ANOMIA POSMODERNA
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
Sinopsis
El
filósofo esloveno Slavoj Žižek ha formulado una objeción contra el pensamiento
posmoderno y contra su perenne reivindicación del pluralismo. Žižek considera
que la posmoderna sociedad pluralista y ubicuamente tolerante liquida todo
antagonismo radical, tacha también cualquier diferencia real dentro de sí, e
impide la revolución. Para el filósofo español Quintana Paz la crítica de Žižek
se decide por un Uno aún más estricto: el Uno de la única diferencia, el único
antagonismo “real”, al margen de lo que quieran considerar principal los
agentes sociales.
La
crítica materialista-marxista de Žižek es considerado por Quintana como
acertada, pero su experimento de establecer el antiguo criterio único de
exclusión es fallido. La propuesta de Miguel Ángel Quintana desde la filosofía
posmoderna considera que la crítica marxista contra el “pluralismo” posmoderno
sirve para analizar en qué sentido es posible y qué debe postergarse. Si el
pluralismo posmoderno se entiende como un “todo vale”, entonces no es ni puede ser
en ese sentido “pluralista”. Es cierto que el “pluralismo irrestricto” queda
aminorado.
Sin
embargo, los valores de pluralismo, tolerancia y límite único del amor resultan
impotentes contra la silenciosa racionalidad totalitaria del mercado, no
elimina el quietismo ante el statu quo, así la hermenéutica no se consagra en
nihilismo positivo y emancipador porque no puede transformar el autoritarismo
económico.
Introducción
El filósofo esloveno
Slavoj Žižek ha formulado una objeción contra el pensamiento posmoderno y
contra su perenne reivindicación del pluralismo (ya sea este epistemológico,
moral, político, estético). Pero a su vez el filósofo español Miguel Ángel
Quintana ofrece una refutación desde la filosofía postmoderna que persigue
precisar el pensamiento posmoderno para que resulte coherente consigo mismo.
- La objeción de
Slavoj Žižek
La posmodernidad
favorece sólo un pluralismo aparente porque al elogiar la pluralidad de modos
de vida, principios epistémicos, normas éticas, configuraciones políticas o
pluralidad de las interpretaciones de la realidad, no pone en peligro al statu
quo, establece en la praxis un nuevo tipo de identidad e igualdad, la identidad
fonológica de vacía tolerancia mutua a múltiples perspectivas e interpretaciones
presuntamente “plurales” pero iguales en lo fundamental: en su capacidad de
convivir y respetarse acrítica y recíprocamente unas a otras (Slavoj ŽIŽEK: Bienvenidos al desierto de lo real. Aleph
pensamiento: Aleph.net.art).
1.1La Crítica del
filósofo esloveno Slavoj Žižek a la “sociedad sin antagonismos”
El filósofo esloveno
Slavoj Žižek es penetrante al formular este tipo de acusación:
“Filósofos tan distintos como Alain
Badiou y Fredric Jameson han señalado, a propósito de la actual celebración de
la diversidad de estilos de vida, cómo este crecimiento de las diferencias
reposa en un subyacente Uno, esto es, en la radical obliteración de la Diferencia, de la brecha antagonista…En todos estos casos, en el momento en que
introducimos la “creciente multitud”, lo que estamos diciendo en efecto es
exactamente lo opuesto, la subyacente Mismidad [Sameness] que lo invade todo;
es decir, la noción de una brecha radical antagonista que afecta al cuerpo
social entero es obliterada: la sociedad sin antagonismos es aquí el
“contenedor” realmente global en el cual hay suficiente espacio para toda la
multitud de comunidades culturales, estilos de vida, religiones, orientaciones
sexuales...”(Ibid)
Žižek considera que la
posmoderna sociedad pluralista y ubicuamente tolerante liquida todo antagonismo
radical, tacha también cualquier diferencia real dentro de sí, e impide la
revolución.
