“LA CIVILIZACIÓN CONTRA LO HUMANO”
Gustavo Flores Quelopana
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía
Proemio
La Civilización contra lo Humano no es cualquier tipo de civilización, sino, que es de origen occidental, de carácter fáustico y tecno-científico, operó el achicamiento del mundo y agudiza la crisis total de la “hoguera histórica”, en el que son reducidas a cenizas la tradición cristiana, la antigüedad pagana y aun el humanismo.
La Filosofía de la voluntad de poder toma el protagonismo en la Civilización contra lo Humano, en una hemorragia de subjetividad donde no hay verdad extrahumana, sólo hay voluntad de verdad. Es el triunfo del relativista para-mí y la renuncia nihilista del ser.
Afectada por este subjetivismo solipsista la Civilización contra lo Humano que por mil años vivió henchida de capacidad de autocorregibilidad, corre el riesgo de superar a las civilizaciones fósiles y sobrevivientes pero autoaniquilándose. Se va volviendo en un tronco reseco que, incapaz de producir nuevas creaciones espirituales, va ardiendo por combustión espontánea y sin esperanza de una nueva Humanidad que renazca.
La Civilización contra lo Humano es Imperialismo, pero el nuestro no sólo produce la petrificación y, por tanto, decadencia, sino que en política impone un hiperimperialismo paralizante de las energías sociales, en economía aplica una profunda desigualdad en beneficio de un puñado de megamillonarios, en tecnociencia desarrolla sus tendencias perversas y en lo espiritual destruye la cultura y la religión sobre bases materialistas.
El quebranto medioambiental es sólo la punta del iceberg de algo más profundo relacionado con el fracaso moral de una civilización que antepone el tener sobre el ser, el precio sobre el valor, el interés sobre el amor, la utilidad sobre la verdad, el pasatiempo sobre la cultura, el oropel sobre la belleza, la técnica sobre la libertad, el hominismo sobre el humanismo, la visión prometeica sin uso ético sobre la visión integral del hombre plantado frente a lo Absoluto. Sin impulsar desde una filosofía integral una profunda revolución política y financiera mundial se apresurará el apocalipsis civilizatorio que nos envuelve.
La civilización contra lo humano dispara directamente en el corazón de la humanidad, a saber, la pretensión de universalidad. Sin ésta el hombre queda reducido a un animal de apetitos. Entonces enarbola el blasón del “adiós a la verdad” y como no existe más la verdad se necesita de la caridad, afirma el filósofo italiano posmoderno Vattimo. Sólo que esta afirmación cínica soslaya la contradicción inherente de que al estar ausente la verdad entonces la caridad puede tomar el cariz interpretativo de la justificación de lo más nefando y abyecto.
Debilitado hasta el exterminio el principio de realidad todos los contenidos son meras imágenes. La historicidad se disuelve en historias locales (Vattimo), los archivos son acontecimientos (Foucault), lo virtual produce lo real anulándolo (Baudrillard), el pragmatismo irónico niega la autoconciencia (Rorty). A los filósofos de la sospecha, como llamó P. Ricoeur a Marx, Freud y Nietzsche, les siguió los filósofos de la nada (Foucault, Barthes, Deleuze, Baudrillard, Lyotard, Vattimo, Rorty). Los primeros eliminaron el sujeto, los segundos eliminan la realidad. Y así como se renunció del sujeto culpándolo del discurso del poder, de forma similar se renuncia a la realidad culpándola del totalitarismo del ser.
Esta filosofía de barata o liquidación total del ser, de disolución del principio de realidad, se corresponde con el capitalismo cibernético del hiperimperialismo especulativo, que irrealiza lo real en espectro, con un mundo moralmente neutro, el carácter relativo de la verdad, el ascenso de lo insignificante, la proliferación de la subjetividad bufonesca, la negación de los fundamentos. La hermenéutica toma el lugar de la epistemología pero no como disciplina sino como esperanza contra lo constructivo y confrontacional.
La civilización contra lo humano es relativista porque deja que cada ser humano se construya su propio mundo o paradigma, su propia práctica o juego lingüístico, disolviendo la imagen tradicional del hombre como conocedor de esencias para dejarlo como conocedor de valores determinados por la voluntad subjetiva. Aquí no hay verdadera teoría del valor, sino tan sólo opción personal sin pretensión de universalidad y humanidad.
Vivimos la época nietzscheana del anticristo, la era luciferina de la transvalorización de todos los valores Bajo el paraguas de la voluntad de poder se degradan los valores supremos. El cariz instrumental de la técnica fortifica el olvido del ser. Todo se torna historicista, relativo, técnica, código. Incluso en el arte se consolida la negación de la identidad en esas manchas con color pero sin forma. La ética es absorbida injustamente por lo intersubjetivo olvidando la dimensión más profunda de lo intrasubjetivo. La política se vuelve en parodia e imagen publicitaria postergándose el debate de las ideas. La filosofía se vuelve en celebración del evento. Sólo interesa el disfrute del individuo, no su formación ni la verdad.
La civilización contra lo humano ha destruido la voluntad de verdad y ha impuesto la voluntad de poder del sujeto individualista, monádico y sin solidaridad. La nueva razón de ser es la autonomía humana sin barrera alguna. Pero dicho afán de emancipación terminó destruyendo tanto el sujeto como el objeto. El nihilismo abrió las puertas del infierno y la terrible conexión entre crisis ecológica y crisis socioeconómica.
Lima, Salamanca 16 de marzo 2013
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