Reseña
¿Puede el mundo postoccidental reencantar el misterio sin repetir el vacío moderno? Este libro propone una tesis radical: el colapso de Occidente no es una crisis coyuntural, sino una consecuencia espiritual. Lo que se desploma no es solo un modelo político o económico, sino el alma de una civilización que ha clausurado el misterio, desvinculado el deseo y estetizado el vacío. El nihilismo estructural —filtrado por el mercado y la técnica— no es una amenaza futura: es el paisaje actual. Y amenaza con contaminar el mundo postoccidental desde su nacimiento.
Ante este desafío, el cristianismo no aparece como residuo del pasado, sino como posibilidad inédita. No porque el mundo haya vuelto a creer, sino porque su agotamiento confirma las profecías que anunciaban el vacío de una historia sin Dios. Solo una teología cristiana encarnada —postconciliar, relacional, sacramental— puede articular una trascendencia que no huya del mundo, sino que lo transfigure desde dentro.
Pensado desde el sur global —desde el Perú, desde una geografía que aún conserva reservas de sentido— este libro convoca a imaginar una civilización del amor. No como utopía ingenua, sino como respuesta escatológica al nihilismo estructural. Una fe que no gestiona el vacío, sino que lo habita con sentido. Una esperanza que no nace de la voluntad humana, sino de la irrupción del misterio. Porque incluso cuando el abismo se ha vuelto paisaje, aún hay quienes pueden nombrarlo. Y en ese acto, puede reabrirse el misterio.