La posmodernidad niega
en la sociedad el enfrentamiento revolucionario, binario e irreconciliable, la fisura entre dos orillas enfrentada, así no
podemos hablar más que de una unidad monolítica (la Sameness), más o menos
camuflada bajo el aspecto de una pluralidad creciente. Žižek lo explica así:
“Existe una razón filosófica muy
precisa por la cual el antagonismo debe residir en una díada, esto es, por qué
la “multiplicación” de las diferencias reafirma al subyacente Uno….En un
análisis dialéctico tenemos que buscar a las especies excepcionales que dan
cuerpo de manera directa al género en sí: la verdadera Diferencia es la
“imposible” diferencia entre esta especie y todas las demás… Cuando la díada
antagonista es reemplazada por la evidente “creciente multitud”, la brecha que
se halla así obliterada es no solamente la brecha entre el contenido diferente
dentro de la sociedad, sino la brecha antagonista entre lo Social y lo no
Social, la brecha que afecta la verdadera noción Universal de lo Social. En
este universo de la Mismidad [Sameness], la manera principal de la apariencia
de la Diferencia política es generada por el sistema bipartidista, esa
apariencia de la opción en la que básicamente no hay ninguna…Esta opción
política no puede sino recordarnos el problema que sentimos cuando queremos un
edulcorante artificial en una cafetería norteamericana: la siempre presente
alternativa de bolsitas azules y rojas, en donde casi cada uno tiene sus
preferencias (evite las rojas, tienen sustancias cancerígenas, o viceversa...)
y este apego ridículo a la opción de cada
uno no hace sino acentuar el absoluto sin sentido de la alternativa…Por
supuesto, la respuesta emerge sólo a medida que la sociedad es aún percibida
como totalidad: ¿no fue acaso Adorno quien dijera que contradicción es
diferencia bajo el aspecto de identidad? De modo que la idea es que con la era posmoderna,
el retroceso de la identidad de la sociedad involucra simultáneamente el
retroceso del antagonismo que parte en dos el cuerpo social; lo que recibimos a
cambio es el Uno de la indiferencia como el medio neutral en el cual la
multitud (de estilos de vida, etc.) coexiste. La respuesta posmoderna a esto
sería que el antagonismo radical emerge de la teoría materialista a esto es
demostrar cómo este verdadero Uno, este territorio en común en el que múltiples
identidades florecen, reposa de hecho en determinadas exclusiones, y está
sostenido por un invisible quiebre antagónico (Ibid).
1.2La emergencia de un
nuevo “todo”: el Uno de la Mismidad
Esta cita explica el tesis
de Žižek: cuando se anula toda oposición binaria en la sociedad, o cuando la
hacemos insignificante entonces se permite que surja un nuevo “todo común” (el
Uno de la Sameness). Esa unidad queda definida por parte de ciertos miembros
hegemónicos del cuerpo social (agentes o prácticas tolerantes a la manera que
recomiendan los postmodernos) que encarnan mejor que otros el modelo único que
se ha logrado implantar de modo exclusivo y excluyente como “lo Social” y
“Universal”.
Žižek (1999) cita a
Ernesto Laclau, para el cual “es inherente a su noción de hegemonía la idea de
que, entre los elementos particulares (significantes) hay uno que directamente
«colorea» el significante vacío de la universalidad imposible en sí misma, de manera
que, dentro de esta constelación hegemónica, oponerse a este significante
particular equivale a oponerse a la «sociedad» en sí”. Para Laclau son los
elementos hegemónicos y para Žižek son
las “especies particulares” las que encarnan el género que se ha convertido en
la nueva autoridad normativa para toda la sociedad y en la mejor expresión del
Uno.
1.3La opresión de la
multiplicidad
La diferencia radical,
la “brecha” que divide binariamente la sociedad permanece, aunque quede
“obliterada” y disfrazada mediante el elogio de una sola de sus rostros, la faz
hegemónica (la “tolerante”, aquí): se trata precisamente de la brecha que
existe entre ese modelo privilegiado y todos aquellos agentes que no pueden
aspirar a él, que están excluidos a priori de su alcance. (En nuestro caso, se
trataría de la brecha entre quienes pueden disfrutar de la universal tolerancia
posmoderna y la de aquellos que, por causa de haber sido excluidos de
diferentes formas de esa entente, no pueden hacerlo).
La tarea de una
filosofía “materialista” como la que Žižek propone sería la de revelar tal quiebre
y sus exclusiones, para desmentir la pretendida universalidad del modelo Uno,
el “de la multiplicidad”, al denunciar la opresión que ejercita sobre aquellas
diferencias que no caben en él (en nuestro caso, aquellas alternativas
radicales que se oponen a la pacífica tolerancia mutua postmoderna de la que
hoy sólo pueden disfrutar algunos).
