de la universidad, pero también no hay que olvidar que la universidad con todo su ritualismo apostólico académico es una fuerza conservadora que no favorece la innovación. Recibe siempre las nuevas ideas de mala gana y el innovador no es bien recibido por el académico engreído. También se ha pensado que su agostamiento es culpa de la intromisión del Estado o del Mercado, ante los cuales la Universidad ha sucumbido. Además, ante la extinción del trabajo a nivel global, los costos de la formación universitaria ni la investigación justifican los beneficios que se obtienen de ella. 

Es la tragedia de la Universidad funcional. Pero todo esto son las consecuencias y no es la causa fundamental. La causa real es la esencia misma de la racionalidad moderna: funcional, calculadora e instrumental. La cual no favorece al humanista sino al especialista. La salida no es la interdisciplinariedad, sino una nueva jerarquización del saber, donde lo espiritual esté sobre lo material e instrumental. Pero esto ya no es posible en los marcos de la presente civilización, sino en una nueva y quizá venidera. La Universidad ha muerto y los académicos del presente son sus sepultureros. En la modernidad decadente la universidad ha muerto porque ha dejado de ser un saber educarse para el saber, para convertirse en marioneta de las descoyuntadas especialidades. En la decadente modernidad tardía la universidad monopoliza la intelectualidad a tal grado que lo confunde con lo académico, hasta el punto de hacerlo desaparecer. Pero lo peor de todo es que impone un tipo de intelectual conformista y conservador. La universidad ya no forma simplemente informa. Su colaboración con la ciencia es su nueva servidumbre. Lejos de proporcionar orientación ética al saber científico se subsume a la lógica instrumental científico-técnico.

Ahora se entiende que un autor como Enzo Traverso en su libro ¿Qué fue de los intelectuales? Se plantee su ausencia en la escena contemporánea. Y ciertamente que se refiere a los académicos de nuestro escrito. Porque en su neoconservadurismo tibio e insípido, mantienen una neutralidad engañosa, y una ferocidad de salón que defienden las “mentiras ambientes”. Yo prefiero llamarlas las mentiras de la agenda global de la élite mundial. En su engañoso humanismo defienden la eutanasia, el aborto, la ideología de género, el control de la población, el lenguaje inclusivo, la punición de la masculinidad, y otras lindezas del sistema imperante, y con ello se sienten como los grandes voceros de la humanidad libre. La hinchazón de tanta mentira ya comenzó a explotar ensuciándolo todo.

Con semejantes luciferinos corifeos del anetismo y del “todo vale”, no es extraño que la cultura colapse. En compensación los benditos académicos se han vuelto “hermeneutas", o sea en descifradores alquimistas de lo que otros dijeron, pero esta vez expresado en un lenguaje esotérico y rebuscado. Los académicos tienen trabada la lengua por tecnicismos más indescifrables que los quipus. Se convierten en los sumos sacerdotes de lo indefinido, a lo Derrida. Su gusto por la oscuridad refleja el tiempo del cansancio, agotamiento y decrepitud. Todos estos hombres inteligentes, y, por supuesto, cultos, tendrán que convenir en que no conocen el mundo.

Realmente produce estupor constatar cómo la cultura instrumental de mercado al destruir las humanidades aniquila el espíritu crítico, destruye la educación, introduce el gusano de las competencias en el ámbito donde no debe existir, a saber, la cultura. Y es la hegemonía de la nueva cultura de la máquina, con la potenciada inteligencia artificial, vuelve superfluo el saber, instaura la barbarie civilizada del mal gusto, la obscenidad de la citomanía, el supremo valor de grados y títulos, opinar con originalidad e ideas propias pasa a muy segundo plano, eso ya no interesa, al contrario, es visto como un peligro. Vivimos en un ambiente cultural donde se entroniza el saber técnico-científico y se denosta el saber espiritual. A ello también contribuye el sistema de los Premios Nobel.  

Pero lo que no se advierte es que cuando una cultura entra en su fase civilizatoria y se torna decadente -como la actual- se tiende a disolver el saber humanístico y la figura del intelectual es reemplazada por la del burócrata del saber, el catedrático erudito, repetidor y mero transmisor de conocimientos ajenos. La confianza es ahora depositada en el técnico, el ingeniero, el burócrata y el saber mecánico. El especialista tomó el lugar del generalista. La cultura dejó de ser causa espiritual para convertirse en un espectáculo más del entretenimiento de las masas. 