2. Crítica de Quintana a
Žižek y la antigua uniformidad
Para el filósofo español
Quintana Paz la crítica de Žižek se dirige sobre un aspecto cardinal del
pensamiento social contemporáneo: la consideración de la sociedad conforme a un
único criterio dualista, de “excluidos” e “integrados”. Pero las exclusiones
son múltiples, y por lo tanto todos estamos en algún sentido “marcados”, así
como todos estamos en algún sentido integrados. Žižek (2005) opta por un
criterio dualista, con el fin de escapar a la unidad forzada que implica la
segunda alternativa.
Detrás de la aparente
denuncia del Uno que subyace a las múltiples pertenencias de tolerancia resulta
monolítico y excluyente privilegiar sólo un criterio que divida en dos a la
sociedad. Žižek se decide por un Uno aún más estricto: el Uno de la única
diferencia, el único antagonismo “real”, al margen de lo que quieran considerar
principal los agentes sociales. Žižek bajo la justificación de la denuncia del
uniformismo de la tolerancia, no hace sino devolvernos hacia una antigua
uniformidad, la que decide metafísicamente que la diferencia y el antagonismo
relevante es sólo uno. Su aparente apuesta por desmontar la Unicidad posmoderna se queda en una reivindicación de otra
vetusta Unicidad: la Unicidad del Criterio Único que divide la sociedad en dos;
y por tanto parece contradictorio unirse a este filósofo en la crítica al Uno
postmoderno por el mero hecho de que este sea Uno, si lo único que se va a
hacer al final es reinventar otro Uno arcaico.
2.1 Crítica certera,
propuesta fallida
Para Quintana, Žižek
quiere escapar a la monotonía del Uno posmoderno pero volviendo a un
fundamentalista Criterio Único que estipule qué exclusión es la verdaderamente
interesante.
La crítica
materialista-marxista de Žižek es considerado por Quintana como acertada, pero
su experimento de establecer el antiguo criterio único de exclusión es fallido.
Cuando la posmodernidad parece favorecer una pluralidad de interpretaciones que
sean tolerantes las unas para con las otras, un nuevo principio de tolerancia
no violenta quiere hacerse categórico para el mayor número posible de
trasfondos interpretativos.
Tal principio es un
nuevo rasgo unitario que desmentiría la absoluta pluralidad entre diferentes
trasfondos interpretativos:
“Se puede ser como se quiera a
condición de que se sea uniforme en la tolerancia hacia los demás y en el fondo
de la conciencia las interpretaciones no tengan fundamentos absolutos últimos”
(¿Cuán plural es el pluralismo posmoderno?).
La pluralidad
que defendería la posmodernidad es una pluralidad tímida y por consiguiente
quedarían fuera de ella cuantos no son postmodernos.
2.2 Propuesta
posmoderna de Quintana Paz: el pluralismo concreto
La propuesta de
Miguel Ángel Quintana desde la filosofía posmoderna considera que la crítica
marxista contra el “pluralismo” posmoderno sirve para analizar en qué sentido
es posible y qué debe postergarse. Si el pluralismo posmoderno se entiende como
un “todo vale”, entonces no es ni puede ser en ese sentido “pluralista”. La
máxima “todo vale” tampoco queda absuelta de la acusación de limitar la
pluralidad: pues privilegia el quietismo ante el statu quo, y hurta a cualquier
pretensión normativa la posibilidad de resultar legítima que lo ya dado de
facto.
Desde el
momento en que “no todo vale”, evidentemente ciertas formas de lo plural se
privilegian, y otras se desprecian. Es cierto que el “pluralismo irrestricto”
queda aminorado. No se trata no de buscar un principio que favorezca un
pluralismo sin ningún tipo de restricciones. Se trata que la restricción del
pluralismo sea la mínima posible, si es que consideramos aún la tolerancia como
una virtud respetable, hay que restringir al mínimo el pluralismo tolerante:
sólo se excluye de ella a aquellos que se excluyen de ella. Es decir, aquellos
que intentan extinguir el pluralismo violentamente. La única uniformidad es el
desprecio de la uniformidad que intentan imponer los agentes violentos; la
única concordancia universal es el reparo ante la concordancia universal; el
único rasero que les limita es una talla suficientemente pequeña como para que
no acaben extirpando a los demás miembros de esa pluralidad. Sólo hay una
“mismidad” que se les propone a todos: el refreno hacia el totalitarismo o
impulso violento de una total “mismidad”. Se intenta silenciar las prácticas violentas que tratan de
silenciar.
La propuesta es
un pluralismo bien concreto, limitado sólo por su anhelo de erradicar cualquier
reducción violenta del mismo: lo que Vattimo (1996) ha llamado “el límite de
la caridad”, que deja fuera de las posibilidades plurales las posibilidades
violentas.
3. La crítica
de la crítica
Para Quintana,
Žižek ayuda a reconocer que la posmodernidad no deberá implicar nunca un
pluralismo sin límites, amorfo, lleno de imprecisiones. Para Žižek el
pluralismo posmoderno no pone en peligro el statu quo al establecer la
identidad de las interpretaciones plurales.
El vattimiano
“límite de la caridad” invocado por Quintana, que se impone a la pluralidad
posmoderna con su imprescindible correlato de “dejar hacer” a los demás cuanto
quieran, con tal de que no atenten contra ese mandamiento del amor, resulta
inocuo ante la violencia de la globalización de las multinacionales sobre las ¾
partes de la humanidad.
Los valores de
pluralismo, tolerancia y límite único del amor resultan nulos contra la
silenciosa racionalidad totalitaria del mercado. Así, la hermenéutica no se
consagra en nihilismo positivo y emancipador, sino en un conservadurismo
anómico o comportamiento social desviado.
Vattimo (2003)
sostiene que la única racionalidad es la racionalidad histórico-interpretativa
con su condición de no fundamentación, pero el “límite de la caridad” sería un
límite fundante y absoluto para toda realidad y verdad.
El pluralismo
concreto de la hermenéutica posmoderna, como plantea Quintana, no sólo diluye
la violencia de la pluralidad, sino que perpetúa en la práctica la propia idea
distorsionada de moral, justicia y libertad que tienen las megacorporaciones en
el diálogo social.
El “todo vale”
posmoderno limitado sólo a extirpar la violencia totalitaria equivale a una
justificación para dejar intacto toda estructura económica fuerte –como los
monopolios del hiperimperialismo-, resolviéndose así en un conservadurismo
camuflado de tolerancia.
La crítica
marxista del filósofo esloveno Slavoj Žižek tiene el mérito de revelar el
carácter totalitario del aparente
“pluralismo” posmoderno en los modos de vida, principios epistémicos, normas
éticas, configuraciones políticas y pluralidad de las interpretaciones de la
realidad, al terminar estableciendo un nuevo tipo de identidad, de vacía
tolerancia mutua a múltiples perspectivas presuntamente “plurales”, pero
iguales en lo fundamental: en su capacidad de convivir y respetarse acrítica y
recíprocamente unas a otras.
Esta tolerancia
vacía a la pluralidad de interpretaciones está asociado con un tipo de hombre
que está desconectado con el ser, esto es: el hombre de las grandes urbes, cuya
pérdida de lo individual, en la conducta de masas, lo lleva hacia una vida
inauténtica, “vida de uno” como diría Heidegger, y estandarizada en la vida y
en la muerte.
Es vano el
intento del filósofo español Miguel Ángel Quintana por salvar el pluralismo
posmoderno restringiendo la máxima pluralista del “todo vale” a una especie de discriminación dentro del cual ciertas formas de
lo plural se privilegian y otras se desprecian. Su objetivo es corregir el
“pluralismo irrestricto” aminorándolo.
Aminorar el
pluralismo irrestricto no elimina el quietismo ante el statu quo, al mantenerse
la tolerancia vacía, y hurta a cualquier pretensión normativa la posibilidad de
cambiar el statu quo. Al convertirse la interpretación en algo autónomo queda
abolida la humanidad, o como decía Foucault (1966) “ya no hay hombre, ni autor,
sólo hay lenguaje”.
Pretender que
la restricción del pluralismo sea la mínima posible con el argumento que sólo
se excluyen de ella a aquellos que intentan extinguir el pluralismo
violentamente, equivale a mantener a los anti-pluralistas no violentos dentro
de la jaula de la curiosidad zoológica, puesto que la máxima virtud no es la
verdad sino la tolerancia.
Con el pretexto
de que la única uniformidad es el desprecio de la uniformidad se intenta
imponer la única concordancia universal de la pluralidad como el único rasero
de esa pluralidad. En realidad lo que se les propone a todos es el
totalitarismo del pluralismo, con el argumento engañoso que toda “mismidad”
conduce hacia prácticas violentas que se tratan de silenciar.