Contaré una pequeña anécdota personal vivida hace muy poco, precisamente durante el proceso electoral. Generalmente siguiendo el consejo de los ingleses no suelo hablar de política ni de religión con mis amistades, incluso intelectuales. Mis convicciones íntimas las reservo para mis libros. Pero un apreciado amigo filósofo me asediaba con la propaganda anticomunista electoral de la ultraderecha de mi país. Yo no respondía. Preferí dirigir, como filósofo, mi atención al tema de la justicia. Y de ahí salió mi libro "Igualdad sin lágrimas. Justicia como copertenencia". Hasta llegó el ingrato momento del intercambio de pareceres con este amigo, que incluso es cristiano como yo. Pero fue una lástima comprobar cómo una persona tan inteligente y creyente repetía los tabloides derechistas, racistas y despreciativos hacia un gobierno de autoridades de extracción andina. El susodicho académico amigo no mostraba ningún razonamiento original, ninguna piedad cristiana, fue una desilusión. Incluso le recordé que Cristo no buscó a sabios ni doctores, sino a gente ignara, a simples pescadores. Pero el académico en sus trece seguía repitiendo los mostrencos titulares de la prensa derechista. La amistad ya no es la misma, y dejo al tiempo que la restaure. 

Lo que se comprueba aquí es cómo la hegemonía de las ideas conservadores pueden paralizar el razonamiento hasta de las personas más inteligentes. Me alegro que eso no haya sucedido con el modesto pueblo del Perú. Y esto lo subrayo contra quienes se refieren al pueblo humilde en términos peyorativos. Pero hay algo más. Quedó demostrado en las recientes elecciones peruanas, que el auge de la izquierda en América Latina y en el mundo -los países escandinavos tienen todos recientemente gobiernos socialistas y en Alemania también ganó la izquierda- no fue resultado de la hegemonía intelectual de los académicos, siempre a la zaga del cambio social, sino del instinto político del pueblo humilde de Dios.

Efectivamente, el relevo del intelectual por el académico responde a las necesidades de la sociedad de masas, la cual está más urgida de soluciones que de reflexiones. Su hegemonía responde al imperio del hombre anónimo. El hombre anónimo es un ser desvalido, que sólo tiene confianza en las recetas del mercado. Carece de opinión propia. En el caso del académico repite a Heidegger, Wittgenstein, Gadamer, Vattimo, Rorty, etc. La consecuencia es que su orden valorativo se vuelve tan delgado que termina eximirse de su propia libertad y responsabilidad. Son los gurús de los nuevos campos de concentración del pensamiento: las universidades entregadas en alma al mercado. Viene a mi memoria que esto último ya lo habían señalado cuatro connotados autores: Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, José Ingenieros, El hombre mediocre, Oswald Spengler, Decadencia de Occidente y Herbert Marcuse, El hombre unidimensional.

La novedad de nuestro tiempo es el protagonismo cobrado por el nihilismo, el cual dejó de ser moda de intelectuales para convertirse en fenómeno cultural narcisista y hedonista de las masas. Sin duda que este auge nihilista se dio de la mano con el fenómeno político-económico del neoliberalismo y últimamente del capitalismo digital. Los cuales son dos mutaciones que se han sucedido sin pausa en la estructura misma del capitalismo imperialista. Si el neoliberalismo global es el neo-totalitarismo de las megacorporaciones privadas, el capitalismo digital es lo mismo, pero de las megacorporaciones cibernéticas globales, las llamadas GAFAM -Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft-.

Los tiempos nihilistas que vivimos son dantescos y como muestra tenemos la desaparición de los intelectuales por los académicos. Se podría pensar que era natural esperar después de la separación del hombre respecto a Dios, viniera la siguiente fase de separación del hombre respecto del pensar. Ciertamente, nunca como hoy ha sido tan difícil cultivar el pensamiento. Se dice que estamos en la era del conocimiento. Yo digo que esto es mentira. Vivimos la era del desconocimiento y la imbecilidad. La estupidización del hombre avanza a pasos agigantados, cabalgando sobre los medios masivos de estupidización social, que con sus mentiras diarias intoxican y embotan la verdad. Si a esto le sumamos el nuevo imperio del internet, las redes sociales y la web, lo que se tiene al final es una completa ofensiva contra el pensar.

Tristeza y congoja da ver las kilométricas horas que dedican los jóvenes a estos medios tecnológicos que atrofian su memoria, debilitan el pensamiento, anestesian la concentración, adormecen la sensibilidad y superficializan la mente. El daño cerebral que se está produciendo es inmenso. Pero los rozagantes académicos siguen en su sosiego sin alarmarse en lo más mínimo.

No quiero abrazar falsas ilusiones cerrando la presente reflexión con manidas esperanzas consoladoras. Tampoco soy pesimista para pensar que esto no tiene remedio. Tendrá que venir un aluvión para que tape el gran foso excavado por la presente hora tenebrosa. Entonces gotitas del inmenso regalo solar volverán a cubrir con nuevos brotes los verdes prados del pensamiento. Será el momento en que los intelectuales volverán a levantar vuelo para hacer fulgurar el relámpago de la verdad.