En épocas de
crisis no hay principios sólo eventos, pero en el fondo es el hombre el que se
deja arrebatar la verdad. El posmoderno cree descubrir que ya no hay algo real
en lo que deba creerse, todas son meras interpretaciones que deben respetarse
con tolerancia. Su compañía es el nihilismo, en la que se transforma la noción
de ser viéndolo no como lo que “es” sino como lo que “se da”, como evento, que
describe un “impresionismo ontológico”. Ya no hay nada inmutable, ya no hay
necesidad de abandonar el mundo hacia lo inteligible, todo es actualidad,
presente, inmanente y mundano. Pecado mortal ya no es dejar de entender el
orden universal, sino no comprender la necesidad de coexistencia de todas las
interpretaciones en un pluralismo hermenéutico.
Debajo de la
sociedad ya no está el hombre, ni esencia alguna, sino las interpretaciones. La
posmodernidad es un modo de afrontar la crisis histórica humana bajo el
capitalismo cibernético mediante la tolerancia total. La propuesta es superar
el olvido metafísico adentrándose en una ontología de la actualidad. La
disolución de toda esencia, principio de realidad e idea inmutable en la
multiplicidad de la interpretación, se acoge a un fundamentalismo
interpretativo o absolutización del horizonte hermenéutico. Por ejemplo, Jesús
enseñó que el cristiano está abierto al prójimo y al mundo porque está abierto
a Dios. Pero el posmoderno se propone revolucionar a la sociedad sin tocar al
hombre, sino tan sólo a la interpretación despojada de todo sentido fuerte de
lo real. Pero superar el olvido nihilista del ser no significa abandonarse a un
nihilismo disolvente, como pretende la hermenéutica posmoderna, sino superarlo
en la recuperación de la Verdad objetiva.
La racionalidad
hermenéutica se conforma con una Unidad disuelta en la pluralidad y la
diferencia, condenando el Uno dinámico de la racionalidad dialéctica, el Uno
absoluto de la racionalidad universalista y el Uno semidivino de la
racionalidad intuitiva. Con el propósito de diluir la violencia de la
pluralidad establece un nuevo tipo de identidad vacía: la tolerancia que
respeta las multiplicidades, en vez de la verdad y los imperativos absolutos.
Su aspiración a un pluralismo de la alteridad que eluda el pluralismo
relativista fracasa en toda la línea en cuanto que la pluralidad exige por sí
mismo el respeto del relativismo. En otros términos, la racionalidad
hermenéutica pretende condenar la globalización y todo tipo de violencia
totalitaria con un parámetro de pensamiento –la interpretación- que le impide
cumplir con su propósito. La crisis de los imperativos absolutos deja sin
argumentos para quebrar en la práctica un orden internacional altamente
integrado bajo la lógica del mercado. La filosofía nihilista es la condena
retórica e inofensiva al orden establecido.
BIBLIOGRAFIA
Foucault,
M. (1966). Las palabras y las cosas, Siglo Veintiuno, México, 1968.
Heidegger,
M. (1993) El Ser y el Tiempo, FCE, México.
Quintana,
M. A. (2003) ¿Instiga la hermenéutica de Gadamer el autoritarismo o más bien
nos dota de acicates antiautoritarios?, en J. J. Acero, J. A. Nicolás, J. A.
Pérez Tapias, L. Sáez y J. F. Zúñiga (ed.): Materiales del Congreso Internacional sobre Hermenéutica Filosófica “El
legado de Gadamer”, Departamento de Filosofía de la Universidad de
Granada, 237-245; España.
Quintana,
M. A. (2004) Normatividad,
interpretación y praxis,: Ediciones de la Universidad de Salamanca, § 3.4;
España.
Quintana,
M. A. (2005) ¿Cuán plural es el pluralismo posmoderno?, Azafea, España..
Vattimo,
G. (2003) Nihilismo y emancipación, Paidós.
Vattimo,
G. (1996) Creer que se cree, Paidós, Barcelona.
Žizek,
S. (2004) Bienvenidos al desierto de lo real. Aleph pensamiento: Aleph.net.art.
Žizek, S. (1999) “You May!”, London Review of Books,
Vol. 21, n. 6, 18 de marzo.
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